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Amartya Sen y el PNUD y su crítica al bienestarismo

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Amartya Sen y el PNUD 
Amartya Sen es un economista indio (1933 -); obtuvo el premio nobel de economía en 1998 por 
sus contribuciones a la economía del bienestar. Después de estudiar varias catástrofes en la India, 
Bangladesh y el Sahara desde los años 40, Amartya Sen descubrió que las hambrunas se han 
producido incluso cuando la provisión de alimentos no era diferente de años anteriores y que, en 
algunas áreas afectadas por el hambre, se habían exportado alimentos; para Sen concurren en el 
fenómeno factores sociales y económicos que afectan a los diferentes grupos de la sociedad y que 
influyen sobre la elección de oportunidades. Comprobó que la hambruna de Bangladesh de 1974 
se debía en parte a que las inundaciones de ese año habían hecho subir los precios de los 
alimentos, al tiempo que los obreros agrícolas carecían de trabajo, con el consiguiente descenso 
de su poder adquisitivo. Una norma habitual para medir el bienestar de una sociedad es el 
porcentaje de sus habitantes que se encuentra por debajo de lo que se califica de antemano índice 
de pobreza, pero esta teoría ignoraba los diversos grados de pobreza entre los menos favorecidos. 
Para solucionar esta deficiencia, Sen elaboró un índice para medir la pobreza teniendo en cuenta 
el bienestar de los individuos, que ha sido utilizado por muchos investigadores desde entonces. 
Uno de los problemas que se encuentran al comparar el bienestar de diferentes sociedades es que 
los indicadores habituales, como los ingresos per cápita, sólo tienen en cuenta la “situación media” 
de la población. Amartya Sen ha señalado que los principios éticos bien fundados suponen la 
igualdad entre los individuos, pero como la habilidad para aprovechar la igualdad de 
oportunidades varía con cada persona el problema de la distribución de bienestar nunca podrá 
resolverse del todo. 
 
La crítica al bienestarismo de autores como Bentham, Sturt Mill y Keynes en el pensamiento de 
este autor: este autor ha repensado la noción de bienestar en diferentes oportunidades. En su 
obra Utilitarianism and beyond, Sen habla del utilitarismo estableciendo que el mismo 
“recomienda la elección de una acción según sus consecuencias, y una valoración de las 
consecuencias en términos de bienestar”. A partir de aquí señala varias características más: 
- La estrecha visión de la persona que el utilitarismo clásico de Bentham y Mill maneja. Ésta es sólo 
considerada como el lugar de localización de sus respectivas utilidades, dejando de lado todo lo 
demás. En función de esas utilidades y su cumplimiento se establece la corrección de los estados 
de cosas. Debemos fijarnos, dice Sen, que lo que valora este principio no son las acciones del 
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES - UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMÁN 
 
CÁTEDRA DE NOCIONES DE ECONOMÍA / TEORÍAS ECONÓMICAS 
 
 Texto 25 – Amartya Sen y el PNUD y su crítica al bienestarismo - 
 Las corrientes teóricas del SXX (Unidad 5 punto 1e) 
 
Autora: ERIKA MOEYKENS 
 
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individuo –como hace toda la moral clásica incluido Aristóteles en el que los actos virtuosos 
ocupan un lugar central- sino los estados de cosas. Esto lleva implícita una despersonalización de 
la moral y la pérdida de valor de las intenciones y motivos del agente a la hora de evaluar la 
moralidad de sus acciones. Sólo cuenta lo externo, los estados de cosas, y de estos, sólo los que 
se refieren a la utilidad. Esto, en palabras de Sen, deja afuera de consideración toda la información 
que no sea de utilidad (restricción informacional o, siguiendo a Aristóteles, reducción de los 
medios a los fines), presentándose además lo que él llama “reducción”, que consiste en tratar y 
considerar por igual todos los intereses, ideales, aspiraciones y deseos de los individuos, sin 
diferenciarlos. Esta reducción repercute en que el consecuencialismo sea bienestarista, es decir 
que sólo se tienen en cuenta aquellos estados de cosas que conduzcan a la felicidad o al placer. 
Otro rasgo que caracteriza la crítica de Sen es lo que él llama sumranking o suma de las utilidades 
de todos los miembros de la sociedad donde se pierden la identidad del individuo y su 
separabilidad. Por eso Sen propone una teoría pluralista, no monista, que contemple otros 
elementos, junto al de bienestar, a tener en cuenta a la hora de valorar la corrección o bondad de 
los estados de las cosas. En su libro Bienestar, justicia y mercado, Sen ofrece una elaboración de 
esta teoría pluralista junto a una nueva propuesta del contenido de bienestar. No deja de 
reconocer la importancia del bienestar, pero alega que hay que considerar también otras variables 
en el análisis moral. “Las personas tienen otras facetas además del bienestar. No todas sus 
actividades se dirigen a maximizar el bienestar (ni sus actividades siempre contribuyen a él), 
independientemente de cuan generosamente definamos el bienestar dentro de los límites de ese 
concepto general. Hay otras metas además del bienestar y otros valores además de las metas”. 
Sen examina cómo debería entenderse el bienestar. Si se lo identifica con la utilidad (como la 
identifica el utilitarismo), habría 3 maneras de considerarlo: como elección (el inconveniente 
estaría en que la mezcla de motivaciones hace difícil formarse una buena idea del bienestar de 
una persona tomando como única base la información que da esa elección), como felicidad (el 
inconveniente estaría en dejar de lado las valoraciones personales y que por su carácter de estado 
mental puede originar errores) y como satisfacción del deseo (el inconveniente estaría en que, 
también es un estado mental, y pone de manifiesto que una cosa es desear y otra distinta valorar, 
por lo que esta explicación por sí sola es insuficiente ya que parte de una identificación entre 
ambos). 
De esta manera Sen concluye que “al rechazar las pretensiones de la utilidad para representar el 
bienestar, hemos presentado esquemáticamente la necesidad de una concepción alternativa”. Así 
diferencia dos ideas: de la tener una “buena posición” (que alude a la capacidad de disponer de 
cosas externas, a la opulencia) y estar “bien” o tener “bienestar” (que se refiere a algo interno, 
susceptible de ser alcanzado por el propio esfuerzo personal). Antes de abordar una “concepción 
adecuada del bienestar” advierte que hay que evitar los peligros que se derivan de adoptar o bien 
“una concepción básicamente subjetivista en términos de algunas de las medidas de utilidad como 
estadio mental”, o bien, un criterio objetivista totalmente neutral respecto a las diferencias 
específicas de cada persona. Su propuesta tendrá en cuenta ambos aspectos, los personales y los 
objetivos. Aclarado ésto, Sen determina que una concepción primaria del bienestar cabe ser 
concebida en términos de lo que una persona puede “realizar”, tomando este término en un 
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sentido muy amplio. Esas realizaciones pueden ser tanto actividades como estados de existencia 
o de ser, y a su conjunto lo denomina vector de realizaciones. Estas realizaciones no deben 
identificarse con los bienes (materiales) ni con la felicidad. Sen concibe a la felicidad -a la manera 
utilitarista- como un estado mental agradable y por eso la subsume al bienestar. Entiende a este 
último como algo más agradable que incluiría, entre otras cosas, la felicidad: “la felicidad puede 
ser una parte valiosa del bienestar y ser feliz es ciertamente una realización de gran importancia, 
pero hay otras realizaciones importantes que no son congruentes con la felicidad y para las que la 
felicidad no puede servir como subrogado, especialmente en las comparaciones interpersonales… 
la necesidad de identificar y valorar las realizaciones importantes no se puede evitar examinando 
otras cosas tales como la felicidad, la satisfacción del deseo, la opulencia o la capacidad para 
disponer de bienes primarios”. 
Entonces: su propuesta
ofrece el pluralismo informacional que le faltaba al utilitarismo. A esto le 
añade la atención de las capacidades personales de conseguir unas determinadas realizaciones; al 
conjunto de tales realizaciones lo denomina libertad de bienestar. LA introducción de este nuevo 
elemento es importante porque no pueden valorarse d ella misma manera las realizaciones que 
han logrado distintas personas si las capacidades que poseía cada una para realizarlas no han sido 
las mismas, y, por tanto, tampoco lo ha sido la consideración global de sus elecciones. Sin embargo 
la persona no se reduce a la búsqueda de bienestar sino que en ella hay otras metas y valoraciones 
y todo eso forma su bien individual. Esta es la faceta de ser persona (o agente como Sen los 
denomina) responsable (con propósitos y elecciones concretos). Esta faceta y la de la libertad de 
bienestar (capacidades de realizaciones de bienestar) no se excluyen, aunque sean distintas, es 
más, deben complementarse y aportar toda la información que sea necesaria, ya que tomadas 
cada una por separado son insuficientes. “A riesgo de simplificar mucho se puede decir que la 
faceta de bienestar es importante para evaluar el provecho que saca una persona, mientras que 
la faceta de agente es importante para evaluar lo que una persona puede hacer el relación a su 
concepción del bien. La capacidad de hacer más bien no tiene porqué ser más provechosa para la 
persona”. Y a juzgar por las palabras de Amartya Sen no habría prioridad de una sobre la otra. “La 
faceta de bienestar puede ser especialmente importante en algunos contextos específicos, por 
ejemplo, al hacer provisiones públicas para la seguridad social o al planificar la satisfacción de las 
necesidades básicas. Al juzgar lo que una persona puede esperar de las estructuras sociales, las 
exigencias de bienestar pueden ser de gran importancia. Por otro lado, en muchos asuntos de 
moral personal la faceta de ser agente y de la propia responsabilidad hacia los demás pueden ser 
esenciales”. 
Para completar su propuesta podemos decir que su criterio de justicia es el de promover la 
igualdad de capacidades, puesto que sólo estas representan la libertad real de elegir los modos de 
vida. En cuanto a la noción de bien humano, a la que tiende teleológicamente cada persona, que 
tampoco es contemplada por Sen, y la sustituye por una concepción individual del bien que cada 
uno se crea y cuyo origen es el ser agente moral autónomo. 
En la obra de Amartya Sen aparece un paradigma de una tendencia actual muy extendida, 
presente ya en Stuart Mill: la de ampliar de tal manera el concepto de bienestar que éste pueda 
justificarse teóricamente como fin último de la política, de la economía y de la vida humana. Sen 
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deja la puerta abierta -porque cada uno tiene su propia concepción de bien- a la posibilidad de 
valorar otras cosas por encima del bienestar y de actuar en consecuencia, y en este sentido no 
sería para todas las personas su fin último.

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