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Neurofisiología II – Cát. 123 Ficha de cátedra Nº 12 Ritmos Biológicos Alberto Iorio y Manuel Correa Freisztav Índice Síntesis del tema 2 Variaciones orgánicas / conductuales y mecanismos homeostáticos 3 Concepto y variedades de ritmos biológicos 4 Tipos de ritmos biológicos 5 Por la sincronización con los cambios ambientales 7 Sincronización de los ritmos biológicos con los cambios ambientales 7 Estudios cronobiológicos 8 Factores genéticos relacionados con los ritmos biológicos 10 Los ritmos circadianos 10 Organización del “sistema circadiano” en mamíferos y humanos 14 Los núcleos supraquiasmáticos: relojes biológicos de los mamíferos 14 Efectos de lesión en núcleo supraquiasmático sobre los ritmos circadianos 15 Efectos de estimulación en núcleo supraquiasmático sobre los ritmos circadianos 16 Estudios de porciones de núcleo supraquiasmático “in vitro” 16 Estudios de trasplante de núcleo supraquiasmático “in vivo” 16 Vías aferentes de sincronización de los ritmos circadianos con el ambiente 17 Eferencias de los núcleos supraquiasmáticos del hipotálamo 18 Integración entre ritmos biológicos y comportamientos motivacionales 19 El sueño como una forma de comportamiento motivacional 19 Características de los ritmos de vigilia y sueño en cetáceos 20 Conclusiones 21 Referencias bibliográficas 22 1 1. Síntesis del tema 1.1. Variaciones del entorno ambiental y variaciones orgánicas Los organismos vivientes se encuentran en un ambiente que presenta variaciones continuas en muchas de sus propiedades (físicas, químicas, etc.). Algunas de las variaciones del entorno son esporádicas, azarosas, o “aperiódicas” (no se repiten con intervalos y duración regulares en el tiempo). Otras variaciones son “periódicas” (se repiten a intervalos regulares). Cuando estas variaciones se repiten de manera regular, pueden conformar “ciclos”, cuyos períodos de duración e intervalo se suceden de manera más o menos persistente. Las distintas “frecuencias” en que se suceden estos ciclos ambientales pueden variar ampliamente, pero son proporcionales a los diferentes ciclos (las frecuencias son inversamente proporcionales al número de ciclos por unidad de tiempo, y viceversa). Los organismos vivientes presentan también múltiples variaciones en su morfología, en su fisiología o incluso en su comportamiento. Algunas de las variaciones que presentan los organismos pueden ser “exógenas” e incluso “pasivas”, esto es, provocadas en respuesta a los cambios ambientales (como por ejemplo los movimientos de las algas por corrientes de agua, o de las hojas por efecto de los vientos). Muchas de estas variaciones son esporádicas (variaciones aperiódicas), o incluso progresivas, tanto por procesos “exógenos”, como son cambios en las condiciones ambientales (por ejemplo, desecación del suelo), o procesos “endógenos”, como el crecimiento y el desarrollo. 1.2. Variaciones orgánicas / conductuales y mecanismos homeostáticos El concepto de “homeostasis”, tal como fuera formulado a comienzos de siglo XX por Walter Cannon, se refiere al rango de variaciones de los estados fisiológicos dentro de los cuales es posible el sostenimiento de la vida de los organismos. El concepto de “mecanismos homeostáticos” se refiere a los procesos fisiológicos que hacen posible la homeostasis de los organismos. 2 Entre los mecanismos homeostáticos, pueden distinguirse: 1) los mecanismos de la “homeostasis reactiva”, expresión con la que se designa a los mecanismos reflejos – por ejemplo en respuesta a perturbaciones del medio interno, a través de los sistemas nerviosos autonómicos y neuroendocrinos–, y 2) los mecanismos de la “homeostasis predictiva”, expresión con la que se designa a los mecanismos que se anticipan a las variaciones que pudieran suceder, lo que sucede especialmente cuando las variaciones del entorno son regulares, a través de mecanismos “anticipatorios”. Ejemplos de mecanismos homeostáticos predictivos / anticipatorios son los ritmos biológicos, los procesos motivacionales, y algunas formas de aprendizaje. Los mecanismos predictivos / anticipatorios son el resultado tanto de la evolución natural, como del aprendizaje individual / social. En un cierto sentido, las condiciones de los organismos para variar su comportamiento en base al aprendizaje, pueden ser también consideradas en la perspectiva de la “teoría sintética de la selección natural”. 2. Concepto y variedades de ritmos biológicos Podemos definir a un ritmo biológico como la variación regular de una función biológica en el curso del tiempo. Para delimitar el concepto de manera más precisa, los ritmos biológicos se caracterizan por: 1) ser variaciones periódicas (que recurren en el tiempo con intervalos más o menos regulares) de una o más propiedades fisiológicas o conductuales de los organismos vivos; 2) poseer mecanismos internos (mecanismos “endógenos”); y 3) estar genéticamente determinados (más allá de las posibilidades de expresión epigenética). Los ritmos biológicos son provocados por marcapasos internos –también denominados “relojes biológicos” u “osciladores internos”–, que están constituidos por estructuras y circuitos neurales para hacer frente a las variaciones periódicas de manera “activa” –aunque en algunos casos estén vinculados con las variaciones del ambiente–. Existe una gran variedad de ritmos biológicos, entre los cuales, algunos ocurren durante momentos más o menos breves –tales como los movimientos vinculados a la locomoción, o el vuelo–. Otras variaciones periódicas de los organismos se encuentran vinculadas a procesos fisiológicos y se suceden a lo largo de toda la existencia –tales como los ciclos de la respiración, los ciclos cardíacos, o los ciclos de la actividad eléctrica cerebral–. 3 Figura 1. Ritmos biológicos en organismos vegetales. 2.1. Tipos de ritmos biológicos 2.1.1. Por la duración de los períodos En cierta literatura existe cierta confusión en la nomenclatura con respecto a los ritmos denominados “infradianos” y “ultradianos”. La designación que se propone a continuación ha sido verificada como la más usual. De todos modos, se propone que los ritmos designados como “infradianos” y “ultradianos”, sean considerados más por la duración del período, mayor y menor a las 24 horas, respectivamente. A continuación, se mencionan algunos ejemplos. ● Circadianos (cuando el periodo es cercano a las 24 horas del ciclo diurno). - Ciclos de vigilia y sueño; - Ciclos de actividad corporal; 4 - Ciclos de estados de “activación” en vigilia (mensurables por ejemplo por técnicas de tiempos de respuesta a estímulos); - Ciclos de variaciones de temperatura corporal; - Ciclos de secreción hormonal; ● Infradianos (cuando el periodo es mayor a las 24 horas, es decir que la variación excede a la duración de un día): - Ciclo menstrual en seres humanos; - Ciclos de hibernación en algunas especies; - Ciclos proceptivos para actividad sexual, nidación, crianza, en algunas especies; - Ciclos de migraciones estacionales en algunas especies; • Ultradianos (cuando el periodo es menor a las 24 horas, es decir que las variaciones ocurren dentro de la duración de un día): - Frecuencias de actividad eléctrica cerebral; - Fases de sueño de movimientos oculares rápidos (MOR) y (No-MOR, también designado “sueño lento” por las frecuencias de ondas cerebrales asociadas - etapas I, II y III-IV); - Frecuencia cardíaca; - Frecuencia respiratoria. • Circanuales (cuando el periodo es cercano a los 12 meses); - Cambios corporales y de desarrollo en la infancia y la juventud en seres humanos; • Plurianuales (cuando el periodo es de varios años). 5 - Cambios corporales y de desarrollo en la edad adulta y avanzada en seres humanos; Figura 3. Los distintos ritmos biológicos -por ejemplo, los circadianos de vigilia y sueño-, pueden estar ensamblados con otros ritmos biológicos “ultradianos”. 2.1.2. Por la sincronización con los cambios ambientales ● Asincrónicos, cuando el periodo es independientede cambios ambientales. ● Sincrónicos, cuando el periodo se encuentra sincronizado con los cambios ambientales (por ejemplo, con los ciclos de iluminación ambiental; ver figura 4). 2.1.3. Sincronización de los ritmos biológicos con los cambios ambientales Algunas variaciones periódicas de los organismos se encuentran sincronizadas con las variaciones ambientales. Esto significa que sus ciclos presentan fases de inicio, mantenimiento y terminación que se encuentran “en fase” –en simultaneidad o sincronía con los cambios periódicos del entorno–. La sincronización entre los ritmos biológicos (endógenos) y las variaciones periódicas del entorno ha sido el resultado de la selección natural. Los mecanismos de sincronización de los ritmos biológicos con los cambios ambientales proveen mayores posibilidades de supervivencia para individuos y especies, por su mayor capacidad adaptativa en términos de eficacia y eficiencia. Es por tales motivos que los ritmos biológicos que están sincronizados con los cambios ambientales 6 han sido favorecidos por la selección natural. Figura 4. Mecanismos de sincronización de ritmos biológicos circadianos en mamíferos y humanos. Figura 5. Sincronización entre ritmos ambientales y ritmos biológicos, y efectos de los efectores sobre los osciladores neurales (ver el punto 6.7. de la presente ficha). 3. Estudios cronobiológicos La “cronobiología” es la rama de la biología que estudia los “ritmos biológicos”, así como sus “relojes biológicos” u osciladores internos. Los mecanismos de las variaciones endógenas son variados: desde “simples” aperturas/cierres de canales de cloro en la membrana plasmática de células miocárdicas, hasta redes neuronales entre estructuras corticales y subcorticales (Tablas 1 y 2). 7 Tabla 1. Antecedentes de la cronobiología siglo XVIII (1729) Jean Jaques Dortous de Mairan (astrónomo) Variaciones periódicas a lo largo del día de una especie vegetal, la “Mimosa Púdica”, en condiciones de oscuridad. siglo XIX Agustín de Candolle Cambio de las variaciones periódicas a lo largo del día de una especie vegetal similar, de 24 a 22 horas, en condiciones de oscuridad. siglo XIX De Mairan (astrónomo) Ritmos periódicos en seres humanos, tales como los de temperatura corporal en trabajadores y soldados. siglo XX década de los 30’ (Society for Biological Rhythms) Primera sociedad científica dedicada al estudio de los ritmos biológicos. 1960 Primer simposio sobre ritmos biológicos, organizado por Colin Pittendrigh Cold Spring Harbor, Estados Unidos. Tabla 2. Desarrollos de la cronobiología 1972 Stephan & Zucker La destrucción de los núcleos supraquiasmáticos produce la desaparición de numerosos ritmos circadianos en roedores 1972 Moore & Eichler La destrucción de los núcleos supraquiasmáticos produce la supresión de los ritmos periódicos de secreción adrenal de corticoides. 8 Tabla 2. Desarrollos de la cronobiología (continuación) 1972 Stephan & Zucker Estudios de láminas de núcleo supraquiasmático aislados de conexiones con otras estructuras in vitro con microelectrodos demuestran mantener la actividad de descargas periódicas y muestran una curva de respuesta de fase ante la estimulación de las vías neurales participantes en los efectos de la luz, semejante a la obtenida in vivo. 1979 Schwartz, Smith & Davidsen Estudios de variaciones periódicas de la actividad metabólica del núcleo supraquiasmático de ratas, gatos y monos fetales con 2-desoxiglucosa. 4. Factores genéticos relacionados con los ritmos biológicos Estudios genéticos realizados con moscas de la fruta han demostrado que varios ritmos biológicos son hereditarios. En estudios sobre mutaciones, los investigadores han logrado suprimir completamente algunos ritmos biológicos en algunas especies, mientras que otras mutaciones produjeron ritmos con períodos acortados o prolongados. 5. Los ritmos circadianos Los ritmos circadianos, cuya periodicidad fluctúa alrededor de veinticuatro horas, han sido los más estudiados. Por ejemplo, en el hombre la alternancia diaria de sueño y vigilia se acompaña de numerosos ritmos diarios en la función neural y endocrina. Se producen variaciones diarias en la temperatura corporal, frecuencias respiratorias y cardiacas, y en la presión y composición de la sangre, así como en otras funciones corporales. Los ritmos circadianos están presentes en casi todos los seres vivientes. Una importante propiedad de los ritmos circadianos es la plasticidad ante la presencia del 9 sincronizador externo (“zeitgeber”, del alemán ‘dador de tiempo’). Los ritmos circadianos están así constantemente vinculados a veinticuatro horas por la influencia del o de los sincronizadores externos. Entre los ritmos circadianos se pueden mencionar: la actividad locomotriz, la ingesta de alimentos, la temperatura corporal, la actividad sexual, el ritmo del sueño lento y los ritmos endocrinos (secreción de ACTH, corticoides, prolactina y melatonina). Entre otras funciones corporales de relevancia clínica con periodicidad circadiana se encuentran la formación de la cantidad de orina, el pH urinario, la excreción de orina, la excreción de potasio (K+), cloro (Cl-), con máximos durante el día, y la excreción de fosfatos y algunos ácidos, con máximos nocturnos. La función inmune y la digestiva también presentan ritmos circadianos definidos (ver figuras 6, 7 y 8). Sin embargo, entre todas las funciones que presentan ritmicidad circadiana en el hombre, la más significativa es la alternancia sueño-vigilia (como antes se dijo respecto al sueño lento o NoMOR). Desde el punto de vista circadiano, el sueño no puede ser postergado por mucho tiempo, ya que pequeñas reducciones en el sueño normal producen significativas caídas en el rendimiento, en especial en horas de la noche. Estudios en seres humanos en condiciones de aislamiento de sincronizadores externos (por ejemplo, iluminación, sonidos u otros estímulos ambientales) han revelado varias características de la sincronización de los marcapasos del sueño y del ritmo de temperatura corporal, que evidencian la existencia de un reloj biológico interno. En condiciones de aislamiento, los ritmos circadianos humanos presentan un periodo de aproximadamente 24.5-25 horas. Con el correr de los días se producen desfasajes entre los diferentes ritmos (desincronización interna), de modo que pueden llegar a invertirse las relaciones normales, correspondiendo el máximo de temperatura corporal al inicio del sueño y viceversa. (El tema del control de la vigilia y el sueño se desarrolla en otra ficha posterior). El sincronizador ambiental más poderoso, tanto para los animales como para las plantas, es el ciclo de luz-oscuridad, al que se suman, en los mamíferos, otros estímulos ambientales, denominados ‘sincronizadores externos secundarios’, como la disponibilidad de alimentos, ruido o la temperatura. Los sincronizadores externos 10 secundarios afectan significativamente a los ritmos circadianos en muchas circunstancias, aunque existe un rango limitado de periodicidades en las que determinados sincronizadores externos pueden sincronizar el ritmo circadiano. La luz, por ejemplo, produce una “curva de respuesta de fase” característica cuando se aplica en condiciones de oscuridad constantes. Si el pulso de luz se da cerca del comienzo de la fase de actividad produce un avance de fase del ritmo; en cambio, si se aplica al final de la actividad, o el comienzo de la fase de inactividad, lo retrasa. Mediante las curvas de respuesta de fase es posible estudiar el efecto de un estímulo sobre la fase de un “marcador” (efector del sistema circadiano) como por ejemplo es la actividad locomotora de mamíferos en condiciones experimentales. Cuando por algún motivo o procedimiento experimental, se suprime la influencia de los marcadores de fase (por ejemplo, en condiciones de luz u oscuridad constante, etc.), el ritmo biológico circadiano adquiere lo que se denomina“período de libre desarrollo” o “free running”, que es el natural del oscilador endógeno (en mamíferos es de alrededor de 25 horas). Si en esa condición de libre desarrollo se aplica un otro “dador de tiempo” externo, el ritmo endógeno es capaz de realizar un “ajuste de fase” cambiando su periodicidad con el nuevo sincronizador. En los seres humanos (por ejemplo, en casas de juego, en los que las condiciones de iluminación persisten en tiempos prolongados), se ha visto que los estímulos sociales sirven también como señales de ajuste. Figura 6. Procesos que se suceden durante las 24 horas en seres humanos. 11 Figura 7. Ritmos circadianos en seres humanos. Figura 8. Ritmos circadianos en seres humanos que dependen del mismo sistema oscilador endógeno o “reloj biológico”. 12 6. Organización del “sistema circadiano” en mamíferos y humanos En los mamíferos, el sistema circadiano está compuesto por: a) estructuras neurales que actúan de marcapasos de la señal circadiana, b) vías aferentes de sincronización con el ambiente, y c) vías eferentes desde los marcapasos a los sistemas efectores. Los componentes de los ritmos biológicos que se encuentran sincronizados con los cambios periódicos ambientales incluyen: sensor / vía aferente → oscilador interno → vía eferente/efectores (fisiológicos/conductuales). Existe evidencia de que existen varios osciladores en los distintos ritmos biológicos que están sincronizados entre sí y con el entorno. En los mamíferos, los distintos ritmos biológicos cuyos osciladores están acoplados entre sí, lo están en especial con una estructura que se localiza en el hipotálamo: el núcleo supraquiasmático (NSQ). En otras especies de vertebrados (aves, reptiles, anfibios, peces), los ritmos biológicos se encuentran también subordinados a un oscilador hipotalámico que se presume homólogo o vinculado al núcleo supraquiasmático. Siendo que la luz es el principal sincronizador en mamíferos, lo esperable es que existan conexiones entre el sistema visual y el NSQ. Se encontró que de hecho existían fibras que proyectan directo de la retina hasta el NSQ, y se le denominada la vía retinohipotalámica. Posteriormente, se observó la existencia de una vía indirecta que va del núcleo geniculado lateral al hipotálamo, la vía genículohipotalámica. Se hablará de esto más en detalle en el punto 6.6. 6.1. Los núcleos supraquiasmáticos: relojes biológicos de los mamíferos En los mamíferos, los núcleos supraquiasmáticos constituyen un par de estructuras que se disponen en la base de los hemisferios cerebrales. Cada núcleo supraquiasmático se localiza en la porción ventral en el hipotálamo anterior –ubicado en la porción ventrolateral al receso óptico del tercer ventrículo, y dorsal al quiasma óptico–. El tamaño de los núcleos supraquiasmáticos es pequeño, y el número de neuronas no supera el de algunas decenas de miles. 13 Las neuronas del NSQ expresan diversas sustancias neuroactivas, principalmente péptidos, que se distribuyen en dos poblaciones neuronales: una dorsomedial caracterizada por la presencia de vasopresina, y una ventrolateral caracterizada por la presencia del péptido intestinal vasoactivo (VIP). La mayoría de las neuronas del NSQ sintetizan GABA, por lo que la localización de GABA y por lo menos otros dos péptidos son el común en las neuronas del NSQ. Figura 9. Núcleo supraquiasmático (NSQ) en el encéfalo humano: A) Visión lateral mostrando su ubicación en relación con el hipotálamo y su posición superior respecto al quiasma óptico. B) Visión frontal, mostrando su disposición bilateral y su situación respecto al IIIer ventrículo. 6.2. Efectos de lesión en núcleo supraquiasmático sobre los ritmos circadianos La lesión bilateral de los núcleos supraquiasmáticos en los mamíferos produce la desorganización del patrón circadiano que caracteriza diversas conductas y parámetros fisiológicos en los mamíferos, debido a la falta de sincronización central. Con respecto al ciclo de sueño/vigilia, la lesión del NSQ elimina su ritmicidad pero se sigue presentando de forma aleatoria. El trasplante del NSQ fetal en animales lesionados restablece algunos de los ritmos desorganizados por dicha lesión (ver § 6.5). En tales circunstancias otros zeitgebers (sincronizadores) secundarios, como la temperatura o la disponibilidad de alimentos, adquieren la función de sincronizadores 14 primarios. Esta observación es compatible con la activación de osciladores alternantes que normalmente estarían bajo el control de los núcleos supraquiasmáticos. 6.3. Efectos de estimulación en núcleo supraquiasmático sobre los ritmos circadianos La estimulación eléctrica o química de estos núcleos induce cambios de fase similar a los provocados por la luz en el sistema visual. Las neuronas del NSQ presentan variaciones circadianas en su actividad eléctrica y metabólica, cuyos valores máximos ocurren durante el día. La capacidad de generar el patrón circadiano de actividad es inherente a cada una de las neuronas del NSQ, aunque las interacciones sinápticas dentro del núcleo parecen participar hasta cierto grado en el acoplamiento de los osciladores individuales. Los ritmos circadianos persisten aún cuando el sistema visual de los mamíferos es expuesto a condiciones de iluminación constante. 6.4. Estudios de porciones de núcleo supraquiasmático “in vitro” Los ritmos circadianos persisten en explantes (tejido vivo separado del organismo) de NSQ mantenidos in vitro. La actividad de las células del NSQ cultivadas in vitro, mantienen el ritmo circadiano incluso en ausencia de señales externas. De acuerdo con esto, está establecido que el núcleo supraquiasmático conforma el “reloj biológico” endógeno que regula los ritmos circadianos. 6.5. Estudios de trasplante de núcleo supraquiasmático “in vivo” Quizá las experiencias más espectaculares con relación a la fisiología de los NSQ sean las de los trasplantes en animales con lesión en estos núcleos. Los núcleos supraquiasmáticos de feto de rata, trasplantados en los ventrículos cerebrales o en el hipotálamo anterior de animales adultos, restauran la actividad perdida por la lesión previa de los núcleos supraquiasmáticos eutópicos (normales). En distintos experimentos pudo correlacionarse la capacidad de restauración de ritmos circadianos con la concentración de neuropéptidos antes mencionados, en particular del denominado “péptido vasoactivo intestinal” (VIP), presente en los fragmentos trasplantados. Las pruebas definitivas han sido dadas por experimentos en especies de 15 hámsteres con “mutación t" del ritmo circadiano, que presentan periodos del oscilador endógeno de duración menor (entre 20-22 horas), con respecto al de especies normotípicas (23.5 horas). El trasplante cruzado de los núcleos supraquiasmáticos entre animales mutantes y normotípicos resulta en la adopción del periodo circadiano de la especie donante. En base a esta evidencia puede concluirse que los NSQ son osciladores primarios y no meros factores permisivos o secundarios a la acción de otros osciladores. Recientemente se ha identificado un mutante semejante en ratones, especie más conocida desde el punto de vista genético, y que, por lo tanto, abre la probabilidad de obtener animales transgénicos que faciliten la realización de estudios de expresión génica circadiana. No se sabe, por el momento, si tales genes están activados en unos pocos tipos celulares. 6.6. Vías aferentes de sincronización de los ritmos circadianos con el ambiente En ausencia de patrones ambientales definidos (luz u oscuridad constantes) se dice que el organismo está en libre curso (“free running”), mostrando variaciones con un periodo cercano al experimentado antes del aislamiento. Como dijimos, esta observación sugiere la existencia de un “reloj endógeno”, cuya periodicidad es de aproximadamente veinticuatro horas (“circa” veinticuatro horas). De esta manera los factores ambientales actúan como sincronizadores biológicos, ajustandola periodicidad del reloj circadiano a los cambios ambientales (vinculados a factores “geofísicos”), que ocurren en la actualidad en ciclos de veinticuatro horas. Las aferencias más importantes de los núcleos supraquiasmáticos incluyen una vía neural que conduce la actividad de los fotorreceptores. En los mamíferos, estas vías se originan en fotorreceptores conectados a células ganglionares de la retina: el denominado sistema W, que constituye un sistema no-visual que median la sincronización con los niveles de iluminación ambiental. Este sistema se diferencia de los sistemas retinianos M y P vinculados con los procesos de la visión, en el tamaño de los campos receptivos y las respuestas a la iluminación (presentan ante el estímulo lumínico una respuesta acromática con alto grado de sensibilidad al nivel de luminosidad). Las aferencias del sistema W llegan desde la retina al NSQ a través de dos vías aferentes: a) una vía directa, el haz retino-hipotalámico, y b) una vía indirecta, 16 la vía retino-geniculo-hipotalámica. El haz retino-hipotalámico también proyecta a las áreas hipotalámicas lateral y anterior y a la región retroquiasmática. Estas vías nerviosas no participan tampoco en el procesamiento senso-perceptual visual. Existe una sustancia fotoquímica que se encuentra en las células ganglionares de la retina llamada melanopsina, que tal como se mencionó, forma parte de un sistema diferenciado de los sistemas visuales de conos y bastones. Su descubrimiento se debe a que, en experimentación con mutaciones dirigidas a conos y bastones, no se observaron alteraciones en los efectos sincronizadores de la luz. Una forma de entender los procesos de sincronización de la actividad del NSQ con los ciclos de luz y oscuridad ambiental, es estudiar los mecanismos de transducción de señales dentro de las células de los núcleos, como la fosforilación de proteínas específicas, activación de factores de transcripción e inducción de genes tempranos y tardíos. Además de las aferencias retinianas directa e indirecta, los núcleos supraquiasmáticos reciben proyecciones de otras estructuras, tales como: el septum, otros núcleos hipotalámicos, los núcleos del tálamo, y los núcleos de rafe en el tronco cerebral. 6.7. Eferencias de los núcleos supraquiasmáticos del hipotálamo Las eferencias fundamentales de los NSQs son hacia otros núcleos del hipotálamo (paraventricular, ventromedial, dorsomedial hipotálamo posterior), al área preóptica, a núcleos del tálamo, y a núcleos del rafe del tronco cerebral. La forma en que los NSQs actúan para sincronizar la actividad rítmica de los efectores es por medio de proyecciones a los dos grandes sistemas de comunicación: el endocrino (a través de la inervación de la eminencia media) y el sistema nervioso autónomo. La actividad fisiológica de estos dos sistemas (endócrino y sistema nervioso autónomo), cambia bajo el control del oscilador primario (el NSQ), en función de la hora del día. Tradicionalmente la cronobiología ha estudiado al sistema circadiano como un sistema modular en el que el flujo de información se dirige en sólo un sentido: 17 fotorreceptor → oscilador → ritmos efectores (por ejemplo, en figura 4). Sin embargo, recientemente se han introducido nuevos conceptos acerca de la red neural del sistema circadiano –como por ejemplo el de retroalimentación desde los efectores al oscilador circadiano. Un ejemplo de retroalimentación es el del efecto de la actividad física/locomotora desarrollada por el organismo sobre las curvas de fase (ver figura 5). El tema de la retroalimentación desde los efectores al oscilador circadiano es una cuestión de eventual implicancia terapéutica; por ejemplo, que a través del ejercicio físico pautado puedan modificarse las condiciones de oscilación del ritmo circadiano. 7. Integración entre ritmos biológicos y comportamientos motivacionales Como se mencionó en el § 1.2. Los ritmos biológicos y los comportamientos motivacionales forman parte de los dispositivos orgánicos de la homeostasis predictiva (anticipatoria). En la ficha anterior (nº 10 – comportamientos motivacionales), y siguiente (nº 13 – vigilia y sueño), ambos temas se tratan de manera especial. Lo que es útil tener en cuenta es que los distintos procesos, sistemas, mecanismos y formas de comportamiento están integrados entre sí, aunque se correspondan distintos niveles de observación y redes neurales vinculadas. Los comportamientos motivacionales serán caracterizados por sus propiedades, entre las cuales se incluye la de proveer a una necesidad fisiológica de los organismos. Como se ha mencionado antes, el ciclo de vigilia y sueño constituye una de las formas de ritmos circadianos. En los párrafos que siguen se mencionarán algunas evidencias respecto a que el ciclo de vigilia y sueño pudiera ser entendido como una de las formas de comportamientos motivacionales, y como tales, que además de la sensación subjetiva de necesidad y satisfacción, podrían cumplir con necesidades fisiológicas particulares. 7.1. El sueño como una forma de comportamiento motivacional Desde el punto de vista circadiano, tal y como se mencionó antes, el sueño es un requerimiento básico que no puede ser postergado por mucho tiempo. Aún pequeñas reducciones en el sueño normal producen caídas significativas en el rendimiento, en especial en horas de la noche. Si se priva a un individuo de sueño en forma prolongada, la carencia puede llevar a episodios de “microsueño”, es decir, crisis fugaces de sueño que pasan inadvertidas. Estudios en humanos en aislamiento han revelado varias características de la 18 sincronización de los marcapasos del sueño y del ritmo de temperatura corporal, en aislamiento, los ritmos biológicos humanos presentan un periodo de aproximadamente 24.5-25 horas. Con el correr de los días se producen desfasajes entre los diferentes ritmos, de modo que pueden invertirse las relaciones normales, correspondiendo el máximo de temperatura corporal al inicio del sueño y viceversa (desincronización interna). 7.2. Características de los ritmos de vigilia y sueño en cetáceos El sueño de los mamíferos terrestres, incluido el de humanos, implica el descontrol, e incluso la relajación en la fase “movimientos oculares rápidos” (MOR), de los músculos estriados, por lo general activados en forma “voluntaria” o “consciente”, así como la relativa suspensión, o al menos la disminución, de algunos procesos sensoriales –como la visión y el olfato–. Una de las características de los procesos motivacionales es la de satisfacer necesidades fisiológicas. El estado de sueño de algunas especies parece demostrar que cumple con este criterio de necesidad. La alternancia de la vigilia y sueño de algunos mamíferos marinos se caracteriza por la inusual forma de sueño que adoptaron algunos delfines y otros cetáceos (como ballenas, orcas y marsopas), presenta una forma inusual de sueño llamada “sueño de ondas lentas unihemisférico” (sueño No-MOR). De hecho, los cetáceos no presentan sueño MOR porque la relajación muscular que es característica de estas fases de sueño es incompatible con la necesidad de ventilación pulmonar en superficie. Cuando estas especies descansan, únicamente uno de los hemisferios cerebrales presenta “estados” de sueño, mientras que el otro conserva un estado de vigilia. Se ha observado que cuando estos cetáceos duermen, suelen cerrar únicamente uno de los ojos (por ejemplo el ojo izquierdo que se conecta con la mitad derecha del cerebro en actividad, y viceversa). De esta manera, la persistencia del estado de vigilia a través de uno de los hemisferios cerebrales, le permiten monitorear la ventilación aérea. Algunas veces, los delfines flotan inmóviles en la superficie del agua o nadan lentamente mientras duermen. También se ha observado que los delfines en cautiverio duermen en el fondo de sus peceras, emergiendo periódicamente a respirar. De acuerdo con un estudio publicado en 2012 en Neuroscience& Behavioral Reviews, algunas 19 especies de delfines son capaces de alternar el cierre de un ojo (y la mitad correspondiente del cerebro), durante fases de 4 horas durante periodos de 24 horas. Existirían al menos tres causas por las cuales algunos mamíferos marinos, como los delfines, podrían haberse adaptado a estas peculiares formas: 1) para evitar ahogarse, ya que la persistencia del estado de vigilia (por ejemplo por medio de la mitad del cerebro) les permite mantener la respiración -la cual es aérea; 2) para atender a peligros durante el reposo; 3) para sostener cierto grado de actividad y movimiento muscular, lo que produce incrementos de temperatura corporal en el agua, a fin de mantener la temperatura corporal cuando expuestos a ambientes fríos (ver figura 10). Figura 10. Actividad electroencefalográfica (EEG) de delfines en fases de vigilia y fases de “sueño de ondas lentas” (No-MOR). La asociación de la conducta de reposo durante el sueño con la actividad EEG muestra que en estas especies se ha seleccionado una forma alternante de “sueño unilateral”. 8. Conclusiones Los ritmos biológicos son procesos endógenos que son vitales para la supervivencia de las especies, por lo que han sido favorecidos por la selección natural y sus mecanismos están genéticamente determinados. Algunos de los ritmos biológicos son, además, componentes de la “homeostasis” predictiva de los organismos: procesos anticipatorios que ocurren en relación con los cambios periódicos del ambiente. El esquema de funcionamientos del circuito involucrado en los ciclos biológicos de la homeostasis predictiva en mamíferos incluye: 1) una vía aferente desde exteroceptores hacia el sistema nervioso central; 2) un dispositivo que actúa como oscilador central o 20 “reloj biológico”, el núcleo supraquiasmático del hipotálamo; 3) vías eferentes hacia los efectores corporales, mediados principalmente por el sistema endócrino y el sistema nervioso autónomo; 4) vías de “retroalimentación” desde los efectores corporales hacia el oscilador central. Algunos ritmos biológicos que componen los mecanismos de la homeostasis predictiva en mamíferos pueden estar integrados a otros mecanismos de la homeostasis predictiva, como lo son por ejemplo los mecanismos neurales que regulan los ciclos de vigilia y sueño. Esta articulación entre distintos mecanismos de la homeostasis predictiva –por ejemplo, en el caso del ciclo de vigilia y sueño–, sugiere el hecho de que hayan sido seleccionadas por la evolución para proveer a necesidades vitales de los organismos. En tal sentido, la fase de vigilia puede ser considerada como un estado adaptativo para la evitación de peligros, la optimización de comportamientos de alimentación (ya sea por “forrajeo” o predación), o las conductas reproductivas (proceptivas, nidación, crianza, etc.) Del mismo modo, la fase de “sueño de ondas lentas” (No MOR) pudiera corresponderse con procesos neurobiológicos necesarios –o al menos favorables–, para la actividad del sistema nervioso central y la conducta. 9. Referencias bibliográficas Cardinali, Daniel P. Manual de Neurofisiología. Centro Editor Argentino. Buenos Aires, 1995. Carlson, N. R. (2006). Fisiología de la conducta Madrid: Pearson Educación. Cap. 9. Golombek, Diego (2001). Cronobiología humana: En busca del tiempo perdido. Ciencia, 39-44. 21
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