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Las Arañas - Yves Masiac

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Las arañas
* Viudas negras, mígalas o la mítica tarántula, etc. ¡Las arañas 
aterrorizan! Son unas desconocidas que alimentan numero­
sos miedos y fobias. Sin embargo, de las 35.000 especies co­
nocidas sólo una docena es peligrosa para el hombre
* Estas criaturas sofisticadas merecen algo mejor que el temor 
y el desagrado que inspiran. Son indispensables para el equi­
librio ecológico de nuestro planeta: cada día de verano devo­
ran, m illones de toneladas de insectos. Los ecologistas las 
consideran como un testimonio de la salud y del equilibrio de 
nuestro mundo
* El tiempo ha hecho que las arañas se hayan diversificado con­
siderablemente, en relación con el tamaño, los colores y las 
costumbres: en esta obra, 45 fichas le presentan las principa­
les especies para que pueda iniciarse en este tema
* Este libro le hará descubrir la riqueza insospechada del 
mundo de las arañas, sus sorprendentes y, a veces, trágicos 
rituales de apareamiento, la extraordinaria calidad de su seda, 
su capacidad de mimetismo. Aprenderá a observarlas, a reco­
nocerlas y, por qué no, a criarlas
V v e s M a s ia c es zoo técn ico especia lizado en la in fo rm ación científica. E stá inte­
resado en e i m undo a n im a l tan to p o r lo que e s en s i m ism o, com o p o r lo que 
aporta a los hombres. Es a u to r de d iferentes pub licac iones sobre pequeños roe­
dores, insectos y an im ales de com pañía.
A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de 
esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno res­
ponsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técni­
cas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de 
problemas específicos — a menudo únicos— de cada lector en 
particular, que se consulte con una persona cualificada para ob­
tener las informaciones más completas, más exactas y lo más 
actualizadas posible. EDITORIAL DE VECCHI, S. A. - Barcelona
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C YVES MASIAC
-LAS. 
ARANAS
clasificación - morfología - reproducción - alimentación 
en la naturaleza y en cautividad - vida social - costumbres
 CON 45 FICHAS TÉCNICAS____ 
GLOSARIO DE TÉRMINOS BÁSICOS
EDITORIAL DE VECCHI
www.FreeLibros.org
Yves Masiac
LAS ARAÑAS
EDITORIAL DE VECCHI, S. A.www.FreeLibros.org
© Editorial De Vecchi, S. A. 1996
Q uerría agradecer a l departam ento de aracnología d e l M useo de 
H istoria N atura l de Francia, y especialm ente a Jacqueline Kovoor 
y Christine Rollará, la paciencia y la gentileza con la que m e han 
aconsejado y han respondido a m is num erosas preguntas. Jacqueli­
ne K ovoor ha p uesto a m i disposición su colección persona l de f o ­
tografías de m icroscopio de exploración, producto de m uchos años 
de investigación científica, de la que el lector encontrará algunas 
m uestras en este libro.
También deseo expresar m i m ás profundo reconocim iento a Valérie 
Chansigaud, redactora je fe de la revista Pénélope _y gran erudita en 
m ateria de arañas, que m e ha prodigado consejos m uy útiles sobre 
m i m anuscrito dedicándom e gran parte de su tiempo.
Finalm ente, quisiera agradecer a A la in Canard, de la F acultad de 
C iencias de Rennes la ayuda que m e ha proporcionado, en particu ­
lar, dejándom e consultar su colección personal de fo tografías.
En la cubierta, fo to principal: Dolomedes fimbriatus hace una pequeña 
demostración de equilibrio. Sufre una dura situación por la desaparición 
de los ambientes pantanosos y húmedos. Foto de A. Canard.
En el recuadro: Aculepeira seropegi, de magníficos, colores Foto: A. Ca-
E ditorial D e Vecchi, S. A. 
B A RCELO N A
Pura Julien Masón
www.FreeLibros.org
A
Indice
Introducción
P or qué un libro sobre a r a ñ a s ....................................... 9
O bservar las a r a ñ a s ......................................................... 12
Las arañas en su medio natural......................................... 13
La captura y el estudio de animales m u e rto s ................ 15
La cría de arañas en cautividad......................................... 19
Utilizar las asociaciones.................................................... 22
Las arañas en el reino a n im a l ....................................... 23
Honorables abuelas............................................................. 23
Orígenes poco conocidos.................................................. 24
Las arañas en la clasificación sistemática....................... 25
Las principales categorías de arañas................................ 27
M orfología de las a r a ñ a s ................................................ 30
El cefalotórax................................................. 31
El abdom en........................................................................... 35
Los apéndices...................................................................... 38
Los órganos de los sen tid o s ............................................. 43
El te j id o ............................................................................... 47
Tejedoras ante todo ............................................................. 47
Seda..., pero ¿para hacer qué?........................................... 47
Propiedades del hilo de seda............................................. 49
Las diferentes clases de h ilo ............................................. 51
Técnica del tejido de telas orb iculares........................... 52
La producción de s e d a ....................................................... 54
7www.FreeLibros.org
C om er p a ra v iv ir ..................................................................... 59
M odo de a lim en tac ió n ............................................................ 59
Técnicas de ca z a ....................................................................... 60
Arañas desprovistas de te la ................................................ 60
Arañas que cazan desde su madriguera....................... 62
Arañas con telas irregu lares.......................................... 63
Arañas orbiculares (de telas regulares)........................... 64
Las o rig in a les ....................................................................... 66
L a re p ro d u c c ió n ..................................................................... 69
Encontrar p a re ja ....................................................................... 69
Galanteo y preliminares .................................................. 70
El acoplamiento .............................................................. 72
El bulbo gen ital..................................................................... 73
Los órganos genitales de la h e m b ra ................................ 76
Desarrollo de la fecundación.............................................. 76
La puesta y el sentido maternal.......................................... 78
Dispersión: la técnica del paracaídas ascendente 81
D efenderse de sus enem igos................................................ 84
Los enemigos de las arañas................................................. 84
Medios de d e fe n s a ............................................................... 86
El v e n e n o ............................................................ '. ........... 86
El m im etism o ................................................................... 89
Las m adrigueras............................................................... 90
La a u to n o m ía ....................................................................... 91
A lgunas a rañ as im p o r ta n te s .......................................... 92
Arañas eu ro p eas................................................................... 93
Arañas exóticas......................................................................... 118
G lo s a r io .................................................................................. 121
B ib lio g ra f ía ..........................................................................124
A so c ia c io n e s ........................................................................ 126
8
Introducción 
Por qué un libro sobre arañas
Un defecto muy extendido, desgraciadamente, es el de intere­
sarse o sentir simpatía por todo aquello que se nos parece, e 
indiferencia hostil hacia aquello que nos es ajeno. A sí por 
ejemplo, los mamíferos son los grandes «preferidos» del gran 
público: podemos encontrar en la literatura inolvidables pa­
sajes sobre el misterio de los felinos, la fidelidad de los pe­
rros, la gracia de los caballos y las bellezas de los unos y de 
los otros. Los pájaros, aunque un poco más alejados de noso­
tros, también nos resultan graciosos y despiertan nuestra ad­
miración y curiosidad.
Pero si pasamos a los animales de sangre fría — y en el caso 
de los invertebrados es peor todavía— la actitud que domina 
es el desagrado, incluso las fobias. Llegado el caso, hasta el 
mayor «amigo de la naturaleza» saca su producto insecticida. 
Las arañas son de los animales más detestados entre los in­
vertebrados: esta es su triste situación.
Sin embargo, la arañas son casi inofensivas: tan sólo se cono­
ce una docena de especies que puedan ser peligrosas para el 
hom bre (entre un total de decenas de m iles), y ninguna de 
ellas puede encontrarse en España. Respecto a las picaduras, 
sin negar su realidad, son bastante menos frecuentes de lo que 
se cree, ya que son muchos los que atribuyen a una araña ima­
ginaria toda picadura de insecto de origen desconocido. Se
9www.FreeLibros.org
trata de picaduras que, generalmente, no presentan una gra­
vedad considerable, y siempre son defensivas. 
Paradójicamente, las abejas, responsables de varias muertes 
por año en nuestro país son infinitamente más populares que 
las arañas, que, sin embargo, no provocan nunca la muerte. 
Seguro que se nos dirá que es debido a que las abejas son úti­
les. Pero los arácnidos también lo son: en España las arañas 
devoran cada día de verano más de trescientos millones de to­
neladas de insectos. Estamos ante un pesticida 100 % ecoló­
gico y muy eficaz, del que los cultivos — principales víctimas 
de los insectos— aprecian su labor.
Ante todo, y es el motivo que justifica este libro, el universo 
de las arañas es de una riqueza extraordinaria. En primer lu­
gar, porque es inmenso: en la actualidad se conocen aproxi­
madamente treinta y cinco mil especies de arañas, y existen 
otras tantas por describir — cantidad mucho mayor que la que 
hay de vertebrados (mamíferos, pájaros, reptiles, anfibios y 
peces) en la tierra— . En segundo lugar, por su extraordinaria 
variedad. Nuestras protagonistas han conquistado todos los 
medios, desde las cuevas más oscuras hasta los desiertos más 
secos, pasando por los lagos, por las casas, por las copas de 
los árboles y por debajo de las piedras. Tan sólo faltan en la 
lista los ecosistemas marinos, desprovistos de insectos. Cada 
vez que ha sido necesario se han adaptado al medio mediante 
astutas estrategias y han modificado su fisiología y su com­
portamiento siempre y cuando ha sido imprescindible.
A pesar de responder todas a las mismas características gene­
rales, carnívoras y provistas de órganos productores de seda, 
las arañas se han diversificado extraordinariamente en rela­
ción con el tamaño, el color y los hábitos. Algunos ejemplos 
son m uestra de ello. Si la araña rayada — denom inada en 
Francia epeira rayada— , muy extendida en nuestras regiones, 
teje telas que son verdaderos prodigios arquitectónicos, otras 
especies se contentan con un batiburrillo de hilos desordéna­
lo
dos, y la Lycosa tarentula (frecuentemente llamada tarántula) 
caza sin necesidad de seda.
La sorprendente Argyroneta aquatica habita bajo la superfi­
cie de aguas dulces. Al no estar provista de branquias (los 
arácnidos son principalm ente un grupo terrestre), necesita 
respirar aire como nosotros. Se fabrica, en consecuencia, una 
burbuja subacuática, fijada a una planta cualquiera, con la 
que respira y devora sus presas. *
M ientras que la gran mayoría de las arañas son em inente­
mente solitarias, e incluso algunas de ellas errantes, existen 
especies llamadas «sociales» que forman colonias inmensas, 
de hasta diez mil individuos, unidas por relaciones sociales 
complejas (Anelosimus eximius).
Muchos otros prodigios de las arañas merecerían ser mencio­
nados en esta breve introducción: las extraordinarias calida­
des de su seda, sus sorprendentes y a veces trágicos amores, 
su capacidad de mimetismo y los extraños «paracaídas» de 
seda gracias a los cuales se desplazan.
Estas criaturas sofisticadas merecen, pues, algo más que el 
miedo y el desagrado que inspiran con frecuencia. Nuestros 
conocimientos acerca de las arañas han aumentado conside­
rablemente, a pesar de los escasos medios de los que dispo­
nen los investigadores españoles (la aracnología es, por otra 
parte, una de la raras ciencias que todavía cuenta con muchos 
aficionados entre los especialistas). Todo tipo de mecanismos 
fascinantes han sido descubiertos: promoverlos contribuye a 
hacer salir a las arañas de su gueto inmerecido.
11www.FreeLibros.org
Observar las arañas
Dirigiéndome hace poco a un auditorio de adolescentes — en 
principio mucho m ás interesados en las últim as novedades 
musicales que en los esplendores de la naturaleza— tuve la 
suerte de darme cuenta de que en una esquina de la sala había 
una tela absolutamente perfecta, una tela de «academia», en 
el centro de la cual, de alguna manera, una pequeña argiope, 
oscura e inmóvil, acababa de colocarse.
Hice buscar a mi auditorio de adolescentes un insecto comesti­
ble («¡cuidado, eh, vivito y coleando!») para ofrecerlo a nues­
tro voraz objeto de estudio. Tras algunos momentos de agita­
ción me trajeron una hormiga roja de aspecto bastante activo y 
descontento, que podía convertirse en un adversario considera­
ble, siendo del mism o tamaño que la araña y, como todo el 
mundo sabe, armada de una nada despreciable picadura. Hice 
deslizar la hormiga por un tobogán hecho con una hoja de pa­
pel y la hormiga cayó finalmente en los hilos de la tela*
Los espectadores se precipitaron a observar el drama inm i­
nente. La araña extendió sus patas y se precipitó sobre la in­
trusa: tras unos instantes de duda la agarró y la mordió. Re­
culó un paso, dudó un poco, y la mordió nuevamente. Ani­
mada clamorosamente por el joven público, la argiope liberó 
entonces la hormiga de los hilos secundarios que la retenían, 
y empezó a empaquetarla, haciéndola girar sobre ella misma 
a toda velocidad, al mismo tiempo que la cubría de seda. La
12
desgraciada hormiga roja, al margen de algunos sobresaltos, 
terminó su vida en un pequeño sarcófago de seda, ante un pú­
blico estupefacto ante un desenlace tan repentino. Digamos 
para concluir que la siguiente hora se quedó corta para res­
ponder a la avalancha de preguntas que la escena había susci­
tado entre los jóvenes.
La observación de las arañas es, sin duda alguna, una activi­
dad fascinante para todo aquel que tenga un mínimo de pa­
ciencia y sienta una cierta curiosidad por los seres vivos. Es 
oportuno, sin embargo, tener algunos conocimientos básicos 
que permitan inteipretar lo que se ha visto. El deseo del autor 
es, por supuesto, proporcionarlos en este libro.
Existen tres maneras de observar las arañas, com plem enta­
rias, pero bien diferentes entre ellas. La primera consiste en la 
que ha sido explicada anteriormente: el estudio de los anima­
les en su ambiente natural, sin intervención humana alguna, 
aunque a veces se autorice una pequeña «provocación» de los 
fenómenos naturales.
La segunda es el estudio de animales muertos y conservados 
en alcohol que han sido capturados en su medio natural. Para 
realizar esta actividad es necesario el conocimiento de algu­
nas técnicas.
Y, por último, la tercera es la observación de animales en cau­
tividad.
L a s a r a ñ a s e n s u m e d i o n a t u r a l
La observación de las arañas en su medio es, según mi opi­
nión, elmás desconocido y, a la vez, el más rico de los dife­
rentes modos de aproximación a estos animales. Puede cons­
tatarse rápidamente que el estudio del comportamiento de las 
arañas ha dispuesto, y dispone todavía, de menos adeptos que 
el estudio de su aspecto y de sus formas.
13www.FreeLibros.org
Evidentem ente, esto se explica po r razones objetivas. Las 
arañas, como ya hemos dicho, constituyen un universo muy 
vasto y aún poco conocido, ya que se considera que el nú­
mero de especies conocidas representa el 50 % del total de 
especies existentes. Pero, antes de interpretar y analizar, es 
necesario haber acum ulado conocimientos y haber realizado 
un trabajo de clasificación; es com prensible, por lo tanto, 
desde este punto de vista, que los aracnólogos se hayan con­
sagrado sobre todo al descubrim iento y a la descripción de 
nuevas especies.
Por otra parte, se trata de animales en los que la observación 
no es precisamente fácil. Primero existen los problemas rela­
tivos al tamaño: un gran número de especies miden tan sólo 
algunos milímetros. De hecho, pueden observarse los princi­
pales comportamientos (huida, caza, acoplamiento, tejido de 
la tela...), pero más allá de un determinado detalle — o de una 
determinada edad— la utilización de la lupa se hace necesa­
ria, y su manejo no es fácil si no se quiere perturbar el objeto 
de estudio. Si desea observarse la puesta, el acoplamiento, el 
lugar de impacto de las garras, es conveniente encontrar pri­
mero sujetos de estudio de un tam año grande, y armarse de 
paciencia y de concentración.
A este problem a se añade el hecho de que las arañas son mie­
dosas en su inm ensa m ayoría y se esconden en cuanto se 
sienten am enazadas. A pesar de todo, gracias a su limitada 
vista, a veces es posible acercarse bastante, pero es siempre 
necesario ir con cuidado y ser precavido. F inalm ente, si 
quieren efectuarse observaciones durante un período prolon­
gado se corre el riesgo de que la araña desaparezca, por una 
razón cualquiera. Por fortuna, la arañas hem bras son por lo 
general sedentarias (los machos son normalmente errantes), 
y permanecen cerca de su tela o de su madriguera; por lo tan­
to, podemos esperar encontrarlas en el mism o lugar durante 
algún tiempo si no las molestamos.
14
Pero, a pesar de las dificultades, nuestras protagonistas son 
un sujeto de observación que puede proporcionar placeres 
memorables. A los reticentes — y a todo el mundo en gene­
ral— quiero recom endar la lectura de los trabajos de un ex­
traordinario observador de insectos y de arañas llamado Jean- 
Henri Fabre (1823-1915) que consigue maravillar y mantener 
en vilo al lector tan sólo con historias de invertebrados, tal es 
su curiosidad y su talento como narrador.
La naturaleza es rica en prodigios, enigmas y paradojas a los 
que el aficionado menos erudito puede aproximarse con es­
peranzas de descubrirlos. Una araña ignora una presa que ha 
quedado atrapada en su tela, ¿no tendrá hambre? ¿está ocupa­
da con alguna otra cosa? ¿La presa es quizá de una especie 
que le desagrada, ya sea porque es peligrosa, ya sea por su 
gusto, o no se ha percatado de su presencia? Un determinado 
macho se hace devorar antes del acoplamiento y no cualquier 
otro, ¿por qué? En cada caso habrá que construir hipótesis e 
intentar verificarlas (encontrar otras presas, otras hembras de 
la misma especie, otros lugares...).
Esta form a de observación es, desde mi punto de vista, la más 
gratificante y la más apasionante. Sin embargo, es necesario 
com binarla con otra si se quiere, al menos en parte, dominar 
el mundo de las arañas.
L a c a p t u r a y e l e s t u d i o d e a n i m a l e s m u e r t o s
A pesar de todas sus virtudes, las arañas consienten muy ra­
ramente seguir al naturalista aficionado hasta su casa, para a 
continuación prestarse a ser observadas bajo su lupa binocu­
lar. Es, por lo tanto, necesario, si querem os conocerlas un 
poco mejor, apresar sin vida un cierto número y conservarlas 
con el fin de estudiarlas después cómodamente. Concierne a 
la responsabilidad del aficionado, a pesar de esto, moderarse
15www.FreeLibros.org
y no capturar más que los especímenes necesarios. Toda men­
talidad que encierre la voluntad de realizar «cuadros de caza» 
o bellos resultados debe ser enérgicamente combatida. Ade­
más, no deben capturarse arañas de especies poco frecuentes, 
siempre que sea posible.
No existe un material de observación «estándar» que pueda 
ser recomendado al aracnólogo aficionado; todo depende de 
la precisión que se desee alcanzar. Sin embargo, la lupa bino­
cular (especie de gem elos m ontados sobre un pie) parece, 
más allá de un cierto estadio, difícilmente evitable, aunque al 
principio puede ser suficiente una lupa ordinaria potente. La 
lupa binocular permite, en efecto, observar sin cansarse du­
rante bastante tiempo, deja las manos libres y, si se la equipa 
de un pequeña retícula, se obtiene directamente la escala de 
los animales que serán dibujados. Esta será, indiscutiblemen­
te, la adquisición más cara del aprendiz de aracnólogo.
En cuanto al material de captura, es sencillo y barato. Aunque 
parezca evidente, recordemos que utilizar la mano es impro­
cedente tratándose de la captura de arañas, al menos si no de­
seamos estudiar animales medio aplastados, a los que les fal­
ten patas u otros órganos (el abdom en y los apéndices son 
muy frágiles).
El primer instrumento es el clásico paraguas japonés. Lo me­
jo r es fabricárselo uno mismo, con la posibilidad de adaptar 
el modelo en función de los gustos y de las aptitudes manua­
les. Se trata de un trozo de tela de un metro cuadrado aproxi­
madamente, con los bordes doblados hacia el interior. Una 
cruz metálica (mejor si es también desmontable) se coloca en 
las diagonales del cuadrado (fijada a las cuatro esquinas del 
trozo de tela), lo que asegura la estabilidad del conjunto y 
permite sostener el paraguas.
El dispositivo se coloca en un árbol o en un arbusto bajo las 
ramas que golpeamos enérgicamente. Los insectos y las arañas 
caen entonces en el paraguas japonés (al igual que una cantidad
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considerable de desechos diversos), y tan sólo se trata de reco­
gerlos. Con frecuencia las arañas se escapan precipitadamente 
y se refugian bajo el borde, que resulta en este caso muy útil, 
puesto que sin él las arañas saltarían al vacío y se escaparían. 
También es indispensable la red cortadora, variante aracnoló- 
gica del cazamariposas, en la que se ha sustituido la red por 
un trozo de tela consistente, montada en una armadura más 
consistente aún. Pasamos este instrumento por las hierbas al­
tas, los matorrales y los ramajes y seleccionamos el material 
recogido.
Para actuar con mayor precisión es imprescindible utilizar el 
«aspirador», con el cual podrán «atraparse» las arañas reco­
gidas con los medios ya mencionados o bien las que encon­
tramos directamente en la naturaleza. Se trata de un pequeño 
tubo de cristal montado en el extremo de un tubo de caucho 
(parecido a una manga de riego o a una cocina de gas) de un 
metro de longitud aproximadamente; el paso entre los dos tu­
bos estará obstruido por un trozo de gasa o de tejido fino. 
Cualquier araña digna de interés puede ser aspirada por el 
tubo de cristal y luego soplada hacia el recipiente en el que se 
ha elegido conservarla. No deben dejarse nunca varias arañas 
vivas en el tubo, porque se devorarían entre sí.
En función de su tamaño, es conveniente conservarlas en pe­
queños tubos transparentes (1 o 2 cm de diámetro, entre 4 y 5 
cm de altura) de cristal o de plástico, previamente llenados con 
alcohol de 75°. A continuación hay que cerrar herméticamente 
los tubos y transportarlos a casa, donde con toda tranquilidad 
podrán llevarse a cabo las observaciones, teniendo en cuenta 
que las arañas deben estar siempre en contacto con el alcohol; 
de no ser así se secarían con rapidez. De esta manera, por ejem­
plo, el estudio a través de la lupa binocular, se hace con arañas 
que están ensuspensión en el líquido de conservación.
Los especialistas cierran los pequeños tubos con algodón y 
los colocan en grandes recipientes llenos también de alcohol;
17www.FreeLibros.org
sólo deben preocuparse del nivel de evaporación del alcohol 
del recipiente, y por lo tanto, no tienen que vigilar cada uno 
de los tubos. Este procedimiento está especialmente indicado 
para las grandes colecciones; en este caso es absolutamente 
necesario, desde el principio, aplicar un sistema de etiqueta­
do de los tubos, incluyendo el nombre de la especie, la fecha 
y el lugar de captura (detalles complementarios como el en­
torno del espécimen y la técnica de captura, pueden anotarse 
en un cuaderno dedicado a este tipo de observaciones). Los 
recipientes serán en seguida numerados y se realizarán fichas 
que indiquen su contenido. En cualquier caso, es recomenda­
ble anotar las observaciones pertinentes tan sólo llegar, para 
evitar que la memoria nos haga malas pasadas.
También existen trampas para arañas que consisten en tubos 
enterrados, cuya abertura queda a ras de suelo. La evaporación 
del líquido de conserva puede representar un problema si las - 
trampas se dejan durante mucho tiempo: el alcohol se sustitui­
rá en este caso por etilenglicol, que tarda más en evaporarse. 
Para capturar arañas en el suelo o entre la maleza el aparato 
de Berlese constituye un dispositivo muy eficaz. Sobre una 
reja, colocada en el fondo de un embudo, se pone la tierra que 
va a parar a un recipiente lleno de alcohol. Una lámpara ilu­
mina el recipiente por arriba. Huyendo de la luz, del calor y 
de la desecación las arañas reculan hacia el fondo del aparato 
y acaban cayendo en la solución de alcohol.
Es necesario manipular los animales capturados con mucho 
cuidado, ya que el contacto con el alcohol hace más frágiles 
sus tejidos. Pueden emplearse pinzas de disección muy finas, 
agujas y cuchillas finas montadas en el extremo de un mango. 
No trataremos aquí de las técnicas propias de la observación 
microscópica, ya que para ello es necesario un material más 
com plejo; las diferentes asociaciones aracnológicas citadas 
en el anexo pueden ayudar a los neófitos interesados a sol­
ventar estas cuestiones.
18
L a c r í a d e a r a ñ a s e n c a u t i v i d a d
Criar arañas puede ser un pasatiempo original, enriquecedor 
y fuente de numerosos conocimientos sobre los hábitos y el 
modo de vida de nuestras bellas tejedoras. Sin embargo, con­
lleva un cierto número de problemas.
El comercio dedicado a la cría, empezando por este proble­
ma, ha puesto en peligro algunas especies y comienza a ser 
una amenaza para otras. La Convención de Washington pro­
tege, por esta razón, a la muy conocida mígala tropical, que 
lleva el nombre de Euathlus (Brachypelma) sm ith i, o el más 
sencillo de «rodillas rojas» de México. El gusto que inspira a 
los aficionados, debido en particular a las franjas de color co­
ral que recogen sus patas y su cefalotórax, ha puesto la espe­
cie en peligro de extinción. Por lo tanto, pedimos no comprar 
esta araña e informar a las autoridades pertinentes de los es­
pecímenes existentes o de posibles nacimientos.
Por desgracia existen razones para pensar que otras especies 
menos conocidas también están expuestas a graves peligros 
(particularmente las mígalas), sin que pueda verificarse total­
mente debido a los escasos estudios aracnológicos, sobre 
todo en los países tropicales, generalmente pobres. Lo más 
razonable es, pues, abstenerse de cazar o de comprar arañas 
procedentes de países tropicales.
También otros problemas conciernen a las especies tropica­
les, en especial los de la seguridad. El veneno de las arañas es 
en la actualidad el tema de varios trabajos científicos, aunque 
todavía se conoce bastante poco. Se constata, sin embargo, 
una gran variedad en la sensibilidad a las picaduras en fun­
ción de los individuos. Por ejemplo, una araña determinada 
considerada inofensiva puede provocar en algunas personas 
reacciones de una gran violencia, algo que, de hecho, no tie­
ne nada de sorprendente ya que también se observa en el caso 
de otros artrópodos como las abejas o las avispas. En relación
19www.FreeLibros.org
con este aspecto, las especies tropicales comportan un cierto 
riesgo, agudizado por la ignorancia o la negligencia del co­
merciante que puede estar vendiendo, con otro nombre, un 
animal de una especie diferente.
Las grandes mígalas tropicales están equipadas, además, con 
un importante sistema piloso. Pero normalmente estos pelos 
son urticantes y constituyen un sistema de defensa: la araña 
desprende una nube de pelos cuando se encuentra en peligro. 
Por lo general, no provocan problemas de una gran gravedad, 
pero ha habido casos en los que estos pelos han originado 
considerables reacciones alérgicas en la piel, por el contacto, 
o en los bronquios en caso de inhalación. Por todas estas ra­
zones, aconsejamos a los neófitos que no manipulen gran­
des mígalas, aunque la prensa esté llena de fotos con niños 
manipulándolas o se enseñen ejemplos.
Para acabar con estos problemas, digamos además que si bien 
existen personas que crían mígalas, proporcionándoles un en­
torno confortable, tomando medidas de seguridad y no com e­
tiendo imprudencias, también se da el caso de «migalófilos» 
ocupados esencialmente en impresionar a sus amistades, y en 
vivir sensaciones fuertes. Estas personas no demuestran tener 
ningún interés por el animal en sí, que utilizan tan sólo para 
hacerse valer, y al cual normalmente maltratan (más o menos 
de form a consciente). Les aconsejam os sim plem ente que 
busquen otra ocupación.
En la práctica, la cría de arañas requiere pocos medios, pero 
implica conocer los aspectos fundamentales del modo de vida 
de la araña. Hay que tener presente en el momento de la cap­
tura (recom endam os especialm ente la cría de especies que 
uno mismo puede capturar) que los especímenes deben depo­
sitarse a razón de uno por recipiente. En caso contrario, el ca­
rácter carnívoro de la araña podría reducir considerablemen­
te el total de la captura.
A continuación, hay que proporcionarles un hábitat que re­
20
cree con mayor similitud el suyo natural. Así por ejemplo, las 
arañas que excavan madrigueras deben encontrar pequeños 
refugios (de 10 a 15 cm) preparados previamente en el suelo, 
sino existe el peligro del probable deterioro y de la posible 
muerte. Por otra parte, las arañas tejedoras de telas deberán 
encontrar a su disposición algunas ramas dispuestas de mane­
ra que les sirvan de punto de apoyo y a una cierta distancia 
del techo.
El refugio puede tener infinidad de formas, según la imagina­
ción del criador; sin embargo, el sistema más eficaz para evi­
tar las evasiones es la mosquitera fijada a la pared mediante 
cinta adhesiva. También pueden utilizarse finas redes metáli­
cas, o cajas de plástico transparente que incluso cerradas per­
mitan que las arañas puedan respirar.
En el fondo del recipiente se colocará una capa de tierra que 
habrá que mantener siempre húmeda; para esto existen mu­
chas técnicas basadas en la capilaridad, pero también puede 
hacerse regando un poco todos los días. Un pequeño reci­
piente con agua puede ser útil (no es indispensable); sobre 
todo hay que poner algunos obstáculos naturales que puedan 
servir de entorno al animal.
Respecto a la alimentación de las arañas, el principal proble­
ma consiste en procurarse presas vivas, siendo prácticamente 
ignoradas las muertas (excepto si nos dedicamos a moverlas 
con un pequeño palo, lo que es com plicado, pero requiere 
tiempo, y no siempre funciona). Las tiendas especializadas en 
artículos de pesca, afortunadamente, venden presas que po­
demos ofrecer a la araña tanto en forma de larva como de gu­
sano (si dejamos que nazca). En verano los propietarios de 
jardines podrán dedicarse a la captura de saltam ontes para 
alimentar a sus arañas hambrientas; la mayoría de los otros 
insectos también sirven de alimento para las arañas. Algunos 
de mis compañeroscrían cucarachas para alimentar a sus ara­
ñas, se trata de algo simple y eficaz. Las arañas soportan fá­
21www.FreeLibros.org
cilm ente ayunar varios días, incluso algunas sem anas. Las 
migalas resisten a veces varios meses.
Respecto a la manera de estudiar una cría, y el tipo de expe­
riencia que debe practicarse, no existen más límites que los 
de la imaginación y la paciencia del observador. Pueden estu­
diarse las técnicas de tejido, de preparación del nido, intentar 
que se produzcan acoplamientos, observar las estrategias de 
caza, la relación con la descendencia; en resum en, queda 
abierto un campo prácticamente infinito.
U t i l i z a r l a s a s o c i a c i o n e s
A pesar de que la aracnología no es una afición de «masas» 
dispone de adeptos fieles en toda Europa; estos aficionados 
se asocian normalmente para formar clubes o publicar revis­
tas. Las principales asociaciones se citan en el anexo. Pue­
den servir de gran ayuda a los principiantes, ya que los ini­
cios del descubrim iento del mundo de las arañas pueden ser 
bastante difíciles, sobre todo en lo relativo a la identificación 
de las especies.
Un guía experimentado les enseñará las principales especies, 
los criterios esenciales de reconocimiento, y además les ex­
plicará los pequeños trucos que tanto facilitan la tarea. La 
mayoría de los apasionados de las arañas normalmente están 
dispuestos a ayudar a los neófitos, y existen incluso excursio­
nes y salidas organizadas... ¡Hay que saber aprovecharlas!
22
Las arañas en el reino animal
H o n o r a b l e s a b u e l a s
Incluso si no reconocemos ninguna virtud a las arañas, al me­
nos debem os tenerles cierto respeto debido a su venerable 
edad: los primeros fósiles de arácnidos se remontan efectiva­
m ente al período devónico, hace aproxim adam ente cuatro­
cientos millones de años. Son tres veces más antiguas que los 
dinosaurios, en la época de los cuales la presencia de nuestros 
ancestros mamíferos era bastante discreta ya que no medían 
más que algunos centímetros. Y si queremos compararlas con 
los primeros hombres que pisaron el suelo del planeta, hace 
aproximadamente dos millones de años, tendremos que cons­
tatar con hum ildad que las arañas son al menos cien veces 
más antiguas que nosotros.
Desgraciadamente, sabemos muy poco sobre la prehistoria de 
nuestras protagonistas. Es casi seguro que precedieron a los 
insectos en la tierra firme, y que estaban, en todo caso, bien 
implantadas en una época en la que estos se desarrollaban to­
davía en formas muy rudimentarias.
Algunas hipótesis sostienen que el vuelo de los insectos se 
desarrolló com o consecuencia de la intensa depredación de 
que eran víctimas por parte de las arañas. Por otra parte, la ca­
pacidad tejedora de las arañas — su principal característica—
23www.FreeLibros.org
se desarrolló para permitirles capturar insectos con alas, que 
amenazaban con escapar por los aires.
Pero es difícil d isponer de inform aciones precisas relativas 
a esta época ya que la fosilización, si bien es de gran utili­
dad para las conchas y sirve de ayuda para los esqueletos 
óseos, resulta aleatoria para anim ales de cuerpo blando, de 
los que generalm ente no queda nada (deben reunirse condi­
c iones excepcionales). Los investigadores deben basarse 
entonces en fragm entos casi inform es, o en huellas difíciles 
de interpretar. Sólo la conservación en ám bar — fam osa de­
bido a la película Parque Jurásico— puede proporcionar in­
form aciones más o m enos precisas, pero se trata de un fenó­
m eno rarísimo.
Parece, sin embargo, que la araña identificada com o la más 
antigua es la m ígala, y que el resto de sus contem poráneas 
eran bastante diferentes de las especies que conocem os ac­
tualmente. Hace treinta millones de años, sin embargo, un pe­
ríodo de importante fosilización conservó un gran número de 
arañas muy próximas a las familias actuales. La sorprendente 
estabilidad de este grupo, que ha permanecido durante cente­
nas de millones de años sin sufrir grandes cam bios en su as­
pecto general, es un hecho que prueba sus grandes cualidades 
biológicas.
O r í g e n e s p o c o c o n o c i d o s
No se conocen con precisión los ancestros de las arañas. 
Como el resto de los artrópodos, proceden posiblem ente de 
gusanos marinos, los anélidos, denom inados metamerizados, 
es decir, constituidos por una serie de segmentos iguales que 
se repiten un gran número de veces. Cada uno de los segm en­
tos, en esta familia, contiene un par de ganglios nerviosos, un 
par de órganos excretores y un par de protuberancias, gene-
24
raím ente especializadas en la locom oción, que reciben el 
nombre de apéndices (el término «patas» es impropio debido 
a que su estructura es dem asiado primitiva).
Los artrópodos habrían evolucionado a partir de los anélidos, 
por una parte, «inventando» el caparazón endurecido y, por 
otra, fusionando y perfeccionando los metámeros sucesivos. 
Es así como ciertos apéndices habrían evolucionado en patas 
para caminar, otros en alas, otros en antenas, otros en quelíce- 
ros, etc. Los diferentes órganos de cada segmento se habrían 
conectado a lo largo del animal para form ar los sistem as di­
gestivo, nervioso, excretor, sanguíneo, etc.
El antepasado común de todos los arácnidos es pues posible­
mente uno de estos prim eros artrópodos rudim entarios, con 
aspecto de «gusano» corto y rechoncho con un caparazón de­
lantero del que salían cinco pares de apéndices prim itivos. 
Pero es muy posible que continúen aún durante un cierto 
tiempo las polémicas sobre los orígenes de este grupo de ani- 
malitos entre los paleontólogos.
L a s a r a ñ a s e n l a c l a s i f i c a c i ó n s i s t e m á t i c a
Las arañas pertenecen, como ya hemos dicho, al grupo de los 
artrópodos tam bién llam ados «articulados», es decir, al gru­
po que es a la vez el m ás vasto del reino animal (representa 
el 80 % de las especies) y el peor descrito, ya que más de la 
mitad nos resulta todavía desconocido.
Como todos los artrópodos, las arañas son invertebrados, es 
decir, no tienen esqueleto interno. Su rigidez proviene de su 
epidermis, que secreta, a través de una gran número de poros, 
un caparazón externo llamado cutícula. Este tiene la función 
de proteger el cuerpo de posibles agresiones exteriores y de 
ser un esqueleto, proporcionando a los músculos unos puntos 
de apoyo sólidos. Este sistema de esqueleto externo presenta
25www.FreeLibros.org
un problema considerable, sobre el que volveremos más ade­
lante: como no puede crecer al mism o tiempo que el animal, 
obliga a este a cam biar con in tervalos regulares, durante 
acontecimientos de alto riesgo que llamamos la muda.
Las arañas pertenecen a una clase particular de artrópodos: la 
de los arácnidos. Encontramos a su lado los escorpiones, los 
segadores (norm alm ente confundidos con ellas) y los acári­
dos, así como una serie de grupos menos conocidos y menos 
representativos.
Entre otras características de esta clase, señalam os cuatro 
pares de patas, la presencia de quelíceros (especie de pe­
queñas pinzas delanteras con m últiples funciones) y la au­
sencia de antenas y de alas. Precisarem os que los arácnidos 
son artrópodos, pero no son en absoluto insectos: estos últi­
mos (que constituyen a su vez una clase) tienen tres pares de 
patas, la gran m ayoría d isponen de alas y tienen antenas. 
A ñadirem os, que exceptuando algunos acáridos, los arácni­
dos son todos carnívoros, característica que no com parten 
los insectos.
La persona que después de todo siga confundiendo los dos, 
que se im agine lo curioso que le parecería si alguien le dije­
ra que una carpa es un mamífero, y sin em bargo para un bió­
logo sería un error de la m ism a gravedad (confusión entre 
dos clases distintas).
Las arañas pertenecen al orden de los araneidos (o arañas) 
— del que expondrem os las características más adelante— , 
cuyo rasgo esencial es tener un cuerpo en dos partes (abdo­
men y cefalotórax) y utilizar seda en diversos períodosde su 
existencia, según las especies: para la caza, para la puesta, 
para protegerse, para desplazarse, etc. Tam bién se d istin ­
guen de otros arácnidos por sus pedipalpos (especie de «pa­
tas» anteriores m odificadas) que sirven para la copulación 
en el macho, gracias a la evolución que las ha convertido en 
una especie de «jeringuillas» reproductoras.
26
L a s p r i n c i p a l e s c a t e g o r í a s d e a r a ñ a s
El orden de los araneidos, para term inar con los problem as 
de clasificación , se d ivide a su vez en tres subórdenes. El 
más evolucionado es el de los araneomorfos, llamados tam ­
bién «arañas verdaderas». Este suborden es el labidognato, 
lo que significa que los quelíceros (ganchos venenosos que 
están delante de la boca) se cierran cruzándose horizontal­
m ente, com o lo harían unas tijeras. Los araneom orfos com ­
prenden la inmensa mayoría de las especies de arañas (más 
del 95 %).
Los araneom orfos están constituidos por un gran núm ero de 
fam ilias (más de cincuenta) de las que no hablarem os aquí, 
ya que hasta los especialistas debaten todavía hoy cuál es el 
m ejor m odo de clasificación; han sido propuestos m ás de 
vein te sistem as d iferen tes en este sig lo . D istinguirem os 
sim plem ente dos grandes categorías: los cribelados y los no 
cribelados.
Los prim eros están provistos de un órgano de tejer destaca- 
ble, el críbelo — del que volveremos a hablar— , que les per­
mite tejer una seda especialm ente útil, constituida por millo­
nes de hilos elementales enm arañados entre sí; tan sólo siete 
familias de arañas están provistas de este sorprendente instru­
mento. Las otras — llamadas no cribeladas— también pueden 
ser, evidentemente, adm irables tejedoras, y a veces quizá es­
tén m ás evolucionadas en otros aspectos; pero les falta, sin 
embargo, este pequeño com plemento que, de todos modos, es 
prácticam ente invisible a simple vista.
Los otros dos subórdenes, más primitivos, son ortognatos, es 
decir, que los quelíceros golpean la presa de arriba abajo, 
como dos puñales paralelos que no se cruzan nunca. Se trata 
de las migalomorfas y de las lifistiomorfas.
Las migalomorfas — o mígalas— son más primitivas que las 
«arañas verdaderas», y principalm ente deben su renombre al
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T A R Á N T U L A S , T A R A N T E L A S ...
En el imaginario popular, la tarántula tiene una celebri­
dad parecida a la de la viuda negra, y pocos son los 
aracnólogos a los que nadie haya preguntado cuál de las 
dos especies es más peligrosa. Pero, por muy sorpren­
dente que pueda parecer, nadie sabe qué araña es la ta­
rántula.
Este término apareció en la literatura para describir una 
araña de la región de Tarento (de donde viene el nombre) 
en el sur de Italia donde su picadura habría provocado 
crisis similares a las de la epilepsia o la locura.
El único remedio para estas crisis eran unos bailes (las 
tarantelas) que los aldeanos practicaban colectivamente 
y que proporcionaban la curación a las víctimas. En rea­
lidad, estos bailes no eran más que un pretexto y permi­
tían a los aldeanos organizar fiestas en el transcurso de 
las cuales los principios de la iglesia católica, muy po­
derosa en aquel entonces, quedaban al margen.
En cuanto a la tarántula, muchas especies son candidatas 
a este nombre, como la Lycosa tarentula (a la que nor­
malmente se le atribuye el nombre), pero también la Ly­
cosa narbonensis, la Latrodectus tredecim guttatus (la 
«malmignatte», prima de la viuda negra) y un cierto nú­
mero de pequeñas mígalas de la región.
En definitiva, para ser claros y precisos en lugar de decir 
tarántula diremos el nombre de la especie, es mucho más 
simple.
28
hecho de que com prenden las especies de arañas más gran­
des, que todo el mundo ha visto al menos una vez en el cine o 
en la televisión.
La migala más grande, Theraphosa leblondi, puede llegar a 
tener 20 cm de envergadura (lo que mide un plato).
Las mígalas son las arañas que viven más tiempo (a menudo 
superan los cuatro años), siendo el máximo, por el momento, 
los veinticinco años. También tienen la propiedad de poder 
ayunar durante varios meses sin resultar afectadas por ello (la 
mayoría de las arañas no resisten más que algunas semanas). 
Contrariamente a lo que se cree, no son más peligrosas que 
otras arañas, tan sólo una de ellas representa un riesgo mortal 
para el hombre. El tamaño no tiene nada que ver con la toxi­
cidad, y el principal problema con las grandes mígalas pelu­
das reside frecuentemente no tanto en su mordedura sino en 
los pelos urticantes que cubren su abdomen.
El tercer y último suborden, el de los lifistiomorfos, también 
es ortognato. No comprende más que un reducido número de 
especies, presentes exclusivamente en Asia tropical, y su in­
terés principal es que aporta algunas indicaciones sobre cómo 
podrían ser las primeras arañas — es un grupo esencialmente 
fósil— . En particular, se trata del grupo de arañas que pre­
sentan un abdomen segmentado, es decir, donde se ven las 
marcas de una especie de anillos, parecido al abdomen de los 
escorpiones.
29www.FreeLibros.org
Morfología de las arañas
Este capítulo corre el riesgo de parecer a algunos un poco 
denso, ya que sobre todo es descriptivo y contiene un cierto 
número de términos poco atractivos. De hecho, estos térmi­
nos tienen una lógica que uno acaba encontrando fácilmente; 
así, por ejemplo, prosom a y opistosom a derivan del griego 
soma que quiere decir «cuerpo», y pro y opisto significan de­
lante y detrás, respectivam ente. Se trata simplemente de la 
parte anterior y posterior del cuerpo. Sin embargo, es necesa­
rio describir las partes de una araña utilizando los nombres 
exactos para, a continuación, poder hablar libremente de sus 
costum bres, de sus com portamientos y de sus técnicas. Por 
otra parte, estos términos también se emplean en otras publi­
caciones, por lo que deberán ser conocidos por aquellos que 
quieran saber m ás sobre las arañas. Esta es la causa por la 
cual pedimos un poco de paciencia y de atención del lector 
para este capítulo indispensable.
Las arañas, como los otros miembros de la clase de los arácni­
dos, tienen el cuerpo dividido en dos partes: delante se en­
cuentra el cefalotórax (o prosoma) y, detrás, unido a este por 
un estrecho pedúnculo, se encuentra el abdomen (u opistoso­
ma). Como su nombre indica, el cefalotórax es el producto de 
la unión de la cabeza y el tronco, mientras que estas dos partes, 
en algunos grupos como el de los insectos, por ejemplo, están 
bien diferenciadas. En realidad, a pesar de las diferencias de ta­
maño, de color y de forma, la estructura de las arañas es bas-
30
tante homogénea, y la siguiente descripción puede aplicarse a 
la totalidad de ellas, con la excepción de algunas variaciones.
E l c e f a l o t ó r a x
El cefalotórax es la parte que lleva todos los apéndices ex­
cepto las hileras. La boca, delante, es un simple orificio uni­
do a un buche que sirve de bomba y permite la succión de lí­
quidos alimenticios y la espiración de enzimas digestivas. La 
boca está rodeada de varios apéndices de los que hablaremos 
más adelante.
En la parte dorsal, el cefalotórax está protegido por una gruesa 
capa de un material duro, secretado por la epidermis, llamado 
quitina. La quitina, en realidad, cubre la totalidad de la epider­
mis del animal, pero puede ser de grosor variable, situándose las 
capas más finas en las articulaciones, mientras que en la zona 
cerebral presenta su máximo grosor. Este «escudo» dorsal pre­
senta unos orificios situados justo bajo los ojos que permiten la 
conexión, a través de los nervios últimos, con el cerebro.
El cerebro de las arañas, a pesar de estar constituido por dos 
lóbulos en lugar de tres, como en los insectos por ejemplo, 
parece ser más concentrado y, por lo tanto, más sofisticado 
que el de la mayoría de los otros artrópodos. Además, el ce­
rebro de los artrópodos siempre está atravesado por el esófa­
go, hecho que impide su desarrollo. El esófago de lasarañas 
es muy reducido debido a que su alimentación es exclusiva­
mente líquida, y tan sólo deja pasar partículas de un diámetro 
inferior a 1 miera (una milésima de milímetro). Esta particu­
laridad, por lo tanto, confiere al cerebro de las arañas posibi­
lidades de las que no disponen los demás artrópodos.
En el interior del cefalotórax, además del cerebro, encontra­
mos los potentes músculos que unen el cuerpo y ponen en 
movimiento las patas y los otros artejos o partes. También en­
31www.FreeLibros.org
contram os las glándulas de veneno, muy reducidas en algu­
nas especies (han desaparecido completamente en la familia 
de los ulobóridos), así como las glándulas digestivas.
El cefalotórax está unido al abdomen por un pedúnculo más o 
menos visible, de grosor variable, por donde pasan la cadena 
nerviosa, el tubo digestivo y el sistem a sanguíneo.
Vista in ferior de la «boca» de una araña araneomorfa. Las garras de acción la­
teral son bien visibles, a s í como la base de los palpos. En la boca se encuentran 
las lám inas maxilares, llenas de pelos. Foto: J. Kovoor
32
L O S T A L E N T O S D E LA A R A Ñ A :
¿IN S T IN T O O IN T E L IG E N C IA ?
La casi totalidad de los com portamientos de las arañas 
están determ inados, evidentem ente, por el instinto, di­
cho de otra forma, están inscritos en los genes. No inter­
viene ningún aprendizaje, por ejemplo, en la fabricación 
de las telas: la araña sabe tejer sin que nadie le haya en­
señado, como lo han dem ostrado numerosas experien­
cias en las que se aislaba a una araña desde su eclosión. 
Las telas incluso son mejores en las arañas jóvenes que 
en las adultas.
Además, si se presenta un acontecimiento imprevisto, la 
araña es incapaz de reaccionar adecuadamente, ya que 
no está «programada» para ello. Así por ejemplo, arañas 
capaces de tejer telas muy com plejas son incapaces de 
realizar una simple reparación en caso de accidente: tan 
sólo pueden reconstruir una tela en su totalidad.
De la misma manera, en algunas arañas que se refugian 
bajo tierra, la aptitud para excavar una m adriguera no 
existe más que en el individuo joven. A partir de una de­
term inada edad, si se extrae al animal de su refugio y se 
le coloca ante tierra blanda y fácil de desplazar, la araña 
no sabrá qué es lo que debe hacer. Algunas semanas an­
tes, hubiera excavado con entusiasmo, ahora parece in­
capaz; y al no soportar la falta de refugio, se deteriorará 
y morirá.
Sin embargo, dispone de algunas capacidades de apren­
dizaje: la Uloborus, por ejemplo, sabe reparar sus telas y 
puede rehacer la mitad de una en caso de accidente. M u­
33www.FreeLibros.org
chas arañas disponen de una cierta memoria «geográfi­
ca»: cuando han capturado una presa y se han visto obli­
gadas a huir, vuelven sin dudar un m om ento al lugar 
donde encontraron a la presa, una vez el peligro ha pasa­
do. Pasa lo mismo cuando dejan una presa empaquetada 
«en reserva», la encuentran sin problemas.
Experiencias con la Araneus han dado resultados sor­
prendentes. Una de ellas consistía en tocar con un dia­
pasón «grave» a m oscas im pregnadas de quinina (por 
lo tanto, con gusto am argo), y con un diapasón «agu­
do» — un octavo m ás alto— a m oscas im pregnadas de 
glucosa, por lo tanto, con gusto dulce. Las arañas, con­
fundidas por las vibraciones, se precipitaban sobre las 
presas; luego despreciaban las m oscas «am argas» y 
consum ían las «dulces». Al cabo de un cierto número 
de experiencias, una bola de vidrio tocada con un dia­
pasón «agudo» era atacada por la araña, m ientras que 
otra bola, al contacto de un diapasón «grave», era cla­
ram ente ignorada: la A raneus había aprendido a aso­
ciar la frecuencia del sonido con el gusto de la presa.
D igam os, pues, para finalizar que si en lo esencial el 
com portamiento de las arañas está bien predeterminado, 
existe un cierto margen abierto al aprendizaje, que hace 
que nuestras protagonistas no funcionen como unos «ro­
bots» genéticamente programados.
34
E l a b d o m e n
Si bien aún podem os distinguir, observando atentam ente el 
cefalotórax, la organización en segmentos de los antepasados 
de las arañas, el abdomen por el contrario no presenta ningún 
tipo de señal — exceptuando una hendidura en el vientre— : 
es de una sola pieza, com o un pequeño saco, en la inmensa
Vista de conjunto de las seis hileras de una araña n o cribelada. E n la parte infe­
rior, en e l extremo de! abdomen, se distingue e l tubérculo anal. Foto: J . Kovoor
35www.FreeLibros.org
mayoría de las especies. El tegumento, más fino, aquí es par­
cialm ente extensible. Está provisto de numerosos dispositi­
vos sensoriales. En el abdom en se encuentran los aparatos 
circulatorio y respiratorio.
Las arañas respiran gracias a cuatro pequeños orificios, situa­
dos en la parte delantera del abdomen, y no por la boca como 
los vertebrados. Esto no es nada sorprendente, ya que el apa-
D etalle de una hilera de Segestria florentina. Se distinguen tres tipos de f usu­
tas d iferentes, y del extrem o de estas fu s u la s se em iten las fib rilla s de seda. 
Foto: J. Kovoor
36
rato respiratorio y el digestivo desempeñan funciones total­
mente independientes. Estos estigmas — así llamados— pue­
den estar conectados a los pulmones o a las tráqueas. Pode­
mos encontrar así, arañas que tienen cuatro pulmones (tetra- 
neum onas), otras con cuatro tráqueas, otras con dos 
pulmones y dos tráqueas, incluso arañas con dos pulmones y 
una tráquea — com o la muy com ún epeira— . Los estigmas 
posteriores se unen a veces en uno solo (no quedando más que 
tres), e incluso pueden no existir (quedando entonces dos). 
Las tráqueas son órganos respiratorios muy extendidos entre 
los artrópodos. Son completamente diferentes a las de los m a­
m íferos. Se trata de conductos, abiertos al exterior, que se 
hunden profundamente en el cuerpo ramificándose en nume­
rosas direcciones. El oxígeno, en lugar de ser transportado 
por la sangre, se pone directamente en contacto con las célu­
las, en forma gaseosa, por esta especie de «tuberías» a través 
de las cuales el aire se renueva sim plem ente con los m ovi­
mientos del cuerpo.
Aunque pueda parecer extraño, las tráqueas resultan más efi­
caces que los pulmones, de forma que, durante la evolución 
de los arácnidos, han desaparecido en beneficio de las trá ­
queas. Hay que decir que los pulmones de las arañas tienen 
una estructura prim itiva, «laminada», y el aire circula entre 
las capas de tejido muy irrigado de sangre, asemejándose al 
aire que pasaría entre las hojas de un libro, depositando en los 
tejidos el oxígeno (que, por otra parte, los ingleses los llaman 
book-lungs). Pequeñas columnas rígidas sostienen el montón 
de capas para evitar que el pulmón se derrumbe.
De hecho, la ventaja de las tráqueas sobre los pulmones se ex­
plica, sin duda, debido a la mala calidad del sistema sanguíneo 
(llamado también circulatorio) de las arañas. Este sistema está 
movido por un corazón primitivo, que puede a veces apreciar­
se cuando se observa la cara dorsal del abdomen de una araña 
(es una mancha oscura y alargada). El corazón bombea, pero
37www.FreeLibros.org
en un sistema que no está completamente cerrado, es decir, en 
el que la sangre se escapa de los vasos para extenderse por el 
cuerpo antes de haber sido recuperada por estos. Es evidente 
que la oxigenación se realiza peor de esta manera.
Adem ás, en los artrópodos, las m oléculas que alm acenan y 
transportan el oxígeno son bastante menos eficaces que la he­
moglobina de los mamíferos. Por este motivo, las tráqueas, que 
permiten la oxigenación del organismo sin necesidad de la san­
gre, parecen ser de una eficacia superior. Señalemos somera­
mente que la «sangre» de los artrópodos es transparente y está 
sometida a una presión comparable a la que padece el hombre. 
El abdom en presenta también — en posición bastante ante­
rior— los orificios genitales. El orificio del macho es simple, 
mientras que el de la hembra está rodeado,en algunas especies 
(enteleginas), de una form ación epidérm ica m ás dura, y de 
formas variables, que recibe el nombre de epígino.
En posición posterior se encuentran las hileras, especie de pe­
queños conos por los que sale la seda. Las hileras son ocho en 
las arañas más arcaicas (lifistiomorfas), y no hay nunca más 
de diez en las otras especies. Se observan involuciones en las 
arañas que tejen poco: dos pares solam ente en las m igalo- 
morfas y un solo par en algunos casos muy raros.
Algunas arañas, llamadas cribeladas, disponen además de un 
órgano de tejer particular, el críbelo — del que volveremos a 
hablar en el capítulo dedicado a la producción de seda— . 
Finalmente, en el extremo del abdom en está el tubérculo anal 
por el que se expulsan los residuos de la digestión.
LO S APÉNDICES
Los quelíceros, o los ganchos de la araña, desem peñan una 
función biológica muy importante. Tanto si golpean de arri­
ba abajo (ortognatos), com o cruzándose el uno con el otro
38
Primer p lano de u n quelícero; se distingue bien su articulación y su orificio de 
veneno. Foto: J. Kovoor
(labidognatos); estos ganchos son los que sirven para inyec­
tar el veneno, producido por glándulas situadas en la base de 
los quelíceros y que pueden ocupar tam bién una parte del ce- 
falotórax.
Las glándulas están enrolladas en un músculo en forma de es­
piral que se contrae en el momento de la mordedura y expul­
sa el veneno. Este se desplaza a lo largo de un conducto, si­
tuado en una hendidura, que recorre el centro del quelícero, y
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Calamistro: este órgano, constituido po r una línea de pelos paralelos y rígidos, 
está situado en dos patas de la araña. Sirve para «peinar» la seda que sale del 
críbelo. Foto: J. Kovoor
desemboca un poco antes de llegar a la punta. El veneno, en 
un gran número de especies, desem peña un papel determ i­
nante para inm ovilizar y capturar a las presas; de ahí la im­
portancia de los ganchos.
En un gran número de mígalas, los quelíceros están equipa­
dos de una especie de «rastrillo» duro, con la ayuda del cual
40
Las tres garras term inales de las arañas con tela sirven para desplazarse por 
la seda. En esta fo togra fía están bien visibles: están rodeadas de pelos. Foto: 
J. Kovoor
la araña excava su madriguera (a veces en suelos muy duros) 
y gracias al cual evacúa rápidamente la tierra sobrante.
Los quelíceros también sirven en algunos casos para ocupar­
se del capullo. Hay arañas que se desplazan con sus huevos 
hasta su eclosión para proteger a su futura prole de posibles 
depredadores o agresores. O tras ponen en su m adriguera,
41www.FreeLibros.org
pero sacan sus capullos al sol los días de buen tiempo, para 
acelerar la eclosión. Estas m anipulaciones norm alm ente se 
llevan a cabo con los quelíceros, al igual que el transporte de 
las presas, lo que lleva a denom inar este apéndice con fre­
cuencia «mano de la araña» (término impropio).
En cuanto a los palpos (o «patas-mandíbulas»), es posible que 
deriven de un quinto par de patas delanteras, que habría evolu­
cionado para desem peñar otras funciones, restando los otros 
cuatro pares destinados a la locomoción del animal. Podemos 
comprobar cómo en los grupos de arañas primitivas, como las 
mígalas, los palpos están muy evolucionados y presentan un 
parecido sorprendente con las patas (pero sólo están constitui­
dos por seis artejos, frente a los siete de las «verdaderas» pa­
tas). En otras familias, por el contrario, parecen haber sufrido 
una involución, cam biando de forma, y su aspecto parece no 
tener ninguna relación con las patas. Incluso han desaparecido 
totalmente en las hembras de algunas familias.
Los palpos están provistos de un cierto número de estructuras 
con sensibilidad quím ica — una especie de órganos del gus­
to— que informan a la araña de lo que se dispone a consumir. 
Así, se lleva a cabo una prim era selección; además otros re­
ceptores quím icos en el interior de su cuerpo desem peñan la 
m ism a función. Esta segunda operación es más selectiva, ya 
que puede darse el caso de que una araña empiece a consumir 
una presa y luego la escupa si el gusto no le conviene.
La base de los palpos, que rodea la boca, está más o menos 
gruesa y deforme, lo que le confiere una estructura que reci­
be el nombre de lámina maxilar, normalmente provista de pe­
los, que ayuda al animal a conducir los alimentos hacia el ori­
ficio bucal.
Los palpos, especialm ente en los machos, están provistos de 
extrañas estructuras, únicas entre los artrópodos: son los bul­
bos copuladores, una especie de jeringuillas, destinadas a la 
fecundación, con la ayuda de las cuales el macho aspira el es­
42
perma que ha em itido sobre la tela y a continuación lo intro­
duce en la hem bra. Los bulbos a veces son muy sencillos, 
constituidos por un depósito unido m ediante un conducto a 
una punta que efectúa la penetración propiam ente dicha; 
otras veces, sin embargo, su estructura es muy com pleja, en­
trem ezclándose diferentes lóbulos. Los bulbos tam bién sir­
ven para reconocer y clasificar las especies.
Las patas en sentido estricto (también llamadas «patas loco­
motoras», y cuya función principal es el desplazam iento) son 
ocho en todos los grupos de arañas. Están constituidas por 
siete artejos (partiendo del cuerpo): la cadera, el trocánter, el 
fémur, la rótula, la tibia, el metatarso y el tarso. Acaban en 
dos o tres garras, empleadas entre otras cosas para el despla­
zamiento por las telas.
Las patas pueden estar provistas de d iferentes estructuras; 
órganos sensoriales (que detecten vibraciones, algunas sus­
tancias quím icas, los cam bios de tem peratura...), d ispositi­
vos que permitan la emisión de sonidos (muchas arañas estri­
dulan com o las langostas o las cigarras, pero norm alm ente 
sonidos inaudibles para nosotros), o incluso sistem as rela­
cionados con el tratam iento de la seda. A lgunas arañas, las 
cribeladas, llevan tam bién en un par de patas una especie de 
peine (el calam istro) form ado por una o dos filas de pelos 
muy duros; les sirve para extraer y «cardar» la seda especial 
producida por el críbelo.
LOS ÓRGANOS DE LOS SENTIDOS
Sin duda alguna es muy difícil para nosotros imaginar cómo 
una araña percibe el universo que la rodea. Es evidente que su 
percepción es muy diferente a la nuestra, ya que la nuestra es 
esencialm ente visual, m ientras que en las arañas es sobre 
todo táctil, porque su vista está muy poco desarrollada. La
43www.FreeLibros.org
Vista fro n ta l de una araña araneomorfa. Se distinguen claramente palpos, que- 
líceros y grupo ocular. Foto: J. Kovoor
araña no «mira» a su alrededor, sino que lo «toca» o, si se pre­
fiere, lo «escucha» (es lo mismo ya que «toca» las vibracio­
nes de aire, es decir, los sonidos).
A lgunos científicos se dieron cuenta de que cegando a una 
araña, aplicando sobre sus ojos un poco de barniz opaco, su 
com portam iento apenas se veía m odificado: la araña tejía 
su tela, capturaba presas, se alim entaba, y conseguía repro­
ducirse.
44
Veamos, pues, de qué órganos dispone la araña para percibir 
su entorno.
Los ojos de la araña están situados en la parte anterior del ce­
falotórax, encima de la boca, y son fundamentalmente ocho. 
Sin embargo, esta cifra varía de forma considerable según las 
especies, puesto que la evolución ha seleccionado determ ina­
dos ojos en detrim ento de otros que han acabado desapare­
ciendo. Un caso extremo es el de las arañas carvemícolas que 
viven en el fondo de las cuevas y ya no tienen ojos. Los ojos, 
norm alm ente, están dispuestos en dos filas con cuatro ojos 
cada una, formando el conjunto un «grupo ocular». La dispo­
sición de los ojos es muy útil para reconocer las especies y 
clasificarlas.
El elevado número de ojos no impide que la visión de las ara­
ñas sea mala, ya que su estructura está poco desarrollada. No 
se trata de ojos com puestos, como los de los insectos, y sólo 
el par de ojos centrales, generalm ente más grandes que los 
otros, permitenuna visión directa. Este par m edio-anterior al­
canza un gran tamaño en la familia de las saltarinas (las saltí- 
cidas) que son las únicas que pueden ser calificadas de tener 
buena visión. En estas arañas el tam año de los ojos es supe­
rior al del cerebro. La araña a partir de la información que re­
cibe de los diferentes ojos laterales, que no perciben más que 
movimientos, gira sobre sí misma y se coloca ante el sujeto 
para exam inarlo con su par medio-anterior.
Las saltícidas son arañas exclusivam ente diurnas y contra­
riam ente al caso de otras fam ilias, no pueden sobrevivir si 
pierden la vista. Dejan de alim entarse y se deterioran inclu­
so colocadas en la oscuridad o con luz roja (no visible para 
las arañas).
El sentido del tacto, en las arañas, está dirigido por dos tipos 
de órganos: los pelos y los órganos liriformes. No todos los 
pelos de las arañas desempeñan una función sensorial, ya he­
mos hablado anteriormente de los pelos urticantes de algunas
45www.FreeLibros.org
mígalas. Sin embargo, todas las especies tienen pelos senso­
riales, mientras que no todas tienen pelos urticantes. Pueden 
encontrarse dos clases de pelos: los más largos reciben el 
nombre de tricobotrios. Son unos pelos finos que en la base 
están en contacto con una pequeña bolsa a la que llegan va­
rios nervios. Los pelos de la otra clase son más pequeños y 
parecen ser formas involucionadas de los primeros. Las vi­
braciones del aire o de la tela excitan a estos pelos, los cuales 
emiten señales destinadas al cerebro.
A lgunas frecuencias de vibración, características de los in­
sectos que intentan volar o se resisten provocan reflejos de 
ataque. Así por ejemplo, uno de mis amigos creía tener arañas 
melómanas, ya que escalaban el diapasón cada vez que lo ha­
cía vibrar. En realidad, buscaban alimento, y parecían bastan­
te molestas al no conseguir morderlo.
Otros pequeños órganos son los llamados órganos liriformes. 
Son pequeñas hendiduras en la piel dura del animal, reparti­
das a lo largo de todo el cuerpo, a veces formando grupos. Se 
trata, de hecho, de receptores que informan al animal de su 
propia situación en el espacio, y de los problemas que afectan 
su piel.
Finalm ente los receptores «quím icos» (que pueden llegar a 
ser aproximadamente unos ocho mil en algunas arañas adul­
tas) permiten al animal «probar» el entorno que las rodea. La 
mayoría de las arañas emiten feromas (sustancias que trans­
portan información), que pueden servir para propiciar el en­
cuentro de un macho con una hembra, para intimidar a los ad­
versarios, para inhibir la agresividad, etc. Por ejem plo, las 
hembras impregnan a sus hijos de feromas, lo que posibilita 
que los machos puedan localizarlos. Estas sustancias son cap­
tadas por receptores, generalmente asociados a pelos, que so­
bre todo están dispuestos en los apéndices (palpos y patas).
46
El tejido
T e j e d o r a s a n t e t o d o
Aracne, según la leyenda, era una joven cam pesina conocida 
por su extraordinaria habilidad para tejer. La diosa Atenea, 
que destacaba en el mismo arte, le propuso un desafío del que 
salió ganadora la mortal; tal era su maestría com binando hi­
los de colores, de oro y de plata. La diosa transformó enton­
ces a su rival en araña para que tejiera durante el resto de su 
existencia.
La m itología griega pone de m anifiesto en esta historia un 
hecho muy importante: el tejido y sus múltiples aplicaciones 
es lo más característico de las arañas. En efecto, incluso si 
algunos insectos producen seda (el gusano de seda Bombyx 
m orí es el más conocido), normalmente para protegerse du­
rante sus metamorfosis, para construir pequeños refugios, e 
incluso si algunos acáridos también tejen, ningún grupo pue­
de rivalizar con las arañas en lo concerniente a la fabricación 
de seda.
S e d a . . . , p e r o ¿ p a r a h a c e r q u é ?
Todas las arañas, sin excepción, fabrican seda. Primitivamen­
te la seda servía para fabricar refugios rudim entarios en los
47www.FreeLibros.org
que la araña podía resguardarse. Pero la sucesión de numero­
sos perfeccionamientos ha hecho que las arañas empleen sus 
dotes de tejedoras prácticamente en todos los aspectos de su 
vida.
Los huevos, por ejemplo, siempre los ponen en pequeños re­
ceptáculos de seda. Cuando se trata de estructuras simples, a 
veces reducidas a algunos hilos, hablamos de sacos ovígeros. 
Pero, en ocasiones, pueden encontrarse capullos muy com ­
plejos, fabricados con varios tipos de seda diferente. Más tar­
de, la araña m adre teje en algunos casos telas llam adas 
«guardería», que no desem peñan una función alim entaria 
sino que sirven de casa a los pequeños que acaban de nacer. 
Las recién nacidas utilizan generalmente la seda con el obje­
tivo de desplazarse, como veremos más adelante.
La mayoría de arañas emplean la seda para acondicionar sus 
refugios: podemos encontrar desde los más elementales hasta 
los más complicados.
Algunos hilos pueden reunir dos hojas, o delimitar un peque­
ño espacio entre una piedra y el suelo — se trata de los casos 
más simples— , verdadero minihabitáculo suspendido, prote­
gido de la intemperie por un confortable colchón, para las te­
jedoras más hábiles.
Para la caza, la seda es, evidentemente, uno de los instrumen­
tos de captura y de detección de las presas más mortíferas, 
aunque parece ser que este uso lo habrían «inventado» las 
arañas más tarde, en el transcurso de su historia. Este instru­
mento, a veces constituido sim plem ente por un entrelazado 
rudimentario de hilos no pegajosos, alcanza en algunas fam i­
lias como las ulobóridas un perfeccionamiento sorprendente, 
con telas perfectamente circulares, en las que intervienen al 
menos cuatro calidades de hilos diferentes.
Señalem os tam bién que si los machos no tejen nunca telas 
para alimentarse, ya que son errantes, sí fabrican, llegado el 
mom ento de la reproducción, una pequeña tela muy simple
48
sobre la que depositan su semen para introducirlo seguida­
mente en los órganos copuladores (véase el capítulo sobre la 
reproducción).
M uchas arañas tejen un hilo llam ado de «desplazam iento» 
que van soltando en sus trayectos, fijándolo en el suelo de vez 
en cuando. Este hilo puede desempeñar diferentes funciones: 
como «hilo de seguridad» en algunas especies, para evitar po­
sible caídas (muchas son las arañas que se dejan caer en caso 
de peligro y quedan suspendidas de su hilo «haciéndose las 
muertas», para volver a su posición una vez pasado el peli­
gro). Este hilo también puede permitirles volver rápidamente 
a su refugio, en caso de duda sobre el cam ino de vuelta. Por 
últim o, parece que el «hilo de desplazam iento» desem peña 
un papel importante en la reproducción, ya que al estar im ­
pregnado del olor de la hembra permite a los machos encon­
trarla fácilmente.
Finalmente, en el momento de la muda de las arañas la seda 
siempre interviene: ya sea porque la araña se teje un pequeño 
nido sobre el que se extiende para la muda (las grandes miga- 
las normalmente proceden así), ya sea porque el animal efec­
túa la operación suspendido de su hilo (es el caso más fre­
cuente) dejando en el extrem o del hilo el tegum ento vacío 
cuando ha terminado la muda, o ya sea, por último, porque la 
araña construye una verdadera cám ara (más o menos cam u­
flada) en la que podrá realizar la muda resguardada de mira­
das indiscretas.
P r o p i e d a d e s d e l h i l o d e s e d a
El hilo que producen la arañas es, sin duda alguna, un peque­
ño prodigio físico-químico. En realidad, está constituido por 
un gran número (a veces, varios millares) de hilos elem enta­
les (llamados fibrillas) entrelazados entre sí formando un úni­
49www.FreeLibros.org
co hilo. Los hilos elementales a su vez están constituidos por 
una parte externa y otra interna cuyas propiedades y com po­
sición química son diferentes. Las fibrillas tienen un diáme­
tro de 0,05 p , es decir una veintem ilésim a de milím etro, el 
hilo oscila entre 25 y 70 p. (El símbolo p designa la mierao 
m ilésim a de milímetro.)
Los componentes principales de la seda son proteínas y algu­
nos glúcidos diversos. La seda es muy resistente, presenta 
una sorprendente elasticidad y es extremadam ente ligera. Al­
gunos datos ilustran estas características.
La resistencia de un hilo de araña es de 149 kg/m m 2, bastan­
te superior a la del nailon, por ejemplo. Algunas fibrillas pa­
rece que tienen una resistencia superior a la del acero. La 
elasticidad del hilo de seda le permite estirarse un tercio de su 
longitud (la mitad en algunos casos extremos) antes de rom ­
perse, de forma que podemos im aginar los problemas de las 
presas que intentan rom per los hilos. Finalmente, algunos es­
pecialistas, para determ inar la relación entre ligereza y soli­
dez del hilo han calculado la longitud que el hilo debería te­
ner para que su peso conllevara su ruptura. El resultado habla 
por sí mismo: más de 40 km.
Otro aspecto del mism o fenómeno: el conjunto de una tela de 
la com ún araña de jard ín (Araneus diadematus) — conocida 
en Francia como epeira diadema— pesa 0,25 mg aproxim a­
dam ente, y aguanta un animal cuyo peso supera, a veces, los 
500 mg, o sea dos mil veces más pesado.
Señalaremos también que una telaraña, incluso una vez aban­
donada, desaparece muy lentamente de la naturaleza. Esto es 
debido a que el hilo de seda apenas sufre agresiones produci­
das por hongos o bacterias, propiedad destacable para una 
sustancia proteica. Esta resistencia se explica por la presencia 
en la seda de una capa protectora muy eficaz, bactericida y 
fungicida, cuya com posición aún no ha sido claram ente de­
terminada.
50
L a s d i f e r e n t e s c l a s e s d e h i l o
Según la proporción y los tipos de fribrillas em pleadas, la 
seda nunca tendrá las m ism as propiedades ni el mism o as­
pecto. Por ejemplo, el color varía más de lo que se cree. Las 
telas pueden tener una coloración blanca («la clásica»), pero 
también las hay am arillentas y azuladas. Los capullos pueden 
ser de un gran número de colores diferentes. Sólo en las ara­
ñas lycosas, podemos encontrar capullos blancos, amarillos, 
marrones, verdes, más o menos oscuros, incluso azules. Es 
posible que el tipo de entorno en el m om ento de la puesta 
ejerza una determinada influencia, lo que indicaría una capa­
cidad de mimetización respecto a la seda.
Evidentem ente, el tipo de hilo varía tam bién según las fun­
ciones a las que esté destinado. A sí por ejemplo, una tela or­
bicular clásica está sostenida por unos hilos llam ados «de 
marco», denom inados así porque rodean la tela, y los dem ás 
hilos fijados encim a de este. Estos hilos «de m arco» son 
poco flex ib les, están desprovistos de sustancia pegajosa, 
pero son secos, espesos y muy resistentes. Los hilos radiales 
tienen una estructura parecida, pero distinta. Por otra parte, 
la espiral destinada a la captura que está dispuesta sobre los 
hilos precedentes es muy pegajosa y mucho más flexible y 
húmeda.
El capullo de la Argiope bruennichi, que tiene forma de glo­
bo aerostático invertido, está constituido por un gran número 
de capas de sedas diferentes, que posiblemente tienen funcio­
nes particulares (im permeabilidad, protección térm ica, pro­
tección contra los depredadores, m imetización, etc.).
En fin, aún nos quedan algunos comentarios sobre el súmmum 
del hilo de seda: el hilo rizado, producido por las arañas lla­
madas cribeladas. Tan sólo siete de cincuenta familias de ara­
ñas son capaces de tejer un hilo de este tipo, ya que disponen 
de los órganos necesarios (véase el apartado siguiente). Se tra­
51www.FreeLibros.org
ta de un hilo que sirve de tram pa y que tiene un pegamento 
que no es como el de las telas corrientes, sino que está provis­
to de una sustancia fibrilar mucho m ás eficaz. Además, este 
hilo es mucho más espeso que los otros hilos ya que está cons­
tituido de varios millares de fibrillas frente a sólo algunas de­
cenas en la mayoría de los otros (lo que hace que las presas se 
enganchen todavía más por las pequeñas asperezas de su piel).
T é c n i c a d e l t e j i d o d e t e l a s o r b i c u l a r e s
Las arañas orbiculares tejen en su mayoría una tela por día, em ­
pezando exactamente en el lugar de la precedente, o en las cer­
canías inmediatas. Son guiadas en su tarea por un instinto muy 
preciso, que determina completamente su comportamiento.
¿Cómo trabaja la araña orbicular? Empieza por posarse y emi­
tir un hilo que el viento llevará hasta un obstáculo próximo. Re­
sulta un eje de partida más o menos de forma curva, por el que 
la araña se encamina: cuando llega al punto más bajo de este 
«cable destensado» la araña fija un hilo y se deja caer soltándo­
lo hasta que encuentra un obstáculo debajo. Resulta de esta ope­
ración una estructura en forma de «Y», que es el punto de parti­
da de la clásica tela de araña. El centro de la «Y» será el centro 
de la tela, los tres primeros radios constituirán las líneas de par­
tida y el animal empezará ahora a disponer las siguientes.
La distancia entre los hilos es siempre más o menos constan­
te en cada especie, y por lo tanto el número total también (por 
ejemplo, en la araña de jardín, una treintena). La araña dispo­
ne sus hilos partiendo del centro, alternando entre los tres la­
dos de la «Y» inicial para no term inar un lado antes que el 
otro, lo que desequilibraría la construcción por la tensión de 
los hilos. Por otra parte, sitúa sus hilos partiendo del centro y
52
Visión de conjunto del extremo del abdomen de una cribelada. ü e abajo arriba 
encontram os el tubérculo anal, las hileras y e l críbelo. Foto: J. Kovoor
parece medir con sus patas previamente la distancia entre los 
hilos ya construidos, así como su tensión, para saber dónde 
lanzar la siguiente.
Una vez el marco y los hilos están dispuestos, la araña sale del 
centro de la tela y empieza un trayecto en espiral hacia el ex­
terior, en el transcurso del cual deposita la llamada espiral pro­
visional. Se trata de un hilo no pegajoso que tiene como fun­
ción constituir una infraestructura sólida que estará acabada
53www.FreeLibros.org
cuando la araña haya llegado al extremo de los hilos. Llegado 
este momento, nuestra arquitecta da media vuelta y em pieza a 
colocar la tela pegajosa, o rizada en las especies cribeladas. A 
medida que la araña progresa destruye la espiral primaria, que 
ya no sirve para nada (la araña se com e esta tela) y la sustitu­
ye por la espiral definitiva, destinada a capturar a las presas; 
por ese motivo recibe el nombre de espiral capturadora.
Esta últim a espiral no llega hasta el centro, ya que la araña 
deja una zona que no está pegajosa en el centro de su tela, 
donde generalmente se coloca, por lo que la sustancia pega­
jo sa no sería de ninguna utilidad. De esta forma, la zona cen­
tral se sostiene gracias a la espiral primaria. La araña también 
deja, normalmente, una zona de hilos muy separados entre sí 
para poder pasar de un lado a otro de la tela con facilidad. Po­
demos preguntarnos por qué una araña no se queda atrapada 
nunca en su propia tela. El motivo es que las células epidér­
micas de las patas secretan un líquido graso que impide que 
se adhieran. Además, puede cam inar perfectamente sobre la 
tela gracias a las garras term inales con que están equipadas 
sus extremidades para asirse fuertemente al hilo en sus des­
plazamientos.
Este proceso de construcción dura com o máximo una hora 
sin ningún tipo de vacilación, ya que está inscrito con preci­
sión en los genes de la araña. No podemos resistir el placer de 
añadir con orgullo que nuestras tejedoras son también exce­
lentes astronautas, ya que dos arañas de jardín consiguieron 
tejer telas orbiculares en estado de ingravidez durante la m i­
sión espacial Skylab en 1973.
L a p r o d u c c i ó n d e s e d a
Los diferentes tipos de seda son producidos por glándulas si­
tuadas en el abdomen del animal, llamadas glándulas sericí-
54
Detalle de un grupo de fu su la s: la seda es emitida po r el extremo

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