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McDougall, J Estados Psicosomáticos, Neurosis de Angustia e Histeria En Teatros de la mente (1)

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LA INTERPRETACIÓN DELO IRREPRESENTABLE 
105 
I.: ¡Ah 
1
, lo que se abre aquí son rnis fobi<is. Bueno, adi\·i-
110 que eso es mejor que no poder respirar. ¡Vaya! Creo que 
hay un poco más de espacio para mí en su interior del que· 
solía haber. ¡Un espacio seguro! · 
Durante la siguiente' sesióri Isaac sale con la ide·a de. que su:· 
madre era tan indulgente que le hubiese dejado hacer tocio cuanto 
quisiera. De hecho, era la «prostituta» originaria. En su terror, se 
veía obligado a crear sus propias leyes para protegerse del amor 
asfixiante ele su madre. Tenía que tener cuidado de no ser penetra-
do por sus métodos invasores. Isaac considera ahora que su odio 
hacia la ropa interior de su madre está estrechamente conectado.a 
su temida fantasía de «ser devorado por la presión de sus potentes 
muslos», tema que desarroll ó a lo largo de varias sesiones. 
I.: Pero hasta· que no me picó la avispa era inmortal. 
Ahora sé que durante tocia mi vida he tenido miedo a ser 
devorado por tni madre . Siempre esperándome .. como una 
araña hambrienta. Estoy continuamente esperando mi 
muerte . 
Esto no es una angustia de castración f¡ílica, sino un miedo más 
primario a ser poseído o devorado, que podríamos denominar cas-
tración narcisista o miedo a la aniquilación. Al mismo tiempo, 
Isaac está proyectando en la representación mental de :>u madre 
sus propios deseos sexuales primarios, porque es él, el niño devo-
rador, quien desea comerse a su madre (la proyección sobre la 
tiencla-alimen tación). 
Así pues, el ag~~ón d<: la~L~2-0...E_~;.~1uirid~~~~.2-~i_g_~i.[.ica clo 
simbólico: ahora representa la imagen ele la madre devoradora e 
intrusiva de la primera-mtañe:1·a·~5· -éiC.cTG·· r;¡· -ñ1aéii·e -(jlie . mira ·a-·-su 
hijocon deseoen sus ºJos.-Este pe11samie1iTo·-ne·v·aaTs-:ú1C:;i-acor-
dam-~t:l'ñ'aVez-i'ñas,ue1 recuerdo de su madre, echándose sobre é1 --
P'"'ª prntegerle. ~ 
I .: ¡Dios mío, qué difícil es llevar el peso de uoa madre.-:--" 
\! 
ESTADOS PSICOSOMÁTICOS, 
NEUROSIS DE ANGUSTIA E HISTERIA 
Algunas hipótesis sob1·e los estados psicosomáticos 
Los fragmentos del análisis de Isaac de scri tos en el capítulo 
anterior nos scrvir<1n para ilustrar el e~tudio de algunas hipót esis 
· sobre la regresión psicosomútica que pueden contribuir al entendi-
miento del tipo de funcionamiento mental y organización dinámica 
de la personalidad que tiene más probabilidades de incrementar la 
vulnerabilidad psicosomática. Mi primera propuesta se refiere a la 
,_ posible relación entre los síntomas psicosornáticos y los síntomas 
' histéricos, tal como puede observarse en el transcurso· del trata-
miento psicoanalítico. En un estudio anterior (McDougüll, 1978), 
en el que· examinaba detalladamente la's diferencias entre los dos 
tipos de sintom~1tología, propuse que el fenómeno psicosomático, a 
diferencia Lle las manifestaciones histéricas, estaba desprovisto efe 
un contenido de fantasía reprimido, capaz ele ser verbalizado, care-
ciendo, por tanto, de un significado simbólico directo tal como lo 
encontramos en la estructura inconsciente de los síntomas neuróti -
cos. He acabado por dudar de esca falta total de significado simbó-
lico al ir descubriendo los intensos mecanismos de defensa que al-
gunos pacientes utilizan para que su dolor psíquico sea inoperante 
Y que incluyen la eli111inación radical de cualquier representación 
·de ideas intensamente cargadas de afecto. (En el capítulo VIII se 
estudia más c!eteniclarnenle este tema .) Para empezar, era incapaz 
de apreciar el significado arcaico subyacente de las reacciones psi-
cosomúticas ante el conflicto psíquico; es decir, hasta qué punto 
dependían de fantasías corporales extremadamente primarias. Em-
ll' 
' , 
108 E$TMlOS PSICOSOMÁTICOS. NEURO:)JS DE ANGUSTIA E IIISTERIA 
C0 111llllÍCación y 'a interesarm e por e l pape l CCO rlÓ!1li CO ele Ja ·sornati· 
zación en la es tru c tura psíquica. Quizá se podría abog:H· por la 
noción de «S imbo lismo preverbal» separado de cua lquier lazo ver· , 
bal con e l fun cionamiento preconsciente (Freud, 1915b), que pu· .. 
diera dar lugar, posteriormente, a una forma arcaica de histeriJ. 
Es ta es mi primera l?,ropos ición . 
La estructura edípica 
Una segunda proposición es Ja de una estructura específica de 
personalidad en la que las representaciones y los conflictos edípi-
. cos están infiltrados por una fantasía subyace nte primari a de tipo 
preverbal, y en la que e l cuerpo del niüo está poco diferenciado del 
1 
cuerpo de la madre. Por tanto, cualquier contacto eró tico íntimo: 
se vive, inconscie ntemen te, como un pe ligro de cng11ff111 e111 (*) ~ 
mue rte. En un a fase posterior el papel esti·ucturante ele la imagen 
del padre sirve para borrar e l hecho de que la organización ed ípica 
está co nstruid a sobre una relación arcaica fantaseada, a la cual me 
referí en e l capítulo anterior como «la madre abisa l y e l niño ta-
pón ». (El análisis de Isaac y el de Pablo , cuyo historial comtituye , 
la base del capítulo VIII, ilustran este fenómeno. A mbos· padecían ~ 
úlceras gú:; tricas y otras enfe rmedades psicosomúticas, y aunque en 
mu chos aspectos su funcionamiento psíquico era muy distinto, sus 
historia les se parecían de un modo asombroso en aquellos ciernen· ., 
tos que contribuían a su Organiz;ición edípica .) A mi modo de ver; 
este tipo d e es tructura edípica predispone al sujeto a una· futura 
regresión psicosomática, especialmente en aquellas si tuaciones de 1 
tensión externa o interna que no percibe y ele una acción continua· 
da. Sumadas a las fantasías inconscientes corpora les, a menudo, la 
economía psíquica se caracteriza por una forma de funcionamienlo .a~ 
m e ntal e n la que las representaciones per turbadoras y los afecto1 
dolorosos corren el riesgo de ser expulsados y repüdiados de la ¡ 
psique, más que reprimidos o contrai nvestidos mediante la utiliza· 
ción de mecanismos de defensa neuróticos. 
(*) N. del T.-E11g11/ji11e111 (<ibsorbido). t.:rmino usado po r Laing ( 1960) pari 
descr ibir 'Jna íorma de angus tia su írida por algunas personas con falta de seguridad 
onrnoi<n ir- :i nrimaria. en b oue las re laciones con otros so n vivenciad~s como ame~¡ 
l:STA DOS PSfCOSOi\1..\.TI COS, NEUROSIS DE ANGUSTIA E HISTEIU .·\ 109 
La c<.:onümía psíquica 
Una tcrcc ra co nsideración es la ,k un rn;xlo específico el e des-
cargar la tensión, en el que la acción y rcacción tienen prioridad 
sobre la elaboración mental. La aniviJad psíquica, que e n otros 
casos llevaría a la construcción de pensa mientos o a expresiones 
sublimadas -o a la formación de síntomas psicóticos y neuróti -
cos--, en su lugar se cortocircuita y desca rga m ed iante acciones 
inmediatas o repetitivas. Tales actos, a los que me he referido co-
mo actos sintomMicos, no son, en modo alguno, una solución para 
resolver los conflictos ele la realidad pulsional o de la realidacl ex-
terna agobiaclora con la que el su je t0 se e nfrenta. Son simplemen-
te una huida o una re tirada de la s si tuaciones dolorosas y que pro-
vocan ansiedad (En gel, 1962), acompai'tada por la d es trucción psí-
quica (más que por una negación) de las represe ntacione s no de-
seadas y, consiguientemente, por la e vacuación s(1bita de los afee·· 
tos ligados a e llas. A~;í pues, !sane se limitó durante tod a su vici a a 
cerrar los ojos, fumar un cigar.rillo o cecler a la irresistible neces i-dad ele ma sturbarse cuando se producía en é l un se ntimie nto de 
anp.. us ti a, culpa u hos tilidad; por e jemplo, cu¡1ndo veía parejas ena-
rnciradas, entierros b ropa inte rior expuesta e n alguna tienda. 
S in embargo, tenemq$ . que admitir qúc los actos sintomáticos 
de este tipo fo1 man parte, de vez en cuai1do , de la coraza psíquica 
de cada individuo. Beber para ahogar uoa pena pasajera; fumar o 
comer .e n exceso piiri sor tear las iruscracioncs diarias d e la vida; 
tornar una píldora para calmar la angustia o asegurar el sue 11o; 
robar co mpulsivame nte objetos insignificantes O destruir «<1CCiclen -
. talmente» objetos valiosos bajo el dominio de de terminadas ten-
sion es eró ticas y agresivas; utiliza r a veces a las personas de un 
modo adictivo en circunstancias de gran te nsión son hechos re la ti -
vame nte corrientes entre gentes que . e n su mayor parte, no están 
consideradas psicológicamente enfermas . Todo el mundo tiende a 
veces a dominar las tensiones y el dolor psíquico mediante accio-
nes inadecuadas o la dependencia de agentes externos, en situacio-
nes e n las que es taría más indicado contener los pensamien tos y las 
emociones, e incluso sería necesa rio p::ira conseguir una solució n 
más estable. Desde el punto de vista ele la economía psíquica, e l 
elemento importante respecto a los actos sintomáticos es que re .. 
quieren una elaboración psíquica mínima, e incluso, a m e nudo, la 
sust ituyen por e ntero. 
En algunos analizanclos podemos observar que este tipo de fun-
cionamiento mental es el método predominante para mantener la 
homeostasi s psíquica , siempre que la economía libidinal , bien in-
.___, 
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110 ESTADOS PS!COSOMÁTICOS, NEUROSIS DE ANGUSTIA E lllSTERIA 
vcmQs claramente en algunas ent iuac!es clínicas, tales como las 
perversiones orga11izadas, la conducta 2.dictiva, determi1iadas for· 
mas de patología del carácter, y eri todas aquellas situaciones en \ 
las que la tensión psíquica precipita un;~ disfunción somática o faci· r: 
lita una infección u otras formas de enfermedad fisiológica. Los f 
síntomas psicosomáticos de esta naturúleza surgen al final de la ' i 
serie de los actos sin~.om~ticos que estoy proponiendo aquí, en lm '., 
que la elaboración psíquica en este sector está al mínimo, o incluso'., 
totalmente ausente. Las raíces de tal esquema de funcionamiento 
mental se encuentran en el inicio de la vida psíquica (McDougall,1 
1982a), y la prueba de su efecto perturbador puede observarse cla:j 
ramente en los niños pequeños. Dado que el bebé psicológicamen·! 
te no puede elaborar situaciones de tensión, de dolor mental o de3 
una ·estimulación excesiva, las manifestaciones patológicas son, in· 
variablemente, de naturaleza psicosomál'ica, como el insomnio in· :1~· 
fántil, el continuo regurgitar y volver a tragar el contenido estoma·' i 
cal conocido como mericismo, el vómito cíclico y las reacciones: 
. espasmódicas de diversa índole . Tales. observaciones plantean al 
psicoanálisis unos problemas de investigación muy desafiantes, 
i tanto en el campo teórico como en el clínico. 
·El acting out y los fenómenos psicosomáticos 
En el trabajo psicoanalítico con adultos este fenómeno de ac· 
ción y reacción tiende a sustraerse al proceso ana lítico, obstaculi· ' 
zando su progreso. El concepto freudümo de acting out merece. 
· una reflexión en este contexto. Originalmente, este concepto se 
. aplicaba a la situación psicoanalítica para describir etapas en las ·.¡ 
que los conflictos movilizados por la relación de transferencia se I 
dispersaban mediante algún tipo de acción -normalmente fuera ' :~ 
del encuadre analítico-, en lugar de verbalizarse y elaborarse du· . 
rante las sesiones. No obstante, a pesar de esta limitada connota·1 ·.: 
ción clínica, el acting out es, en teoría, un concepto económico en . · .. 
la medida que supone una inmediata transformación en acción de '. '. 
las mociones pulsionales, fantasías y deseos, a fin de evitar deter· : ~­
minadas representaciones o emociones dolorosas, demasiado exci· 
tantes o conflictivas. Todo esto también se incluye en la categoría 
de repudio psíquico o desestimación (*). 
' 
( ') Freud utiliza a menudo el término Ve1werf1111g, repudit1 y expulsión fuera 'IJ 
de la p~ique, por ejemplo, en su trabajo El hombre de los lobos (1918), para desig· '. ". 
nar un mecanismo especialmente psicótico di$linto del de la represió n Verdran· '. · 
EST1\DOS PSICOSOl\!.\TICOS. NEUROSIS DE ANGUSTIA El \ISTERI:\ 111 
El US\) de la palabi·a out en la traducción inglesa ck Agicn:u 
como ocling 0111 sugiere uni1 doble noción [)L'rtcnecientc a la eco110-
111ía psíquica: en primer lugar, algo que hubiera debido mantenerse 
dentro y ser manejado psicológicamente es puesto fuera ele uno 
mismo o de la situación analítica. En segundo lugar, la tensión estú 
siendo drenada, de suerte que no quede ninguna huella del conflic-
to interno. Ésta es una .. noción fundamental en los escritos de 
Freud (Freud, 1938b). Así. los afectos depresivos o de ansiedad 
con los que el sujeto no es capaz de enfrentai"se no adquieren re-
presentación·mental. El mecanismo psicológico de repudio va un i-
do a la tendencia económica al nC1ing 0111 y a la descarga de 
tensión. 
El aplicar el concepto de repudio más que el de represión a los 
fenómenos psicosomúticos nos lleva a la suposición ele que el con-
fli cto mental es desaprobado y expulsado de la psique, para ser, en 
su lugar, descargado a travé s del cuerpo y su funcionamiento so-
mático. En los inicios de la vithi psíquica el cuerpo se vive corno un 
objeto que pertenece al munclo externo. Esta forma de percepción 
sigue ex istiendo en la vida onírica y en determinados estados psicó-· 
. ticos y místicos; es decir, que el cuerpo mistno o determinadas 
zonas o fLuiciones son tratados como entidades in<lependientes, y a 
veces pertenecientes a otro o bajo su dominio. Por ejemplo, en los 
estados psicóticos en los que el sujeto se inflige graves automutila-
ciones, éste puede permanecer ajeno a cualquier sensación inme-
.cliata de dolor. Aquí lo más importante es la posibilidad de que, en 
lo que pudiéramos llamar estados mentales «psicosomáticos», algu-
.nas zonas y funciones corporales puedan ser consideradas, incons-
cientemente, de este modo: no se consideran propiedad del suje to, 
sino pertenecientes a otro, a la madre de la primera infancia (*) . 
Así pues, esto contrastaría r>rofuridarnente con la estructura 
psíquica que sustenta la conversión histérica, en la que los procesos 
primarios de pensamiento dan a cien as. zonas y funciones corpora-
les uri significado simbólico de tipo pulsional. 'Tal corno se puso de 
manifiesto en el capítulo ll, los síntomas psicóticos y neuróticos 
son, ante todo, un esfueho para lograr la .autocuracíón mediante 
algún tipo de actividad psíquica que conduce a la creación del sín-
toma como un intento de so lución al conflicto mental. Por otra 
parte, los síntomas psicosomáticos, aunque puedan adquirir un sig-
nificado simbólico securidario e incluso proporcionar beneficios se-
cundarios -un entorno que se preocupa por ellos~, son, ante to-
cio, el resultado de mecanismos de eví¡ación que no están compen- · 
(') Krystal (1977) propuso una hipótesis similar rcference a la predisposición a 
I•.\ ,,..,,.,: ~ • ..,, •.•. , _ f- • 
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112 ESTADOS PSICOSOMÁTICOS, NEUROSIS DE A0:GUS1'It\ E HISTERI:\ 
sados por la creaciól) de síntomas psicológicos. Naturalmen-te, es-
tos mecanismos de evitación pueden también considerarse · como 
intentos rudimentarios de curarse a sí mismo, expulsando del co-
nocimiento psíquico cualquier forma de dolor mental. 
Los individuos que utilizan estos recursos de escape de un mo-
do exagerado tienden a dar una apariencia de 11onnalíclad en la 
med ida en que están libres de síntomas y, a 1i1enudo, dado el 
ahogo de sus afectos, parecen c<Jpaces de enfren tarse con la adver-
sidad en cualquier circunstancia. Es precisamente este últimoas-
pecto del fenómeno del acting out --·--sobre todo, _cuando este fenó-
meno adquiere un cariz psicosomático- el que hace a estas mani-
festaciones tan desesperantes en la práctica psicoanalítica. El ana-
lista oye un habla asociativo que, aunq ue es eminentemente cohe-
rente, parece no conducir a ninguna parte. En esos momentos sen-
timos que falta algo, una dimensión a menudo de carácter afectivn; 
a 
es como oír Ja letra de una canción sin la música. Esta forma de 
hablar difiere en gran parte de aquella en la que los pensamientos 
reprimidos, l<Js fantasías y los sentiinientos negados, aunque in-
conscientes para el analizando, tratan por tocios los medios de pro-
porcionar pistas ele sú eX: ist enciá, no só lo a través de los síntonias 
propiamente dichos, sino también a trav1~s de sueños , asociaciones 
repentinas, actos fallidos y demás. Cuando la comunicación t'io es f :, 
de este tipo, sino que se reduce a acciones y reacciones. como nos · 
ocurre a tocios ele vez en cuando, sabemus entonces que el teatro 
interno no se está elaborando internamente, ni. siquiera bajo la forma 
ele una sintomatología neurótica o psicótica, sino que más bien se 1~ 
está externalizando en el escenario del mundo o está descargándo- ' 
se somáticamente. 
{ 
Factores externos que p1·ecipitan el fenomeno psicosomático &f 
El cambio desde la elaboración mental a la descarga por medio 
de la acción podría producirse, principalmente, cuando estamos 
sometidos a repentinas heridas narcisista~ o a inesperadas pérdidas 
~ 
de objetos. Con frecuencia tales hechos producen una condu~ta 
desusada, o provocan manifestaciones psicosomáticas leves o gra-
ves. Utilizo aquí ehtérmino psicosomático en un sentido amplío, . ll'i 
pero únicamente desde el punto de vista psicoanalítico. Es decir, 
que me refiero i1l cuerpo y a su scff somático tal como se manifies-
tan en el transcurso de la experiencia analítica. Por tanto, no me 
estoy refiriendo solamente a las enfermedades psicosomáticas re-
conocidas, tales como úlceras gástricas, asma bronqu'ial y colitis 
ESTADOS PSICOSOMATICOS . NEUROSIS DE ANGUSTIA E HISTERIA 113 
precisos, que se acompañan i11variabkmentc de síntomas físicos . 
como cansancio, sudores, temblores y apatía. A este abanico de 
fenómenos psicosom:nicos cabría a1-1adir la propensión a los acci-
dentes y la creciente susceptibilidad;\ las infecciones en épocas de 
tensión. El psicoanalista tiene múltiples oportunidades de observar 
dichos fenómenos y se halla en situación de formular hipótesis dis-
tinras de las de los psicosoínaticisras, que, aun viendo a muchos 
más pacientes , no tienen tantas posibilidades de seguirles a través 
de la intensa experiencia de un psicoanálisis o durante el transcur-
so de una psic9terapia. 
Aunque todos tenemos un determinado umbral para la tensión 
psíquica más allá del cual nuestras capacidades para afrontarla men-
talmente pueden fracasar, mis observaciones clínicas me han lleva-
do a soste-ner que la vulnerabilid~d psicosomática aumenta notable~ 
mente a raíz de cualquier perturbaciónen nuestra economía narci-
sista (McDougall, 1978). Cuanto más frágil es nuestro equilibrio nar-
cisista, más fácilmente tendemos a acabar con la tensión externa e 
interna mediante algún tipo de conducta acting out o un acto sinto-
márico de somatización. En caso de somatización, el sujeto suele 
pernl.anecer ajeno a sus conflictos mentales y a su dolor psíquico. 
))e heeho, rara · es Ja persona que piensa que sus enfe1:medades 
fisiológicas son también enfermedades psicológicas. Recordemos 
que durante cuarenta años Isaac vivió ajeno a cualquier tipo de 
problema psicológico . Aunque padeciera úlceras gástricas, asma, 
!rastornos cardíacos y tetania, jamás sospechó que este conjunto 
de enfermedades tuviera una dimensión psicológica. Su estructura 
defensiva era tal que ni sabía del alcance de su fragilidad narcisista 
ni de su terror subyacente a todas aquellas situaciones de relación 
investidas· libidinahnente. Las perso nas como Isaac, que forman 
legión, son capaces de sumergirse en sus relaciones profesionales o 
amorosas sin el menor conocimiento del estrés psíquico continuo 
-es decir, actual- al que están sometidas día tras día. La falta de 
conocimiento que sigue cuando la mente evacua rápidamente cual-
quier irrupción emocional precipita, en su lugar, una grave disfun-
ción somática. 
A mi modo ele ver, en tales situaciones el cuerpo está defen-
. diéndose a sí mismo como si estuviera amenazado por una enfer-
medad biológica y, por tanto, despliega ünas técnicas de supervi-
'vencia en una situación equivocada. (Esta noción está desarrollada 
más detenidamente en McDougall, 1978.) Es quizás esta total ig-
norancia ele los afectos excesivamente dolorosos o excitantes, con 
su consiguiente conflicto mental, lo que contribuye a la ahora ya 
clásica descripción ele una estructura ele personalidad supuesta; 
.. ; ...... . -. 11 ,, ... 1 ~ , . r J, 1'\I.' 
1 
[ 14 ESTADOS PSICOSOMAT!COS, NEUROSIS DE ANGUSTIA E HISTERL\ 
catastróficos que pudieran causí1r un consickrable dolor psíquicu 
en la mayor parte ele la gente sori considerados con aparente calma 
y un est<:iclo inusitado Je falta de afectos, conocido como nlcxi· 
timia (•). Mis observaciones durante largos ai1os de trabajo con, 
pacientes analíticos me inducen a recalcar que esta co.ndición no se' 
debe, necesariamente, a una falla tanto en las estructuras psíquicas 1 
como en las biológicas.neuronales. Los hechos traumáticos que tan 
frecuentemente preceden al brote de graves afecciones psicosomá· 
ticas -pérdida de seguridad, abandoi10 por pane de los objetos 
amados, pérdida repentina de autoestima- podrían ser considera· ·' 
dos, por el contrario, como causante~ de un dolor y una perturba· 
ción demasiado profundos como para: que el su jeto pueda sopor· 
tarlos o que des1jiertan una angustia de dimensiones psicóticas. Es•• 
decir, los modos de relación de tipo operatorio y la expulsión del 
afecto pueden ser unas defensas mentales extremadamente prim.a· a 1: 
rias. El miedo concomitante, pero no reconocido, de verse arrolla· 
do por afectos incontenibles y empujado a acciones insensatas, a., 
«romperse en pedazos» o a perder el propio sentido de identidad y. 
la capacidad de funcionamiento, emergen a menudo en el análisis. 
Las ideas úo deseadas y los afectos dolorosos han sido a tal punto 
tan rápidamente eliminados, que al sujeto no le queda ningún co· 
nocimiento ni siquiera de qu e hayan existido . (En el capítulo Vlll I 
se describe. un ejemplo de un caso ele ,este tipo.) Podría añadirse 
que cuando se reacciona ante cualquier tipó de tensión como ante 
una amenaza narcisista, en un nivel de narcisismo infantil (en el 
que el cuerpo del niño apenas está diferenciado del cuerpo de la 
madre), entonces Ja respuesta somática a la tensión pulsional y al 1·· 
estrés del entorno constituye una acusación contra ·aquella parte -· ~ 
del propio sel/ corporal que es vivida como perteneciente a Jama· ;, 
dre o ser ella. En otras palabras, la enfermedad se convierte en 
otro vínculo inconsciente con la madre, cuyo cuerpo también es 
atacado. ';, 
Basándose en largos años de experiencia como psiquiatra y psi-
coanalista adscrito a una unidad psicosomática, Lefebvre (1980) 
observó que la «vulnerabilidad psicosomática auil1enta notable· ;9',_ 
mente en aquellos pacientes que se vieron expuestos durante su 
infancia a hechos traurntíticos en la fa:ie de separación-individua· 
ción descrita por Mahler». Propone que «el paciente que somatiza 
parece revelar durante la somatización un modo de relación que , 
cuando es crónico, es característico de Ja llamada personalidad 
(') Alexitimia (Sifneos. 1973; Nemi;ih, 197E:} significa no tener palabras para I ' 
las emociones. o un estado de incapacidad para distinguir una emoción de otrn. En ' · 
el capítulo VII ~e trata am¡iliaméntc de este concql!o. 
.. ___ • .,. .• J 
ESTADOS PS!COSOP,1.-\TICOS, NEUROSIS DE ANGUSTIA E HISTERIA 115 
narcisi~ta ... La confrolllacióncon semejnnres diferencias rntre 11110 
111is1110 y el otro proi·oc(I 1111 ca/lejó11 sin salida relocio11al y eco11ó111i-
co que conduce al "doblegarnienro" de los afectos y a una desorga-
nización regresiva expresada somática mente» (págs . 5-11; Ja cursi-
va es mía). 
Pienso que muchas personas se han creado una armadura psí-
quica que tiene como restiltado el que, en algunas circunstancias, 
ni piensan ni sienten clemilsiaclo intensamente. Estas circunstancias 
pueden consistir en hechos catastróficos, como hemos sugerido an-
teriormente, pero pudieran ser también hechos cotidianos tales co-
mo situaciones en el trabajo, en la vida sexual o simplemente el 
conocer gente, que contienen un potencial traumático oculto . Por 
ejemplo, los hechos que provocaron una patología gástrica grave a 
Isaac fueron su fracaso en pasar un importante examen y el inicio 
de su vida sexual adulta. Isaac se daba cuenta ele que se sentía 
derrotildo y .narcisistamente herido por el fracaso, pero permane-
cía ajeno a los elementos traumáticos soterrados que estaban sien-
do constantememe reactivados por sus experiencias sexuales, aun-
que conscientemente las veía como algo satisfactorio. 
Una reconsideración de las neurosis actuales 
Isaac estaba destinado a verse aquejado por un nuevo trastorno 
psicológico, también de carácter psicosomático: una grave neurosis 
de angustia. Las neurosis actuales son aquellas en las que el afecto 
intenso es vivenciado conscientemente, aunque sea de un modo 
difuso y desligado de representacioúes mentales claramente defini-
das, en contraste con la sintomatología neurótica. Los primeros 
textos freudianos (1898, 1914, 1916-1917) que tratan de este con-
cepto son, en cierto modo, los primeros escritos psicoanalíticos so-
bre fenómenos psicosomáticos. El cérmino neurosis ac111al, ahora 
anticuado, incluía dos categorías: Ja 11e11raste11ia y la neurosis de 
angustia, a .las que Freucl a11adiría posteriorn1ente la hipocondría. 
Los· rasgos de la neurastenia induían cansanciC-i físico ele origen 
«nervioso», dolores de cabeza, trastornos digestivos, estrei'iimien-
lo, actividad sexual disminuida, etc .. La neurosis de angustia tál 
como se manifestaba en Isa~c se caracterizaba por sudores, tem-
blores, palpitaciones y dificultades respiratorias. Muchos de los 
analizandos siguen hoy día describiendo estos mismos síntomas tan 
· vívidarnente corno en la: época ele Freucl. En efecto, en los anúlisis 
de hoy, mucho más largos que los de antes, a menudo encontra- ··. 
mosque, seguido a la desaparición de los síntomas ·neuróticos que · 
trajeron al paciente ~I ;in;íli<:ic ,;..,.,., " ~···-· ~ c..-· · ··· - ' 
\,. 11 11 ... 11 11 .. 11 .. JI \1 
i 16 ESTADOS PSICOSOMATICOS , NEUfl.OSIS DE ANGUSTIA E HISTERIA 1 
corren el riesgo de convertirse en otro obstáculo con el que trope· 
zará más de un aná li sis. Los síntomas han desaparecido y se han 
producido muchos cambios psíquicos internos, pero el analizando 
sigue encontrándose vacío, ansioso, desgraciado e- insatisfecho. ¡Y 
qué decir del analista! (McDougall, 1?84). 1 
Por súpuesto, Freud atribuía el origen de las neurosis actuales 
al bloqueo de los afeélos libidinales debido a la falta de satisfacción 
sexual o a la masturbación. Tales explicaciones parecen hoy día ~ 
1 
inadecuadas, y quizás esta dudosa etiología hizo mucho por des· i; 
acreditar el concepto. Me gustaría ampliar las hipótesis causales de. i: 
Freu<;i en varias direcciones. Al igual que él, considero que los ¡ 
estados depresivos apáticos y las neurosis de angustia están real· : 
mente movilizados y puestos en escena por tensiones «actuales• : f 
-es decir, diarias-, pero atribuyo esta activación a una modali· · ~ 
dad específica de funcionamiento mental: la descarga-en-actos que. " 
acaba de ser descrita . Este modo de funcionamiento está estrecha·I: 
mente vinculado con la naturaleza de las fantasías primarias que se¡ 
esconden tras la necesidad apremiante de actuar más que de refle· :· 
xionar, y la necesidad de ahoga r las emociones más que de conte· : 
nerlas . Sin embargo, los orígenes ele estos cuadros psíquicos se ' 
pueden rastrear en los más precoces intercambios físicos y emocio- 1~ 
nales entre la madre y el niño. Ei1 los estados graves psicosomáti· ;' 
cos y de ansiedad encontramos una organización edípica primaria,' ~ 
en la que la madre, sin repudiar<1J· padre, se relaciona con su hijn1 i 
como si éste fuera un comple mento sexual o una prolongación nar· ¡ 
cisista de su propio self, estableciendo así una forma específica de i 
relación con el sel/ corporal de su hijo. Esta organiza<;:ión está fre:, ~¡ . 
cuente.mente unida a una imagen de la pareja edípica que ocupaun { 
segundo lugar en Ja importante unidad madre-hijo. La situación: .1 
parecería requerir también un padre de algún modo complacienl( ~: 
que, en concordancia con sus propios problemas. inconscientes,'. ,,. 
permite que prosiga Ja relación incestuosa y mantiene su exclusión:· ; 
de este círcülo mágico y gratificante. El niño corre entonces cl· 
riesgo ele sentirse seducido, en peligro de ser invadido y presa dl~ '' 
terrores arcaicos y anhelos libid inales. A veces estos. niños pueden ' .! 
llegar al convencimiento de que no tienen una existencia real para 
sus madr.es. · Dada su incapacidad para manejarse a tan temprana, 
edad con una estimlllación excesiva, su imagen de la escena prima· 
ria tiende también a condensarse y a ser sád ica. 
Por consiguiente, sugiero que así como las manifestaciones psi· 
cosomáticas de las neurosis actuales suelen tener su origen en ten· 
siones Jibidinales no reconocidas --como sugería Freucl-, éstas se¡ 
activan por bloqueos libidinales del momento sólo cuando el bl0: 
CHJe·n ·rlr ... riv~ r1P tJ:"nr;r1o ............ ... '~·~-- · - - - -
(1: ..... I' 
ESTADOS PSICOSOMAT!COS, NEUROSIS DE .·\NGUSTIA E lllSTERl:\ 117 
precoces. Si la teoría freudiana de lü:; efectos patógenos ele la frus-
tración sexual y de la masturbación sigue gozando de créd ito. e~ 
tan sólo por el hecho de que los conflictos sexuales inconscientes y 
las insatisfacciones de los padres pueden crear elcmenros perturba-
dores en la estructura psicosexual del niño. El self y el cuerpo ele\ 
niño pueden convertirse, en este caso, en un objeto de investi-
dura inadecuada y aterrador y eJ conflicto puede transformarse 
en un conflicto en el que Jos deseos y temores primarios -deseo 
de fusión, temor a la desintegración y a Ja pérdida de identidad-
se anteponen a las luchas y angustias fálico-edípicas. La salida no 
es, por supuesto, necesariamente psicosomática; puede dar Jugar a la 
. creación de perversiones sexuales corno un medio para cortocircui-
tar las angustias y los deseos, tanto en un nivel edípico como en un 
nivel sexual más primario. (Estos temas se estudian más detallada-
mente en los capítulos XI y XII.) 
Además del _conflicto libiclinal, también hoy día resaltamos la 
importancia de las tensiones agresivas como un e!Cmento que con-
tribuye a la aparición de fenómenos psicosomáticos, en especial el 
papel del sadismo primario, el cual no ha logrado integrarse en la 
relación idealizada madre-hijo (ver capítulo VIII). Ai.in cuando el 
sadismo oral bien pudiera ser el efecto secundario de la proyección 
de envidia y voracidad del nii'lo, también puede incluir la ambiva-
lencia desconocida de la madre y la envidia de ésta hacia su hijo . A 
este respecto cabe sei'ialar que Freud no dejó mucho espacio para 
que pudiera desarrollarse la idea de que las cosas podrían ir mal 
entre la madre y su hijo, convencido corno estaba de que el perío-
do de la infancja constituía la base nostálgica para la creencia en el 
Paraíso. De hecho, una relación exclusiva madre-hijo de este tipo, 
en Ja que se requiere que el hijo, \'arón o hembra, sustituya al 
padre como objeto ele deseo y de anhelo libidinal, en potencia, es 
patológica incluso durante la lactancia. E.n este caso el nifio repre-
senta para la madre un objeto de necesidad vital más que de de-
seo. El objeto de deseo esun niño nacido de un amor adulto mu-
·tuo y encarna el deseo de que él también llegue a convertirse en un 
padre y un adulto que ame y desee. El niño que es objeto de nece-
sidad más que de deseo refleja los conflictos sádicos y sexuales sin 
r~solver de los padres, así como sus vivencias sexuales y narcisistas 
insatisfactorias. Con pacientes de este tipo uno tiene a menudo la 
impresión de que en la mente de los padres no existía ningún 
proyecto relacionado con la independencia futura del nir10 y su 
vida sexual adulta. Por el contrario, se diría que tal posibil idad 
hubiera sido negada o temida . 
Son madres a menudo excesivamente «maternales», no «sufi-
(' l (~ ri t· ~ '!' P n .f ~ l·u, 1.'.:I. n " ,... , ,..,. ...... .-. 1 ,. ,.. __ .a.: .J - ..J . 1 ... :! 
- ~ ...,. .,... ... ... .._,. ._... . -
118 ESTADOS PSICOSOMATICOS, NEUROSIS DE ANGUSTIA E HISTERIA 
«buenas en exceso»; aman a sus hijos en exceso, les cuidan y ali-
mentan en exceso y se preocupan por ellos también en exceso. Es 
posible que los nif1os vivan este trato como un abandono psíquico, 
ya que son cuidados por madres que pai·ccen totalmente indiferen-
tes a sus necesidades psicológicas y a sus estados afectivos. A mu-
chas de estas madres se las recuerda posteriormente como no ha· · 
biéndose interesado por el dolor mental de sus hijos, volcándose, 
sin embargo, de inmediato ante cualquier dolor corporal o síntoma 
físico. Además del evidente peligro de crear en la mente de estos ! 
niños la convicción de que existen solamente como seres humanos ·¡ 
en sí y personas interesantes cuando están enfermos, los aspectos i 
gratificantes de la relación corren el riesgo de dar la impresión de I· t., 
que 1.os niiios son la prolongación narcisista y sexual de la madre y ~ , 
que nada de lo que pudieran hacer podría satisfacerla: o repararla: ' •· 
es el abismo que espera ser llenado; las necesidad.es y los deseos; 
del niño no cuentan. Al mismo tiempo, tales niños no podrían 
abandonarla sin estrés psíquico. Este es el dilema del niño-tapón 
necesitado para que la madre mantenga su integridad'. Uno podría 
preguntarse por qué estos niños no se convierten en psicóticos o en 
desviados sexuales. Tan sólo puedo ofrecer un intento de explica-
ción extraído de rn.i experiencia clínica con pacientes cuya principal 
reacción ante la tensión psíquiq era la somatización, y que en 
otros aspectos no eran ni particularmente neuróticos , ni perversos, 
ni ostensiblemente psicóticos. 
Organiza.dones psico.somáticas frente a organ'.zaciones .p.ervcrsas .I· .. ~.:.{. 
Aunque el estucho completo de las seme1anzas y d1ferenc1as '· f 
entre el estado psicótico y el psicosomático requiere una i~vestiga- ; l 
ción más amplia que se aleja de los objetivos de este capítulo (ver ) 
capítulos VII y Vlll), hablaré brevemente de Ja estructura perver-
sa y cie su relación con la estructura psíquica psicosomática. Según 
mi experiencia, los problemas de los padres y las posteriores con- , 
versaciones acerca de la sexualidad y la identidad sexual del niño · 
que va creciendo constituyen un factor diferenciador fundamental. : 
En aquellos adultos cuyas vidas se han visto ampliamente condicio- . 
nadas por una búsqueda sexual compulsiva o desviada, casi inva- ' ·; 
riablemente encontramos en la historia de su infancia que la acti- ' 
tud de la madre tendía a rechazar totalmente la importancia de la 
sexualidad del nif10, actitud que se acompar1aba de_ frecuentes se·. f 
duccion~s sexuales de tipo pregenital, t<íles como el. ritual de apli· JI 
cación de enemas, la exploración de los genitales del niño, etc. 
() 1· !"() P J PT"r\P 11 tr. f ro/'"'11 a. • .,. f-""' ~~ ... ,..... -- 1 . . - - .. . . - .-' 
- -
ESTADOS PSJCOSOM;\ TJCOS, NEUROSIS DE ANGUSTl1\ E HISTERIA 11 l) 
grante o terrorífica de los padres sobre el sexo opuesto (en lo's 
capítulos XI y XII se tratan m:'ls clerenidarnente estas característi-
cas). En la mayoría de los analizandos que somatizan no he cncorr-
traclo este tipo de comunicación. La madre, aunque a menudo r'e'-
cordada corno seductora o clem.:isindo preocupada por el cuerpo y 
la salud de su hijo, no se la vive como denigrando la sexualidacPWt 
crean.do· reacciones· fóbicas contra 'el sexo opuesto. La madre de 
Isaac, por ejemplo, que le llamaba «mi sol» y le decía que siempre 
sería su «pequeño novio)), no transmitió a su hijo la idea ele que h\S 
mujeres o la sexualidad fuesen repugnantes o desagradables. 
Por lo que se refiere al papel del padre en la estructura psicos~­
xual del niño, es un hecho clínico notable el que las madres de los 
nioos que se convierten en desviados sexuales presentan a menudo 
al padre como un objeto de poca estima que el nifio puede ignorar 
. o no querer impunemente .. Esta denigración del padre persiste a 
menudo en lá mente del niño durante la adolescencia y la edad 
adulta. A este rechazo del papel del padre se añade una imagen 
distorsionada de la escena prím:uia y de la estructura eclípica con 
una debilitación inevitable del papel simbólico del padre como de-
tentador de la ley y del orden. Existe también una sospecha de la 
complicidad del padre en mantener una distancia respec to a su 
prole acerca de Jos asuntos sexuales y la identidad sexual en ge7 
neral. 
Por otra parte, en los pacientes con graves tendencias a la so~ 
matización he encontrado más a menudo que se conserva una ima-
gen del padre mucho más activa durante el período ele latencia y la 
adolescencia, pese a que aparentemente desempeñara un papel 
distante en la primera infancia. Se les recuerda también corno que 
hablaban sobre la sexualidad de un modo normal, quizás incluso 
con un matiz en exceso enfático en el futuro papel sexual del joven 
adolescente. Po¡- ejemplo, el padre de Isaac, aun cuando aparente-
mente desempeñara un papel mínimo en los inicios de su educa-
ción, insistía con especial énfasis en la importancia de un compor-
tamiento .«viril» y de las experiencias sexuales cuando su hijo se 
hallaba todavía en la pubertad. (Pablo, cuyo análisis ilustra el capí-
tulo VIII, presentó un retrato paterno idéntico.) El padre de Isaac 
también permitió que su hijo supiera de sus relaciones sexuales 
fuera del matrimonio. Aunque tal discurso paterno puede deselú-
peñar un papel «norrnalizante» en cuanto a la actividad sexual co-
mo tal y puede implicar que el nii1o tiene derecho a una futura vida 
sexual adulta, los problemas surgen si este tipo ele incitación se . 
•. • . . . '!: 
ll1Jerta en la terrorífica fantasía sexual infantil de ser devorado por 
la madre, . en la que el papel fálico estructurante del padre, es d'e-
r.ír <:11 f1inri1"11i r•nml'\ fio111'!1 m1P nr.ntror•1·:'i :d niñn rlP. hd rwlíurn P~ 
- " ,, 
1 
110 ESTADOS PSICOSOMÁTICOS. NEUIWSIS DE .-\NGUSTIA E 1-!ISTERIA 
11 
. 111íni1110. Tras la focliada deun~ organización cdípica normal: pue· I·: 
de esta; acechando una angustia arrollador2 respecto al vaCio se- ' 
xual sin límites de la madre y la representación de un falo paterno 
.desligado , vengativo y persecu torio . Esta combinación puede des- :¡ 
embocar en una sexualidad adulta que parece normal, pero que e1 ! 
de tipo pragmático~ en la que al compañero se le ve como una ;¡ 
función o una cosa mús que con1o una persona emocionalmente 1 · 
viva. Esta defensa ¡;rimaria cont ra los sen ti mien tos tiene un poten· ·:J 
cial de consecuencias patológicas de tipo p5icosomático, más que :! 
de carácter neurótico-histérico, tal como puede ocurrir cuando ha¡ ,i 
una regresión desde la situación edípica. Este movimiento progre· 
sivo de:;de el registro psicosomático al psiconeurótico bajo el iin· 
pacto del proceso analítico se il ustró en el C<i.pítulo anterior y tam· . 
bién será puesto de manifiesto en el capírulo VJII. 
· A este intento de contrastar una organización pseudo-edípicao 
en los pacientes que somatizan, con una estructui·a edípica des· 
equilibrada en los desviados sexuales, añadiría que muchos anali· 
zandos con una sexualidaddesviada también padecen síntomas psi· 
cosomáticostales como alergias de tocio tipo. l\o obstante, el caso 
contrario no es cierto: la mayoría de los pa.::ientes psicosomáticm :li• 
no presentan invenciones neosexuales orga nizadas. Por el contrn· , 
rio, su sexualidad aparentemente normal es pragmática y a m~nu· l1: 
do un tanto deslibidinizada, mientras que ias manifestaciones de 
las relac. iones corporales libidinales primari::s se expresán bajo la :.¡ 
cobertura de síntomas psicosomáticos. Esto muestra una desapro· ;' 
bación implícita del triángu lo edípico y, en su lugar, una fantasía ' 
somática oculta ligada al cuerpo de la madre, así como un odio 
sádico ignorado, que se vuelve contra el propio cuerpo del sujeto. 
La • atención prestada al síntoma esconde, a menudo, la fantasía 
profundamente oculta de reparar a la madre íel niño-tapón), mien· 
tras que Ja indiferencia hacia el sín tom a o d sufrimiento causado 
por él se convierte en un arma secreta d::: ;únada a destruir lmli' 
aspectos odiados o destructivos de la imago materna mediante 11 
destrucción de una parte del cuerpo de u::::o mismo. · 
Las agudas observaciones de Henry K1~.:;ial sobre el «dilema ¡ 
básico» ele los individuos droga-dependier.:es <;e puede aplicar,11 
igualmente, a muchos de los pacientes que tienen una disfunción . 
somática . Krystal (1978b) escribe que el paC::eme alcohólico o dr~., 
gadicto <\Vivencia algunas partes y funciones corporales vitales desi1 
mismo como siendo partes de la represen:2:::ión de óbjeto y no. 
como una representación propia. Sin tener conciencia de ello, se., 
vive a sí mismó incapaz de llevar a cabo e-sas funciones, porque j , 
siente q,ue esto Je está prohibi?o y r~servadc a los objetos parenta·~¡ 
les» (pag. 215). Krystal prosigue citando ;;;emplos de oac1ente~. 
ESTADOS l'SlCOSOi\!..\TJCOS, NEUROSIS DE ANGUSTI:\ E HISTERIA 12 l 
con patología psicosomática que h•1n pouido obtener ayuda me-
diante mecanismos de biofeedbacl:.. incrementando su control sq-
bre algunas zonas Je! sistema ner\'ioso autónomo. Los pacientes a 
menudo dierori 1riuestras de «Culpa y angustia cuando conseguían 
_algún control sobre las funciones \'italcs y partes de sí mismos que 
consideraban fuera de su control. .. Los primeros cuidados mater-
nos son vivenciados como . un permiso para vivir. .. Algunos (pa-
cientes) tienen miedo dé que hácerse cargo de tales prerrogativas 
maternas puede llevarles a destruirse a sí mismos» (pág. 217). 
A la teoría de Krystal ailadiría el imporranle papel desempeña-
do por las fantasías arcaicas Je la escena· primaria, en las que los 
niilos de uno y otro sexo viven sus cuerpos como el complemenro 
sexual de la madre. Para estos pacientes tomar posesión psíquica 
de sus propias funciones vitales y de las partes de su cuerpo es 
equivalente a destruir a Ja madre, mientras que mantener un fun-
cionamiento patológíco representa, inconscientemente, ser uno 
con ella, causando al mismo tiempo sádicos estragos en el cuerpo 
de la madre mediante la propia disfunción de sí mismos. Por ello, 
la representación ele la escena primaria ha hecho una regresión 
desde una relación tricorporal, a través de una relación bicorporal, 
a una lucha a muerte erótica unicorporal eil Ja que no existe identi-
ficación interna con un objeto materno solícito . (En algunas de las 
sesiones citadas en los capítulos IV y VI Isaac expresó ideas simila-
res ele un modo sobrecogedor.) Si se reconoce la dcpenclencia psi-
cológica hacia la madre, los pacientes a 1Úenudo pueden descubrir 
su relación profundamente adictiva· con todos aquellos objetos sig-
.nificativos del momento actual. Acaban por darse cuenta ele que 
éstos actúan como «sustancias» externas a las que se necesita acce-
der para sobrevivir. En el contexto de esta relación narcisista po-
demos comprender fácilmente la perturbación en la economía psí-
quica causada por Ja pérdida de esre objero que precede tan a 
menudo al brote de graves trastornos psicosomáticos . No se puede 
hacer el duelo por la pérdida del objeto desde el momento en que 
no se ha podido renunciar a él; una parte del sujeto muere psíqui-
camente en su lugar y esta muerte psíquica puede poner en peligro 
la supervivencia biológica~ · 
Escisión entre psique y soma 
Es evidente que en el escenario analítico estos analizanúos van 
a luchar ferozmente contra la relación de transferencia, si tienen 
una mínima sospecha de que esta vivencia puede despertar senti-
mientos de dependencia narcisista o libidinal. Esta obst~ rv:ici<'>n nH' 
\ 
.1· 
1 1 1 
--1% 
.~~· 
122 ESTADOS PSJCOS0;>.1..\Trcos, NEUROSIS DE ANGUSTIA El l!STERtA . 
\'llelvc a ll evar una vez lll<Ís a.I problema de la represe n1abilid;1d 
µs íquica y L1 toma de conc iencia de la irrupción akc1iva. Si las 
ansiedades psi<-'Óticas no k111 ciad o lt1g<1r' a la creación ele síntomas 11• 
psicóticos -es decir, si e l nii1o asustado ha tenido 4uc hacer frente 
a una fantasía dolorosa, a una exc itación arrolladora o al terror, 
creando un espacio estéril c111re el sezl y el \'acío absorbente que 
los otros representan- se cread, al mismo tiempo, un espacio 11; 
entre la experiencia áfcctiva del nii1o y su representación i11cntaL 
En otras palabras, tendrá lugar una escisión radical entre psique y :1 
soma. 
Por tanto, no debería extraiiarnos descubrir que todo lo que nos 
es dado ver; desde el mundo exterior, de la lucha de toda una vida 
por la supervivencia psíquica es la impenetrable coraza contrn 
cualquier.representación de fa irrupción emocional o del dolor psí-
quico. Todo lo que se ofrece en el comu ltorio analítico es un dis-
curso de tipo pragm~ítico u operatorio y una imagen alexitímica no I~ 
reflectante (ve r capítulo VII). Este habla puede incluso contener 
palabras y frases emocionales, exp resiones de alegría, odio, amor, 
cólera y, sin embargo, es tar vacío ele todo sentim iento. No encon-
tramos cosas tales corno una representaeión que sea dolorosa, te-
mida o excitante en sí, a no ser que la representación se acomparie 
del conocimiento consciente ele la emoción. Dichas personas dcs-
nfectadas (McDougall. 1984) hall creado una defensa primaria con-
tra todo peligro de intrusión violenta, protegiéndose así del riesgo 
~ . 
" 
'1 
' 
de verse convertidos en vasallos de la voluntad de o tro . 
Con una estructura defensiva de tal envergadura, el individuo 
que vive ,entre estos muros fortificados ya no necesita cortar los 
lazos con ios objetos importa1Úes o rom per el contacto con la reali-
dad externa. Pero el mantenimiento de tales vínculos contrainves- ,•; 
ti dos o de falso sel/ se consigue a costa de una profunda ruptura 
con parte _de la realidad interna del individuo y la consiguiente 
distorsión en lo que Freticl (l915b) llamó funcionamiento precons· .. ~ 
ciente. 
~~-
Podemos imaginar que así fue como se protegió Isaac ele este 
terror psíquico durante esos cuarenta y tantos años. No sabría de-
cir si antes de la aparición de la enfermepad psicológica ls<lac ofre-
cía al mundo un aspecto amélble y sonriente que nada revelaba Je 
la agitacicín emocional que había en su interior, mi entras todo el ..,, 
tiempo estas tormentas no reconocidas c~:taban anegando y echan-
do abajo ias barreras de su reino corporal. Él mismo sugirió que de 
eso se trataba: él era «el hombre má~ normal que jamás había 
conocido", Ningún pi·oblerna psicológico proyectó jamás la más 
mínima sombra en su mente, y de este rnodo no tuvo señal alguna 
de la tormenta que se e.stalia fraguando. 
1 • 1 1 
LSL\DOS l'StCOSOt-.IATICOS, NEUROSIS DE ANGUSTIA E 11\STER\r\ ; 123 
El anúlisis de Isaa.c nn empieza. por tanto, en el punto en que 
se inician sus trastornos psico~o rn ~íticos, sino en el momt:nto etl 
que su propia coraza, construid:¡ con sumo cuidado contra las in\'a-
siones afeclivas y las temidas ra11tasias, se rajó de parte a parte, 
dejúnclolc en un estado de ansiedad más allá de su control O de su 
comprensión. La tranquilidad operatoria y carente de afectos ele su 
vida pasada se reveló bn_¡talmente como una fortaleza contra una 
ansiedadele proporcione's abismales. Esra ansiedad podía no ha-
berse llegado a representar jamás en su psique de no haber sido 
por una avispa que se ofreció a sí misma, de un modo fortuito, 
como representación psíquica de un terro r literalmente indecible y 
un miedo sin nombre. 
De no haber siclo por la repentina movilización de una neurosis 
de angustia invalidante, Isaac probablemente jamás habría soñado 
con' comprometerse en la experiencia de un an<ilisis persona), Es 
muy probable, no obstante, gue esta irrupción de una neurosis ac-
tual le cnpacitara para evitar una poscerior desorganización psico-
somática, quizá m;ís grave. Además, su ;.¡,·entura analítica hizo que 
sus relaciones amorosas fueran más intensas y, mediante la aboli-
ción de muchas importantes inhibiciones, amplió su potenci;ll crea-
dor, que de otro modo habría permanecido ignorado. 
Como veremos en el capítulo siguiente, pese a que resurgic'ra 
en otros aspectos de su vida este mismo sombrío drama psíquico 
que invadió sll teatro ;nental, Js;~ac siguió luchanclo por conocerse 
a sí mi smo, hasta el punto de que ya no volvió a referirse a la 
antigua imagen que tenía de sí como a la de un hombre ;,supernor-
rnal», ni a acordnrse ele los motivos que le trajeron, en un princi-
pio, hasta mi puerta. 
,. 
. \ ' 
' 1 
	Teatros_de_la_Mente_3A

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