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Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años. Coordinador general Facundo Sassone Coordinadora académica María Agustina Díaz Autores y autoras de contenido Santiago Régolo, Ramiro Ortega, Ramiro Ortega, Juan Pablo Enríquez, María Agustina Díaz y Andrea Cuellar Editores y correctores de contenido Daniela Drucaroff Josefina Rousseaux Tomás Litta Diseño, diagramación, ilustración Lía Ursini Titular del INCaP Hernán Brienza Ministro del Interior Wado de Pedro Presidente de la Nación Alberto Fernández Vicepresidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años. Página 3 6.1. El alfonsinismo (1983-1989) Luego de la Guerra de Malvinas, la dictadura militar comenzó a transitar el principio del fin. El reemplazo de Galtieri por Reynaldo Bignone abrió paso a una nueva etapa: el retorno democrático. El gobierno de facto convocó a elecciones para el día 30 de octubre de 1983. Durante la campaña, el candidato de la UCR, Raúl Alfonsín, tomó como bandera el preámbulo de la Constitución Nacional y la defensa de los valores democráticos. Prometió enjuiciar a los responsables del terrorismo de Estado y reactivar la economía argentina, poniendo énfasis en la reconstrucción del aparato productivo. Con respecto a la deuda externa, propuso diferenciar la deuda legítima de la ilegítima y sólo pagar la primera. También intentó vincular a parte del peronismo con la cúpula militar, denunciando la existencia de un pacto realizado entre esta última con algunos sectores del sindicalismo. La sociedad argentina recibió el discurso radical, el 30 de octubre de 1983 Raúl Alfonsín se convirtió en el primer presidente en derrotar en las urnas al peronismo con el 51,7% de los votos frente al 40,1% del justicialismo. Para el peronismo, aquella primera elección tras la muerte de Juan Perón y la brutal dictadura, fue una dura derrota que derivó en la renovación de muchos de sus cuadros dirigenciales. Aquellos meses en los que se transitó el retorno democrático, tuvieron una masiva participación popular, especialmente de los más jóvenes, en diversos espacios de militancia. Aún se conservan en la memoria colectiva los actos de campaña multitudinarios en la Avenida 9 de Julio de la Ciudad de Buenos Aires y el clima de libertad en las artes y la cultura. La dictadura cívico-militar había perseguido a músicos y artistas populares, censurando y prohibiendo gran cantidad de obras. Dos sucesos de aquel momento simbolizan el clima cultural de la época: el regreso de Mercedes Sosa al escenario en 1982 y la visita de Silvio Rodríguez en 1984, recital en el que también participaron Víctor Heredia –cuya hermana estaba desaparecida-, León Gieco y Piero. Se produjo una renovación en el rock y también en el folclore, de la que participaron Peteco Carabajal, Liliana Herrero, Raúl Carnota y Manolo Juárez. La política y el arte volvían a encontrarse, el nuevo aire de libertad despertaba esperanzas en el conjunto del pueblo argentino. Un balance general de este período contempla la recuperación de la democracia, las libertades civiles, el juicio a las Juntas Militares de la dictadura, una política exterior más autónoma y con un perfil más latinoamericano y una primera etapa, que intentó, en el plano económico, una política de desarrollo a la que se denominó primavera alfonsinista. Sin embargo, problemas como el de la deuda externa creciente y heredada, la fuga de capitales, las corridas cambiarias, la suba descontrolada de precios y la actuación de los grandes grupos económicos, terminaron por desestabilizar al gobierno y hundieron al país en una grave crisis social. Raúl Alfonsín tras asumir la presidencia de la Nación, 10 de diciembre de 1983. 1A. El largo camino de la democracia Capítulo 6: El neoliberalismo en democracia (1983-2002) Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años. 4 Página 6.1.1. Los derechos humanos después de la dictadura Con el inicio de su mandato, el presidente Alfonsín impulsó un histórico juicio a los responsables del terrorismo de Estado, para lo cual, primero anuló la ley de autoamnistía dictada por la dictadura. En principio, instruyó al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas la investigación y sanción de los delitos cometidos, pero ante las demoras excesivas e injustificadas del tribunal militar, el 4 de octubre de 1984 la Cámara Nacional de Apelaciones asumió el proceso -la Causa 13- y llevó a cabo el juicio. El informe de la CONADEP, creada por Alfonsín, fue presentado en 1985 y sirvió de base a la acusación jurídica, contaba con más de cincuenta mil folios y daba cuenta de, al menos, la desaparición de “cerca de nueve mil personas”. Los acusados fueron los integrantes de las tres primeras Juntas Militares: Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti (comandantes en jefe del Ejército, la Marina y de la Fuerza Aérea, respectivamente, de la primera junta militar, entre 1976 y 1980). También, los jefes militares Roberto Eduardo Viola, Armando Lambruschini, Omar Domingo Rubens Graffigna, Leopoldo Fortunato Galtieri, Jorge Isaac Anaya, Basilio Lami Dozo, que integraron la segunda y tercera junta hasta 1982. Durante el juicio, en la sala de la Cámara quedaron acreditados crímenes, secuestros, torturas, saqueos, detenciones clandestinas e ilegales. Las audiencias orales se desarrollaron entre el 22 de abril y el 14 de agosto de 1985, con la declaración de 833 personas, entre ellas, ex detenidos desaparecidos, familiares de las víctimas y represores. La sentencia fue dictada el 9 de diciembre de 1985, basada en 709 casos presentados durante el juicio. Videla y Massera fueron condenados a reclusión perpetua, Agosti a cuatro años y seis meses, Viola a diecisiete años y Lambruschini a ocho años de prisión. A su vez, Graffigna, Galtieri, Anaya y Lami Dozo fueron absueltos. El juicio y la condena a los integrantes de las Juntas fue un hito histórico. Aunque luego, basados en la teoría de los dos demonios y los tres niveles de responsabilidad, los juicios destinados al resto de los militares responsables quedaron cerrados por las leyes de Punto Final -cese de la persecución penal- y Obediencia Debida -exculpación de los oficiales inferiores- en 1986 y 1987 respectivamente, en un contexto de presiones por parte de los sectores castrenses. La teoría de los dos demonios fue una lectura de lo ocurrido, que equiparaba las responsabilidades entre quienes practicaron el terrorismo de Estado y quienes integraron grupos guerrilleros. Mientras que, con una tesis ya sostenida durante la campaña electoral de 1983, el gobierno propuso diferenciar los niveles de responsabilidad jurídica en los crímenes de la dictadura por parte de los militares, distinguiendo entre quienes dieron las órdenes, quienes la cumplieron y quienes las excedieron. Pese a esto, el gobierno de Alfonsín entendió que gran parte de la tarea había sido realizada, de acuerdo a los objetivos de averiguar la verdad y sancionar a los altos mandos, en su condición de principales responsables. Juicio a las Juntas Militares, 1985. Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años. Página 5 Los levantamientos armados, liderados por un grupo de las Fuerzas Armadas llamado Carapintadas, liderados por oficiales como Aldo Rico, Seineldín y Barreiro, entre otros, en 1987 y 1988, presionaron fuertemente por el fin de los juicios. El primer levantamiento, el de la Semana Santa de 1987, generó una gran movilización popular a la Plaza de Mayo en defensa de la democracia, donde Alfonsín, tras haber ido a Campo de Mayo -foco de la insurrección-, dio un discurso acompañado de los principales dirigentes de la oposiciónpolítica y del sindicalismo. Allí se registró la conocida frase: “La casa está en orden y no hay sangre en la Argentina”. A partir de 1983 comenzaron a conocerse en forma pública las atrocidades realizadas por las Fuerzas Armadas. La sociedad en su conjunto condenó a los responsables directos. Sin embargo, tuvo que pasar mucho tiempo para aceptar, reconocer y denunciar que parte de la sociedad civil había sido cómplice: una parte de la cúpula eclesiástica, del empresariado, del poder judicial y de los medios de comunicación también tenían responsabilidad en lo ocurrido. Un sector del campo vinculado a los partidos políticos tampoco se había involucrado en las denuncias de lo que había ocurrido. El PS ofreció dirigentes para ocupar cargos en el cuerpo de diplomáticos, tal es el caso de A. Ghioldi y W. Constanza. El Partido Radical y el Justicialista aportaron dirigentes para desenvolverse como intendentes u otros cargos del gobierno militar. El PC –movido por el acercamiento de Martínez de Hoz con la URSS- rechazó las denuncias de las desapariciones. La cúpula de la Iglesia Católica contó con obispos que apoyaron el accionar de la dictadura, llegando inclusive a presenciar sesiones de tortura en los centros clandestinos de detención. De más de 80 integrantes del Episcopado, sólo cuatro denunciaron lo ocurrido: Enrique Angelleli, que fue brutalmente asesinado, Jaime de Nevares, Miguel Hesayne y Jorge Novak. La SRA, por su parte, publicó una solicitada destacando los logros del gobierno y pidió que continuara actuando con fe en el camino iniciado. El poder económico y las empresas transnacionales completaron el cuadro de complicidades: las comisiones internas y los delegados fueron los blancos elegidos, tal como lo muestra lo ocurrido en la empresa Ford Motor Company, que convirtió su planta de General Pacheco en un centro de operaciones de las acciones represivas clandestinas124. Levantamiento militar “carapintada”, Campo de mayo, 1987. Sanción de la ley de obediencia debida, 1987 Fuente: Página/12, en Alfonsin.org 124. Véase Andersen, Martín (1993): Dossier secreto. El mito de la guerra sucia. Buenos Aires: Editorial Planeta. Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años. 6 Página 125. Véase Restivo, Néstor y Rovelli, Horacio (2011): El accidente Grinspun, un ministro desobediente. Buenos Aires: Capital Intelectual. 6.1.2. De la primavera alfonsinista a la crisis El 10 de diciembre de 1983, Raúl Alfonsín asumió la presidencia. Los primeros dos años del gobierno se vieron signados por la búsqueda de una política económica que no se ajustara a la ortodoxia neoliberal. Con ese horizonte, fue designado como ministro de Economía un hombre de la pequeña y mediana industria, Bernardo Grinspun, quien propuso aplicar una política de control al capital financiero, impulsar el mercado interno y proteger los intereses nacionales. También promovió la formación de un “club de deudores” latinoamericanos para alcanzar mejores condiciones frente a la renegociación de las condiciones de pago de la deuda externa125. El programa propuesto no logró reunir el apoyo social necesario para enfrentar a aquellos sectores que verían sus intereses perjudicados. Uno de los principales enfrentamientos se produjo con el FMI, con quien Alfonsín estableció discusiones públicas luego de anunciar la decisión de establecer una moratoria por el término de seis meses, con el objeto de estudiar -a partir de la conformación de una comisión parlamentaria- la naturaleza de la deuda y determinar su carácter legítimo o no. Pero la oligarquía financiera interna articulada con el poder financiero transnacional -consolidado por la política económica aplicada en 1976- presionó fuertemente para que Alfonsín desplazara al ministro y a su plan mercado internista. El programa económico viró: se anunciaba entonces, que la prioridad sería impulsar las inversiones privadas, aumentar las exportaciones y el achicamiento de los gastos del Estado. Para ejecutar las nuevas directivas, asumió en esta cartera Juan Vital Sourrouille. Alfonsín y su ministro de Economía, Bernardo Grinspun, reunidos en Olivos el 2 de octubre de 1984. Fuente: La Nación, en Alfonsin.org Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años. Página 7 En 1985, el Plan Austral –reemplazo del peso por una nueva moneda, el austral- marcó el fin de la iniciativa heterodoxa. Las nuevas directivas incluyeron la apertura económica, la privatización periférica, el ajuste en perjuicio de los trabajadores siguiendo las directivas del FMI y la aplicación del Plan Houston para fomentar inversiones extranjeras en petróleo. El gobierno, fuertemente condicionado por una clase dominante fortalecida durante el proceso económico desarrollado por la dictadura cívico-militar, tuvo que enfrentar una grave situación económica, que intentó ser encauzada a través del Plan Primavera (1988) destinado a combatir la inflación. Dicho Plan, generó un aumento de las importaciones, que terminó dando el golpe de gracia a la producción local, puesta en jaque desde la época de Martínez de Hoz. Durante el gobierno de Alfonsín, se gestó un amplio frente de oposición, protagonizado por un grupo de diputados justicialistas y particularmente por la CGT, conducida por Saúl Ubaldini. Con catorce paros generales, resistió los intentos de privatización de las empresas públicas y la aplicación del modelo neoliberal. Luego del protagonismo de un amplio sector del sindicalismo en la caída de la dictadura, la CGT se reunificó bajo la conducción del sector más combativo liderado por Ubaldini. Frente a las políticas de ajuste, la CGT convocó a un paro general con movilización para el 29 de agosto de 1985, presentando un Programa de 26 puntos que comprendía una propuesta integral en torno a las cuestiones económicas, políticas y sociales. Este programa proponía: declarar la ilegitimidad de la deuda externa; otorgar créditos hacia las actividades productivas; sancionar una nueva Ley de Entidades Financieras; nacionalizar los depósitos bancarios; desarrollar las empresas estructurales del Estado; explotar riquezas naturales e impulsar el desarrollo tecnológico; y la participación de los trabajadores en la conducción y gestión de las empresas estatales. El Periodista Nº93, 20 de junio de 1986 Fuente: Archivo TEA, en Alfonsin.org Durante esta etapa, otro factor que enfrentó al Movimiento Obrero con el gobierno de Alfonsín, fue el impulso de la Ley Mucci, que promovía la participación de las minorías en las conducciones gremiales (con un 25% de votos), el llamado a elecciones internas supervisadas por el poder judicial y la restricción en la utilización de los fondos sindicales. La lucha de la CGT frenó la sanción de la ley. Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años. 8 Página 126. Véase Roesler, Pablo. “Juicio por La Tablada: perpetua para el represor Arrillaga por la desaparición de un militante del MTP”,en Tiempo Argentina, 12 de abril de 2019. Disponible en: https://www.tiempoar.com.ar/nota/condenan-a- prision-perpetua-a-arrillaga-por-la-desaparicion-de-un-militante-del-mtp-en-la-tablada (recuperado el 03-05-2019). 127. Leopoldo Moreau, por aquel entonces diputado nacional y hombre de confianza de Alfonsín, recuerda las amenazas que recibió en relación a esta iniciativa. Relata: “…tuvimos que librar una batalla dura. Yo era presidente de la comisión de comunicaciones y en el año 86, creo, un día recibí un llamado de Magnetto que me invitó a tomar un café. Y me planeó que había que derogar el artículo 45 de radiodifusión. Porque ellos en ese momento estaban queriendo hacerse de radio mitre, y abrir el proceso de concentración de medios, y ese artículo lo prohibía. Yo hablé con Alfonsín y nosotros nos mantuvimos firmes en no derogar el artículo 45. En el año 88 (habíamos perdido la elección parlamentaria del 87) nosotros presentamos un proyecto de radiodifusión el 3 de marzo del 88, que era mucho más restrictivo que éste. Éste establece un tope de 24 licencias, el nuestro establecía un tope de 4 licencias. Y no lo pudimos sancionar porque pierde Cafiero la interna frente a Menem, y ya el Grupo tenía un compromiso de Menem ¿Qué hacen? Nos impiden sancionar la ley. Nosotros mantenemos el art. 45 hasta el día en que se va Alfonsín, y esa es una de las razones por las cuales Magnetto le dice en la cara a Alfonsín, cuando Alfonsín pide apoyo para terminar el mandato porque faltaban seis meses: “No, el obstáculo es usted”, empujando esta salida. Y apenas el menemismo se hace del gobierno, con la Ley de Reforma del Estado deroga, en una ley ómnibus, el artículo 45 y ahí abre el camino a este fenomenal proceso de concentración que termina con doscientos y pico de licencias en mano de un grupo…” Declaraciones de Moreau en CN 23. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=ddODHAzUI8 I&feature=youtu.be (recuperado el 03-05-2019). En materia de política exterior, junto a la iniciativa del club de deudores -denominada el Consenso de Cartagena- el gobierno de Alfonsín impulsó también, a nivel regional, el grupo de Contadora, con el objetivo de llevar la paz a Centroamérica, donde Estados Unidos operaba fuertemente a favor de los contra-nicaragüenses para desestabilizar al sandinismo. Además, se destacó especialmente el acercamiento estratégico con Brasil, con cuyo presidente José Sarney realizó acuerdos que fueron las bases del Mercado Común del Sur (MERCOSUR); por otro lado, llegó a un acuerdo de paz con Chile por el conflicto del Canal del Beagle y tuvo un acercamiento con Cuba. En el terreno militar, otro suceso debilitó aún más al gobierno. En enero de 1989 un grupo de jóvenes militantes del Movimiento Todos por la Patria tomaron el cuartel militar del Tercer Regimiento de Infantería Mecanizada de La Tablada, en la provincia de Buenos Aires. El grupo afirmó -tiempo después- que había recibido información certera indicando que en dicho cuartel se produciría un intento de golpe de Estado liderado por los carapintadas. Dejó un saldo de más de 30 muertos y la condena a los sobrevivientes de la toma. Durante el operativo de represión se produjeron violaciones a los derechos humanos, por el cual se responsabilizó al Estado argentino en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. En 2019, un tribunal oral condenó al jefe militar Alfredo Arrillaga por ser responsable, entre otros delitos, de la desaparición de José Díaz e Iván Ruiz. Arrillaga también fue condenado por participar en centros de detención ilegal en Mar del Plata y en hechos represivos como la Noche de las Corbatas126. Otro de los factores que debilitaron al gobierno fue la campaña crítica de los medios de comunicación. Desde el momento en el cual Alfonsín promovió una nueva Ley de Radiodifusión, se convirtió en el blanco del poder concentrado mediático que, al igual que el poder financiero, se habían fortalecido durante la última dictadura cívico-militar127. En los meses siguientes se produjo una fuerte devaluación del austral y la inflación, que desembocó en una hiperinflación, se tornó incontrolable. Los grupos económicos concentrados apostaron a debilitar al gobierno negándose a vender dólares, dando un verdadero golpe financiero. En este marco de inestabilidad se llevaron a cabo las elecciones presidenciales el 14 de mayo, resultando electo Carlos Saúl Menem, quien había vencido en las internas del PJ al histórico dirigente Antonio Cafiero. La situación social, por su parte, resultó incontenible. Ni el Plan Alimentario Nacional -la caja PAN, como era conocido popularmente- ni las ollas populares alcanzaron a paliar el hambre. El país se vio sacudido por una ola de saqueos a supermercados, que luego de una feroz represión dejó un saldo de 14 muertes. Alfonsín no pudo terminar su mandato y tuvo que presentar su renuncia antes de la fecha estipulada. Alfonsín junto a Fidel Castro, durante su visita a Cuba, 1986. Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años. Página 9 128. Rapoport, Mario (2011): “Una revisión histórica de la inflación argentina y de sus causas”; en Vázquez Blanco J., M. y Franchina S. (comp.): Aportes de Economía Política en el Bicentenario de la Revolución de Mayo. Buenos Aires: Ed. Prometeo. Págs. 135-165. Disponible en: www.mariorapoport.com.ar (recuperado el 3 de marzo de 2020). 6.1.3. Fin de la experiencia alfonsinista A modo de conclusión, señalamos que la derrota electoral de septiembre de 1987, en la que la UCR perdió gobernaciones y bancas legislativas a manos de la oposición, fue una señal del agotamiento del gobierno. La política de confrontación con el movimiento obrero organizado, le quitó la posibilidad de acercarse a una base social que, por otro lado, siempre fue mayoritariamente peronista. La caída llegó con un golpe económico promovido por sectores con los que, justamente, el propio Alfonsín había estado negociando en un contexto de tensión, como lo evidencia el día en que fue silbado mientras daba un discurso en la SRA en 1988 o la queja resignada de su ministro de Economía, Juan Carlos Pugliese, diciendo que “a los empresarios les había hablado con el corazón y contestado con el bolsillo”. En 1988 el país entró en cesación de pagos de la deuda externa, en medio de una gran crisis fiscal, falta de perspectivas de crecimiento y de reservas monetarias, anticipando el fin de ciclo alfonsinista. El 6 de febrero de 1989, el gobierno desreguló el mercado cambiario abriendo una corrida que, en poco tiempo, tornó caótica la situación económica y precipitó dramáticamente el final. Esto se dio en el marco de una hiperinflación trágica para los sectores más débiles de la sociedad, los comercios y la pequeña y mediana industria, y los saqueos a supermercados y almacenes. La deuda externa, una novedad para la democracia y un gran condicionante, creció de 43.000 millones de dólares en 1983 a casi 65.000 millones en 1989. La desocupación creció de 4,6 a 7,7%, el Producto Bruto Interno (PBI) registró caídas del -1,1 y -4,7 en 1988 y 1989 respectivamente. La inflación jaqueó permanentemente al gobierno; en 1985 con más de 600% provocó la renuncia de Grinspun, pero en 1989 la hiperinflación golpeó con dureza subiendo del 9,6% mensual a 78,4% en mayo, 114,5% en junio y 196,6% en julio128. Los candidatos presidenciales para 1989 fueron Eduardo Angeloz por el oficialismo, una figura del liberalismo conservador, y Carlos Menem, quien ostentaba un aspecto de caudillo federal del siglo XIX y prometía una revolución productiva, salariazo y acercamiento a los países no alineados,lo que aparentaba un regreso a las políticas nacionalistas y populares. Alfonsín, sin apoyo, desmoralizado, entregó antes de tiempo la banda presidencial a Menem, quien el 14 de mayo había triunfado con el 47,51% y 312 electores de los 600 del por entonces vigente Colegio Electoral. Para fin de año, nada quedaba de aquella esperanza colectiva inicial y una gran sombra de incertidumbre cubría el horizonte. Alfonsín fue conciliador con sus enemigos -el capital concentrado y los acreedores externos- y excesivamente duro con sectores de los que, aun profesando otras identidades políticas, podía esperar colaboración. Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años. 10 Página Raúl Alfonsín y Carlos Menem en Olivos. Fuente: Presidencia de la Nación. Se había logrado instaurar un modelo democrático en nuestro país, tras los años de la sangrienta dictadura cívico-militar, pero también empezaba a evidenciarse la insuficiencia para el desarrollo si no se avanzaba al mismo tiempo en la independencia económica y la justicia social, banderas históricas del movimiento nacional. Se profundizaba el camino de la crisis social. Los años noventa fueron la segunda Década Infame para los argentinos. El gobierno de Menem fue el de la defección: llevó adelante políticas contrarias a las de sus promesas de campaña. La explicación puede encontrarse en dos cuestiones que, si bien no son suficientes, al menos son insoslayables. Por un lado, la brutal ofensiva económica de las corporaciones, que encontraron una nueva forma de disciplinamiento social a partir de la “híper” del 1989 y sus efectos devastadores en las relaciones sociales. Por el otro, un nuevo orden mundial que se disponía a subordinarse a la hegemonía unilateral de los Estados Unidos, tras la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y a la imposición de las reglas del capitalismo financiero y el libre comercio global. Las transformaciones fueron de enorme trascendencia: el orden mundial instaurado en la posguerra a partir de 1945 se disolvía. Así, el país se incorporaba al concierto internacional dispuesto por el Consenso de Washington, como el más obediente alumno del neoliberalismo imperialista. Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años. Página 11 1B. Estado y modelos de estado Capítulo 6: Estado y los intereses privados (1976-2001) 113. Fue tal su compromiso con los intereses generales del país que logró ganarse la enemistad del presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos quien le sugirió al presidente de la República, Ricardo Alfonsín, en una reunión mantenida en Washington a fines de 1984 que “desplazara del Palacio de Hacienda a ese hombre que tropezaba de desplante en desplante” (en alusión a las discusiones que había mantenido Grinspun con los representantes del Fondo Monetario Internacional en Argentina en relación al pago de la deuda externa al informarles que el país aplicaría una moratoria unilateral de 6 meses de pago hasta tanto conocer la verdadera situación económica y financiera del país). En febrero de 1985 Grinspun fue reemplazado como ministro de Economía por Sourrouille (Galasso, 2017: 540-541). 6.1.2. El período 1983-1989, gobierno democrático radical En materia económica, fue un período de extrema fragilidad, condi- cionado, fundamentalmente, por la abultada deuda externa generada en el período anterior y por la imposibilidad de cumplimiento de los pagos en tiempo y forma establecidos, como siempre, por los prestamistas, entre los que se encontraban organismos multilaterales de crédito (el FMI y el Banco Mundial), bancos privados, y un grupo de países nucleados en el llamado Club de París. Para comprender la magnitud de la situación basta con dar cuenta, por ejemplo, del nivel de composición de la deuda externa del sector público. En 1981 la deuda externa del sector público representaba más del 55% del total, en 1984 pasó a representar alrededor del 77% y en 1989 cerca de un 92%. La modificación en los valores se deriva del proceso por el cual las fracciones dominantes locales le transfirieron al Estado gran parte de sus pasivos externos mediante diversos mecanismos (la nacionalización de la deuda privada durante la gestión de Domingo Cavallo al frente del BCRA) y de la fuga de capitales locales al exterior que en el período 1981- 1989 se incrementó a un promedio anual de casi el 8% en relación a la deuda externa total. Hacia el final del período analizado la deuda externa llegó a representar el 60% del PBI, en un contexto de estancamiento económico y escasez de préstamos en el mercado internacional de capitales (Ortiz y Schorr, 2006: 313-314) A diferencia del período anterior, donde la influencia de los grupos económicos privados fue directa a través de sus representantes en espacios de decisión estatal estratégico, durante el gobierno radical, se encontraron con fuertes resistencias de parte de los titulares del Ministerio de Economía. Primero Grinspun, quien provenía de la pequeña y mediana empresa nacional, y luego Sourrouille. Grinspun fue un destacado crítico del neoliberalismo, inclinado a la protección de los intereses nacionales, contra la especulación financiera y un gran promotor de la ampliación del mercado interno113. Sin embargo, los condicionamientos externos e internos obstaculizaron sus objetivos de reforma estructural necesarios para volver a encauzar al país en la senda de la producción y el crecimiento. Juan Vital Sourrouille, ministro de Economía del gobierno de Alfonsín e impulsor del Plan Austral. Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años. 12 Página La gestión de la UCR recibió duros embates, condicionamientos y capacidad de veto por parte de las fracciones empresarias. Estas limitaciones sobre el partido de gobierno está asociada a diversos elementos. En primer término, porque esos actores eran importantes generadores y propietarios de divisas. En segundo lugar, por el poder de fijación de precios que ostentaban dichos actores derivado del control oligopólico de considerables sectores de la actividad económica. Tercero, por ser destinatarios de abultadas transferencias de recursos que se registraron en el período que se caracterizó, además, por una importante brecha fiscal. En cuarto lugar, por asumir ellos mismos un rol protagónico en el financiamiento de dicho déficit fiscal (Ortiz; Schorr, 2006: 320). En un diario de tirada nacional el periodista e investigador, Horacio Verbitsky, ratificó el modo en que se orquestó el “apoyo empresarial” al gobierno del período analizado, sosteniendo que “15 jefes de los grandes grupos económicos que durante la dictadura militar pasaron a ocupar un rol central en la economía argentina, acordaron con Alfonsín, durante una comida en Olivos, su apoyo a un nuevo programa económico que debía comenzar con un ajuste sobre el salario. Esa fue su condición para acomodarse a sus anchas en el escenario institucional democrático y abandonar a su suerte a los ex comandantes” (en Galasso, 2017: 541). Las políticas económicas implementadas en el período anterior apuntaron a una mayor concentración de los tradicionales y a la formación de nuevos grupos económicos que en la década siguiente les permitió acrecentar aún más sus fortunas e influencia en los espacios de decisión y control estatal. Si bien durante el período del gobierno en análisis hubo atisbos de generar algunos cambios, la ola neoliberal estaba bloqueando las resistencias no sólo en Argentinasino también en otros países de la región, con excepción de Chile que ya había sido encauzado en esa vía, a través de las directrices emanadas de un gobierno de facto que se instaló en la Casa de la Moneda a ritmo de cañonazos en septiembre de 1973. 2B. La democracia. Punto de llegada y punto de inicio Capítulo 4: La democracia que supimos conquistar. Un siglo de golpes de Estado y resistencias. 4.7. El retorno y transición a la democracia Por Lisandro Gómez74 Habiendo atravesado “…la más grande tragedia de nuestra historia, y la más salvaje”75, una vez finalizado el proceso eleccionario convocado por parte de la Junta Militar, encabezada por Reynaldo Bignone, del que resultara electo Raúl Ricardo Alfonsín, Argentina entró en un agitado camino de institucionalización en pos de –entre otras necesidades- enmendar la falta de participación ciudadana en la política, resultado del terror impuesto por años de persecución ideológica76. Ahora bien, en un contexto de participación política mayormente hegemonizado por estructuras partidarias, suele pasar desapercibido el trabajo que diversas organizaciones de defensa de los derechos humanos y algunos actores institucionales creados por el gobierno constitucional luego de 1983 –como la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas o el Consejo para Consolidación de la Democracia- aportaron en el afianzamiento de la democracia. Repensar dicho rol en perspectiva y aun en la actualidad, es el objetivo central de este capítulo. 74. Abogado (UBA), aspirante al Doctorado en Ciencias Políticas (UNC), miembro del grupo de investigación sobre Análisis comparativo de los diseños institucionales en el Derecho Público Provincial Argentino (CIJS-CONICET), docente universitario (UNC): lisandro.n.gomez@gmail.com. 75. Así fue calificado por los autores del Nunca Más. Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, publicado por primera vez en 1984. Buenos Aires: Eudeba. Pág. 7. 76. No es objeto desarrollar los hechos ocurridos durante la dictadura, ni los vaivenes que dicha transición ha sufrido, sino que nos abocaremos a los actores que propiciaron el fortalecimiento de instituciones hasta entonces en desuso y sin prácticas vigentes. Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años. Página 13 77. Puede ampliarse información acerca de los orígenes, el desarrollo y los aportes de cada organismo en el dossier de archivos producidos por la Comisión Provincial por la Memoria, disponible en: https://www.comisionporlamemoria. org/project/dossiers-organismos-de-derechos-humanos/. También se recomienda la reseña histórica realizada por Hilda Sábato, disponible en: https://www.cels.org.ar/web/wp-content/uploads/2016/10/IA2004-Dossier-2- Los-organismos-de-derechos-humanos.pdf 4.7.1. Los organismos de derechos humanos77 Si bien la proliferación de este tipo de organizaciones ocurre en el contexto de hostilidad y peligro inminente creado por la dictadura, podemos identificar como antecedente a la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, vinculada al Partido Comunista, que vio sus orígenes hacia fines de la década del treinta, en un contexto de fuerte crecimiento de violencia institucional, no solo en nuestro país, sino en un mundo agitado y convulsionado por las atrocidades producidas por la Segunda Guerra. Hacia la década del sesenta y en el contexto de la aplicación del régimen represivo del Plan de Conmoción Interna del Estado (CONINTES), durante el gobierno de Frondizi, se conformó la Comisión de Familiares de Detenidos (CoFaDe), que reclamaba por la inconstitucionalidad de las detenciones, las condiciones de detención de los presos políticos y gremiales, y promovía habeas corpus para su liberación. Fueron varias las organizaciones, comisiones y cuerpos de abogados que surgieron a fines de la década y principios de la siguiente en defensa y solidaridad con los presos políticos, gremiales y estudiantiles, también las de denuncia contra los secuestros, la represión, la tortura y las desapariciones. Avanzados los años setenta, en un contexto de profunda escalada de violencia y del accionar parapolicial de la Triple A, con detenciones masivas, asesinatos políticos y desapariciones, se conformaron dos organizaciones en defensa de los derechos humanos, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) en 1975 y el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH) a principios de 1976, asociado a un sector de las iglesias evangélicas. Luego del golpe del 24 de marzo surgieron otras agrupaciones en reacción a la violencia perpetrada por el terrorismo de Estado. Estos grupos sostuvieron un activismo constante en búsqueda de paradero de miles de detenidos desaparecidos, recorriendo instituciones para presentar denuncias y buscar información, presentando habeas corpus, conciliando reuniones con altos mandos de las Fuerzas Armadas y recurriendo inútilmente a las jerarquías de la Iglesia Católica que sólo ofrecía un silencio cómplice. Algunas de esas agrupaciones fueron el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), creado en 1979; el Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ), que fue fundado en 1974, entre otros, por Adolfo Pérez Esquivel; la agrupación de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, que comienza a funcionar en 1976, y dos de las organizaciones de mayor visibilidad, que desplegaron públicamente su reclamo a partir de 1977 en la Plaza de Mayo, Madres de Plaza de Mayo y Abuelas de Plaza de Mayo. La negación constante por parte de la dictadura de los delitos cometidos, se evidenció a partir de la visualización de los organismos de derechos humanos, especialmente durante el transcurso de la Copa Mundial de Fútbol en junio de 1978 y la posterior visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en septiembre de 1979. Organismos de Derechos Humanos: SERPAJ, APDH, FEDEFAM,APM. Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años. 14 Página Una vez recobrada la democracia, surgieron, entre otras, la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD), fundada en 1984; la organización Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (HIJOS), fundada en 1995; y comisiones por la Memoria, Verdad y Justicia en diversos territorios del país. En conjunto, todas estas organizaciones posibilitaron la reconstrucción de los hechos ocurridos durante el período 1976-1983. Fue gracias a su trabajo, su investigación, sus testimonios, denuncias y lucha, que fue posible identificar los cientos de centros clandestinos de detención (CCD), recuperar a 130 hijos e hijas de detenidas desaparecidas que dieron a luz en cautiverio y que fueron apropiados por la dictadura, y reconstruir la identidad social y política truncada por el régimen militar, con eje en la defensa de los derechos humanos. Aún hoy, queda mucho por desentrañar de esa trama criminal, el destino de los detenidos desaparecidos, los nietos aún secuestrados, los sitios de detención y tortura, la complicidad civil, empresarial, judicial, eclesial, sin claudicar las banderas de Memoria, para no olvidar; Verdad, para conocer; y Justicia, para ejemplificar. 4.7.2. La Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) Cinco días después de asumidas las autoridades constitucionalesel 10 de diciembre de 1983, el Poder Ejecutivo creó la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (CONADEP), con el objeto de esclarecer los hechos perpetrados por la dictadura militar entre 1976 y 1983. Su misión se centró en la recopilación de testimonios de familiares y sobrevivientes, que ayudaron a comenzar a establecer un mapa del carácter sistemático y masivo de los crímenes perpetrados por las Fuerzas Armadas, sus esquemas represivos, sus campos de detención, tortura y exterminio diseminados en todo el país78 y sus prácticas inhumanas ejercidas sobre los detenidos: torturas, nacimientos en cautiverio, robo de bebés, detenidos arrojados al mar, fusilamientos, inhumaciones clandestinas, fosas comunes, desaparición de los cuerpos. La Comisión fue integrada por personalidades de diferentes ámbitos sociales, culturales e ideológicos, como el escritor Ernesto Sábato, el abogado Ricardo Colombres, el docente Ing. Hilario Fernández Long, el filósofo y matemático Gregorio Klimovsky y la periodista Magdalena Ruíz Guiñazú, entre otros. El informe final Nunca Más elaborado por la Comisión, fue entregado al presidente Alfonsín el 20 de septiembre de 1984 y constituyó la base probatoria durante el juicio a las Juntas Militares en 1985. 78. El informe estimó la existencia de aproximadamente 340 centros clandestinos de detención (CCD), cifra que las investigaciones posteriores fueron incrementando. Estuvieron montados en clubes, fábricas, hospitales, dependencias militares y edificios públicos, entre otros lugares, todos ellos adaptados a los métodos utilizados para “combatir la subversión”, con toda la vaguedad que tal calificación puede significar y que legitimaba las atrocidades más inimaginables que puedan caber en la mente humana, ordenadas en un plan sistémico que incluso, con sus particularidades, se replicó en las dictaduras del resto de América Latina y que hoy, luego de la apertura de diversos archivos de la CIA, podemos vincular a través de la influencia de los Estados Unidos. Informe de la Conadep. Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años. Página 15 79. Nino, Carlos (1996): Radical evil on trial. Yale University, New Haven. La primera edición fue en inglés. 80. Recordemos que los crímenes cometidos por los militares estaban sujetos a la jurisdicción militar, compuesta por juzgados internos. Los juzgados militares se limitaban a juzgar los procedimientos utilizados por los miembros de las fuerzas, pero el contexto reglamentario de las actuaciones justificaba todo tipo de crueldades, por lo que los “grupos de tareas”, tenían luz verde para ejercer el terrorismo estatal. 4.7.3. El Consejo para la Consolidación de la Democracia Paralelamente a las funciones desarrolladas por la CONADEP, se creó un organismo de asesoramiento técnico conocido como Consejo para la Consolidación de la Democracia, integrado por actores de diversos campos y pertenencias ideológicas y políticas, que centraron sus actividades en la producción de informes para el fortalecimiento de las instituciones democráticas, proponiendo reformas sustanciales en el diseño institucional argentino. En el seno del Consejo, se destacó la tarea del filósofo y jurista Carlos Nino, quien fue su coordinador y junto a su equipo realizó aportes sustanciales, entre ellos, un dictamen preliminar para una reforma constitucional. Nino analizó los impactos de juicios a militares en otras experiencias del mundo en un libro que terminó de escribir poco antes de su muerte en 1993, y que fue publicado en 1996 con el título Juicio al mal absoluto79. En él reflexiona acerca de cómo enfrentar las violaciones masivas a los derechos humanos y aborda, desde la óptica de la filosofía jurídica, las posturas que justificaron la necesidad de llevar a los responsables de los crímenes cometidos durante la dictadura argentina, frente a los estrados de la justicia ordinaria80. Su aporte fue central para la construcción de las políticas judiciales que, durante el gobierno de Alfonsín, pusieron a las jerarquías de las Fuerzas Armadas en el banquillo de los acusados. 4.7.4. Los derechos humanos y su protección legal y judicial (1985-2019) En este apartado, nos proponemos recorrer brevemente el complejo camino que tuvo que transitar nuestro país en pos del reconocimiento de los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura, haciendo eje en las normas que hicieron factible los procesos judiciales contra los autores de dichos delitos. Como todo resultado de un proceso social, el Derecho también es víctima de acciones y reacciones que fomentan o entorpecen –según el caso- la búsqueda de reparaciones acordes al clamor de la sociedad y sus actores. Carlos Nino. Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años. 16 Página 4.7.5. El juicio a las Juntas Militares En 1985, el enjuiciamiento a las Juntas Militares impulsado por el gobierno de Alfonsín a través del Decreto 158/83, operó como puntapié inicial para dar paso a un largo proceso de acciones judiciales, que conllevaron reacciones militares y vaivenes sociales, en pos del esclarecimiento de los crímenes de lesa humanidad, la defensa de los derechos humanos y su reconocimiento legal. Aquel juicio tuvo como principal objeto, probar la responsabilidad penal de los comandantes en el plan sistemático represivo organizado por las Fuerzas Armadas durante la última dictadura. Durante el procedimiento, las defensas de los militares pretendieron justificar su accionar, oscilando entre dos argumentos disuasorios: la idea de la existencia de una “guerra” y la cuestión de la afectación de la garantía del juez natural. Cabe mencionar que los hechos fueron juzgados bajo el ordenamiento penal vigente a la hora de cometerse, cuestión que condicionó la prescripción de ciertas acciones. Al respecto, el tribunal y la fiscalía coincidieron en que algunos delitos cometidos por los militares, habían prescripto a la hora de ser juzgados. La Cámara Federal de Apelaciones en lo Criminal de la Capital, sostuvo que los delitos debían ser juzgados ateniéndose a la pertenencia militar de cada jerarca, es decir, que el juzgamiento debía distinguir cada una de las Fuerzas de la que provenían los acusados. Esta cuestión entorpeció el procedimiento, generando duras críticas por parte de la fiscalía y los organismos de Derechos Humanos. El resultado real de esta maniobra procedimental fue la absolución de algunos de los acusados. Aun con estos sinsabores, la condena resultó un hito a nivel mundial: por primera vez, los crímenes realizados por militares en un contexto de golpe de Estado, fueron juzgados por la justicia ordinaria del país que los sufrió. Rubens Grafigna, Emilio Massera, Jorge Videla y Armando Lambruschini durante el Juicio a las juntas, 1985. Autor: Dani Yako. 4.7.6. Leyes de impunidad: Punto Final, Obediencia Debida e Indultos El accionar de la justicia ante los crímenes cometidos durante la dictadura generó tensiones en sectores de las Fuerzas Armadas que desencadenaron una serie de levantamientos militares. Las Fuerzas Armadas, que aún conservaban gran influencia en la vida política del país, a través de la presión ejercida mediante estos alzamientos y agitaciones, lograron la sanción de las leyes de Punto Final y de ObedienciaDebida, en un intento de conciliar la continuidad institucional. La primera de ellas, sancionada a fines de 1986 implicó la creación de un plazo perentorio de sesenta días a partir de la publicación del texto legal, en el que debían realizarse las denuncias por los delitos cometidos en el marco del plan sistemático de desaparición de personas. Excluía del plazo de caducidad a los delitos de sustitución de estado civil y sustracción y apropiación de menores. Por su parte, la Ley de Obediencia Debida, sancionada a mediados de 1987, supuso reconocer presuntamente que los crímenes cometidos por subordinados, no son punibles en tanto fueron cometidos bajo las órdenes de personal militar de rango superior. Afiche de Madres de Plaza de Mayo, Marcha de la Resistencia. Fuente: Archivos en uso. Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años. Página 17 4.7.7. La Reforma Constitucional: el nuevo paradigma de los derechos humanos La reforma constitucional impulsada por los dos partidos mayoritarios, tras haber acordado en Olivos los puntos centrales a reformar, trajo aparejada la jerarquización de diversos instrumentos internacionales sobre derechos humanos y abrió la posibilidad de que el Congreso, por medio de un mecanismo especial, incorpore con rango constitucional otros instrumentos de la misma materia que compartan, complementen y no modifiquen nuestra Constitución. Este cambio presupuso una oleada de demandas en pos del cumplimiento de los derechos humanos en general, pero en particular y teniendo en cuenta la temática que nos ocupa, abrió a la posibilidad de adecuar ciertas normativas conforme a los nuevos estándares en la materia. En ese contexto, en 1998 fueron derogadas las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Posteriormente, en 2003 se declararon nulos los beneficios que ambas normativas impusieron a los autores de los delitos de lesa humanidad de la última dictadura. Esta situación, habilitó el juzgamiento de los responsables en el territorio nacional. La reapertura de diversas causas y la instancia de aquellas nuevas que habían resultado imposible llevar adelante por la sanción de la normativa que ponía punto final a procedimientos y denuncias, conformó el eje central de las políticas de derechos humanos del gobierno de Néstor Kirchner, que aún hoy continúan con causas que aportan al esclarecimiento de los hechos cometidos por el gobierno militar. Por su parte, la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN) declaró la inconstitucionalidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final en la causa Caso “Simón, J. H. y otros s/ privación ilegítima de la libertad, etc.”, resuelto el 14 de junio de 2005. También resolvió la inconstitucionalidad de los indultos decretados durante la presidencia de Carlos S. Menem, en el contexto de diversas causas, entre las que podemos destacar la que declaró que el beneficio obtenido por Martínez de Hoz resultaba contrario a la Constitución Nacional. Ambas declaraciones de inconstitucionalidad, operaron como luz verde a los propósitos de obtener “memoria, verdad y justicia”, colocando nuevamente en el tapete de la opinión pública la cuestión de los delitos en contra de la humanidad, cometidos por la dictadura. Jorge Rafael Videla, Reynaldo Bignone y otros militares durante el juicio por el Plan sistemático de apropiación de niños, 5 de julio de 2012. Autor: EFE. Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años. 18 Página 3C. Derechos humanos en el Siglo XXI Capítulo 2: Del país del Genocidio Constituyente a la Argentina de los Derechos Humanos como política de Estado 12. Docente Universitario UNC y Abogado. Egresado (UBA). Aspirante al Doctorado en Ciencias Políticas (UNC). Miembro del Grupo de Investigación sobre Análisis comparativo de los diseños institucionales en el Derecho Público Provincial Argentino, (CIJS-CONICET). Mail: lisandro.n.gomez@gmail.com 13. Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (1992): Nunca Más. CONADEP. Buenos Aires: Eudeba. Pág 7. 2.7. El retorno democrático: punto de llegada y punto de inicio Por Lisandro Gómez12 y María Agustina Díaz Habiendo atravesado “la más grande tragedia de nuestra historia, y la más salvaje”13, implosionado el régimen militar, una vez finalizado el proceso eleccionario convocado por parte de la Junta Militar, encabezada por Reynaldo Bignone, del que resultara electo Raúl Ricardo Alfonsín, Argentina entró en un agitado camino de institucionalización democrática que, aún hoy, se continúa. Con marchas, límites y contramarchas, las garantías de los derechos humanos se volvieron una demanda persistente, especialmente por las organizaciones de derechos humanos, imposible de soslayar. Cinco días después de asumidas las autoridades constitucionales el 10 de diciembre de 1983, el Poder Ejecutivo creó la CONADEP, con el objeto de esclarecer los hechos perpetrados por la dictadura militar entre 1976 y 1983. Su misión se centró en la recopilación de testimonios de familiares y sobrevivientes, que ayudaron a comenzar a establecer un mapa del carácter sistemático y masivo de los crímenes perpetrados por las fuerzas armadas, sus esquemas represivos, sus campos de detención y exterminio diseminados en todo el país y sus prácticas inhumanas ejercidas sobre los detenidos: torturas, nacimientos en cautiverio, robo de bebés, detenidos arrojados al mar, fusilamientos, inhumaciones clandestinas, fosas comunes, desaparición de los cuerpos. La Comisión fue integrada por personalidades de diferentes ámbitos sociales, culturales e ideológicos, como el escritor Ernesto Sábato, el abogado Ricardo Colombres, el docente Ing. Hilario Fernández Long, el filósofo y matemático Gregorio Klimovsky y la periodista Magdalena Ruíz Guiñazú, entre otros. El informe final Nunca Más elaborado por la Comisión, fue entregado al Presidente Alfonsín el 20 de septiembre de 1984 y constituyó la base probatoria durante el juicio a las Juntas Militares en 1985. Paralelamente a las funciones desarrolladas por la CONADEP, se creó un organismo de asesoramiento técnico conocido como Consejo para la Consolidación de la Democracia, integrado por actores de diversos campos y pertenencias ideológicas y políticas, que centraron sus actividades en la producción de informes para el fortalecimiento de las instituciones democráticas, proponiendo reformas sustanciales en el diseño institucional argentino. En el seno del Consejo, se destacó la tarea del filósofo y jurista Carlos Nino, quien fue su coordinador y junto a su equipo realizó aportes sustanciales, entre ellos, un dictamen preliminar para una reforma constitucional. Nino analizó los impactos de los juicios a los militares en otras experiencias del mundo en un libro que terminó de escribir poco antes de su muerte en 1993, y que fue publicado en 1996 con el título “Juicio al Mal Absoluto”. Allí, reflexiona acerca de cómo enfrentar las violaciones masivas a los derechos humanos y aborda, desde la óptica de la filosofía jurídica, las posturas que justificaron la necesidad de llevar a los responsables de los crímenes cometidos durante la dictadura argentina, frente a los estrados de la justicia ordinaria. Su aporte fue central para la construcción de las políticas judiciales que, durante el gobierno de Alfonsín, pusieron a las jerarquías de las fuerzas armadas en el banquillo de los acusados. Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años. Página 19 En 1985, el enjuiciamiento a las Juntas Militares impulsado por el gobiernode Alfonsín a través del Decreto 158/83, operó como puntapié inicial para dar paso a un largo proceso de acciones judiciales, que conllevaron reacciones militares y vaivenes sociales, en pos del esclarecimiento de los crímenes de lesa humanidad, la defensa de los derechos humanos y su reconocimiento legal. Aquel juicio tuvo como principal objeto, probar la responsabilidad penal de los comandantes en el plan sistemático represivo organizado por las fuerzas armadas durante la última dictadura. Durante el procedimiento, las defensas de los militares pretendieron justificar su accionar, oscilando entre dos argumentos disuasorios: la idea de la existencia de una “guerra” y la cuestión de la afectación de la garantía del juez natural. Cabe mencionar que los hechos fueron juzgados bajo el ordenamiento penal vigente a la hora de cometerse, cuestión que condicionó la prescripción de ciertas acciones. Al respecto, el tribunal y la fiscalía coincidieron en que algunos delitos cometidos por los militares, habían prescrito a la hora de ser juzgados. La Cámara Federal de Apelaciones en lo Criminal de la Capital, sostuvo que los delitos debían ser juzgados ateniéndose a la pertenencia militar de cada jerarca, es decir, que el juzgamiento debía distinguir cada una de las fuerzas de la que provenían los acusados. Esta cuestión entorpeció el procedimiento, generando duras críticas por parte de la fiscalía y los organismos de derechos humanos. El resultado real de esta maniobra procedimental fue la absolución de algunos de los acusados. Aun con estos sinsabores, la condena resultó un hito a nivel mundial: por primera vez, los crímenes realizados por militares en un contexto de golpe de Estado, fueron juzgados por la justicia ordinaria del país que los sufrió. Pero el accionar de la justicia ante los crímenes cometidos durante la dictadura generó tensiones en sectores de las fuerzas armadas que desencadenaron una serie de levantamientos militares. Las fuerzas armadas, que aún conservaban gran influencia en la vida política del país, a través de la presión ejercida mediante estos alzamientos y agitaciones, lograron la sanción de las leyes de Punto Final y de Obediencia Debida, en un intento de conciliar la continuidad institucional. La primera de ellas, sancionada a fines de 1986 implicó la creación de un plazo perentorio de sesenta días a partir de la publicación del texto legal, en el que debían realizarse las denuncias por los delitos cometidos en el marco del plan sistemático de desaparición de personas. Excluía del plazo de caducidad a los delitos de sustitución de estado civil y sustracción y apropiación de menores. Por su parte, la Ley de Obediencia Debida, sancionada a mediados de 1987, supuso reconocer presuntamente que los crímenes cometidos por subordinados, no son punibles en tanto fueron cometidos bajo las órdenes de personal militar de rango superior. Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años. 20 Página Estas leyes, rechazadas por los organismos de derechos humanos y gran parte de la sociedad, dejaron impunes cientos crímenes de lesa humanidad y rescindieron el proceso de transición democrática. Los ejecutores de violaciones graves a los derechos humanos en el marco del terrorismo de Estado convivieron por años, en las calles argentinas, con las familias de las víctimas y los sobrevivientes. A esto se sumó, con la asunción de Carlos S. Menem a la presidencia, la firma de los “indultos de impunidad” entre 1989 y 1990, mediante los cuales se dejaron en libertad a más de 1200 militares y civiles condenados por homicidios, torturas, privaciones ilegales de libertad, desapariciones y falsedad de documentación, entre otros delitos. Estos indultos alcanzaron, entre otros, a los responsables de los alzamientos militares contra el gobierno de Alfonsín; a los ex miembros de la Junta de Comandantes (Leopoldo Galtieri, Jorge Isaac Anaya y Basilio Lami Dozo) pese a sus condenas por los delitos cometidos en la conducción de la Guerra de las Malvinas; a los condenadas en el Juicio a las Juntas de 1985, es decir, Jorge Rafael Videla, Emilio Massera, Orlando Agosti, Roberto Viola y Armando Lambruschini; y al ex Ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz, que estaba procesado por participación en secuestros y torturas. En 1994 la reforma constitucional impulsada por los dos partidos mayoritarios, tras haber acordado en Olivos los puntos centrales a reformar, trajo aparejada la jerarquización de diversos instrumentos internacionales sobre derechos humanos y abrió la posibilidad de que el Congreso, por medio de un mecanismo especial, incorpore con rango constitucional otros instrumentos de la misma materia que compartan, complementen y no modifiquen nuestra Constitución. Este cambio presupuso una oleada de demandas en pos del cumplimiento de los derechos humanos en general, pero en particular, abrió a la posibilidad de adecuar ciertas normativas conforme a los nuevos estándares en la materia. En ese contexto, en 1998 fueron derogadas las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Posteriormente, en 2003 se declararon nulos los beneficios que ambas normativas impusieron a los autores de los delitos de lesa humanidad de la última dictadura. Esta situación, habilitó el juzgamiento de los responsables en el territorio nacional. La reapertura de diversas causas y la instancia de aquellas nuevas que habían resultado imposible llevar adelante por la sanción de la normativa que ponía punto final a procedimientos y denuncias, conformó el eje central de las políticas de derechos humanos del gobierno de Néstor Kirchner, que aún hoy continúan con causas que aportan al esclarecimiento de los hechos cometidos por el gobierno militar. Por su parte, la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN) declaró la inconstitucionalidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final en la causa Caso “Simón, J. H. y otros s/ privación ilegítima de la libertad, etc.”, resuelto el 14 de junio de 2005. También resolvió la inconstitucionalidad de los indultos decretados durante la presidencia de Carlos S. Menem, en el contexto de diversas causas, entre las que podemos destacar la que declaró que el beneficio obtenido por Martínez de Hoz resultaba contrario a la Constitución Nacional. Ambas declaraciones de inconstitucionalidad, operaron como luz verde a los propósitos de obtener “Memoria, Verdad y Justicia”, colocando nuevamente en el tapete de la opinión pública la cuestión de los delitos en contra de la humanidad, cometidos por la dictadura. Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años. Página 21 El 24 de marzo de 2004, el Presidente Néstor Kirchner, junto a su ministro de Defensa, José Pampuro, presidió un acto en el Colegio Militar. Luego de saludar a los estudiantes se dirigió al primer piso del edificio y ordenó al jefe del Ejército, Roberto Bendini, a descolgar los cuadros de los genocidas Jorge Rafael Videla y Reynaldo Benito Antonio Bignone. Ese mismo día, firmó el convenio de creación del Museo de la Memoria y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos en la ex Escuela Mecánica de la Armada, uno de los más siniestros Centros Clandestinos de Detención que se montaron durante la última dictadura como engranaje del sistema de terrorismo de Estado. Allí no sólo fueron secuestradas, detenidas ilegalmente, violadas, torturadas y asesinadas cientos de personas sino que, también, funcionó una maternidad clandestina. Estas fueron sus palabras en dicha jornada histórica: “Queridos Abuelas, Madres, Hijos: cuando recién veía las manos, cuando cantaban el himno, veía los brazos de mis compañeros, de la generación que creyó y que sigue creyendo en los que quedamos que este país se puedecambiar. Fueron muchas ilusiones, sueños, creímos en serio que se podía construir una patria diferente y también cuando escuchaba a Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (H.I.J.O.S.) recién vimos la claudicación a la vuelta de la esquina. Es difícil, porque muchos especulan, porque muchos están agazapados y muchos esperan que todo fracase para que vuelva la oscuridad sobre la Argentina y está en ustedes que nunca más la oscuridad y el oscurantismo vuelvan a reinar en la patria. Las cosas hay que llamarlas por su nombre y acá si ustedes me permiten, ya no como compañero y hermano de tantos compañeros y hermanos que compartimos aquel tiempo, sino como Presidente de la Nación Argentina vengo a pedir perdón de parte del Estado nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia por tantas atrocidades. Hablemos claro: no es rencor ni odio lo que nos guía y me guía, es justicia y lucha contra la impunidad. A los que hicieron este hecho tenebroso y macabro de tantos campos de concentración, como fue la ESMA, tienen un solo nombre: son asesinos repudiados por el pueblo argentino. Por eso Abuelas, Madres, hijos de detenidos desaparecidos, compañeros y compañeras que no están pero sé que están en cada mano que se levanta aquí y en tantos lugares de la Argentina, esto no puede ser un tira y afloje entre quién peleó más o peleó menos o algunos que hoy quieren volver a la superficie después de estar agachados durante años que no fueron capaces de reivindicar lo que tenían que reivindicar. Yo no vengo en nombre de ningún partido, vengo como compañero y también como Presidente de la Nación Argentina y de todos los argentinos. Este paso que estamos dando hoy, no es un paso que deba ser llevado adelante por las corporaciones tradicionales que por allí vienen especulando mucho más en el resultado electoral o en el qué dirán que en defender la conciencia y lo que pensaban o deberían haber pensado. Por eso, sé que desde el cielo, de algún lado, nos están viendo y mirando; sé que se acordarán de aquellos tiempos; sé que por ahí no estuvimos a la altura de la historia, pero seguimos luchando como podemos, con las armas que tenemos, soportando los apretujones y los aprietes que nos puedan hacer. Pero no nos van a quebrar, compañeros y compañeras. Aquella bandera y aquel corazón que alumbramos de una Argentina con todos y para todos, va a ser nuestra guía y también la bandera de la justicia y de la lucha contra la impunidad. Dejaremos todo para lograr un país más equitativo, con inclusión social, luchando contra la desocupación, la injusticia y todo lo que nos dejó en su última etapa esta lamentable década del ’90 como epílogo de las cosas que nos tocaron vivir. Por eso, hermanas y hermanos presentes, compañeras y compañeros que están presentes por más que no estén aquí, Madres, Abuelas, chicos: gracias por el ejemplo de lucha. Defendamos con fe, con capacidad de amar, que no nos llenen el espíritu de odio porque no lo tenemos, pero tampoco queremos la impunidad. Queremos que haya justicia, queremos que realmente haya una recuperación fortísima de la memoria y que en esta Argentina se vuelvan a recordar, recuperar y tomar como ejemplo a aquellos que son capaces de dar todo por los valores que tienen y una generación en la Argentina que fue capaz de hacer eso, que ha dejado un ejemplo, que ha dejado un sendero, su vida, sus madres, que ha dejado sus abuelas y que ha dejado sus hijos. Hoy están presentes en las manos de ustedes. Muchísimas gracias y abracémonos fuertemente por un país distinto. Muchas gracias”. Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años. 22 Página A partir de entonces, y durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, decenas de museos, espacios para la memoria y sitios de georeferenciación de Centros Clandestinos de Detención fueron propiciados desde el Estado nacional, los Estados provinciales y los municipios argentinos. En las escuelas, espacios educativos, centros culturales, museos y bibliotecas, se comenzaron a incorporar contenidos, producciones y programas vinculados a memoria reciente; y en los gobiernos provinciales, gestiones locales, sindicatos y universidades, se crearon áreas especializadas en derechos humanos. El 27 de octubre de 2010, Néstor Kirchner falleció de manera repentina y fue despedido con profundas muestras de respeto y amor por cientos de miles de personas. Su compromiso con las banderas de Memoria, Verdad y Justicia y con la lucha contra la impunidad, fue su legado más reconocido. Miles de jóvenes se volcaron masivamente a la militancia política, abrazando los pañuelos de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo como parte constitutiva de su identidad política. Hijos e hijas de víctimas del terrorismo de Estado fueron creciendo en ámbitos de representación institucional. En 2018, en el marco del centenario de la Reforma Universitaria, se creó en el seno del Consejo Interuniversitario Nacional la Red Interuniversitaria de Derechos Humanos para curricularizar en la educación superior pública argentina los contenidos asociados a la temática. Con la asunción del presidente Alberto Fernández, hijos e hijas de desaparecidxs empezaron a ocupar lugares relevantes en la gestión. Tal es el caso de Eduardo “Wado” de Pedro, quien asumió como ministro del Interior, órgano del cual depende el Instituto Nacional de Capacitación Política; el de Fernanda Raverta, quien asumió como Directora Ejecutiva de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES); el de Horacio Pietragalla como secretario de Derechos Humanos y el de Victoria Donda, quien preside el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI). 2.8. Un país de pañuelos y de marchas circulares que avanzan Por Daniela Drucaroff14, Josefina Rousseaux15, María Andrea Cuéllar Camarena16 y María Agustina Díaz La última dictadura que sufrió nuestro país marcó un quiebre profundo en nuestra historia política, económica, social y cultural. Al culminar el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”, producto de la brutalidad ejercida por parte de las fuerzas represivas, el Terrorismo de Estado y la sistemática violación a los derechos humanos, fue posible lograr un consenso que parecía inalcanzable hasta entonces, tras cinco décadas de recurrentes golpes de Estado: la democracia como valor supremo y el “Nunca Más” dictaduras, como horizonte deseable a alcanzar y construir. 14. Realizó el profesorado de Enseñanza Media y Superior y la licenciatura en Ciencias de la Comunicación Social (UBA) Mail: daniela.jaipur@gmail.com 15. Licenciada en Sociología (UBA). Se desempeñó como docente de Economía Política Argentina (UBA). Actualmente se encuentra cursando la Licenciatura de Artes de la Escritura (UNA). Mail: josefinarousseaux@gmail.com 16. Abogada (Universidad de Guadalajara, México), magister en Derechos Humanos (UNLP), especialización en Género y Derecho (UBA), docente (UBA): mariandrea.cc@gmail.com Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años. Página 23 Ahora bien, es importante señalar que los procesos dictatoriales en Argentina y la región fueron interrupciones violentas del sistema democrático vinculadas a determinados proyectos económicos o, en otras palabras, a determinadas formas de acumulación del capital y distribución de la riqueza. Es por ello que, junto con el rol de las Fuerzas Armadas como brazo ejecutor, hubo responsabilidades concretas de los grupos que concentran los capitales nacionalese internacionales y otros factores de poder, como las jerarquías de la Iglesia Católica y los medios de comunicación. Para la concreción de los proyectos de las dictaduras fue necesaria la participación de doctrinarios, operadores jurídicos que dedicaron sus estudios e investigaciones a legitimar las acciones violatorias de los derechos fundamentales y su vinculación con la implantación de un nuevo modelo económico. Según el filósofo y teórico marxista, Antonio Gramsci, el Derecho es el efecto de la reorganización económica de la sociedad y, en ese sentido, debe entenderse como un fenómeno incrustado en la cultura y las relaciones sociales. El liberalismo occidental es la concepción filosófico-jurídica que subyace detrás de estos proyectos políticos, por lo tanto, es el individuo lo que prima sobre todas las cosas. El mercado como organizador social más eficiente que el obsoleto Estado proteccionista; la liberalización de la economía para integrar el proceso globalizador mundial (desprotegiendo las propias capacidades nacionales); y la asistencia de los organismos internacionales de crédito, fueron algunos de los ejes rectores del discurso neoliberal. Rodolfo Walsh, en su Carta Abierta a la Junta Militar del 24 de marzo de 1977 expresó: “Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”. Pero el proyecto ideológico neoliberal, impuesto inicialmente mediante sangrientas dictaduras e, incluso, vía la implementación de genocidios como en el caso argentino, logró atravesar los diversos ámbitos del quehacer jurídico, social, económico, cultural, educativo y político, sosteniendo buena parte de su contenido hasta nuestros días. Durante la década de los noventa y en los últimos años, estas ideas y prácticas se reactualizan alcanzando nuevas formas. Así, somos testigos en la región suramericana del derrocamiento de presidentes democráticamente elegidos; presenciamos la construcción de causas judiciales de persecución por motivos políticos y violatorias de las garantías fundamentales al debido proceso; asistimos a decretos de necesidad y urgencia que justifican la violencia institucional; y revivimos la represión de la protesta social. Todo eso, nuevamente, con la participación de los medios hegemónicos de comunicación. Aunque nos incomode, cabe preguntarnos ¿Qué de todo aquel horror aún se reproduce y reproducimos en nuestra sociedad? Con el orgullo de haber alcanzado más de cuatro décadas de estabilidad institucional, no exentos de dolores y reveses, tenemos que pensar con franqueza qué de todo ese andamiaje ideológico aún nos atraviesa, para poder avanzar como pueblo y como sociedad. De hecho, tras la última dictadura militar la democracia asistió a una reposición vitalista, en tanto que fue necesaria una rehabilitación de una sociedad que no solamente había padecido crímenes cometidos desde el aparato estatal por la Junta Militar y también las transformaciones estructurales en la economía, sino que además parecía recién despertar y encontrar como algo del pasado ese horror. Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años. 24 Página 2.8.1. La memoria es una acción que transforma el presente: el rol de los organismos de derechos humanos y familiares de desaparecidos Sin lugar a dudas, la historia de nuestro país y de la democracia argentina hubieran sido diametralmente distintas sin la presencia de organizaciones que lucharon por una construcción identitaria distinta. Muchas de ellas nacieron en el contexto de hostilidad y peligro inminente creado por la dictadura, pero podemos identificar como antecedente a la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, vinculada al Partido Comunista, que emergió hacia fines de la década del treinta, en un período de escalada de conflicto y de violencia institucional, no solo a nivel nacional, sino también internacional, caracterizado por un mundo agitado y convulsionado por la Segunda Guerra. Hacia la década del sesenta y en el contexto de la aplicación del régimen represivo del CONINTES, se conformó la Comisión de Familiares de Detenidos (CoFaDe), que reclamaba por la inconstitucionalidad de las detenciones, las condiciones de detención de los presos políticos y gremiales, y promovía habeas corpus para su liberación. Fueron varias las organizaciones, comisiones y cuerpos de abogados que surgieron a fines de los sesenta y principios de los setenta en defensa y solidaridad con los presos políticos, gremiales y estudiantiles, también las de denuncia contra los secuestros, la represión, la tortura y las desapariciones. Avanzados los años setenta, en un contexto de profunda escalada de violencia y del accionar parapolicial de la Triple A, con detenciones masivas, asesinatos políticos y desapariciones, se conformaron dos organizaciones en defensa de los derechos humanos, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) en 1975 y el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH) a principios de 1976, donde confluyeron iglesias protestantes, evangélicas, católicas y otros credos. La proliferación de organismos de derechos humanos se hizo visible a escala federal con la creación de algunas filiales de grandes organizaciones nacionales y otras autónomas. El manto de inocencia echado sobre la ciudadanía reafirmaba el carácter vital de la democracia joven que debía comenzar a consolidarse. La filósofa Silvia Schwarzböck advierte que la democracia inmediatamente posterior a la dictadura es vitalista, esto es: rehabilita, con la vigencia del Estado de derecho, el concepto de vida y en ese período la vida equivale a los derechos humanos. Pero la única vida que puede rehabilitar, tras los campos de concentración, es la vida de derecha (2016: 64). Este fenómeno se expresa con el asedio que vivió el colectivo LGTTTBQI+ en el retorno democrático. ¿Qué identidades albergaban el derecho a la ciudadanía plena en ese período? Gays, lesbianas, transexualidades y todo sujeto político que no estaba acompasado con la noción de “normalidad” de la época fueron perseguidos policial y socialmente y obligados a permanecer en la clandestinidad. Daniel Feierstein, en su libro El genocidio como práctica social, nos aporta herramientas para esta indagación colectiva y personal. El genocidio como práctica social supone un proceso que se despliega en el tiempo, que avanza con el tiempo, sea a través de un consenso activo o cuanto menos de un consenso pasivo manifestado como desinterés o naturalización hacia valores morales que debemos sin lugar a dudas transformar. El racismo, el odio a los pobres, la meritocracia como argumento que recubre la injusticia social de incapacidad personal, la misoginia y la homofobia, son algunas de las maneras en las que seguimos expresando lo que intentamos desterrar con la afirmación histórica del “Nunca Más”. Es importante destacar que “sin una fuerte transformación de nuestros procesos de construcción identitaria, sin una reformulación de los límites de nuestra responsabilidad ante el otro, sin entender que somos partes inescindibles de las prácticas sociales que se desarrollan en las sociedades que habitamos y, por lo tanto, responsables morales por sus efectos, no será viable la posibilidad de desterrar al genocidio como una posibilidad de “reorganización social” (Feierstein, 2014: 405). Historia política argentina II: Las Argentinas. Presente, pasado y futuro. Un recorrido nacional de los últimos 70 años. Página 25 Luego del golpe del 24 de marzo, surgieron otras agrupaciones en reacción a la violencia perpetrada por el terrorismo
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