Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
_ •: 330 Grandes reagrupaciniies >:•'. Éstas permiten la desviación hacia el cuerpo del niño de la agresividad habuualmente socializada y su inversión en solicitud excesiva o en una relación de cuidado puramente terapéutica. Síntomas tales como los dolores abdominales, tan frecuentes en el niño, fuente de inquietud para las madres, constituyen a nuestro juicio un ejemplo caricaturesco de ello. Otras manifestaciones son menos llamati- vas, pero creemos que responden a una dinámica idéntica. Éste seria el caso de las anginas u otitis de repetición. Muchas veces hemos tenido ocasión de ver cómo se suavizaba un conflicto agudo entre madre e hijo, habuualmente centrado en la alimentación, segundos después de que la aparición de las anginas o la otitis autorizara al niño a no comer y a la madre a no forzarle a ello. El conflicto se distiende, el niño halla en la regresión y los cuidados maternales la necesaria gratificación, y la madre desplaza entonces hacia el médico, el pediatra o el O.R.L. la dependencia agresiva reservada a su hijo. El carácter repetitivo de estos episodios que sobrevienen todos los meses, todas las quincenas o todas las semanas, debiera inducir al médico a averiguar su dimensión realmente psicosomá- tica. aun cuando los síntomas de inñamación de la garganta o del tímpano evidencien-, una somática real. En otras palabras, además del necesario tratamiento del episodio actual, convendría integrar el significado indivi- dual y transaccional, a fin de procurar los cambios adecuados puesto que sólo ellos pueden prevenir las recaídas. BIBLIOGRAFÍA BVRRANGER (M. H.): A propos du nanisme psychosocial: elude d'une population exposee. Thése, París VI. 1981. Du.vsIM.). MoRhLÍP.). Lh HM./I-.I (M.F.). FRISÓLA (D.): La pelade: une maladie psycho- somatique? \eiiropsvchiairie eiif.. 1983. .'/. 4. p. 179-191. GALTHIER (Y.) ei coll.:' L'asthme chez le tres jeune enfant (14-30 mois): caracteristiques allergiques et psychologiques. Psychiatrie enfam, 1976, 19 (1). p. 3-146. GLTTON (Ph.). CASTEX (E.). ESTRABAUD (M.): Les vomissemems ps>xhogénes. Psychologie medícale, 1978. 10 (4). p. 671-700. KREISLER (L). FAIN (M.). SOL LE (M.): L 'enfant el son corps. P.U.F.. París. 19,4. KRUSI.I:R (L.): L enfam du desordre psyclwsomatique. Privat ed.. Toulouse. 195!. i vol. 400 P' M ARCF.LLI <D.):L'hypocondrie chez l'enfam. Psycltologie medícale. 1981. /-;(3'. P "'.''"'J6-. MARTY (P.). DE M'UZAN (M.). DAVID (Ch.): L'investigation psychosomatique. P.L.F.. Fans. 1963. MONEY (J.): The syndrome of Abuse Dwarfism (Psychosocial dwarfism or reversible hyposo- matropism). Am. J. Deasease child, 1977. ¡31. p. 508-513. RAPPAPORT (R.). ROYER (P.): Retard de croissance d'origine psychosociale ei nutriüonnelle. Journée Parisienne de Pédiatrie. Paris. 1975. Mea. el Science, Flammarion. 1975. p. 1«- SICHEL (J. P.). FASLA (F.): La rectocolite ulcéro-hémorragique chez l'enfant. Psychiairie enfam, 1975. 18 (1). p. 7-73. 20 En las fronteras de la nosografía El problema de la predictividad Después de haber estudiado unas entidades nosográficas suficiente- mente delimitadas, abordaremos en este capitulo aquellas que están mu- cho menos definidas y que tienen un cariz fluctuante. La utilización de estos conceptos, ya se trate de PREPSICOSIS, de ORGANIZACIONES DISAR- MÓNICAS, de PATOLOGÍA CARACTERIAL O de TRASTORNO CEREBRAL ME- NOR (Minimal Brain Dysfonction), responde en paidopsiquiatria a una preocupación esencial, la del pronóstico. Pero esta utilización está funda- mentada también en una determinada conceptualización teórica, no siem- pre expresada al unísono por los autores que proponen dichas entidades clínicas y por los clínicos que las utilizan. En lo que concierne al pronóstico, ciertamente nos hallamos aquí frente al mayor interrogante de la paidopsiquiatria. Hemos visto las difi- cultades y la incertidumbre para definir la normalidad en el niño (v. pág. 45). dado que al eje sincrónico, es decir, al cliché descriptivo estático del estado momentáneo del niño, debe corresponder en el plano diacrónico la evaluación de la capacidad de evolución de una estructura o de una personalidad en un organismo en vías de maduración. No basta, pues, constatar a una determinada edad cieno desfase en relación con la norma estadística (por ejemplo, ausencia o retraso grave del lenguaje más allá de los 30 meses). Debemos, además, valorar si las modificaciones económicas y dinámicas surgidas del síntoma tienden a acentuar este desfase en relación con el desarrollo o. a pesar de todo, permiten que éste se mantenga dentro del promedio general. En el primer caso, el síntoma comporta una desadaptación cada vez más grave y profunda, por no decir irreversible. En el segundo caso, no es más que un elemento relativamente contingente, a veces incluso útil puesto que así focaliza la angustia o las pulsiones agresivas, permitiendo ( \2 no obstante que prosigan mas o menos normalmente los procesos de maduración y de desarrollo. Este doble enfoque sincrónico y diacrónico explica la dificultad meto- dológica propia de la paidopsiquiatna. En este ámbito, pocos síntomas pueden ser directamente relacionados con una entidad nosográfica precisa que corresponda a una organización estructural definida. El ejemplo mas característico de esta correspondencia lineal es el autismo infantil precoz. Mas. cualquiera que sea su interés teórico, su frecuencia es escasa. Por ei contrario, en la mayor parte del resto de conductas observadas en el niño. raramente un síntoma correlaciona de forma regular con un síndrome y aún más raramente con una organización estructural. Tomemos como ejemplo el caso clásico de la fobia_inja,aüETmiedo ante el extraño, a la oscuridad, al lobo. etc.). Hallamos este comportamiento mental en el desarrollo normal del niño, permitiendo una focalización de la angustia y contando con un indudable valor organizativo del psi- quismo. Asimismo evidencia la puesta en marcha en el niño situado entre 8-10 meses y 3-4 años de ciertos mecanismos de represión y de desplaza- miento (v. pág. 286). Sabemos, por ejemplo, que la ausencia de ansiedad ante el rostro extraño puede responder al no reconocimiento del Yo y del no-Yo. primi- cia de una organización psicótica ulterior. De idéntica manera, en la fase edípica. el tipico temor al lobo (o a la oscuridad) representa un modo económico, eficaz, de vincular ia angustia de castración a un objeto o a una situación simbólica. Las consecuencias son poco perjudiciales para el niño-, por el contrario, así incluso puede mantener fácilmente el diálogo con su padre, quien, gracias a ello, conserva plenamente su papel educa- tivo. De distinto modo, los síntomas fóbicos pueden revestir una gran intensidad, sin poder dominar la angustia aun cuando regularmente apa- rezcan nuevas fobias (v. el caso de Carina en: ¿a Psychanalyse précoce). En una situación de este tipo, el síntoma interfiere la posibilidad de maduración del niño (incapacidad para salir, imposibilidad de dormir, de aprender, etc.), representando en consecuencia un factor de desestabiliza- ción y desorganización cada vez más profundo. Así, en el ejemplo citado, el mismo síntoma aparece tanto en un contexto normal, como en el seno de una organización estructural conflic- tiva (conflicto edípico), pero en la que representa una salida más bien positiva a dicho conflicto, como en el seno de una organización, en la que no es capaz de asumir un papel organizador del conflicto subyacente. Es evidente pues que, en este contexto, el pronóstico es sumamente aleatorio, dado que reposa exclusivamente sobre una descripción semiológica. Además de la observación de los síntomas, la atención debe dirigirse también hacia los procesos madurativos como tales, comparando, como recomienda A. Freud, las distintas líneas del desarrollo del niño y relacio- nándolas entre sí. Se introduce con ello una nueva noción, la de armonía o disarmonía entre las diversas líneas de desarrollo (madurez del Yo, nivel de exigencia pulsional, tipo de relación objeta!). Enesta perspectiva debe ser valorado el impacto económico de la disarmonía. No obstante, es importante recordar que el desarrollo "armonioso" es un ~:to. y que siempre existe un cierto grado de disarmonía. De hecho, frente a un rano. el problema debe formularse de la forma siguiente: la disarrr.onia er. zl constatada, ¿suscita un moderado sufrimiento, pero que a fin de cuentas se convierte en un motor del proceso madurativo?, o. por ei contrario. ¿reviste un grado tal que bloquea el proceso madurativo y como resultado de ello acrecienta la disarmonía existente? En ia primera hipótesis, la disarmonia no constituye un factor grave de enfermedad, lo que sí ocurre en la segunda. Después de analizar este primer elemento de la descripción psicopato- lógica, nos enfrentamos a un segundo, el de la etiología. Sin entrar aquí en el vasto e incierto debate entre psicogénesis y organogénesis de los trastornos observados en el niño, debemos recordar la conceptualizacion o la ausencia de conceptualizacion teórica que fundamenta los cuadros clínicos descritos. Así, la descripción de un conjunto semiologico puede aparejarse con la hipótesis de un proceso mórbido subyacente que se desarrollaría progresivamente, produciendo los distintos síntomas. Esta concepción fue, en el siglo XIX. la de los psiquiatras franceses. cuando describían la sífilis congénita. o la de los psiquiatras alemanes frente a la demencia precoz. Hoy en día hallamos posturas parecidas al hablar, por ejemplo, del autismo infantil. Para otros autores, en cambio, la reagrupación semiológica no implica necesariamente la hipótesis de que exista enfermedad subyacente. Se trataría entonces solamente de una simple correlación de rasgos estadísticamente probada, o bien de un factor psicogenético de origen variable pero cuyo efecto puede ser esa desestabi- lización o ese desfase cada vez mayor en relación con la norma (sincróni- ca o diacrónica de que ya hemos hablado). Otros autores, finalmente, consideran que la evaluación pronostica en el niño debiera tomar en consideración un importante número de varia- bles, si quiere poseer un mínimo de rigor, lo que a menudo no es posible. Salvo casos muy especificos, la evolución es en exceso variable e incierta para circunscribirla, según ellos, en un marco nosográfico riguroso, como el de las neurosis o sobre todo el de las psicosis. Al conjunto de estas consideraciones corresponden marcos concep- tuales tales como prepsicosis. parapsicosis, disarmonías evolutivas o disar- monías cognitivas. trastorno cerebral a mínima, etc.. cada uno de ellos haciendo hincapié en uno u otro factor. Así, el concepto de PREPSICOSIS a nuestro juicio subraya en el plano psicopatológico la importancia de la valoración económica y dinámica de una conducta patológica y, en el plano etiológico, la dificultad y la incertidumbre conceptual concerniente a la nosografía en paidopsiquiatría. El concepto de DISARMONIA evidencia el valor del enfoque diacrónico mediante la comparación de las líneas de desarrollo de las que ya hemos hablado, sea en el plano afectivo, sea en el cognitivo. Finalmente, el concepto de TRASTORNO CEREBRAL MENOR se mantiene, de forma poco precisa y sin haber sido nunca claramente explicitado, por la hipótesis de una etiología orgánica, sea una perturba- ción funcional o una anomalía de la estructura cerebral. Éstas son las entidades que brevemente trataremos de exponer en este capitulo. 334 Prepsicosis del niño Se trata de una terminología cada vez más frecuente cuyas caracterís- ticas clínicas no son siempre evidentes. Esta entidad, cuyo nombre indica bien a las claras el deseo de predictividad inherente a la paidopsiquiatria. debe su éxito a dos factores opuestos. Uno. más bien negativo, considera el término de prepsicosis como un "marco de espera" en el que puede caber "todo lo que es más grave que ia neurosis y menos grave que la psi- cosis", con la incertidumbre evolutiva que ello comporta. El otro factor constituiría la definición "en positivo", atribuyendo a la entidad "prepsi- cosis" una organización estructural que le es propia y cuyo destino evolu- tivo está por precisar. De cualquier modo, antes de abordar el ámbito clínico, debiéramos dedicar algunas palabras a ciertas cuestiones terminológicas muy impor- tantes en este caso. En efecto, los términos abundan, tanto más cuanto que la división entre las descripciones del adulto y las del niño es impre- cisa. No obstante, hay un cierto consenso al hablar de estado-límite en el adulto y de prepsicosis en el niño, aun cuando también se hallen términos tales como: ATYPIC CHILD. ESTADO PSEUDONEURÓTICO o PRENEURÓTICO, ESTRUCTURA PREESQUIZOFRÉNICA, PARAPSICOSIS, BORDELINE CHILD. "FALSO-YO". PERSONALIDAD "COMO Si" fas if), etc. No entraremos aquí en la querella terminológica, pero es importante saber que bajo una etiqueta a menudo diferente se está describiendo en realidad a un mismo tipo de niño. En seguida veremos la sintomatología clínica y los resultados de los principales tests psicológicos, antes de estudiar la estructura psicopatoló- gica y los enfoques teóricos de los diversos autores. DESCRIPCIÓN CLÍNICA No hay una sintomatología propia de las prepsicosis. Todos los sínto- mas pueden también hallarse en manifestaciones endopsíquicas (fobias o rituales obsesivos), trastornos de conducta (inestabilidad, tics, inhibición), trastornos de las grandes funciones somáticas (insomnio grave, anorexia rebelde), retraso en la maduración de un factor específico (retraso de len- guaje), dificultades importantes de la relación (aislamiento en el seno de los hermanos o de sus congéneres, mediocre inserción escolar). Construir un cuadro con los trastornos observados en las prepsicosis equivaldría a confeccionar la lista de todos los síntomas clínicos. Insistiremos, pues, sobre aquellos aspectos que nos parecen esenciales: - LA MULTIPLICIDAD Y LA VARIABILIDAD DE LOS SÍNTOMAS, por ejem- plo, tics que aparecen y desaparecen dando paso a temores nocturnos y un insomnio relativo, al que a su vez sucede una fase de mayor inestabili- dad con fobias más o menos variadas. Estos síntomas se caracterizan todos ellos por su ineficacia para dominar la angustia, tanto desde el punto de vista económico como dinámico. Son niños con un aparente contacto con la realidad, sin una sintomatología psicouca manifiesta, pero que cor el contrario no parecen capaces de estaolecer una organización psíquica susceptible de conferirles dominio y disianciamiemo respecto de una angustia siempre perceptible: - bajo esa aparente adaptación a la realidad, e! contacto con e¡ niño prepsicótico. aun cuando no produzca la sensación de extrañeza hallada en los niños psicóticos. es a menudo de una calidad peculiar. La catexis de la relación puede ser masiva, la expresión fantasmática a través del juego en exceso fácil e inmediata. La temática, como veremos en los tests proyectivos, está constantemente dominada por una mal contenida agresi- vidad. En este contexto, el paso al acto es especialmente frecuente y suele representar un modo privilegiado de evacuar la tensión psíquica. Este paso al acto se realiza de modo auto o heteroagresivo. a veces con una impulsividad extrema. En el polo opuesto, la relación clínica puede estar dominada por la inhibición, dejando poco margen para la expresión de este universo ima- ginativo, o bien por una aparente sumisión a los deseos o a las supuestas expectativas del adulto. Este ultimo caso corresponde al cuadro de "bobe- ría" tan bien descrito por Diatkine. TESTS PSICOLÓGICOS Son especialmente útiles en la evaluación clínica del niño prepsícótico. Ciertamente, cuando ponen de manifiesto la gran facilidad de expresión fantasmática, no hacen más que confirmar aquello que la relación clínica ya nos ha revelado. Por el contrario, adquieren todo su valor cuando el niño establece de antemano una especie de pseudoadaptación (falso yo) o de sumisión al interlocutor. No vamos a detallar ahora los tests de niveles de los que hablaremos con mayor precisión en el marcode las disarmo- nias (v. pág. 157). Los tests proyectivos, especialmente el Rorschach, muestran la intensa necesidad de expresión fantasmática, la cual se lleva a cabo sin necesidad de utilizar los factores llamados intelectuales. La cinestesia y la animación dominan el reconocimiento formal. La productividad es grande, las aso- ciaciones abundantes e infantiles, la referencia al mundo animal privile- giada. En el plano de los mecanismos mentales, puede observarse la importancia de la proyección, de la escisión, de la identificación proyec- tiva. El tipo de producción imaginativa revela el valor de la agresividad, cuyo nivel de elaboración es por demás muy variable de una respuesta a otra y en un mismo niño: devoración oral, fantasías sádico-anales, ame- nazas de aniquilación. Las imágenes paternas movilizadas se sitúan a un nivel muy infantil, a menudo con una dimensión de abandono, o incluso francamente pregenital sobre todo la imagen materna. En relación con los niños psicóticos, la labilidad del nivel de respuestas, la capacidad de recuperación, palpable de una lámina a otra, y la preservada capacidad para realizar una adecuada percepción formal, son contrastes evidentes, sobre todo si el examinador está intentando enmarcar al niño. ESTUDIO PSICOPATOLÓGICO Lo que acabamos de describir a proposito de los tests proyectivos. deja entrever ampliamente las coordenadas principales alrededor ¿e las que se organiza el funcionamiento mental. A nivel de los mecanismos de de- fensa, la escisión es a juicio de algunos autores el factor esencial. No obstante, a diferencia de las psicosis, la escisión está referida sobre todo a los aspectos cualitativos de los objetos (Marcelli). manteniendo activa- mente separados el objeto bueno y el objeto malo. Estos niños parecen típicamente bloqueados a nivel de la fase esquizo- paranoide. sin poder acceder a la posición depresiva para establecer unas relaciones objétales plenas y satisfactorias. La escisión va acompañada por otros tipos de mecanismos defensivos: identificación proyectiva. idea- lización, negación, omnipotencia, todos ellos tendiendo a la creación de una especie de círculo vicioso que refuerza la escisión. Diatkine insiste sobre la importancia relativa de los procesos prima- rios del pensamiento que no pueden ser ni atenuados ni organizados mediante una secundarización eficiente. En el seno de los procesos prima- rios, la agresividad -fruto de experiencias de frustración en exceso seve- ras, más allá de la capacidad adaptativa del Yo del niño, o debida a la dotación innata de éste- es avasalladora (Widlócher). y dificulta todo tipo de organización coherente de la vida libidinal. En el plano estructural, el Yo y el no-Yo parecen distintos; en cambio, la organización del Superyo es a menudo deficiente y esta además reemplazada por la problemática narcisista. Las imágenes paternas no se organizan dentro del marco edípico pero permanecen saturadas de rasgos preedípicos: madre dominante, todopo- derosa y peligrosa, imagen paterna poco diferenciada de la de la madre, investidas ambas de un notable poder fálico. EVOLUCIÓN Desde el principio de este capitulo hemos advertido que el término de prepsicosis nos remite al problema de la predictividad en paidopsiquiatría. No volveremos a hablar nuevamente de los problemas generales ya co- mentados y nos limitaremos estrictamente al problema clínico. En el plano clínico, los niños diagnosticados como prepsicóticos. pare- cen tener un tipo de evolución muy variable (Diatkine). Algunos desarro- llan al término del período de latencia una evidente organización psicó- tica, otros presentan una evolución deficitaria o pseudodeficitaria (cuadro de la "bobería"), o una evolución marcada por la existencia de algún déficit en un sector específico (dispraxia importante, retraso persistente del lenguaje, fracaso escolar, etc.). Finalmente, un gran número de niños se organiza alrededor de un tipo de patología que podríamos denominar caracterial; bajo una aparente adaptación a la realidad, lo que domina es la fragilidad de esta adaptación y una evidente rigidez del funcionamiento mental, caracterizado por ius procesos proyectivos y el paso al acto, unido a una 5¡momatolog¡a que recuerda la psicopatía. Estas ultimas formas presentar, una evidente conti- nuidad con los cuadros clínicos descritos por los psiquiatras de adultos bajo el nombre de estados limite. Mas adelante volveremos a hablar de la patología llamada caracterial (v. pag 338). Organizaciones disarmónicas Tanto si se trata de disarmoma evolutiva (Male. Lebovici. Mises. Lang) como cognitiva (Gibello), se hace hincapié en el equilibrio dinámico o en el creciente desequilibrio que se establece entre las líneas en curso de maduración. La explicación debe ser. pues, ante todo genética-evolutiva más que estructural. Anna Freud fue uno de los primeros autores en llamar la atención sobre las líneas de desarrollo y su obligado equilibrio, constatando: "Cuando el Yo y el Superyo no poseen la madurez suficiente en relación a los niveles de la actividad pulsional, ni las relaciones afecti- vas de objetos apropiados, ni el suficiente sentido social y moral bastan para sujetar y controlar las pulsiones parciales pregenitales y agresivas". A. Freud muestra mediante este texto el efecto desorganizador de la disarmonía. Muy esquemáticamente, las descripciones se centran, bien sobre el desfase entre las líneas de la maduración neurobiológica (por ejemplo, desarrollo de la motricidad. del lenguaje o de la inteligencia), bien sobre las lineas de maduración pulsional y de la organización de la personalidad (sexualización muy precoz en relación con un Yo aún infantil, o. por el contrario, hipermadurez del Yo, que no acepta el nivel pulsional regresi- vo), bien sobre la disarmonia en el seno de una misma línea (asi en la línea cognitiva. una coexistencia de los estadios preoperatorio, operatorio o lógico). Lo importante aquí no es una descripción estática de un estadio par- ticular del niño. Desde este ángulo podríamos retomar aquí la totalidad de las distintas descripciones de las conductas patológicas citadas en la se- gunda parte de esta obra. Para estos autores, "lo importante es reconstruir el funcionamiento mental del niño y apreciar si las defensas puestas en juego, de las que el trastorno instrumental es una modalidad, tienen su papel prolector sin bloquear la posibilidad evolutiva; o por el contrarío si estamos asistiendo a una restricción de las conductas apetitivas y de las posibilidades de catexis, y a la organización de situaciones irreversibles" (Jeammet). Según las obras, se hace hincapié en el desequilibrio pulsional (Lebovici. Diatkine), o en el origen genético y las reorganizaciones estruc- turales (Mises, Lang) que la disarmonía provoca. La noción de disarmonía nos remite a una conceptualización teórica más que a una descripción clínica. No nos parece justificado añadir un cuadro clínico específico de este vasto dominio nosográfico. lo cual ade- más seria hacer un uso poco válido de estos conceptos. Sin embargo, la preocupación metodológica que ha presidido la individualización de estos últimos se articula estrechamente con las principales preocupaciones de la paidopsiquiatría. Patología caracterial Es difícil, cualquiera que sea nuestro deseo, silenciar la espinosa cues- tión de la patología caracterial del niño. En efecto, el apelativo "trastorno del carácter y del comportamiento" ha sido tan ampliamente utilizado como ambiguo es su contenido. Si la definición del comportamiento en tanto que conducta exteriori- zada y objetivable por otro, es relativamente simple, la definición del carácter debe hacerse con mucha más cautela. La referencia al carácter ha sido muy utilizada por los psiquiatras y paidopsiquiatras de las generacio- nes precedentes. No obstante, en la actualidad esta tendencia parece ha- berse atenuado. Es éste un hecho satisfactorio puesto que. al igual que la noción de personalidad, la de carácter acumula una suma de ambigüeda-des. De forma general, cuando se habla del carácter de alguna manera se implica una descripción globalizadora del individuo, pero a la vez reduc- cionista a una especie de tipología concreta. Así, para Heuyer el carácter estaría representado por "el conjunto de las tendencias ¿motivo-afectivas congénitas o adquiridas que regulan las relaciones del individuo con su medio ambiente". Esta definición resumida, muestra que el carácter se define haciendo referencia a: - la noción de congénito o innato: - la relación con el medio (social, educativo, pedagógico); - la globalidad del individuo. Así pues, cuando un autor habla del carácter, o cuando un clínico habla de un "niño caracterial", no sabemos en la mayoría de los casos si esta terminología se refiere a una tipología globalizadora. las más de las veces de origen constitucional (carácter paranoico o ciclotímico. por ejem- plo), a una descripción puramente semiológica de un rasgo específico (niño negativista o colérico), o a una entidad patológica sostenida por un proceso mórbido (carácter psicopático sobre un fondo de desequilibrio). Es fácil concebir el número de confusiones que este término puede engendrar. Algunas tentativas meritorias y valiosas para organizar esta maraña terminológica (Lang), no parece que hayan tenido demasiado éxito. La distinción entre trastornos caracteriales reactivos, trastornos caracteriales estructurales y estructuras caracteriales patológicas, pro- puesta por este autor no nos parece convincente en la práctica clínica. Brevemente diremos que, como rasgo semiológico. el adjetivo carac- terial ha sido utilizado para describir a niños inestables, agresivos, hiperemotivos, ansiosos, impulsivos, inhibidos o excitados, negativistas o o sociopatico. En /u1; 'romeras de la nosoqruJta versátiles. coléricos, etc. Como visión global de! individúe, de carácter histérico, obsesivo, perverso, psicopático desde una óptica constitucionalisia hereditaria, a v uso supo- niendo la existencia de un proceso mórbido subyacente 'degenerescencia de Magnan). sea desde un enfoque de tipología genética 'carácter orai. anal o uretral), pero en el que. también aquí, el conjunto de la personali- dad podría estar vinculado a un punto especifico de anclaje. Desde una perspectiva dinámica, avanzaremos las hipótesis siguientes. al evocar el término "carácter": • en cuanto al individuo, nos hallamos enfrentados a: - la importancia de las pulsiones agresivas, exteriorizadas o no. pues- tas en acto o no, pero en las que el paso al acto es un modo de resolución frecuente del conflicto; - el aspecto a menudo egosíntono del rasgo caracterial: es decir, la conducta desviada no es fuente de sufrimiento para el niño, quien, por el contrario, exterioriza habitualmente el origen del conflicto ("no soy yo. es otro, los otros, la sociedad", etc.) incluso cuando se ve obligado a sufrir secundariamente las consecuencias de su forma de obrar: • en cuanto al ambiente, debe tenerse en cuenta la importancia de los esquemas de interacción a menudo desviados, precozmente interiorizados: la carencia afectiva o educativa, el grave déficit socioeconómico o la profunda inestabilidad familiar, se encuentran aquí constantemente. En efecto, la externalización de los conflictos, modo de reacción preferido por el sujeto Llamado "caracterial", no suele ser más que la asunción por pane de ese sujeto del modo de acción habitual en su entorno. En conclusión, la utilización del término "caracterial" resulta a me- nudo una solución fácil, pero a la vez comporta el riesgo de "etiquetar" dudosamente al niño, mientras que todos los estudios catamnésicos han mostrado hasta qué punto la extrema variabilidad en la evolución de estos casos constituye a posteriori la prueba de la ausencia de un auténtico cuadro psicopatológico o etiopatogénico. El clínico deberá, pues, ser su- mamente cauto en el manejo de la noción de carácter si no quiere caer en la facilidad, recubriendo con etiquetas de falso saber aquello que todas las madres comentan alguna vez acerca de su hijo: "tiene un carácter de mil demonios", "tiene un carácter fácil". Trastorno cerebral menor El trastorno cerebral menor es la traducción adaptada del término anglosajón Minimal Brain Dysfunction1. Se trata de una entidad nosográ- fica utilizada esencialmente por los autores anglosajones, especialmente 1- Se trata de la traducción francesa habitual f'désordre cerebral mineur") que de algún modo hemos respetado. En castellano se ha impuesto "disfunción cerebral mínima". 6V. del T.) tic ¡a y.or.ces oposito de Von relativa :pliar el lógicos, íduio el los norteamericanos Dada la amplia difusión de este concepto. : oportuno dar una explicación tan clara como nos sea posible, y re: al conjunto del ámbito de actividad paidopsiquiatrica. Inicialmente. las primeras descripciones de lo que se llamaba e: Mínima! Brain Disease lesión cerebral a minimat se hicieron a pr de niños con secuelas de encefalitis (concretamente la encefalitis Ecónomo: 1917). intoxicaciones o traumatismos craneales. La similitud de los síntomas en otros niños condujo a los autores a a:: marco de este síndrome. La existencia de antecedentes neuropatc dejó de ser condición necesaria. Finalmente, en 1937. Bradley intr tratamiento mediante anfetaminas. A. - DESCRIPCIÓN CLÍNICA Aunque los limites nosográficos son algo fluctuames. diversos autores están de acuerdo en los principales síntomas enumerados a continuación. • Dificultades motrices: van desde la simple torpeza hasta las dispraxias importantes. Ambas comportan la inestabilidad o lo que los autores an- glosajones llaman los niños hipercinéticos. • Dificultades de atención: débil capacidad de concentración y de fija- ción frente a una tarea. • Dificultades cognitivas: comprenden las anomalías en las nociones temporoespaciales. la dificultad para retener las secuencias rítmicas y las perturbaciones en el test de Bender. • Dificultades escolares: son especificas, como por ejemplo la dislexia y los llamados «déficits específicos de aprendizaje» («learning disability»), o por el contrario, globales. • Dificultades de control pulsional: van desde el deficiente control de esfínteres (enuresis y encopresis) hasta la impulsividad propiamente dicha. • Dificultades de relación: sujetos coléricos, tiránicos, que no aceptan ni crítica, ni ayuda, ni consejo. • Dificultades afectivas: asociadas a la labilidad afectiva, a la extrema reactividad ante las frustraciones, a la agresividad, a la'xólera y a todos los estados disfóricos de estas reacciones. • Dificultades familiares:, deficiente relación del niño con sus padres, pero también de los padres entre sí, siendo el niño la manzana de la discordia. • Síntomas neurológicos: a menudo hay discretos signos neurológicos, tales como una deficiente coordinación en la motricidad fina, movimien- tos coreiformes. zurderia, lenguaje mediocre (poor speech). Estos signos neurológicos constituyen buenos elementos de diagnóstico pero no son indispensables. • Estigmas físicos: anomalía del epicantus o de las orejas, bóveda pala- tina acentuada, estrabismo, tercer dedo del pie largo > apia pequeño o en exceso puntiagudo... El conjunto de estos signos no es imprescindible para el diagnóstico de M.B.D.. no obstante coexisten con frecuencia. Junto a la forma típica se han descrito también: - el síndrome hipercinético clasico: - los niños caracteriales; - el psicópata; - los fracasos escolares, que son formas clínicas de M.B.D. B. - EVOLUCIÓN En función de la edad, se da una evolución clínica que va desde el bebé gruñón y colérico hasta el niño que todo lo toca y siempre está inatento, terminando en el adolescente psicópata y delincuente. Ademas de la entrevista clinica con el niño o los tests proyectivos. ambos de ínteres secundario, el diagnóstico deberá efectuarse en base a una exhaus- tiva recogida de datos y a la confrontación entre pediatra, maestro, psicó- logo, padres y psiquiatra. A pesar "de la falta de criterio patognomónico" y de la "variedad de los síntomasen función del medio", existe "similitud suficiente en los trastornos del comportamiento y respuesta suficiente a medicamentos idénticos, para justificar la utilización clinica de esta enti- dad nosográfica" (Wender). Además, el diagnóstico por exceso no presenta demasiados riesgos, dado que "un ensayo quimioierápico es fácil e inofensivo, permitiendo una rápida evaluación de la respuesta del niño al tratamiento". Entre los factores etiológicos señalados, además de las afecciones neu- rológicas ya citadas (infecciosas, tóxicas o traumáticas) que se hallarían en el origen de este síndrome, los autores citan un factor genético, así como la patología fetal y neonatal. En el plano patogénico, la hipótesis avanzada radica en una disfunción fisiológica que afectaría posiblemente al metabo- lismo monoaminérgico (las anfetaminas aumentan la tasa de las mono- aminas). C. - BASE TEÓRICA SUBYACENTE: CONSECUENCIA Dada su definición, este síndrome se ha difundido con mayor ampli- tud entre los autores anglosajones, puesto que "utilizando el M.B.D. en sentido lato, nos hallamos con que la mitad de los niños vistos en la consulta externa pueden ser clasificados dentro de esta categoría", y que éstos representan el "80% de los niños que, según el juicio de sus maes- tros, muestran dificultades importantes de comportamiento" (Warren). No deben menospreciarse las consecuencias de este diagnóstico, puesto que de él depende la actitud terapéutica. Ésta se basará ante todo en la prescripción de psicoestimulantes. con preferencia ANFETAMINAS. Según los autores, entre los dos tercios y los cuatro quintos de los niños mejoran con este tratamiento. Puede fácilmente concebirse el riesgo que 342 fjrandas reaKrupaciones n'i implica el abuso masivo de tales prescripciones, ¡abuso que ha ¡legado a alertar al gran publico! A pesar de ello quienes recetan, rechazan serena- mente ¡as objeciones, la principal de las cuales seria el posible riesgo de una ulterior toxicomanía ante la prescripción prolongada de anfetaminas. A fin de quitar importancia a esta terapia, se sirven de la siguiente analogía: "No hay argumento alguno que sugiera que el niño epiléptico con los anticunvulsivus, el diabético con la insulina, el reumático con las sulfamiJas, el asmático con los corticoides, muestren un riesgo de utiliza- ción abusiva de droga, superior al resto de la población adolescente" (Wender). En cuanto a las prescripciones debidas a la conveniencia de los maestros, los fracasos escolares de los niños las justifican por sí mismas. Creemos interesante, situar este síndrome en su evolución histórica. Primeramente fue aislado a partir de un cuadro constituido por secuelas de episodios neuropatológicos comprobados, pero de localización difusa; dicho síndrome se extendió enseguida a un conjunto de síntomas de extrema heterogeneidad, y aun cuando los autores reconozcan no hallar siempre lesión orgánica, la existencia de estos síntomas ha constituido el a priori teórico sobre el cual se ha edificado el síndrome. De la misma forma que no existe relación causal directa alguna entre un tipo de disfunción neurológica conocida y un trastorno preciso de conducta, todavía resulta más problemático que unos trastornos del com- portamiento tan diversos lleven a suponer la existencia de lesión cerebral, aun cuando sea mínima. Por nuestra pane, vemos un curioso paralelismo entre el éxito obtenido actualmente por este síndrome, éxito que opina- mos está directamente ligado a una postura dogmática, y el éxito que en otros tiempos tuvieron otras teorías tales como la degeneración mental, el concepto de niño caracterial (Magnan) o la debilidad motriz (Dupré), de las que ya no se hace referencia. Reagrupar bajo el mismo calificativo de M.B.D., a niños torpes o disléxicos, encopréticos o inestables, coléricos o emotivos.... nos parece más un factor de confusión que de clarificación. Si nos hemos extendido en demasía acerca de este síndrome, es porque vemos con temor el nuevo uso del mismo, y creemos que es ésta una grave regresión en nuestra práctica paidopsiquiátrica. En las fronteras de la nosografía -;-~ chmcai ouiconics. Aá'ilexeni Ps:¿:'.iatr\: \i\\. 'y. p. 295-Jó' JE\MMET 'PhJ: A propos cíes dysharrr.onies évoiutives de l'enfar.t P-,;.C-;.J:'.Í ¿"J ] •>"•. .'/ 12). p. 639-648. KERX'BERG 'O': Les trnub/es limites de la personnaüté. Privat. Toulouse. ! '•>' '• Lv\ ü. L.): Las dysharmonies d'évolution. Ps\cnanal\se á l'L'ni'.e^üé. '. ?"". J 16). p 2Í3- 307. L^SG <J. L.): Auxfroniieres de lapsychose infantile. P.U.F.. París. : ?"! LA.VG <J. L.): Les organisations caractenelles. psychotiques et perversas. Ir. ¡•-.:nduct;sn a la psychopaihologie infantile. Dunod. París. I9"9. p. 250-310 M-\RCELU (D.): Les élaK limites en ps.-.chiatrie. P.L'.F.. Collection Modules. ?a.-:s. 1951. M \RCKLL: <D>. Le clivage dans les prepsychosís de l'enfam. Ps-.cniatrie ;•:•'. 19»! ."-'. 2. p. 301-305. MISES (RJ (sous la direction de): Les dysharmonies evolutivos de ¡'er.íar.: L'informa-.ion psychiarrique, 1977. 53 (9). PISE <F.): On íhe concept "Borderline" in children: A clinical essay. Ps;cn*-.a>:al:iic siud:~ of ¡he chiid, 1974. 29, p. 341-36S. WESDER (P. H.). EISENBERG (L): Minimal Brain Dysfunction in chiidrer.. In. American Handbook of Psychiatry. Second Edition. vol. 2. p. 130-146. Bas;c Bc-oks Inc.. New York. 1974. \VIDLOCHER (D.): Étude psychopathologique des eíats prepsychouques Re: ".eunjpr.ciiiairie infantile. 1973. 21 (12). p. 735-"-l4. \\'IDLOCHER (D.): Les états-Iimites: discussion nosologique ou reflexión psychopathologique. Prospective psychiairique. 1979. "0(1). p. "-12. BIBLIOGRAFÍA AMADO (G.): Les enfanis difliciles. P.U.F.. Paris. 1955. CR \BTRKI-: (L.M.-J.C.)-. Minimal Brain Dysfunction in Adolescents and Young Adulis. diag- nostic and therapeutic perspectives. Adolesceni Psychialry. 1981. 9. p. 307-320. DIATKINE(R.): L'enfant prépsychotique. Psychiatrie enf.. 1969. /.'(2). p. 413-446. DIATKINEÍR.). SIMÓN (J.): Lapsychanalyseprécoce. P.U.F.. Paris. 1972. 1 vol. DopCHlEÍN.): Le syndrome hyperkinétique. Psychiatrie enf., 1968. // (2). p. 589-619. GlBELLO (B.): Dysharmonie cognitive. Rev. de neuropsychiairie ¡nfamile. 1976. J-/ (9). p. 439- 452. Hi.CHTMANlLl \\'KISS (G.). PKRL.MAN(T.). TiCKlD.): Hyperactives as Young Adults: various
Compartir