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Draft del capítulo 
“Evaluación Neuropsicológica” R. Allegri, P.Harris, M.Drake 
en Quiroga P, Rohde G (eds) “Psicogeriatría. Bases Conceptuales. Clinica y 
Terapéutica Integral” , Ed Soc.Neurol, Psiq. Neurocir, Santiago de Chile, 
2002 
 
 
Introducción 
La neuropsicología clínica es una ciencia aplicada relacionada con la expresión conductual 
de las disfunciones cerebrales. Su rápida evolución en los últimos años refleja la 
sensibilidad creciente entre los clínicos hacia los problemas prácticos de identificación, 
evaluación, cuidado y tratamiento de los pacientes con síndromes demenciales (Lezak, 
1995). 
La evaluación neuropsicológica aplica los métodos de exploración de la neurociencia 
cognitiva clínica y experimental al análisis de los trastornos de las funciones cognitivas y /o 
conductuales determinadas por lesión o enfermedad cerebral. Esta evaluación en un 
paciente demente es un arte y una ciencia en donde se deben pesquisar y diferenciar las 
alteraciones propias de la demencia de aquellas modificaciones de las funciones normales 
que declinan muchas veces con la edad. 
En los últimos años ha cobrado gran importancia el diagnóstico precoz de los síndromes 
demenciales. Por definición, demencia puede ser diagnosticada sólo cuando las alteraciones 
cognitivas son lo suficientemente intensas como para generar incapacidad en las 
actividades diarias, sociales y profesionales (DSM IV, 1994). Sin embargo el gran desafío 
en la actualidad es el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer antes de cumplir los 
criterios de demencia del DSMIV (1994), pudiendo hablar así de “demencia preclínica”o 
“Alzheimer-predemencia” y dando gran relevancia al concepto de “deterioro cognitivo 
incipiente” (Flicker y cols, 1991) como objetivo diagnóstico necesario para una acción más 
eficaz de las herramientas terapéuticas disponibles (Orogogozo y cols 1999). 
El Subcomité de Evaluación de Terapéutica y Tecnológica de la Academia Americana de 
Neurología (1996) sostuvo que la evaluación neuropsicológica es de ayuda en el 
diagnóstico y seguimiento de pacientes con enfermedad de Alzheimer (EA) y otros tipos de 
demencias, siendo particularmente valiosa para discriminar entre envejecimiento normal y 
demencias leves. 
La importancia de la evaluación neuropsicológica se advierte aún más claramente en los 
criterios del NINCDS-ADRDA para el diagnóstico de enfermedad de Alzheimer (Mc 
Khann y cols, 1984). Estos criterios establecen que para poder hablar de "Enfermedad de 
Alzheimer probable" ésta deberá estar a) avalada por los datos del examen clínico; b) 
documentada por el test del Estado Mental Mínimo (del inglés Mini Mental State exám - 
MMSE) (Folstein y cols 1975), o prueba similar y c) deberá ser confirmada por una 
evaluación neuropsicológica. 
El reporte del Subcomité de Standards de calidad de la Academia Americana de Neurología 
(2001) utilizando los criterios de la Medicina basada en la evidencia recomienda como 
“guías” (nivel de evidencia: recomendación para el manejo de pacientes que refleja una 
certeza clínica moderada – usualmente requiere evidencias clase II o fuerte consenso de 
evidencias clase III) el uso de test cognitivos generales (tipo MMSE, etc) para detección y 
de baterías neuropsicológicas para identificar pacientes con demencia en individuos en los 
cuales se sospecha un deterioro cognitivo (Petersen y cols 2001). 
La evaluación neuropsicológica es la metodología que permite poner en evidencia y 
registrar adecuadamente la alteración cognitiva – conductual y puede ser usada en los 
diferentes niveles clínicos de abordaje del paciente desde el médico asistencial primario, el 
neurólogo general, el consultorio especializado en demencias y el laboratorio de 
Neuropsicología: 
a. Asistencia Primaria: uso de Tests de detección (tipo MMSE (Folstein y cols 
1975), Batería de los 7 minutos (Solomon, 1998), etc) 
b. Consultorio Especializado en Demencias (Protocolos de Neurología del 
Comportamiento y Neuropsiquiatría) 
c. Laboratorio de Neuropsicología I: Baterías Neuropsicológicas “cortas” (tipo 
ADAS (Rosen y cols ), Mattis (1976); SKT (Erzigkeit, 1989), etc..) 
 d. Laboratorio de Neuropsicología II: Evaluación de las diferentes funciones 
 neuropsicológicas 
 
1.Asistencia Primaria: uso de Tests de detección 
La realidad demuestra que hoy los médicos de atención primaria no sólo no diagnostican 
sino que ni sospechan la presencia de Enfermedad de Alzheimer en la práctica rutinaria 
(Illiffe y cols, 1991; McClean 1987; Valenciano y cols, 1989). 
Un editorial de Neurology de 1999, de uno de los grupos principales en Demencia en 
EEUU, describe que en Atención primaria no son diagnosticados adecuadamente el 75% de 
los pacientes con demencia moderada a severa, ni el 97% de los que tienen demencias leves 
(Gifford y Cummings, 1999) 
Un factor que contribuye a este subdiagnóstico de EA es la dificultad y complejidad en 
evaluar el estado mental con los métodos tradicionales. Las investigaciones indican que los 
médicos generales de atención primaria, o no usan tests que examinen el estado mental 
(Somerfield, 1991) o usan tests con muy escasa sensibilidad (Zec 1993; Tombaugh 1992). 
Idealmente el Instrumento de detección a utilizar en Atención Primaria tendría que poder 
ser administrado rápidamente por médicos generales y aún por enfermeras u otro personal 
entrenado con el objetivo de distinguir entre los cambios cognitivos presentes en el proceso 
de envejecimiento normal y la declinación cognitiva consistente con enfermedad de 
Alzheimer u otras demencias (Wallin, 1992, Solomon, 1998, Gifford y Cummings, 1999). 
Un “test de detección” difiere de un “test diagnóstico”. Un test de detección identifica 
pacientes que pueden tener la enfermedad, pero ello no implica un diagnóstico. Los tests de 
detección son aplicados a poblaciones de pacientes en riesgo de tener una patología. Un test 
de diagnóstico es usado para establecer o confirmar un diagnóstico y es usualmente 
utilizado en aquellos individuos con un test de detección positivo (Gifford y Cummings, 
1999) 
 
Mini mental state examination (Folstein y cols 1975) 
El "Mini Mental State Examination" (MMSE) fue desarrollado por Folstein y cols. en 1975 
como un instrumento práctico para la detección de trastornos cognitivos. Al ser un 
instrumento estandarizado de uso generalizado, también favorece la posibilidad de contar 
con un parámetro adecuado de comparación entre distintos centros. 
El MMSE ha alcanzado una amplia difusión debido a que es breve, fácil en su 
administración, y sencillo en su puntuación para ser utilizado por médicos de asistencia 
primaria. 
Existen distintas versiones estandarizadas en español (Taussig y cols, 1992; Lobo y cols, 
1999; Bermejo y cols, 1999; Roselli y cols 2000). 
En Argentina el Grupo de Neuropsicología Clínica de la Sociedad Neurológica Argentina 
publicó la normativa para su administración (Allegri y cols, 1999) y la estandarización con 
los valores de corte – ver tabla 1 (Butman y cols, 2001) . 
 
INSERTAR TABLA 1 aproximadamente aquí 
 
 
El puntaje del MMSE decrece con la edad y aumenta con los años de educación (Crum y 
cols 1993; Bleecker y cols 1988; Butman y cols 2001). La educación pobre aumenta la 
prevalencia de falsos positivos y una educación alta puede aumentar la prevalencia de 
falsos negativos (Cummings 1993). 
Los trabajos en otras lenguas encuentran resultados similares con respecto al efecto 
significativo de la edad y los años de educación, habiéndose realizado hasta la fecha 
validaciones del MMSE también en japonés (Ishizaki y cols 1998), chino (Sahadevan y 
cols 2000), y hebreo (Werner y cols 1999) entre otros. 
 
Con respecto a la sensibilidad y especificidad en el diagnóstico de demencia, Ganguli y 
cols (1993) demostraron una sensibilidad del 49% con una especificidad del 92%; Kukull y 
cols (1994), con un valor de cortede 24, mostraron una sensibilidad del 63% y una 
especificidad del 96%. Ambos estudios tienen una evidencia Clase I (evidencia provista por 
un estudio bien diseñado, randomizado, clínicamente controlado incluyendo meta análisis) 
y demuestran una muy baja sensibilidad del test para diagnóstico en asistencia primaria. 
Por otro lado al tener una tan alta especificidad es de elección para su uso en aquellas 
poblaciones con riesgo de tener un deterioro cognitivo. 
 
Batería Neurocognitiva de los Siete Minutos (Solomon, 1998, 2000) 
La baja sensibilidad que presenta el MMSE para el diagnóstico de demencia llevo a 
desarrollar otras baterías, entre las cuales la más relevante fue la de los Siete Minutos 
(Solomon, 1998, 2000). 
Esta comprende cuatro sub-tests que evalúan áreas típicamente comprometidas en forma 
temprana en la Enfermedad de Alzheimer: orientación temporo-espacial, memoria, fluencia 
verbal y habilidades visuocontructivas. El test de orientación utilizado fue el de Benton 
(1983) que evalúa año, mes, fecha, día, y hora. A diferencia del MMSE que otorga 1 punto 
por cada respuesta correcta, el test de Benton asigna diferentes puntajes según el nivel de 
errores: 5 puntos por cada mes que se aleja del correcto ; 1 punto por cada número en la 
fecha; 10 puntos por cada año; 1 punto por cada día de la semana; y 1 punto por cada media 
hora Esto permite una mayor agudeza en la detección de fallas en la orientación y una mas 
clara jerarquización de las mismas. No es lo mismo confundirse un día que un año en la 
fecha actual. El sub-test de memoria es una variación del Test de Buschke (Grobber y cols, 
1988). En él se le presentan al sujeto 16 dibujos agrupados en 4 tarjetas conteniendo 4 
figuras de distinta categoría semántica cada una. El puntaje final corresponde al total de 
ítems evocados correctamente . Las habilidades visuoconstructivas se evalúan con el Test 
del Reloj, versión de Freedman y cols. (1994). Este test es muy sensible para el diagnóstico 
de la Enfermedad de Alzheimer (Sunderland y cols 1989). La fluencia verbal se evalúa 
solicitando al paciente que genere una lista de palabras (animales). Esta prueba demostró 
ser sensible no sólo para la detección de EA sino también para otras demencias ya que no 
sólo evalúa la capacidad de almacenamiento y recuperación semántica, sino también la 
función ejecutiva para organizar estrategias de búsqueda (Parkin, 1999). 
En su trabajo original Solomon (1998) demostró una sensibilidad del 92 % con una 
especificidad del 96%. En un trabajo colaborativo argentino-uruguayo con este test 
(Butman y cols. en prensa) encontramos una sensibilidad del 93% y una especificidad del 
97% para las formas moderadas o severas de demencia. Sin embargo, cuando intentamos 
detectar formas leves, en nuestra muestra la sensibilidad desciende al 78%. 
El Subcomité de Standards de calidad de la Academia Americana de Neurología (2001) lo 
categorizó como clase III. 
 
2. Consultorio Especializado en Demencias 
(Protocolos de Neurología del Comportamiento y Neuropsiquiatría) 
La evaluación de pacientes en un Consultorio de Demencia la realiza un Neurólogo o 
Psiquiatra con formación en Neurología del Comportamiento, Neuropsiquiatría y 
Neurociencias Cognitivas. Desarrollaremos el modelo utilizado en nuestro centro. 
Se parte de una entrevista semiestructurada de abordaje general al paciente (historia de la 
enfermedad actual, antecedentes personales, antecedentes familiares y medicaciones), 
aplicándose luego instrumentos para evaluar el estadio basados en la información que 
nos da el paciente y el informante (tipo Global deterioration Scale GDS; Reisberg y cols., 
1982; Clinical dementia Rating – CDR; Morris y cols 1993), exámen del estado mental del 
paciente (mini mental state, test del reloj, etc), exámen neurológico y cuestionarios 
conductuales (NPI, depresión etc). 
 
• Instrumentos para evaluar el estadio basados en la información que nos da el 
paciente y el informante 
En la evaluación y seguimiento de un paciente con demencia es útil poder establecer el 
estadio evolutivo de la enfermedad. Para ello existen diversas escalas que otorgan un valor 
estandarizado de acuerdo al grado de afectación funcional. En general se intenta objetivar la 
valoración a fin de poder clasificar la demencia según los criterios clínicos clásicos: 
demencia leve, moderada o severa. 
La Escala de Deterioro Global (Global Deterioration Scale - GDS (Reisberg y cols 1982)) 
establece siete estadíos posibles: 1=normal; 2=deterioro muy leve; 3=deterioro leve; 
4=deterioro moderado; 5=deterioro moderadamente severo; 6=deterioro severo; 
7=deterioro muy severo. La escala define cada estadío en términos operacionales y en base 
a un deterioro supuestamente homogéneo. Sin embargo, dado que la secuencia de aparición 
de los síntomas es a menudo variable, se ha argumentado que la inclusión de un paciente en 
un estadío de acuerdo a un criterio rígido podría conducir a errores; no obstante se trata de 
una de las escalas más completas, simples y útiles para la estimación de la severidad de la 
demencia. El C.A.E.D. (1997) sugirió la utilización de esta escala para la gradación del 
síndrome demencial de la enfermedad de Alzheimer acompañado del Instrumento de 
Evaluación Funcional para Enfermedad de Alzheimer, FAST (Functional Assessment tool 
for Alzheimer's disease) 
Para todas las demencias que no son Enfermedad de Alzheimer el C.A.E.D.(1997) sugirió 
remplazar el GDS -que es específico para la enfermedad de Alzheimer- por la 
Clasificación clínica de las Demencias (Clinical Dementia Rating - CDR (5)) que es más 
general. Su escala establece cinco estadíos posibles : 0=normal; 0,5=cuestionable; 
1=demencia leve; 2=demencia moderada; 3=demencia severa. La estimación se realiza en 
base al rendimiento del sujeto en seis modalidades de tipo cognitivo y funcional a partir de 
la entrevista directa del paciente y de su cuidador. Estas modalidades son: memoria, 
orientación, razonamiento, actividades sociolaborales, actividades recreativas (hobbies o 
pasatiempos), y cuidado personal. 
 
 
 
• Examen del estado mental del paciente 
Para estudiar el estado mental se seleccionó una batería de tests neuropsicológicos en base a 
los conocimientos actuales sobre las funciones intelectuales afectadas precozmente en estas 
patologías y que permiten una clara diferenciación con el envejecimiento normal 
(Cummings y Benson, 1992; Dastoor y Mohr, 1996; Laurent y col., 1998). Otros de los 
criterios de selección fueron la sencillez en la toma e interpretación y el corto tiempo de 
realización de cada uno de los tests. 
Para cumplir estos objetivos se eligieron: 
1. Test de memoria subjetiva (nivel de queja de "olvidos" del paciente) (Derouesne y 
cols., 1989) adaptación Argentina (Allegri y cols,1999) 
2. Examen mínimo del estado mental (Folstein, 1975), normatización en Argentina 
(Allegri y cols, 1999; Butman y cols 2001). 
3. Test de Orientación de Benton (1983). 
4. Test del Reloj: (Freedman y cols. 1994) 
5. Prueba de Memoria verbal Serial de la Batería de Signoret (Signoret 1979) 
adaptación Buenos Aires. Incluye el aprendizaje de una lista de 12 palabras no 
relacionadas que el paciente debe restituir 3 veces. Luego de una actividad de 
interferencia se realiza recuerdo libre diferido de la lista de palabras, la evocación 
con facilitación semántica de las palabras faltantes en el recuerdo libre y el recuerdo 
con facilitación por elección múltiple entre 4 palabras del mismo campo semántico 
de las palabras faltantes, La prueba de memoria es uno de los tests diagnósticos más 
importante en el diagnóstico de demencia (Laurent y cols, 1998; Cummings y 
Benson, 1992). Las pruebas de memoria serial clasicamente demostraron una gran 
sensibilidad en el diagnóstico de demencia (Grober, Buschke y cols. 1988). 
6. Span de dígitos (WAIS, 1988). Este es un test clásicopara evaluar el componente 
atencional. Su realización cobra importancia dada la frecuencia de alteración 
atencional en cuadros psiquiátricos y confusionales, contrastando con la relativa 
normalidad de la misma en las demencias (Cummings y Benson, 1992). 
7. Test de Denominación (12 láminas del Test de Boston; Serrano y cols en prensa). 
La denominación evalúa la memoria semántica. Este tipo de memoria se encuentra 
normal en el envejecimiento y se afecta precozmente en las demencias corticales 
(Cummings y Benson, 1992; Dastoor y Mohr, 1996; Laurent, y col., 1998). 
Basándose en un trabajo realizado de sensibilidad y especificidad de cada una de las 
láminas del test de Boston (Allegri y cols, 1997) fueron seleccionadas aquellas 12 
más sensibles y específicas para el diagnóstico diferencial de la enfermedad de 
Alzheimer (Serrano y cols en prensa). 
8. Test de Fluencia Verbal (Benton, 1968; Butman y cols 2000) 
9. Trail making test (Reitan, 1958) y Test de secuencias gráficas: estos últimos 3 tests 
permiten evaluar el componente ejecutivo y rápidamente ver errores perseverativos 
como los observados en las demencias subcorticales o frontales (Dastoor y Mohr, 
1996) 
 
• Cuestionarios de trastornos conductuales 
Para el estudio de los trastornos conductuales (depresión, ideas delirantes, alucinaciones, 
etc.) se utiliza la versión en español del Inventario Neuropsiquiátrico (NPI) de la 
Universidad de California en Los Angeles (Cummings y cols, 1994) y para cuantificar los 
rasgos depresivos la escala autoadministrada de depresión de Beck y cols, 1961. 
 
Este protocolo nos permite un abordaje inicial del paciente con deterioro cognitivo para 
determinar la necesidad de completar una batería neuropsicológica como lo sugiere como 
“guía” el reporte del Subcomité de Standards de calidad de la Academia Americana de 
Neurología (2001) (utilizando los criterios de la Medicina basada en la evidencia) (Petersen 
y cols 2001). 
 
3. Laboratorio de Neuropsicología I: 
Baterías Neuropsicológicas “cortas” 
La administración de una batería neuropsicológica completa en las demencias utilizará 
diferentes combinaciones de tests neuropsicológicos adecuados a poner de manifiesto 
aquellos perfiles propios de cada enfermedad . 
Hay que tener en cuenta también que los perfiles cognitivos de las demencias son diferentes 
según sean corticales o subcorticales (Cummings y Benson 1984); aún entre los distintos 
trastornos corticales, e incluso dentro mismo de la enfermedad de Alzheimer se ha 
demostrado heterogeneidad (Mangone y cols 1999) . Por ello, es fundamental que la 
batería neuropsicológica a utilizar permita objetivar estas variaciones, utilizando todas las 
herramientas que estén al alcance para cubrir el amplio espectro de posibilidades 
diagnósticas. 
Toda batería neuropsicológica para evaluación de demencias debe, por tanto, abarcar un 
vasto rango de áreas y habilidades cognitivas, con especial énfasis en la memoria. Sin 
embargo, debe remarcarse que los tests de memoria en forma aislada no alcanzan para 
realizar un diagnóstico de demencia; en la Enfermedad de Pick, por ejemplo, el trastorno de 
memoria comienza en forma relativamente tardía. 
 
Las dos primeras que desarrollaremos fueron sugeridas como baterías globales de 
evaluación cognitiva por el C.A.E.D. (1997). Para la Enfermedad de Alzheimer se 
recomendó la Escala de Evaluación para Enfermedad de Alzheimer (Alzheimer's 
Disease Assessment Scales, A.D.A.S.(Rosen y cols 1984)) y para aquellas enfermedades 
demenciantes con compromisos cognitivos subcorticales, se sugirió la Escala de Demencia 
de Mattis (1976). Son baterías relativamente cortas (aproximadamente 30 minutos) y 
buenos instrumentos para el seguimiento evolutivo de los pacientes. 
Sin embargo para acceder a un diagnóstico inicial o precoz de un paciente antes de cumplir 
los criterios de demencia (DSM IV) se debe complementar necesariamente con otras 
pruebas neuropsicológicas. 
La Escala de Demencia de Mattis (Mattis Dementia Rating Scale, (1976)) es un 
instrumento breve, de mayor efectividad que el MMSE . Esta escala arroja un valor global -
con un máximo de 144 puntos- y valores parciales para las distintas funciones cognitivas: 
atención, iniciación/perseveración, construcción, conceptualización y memoria. Fue 
diseñada para poder evaluar y cuantificar la progresión de la declinación cognitiva de los 
sujetos con demencia, aún al lado de la cama del paciente. Tiene un índice de confiabilidad 
test-retest de 0.97 (Coblentz y cols 1976). El punto de corte es de 123; por debajo de esta 
cifra no queda incluído ningún sujeto con trastorno depresivo mayor, incluye sólo un 12% 
de pacientes con trastornos psicológicos, un 36% de pacientes con cuadros focales y un 
62% de pacientes dementes. 
El ADAS (Alzheimer's disease assessment scales) o Escala de Evaluación para Enfermedad 
de Alzheimer (Rosen y cols 1984) es tambien un test breve y confiable que evalúa la 
disfunción cognitiva y conductual. 
El ADAS es un test que evalua rendimiento y que consta de 21 items segregados en dos 
subescalas: cognitiva (ADAS cog) y conductual (ADAS-noncog), de 11 y 10 items 
respectivamente. En la práctica se ha hecho muy popular la administración del ADAS-Cog, 
en tanto que la parte conductual ha sido relegada debido a la existencia de escalas 
conductuales más abarcativas (Allegri y cols 1999). 
El ADAS cognitivo incluye la evaluación de memoria (evocación libre y reconocimiento), 
lenguaje (denominación de objetos y de dedos, comprensión de órdenes, expresión), 
orientación, praxias y visuoconstrucción. Es altamente efectivo para discriminar pacientes 
con enfermedad de Alzheimer de sujetos controles, y es considerablemente más sensible 
que el MMSE para las demencias leves. El efecto del nivel educacional no es 
estadísticamente significativo y las diferencias según la edad son de pequeña magnitud. El 
C.A.E.D. (1997) sugirió la utilización de la adaptación y estandarización Argentina 
(Mangone y cols, 1995) para la Enfermedad de Alzheimer (ver tabla 2). En 1999 se 
publicaron normativas para su administración en nuestro medio (Allegri, 1999). 
El ADAS no fue diseñado como instrumento único de diagnóstico sino para el estudio de 
los síntomas característicos de la enfermedad de Alzheimer y como indicador sensible de 
evolutividad (Allegri 1999). La evidencia obtenida de estudios longitudinales sugiere que 
pacientes no tratados presentan un nivel de cambio anual de aproximadamente 9 puntos en 
la escala cognitiva. 
El ADAS-Cog permite discriminar entre pacientes con enfermedad de Alzheimer y 
controles. Utilizando como valor de corte dos desvíos estándares por debajo de la media 
según el grupo etario, la escala clasifica bien el 98% de los sujetos normales, el 91 % de los 
Alzheimer leves y el 100% de los Alzheimer moderados a severos (Mangone y cols 1995). 
Los items de evocación libre, praxias ideatorias, hallazgo de palabras y recuerdo de órdenes 
permiten discriminar bien entre pacientes con enfermedad leve y controles. Los items de 
habilidad visuoconstructiva, denominación y orientación son sensibles en etapas posteriores 
del deterioro (Allegri, 1999). El puntaje de la subescala cognitiva resulta ser así el mejor 
indicador de la progresión de la enfermedad, reflejando los diferentes perfiles cognitivos 
en los diferentes estadíos (Mangone y cols 1995). 
 
INSERTAR TABLA 2 aproximadamente aquí 
 
Otro método utilizado en países europeos germano parlantes, es el Sydrom Kurztest, SKT 
(Erzigkeit, 1989). El SKT fue tambien validado en Chile por Fornazari y cols (1997). Es un 
test bastante eficiente y breve para la evaluación de trastornos cognitivos, y consiste en una 
batería de 9 subtests, cada uno con un tiempo límite de 60 segundos, de tal manera que la 
administración total del procedimiento raramente excede los 12 a 15 minutos. La evaluación 
totalincluye aspectos de fluidez de lenguaje, praxias, recuerdo a corto plazo ,memoria de 
reconocimiento, atención y concentración, en pruebas de dificultad creciente. El test consiste 
en láminas donde están impresos los objetos, para nominación y memoria de reconocimiento, 
laminas para contar símbolos entre estímulos distractores, lámina con hileras de letras para 
nominación revertida y fichas con números para su denominación y posterior ordenamiento en 
orden creciente. 
En la validación (Fornazzari, 1997) se seleccionaron 170 sujetos, 90 controles normales y 80 
con diverso grado de trastorno cognitivo (CIE 10). El test mostró diferencias significativas 
entre los controles normales y los pacientes con diverso grado de demencia (ver tabla 3). A 
pesar de ser un test que no requiere papel y lapiz, el factor escolaridad es tambien importante: 
los resultados obtenidos en los sujetos con menos de 4 años de instrucción no son confiables y 
por lo tanto no se puede usar en población analfabeta, o en aquella con poca instrucción 
(Fornazari, 1997). 
 
INSERTAR TABLA 3 aproximadamente aquí 
4. Laboratorio de Neuropsicología II: 
Evaluación de las diferentes funciones neuropsicológicas 
Mencionamos más arriba que si bien las escalas descriptas (ADAS, Matis, SKT) tienen un 
rol importante en la evaluación diagnóstica y en el seguimiento del paciente, pueden 
resultar poco sensibles para las demencias precoces o muy leves por lo que se recomienda 
una exploración más exhaustiva de las funciones cognitivas (Lezak, 1995). 
Si bien hay diferencias entre los distintos laboratorios de neuropsicología respecto a las 
técnicas específicas a utilizar en la batería extensa, existe amplio consenso respecto a las 
funciones que deben ser evaluadas, incluyendo inteligencia general, memoria, atención 
lenguaje, visuopercepción, visuoconstrucción, razonamiento, abstracción y funciones 
ejecutivas. 
 
Rendimiento intelectual global 
Existen grandes discusiones acerca de la validez o no del concepto de inteligencia y de 
cociente intelectual. Algunos autores aceptan una inteligencia global como factor unitario 
característico del ser humano (Brody, 1997) otros postulan las inteligencias múltiples 
(Gardner, 1995). La evaluación de la inteligencia es fundamental debido a que el deterioro 
del funcionamiento intelectual es una de las características específicas de la demencia. La 
inteligencia cristalizada es el conocimiento de acuerdo al nivel cultural y educacional, la 
inteligencia fluida es la habilidad de resolver problemas nuevos fuera de todo contexto 
educacional o cultural. Esta última sería la más afectada en los deterioros cognitivos. 
Para medir el rendimiento intelectual global actual la batería más utilizada es la Escala de 
Inteligencia para adultos de Wechsler (WAIS, 1951), la cual tiene una versión para 
Sudamérica (WAIS, 1988). Esta escala (WAIS, 1951) y su versión revisada (WAIS R, 
1981) están formados por una subescala verbal (subtest de Información, Comprensión, 
Aritmética, Analogías, Dígitos y Vocabulario) y una subescala de ejecución (subtest de 
Dígito-Símbolo, Completamiento de Figuras, Diseño con Cubos, Ordenamiento de 
Láminas y Rompecabezas). Esto permite acceder a un Cociente de Inteligencia global, uno 
Verbal, y uno de Ejecución (Lezak, 1995). De manera general los subtest de retención de 
dígitos y dígitos-símbolos tienen un gran componente atencional, los de Información y 
Vocabulario reflejan el nivel premórbido y las funciones verbales, los de Diseño con cubos 
y Rompecabezas tienen una importante carga visuoconstructiva, y los de Aritmética, 
Comprensión, Completamiento de figuras, Ordenamiento de láminas y Analogías muestran 
la formación de conceptos y el razonamiento. 
En la enfermedad de Alzheimer se observa un mayor deterioro de la escala de ejecución, 
dado que los subtest verbales están más consolidados, pertenecen más a la inteligencia 
cristalizada y están menos afectados inicialmente en la enfermedad. En la Enfermedad de 
Parkinson (paradigma de los deterioros cognitivos subcorticales) y en la Corea de 
Huntington existe una relativa preservación de la inteligencia con poco declive en el CI. 
Los subtest más afectados inicialmente son Dígitos-Símbolos, Ordenamiento de Láminas y 
Retención de Dígitos. 
En 1997 se publicó la 3ra versión (WAIS III) que pasa de 11 a 14 subtest y mejora, desde el 
punto de vista de la psicología cognitiva, el agrupamiento de factores e incluye la memoria 
de trabajo. 
En los deterioros cognitivos, es muy importante conocer el nivel intelectual premórbido del 
sujeto a fin de poder compararlo con su rendimiento actual. Algunas subpruebas del WAIS 
son particularmente útiles para tal fin, como los subtest de Vocabulario e Información 
(Lezak, 1995). Otro método para esta medida es el NART (National Reading Adult Test) 
(Nelson, 1982), un test de lectura de palabras infrecuentes irregulares, del cual contamos 
con una versión local, traducida y adaptada en Buenos Aires. (Burin y col., 2000). 
 
Memoria 
La declinación de la memoria es considerada "normal" en el curso del envejecimiento pero 
es también la sintomatología de inicio de la demencia (Laurent et al, 1997, 1998). Los 
olvidos son la queja cognitiva más frecuente en la consulta médica y esto muchas veces 
refleja una carga de ansiedad o depresión propia del envejecimiento y otras el inicio de la 
enfermedad de Alzheimer (Allegri y cols. 2000) . Por este motivo la evaluación 
neuropsicológica de la memoria tiene como objetivo primario colaborar con el diagnóstico 
diferencial entre la declinación normal y el deterioro cognitivo y secundario en definir el 
tipo de perfil de cada síndrome en particular (cortical = amnesia vs fronto-subcortical = 
olvido). 
Dada la presencia de distintos sistemas mnesicos, en primer lugar debemos considerar la 
división entre la llamada "memoria a corto plazo (MCP)" y la "memoria a largo plazo 
(MLP)": la memoria a corto plazo, concebida como un sistema que permite cumplir con las 
actividades que requieren mantener la información disponible para ser utilizada en forma 
inmediata, y la de largo plazo, entendida como un sistema de operaciones que permite la 
utilización de aprendizajes anteriores (Peretz et al,1991). También, debe considerarse la 
sub-división de la memoria a largo plazo en memoria episódica, memoria semántica y 
memoria procedural o de procedimiento (Tulving, 1972). 
 
Memoria episódica 
Este sub-sistema es el encargado de los procesos de codificación y almacenamiento de 
nuestras experiencias personales. La información contenida en ella es de naturaleza 
autobiográfica y está ligada al contexto espacial de la experiencia aprendida (Tulving, 
1972). Una de las formas habituales de evaluar la memoria episódica, es por medio del 
aprendizaje de una lista de palabras. Entre las versiones más utilizadas de esta técnica, 
figuran el Test de Aprendizaje Auditivo Verbal de Rey (Lezak, 1995), el California Verbal 
Learning Test (Delis et al.) 1987), la sub-prueba de la Escala de Memoria de Wechsler, 
(Wechsler 1945, 1987), el Buschke Selective Reminding Test, (Buschke, 1973) y la sub-
prueba de la Batería de Eficiencia Mnésica de Signoret (Signoret et al, 1979). 
Cualquiera de ellas nos permite evaluar diferentes aspectos de la memoria tales como la 
codificación y el almacenamiento de la información, la capacidad de aprendizaje, la 
evocación libre y el reconocimiento del material previamente presentado. El diseño general 
de esta técnica es la lectura, por parte del examinador, de una lista de palabras una cierta 
cantidad de veces, que varía, de acuerdo a la técnica utilizada, de 3 a 5 veces. Este método 
permite observar tanto cuánto ha aprendido el sujeto (es decir cuántas palabras recuerda en 
cada ensayo) y cómo ha sido llevado a cabo el aprendizaje, es decir las diferentes 
estrategias utilizadas, el proceso de aprendizaje,los distintos tipos de errores cometidos, 
etc. 
Se ha encontrado que el recuerdo diferido de la lista es altamente efectivo para distinguir 
pacientes dementes de normales (Brandt, 1991; Harris y Dowson, 1982). Welsh et al (1991) 
mencionan al recuerdo diferido de la lista de palabras como la prueba más exitosa en 
diferenciar pacientes con demencia tipo Alzheimer leve (MMS 24 o >) de sujetos añosos 
normales. 
Otra de las características descriptas dentro del aprendizaje de la lista de palabras es el 
efecto de la posición serial, es decir la influencia del orden de presentación de las palabras 
para su recuerdo posterior. Los examinados recuerdan más frecuentemente las palabras del 
comienzo de la lista (efecto de principio de lista o primacía) y del final (efecto de fin de 
lista o recencia) por sobre las palabras de la región media. Este efecto de posición serial 
indica que cierta información ha sido guardada en la memoria a largo plazo (efecto de 
principio de lista) y que otra parte de la misma está siendo procesada en la memoria a corto 
plazo (efecto de fin de lista) (Glanzer and Cunitz, 1966). Por eso, en pacientes que 
presentan déficits de la memoria a largo plazo se espera que recuerden palabras 
principalmente de la región de recencia, sugiriendo que están usando una estrategia de 
recuerdo predominantemente pasiva, simplemente repitiendo las últimas palabras oídas. 
(Delis et al.1987). 
La progresión del aprendizaje se observa en la cantidad de palabras adicionales que 
recuerda el paciente en cada uno de los sucesivos ensayos. Los sujetos normales aumentan 
progresivamente el número de palabras aprendidas cada ensayo, mientras que los pacientes 
con demencia tipo Alzheimer llegan rápidamente a su "techo" en el primer o segundo 
ensayo, sin poder mejorar su aprendizaje pese a las repetidas presentaciones posteriores 
(Duchek et al, 1991). 
La etapa de la evocación libre, permite examinar cuánta información ha retenido un sujeto 
después de mediar una interferencia. La cantidad de información que “olvida”, es decir, el 
grado de pérdida de la información adquirida durante el aprendizaje, se puede cuantificar a 
través del "índice de olvido" (cociente entre lo adquirido en el aprendizaje y lo recordado 
en recuerdo libre diferido). Se ha sugerido que los pacientes con demencia tipo Alzheimer 
muestran una dramática pérdida de información luego de solamente unos pocos minutos 
(Hart et al, 1988). 
Finalmente, la etapa de reconocimiento permite discriminar si el bajo desempeño de un 
paciente en el recuerdo libre refleja un déficit en la codificación del material o si se trata de 
una dificultad en el proceso de recuperación del material. Los sujetos con demencia de tipo 
Alzheimer tienen una mala recuperación a diferencia de aquellos con formas subcorticales 
(Enfermedad de Parkinson, Enfermedad cerebrovascular de pequeños vasos) en que la 
recuperación es completa. Esto lleva ha hablar de amnesia en el caso de las formas 
corticales y olvidos en las subcorticales (Allegri y col., 1998) 
Algunos trabajos (Fuld et al., 1982; Jacobs, et al., 1990) han hecho referencia a que los 
pacientes con enfermedad de Alzheimer producen, durante la evocación libre de la lista de 
palabras, un número significativo de "intrusiones", es decir palabras que no corresponden a 
la lista, pero que el sujeto menciona como pertenecientes a la misma. Se ha considerado 
que estos errores podrían ser de importancia diagnóstica para la detección de una demencia 
tipo Alzheimer incipiente (Harris et al, 2001). 
 
Memoria semántica 
La mayoría de los investigadores coinciden en definir la memoria semántica como el 
conjunto organizado de nuestros conocimientos acerca del significado de las palabras, 
objetos y conceptos (Tulving, 1972). 
Debido a la multiplicidad de facetas con que se presenta la memoria semántica -
conocimiento general, significado de las palabras, de los objetos- la tarea de evaluarla es 
compleja (Patterson and Hodges, 1995). Si bien el neuropsicólogo utiliza habitualmente 
técnicas que incluyen preguntas de cultura general (información del WAIS) 
(Wechsler,1988) y del conocimiento de los conceptos (vocabulario del WAIS), es 
indudable que estas pruebas sólo abarcan una parte de este sistema mnésico. 
Las cuadros demenciales en los que característicamente se desorganiza la memoria 
semántica son las llamadas demencias “corticales”: la enfermedad de Alzheimer y la 
demencia semántica. Esta última es el paradigma de esta alteración (con severa anomia, 
alteración de la comprensión de la palabra aislada, fluencia semántica reducida y un nivel 
de conocimiento general empobrecido; relativa conservación de otros componentes 
lingüísticos; conservación de la capacidad de resolución de problemas (no verbales) y de 
las habilidades perceptuales ; y memoria episódica (cotidiana) relativamente conservada). 
En la demencia tipo Alzheimer, la alteración de la memoria semántica es una característica 
saliente, reflejada en las anomias pero no llegando en las etapas iniciales a una disrupción 
tan masiva del sistema como se observa en la demencia semántica (Patterson and Hodges, 
1995). La mayoría de las evidencias de alteración de la memoria semántica en la 
enfermedad de Alzheimer en la práctica provienen de los tests de denominación por 
confrontación visual y de la fluencia verbal (generación libre de palabras de acuerdo a un 
criterio predeterminado en una unidad de tiempo). 
Las tareas de denominación, como por ejemplo el Test de Vocabulario de Boston 
(Goodglass y Kaplan, 1986), consisten en la presentación de láminas con figuras impresas 
(de mayor a menor frecuencia de uso) las cuales deben ser nombradas por los sujetos. 
Existe una adaptación y reordenamiento de las laminas de este test a nuestro medio (Allegri 
y cols., 1997) La memoria semántica se encuentra normal en el envejecimiento y se afecta 
precozmente en las demencias corticales. Los pacientes con enfermedad de Alzheimer 
fallan habitualmente en la producción de nombres de categorías "superordinadas" (por 
ejemplo diciendo "animal" frente a una figura de un camello), o en la producción errada de 
palabras asociadas semánticamente (por ejemplo decir hipopótamo en vez de rinoceronte). 
Estos errores han sido interpretados como el reflejo de una alteración de la estructura "fina" 
del sistema semántico, manteniéndose relativamente indemne la distinción más gruesa entre 
las diferentes categorías semánticas . 
En las tareas de fluencia, los pacientes con enfermedad de Alzheimer tienen peor 
rendimiento frente a la fluencia semántica (producción de palabras pertenecientes a una 
categoría semántica) que frente a la fluencia fonológica (palabras que comiencen con una 
letra específica), lo que sugiere una alteración en el acceso al significado de las palabras. 
Cuando se les pide que generen elementos que, por ejemplo, puedan ser comprados en un 
supermercado, los pacientes con enfermedad de Alzheimer tienden a producir categorías 
superordinadas (fruta, vegetales, elementos de limpieza) más que ítems específicos 
(manzanas, zanahorias, jabón en polvo). Esto se debe a un deterioro de la red semántica 
"ascendente" (bottom-up) caracterizado por la pérdida de los ejemplares dentro de una 
categoría pero con preservación de la categoría en sí misma (Patterson and Hodges, 1995). 
Los pacientes con demencias frontales tienen mayor dificultad en la fluencia fonológica que 
en la semántica (Laurent y cols., 1997; Allegri y cols., 1998). En nuestro medio se publico 
una estandarización de Fluencia verbal semántica y Fonológica (Butman y cols., 2000). 
 
Memoria de trabajo 
La memoria de trabajo puede ser entendida como la capacidad de mantener en el foco de la 
conciencia, la representación interna de estímulos del mundo externo recientes y/o pasados 
y utilizar esta información a fin de lograr un resultado “elaborado” (Goldman-Rakic,1995).La desorganización de este sistema mnésico es característica de las demencias frontales o 
fronto-temporales, sin embargo en los pacientes con demencia tipo Alzheimer también se 
evidencia, en mayor o menor medida una alteración en la memoria de trabajo. Para 
evaluarla, se utilizan técnicas que ponen en juego la capacidad de mantener dos procesos 
cognitivos operando simultáneamente. Entre ellas podemos nombrar el PASAT (Paced 
Auditory Serial Addition Test; Gronwall, 1977). En esta prueba se le pide a los sujetos que 
expresen en voz alta la suma resultante de los dos últimos dígitos que van escuchando de 
manera tal que a cada número que escucha, debe adicionarle el previamente escuchado. Los 
dígitos son presentados en cuatro niveles crecientes de velocidad (cada 1.2; cada 1.6; cada 2 
y cada 2.4 segundos). Otra prueba utilizada habitualmente con el mismo propósito es el 
sub-item de "secuenciación de letras y números" del WAIS III (Wechsler, 1997) en el 
cual se le lee al sujeto una combinación de letras y números y se le pide que repita primero 
los números -en orden ascendente- y después las letras -por orden alfabético. Cada una de 
las series está formada por tres secuencias, y cada secuencia es una combinación diferente 
de números y letras. 
 
Memoria para eventos remotos 
Mientras que en los sujetos con patología demencial los sistemas de memoria previamente 
mencionados están alterados en mayor o menor medida, la información del pasado remoto 
se recuerda significativamente mejor que los eventos recientes. La memoria remota se 
evalúa con técnicas tales como el test de memoria de eventos públicos relevantes, el test de 
caras famosas (de alguna década) o preguntando sobre eventos personales distantes. Los 
pacientes con enfermedad de Alzheimer realizan estas técnicas con bastante exactitud; se 
evidencia el factor de gradiente temporal característico (Feinberg y Farah, 1997). 
 
Memoria Implícita y Memoria Procedural 
Para la memoria implicita las investigaciones recientes han revelado que los pacientes con EA 
tienen rendimientos alterados solamente para ciertas pruebas de “priming” que involucran 
también un componente semántico. Así un efecto conservado de “priming”en las pruebas de 
repetición, de decisión lexical, de denominación de palabras y de completamiento de figuras 
incompletas, mientras que un bajo rendimiento se observó en las pruebas de completamiento de 
trigramas y de asociación de palabras. Se ha sugerido que en los pacientes con demencia de tipo 
Alzheimer el bajo rendimiento se produce unicamente en aquellas pruebas que demandan una 
búsqueda en la memoria semántica. 
En relación al aprendizaje de procedimientos nuevos, los pacientes con demencia de tipo 
Alzheimer tienen rendimientos similares a los sujetos controles normales hasta estadios 
tardíos en los cuales también se pierde. En el caso de las demencia fronto-subcorticales 
como la observada en la enfermedad de Parkinson a diferencia de la enfermedad de 
Alzheimer la memoria procedural se compromete tempranamente (Laurent y cols, 1998). 
Saint Cyr y col (1988) demostraron que los pacientes con enfermedad de Parkinson que 
realizan bien las pruebas de memoria declarativa , tienen un déficit selectivo en la prueba 
procedural de la torre de "Toronto". 
 
Memoria subjetiva 
La evaluación de la memoria en las demencias, debería incluir también la autoevaluación 
de la memoria (también llamada memoria subjetiva); la alta prevalencia de sujetos que se 
"quejan" de olvidos, hace que sea necesario incluir un cuestionario que cuantifique el grado 
de queja de paciente para compararlo con los resultados objetivos de las pruebas de 
memoria. 
Habitualmente, las quejas subjetiva que presentan estos pacientes no se correlacionan, o lo 
hacen escasamente, con el rendimiento de los tests mnésicos. Sin embargo, cuando el 
cuestionario se le administra a un familiar o acompañante (que informa acerca de cómo ve 
al paciente), los resultados se correlacionan significativamente con los resultados objetivos, 
demostrando que en esta población, es muy importante la información que puede darnos el 
familiar. Al comparar y cuantificar las respuestas del paciente con la del familiar, se obtiene 
un índice de anosognosia que mide la falta de reconocimiento de la enfermedad por parte 
del paciente. Este índice es negativo cuando las quejas del paciente son mayores que la 
percepción que tiene el familiar con respecto al funcionamiento mnésico del paciente, y 
positivo cuando ocurre el patrón inverso. En un trabajo realizado con pacientes con distintas 
patologías demenciales, Allegri y col. (2000) observaron que un índice de anosognosia 
positivo se asocia habitualmente a una patología demencial. 
Las baterías de evaluación mnésica deben ser capaces de identificar los aspectos de la 
memoria afectados, y de establecer la severidad de los mismos. También deben apuntar a 
identificar las diferencias existentes entre los perfiles de memoria característicos del 
envejecimiento (normalidad) y aquéllos propios de una demencia incipiente (patología). 
Por otro lado, una vez establecido el trastorno mnésico, es de utilidad clínica la distinción 
entre los llamados deterioro cognitivo cortical (o perfil neuropsicológico cortical) y 
subcortical (Tamaroff y Allegri, 1995; Allegri y cols., 1998). Una de las características 
cognitivas más sobresalientes de una disfunción “cortical” -dentro de la cual se encuentra la 
enfermedad de Alzheimer- son las alteraciones mnésicas episódicas del tipo amnesia 
(dificultades en la adquisición y consolidación de la información por fallas en la 
codificación) y alteraciones semánticas. Por otro lado, el patrón cognitivo subcortical -
como el que se observa en la demencia asociada a la enfermedad de Parkinson- se 
caracteriza por los trastornos de memoria episódica denominados "olvidos" (dificultad en la 
recuperación libre del trazo mnésico: la información aparece frente a una clave o 
facilitación) y fallas en la memoria procedural, el cual es semejante al observado en los 
sujetos añosos sanos. 
 
La atención 
 
William James (1890) definía a la atención como aquella función que permite "la 
aprehensión por parte de la mente, de manera clara y vívida, de uno de entre los varios 
objetos o cadenas de pensamiento simultáneamente factibles". Los procesos atencionales 
facilitan, mejoran, o inhiben otros procesos neuropsicológicos (como la memoria, la 
percepción, el lenguaje) asignando recursos cognitivos que permiten que la tarea que se 
lleva a cabo se realice de manera eficaz (Cohen et al. 1998). 
Aunque aún no se ha logrado una taxonomía de la atención que satisfaga a todos los 
investigadores, hay acuerdo en diferenciar tres componentes básicos: selección, vigilancia 
y control (Parasumaran R, 1998). 
El concepto de “atención selectiva” se refiere a la necesidad del sistema de seleccionar, de 
entre la gran cantidad de estímulos simultáneos, aquellos que son relevantes de ser 
procesados en determinado momento. Implica tanto la atención focalizada (focalizar la 
atención sobre una fuente) como la atención dividida (compartir entre dos o más fuentes o 
tipos de información). 
La noción de "atención sostenida" alude al mantenimiento del nivel atencional y es de 
naturaleza no selectiva. Incluye también el estado de alerta, y se corresponde con el aspecto 
de "intensidad" de la atención (Davies et al, 1984) 
Finalmente, el "control atencional" , o "control supervisor de la atención" (tal como fuera 
conceptualizado por Shallice (1988)) constituye el nivel jerárquicamente superior de las 
variedades atencionales y requiere de la orquestación de la mayoría de las habilidades 
atencionales descriptas previamente (focalizar, dividir, y sostener la atención) para hacer 
frente a tareas nuevas, no rutinarias, técnicamente difíciles, que demandan una estrategia 
para dominar la tendencia ala respuesta automática del sujeto. 
Atención selectiva 
La atención selectiva puede ser evaluada mediante algún test de cancelación como el Ruff 2 
& 7(Ruff and Allen 1996) o la subprueba Búsqueda de Símbolos del WAIS III (Wechsler, 
1997), que son tests de lápiz y papel, en donde el sujeto debe tachar, de entre una variedad 
de estímulos, aquellos que coincidan con el estímulo blanco, ignorando el resto. La forma 
A del Trail Making Test (Reitan, 1958) -en donde el sujeto debe unir en orden consecutivo 
en forma ascendente los números del 1 al 25 distribuidos al azar en la hoja de papel- evalúa 
la atención selectiva, principalmente a través de los errores cometidos. Este aspecto 
selectivo puede apreciarse también a través de las pruebas de desempeño continuo como el 
CPT -Continuous Performance Test- (Conners, 1985) que es una técnica computarizada, 
donde el sujeto debe responder a un estímulo clave durante un período de tiempo e ignorar 
al resto de los estímulos. La capacidad de atender selectivamente a dos tareas simultáneas 
puede ser evaluada con la subprueba de doble tarea del TEA -Test of Everyday Attention- 
(Robertson et al, 1994) 
Atención sostenida 
 El CPT permite evaluar también la atención sostenida, a través de los siguientes 
indicadores: la eficacia en la detección del estímulo, el tiempo de reacción, y la consistencia 
del desempeño durante la duración de la prueba. El TEA, a través de dos subpruebas, mide 
también atención sostenida en su modalidad auditiva. Una técnica más simple para medir la 
vigilancia consiste en pedir al sujeto que cuente de 2 en 2 , ó 3 en 3, hacia atrás 
comenzando desde un número alto (500, p.ej.), y ver la capacidad del sujeto en mantener su 
atención en dicha tarea. Otras medidas de atención sostenida la constituyen el tiempo 
utilizado en la forma "A" del Trail Making Test y la prueba de repetición de dígitos (orden 
directo). 
Control atencional 
Para la medición del control atencional, una técnica útil y de fácil administración es el Trail 
Making Test parte B, que guarda cierta semejanza formal con la parte A, pero con una 
diferencia en la demanda cognitiva. En esta segunda parte, hay distribuidos al azar números 
(del 1 al 13) y letras (de A a L), y el sujeto debe unir los estímulos alternando entre 
números y letras, respetando el orden numérico ascendente y el alfabético. La secuencia 
que debe seguir, entonces, es 1-A-2-B-3-C, etc, lo cual exige flexibilidad para la alternancia 
continua. El test de Stroop (Golden, 1976) es otra medida de control atencional que 
consiste en la denominación de palabras y colores. En una primera forma se le pide al 
sujeto que lea las palabras (nombres de colores) escritas en negro en una hoja de papel, lo 
más rápidamente posible; en una segunda forma, las palabras son sustituidas por "XXXX" , 
impresas en diferentes colores, y el sujeto debe nombrar el color con que están escritas las 
equis, y en la tercera forma, los nombres de colores están impresos en un color de tinta 
diferente. El sujeto en este caso no debe leer la palabra, sino nombrar el color con que está 
impresa. Lo que evalúa esta prueba es la capacidad del sujeto de inhibir una respuesta 
automatizada (leer la palabra escrita), reemplazándola con una tarea inhabitual. 
 
 Si bien tradicionalmente se ha sostenido que los pacientes con demencia tipo Alzheimer 
no presentan una afectación importante de la atención, cuando se realiza una exhaustiva 
evaluación, con técnicas sensibles y específicas, se observa que esta función se halla 
comprometida, si bien en menor grado que la función mnésica. Grady et al (1988) y Haxby 
et al (1986) observaron que los trastornos de la atención eran la primera alteración 
neuropsicológica luego de los trastornos mnésicos. Los estudios muestran que la atención 
está afectada globalmente(Zakzanis et al, 1999; Traykov y Boller , 1997), aunque los 
mayores déficits se encuentran en la atención dividida y en el control supervisor atencional 
(Zakzanis, 1999; van Zomeren y Brouwen, 1994). En el caso de la demencia fronto-
temporal (DFT), el control supervisor de la atención es el aspecto de la atención más 
afectado (Snowden, Neary Mann, 1996). Respecto de las demencias "subcorticales", en el 
caso de la Enfermedad de Parkinson si bien se registran bajos desempeños en varias 
medidas de la atención sostenida y selectiva, estos han sido atribuidos no a un déficit 
atencional per se, sino al enlentecimiento psicomotor que acompaña a la enfermedad, ya 
que la mayoría de las pruebas atencionales son tiempo-dependientes. 
 
Lenguaje 
El lenguaje tiene cuatro componentes principales (fonológico, sintáctico, semántico y 
pragmático) los cuales se afectan de manera diferente en los síndromes demenciales. El 
componente fonológico comprende los sonidos del lenguaje y las reglas que lo gobiernan, 
el sintáctico a como estructuras adecuadamente una oración (sujeto, verbo, predicado), el 
semántico fue definido al abordar la memoria semántica (conceptos-significados 
lingüísticos y culturales), y el pragmático estudia la relación entre los signos y sus 
interpretaciones. 
En las demencias degenerativas corticales tipo enfermedad de Alzheimer se afecta 
tempranamente el componente semántico, conservando los aspectos fonológicos y 
sintácticos, a diferencia de las demencias subcorticales en las cuales se reduce y se 
empobrece la comunicación, aumentan las latencias pero sin afectar el componente 
semántico (Cummings 1992). 
Esta falla semántica en las demencias corticales se pone de manifiesto en el test de 
denominación por confrontación visual por una declinación en el acceso lexical o por una 
falla en el contenido semántico, como sucede en la afasia anómica (Mangone, 1992). 
Posteriormente se compromete más el lenguaje determinando una falla sensorial con una 
buena repetición (afasia transcortical sensorial). Luego se afecta la repetición, y aparecen 
en la expresión del lenguaje gran cantidad de parafasias y neologismos (afasia de 
Wernicke) llegando en los estadíos finales a un mutismo (afasia global). 
Otra entidad frecuente es la afasia progresiva primaria (APP). Existen marcadas diferencias 
clínicas entre los pacientes con APP y aquellos que desarrollaron una afasia en una 
enfermedad de Pick o de Alzheimer, ya que en éstos últimos la afasia nunca aparece 
aislada, como el signo "introductorio" y casi siempre está equiparada en intensidad con los 
otros déficits intelectuales, de comportamiento y de personalidad. En la APP, la afasia se 
presenta virtualmente aislada y progresa sin los componentes habituales de cognición y 
conducta de las demencias. Los sujetos con APP obtienen puntajes normales o a veces 
superiores en los tests de razonamiento, habilidades visuoespaciales y memoria; la conducta 
interpersonal, las habilidades sociales, el juicio y el razonamiento permanecen intactos. En 
el test de inteligencia de Wechsler, (1988) existe una discrepancia, en favor de los subtests 
de ejecución en relación con los verbales (en la APP = CI-Verbal peor que CI-Ejecución) , 
mientras que en pacientes con enfermedad de Alzheimer (EA) esta discrepancia resultó 
invertida (en la EA = CI-Ejecución peor que CI-Verbal). En la EA se ven deterioradas la 
independencia de las actividades de la vida diaria, el juicio y el razonamiento. 
El rasgo característico de la AAP es la alteración aislada del lenguaje, la cual habitualmente 
adopta la forma de una afasia anómica que evoluciona hacia una afasia no fluente de tipo 
Broca, porque estarían involucradas las circunvoluciones frontotemporales mientras que el 
área de Wernicke, en el gyrus temporal superior permanecería intacta. La EA también 
comienza por una afasia anómica pero evoluciona hacia una forma transcortical sensorial. 
Los pacientes con APP adquieren estrategias para compensar los déficits lingüísticos y 
logran transmitir efectivamentela información (si no es por la palabra, es por mensajes 
escritos, gestos, o señas), en contraste los pacientes con enfermedad de Alzheimer, al estar 
afásicos son relativamente ineptos para hacerse entender (Weintraub y Mesulam, 1993). 
En la evaluación del lenguaje en los síndromes demenciales se utilizan la pruebas 
descriptas en memoria semántica (Test de vocabulario de Boston, Fluencia Verbal ) que 
son sensibles para el diagnóstico temprano de las formas corticales. Las pruebas de fluencia 
verbal se encuentran entre las medidas mas sensibles de detección precoz de la demencia de 
tipo Alzheimer (Zec, 1993). También se ha utilizado en nuestro medio el test del Reloj 
(Kaplan, 1988) el cual permite evaluar alteraciones en la transcodificación semántica 
(Gigena, 1993). Para evaluar la alteración incipiente de la comprensión verbal se utiliza el 
Token Test (De Renzi, 1962). 
En evaluaciones mas completas de todo el lenguaje se pueden utilizar baterías clásicas 
como el test de Afasia de Boston (Goodglas y Kaplan , 1993) con su adaptación al español 
(Goodglas y Kaplan , 1986) o el test de Afasia de Kertesz (1982) entre otros. 
 
 
Praxias 
Las praxias no son movimientos al azar sino más bien acciones o sistemas de movimientos 
coordinados en función de un resultado o de una intención. La apraxia es la inhabilidad de 
realizar actos motores, movimientos o habilidades aprendidas a pesar de tener un sistema 
motor y sensorial intactos.(Benson y Geschwind, 1985; Assal, 1994; Tamaroff Allegri, 
1995). 
Cuando a un sujeto se le pide verbalmente que realice un gesto o acto motor, este debe 
primero recordar su configuración general, luego transformarlo en un grupo de patentes de 
movimientos bien coordinados, que va ha ser transmitido a los centros ejecutivos motores. 
(Roy y Square, 1985) 
Si falla en el primer estadio (recordar la configuración general) aparece la apraxia ideatoria 
y si falla en el segundo (fallas en el programa) aparece la ideomotora. (De Renzi, 1990). 
Heilman discute tambien la apraxia DE DISOCIACIÓN (1985) y la apraxia CONCEPTUAL 
(1992). 
Existe un grupo de desórdenes que fueron caracterizados como apraxias, pero que en su 
fisiopatología interviene claramente otros fenómenos como los gnósicos, espaciales. 
atencionales etc, ejemplo de esto son los desórdenes visuocontructivos, la apraxia del 
vestirse , o la falla en los movimientos automáticos como ocurre en la apraxia de la marcha 
(De Renzi E, 1990) 
Pick (1902-1905) refirió pacientes que mostraban errores en el uso de objetos, los cuales 
reconocian y denominaban perfectamente. La mayoría de los pacientes tenían lesiones 
difusas. Clasicamente fueron descriptas como trastornos del planeamiento del gesto o acto a 
cumplir. Cuanto más complicado el acto, más manifesta la apraxia. Los actos parciales son 
correctos, las secuencias estan alteradas desordenadas, desarregladas. Esta apraxia es 
siempre bilateral. Nunca aparece como fenómeno aislado, se presenta con afasia o con 
demencia. Estos pacientes pueden imitar. Esta apraxia se pone en evidencia al realizar: 
gestos transitivos: encender una vela, un cigarrillo, usar tijeras, peine. 
La apraxia ideatoria se suele examinar mediante requerimientos de acciones complejas que 
tienen una sucesión lógica (p.ej., se le da un sobre y un papel y se requiere que lo envíe 
como una carta, en la batería ADAS). Esta forma es la mas frecuente descripta en las 
enfermedades demenciantes de tipo enfermedad de Alzheimer. (Cummings and Benson, 
1992). 
En la apraxia ideomotora, más característica de las lesiones focales, no está afectada la 
planificación general del acto o gesto a realizar sino la ejecución a nivel de sus secuencias 
elementales. Es menos frecuente en las demencias. En situaciones realiza el acto: no cierra 
el puño pero toma los objetos. No se persigna a la orden pero si en la iglesia, en misa. Los 
pacientes tienen dificultad en seleccionar, secuenciar y orientar espacialmente los 
movimientos (Heilman, 1985) 
Los gestos que no pueden efectuar estos pacientes son los intransitivos (sin objeto) y ellos 
pueden ser divididos en Simbólicos (saludo militar, persignarse), Expresivos (saludo con la 
mano, amenazar), Descriptivos (simular el uso de un objeto: martillo) e Indefinidos (dobles 
anillos, alas de pájaros.) 
En la EA la apraxia es frecuente a medida que progresa la enfermedad (Black, 1996). En 
general se presenta la forma ideatoria más temprano, hallándose trastornos en estadios leves 
en tareas práxicas con carga conceptual. Los déficits apráxicos progresan hasta volverse 
incapacitantes en la vida cotidiana. (Dumont et al., 2000; Burin, 2001). En la mayoría de 
las demencias subcorticales son prominentes las alteraciones motoras y apraxias, así como 
en la degeneración cortico-basal, caracterizada por trastornos motores y apraxia 
ideomotora desde los comienzos del cuadro (Black, 1996; Burin 2001). 
En la apraxia del vestirse se observan severas dificultades en la organización temporal y 
espacial de las secuencias necesarias para vestirse. Los pacientes pueden reconocer la ropa, 
describir las etapas del vestirse, pero no pueden manipulear la ropa en concreto. Es 
frecuente en la evolución de la enfermedad de Alzheimer (Cummings y Benson, 1992). 
Visuoespacialidad 
Las alteraciones visuoespaciales son un marcador temprano de la EA (Gigena 1993) y están 
ausentes en las demencias frontotemporales (Cummings y Benson, 1992). En pacientes con 
demencia fronto-temporal el rendimiento pobre es debido a fallas en la organización, en la 
planificación y a la presencia de las perseveraciones (Neary y Snowden, 1996). Los 
trastornos visuoconstructivos son prominentes en la demencia cortical posterior o 
disfunción visuoespacial progresiva (Weintraub y Mesulam, 1993; Allegri y Habib 1997) . 
Para evaluar la capacidad visuoespacial del sujeto pueden utilizarse el dibujo o copia de una 
figura, o el armado de un modelo a partir de piezas. (Ya fue descripta en el MMSE, Allegri 
et al., 1999, o en la batería ADAS, Mangone et al., 1995). También puede evaluarse con 
pruebas más complejas como la de “Diseño con cubos” y la de “Rompecabezas” del 
WAIS (Wechsler, 1988) o la copia de la Figura Compleja de Rey – Osterrieth o el test del 
reloj (Kaplan 1988). Esta última prueba evalua las estrategias de copia, el tipo de errores. 
Otro de los test utilizados es el Test Gestáltico Visuomotor de Bender: (Lezak, 1995). 
La alteración en el reconocimiento visual, frecuente en las formas corticales de las 
demencias pueden ser de tipo material específico como las prosopoagnosias o de 
reconocimiento de objetos o colores. La visuopercepción se considera conservada en la 
demencia frontotemporal (Neary y Snowden, 1996; Allegri y cols, 1997) y en la demencia 
subcortical (Knopman, 1993). 
 
Funciones ejecutivas 
Debido a la creciente evidencia de que la disfunción ejecutiva es un hallazgo frecuente en 
la mayoría de las condiciones demenciantes, en 1994 la Asociación Americana de 
Psiquiatría agregó las funciones ejecutivas a la lista de áreas cognitivas que deben ser 
consideradas para el diagnóstico de las demencias (DSM IV). 
El término "función ejecutiva" (FE) está intimamente relacionado con la capacidad de 
resolución de problemas. No se trata en realidad de una única función sino de una amplia 
gama de habilidades, tales como la planificación o programación de futuras acciones, el 
mantenimiento de esos planes o programas "on line" hasta ser llevados a cabo, el inicio y 
ejecución de lo planificado , la inhibición de respuestas o acciones irrelevantes con la tarea, 
el automonitoreo y la regulación de la conducta, la flexibilidad cognitiva, y la toma de 
decisiones. (Pennington, 1996; Eislinger, 1996; Malloy et al, 1998). Como se puede 
apreciar, esta concepción abarca también la noción de control supervisor atencional 
descrito previamente. Las FEse hallan relacionadas con el lóbulo frontal pero también 
involucran otras regiones cerebrales en conexión con el lóbulo frontal (como los ganglios 
basales, por ejemplo) 
Dado el amplio abanico de habilidades englobadas, no es esperable que un único test pueda 
evaluar el funcionamiento ejecutivo de un individuo. Se requiere de una multiplicidad de 
técnicas que permitan poner en evidencia los distintos componentes ejecutivos. 
Para ello el neurospicólogo debe valerse de técnicas específicas, estandarizadas, sensibles a 
disfunción ejecutiva y de eficacia clínica comprobada, así como de la evaluación 
“indirecta” a través del análisis cualitativo del desempeño en tests no-específicos (ej.: 
WAIS, tests de memoria, etc), además de la implementación de escalas comportamentales 
y de la observación de la conducta durante la evaluación. 
Dentro de las técnicas útiles para evaluar la planificación, se destaca la Torre de Londres 
(Shallice, 1982), la cual consiste en un dispositivo con tres ejes, con tres esferas de 
diferentes colores insertas en estos ejes en una disposición inicial prefijada . El paciente, 
partiendo de esta configuración inicial, debe llegar a una configuración nueva propuesta por 
el evaluador en la menor cantidad de movimientos posibles. Para la evaluación de la 
capacidad de mantenimiento de la información, se pueden utilizar el PASAT y la subprueba 
de secuenciación de letras y números del WAIS III, descriptas en la evaluación de memoria 
de trabajo. La capacidad de inhibición de respuestas no-pertinentes puede ser estudiada a 
través del test de Stroop (ya mencionado en la evaluación del control atencional), y del 
Wisconsin Card Sorting Test (Heaton et al, 1993). Este último es un test de formación de 
conceptos, en el que el sujeto debe aparear una serie de 64 cartas según un criterio 
desconocido en principio por el sujeto. Son tres criterios posibles (color, forma, número) y 
el paciente deberá deducir por el refuerzo positivo o negativo del examinador cuál es el 
criterio con que se espera que aparee las cartas (según el color, por ejemplo). Los índices 
que proveen información más relevante toman en cuenta el número de categorías alcanzadas, 
los errores y respuestas perseverativos, y las fallas en mantener la categoría. Un paciente con 
dificultades en la inhibición de respuestas no pertinentes, cometerá errores perseverativos que 
consisten en perseverar en un criterio incorrecto a pesar de que se le indica que ese criterio no 
es el adecuado. 
La flexibilidad cogntiva y la capacidad de cambio de una conducta a otra puede observarse 
también en la forma B del Trail Making Test (descripto más arriba). 
Un pensamiento flexible implica también la capacidad de creatividad y productividad 
cognitiva. Esta característica es medida por tests de fluencia verbal. De ambas modalidades 
(semántica y fonológica), se considera que la fluencia fonológica es la que más requiere de un 
funcionamiento ejecutivo, dado que la evocación de palabras se realiza habitualmente de 
acuerdo a un criterio semántico, por lo cual una búsqueda por criterio fonológico sería una 
actividad nueva, no-rutinaria, de mayor exigencia para el sujeto. Además del número de 
palabras emitidas por el paciente, un indicador fundamental lo constituye la presencia de 
perseveraciones (respuestas repetidas), ya que indican una falla en el monitoreo de la propia 
producción. Una productividad reducida (bajo número de palabras) o errática (sin seguir una 
línea directriz, como podria ser nombrar primero todos los mamíferos, luego las aves, etc.) es 
también revelador de trastornos ejecutivos. 
Otro aspecto de la flexibilidad cognitiva lo constituye la capacidad de razonamiento abstracto. 
Esta puede medirse por medio de la subprueba de Analogías del WAIS, en la cual el sujeto 
debe dar cuenta de la analogía o similitud que existe entre dos objetos o situaciones 
aparentemente diferentes, para lo cual se requiere realizar un proceso de abstracción. 
En la enfermedad de Alzheimer la alteración de la FE es prácticamente una constante, y si 
bien se considera al trastorno amnésico como el primer signo de deterioro en esta 
enfermedad, se ha detectado también que aún en los estadios más tempranos puede hallarse 
un trastorno ejecutivo. Varios estudios han mostrado que, en sujetos con deterioro 
cognitivo leve, la alteración ejecutiva podría tener un valor predictivo respecto de quiénes 
podrían desarrollar EA. (Hanninen et al, 1995; Hulette et al, 1998). En un reciente estudio 
respecto al rol de los tests de función ejecutiva en la detección de EA (Wilkinson, 
Stammers y Low, 2001) se halló que tanto el Trail Making Test, como el test de Stroop se 
hallaban consistentemente disminuidos en los pacientes con EA, y que el Stroop resultaba 
de utilidad para el diagnóstico diferencial entre pacientes con EA leve y pacientes con 
depresión. En la demencia frontotemporal, la alteración en la FE es prominente y 
constituye el rasgo central de esta enfermedad. Perry y Hodges (2000) encontraron que las 
características de la disfunción ejecutiva permitía diferenciar a los pacientes con EA de 
aquellos con DFT. Otros estudios (Allegri et al, 1998; Pachana et al,1996), sin embargo, no 
hallaron en los déficit de FE un elemento diferenciador de ambas patologías. Posiblemente 
no sea el grado de compromiso de la FE, lo que separaría ambas poblaciones, sino la 
comparación de los desempeños en pruebas de FE cuando se los contrasta con el resto del 
desempeño cognitivo (Duke y Kaszniak, 2000). Las demencias subcorticales 
(enfermedades de Parkinson y Huntington) también cursan característicamente con 
deterioro en las FE. Jacobs, Stern y Mayeux (1997) encuentran en estas tres demencias 
subcorticales que las FE se hallan en general desproporcionadamente alteradas en 
comparación con las otras funciones cognitivas. 
Los trastornos en la FE constituyen la característica de las demencias frontales y fronto-
subcorticales, pero no son específicas, tal como lo demuestra su alteración en la enfermedad de 
Alzheimer.

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