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Fainblum, A TRABAJO, DINERO Y DISCAPACIDAD INTELECTUAL EL MÁS ALLÁ DE LA PRODUCCIÓN

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TRABAJO, DINERO Y DISCAPACIDAD INTELECTUAL:
EL MÁS ALLÁ DE LA PRODUCCIÓN
Lucas Edgar
Ubicar las coordenadas del trabajo como actividad inherentemente humana, invita a reflexionar sobre las insistentes dificultades con que se aborda dicha temática en relación a sujetos que portan una discapacidad intelectual. Desde diversas áreas disciplinares se ha tomado al Trabajo y la Discapacidad como un problema a resolver, muchas veces a partir de intervenciones tendientes a reducir la actividad laboral genuina a la noción de provocar/moldear un sujeto que produce bienes. Dicho deslizamiento entre trabajo y productividad, parecería conducir a la construcción de una imagen que revierta el tan temido sujeto improductivo, retrato insoportable y poco congruente con los ideales construidos, sostenidos y llevados al extremo desde los inicios de la modernidad hasta la actualidad, tal vez en su versión más descarnada. Se desprende de estas primeras apreciaciones, que los movimientos del tejido social en torno a la temática del trabajo en personas con discapacidad intelectual, acompañó históricamente la maniobra defensiva del conjunto social frente a una imagen fragmentada de quien presentifica aquello que desordena lo esperable. Se ha observado cómo las respuestas institucionales en el intento de resolución del mencionado desorden, parecieran delinearse a través de la producción maquínica de objetos y/o la inserción de dichos sujetos en espacios laborales convencionales. Acercamientos que muchas veces poseen una particularidad; la de ser transitorios y en el marco de delimitaciones tuteladas que garantizan la brecha que separa y diferencia los unos (normales) de los otros (anormales), generando exclusión. Se trabaja sobre quien tiene discapacidad para que trabaje. 
Se abordará más adelante, cómo dichas intervenciones producen desde los efectos devenidos en los sujetos involucrados, un detrimento de la construcción de alternativas propias y acordes a la singular edificación de una identidad de sujeto del trabajo. Por el contrario puede pensarse en acciones profesionales específicas que puedan conducir a efectos terapéuticos en tanto estén sostenidos desde una ética particular. En palabras de Fainblum (2008) “…Ética que hace a la posibilidad de generar un “espacio vacío”. Vacío de “ideales”, “mandatos” e “intereses” sociales e individuales que se anticipen al deseo e iniciativa del sujeto en cuestión; a fin de proporcionar las condiciones para que el mismo “emerja” y se apropie de dicho espacio “produciendo” un acto personal, significativo y no automatizado. Es así que todo profesional que despliegue una intervención con efectos terapéuticos está trabajando, aún sin proponérselo explícitamente, en relación a la “integración social”.[footnoteRef:1] Se anticipa entonces, la pertinencia de ofertar espacios en que, a partir de la puesta en juego de la propia voz, la construcción del trabajo devenga de un proceso subjetivo en el que cada quien, junto a otros, establezca los puentes que lo conducirán a la transformación del mundo que la actividad laboral implica. En este punto, la posición subjetiva construida en el encuentro con un contexto que habilite y reconozca, serán cimientos en los que se podrá erigir una palabra frente a la actividad laboral, el dinero, la independencia económica y en función de establecer lazo social. [1: FAINBLUM, A. (2008): Trabajo e integración social. En Discapacidad: Una perspectiva clínica desde el Psicoanálisis. Editorial La nave de los locos, Buenos Aires. ] 
En la actualidad puede sostenerse que “…el modo en que el capitalismo habilita a los hombres a constituirse como tales incluye dos versiones, en principio: vender su fuerza de trabajo o ser propietarios de los medios de producción. En este encuadre, ¿estar excluidos de estas dos no pondría en tela de juicio su condición de “ser hombres”? (Almeida, 2009)[footnoteRef:2]. Estos movimientos podrían identificarse incluso en aquellas propuestas que surgen de discursos que se autoproclaman de vanguardia, en donde brilla la idea de sociedad inclusiva. Complejo panorama en el que con el supuesto intento de generar inclusión, se reproduce e intensifica un lugar que empobrece, dificultando la participación social. [2: ALMEIDA, Ma. E. (2009): Exclusión y Discapacidad. Entre la redistribución y el reconocimiento. En Discapacidad e ideología de la normalidad. Desnaturalizar el déficit. Editorial Noveduc. Buenos Aires. ] 
La discapacidad y el trabajo en el tiempo
Históricamente la circulación del dinero en relación a las personas con discapacidad ha producido giros y transformaciones, que en la escena actual, parecen yuxtaponerse y coexistir. Tomando los aportes Guglielmi (1981)[footnoteRef:3] en función de los diversos modos de tratamiento social a la temática de la discapacidad en diferentes momentos de la historia, se puede reconstruir que dentro del llamado modelo de prescindencia medieval encontramos un submodelo denominado marginación. Dicho modelo se presenta como aquella versión en que el trato que se da a las personas con discapacidad incluye prácticas de subestimación y ocultamiento por temor, así como de considerarlas objeto de compasión. La justificación religiosa que sostiene la marginación puede viabilizarse a través de dos significaciones posibles a partir del advenimiento del cristianismo. Por un lado, la de finalidad divina ubicando a la posibilidad de una “curación milagrosa” como la expresión de la obra de dios y que propiciaría un tratamiento humanitario. Por el contrario la suposición de una posesión demoníaca, que justificaría las hogueras de la inquisición y las prácticas de alejamiento del grupo a partir del poder hegemónico de la iglesia en su función de regular la circulación de las personas por el pueblo. En este submodelo, los sujetos que presentaban marcas discapacitantes pertenecían a un grupo particular: los marginales. Estos no se encontraban excluidos de la comunidad, sino en los márgenes, y su circulación social se veía reglamentada. La subsistencia era posible a partir de recibir la caridad. La práctica de la mendicidad (incluso provocando alguna discapacidad en niños pequeños, con el fin de incorporarlos en ese circuito), dan cuenta de la intensidad con que desde el resto de la población se respondía ante la presencia de cuerpos con marcas. La compasión por un lado, y el temor o la crueldad por otro, devenían cuando se ubicaba en la misma serie significante al pobre como peligroso. La caridad como práctica instituida, ha generado efectos de inhabilitación de aquel que sólo podía ser sujeto de la mendicidad en primera medida, y protegido/amparado por la benevolencia de quienes se encargan de cuidar y mantener a quienes necesitan. De este modo se lograba la supervivencia a condición de mantener también, la disposición de los lugares diferenciales y marginales. [3: GUGLIELMI, N. (1981): La ciudad medieval y sus gentes: Italia, siglos XII-XV. Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura.] 
Entrando en la modernidad, es de destacar que el avance de los medios de producción, los efectos de la guerra, la noción de trabajador y los movimientos propios de organizaciones capitalistas han dado un escenario posible en donde se pudo pensar a la persona con discapacidad como alguien “a rehabilitar”, es decir alguien a quien devolverle un supuesto estado inicial de salud. Desde este modelo, la discapacidad como problema se entiende como circunstancia perteneciente a la esfera personal, como consecuencia de enfermedades o traumas y frente a los cuales se requiere de un cuidado especial. Para ello, el saber científico ha podido desplegar una serie de tratamientos, educación y profesionales, crecientemente especializados cuyo trabajo se desarrolló (y se desarrolla) en espacios y dispositivos institucionales específicos “especiales”. En contraposición a la noción propia del modelo anteriormente descripto, el modelo rehabilitador considera que la persona con discapacidad tiene algo que aportar a la comunidad,en la medida en que pueda ser rehabilitado, normatizado[footnoteRef:4] para que sea útil. En este punto vemos cómo los cuerpos pasan a ser objeto de prácticas específicas, determinadas por especialistas y con objetivos precisos, haciendo eje en los aspectos modificables de la deficiencia. Este centramiento en el déficit genera efectos concretos en diversos planos sociales, de hecho, la sociedad despliega una actitud paternalista resaltando lo que la persona con discapacidad no puede hacer o no puede alcanzar, y por ende, adjudicándole un valor menor. Esto llevaría a justificar las prácticas del asistencialismo como medio de subsistencia a través de la asistencia social. En un momento en que la noción de sujeto del trabajo toma fuerte relieve, es de esperar que aquellos que se encuentran subestimados y homogeneizados como “los que no pueden”, queden apartados del mercado laboral. En este sentido, podemos ubicar que ciertas prácticas de marginación continuarían de modo aggiornado durante la modernidad y la consolidación del modelo rehabilitador. [4: Se tomará el concepto de Normatización, entendiendo la distinción señalada por Alicia Fainblum respecto del proceso de Normalización, ubicando en la dimensión de la primera a aquellas acciones tendientes a intentar igualar los desvíos a la norma imperante, y la segunda a la posibilidad de favorecer, aceptando las limitaciones, el desarrollo de las potencialidades particulares, en el marco del derecho a la diferencia y la equidad de oportunidades. ] 
De la caridad para el sin empleo al ¿empleo por caridad?
Desde una perspectiva aplicada al trabajo y los medios de subsistencia, también se han instalado durante la modernidad y modernidad tardía, diversos modos de provocar la productividad de aquellos a rehabilitar, desde espacios protegidos. Surgen en la Argentina del siglo XX, por ejemplo, los talleres protegidos, en donde se reproducen modalidades endogámicas con escaso o nulo establecimiento de lazos sociales genuinos entre los participantes y el mundo exterior. Allí se destinan los esfuerzos mancomunados, generalmente familiares, por enseñar rutinas repetitivas de producción (al estilo fordista) en donde jóvenes y adultos con discapacidad pueden percibir un limitado sustento económico a cambio de la producción de objetos en serie[footnoteRef:5]. Se podría establecer un paralelismo entre estas prácticas “protegidas” y el modelo de marginación dado el limitado y reglamentado espacio de circulación social. El ocultamiento de la diferencia en espacios que se denominan “protegidos” nos invitan a pensar quién es el protegido y de qué se protege. ¿Tal vez se trate de proteger al resto de la comunidad de aquellos a quienes es preferible “no ver”?. En palabras de Fainblum (2008): “… aquellos que responden a un criterio social utilitarista suelen tomar a la mano como herramienta funcional para el trabajo y dejan de lado lo central: al sujeto que la comanda y se hace presente en la funcionalidad de la misma…”[footnoteRef:6]. [5: Cabe destacar que históricamente estos productos estuvieron vinculados a la limpieza y la basura, realizando cepillos, bolsas de residuos y escobas. Por otra parte, la fragmentación de la tarea contribuyen en este tipo de dispositivos, a la obstaculización de los procesos de construcción de una identidad de trabajador.] [6: FAINBLUM, A. (2008): Trabajo e integración social. En Discapacidad: Una perspectiva clínica desde el Psicoanálisis. Editorial La nave de los locos. Buenos Aires.] 
Es en este contexto de coordenadas socio históricas, que también se puede comenzar a pensar en los procesos de subjetivación de quien tiene una discapacidad, como sujetos de trabajo y consumo. Es posible construir que a partir de las dificultades atravesadas por quienes ejercieron las funciones parentales a la hora de reconocerse en aquel que ha generado un quiebre narcisistico de difícil elaboración, devengan en el tiempo las insistentes dificultades que adultos con discapacidad presentan para de establecer procesos de identificación. Identificaciones que harían a tomar y reconocer como pares a otros sujetos que trabajan. Se trataría entonces, en parte, de obstaculizaciones acontecidas en tiempos fundantes del psiquismo humano, donde al no lograr proyecciones futuras habilitantes, se problematiza la inscripción del paso del tiempo y la consecuente apertura a espacios para la creación de una identidad adulta, posicionada activamente frente a la circunstancia del trabajo. En otra oportunidad se profundizo[footnoteRef:7] acerca de las implicancias del tiempo adolescente en quienes portan una discapacidad y sus familias. Insistencias que hacen marca desde el deslizamiento entre la imagen de “eterno niño” a “eterno joven”, produciendo semejantes efectos de invisibilización del implacable paso del tiempo. Dicha “eternidad” podría pensarse en relación a la eternidad de las acciones específicas que se vinculan a la temática del trabajo, es decir, eterno aprendiz, eterna necesidad de apoyo para la supuesta integración. Parecería continuar en vigencia, la imagen del sujeto con discapacidad como aquel que necesita de la ayuda de los otros como único medio para su subsistencia, ahora traducida en prácticas que enmiendan aquello que falta para lograr la incorporación en el mercado laboral competitivo, territorio de los “normales”. [7: FAINBLUM, EDGAR, LUONGO: Proceso adolescente y discapacidad intelectual. La rebelión del eterno niño. En éste libro.] 
En la actualidad, si bien los mencionados talleres protegidos continúan su labor (algunos de manera más flexible), se han propiciado otros dispositivos en relación a la temática del trabajo y la discapacidad. Entre ellos podemos ubicar a las escuelas de formación laboral y los talleres de capacitación para el empleo con apoyos. Ambos dispositivos apuntarían a generar competencias ocupacionales ligadas a oficios la primera, y actividades laborales en comercios y empresas la segunda. Diversos modos de llevar adelante dichos objetivos institucionales son observados desde el impacto que generan en la subjetividad de quienes transitan por ellos. No es extraño dilucidar algunas fracturas entre discursos y prácticas. De hecho, en ciertos dispositivos se observa un circuito de aprendizaje continuo, no pocas veces repetitivo, que se interrumpe llegado el caso de una pasantía laboral en espacios ofertados por empresas con las que se generan convenios. Pero cabe preguntarse si dicha inclusión en parte no resulta paradojal, pues la actualidad presenta un contexto de híper competitividad laboral, en el que aquel que presenta una discapacidad intelectual se encontraría en permanente situación de desventaja. Asimismo se abre el interrogante respecto de si no se trataría de un modo renovado de centrarse en aquello deficitario, ya no en el plano orgánico de la falla, sino en su dimensión funcional, también fallida. 
Resulta interesante considerar si las intervenciones propuestas para la resolución del supuesto problema entre la discapacidad y el trabajo, no estarían resultando reinvenciones de los otrora establecidos intentos de igualar a la norma, conduciendo a que el sujeto con discapacidad se integre en un mercado laboral convencional-competitivo que exige compulsivamente que se responda de una determinada manera: lo más parecida posible a la mayoría, sin discapacidad. Nuevos ideales que se imponen, a los que las instituciones y sus profesionales parecerían no poder escapar, interviniendo en la línea de borrar las diferencias sutilmente, detrás de discursos que prometen la tranquilizadora inclusión. Rehabilitación mediante, la ciencia especializada y por momentos fragmentada desde los campos disciplinares en pugna por el mérito a alcanzar, devienen prácticas deshumanizadas que oprimen al sujeto y su familia con estos ideales de productividad y modalidad de circulación social como única receta de éxito (¿éxito para el profesional, a modo de restitución narcisista?). Algunos de estos circuitos contemplarían entonces, unaformación/moldeamiento sostenida en el tiempo a la espera del “golpe de suerte” y ser ingresado en una pasantía laboral de tiempo limitado, que al finalizar reconduciría al sujeto hacia el espacio de aprendizaje anterior como modo de sostener una “ocupación posible”. Se presentaría entonces, como única alternativa posible para la entrada en la cadena productiva, la idea de ser empleado de alguien, pero bajo las particulares condiciones descriptas. O quedar por fuera. ¿Acaso no se trataría de una nueva modalidad de proponer la antigua circulación social reglamentada?
Se ha tratado en otra oportunidad[footnoteRef:8] que un enfoque ético de respeto por la singularidad, promoverá desde el trabajo profesional, movimientos tendientes a un proceso de habilitación subjetiva, de quienes tomando la palabra, construyan un futuro posible y deseante, historizándose. El encuentro con el deseo de trabajar y apropiarse del resultante de la obra realizada, implica movimientos superadores e imposibles de clasificar en el marco de prácticas estandarizadas que intenten abordar global y generalizadamente el llamado problema del trabajo y la discapacidad. Se tratará entonces, de la responsabilidad subjetiva puesta en juego en la propia relación con el trabajo como escenario de acción en el mundo, con las particularidades únicas que cada quien reconozca en cuanto a sus fortalezas y debilidades. Reconocer lo que cada uno tiene para ofertar al espacio de intercambio social, habilitándose a su mejoramiento y puesta en valor. Ganar dinero con lo que se sabe hacer, poniendo en dicha tarea la marca propia en que cada sujeto logra reconocerse en su obra. [8: EDGAR, L.: Proyecto propio y habilitación subjetiva en adultos con discapacidad intelectual. En este libro.
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La alternativa del proyecto laboral autogestivo y el cooperativismo
Dentro de las actividades propuestas por un centro de día, se ha implementado un espacio que se propone acompañar el proceso de construcción de proyectos laborales autogestivos entre adultos que portan una discapacidad intelectual. Se trata de abordar la temática haciendo eje en el singular camino que cada uno transita en su habilitación para pensarse como sujeto trabajador. De este modo, los intercambios grupales atraviesan etapas en donde se invita a una exploración sobre las representaciones que cada uno tiene respecto del trabajo, el dinero, la responsabilidad y la valoración del producto construido. La actividad contempla favorecer, mediante la intervención grupal, la apropiación de una mirada crítica y creativa sobre las posibilidades de cada uno, promoviendo asociaciones en pequeños grupos de trabajo para la puesta en marcha de emprendimientos autogestivos de producción de bienes o servicios, en sintonía con el interés genuino de los participantes. 
Es así como a partir de la propuesta mencionada, un grupo de jóvenes adultos ha decidido armar artesanías en diversos materiales, estampar morrales o preparar productos alimenticios, que serán vendidos a comercios locales y ferias artesanales previa oferta y publicidad a cargo del grupo interesado a través de recorridas comunitarias y la implementación de las redes sociales. 
La intervención de los profesionales de la institución es la de brindar herramientas, a modo de colaboración técnica y reflexiva, que optimicen las ideas a implementar y las condiciones de viabilidad de cada proyecto.
En la misma línea se puede mencionar otro ejemplo, que se lleva a cabo con la colaboración de un equipo de acompañantes terapéuticos domiciliarios. Se trata de dos muchachos que perfeccionaron su técnica para la realización de pasta frolas y muffins. Aquellas recetas que supieron aprender en sus históricas instituciones de referencia tomaron un destino distinto. Los emprendedores, con la colaboración de sus acompañantes, se encargaron de implementar un esquema de cocción, empaquetado y salida a la venta en un parque muy concurrido. Los acompañantes pudieron oficiar de facilitadores para la puesta en marcha, colaborando en diversos grados de intensidad a lo largo del proceso y alejándose de la idea de “hacer por ellos”. Del mismo modo, se propició la inauguración espacios para la palabra en ámbitos familiares respecto de un proyecto que no presentaba anticipadamente una garantía de éxito. Una puesta en marcha que requería de un sostén a la manera de apuesta, propia y por parte de sus figuras significativas. Una vez bautizado el emprendimiento, el correr del tiempo presentó sus vicisitudes y ajustes necesarios. Así el proceso ganó terreno y solidez. Las ventas fueron incrementándose significativamente en la medida en que el flamante equipo de trabajo fue ganando confianza y seguridad en lo realizado. Se trata de jóvenes que se apropiaron del rol de vendedor y cocinero poniendo en juego sus aprendizajes previos y las construcciones actuales en donde sus competencias intelectuales fueron suficientes para llevar adelante el proyecto. De hecho, quien se encarga de las ventas, logró cumplir con su tarea en el manejo de dinero a través de identificar los colores de los billetes. Seguramente una noción más compleja en las operaciones matemáticas sería de gran utilidad para su tarea, pero si la propuesta dependiese de que se retorne a los objetivos alguna vez abordados con insistencia para que adquiera y domine las operaciones numéricas, su único lugar a habitar sería el ya conocido rol de alumno. En este contexto la apuesta fue conquistar lo nuevo con los recursos que se tienen a disposición. De hecho, el tiempo fue demostrando que a partir de lo significativo de la experiencia, nuevos aprendizajes – no formales – tuvieron lugar e impactaron mejorando considerablemente sus competencias para dichas operaciones. 
El trabajo de los mencionados espacios se asienta en la propuesta de promover, de acuerdo a los tiempos subjetivos de cada participante, un movimiento que conduzca a desmarcarse de la serie de quienes son objeto de caridad y ayuda constante. Propiciando una habilitación que podrá devenir en proyectos genuinamente autogestivos, que resulten respuesta a la situación del trabajo y el dinero, no ya pensado como problema sino como actividad en la que un sujeto puede decir y hacer creativamente. La posibilidad de generar emprendimientos comerciales sustentables se vuelve un panorama posible cuando es comandado por sujetos autónomos. Cuando lo productivo deviene de la experiencia creativa, el sentido del primer término gana en matices y efectos para quien lo emprende y su comunidad.
Con el tiempo, las propuestas autogestivas seguirán su curso, por fuera de los espacios propuestos institucionalmente, espacio que quedará como puente facilitador de recursos y herramientas de las que apropiarse como soporte en el tránsito de saberse habilitado para ganar el propio sustento. El marco legal para el desarrollo de los mencionados proyectos, resulta un desafío a abordar conjuntamente, no sólo desde profesionales, familias y personas con discapacidad, sino que interpela las normativas vigentes y la necesidad de cambios estructurales a nivel de la organización de la sociedad. Un debate necesario desde perspectivas que subviertan los lugares históricamente asignados para este colectivo. 
El cooperativismo[footnoteRef:9] parece surgir como alternativa para aquellos colectivos que, desfavorecidos a la hora de ingresar en el mercado laboral competitivo - convencional, pueden tomar activa acción sobre sus posibilidades, a partir de la creatividad y la camaradería. Alternativa económica con efectos subjetivos que hacen a que “…un sujeto con discapacidad se habilite (aceptando su limitación) para ejercer un rol protagónico, creativo e independiente (dentro de sus posibilidades) en su vida y por lo tanto a nivel social, poniendo en juego su deseo y su capacidad de iniciativa y elección….proceso que conduce a la habilitación desde el sujeto…”[footnoteRef:10] Proceso en relación a otros, a partir del establecimiento de lazos sociales. [9: El Cooperativismo es una doctrina socio económicaque promueve la organización de las personas para satisfacer, de manera conjunta sus necesidades. Uno de los propósitos de este sistema es eliminar la explotación de las personas por los individuos o las empresas dedicados a obtener ganancias. Se rige por valores y principios basados en el desarrollo integral del ser humano. Fuente: portalplanetasedna.com.ar] [10: FAINBLUM, A. (2008): Conceptos de Rehabilitación, Normalización e Integración. En Discapacidad: Una perspectiva clínica desde el Psicoanálisis. Editorial La nave de los locos, Buenos Aires.
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Conclusiones
La posibilidad de reflexionar sobre las acciones profesionales tendientes a abordar la temática del trabajo y la discapacidad, implica cuestionar cualquier modalidad homogeneizante, que intente resolver dicho campo de intervención en términos de problema. Pues puede generar un efecto de invisibilización de la dimensión subjetiva en juego, opacando la experiencia creadora de quienes podrían construir alternativas propias frente a la actividad laboral genuina. Proponer el ideal de una sociedad inclusiva a partir de la inserción de personas con discapacidad intelectual en empleos pseudo formales a condición de ser alojados en espacios limitados, lejos de posibilitar una integración social, resultan maniobras que van en detrimento de la habilitación subjetiva. En consecuencia, se trataría muchas veces, de entrenamientos y modelados de habilidades y conductas (¿trabajarlos?), al modo de lo que Alicia Fainblum ubica como analogía al mito del Lecho de Procusto. 
Favorecer y ofertar recursos para la apropiación de herramientas para la respuesta conjunta a la necesidad de trabajo en tanto ciudadanos, resulta un camino posible en el campo de la discapacidad intelectual. La implementación de alternativas como el cooperativismo y los proyectos laborales autogestivos podrían producir como efecto, a un genuino entramado en el tejido social fuera de los lugares históricamente asignados más vinculados a los márgenes de la sociedad. En esta tarea, la apertura y edificación de lugares protagónicos pueden resultar menos pomposos o políticamente correctos, pero son propios y posibles.
ALMEIDA, Ma. E. (2009): Exclusión y Discapacidad. Entre la redistribución y el reconocimiento. En Discapacidad e ideología de la normalidad. Desnaturalizar el déficit. Editorial. Noveduc. Buenos Aires.
EDGAR, L.: Proyecto propio y habilitación subjetiva en adultos con discapacidad intelectual. En este libro.
FAINBLUM, A. (2008): Trabajo e integración social. En Discapacidad: Una perspectiva clínica desde el Psicoanálisis. Editorial La nave de los locos, Buenos Aires. 
FAINBLUM, A. (2008): Conceptos de Rehabilitación, Normalización e Integración. En Discapacidad: Una perspectiva clínica desde el Psicoanálisis. Editorial La nave de los locos, Buenos Aires.
FAINBLUM, A. (2008): Qué se pone en juego y cómo juega el lugar del profesional en al abordaje de la discapacidad. En Discapacidad: Una perspectiva clínica desde el Psicoanálisis. Editorial La nave de los locos, Buenos Aires.
FAINBLUM, A. (2008): La familia. El hijo esperado – el hijo nacido. En Discapacidad: Una perspectiva clínica desde el Psicoanálisis. Editorial La nave de los locos, Buenos Aires.
FAINBLUM, A. (2008): Las marcas del orden social. En Discapacidad: Una perspectiva clínica desde el Psicoanálisis. Editorial La nave de los locos, Buenos Aires.
FAINBLUM, EDGAR, LUONGO: “Proceso adolescente y discapacidad intelectual. La rebelión del eterno niño”, Buenos Aires, en este libro.
GUGLIELMI, N. (1981). La ciudad medieval y sus gentes: Italia, siglos XII-XV. Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
ROSATO, A. y ANGELINO, Ma. A. (Coords.) (2009): Discapacidad e ideología de la normalidad. Desnaturalizar el déficit. Editorial Noveduc, Buenos Aires.

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