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CÁNCER, EL ENEMIGO ÍNTIMO La palabra cáncer produce espanto a casi todo el mundo. ¿Por qué el cáncer ataca a unos y no a otros? Antes de in- tentar responder a esa pregunta, defina- mos algunos términos. Una masa celular anormal que se desarrolla cuando los controles del ciclo celular y de la división celular no funcionan bien se denomina neoplasia (“nuevo crecimiento”) o tu- mor. Sin embargo, no todas las neopla- sias son cancerosas. Las neoplasias be- nignas son totalmente locales. Tienden a estar rodeadas de una cápsula, crecer lentamente y pocas veces matan a sus anfitriones si se extirpan antes de que compriman órganos vitales. Por el con- trario, las neoplasias malignas (“cánce- res”) son masas no encapsuladas que crecen de manera más implacable y que pueden llegar a matar. Sus células tie- nen el aspecto de células inmaduras e invaden sus alrededores en vez de apar- tarlos, como se deriva de la palabra cán- cer, que procede del término latino para denominar “cangrejo”. Mientras que las células normales se vuelven fatalmente “nostálgicas” y mueren cuando pierden el contacto con la matriz circundante, las células malignas tienden a separarse de la masa madre y a dispersarse viajando en el torrente sanguíneo a partes distan- tes del cuerpo, en las que forman nue- vas masas. Esta capacidad se llama me- tástasis. Además, las células cancerígenas consumen una cantidad excepcional de nutrientes del cuerpo, lo que implica pérdida de peso y de tejido que acaba llevando a la muerte. ¿Qué causa la transformación, los cambios que convierten una célula nor- mal en una célula cancerígena? Es bien conocido que la radiación, los traumas mecánicos, ciertas infecciones víricas y cerígenas, pero no de las células adultas normales). Sin embargo, los oncogenes se han descubierto en sólo del 15 al 20% de los cánceres humanos, de modo que el más reciente descubrimiento de genes supresores de tumores, o antioncogenes, cuya labor es suprimir o evitar el cáncer, no ha sido demasiado sorprendente. Los genes supresores de tumores (como el p53 y el p16) ayudan en la reparación del DNA, ponen freno a la división celular, contribuyen a inactivar carcinógenos o po- tencian la capacidad del sistema inmuni- tario para destruir células cancerígenas. Cuando los genes supresores de tumores están dañados o alterados de alguna ma- nera, los oncogenes pueden actuar libre- mente. Uno de los cánceres humanos mejor comprendidos, el cáncer de colon, ilustra este principio; véase la figura (b). El primer síntoma de cáncer de colon es un pólipo (tumor benigno), que se forma cuando el ritmo de división de células apa- rentemente normales del recubrimiento del colon sufre un aumento inusual. Tarde o temprano, aparece una neoplasia ma- ligna en ese lugar. En la mayor parte de los casos, estos cambios son paralelos a otros cambios celulares a nivel del DNA e incluyen la activación de un oncogén y la inactivación de dos genes supresores de tumores. Sea cual sea el factor genético preciso que esté actuando, las semillas del cáncer están en nuestros genes. Así, como puedes ver, el cáncer es, de hecho, un enemigo íntimo. Casi la mitad de los estadounidenses desarrolla cáncer a lo largo de su vida, y un quinto de ellos muere por esta causa. El cáncer puede aparecer en casi cualquier tipo de célula, pero los cánceres más habi- tuales se originan en la piel, los pulmones, el colon, las mamas y la glándula prostática 102 Las semillas del cáncer están en nuestros genes.” “ peroxisomas o de los lisosomas o el sis- tema inmunológico. Además, una muta- ción no lo consigue; aparentemente, es necesaria una secuencia de varios cam- bios genéticos para transformar una cé- lula normal en una célula cancerosa en toda regla. Véase la figura (a). La información sobre el papel de los genes fue suministrada por el descu- brimiento de los oncogenes (genes cau- santes de tumores) y después de los protooncogenes). Los protooncogenes codifican las proteínas necesarias para la división celular normal y para el creci- miento. No obstante, muchos tienen pun- tos frágiles que se rompen cuando son expuestos a los carcinógenos, lo que les convierte en oncogenes. Un ejemplo de un problema que podría resultar de esta conversión es que despierten genes la- tentes que permiten que las células se vuelvan invasivas (una capacidad de las células embrionarias y de las células can- muchas sustancias químicas (el alquitrán del tabaco, la sacarina) pueden actuar como carcinógenos (causantes de cán- cer). Lo que todos estos factores tienen en común es que todos ellos causan mu- taciones, cambios en el DNA que alteran la expresión de ciertos genes. Sin em- bargo, la mayoría de los carcinógenos son eliminados por las enzimas de los CERCAMÁS DE
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