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de edad, ya tiene casi el tamaño y las proporciones del cerebro adulto. Sin embargo, entre los seis y once años de edad, la cabeza parece crecer significativamente a medida que la cara crece literalmente hacia afuera del cráneo. Las quijadas aumentan de tamaño, y los pómu- los y la nariz se vuelven más prominentes a medida que se expanden las vías respiratorias y se desarrollan los dientes definitivos. Las denominadas curvaturas primarias de la co- lumna vertebral están presentes en el nacimiento y se convexan en su parte posterior, de modo que la espina dorsal de un bebé está arqueada, como la de un animal cuadrúpedo. Las curvaturas secundarias se convexan en su parte anterior y están asociadas con el posterior de- sarrollo del niño. Son el resultado de la remodelación de los discos intervertebrales en vez de las modificacio- nes de las vértebras óseas y producen la típica espina dorsal con forma de S de los adultos. La mayoría de los casos de curvaturas espinales anormales, como la escoliosis y la lordosis (véase la Fi- gura 5.16), son congénitas, pero algunas pueden ser consecuencia de lesiones. Las curvaturas anormales suelen tratarse mediante cirugía, abrazaderas o escayo- las tras el diagnóstico. En el lenguaje general, las perso- nas jóvenes y sanas carecen de problemas esqueléticos, suponiendo que su dieta sea nutritiva y que sean nota- blemente activas. Durante la juventud, el crecimiento del esqueleto no sólo aumenta la altura y el tamaño de todo el cuerpo, sino que también cambia las proporciones corporales (Figura 5.33b). En el nacimiento, la cabeza y el tronco tienen una longitud aproximadamente 5,5 veces mayor que la de los miembros inferiores. Los miembros inferiores crecen más rápidamente que el tronco desde este momento, y a los diez años de edad, la cabeza y el tronco tienen aproximadamente la misma longitud que los miembros inferiores y cambian un poco de ahí en adelante. Durante la pubertad, la pelvis femenina se ensancha preparándose para el em- barazo, y todo el esqueleto masculino se vuelve más robusto. Al alcanzar la altura adulta, un esqueleto sa- ludable cambia muy poco hasta finales de la edad in- termedia. En la vejez, las pérdidas de masa ósea se ha- cen más patentes. No puede destacarse con demasiado entusiasmo que los huesos deban estresarse físicamente para per- manecer saludables. Al permanecer activos físicamente y cuando los músculos y la gravedad tiran del esque- leto, los huesos responden fortaleciéndose. Por el con- trario, si somos totalmente inactivos, se vuelven finos y frágiles. La osteoporosis es una enfermedad de adel- gazamiento óseo que afecta a la mitad de las mujeres de más de 65 años y a un 20% de los varones de más de 70 años. La osteoporosis hace que los huesos se vuelvan tan frágiles que incluso un abrazo o un estornudo puede fracturarlos (Figura 5.34). Los huesos de la espina dorsal y el cuello del fémur son especialmente sensi- bles. El colapso de la columna vertebral produce con frecuencia una postura encorvada (cifosis) familiar- mente conocida como gibosis (Figura 5.35). El estrógeno ayuda a mantener la salud y la densi- dad normal del esqueleto femenino, y la carencia de es- trógenos que se produce en las mujeres postmenopáu- sicas (“cambio de vida”, cuando la menstruación se interrumpe definitivamente) está muy implicada como causante de la osteoporosis. Otros factores que pueden contribuir a la osteoporosis son las dietas pobres en cal- cio y proteínas, la falta de vitamina D, el tabaco y la es- casez de ejercicios de soporte de peso para tensar los huesos. Por desgracia, muchas personas mayores pien- san que se están ayudando al “ahorrar fuerzas” y no Capítulo 5: El sistema esquelético 175 5 (a) (b) Ser humano recién nacido Recién nacido 2 años 5 años 15 años Adulto Ser humano adulto F I G U R A 5 . 3 3 Diferencias del índice de crecimiento de algunas partes del cuerpo en comparación con otras para determinar las proporciones corporales. (a) El crecimiento diferencial transforma el cráneo redondo y escorzado de un recién nacido en el característico cráneo inclinado de los adultos. (b) Durante el crecimiento de un ser humano, los brazos y las piernas crecen más rápido que la cabeza y el tronco, como se muestra en esta conceptualización de los individuos distintos según su edad, todos dibujados a la misma altura.
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