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Psicología Fisiológica Capítulo 17: Mecanismos neurales del aprendizaje y la memoria. Pienso a veces, al revisar la evidencia sobre la localización del rastro de memoria, que la conclusión necesaria es que el aprendizaje es simplemente imposible. Karl S. Lashley (1950, p. 477). En la pasada generación, la comprensión de las bases biológicas para el aprendizaje y la memoria ha experimentado una revolución. Ahora parece posible identificar los circuitos y redes que participan en el aprendizaje y la memoria, localizar las zonas de almacenamiento de memoria y analizar los mecanismos celulares y moleculares de la memoria. Las raíces de esta nueva comprensión están en avances realizados por diversas disciplinas diferentes: psicología, neurociencia conductual, análisis de sistemas y ciencia cognitiva y neurobiología. Richard F. Thompson (1968, p. 941). INTRODUCCIÓN Entre estas dos afirmaciones, realizadas por dos destacados investigadores separados por una generación, se ha producido un giro impresionante. Este capítulo presenta algunos de los principales avances que han marcado esta revolución. Trata sobre todo de cómo se produce el aprendizaje y la formación de memoria —los mecanismos neurales detallados— mientras que el último capítulo se centra en dónde se produce el aprendizaje y la memoria en el sistema nervioso. La exposición revisa tres temas principales: 1. ¿Cuáles son los mecanismos biológicos básicos para el almacenamiento a largo plazo de recuerdos en el sistema nervioso? ¿Hasta qué punto son usados los mismos mecanismos por las diferentes especies? 2. ¿Cuáles son los mecanismos de almacenamiento de diferentes duraciones (corto- plazo y medio-plazo en contraste con largo-plazo)? ¿Qué estadios existen en la formación de memoria a largo plazo? 3. ¿Qué mecanismos modulan (facilitan o inhiben) el aprendizaje y la formación de memoria? (Algunos sistemas neurales, hormonales y de neurotransmisión, que no desempeñan un papel directo en el almacenamiento de aprendizaje y memoria, han sido implicados en la modulación de estos procesos.) Primeros hallazgos de cambios cerebrales debidos al entrenamiento y la experiencia Una serie de estudios iniciados a finales de los años cincuenta estableció que tanto el entrenamiento como la experiencia formal en entornos variados conducían a cambios valorables en la neuroquímica y neuroanatomía del cerebro de los roedores (Renner y Rosenzweig, 1987; Rosenzweig, 1984). La investigación se había iniciado para establecer si las diferencias individuales en la habilidad de resolver problemas en ratas podían correlacionar con una medida cerebral, el nivel de actividad de la enzima acetilcolinesterasa (AChE) en la corteza cerebral. Se obtuvieron correlaciones positivas entre las dos medidas, pero apareció un inesperado hallazgo: la mera experiencia de ser entrenado y explorado causaba cambios en el nivel de actividad de la AChE en la corteza cerebral. Además, cuanto más difícil hubiera sido el test conductual usado con un grupo determinado, mayores tendían a ser los niveles corticales de AChE (Rosenzweig, Krech y Bennett, 1961). Estos hallazgos sorprendieron a los investigadores, que habían supuesto que el nivel de enzima sería una característica fija de cada animal; sin embargo, ¡los tests conductuales habían alterado la característica cerebral que se pretendía medir! Como la posibilidad de un cambio cerebral debido a la experiencia parecía aún más interesante que el trabajo correlacional, se redirigió rápidamente el estudio hacia la investigación de las respuestas cerebrales a la experiencia diferencial. En vez de aportar experiencia diferencial a las ratas a partir de resolución de problemas, procedimiento lento y costoso, los investigadores decidieron alojar a los animales en diferentes entornos distintos, que proporcionarían oportunidades diferenciales para el aprendizaje informal (Figura 17-1). Se asignaron al azar animales del mismo sexo a diversos entornos de laboratorio, siendo los siguientes los más usados: 1. La condición típica (CT) con tres animales en una jaula estándar de laboratorio provista de comida y agua. Es la condición en la que suelen estar los animales en los laboratorios conductuales y biológicos Figura 17-1 Entornos de laboratorio que proporcionan oportunidades diferenciales para el aprendizaje informal, (a) Entorno estándar de colonia, con 3 ratas por jaula, (b) Entorno empobrecido con una rata aislada, (c) Entorno de laboratorio enriquecido, con 10-12 ratas por jaula y gran variedad de objetos estímulo. (De M. R. Rosenzweig, E. L. Bennett y M. C. Diamond, «Cambios cerebrales en respuesta a la experiencia». Copyright © 1972 por Scientific American, Inc. Reservados todos los derechos.) 2. Una jaula mayor conteniendo grupos de 10 a 12 animales y gran variedad de objetos estímulo, que se cambiaban diariamente. Esta condición se denominó condición enriquecida (CE) porque proporcionaba mayores oportunidades para el aprendizaje informal que la condición típica (CT). 3. Jaulas de condición típica con un solo animal. Esta condición se denominó condición empobrecida o condición aislada (CA). En los experimentos iniciales las ratas fueron asignadas a las diferentes condiciones al ser destetadas (a los 25 días después del nacimiento), y mantenidas en ellas durante 80 días. En experimentos posteriores se varió tanto la edad de asignación como el período de experiencia diferencial. Al final del período de experiencia diferencial, se diseccionó cada cerebro en muestras estándar para realizar análisis químicos (Figura 17-2). En los experimentos iniciales, los animales en la condición enriquecida (CE) fabricaron más AChE cortical que sus congéneres en la condición aislada (CA). Además, experimentos de control mostraron que este efecto no podía atribuirse a la mayor manipulación o actividad locomotora de los animales en la condición CE (Rosenzweig, Krech y Bennett, 1961). Se valoró la actividad enzimática dividiendo la actividad total por el peso de cada muestra de tejido cortical —AChE/peso—. El análisis de los datos reveló que los grupos experimentales diferían en la actividad enzimática total, y además en el peso de las muestras corticales: los animales CE presentaban un mayor peso de corteza cerebral que sus congéneres en CA (Rosenzweig et al., 1962). Este resultado fue una auténtica sorpresa, porque desde principios de siglo se consideraba el peso cerebral como una característica muy estable del organismo, y no sujeta a influencias ambientales. Experimentos posteriores mostraron que las diferencias en peso cerebral eran extremadamente fiables, aunque pequeñas en términos de porcentaje. Además no estaban uniformemente distribuidas a través de la corteza cerebral. Generalmente eran mayores en la corteza occipital y menores en la corteza somestésica adyacente. El resto del encéfalo, a excepción de la corteza cerebral, tendía a mostrar un efecto mínimo. Las diferencias en peso cortical entre grupos fueron relacionadas con diferencias en el grosor cortical; es decir, los animales expuestos al entorno de CE desarrollaban cortezas cerebrales algo más gruesas que su congéneres en otras condiciones (Diamond, 1976; Diamond, Krech y Rosenweig, 1964). Se realizaron mediciones neuroanatómicas más sofisticadas, como numero de espinas dendríticas, medidas de ramificación dendrítica y medida del tamaño de los contactos sinápticos. Las tres medidas se realizaron en células piramidales de la corteza occipital. Todas ellas mostraron efectos significativos de la experiencia diferencial, como veremos en las secciones siguientes. Efectos de la experiencia en las sinapsis La idea de que el aprendizaje y la memoria podrían estar mediados por la formación de contactos sinápticos nuevos ha presentado oscilaciones.Fue propuesta hace un siglo y apoyada por investigadores tan eminentes como Ramón y Cajal (1894) y Sherrington (1897). Pero luego se desvaneció, ya que no se produjo una evidencia concreta en su apoyo. En 1965, Eccles (el neurofisiólogo que compartió el Premio Nobel en 1963) permanecía firme en la creencia de que el aprendizaje y el almacenamiento de memoria implican «desarrollo de sinapsis mayores y mejores que ya existían, no aparición de conexiones nuevas». No fue hasta los años setenta cuando los experimentos con ratas de laboratorio asignadas a entornos enriquecidos o empobrecidos produjeron evidencias que comprobaban esta hipótesis. En los Capítulos 2 y 3 se presentaron las espinas dendríticas como un aspecto tardío del desarrollo neuronal y susceptible de afectarse por la experiencia. Cuando se contaron las espinas dendríticas en los experimentos CE-CA, el número de espinas por unidad de longitud de la dendrita fue considerablemente mayor en los animales CE que en los CA (Globus et al., 1973). Este efecto no se obtenía de modo uniforme sobre el árbol dendrítico; era más pronunciado en las dendritas básales, como muestra la Tabla 17-1. Los diferentes aspectos del árbol dendrítico reciben inputs de diferentes fuentes, y se ha visto que las dendritas básales reciben sobre todo inputs de las neuronas adyacentes de la misma región. Parece por tanto que la experiencia enriquecida conduce al desarrollo de un mayor número de contactos sinápticos y de redes intracorticales más ricas y complejas. Siguiendo la línea de estos experimentos, William Greenough colocó también ratas de laboratorio en entornos CT, CE y CA buscando cambios anatómicos. Greenough cuantificó las ramificaciones dendríticas con el método presentado en la Figura 17-3. Los animales CE desarrollaron ramificaciones dendríticas significativamente mayores que los animales CA (Greenough y Volkmar, 1973; Volkmar y Greenough, 1972). Los animales CT presentaban valores intermedios, tendiendo a estar más próximos a los valores de CA que a los de CE. La condición enriquecida no hacía que las células prolongasen más sus dendritas, sino que tendiesen a llenar con ramificaciones todo su volumen Estos resultados, junto con los de cómputo de espinas dendríticas, indican que los animales consiguen equiparse con circuitos de procesamiento de la información más elaborados a partir de la experiencia enriquecida. Se realizaron entonces mediciones más exactas del número de neuronas y de sinapsis, con técnicas más precisas (Turner y Greenough, 1985). Los resultados mostraron que en las capas I a IV de la corteza occipital, las ratas CE presentaban unas 9.400 sinapsis por neurona frente a las 7.600 de las ratas CA —una diferencia superior al 20% (p < 0,02). El valor para las ratas CT era intermedio, pero más próximo al nivel CA. Estos resultados apoyan intensamente la idea de que el aprendizaje y la memoria a largo plazo suponen formación de contactos sinápticos nuevos. También se han constatado modificaciones en el tamaño de los contactos sinápticos como resultado de experiencia diferencial. El tamaño medio del engrosamiento postsináptico (Figura 17-4) es significativamente mayor en las ratas CE que en sus congéneres CA (Diamond et al., 1975; Greenough y West. 1972). El aumento en el tamaño y número de los contactos sinápticos probablemente incrementa la probabilidad de transmisión sinóptica en los circuitos implicados. Veremos ahora algunas razones para este incremento en el peso y grosor de la corteza cerebral. El mayor número de ramificaciones dendríticas es probablemente el factor principal, ya que en las células piramidales corticales las dendritas suponen un 95% del volumen celular. Tanto el soma celular como el núcleo de estas neuronas son significativamente mayores en los animales CE (Diamond, et al., 1975); probablemente se requieren un soma celular y un núcleo mayores para soportar el mayor árbol dendrítico y su más activo metabolismo. También parece haber un incremento en el número de células gliales en los animales CE, tal vez para proporcionar aporte metabólico a unas neuronas más activas (Diamond et al., 1966; Szeligo y Leblond, 1977). Existen buenas razones para creer que los cambios cerebrales causados por la experiencia en diferentes entornos reflejan las distintas cantidades de aprendizaje que se producen en ellos. Experimentos posteriores empleando entrenamiento formal frente a procedimientos de control mostraron pronto que el entrenamiento formal producía efectos similares a los de la experiencia enriquecida informal en los pesos corticales y en la química cerebral (Bennett, 1976; Bennett et al., 1979) y en la ramificación dendrítica (Chang y Greenough, 1982; Greenough, 1976). El hallazgo de que la experiencia puede inducir cambios valorables en el cerebro, incluso en animales adultos, fue uno de los factores que condujo a un número creciente de investigadores a intentar establecer con mayor detalle cómo reacciona el sistema nervioso ante el entrenamiento, y como puede almacenarse en él la información nueva. Otro factor fue el mayor conocimiento sobre el desarrollo del sistema nervioso, y la idea probada desde hacía tiempo de que los cambios que acompañan al aprendizaje pueden ser similares a los que se producen durante el desarrollo. El aumento en las capacidades técnicas para examinar células nerviosas —electrofisiológica, neuroanatómica y neuroquímicamente— también favoreció esta tendencia. Un último factor fue el creciente interés en la conducta y el sistema nervioso de especies invertebradas. Ciertos invertebrados se han convertido en «sistemas modelo» especialmente interesantes para el estudio de los mecanismos neurales del aprendizaje y la memoria, como veremos más adelante. Pero primero consideraremos brevemente cómo puede ser almacenada en el sistema nervioso la información nueva. Figura 17-4 Medida del tamaño de los contactos sinápticos. Los contactos pueden ser medidos en micrografías electrónicas en base a la longitud de la región engrosada (mostrada en marrón) de la membrana postsináptica. Nótese que los botones terminales contienen numerosas pequeñas vesículas sinápticas y algunas mitocondrías grandes. Posible mecanismo del almacenamiento de la memoria ¿Cómo se modifican los circuitos neurales durante el aprendizaje? ¿Qué tipo de modificaciones persisten para proporcionar la base de la memoria? Desde el tiempo en que se descubrieron las uniones sinápticas a finales del siglo pasado, numerosos investigadores han sugerido que los cambios sinápticos pueden ser el mecanismo del almacenamiento de la memoria. A medida que se ha incrementado el conocimiento de la anatomía y química sinápticas, la hipótesis se han hecho más numerosas y precisas. Se han propuesto tanto cambios en las sinapsis existentes como cambios en el número de sinapsis; la Figura 17-5 presenta algunas de estas hipótesis. Consideraremos cada una de ellas en los apartados siguientes. Cambios fisiológicos en la sinápsis Muchos cambios fisiológicos durante el aprendizaje pueden alterar la respuesta pre o postsináptica, o posiblemente ambas. Una posibilidad es que se incremente el número de moléculas de transmisor liberadas por los impulsos nerviosos, alterando asi la respuesta de la célula postsináptica; esta idea se representa en la Figura 17-5a. Un cambio en la liberación de transmisor puede ser causado por modificaciones químicas en los botones terminales. También puede provenir de la influencia de terminales sobre los botones sinápticos como muestra la Figura 17-5b; pueden alterar la polarización de los botones. La responsividad o sensibilidad de las terminaciones postsinápticas también puede modificarse, por ejemplo, por un incremento en el número de moléculas receptoras, de modo que la misma cantidad de transmisor liberadoiniciará un efecto mayor. Esta situación se indica en la Figura 17-5. Cambios estructurales Los cambios estructurales en las sinapsis existentes también pueden proporcionar mecanismos de memoria. En la mayoría de zonas corporales, el uso produce cambios estructurales; estos cambios se conocen bien en el caso de músculos y huesos. De una manera similar, el área de contacto sinóptico puede incrementarse o disminuir en función del entrenamiento (ver Figura 17-5d). No hemos de limitarnos a las sinapsis existentes al hipotetizar cambios inducidos por la experiencia. El entrenamiento puede producir un incremento en el número de terminales de las vías usadas, como muestra la Figura 17-5e, o puede hacer que una vía más usada tome posesión de terminaciones ocupadas inicialmente por un competidor menos activo (ver Figura 17-51). Limitaciones de los modelos sinápticos de memoria Nuestro tratamiento de modelos sinópticos a partir de este punto debe ser moderado por tres consideraciones. Primero, las sinapsis aisladas son diminutas subunidades de los sistemas neurales. La mayoría de conductas de los vertebrados dependen de la acción cooperativa de miles o millones de neuronas (cada una con decenas de miles de inputs sinápticos) y no de decisiones de una «célula rectora». Segundo, puede que no sea posible hallar correlaciones conductuales examinando respuestas de unidades celulares, al menos para algunas funciones; sólo grupos o conjuntos de neuronas pueden aportar correlaciones con algunas conductas (John, 1978). En el Capítulo 5 empleamos la analogía de diseños con pancartas por un grupo de seguidores de un equipo de fútbol, donde la observación de una o algunas pancartas no puede revelar el patrón realizado por cientos de ellas. La misma conclusión se desprende de muchos campos sensoriales. Esta posibilidad debe ser también tenida en cuenta al considerar muchos de los intentos de seguir el rastro del aprendizaje y la memoria a partir de los mecanismos sinápticos. Es cierto que la conducta de un conjunto depende de la actividad de las unidades, pero no es enteramente reducible a ella. Tercero, sólo hemos mencionado incrementos en efectos sinápticos a partir del entrenamiento. También pueden producirse cambios en la dirección opuesta a partir del aprendizaje y la memoria, estableciendo y rompiendo contactos con otros circuitos. Eliminando contactos no se puede construir un circuito, pero si modificar un circuito ya existente. Por lo tanto, la lista de modos de incrementar la actividad o el número de sinapsis ha de considerarse sólo una expresión abreviada de «aumentar o disminuir». ¿Formación de memorias en neuronas aisladas? La idea de que los cambios en las uniones sinópticas entre neuronas proporcionan la base de la memoria es ampliamente aceptada. Pero algunos investigadores han realizado una sugerencia heterodoxa de que los cambios en neuronas pueden explicar al menos parte de la capacidad de memoria del sistema nervioso. Entre estos investigadores están E. N. Sokolov y sus colaboradores en la Universidad de Moscú (Sinz, Grechenko y Sokolov, 1983), que han trabajado con células nerviosas de caracol aisladas. Estas células pueden ser estimuladas por sustancias químicas aplicadas a diversas zonas del cuerpo celular o por descargas eléctricas. Se ha constatado que si una cantidad infraumbral de acetilcolina (ACh) es seguida regularmente por una descarga eléctrica supraumbral, el estímulo químico se hace capaz de evocar un potencial de acción. Este cambio muestra las características típicas del condicionamiento clásico. Ocurre solo si un estímulo incondicionado (la descarga eléctrica) sigue al estímulo condicionado (ACh) en 120 milisegundos y no se produce si el estímulo condicionado (EC) y el incondicionado (El) se presentan en orden inverso, de forma no contingente o por separado. Por lo tanto, ni la habituación ni la sensibilización pueden explicar los resultados y parece haberse producido aprendizaje condicionado. El condicionamiento se extingue a los pocos minutos, y la extinción puede ser precipitada elicitando ensayos que no son reforzados por el EI. Después de la extinción la respuesta puede ser recondicionada más rápidamente que al principio. Los investigadores sugieren que el condicionamiento produce un mayor número de sitios activos en la membrana, pero podría ser que el cambio se produjera en la sensibilidad de los sitios ya existentes. El descubrimiento de la posibilidad de condicionar neuronas aisladas demuestra, según estos investigadores, que el modelo sináptico del rastro de memoria no es el único posible. Puede ser así, pero se requieren informes más completos de los laboratorios de Moscú e intentos de confirmación de otros laboratorios para evaluar la nueva hipótesis de que las capacidades de procesamiento de la información de las neuronas incluyen la formación de recuerdos. Otro investigador que halla evidencia de que los cambios cruciales en el aprendizaje se producen en la membrana celular es Alkon (1985, 1988) cuya investigación revisamos en la página 735. Mecanismos de habituación y sensibilización en sistemas simples Las primeras formas de aprendizaje que se investigaron a nivel celular fueron habituación y sensibilización. Estas son probablemente las formas de aprendizaje más simples y ubicuas, como mencionamos en el Capítulo 16. Aunque son relativamente simples, son muy importantes en la vida cotidiana. Al analizar estas dos formas de aprendizaje a nivel celular los investigadores han intentado resolver tres cuestiones: 1. ¿Se distribuyen difusamente los cambios cruciales a través de todo el circuito conductual o están limitados a sitios específicos del circuito? 2. ¿Los mecanismos pueden ser especificados en términos moleculares y anatómicos? 3. ¿Cómo se relacionan los sitios y mecanismos de habituación a corto plazo (que duran de minutos a horas) con los de habituación a largo plazo (que duran días o semanas)? Además, recientemente se han preguntado si los mecanismos del aprendizaje asociativo pueden derivarse de los del aprendizaje no asociativo. Habituación, como ya dijimos, significa volverse insensible a estímulos que no tienen una especial significación o consecuencia para la conducta habitual. Los mecanismos de la habituación han sido estudiados en mamíferos intactos, en preparaciones espinales de mamíferos y en sistemas invertebrados más simples. Las preparaciones con invertebrados se están usando ampliamente en la actualidad porque ofrecen ciertas ventajas: 1. El número de células nerviosas en un ganglio es relativamente pequeño en comparación con un mamífero, aunque el número llega a 1.000 en el ganglio de un invertebrado. 2. En la anatomía del ganglio de un invertebrado, los cuerpos celulares forman el exterior y los procesos dendriticos están en el interior. Esta disposición difiere de la de los mamíferos y facilita la identificación y registro de las células de los invertebrados. 3. Numerosas células en los ganglios de los invertebrados pueden ser reconocidas a causa de sus formas y tamaños, y porque la estructura celular del ganglio es uniforme en todos los individuos de la especie (Figura 17-6). Es posible, por lo tanto, identificar algunas células y establecer sus conexiones sensoriales y motoras. Por lo tanto, cuando se aísla un ganglio en un invertebrado concreto, ya se conocen las conexiones básicas de la mayoría de cuerpos celulares más grandes. Investigaciones recientes han mostrado también que las células grandes identificables difieren entre sí en los neurotransmisores que contienen, así como en sus conexiones. Mecanismos de habituación en Aplysia Cuando se ha establecido un circuito de respuesta completo, es posible investigar el sitio o sitios en que se produce la habituación. La Figura 17-7 muestrael diagrama de un circuito neural de un invertebrado en el que se ha estudiado la habituación. Se trata de un gran gasterópodo, la babosa marina Aplysia. Este circuito muestra neuronas del ganglio abdominal, representado en la Figura 17-6. Eric Kandel y sus colaboradores han realizado un amplio programa de experimentación sobre los procesos sinápticos de habituación en Aplysia (Kandel, 1976, 1979; Kandel et al., 1986). La Figura 17-8 muestra algunas características de las conductas de la Aplysia al deslizarse por el suelo marino en zonas poco profundas. La Aplysia tiene una branquia dorsal, protegida sólo por un ligero pliegue del manto, y un sifón para absorber agua y hacerla circular por la branquia. Cuando algo toca el manto o el sifón, el animal retrae su branquia de modo que sea mucho más pequeña y menos vulnerable. Este reflejo de retracción de la branquia es controlado por el ganglio abdominal representado en la Figura 17-6. A menudo se realiza con propósitos experimentales una preparación que consta del sifón, el manto, la branquia y los nervios sensoriales y motores que conectan estas estructuras al ganglio abdominal. Fijando estas estructuras en una posición determinada, los experimentadores pueden estimular el sifón o la cubierta con chorros de agua calibrados con precisión en momentos determinados y registrar adecuadamente la intensidad del reflejo de retirada de la branquia. El reflejo de retracción de la branquia se habitúa fácilmente con estimulación repetida; además, esta habituación tiene todas las características halladas en la habituación de los seres humanos y de otros animales. La Aplysia presenta sensibilización y habituación; cuando se le presenta un estímulo doloroso en la cabeza, el reflejo de retracción de la branquia aumenta considerablemente. La estrecha correspondencia entre las características de la habituación y sensibilización en la Aplysia y estas conductas en mamíferos justifica nuestra profundización en los mecanismos neurales de estas conductas en la Aplysia, aunque no estemos particularmente interesados en la babosa marina por sí misma. Lugar y mecanismo de la habituación a corto plazo Se ha logrado establecer el lugar de habituación para la respuesta de retirada de la branquia, avanzándose considerablemente en el establecimiento de los mecanismos neuroquímicos de la habituación. Para conseguir este objetivo, Kandel y sus colaboradores analizaron diversos lugares posibles de modificación de la actividad. Como en los mamíferos, se estableció que la habituación no era causada por adaptación del receptor, por fatiga de los músculos o depresión de las uniones entre motoneuronas y músculos. Volviendo al ganglio, los experimentadores encontraron que los registros intracelulares de las neuronas motoras presentaban disminución en las tasas de descarga durante la habituación. La disminución en la tasa de descarga podía reflejar un incremento en la resistencia al input (sensibilidad disminuida) de la neurona motora, o un cambio en el input sinóptico a la neurona motora. Se estableció que el umbral de la neurona motora para la iniciación de un potencial permanecía constante, de modo que el cambio durante la habituación no podía atribuirse a alteración en la resistencia de la membrana postsináptica. Se advirtió que los potenciales excitatorios postsinápticos (PEPS) disminuían progresivamente durante la estimulación sensorial repetida, y esta disminución podía explicar la reducción en la tasa de descarga de la neurona motora durante la habituación. Tras un período de descanso sin estimulación, se recobra la amplitud de los PEPS. La depresión de los PEPS causada por la estimulación repetida de una parte del campo receptivo (como el sifón) no provoca una disminución de los PEPS producidos por estimulación de otra parte del campo sensorial (por ejemplo, el pliegue del manto) de modo que la depresión está estrictamente localizada. La contribución de las interneuronas a los PEPS de las células motoras era pequeña respecto a la vía monosináptica, de modo que el efecto podía localizarse principalmente en las uniones monosinápticas sensoriomotoras. Se estableció que la depresión de los PEPS estaba causada por una disminución en el Figura 17-8 Algunas conductas de la Aplysia. (a) Locomoción, (b) Postura habitual con el sifón extendido y la branquia dorsal. Generalmente en una vista lateral sólo es visible el extremo del sifón, pero aquí se muestran todo el sifón y la branquia como si el animal fuese transparente, (c) Retracción del sifón y de la branquia en respuesta a un ligero contacto, (d) Retracción de la cabeza y liberación de tinta en respuesta a un estímulo intenso. (De Bases celulares de la conducta: Una introducción a la neurobiología conductual por Eric R. Kandel, W. H. Freeman y Company. Copyright © 1976.) número de cuantos de transmisor sináptico liberados por cada impulso sensorial; el tamaño de los cuantos individuales permanecía constante. Esta característica fue determinada estudiando la variabilidad en los PEPS, que se gradúa en unidades cuánticas, es decir, unidades de tamaño fijo. El cambio en la cantidad de transmisor liberado tras la llegada de un impulso nervioso es, como se recordará, uno de los mecanismos hipotéticos de la memoria (ver Figura 17-5a). En este circuito neural, por tanto, se localizó con precisión la modificación provocada por la habituación: se produce especialmente en las terminales presinápticas del nervio motor. Así, aunque la anatomía del circuito esté determinada y fijada, puede variar el efecto de las sinapsis sensoriomotoras. La depresión en la liberación de transmisor en las sinapsis implica, al menos en parte, una disminución en el número de iones de calcio (Ca2+) que entran en las terminales de las neuronas sensoriales con cada potencial de acción. La estimulación repetida de la neurona sensorial produce la inactivación prolongada de los canales por los que entra el Ca2 + en la neurona; esto se representa en la Figura 17-9b por un canal Ca2+ adicional cerrado. La afluencia de Ca2+ ayuda a determinar cuántas vesículas se unen a los lugares de liberación y, por tanto, cuánto transmisor se libera en cada potencial de acción. Una disminución en la afluencia de Car+ provoca una disminución en la liberación de transmisor y, por tanto, disminución de los potenciales excitatorios postsinápticos (Klein, Shapiro y Kandel, 1980). Habituación a largo plazo La habituación a largo plazo en Aplysia implica un cambio en la anatomía y en la neuroquímica de las sinapsis de la neurona sensorial. Estos terminales presinápticos tienen zonas activas, es decir, regiones de la membrana desde las que puede liberarse transmisor sináptico. Estas zonas activas pueden cuantificarse de tres maneras: (a) en Aplysia no habituadas, sólo la mitad de los terminales de esta parte del ganglio tienen zonas activas; las zonas activas observadas diferían (b) en área y también (c) en el número de vesículas sinápticas agrupadas en la zona activa. Cuanto mayor sea el valor de estas medidas, mayor es la capacidad del animal de transmitir señales neurales en esta parte del sistema nervioso. Bailey y Chen (1983) examinaron los terminales de neuronas sensoriales en Aplysia habituadas y control; encontraron que los animales habituados eran significativamente inferiores en las tres medidas a los animales control (Figura 17-10). En este estudio se estimuló también a algunos animales para inducir sensibilización a largo plazo; las zonas activas de las sinapsis en las Aplysia sensibilizadas eran significativamente mayores que las de los controles en las tres medidas. En otro estudio, Bailey y Chen (1984) encontraron que los animales habituados a largo plazo tenían menos terminales sensoriales presinápticos en el ganglio que los controles. El hecho de que tantoel número como el tamaño de las uniones sinápticas varíen en Aplysia con el entrenamiento es similar a los hallazgos realizados previamente en mamíferos (Diamond et al., 1975; West y Greenough, 1972). Por otra parte, la investigación con Aplysia muestra que los cambios anatómicos ocurren específicamente en neuronas que forman parte del circuito implicado en el aprendizaje, hecho que no podía establecerse a partir del trabajo con mamíferos. La semejanza entre los resultados obtenidos con Aplysia y con ratas indica que en un amplio rango de especies la información puede ser almacenada en el sistema nervioso mediante modificaciones en el tamaño y número de los contactos sinópticos; esto confirma la hipótesis representada en la Figura 17-5d y f. Por lo tanto, incluso en un animal relativamente simple como la Aplysia, el remodelamiento estructural del sistema nervioso que consideramos durante el desarrollo precoz (Capítulo 4) probablemente continúa en cierto grado durante toda la vida y puede ser dirigido por la experiencia. Lugar y mecanismo de la sensibilización La respuesta que se habitúa puede también sensibilizarse. Por ejemplo, el reflejo de retracción de la branquia se hace más intenso si se ha realizado recientemente una estimulación intensa en cualquier parte de la superficie corporal. El circuito implicado en la sensibilización del reflejo de retirada en la Aplysia se presenta en forma de diagrama en la Figura 17-11. Se estableció que la estimulación dolorosa de la cabeza activaba neuronas sensoriales que, entre otras conexiones, excitan interneuronas facilitadoras. Estas interneuronas acaban sobre los terminales sinópticos de las neuronas sensoriales del sifón o del manto. Por lo tanto la sensibilización es una forma de aprendizaje no asociativo algo más complejo que la habituación, ya que implica dos tipos de estímulo: el efecto del estímulo sensibilizante altera la respuesta al estímulo habituado. El mecanismo celular neuroquímico de la sensibilización es también algo más complejo que el de la habituación. Implica el mismo locus que la habituación, la sinapsis que establecen las neuronas sensoriales con las neuronas motoras, y de nuevo el proceso de aprendizaje supone una modificación en la liberación de transmisor por las neuronas sensoriales. En la sensibilización, sin embargo, aumenta la liberación de transmisor, mientras que en la habituación disminuye. Además, el circuito neural para la sensibilización en Aplysia tiene elementos adicionales. En particular, como se muestra en la Figura 17-11, la información sobre la estimulación intensa de la cabeza o la cola es mediada por interneuronas facilitadoras que establecen contactos presinápticos sobre los terminales de las neuronas sensoriales del manto o del sifón; es decir, las interneuronas facilitadoras pueden modular la actividad de las neuronas sensoriales que establecen conexiones motoras con la branquia. Kandel y colaboradores sugirieron un modelo neuroquímico para los procesos que subyacen la sensibilización a corto plazo en Aplysia. Más adelante veremos una explicación similar para los procesos que subyacen al aprendizaje asociativo. El modelo para la sensibilización a corto plazo incluye al menos seis pasos, y cada uno de ellos es consistente con pruebas experimentales. Estos pasos se representan y exponen en la Figura 17-12. Resumiendo, la intensa estimulación de la cabeza o de la cola de la Aplysia activa a las interneuronas facilitadoras, que parecen emplear serotonina como transmisor en sus contactos presinápticos sobre los terminales sensoriales. La activación de los receptores serotoninérgicos en las neuronas sensoriales conduce a la síntesis de AMP cíclico en estas neuronas, y lleva a su vez a la activación de una enzima que cataliza una reacción que cierra los canales de potasio de la membrana. La disminución en el flujo de iones de K+ durante los potenciales de acción prolonga éstos, lo que abre los canales de calcio, favoreciendo la liberación de transmisor por las neuronas sensoriales. Habituación y sensibilización en cultivos celulares Se está investigando la habituación y la sensibilización en cultivos de células identificadas de Aplysia (Rayport y Schacher, 1986). Cuando se colocan juntas células sensoriales táctiles y neuronas motoras de la branquia en una bandeja de cultivo, en pocos días forman contactos sinápticos funcionales. Pueden aplicárseles entonces microelectrodos para estimularlas y registrar su actividad. La activación de las conexiones sensoriomotoras provoca habituación. La adición de células serotoninérgicas de otro ganglio permite que se produzcan cambios similares a la sensibilización. Esta preparación permitirá estudiar el desarrollo de la plasticidad sináptica y formas más complejas de aprendizaje. Figura 17-12. Secuencia hipotética de procesos neuroquímicos subyacentes a la sensibilización a corto plazo en Aplysia. El diagrama representa parte del terminal de una neurona sensorial para el reflejo de la branquia o del sifón; arriba a la izquierda, dibujada a menor escala, hay una terminación presináptica de una interneurona facilitadora. La secuencia ha de analizarse de izquierda a derecha. (1) La estimulación intensa de la cabeza o de la cola activa un grupo de neuronas facilitadoras que hacen sinapsis con los terminales de las neuronas sensoriales del reflejo de retracción de la branquia y del sifón, y actúan aquí aumentando la liberación de transmisor. Este proceso se denomina facilitación presináptica. Se cree que al menos algunas de las células facilitadoras emplean serotonina en sus terminales. (2) La estimulación de los receptores serotoninérgicos en la membrana de la neurona sensorial provoca un incremento en la actividad de la enzima adenilato ciclasa, que catad iza la producción de AMP cíclico en estos terminales. (3) La elevación del nivel de AMPc en los terminales activa una enzima, la proteinquinasa AMPc dependiente. (4) La quinasa cataliza una reacción cerrando algunos de los canales de K+ en la membrana neuronal; un Cerned de K+ cerrado aparece en 4 encima de la flecha. (5) La reducción en el número total de canales de K+ abiertos durante el potencial de acción disminuye la corriente externa de K+ durante los siguientes potenciales de acción, lo que incrementa su duración. (6) El incremento en la duración de los potenciales de acción provoca un incremento en el influjo de Caz+ dentro de los terminales y aumenta la liberación de transmisor. Los canales de Ca2+ en la figura se muestran por tanto abiertos, al revés de lo que ocurre en la habituación, Figura 17-11. (Tomado de Kandel et al., 1986.) Sensibilización a largo plazo La sensibilización a largo plazo, como ya hemos mencionado, implica un incremento en las zonas activas de los terminales sensoriales (ver Figura 17-10). Mientras la retención a corto plazo puede ser conseguida mediante procesos puramente químicos, la retención a largo plazo implica cambios estructurales en las sinapsis. Más adelante consideraremos cómo puede la actividad neural dar lugar a cambios estructurales. Aprendizaje asociativo en sistemas simples Con tanta información sobre los mecanismos del aprendizaje no asociativo a partir del análisis de la retracción de la branquia en Aplysia, los investigadores se han puesto a buscar ejemplos de aprendizaje asociativo en preparaciones de invertebrados relativamente simples. Años de intentos de condicionar el reflejo de retracción de la branquia fueron inútiles hasta que en 1981 se anunció un método efectivo (Carew, Walters y Kandel, 1981). Un ligero toque sobre el manto se habitúa pronto, pero si es seguido inmediatamente por una intensa descarga sobre la cola, tras pocos ensayos el toque sólo elicita una intensa respuesta de retirada. El toque (EC) y la descarga (El) han de asociarse y el intervalo entre ellosha de ser breve para que se produzca este condicionamiento; se ha comprobado experimentalmente que se trata de condicionamiento y no de sensibilización. Por lo tanto es posible comparar los mecanismos de condicionamiento y de aprendizaje no asociativo en la misma preparación relativamente simple. También se están empleando otras preparaciones con invertebrados en el estudio de los mecanismos de aprendizaje y memoria. Entre ellas está el molúsculo Hermissenda (por ejemplo, Alkon, 1985, 1988) y el molusco gasterópodo marino Pleurobranchea (por ejemplo, Mpitsos et al., 1980). Consideraremos investigaciones sobre el condicionamiento en algunas preparaciones con invertebrados, y abordaremos luego el condicionamiento en vertebrados. Condicionamiento en Aplysia Sensibilización a largo plazo La sensibilización a largo plazo, como ya hemos mencionado, implica un incremento en las zonas activas de los terminales sensoriales (ver Figura 17-10). Mientras la retención a corto plazo puede ser conseguida mediante procesos puramente químicos, la retención a largo plazo implica cambios estructurales en las sinapsis. Más adelante consideraremos cómo puede la actividad neural dar lugar a cambios estructurales. Aprendizaje asociativo en sistemas simples Con tanta información sobre los mecanismos del aprendizaje no asociativo a partir del análisis de la retracción de la branquia en Aplysia, los investigadores se han puesto a buscar ejemplos de aprendizaje asociativo en preparaciones de invertebrados relativamente simples. Años de intentos de condicionar el reflejo de retracción de la branquia fueron inútiles hasta que en 1981 se anunció un método efectivo (Carew, Walters y Kandel, 1981). Un ligero toque sobre el manto se habitúa pronto, pero si es seguido inmediatamente por una intensa descarga sobre la cola, tras pocos ensayos el toque sólo elicita una intensa respuesta de retirada. El toque (EC) y la descarga (El) han de asociarse y el intervalo entre ellos ha de ser breve para que se produzca este condicionamiento; se ha comprobado experimentalmente que se trata de condicionamiento y no de sensibilización. Por lo tanto es posible comparar los mecanismos de condicionamiento y de aprendizaje no asociativo en la misma preparación relativamente simple. También se están empleando otras preparaciones con invertebrados en el estudio de los mecanismos de aprendizaje y memoria. Entre ellas está el molúsculo Hermissenda (por ejemplo, Alkon, 1985, 1988) y el molusco gasterópodo marino Pleurobranchea (por ejemplo, Mpitsos et al., 1980). Consideraremos investigaciones sobre el condicionamiento en algunas preparaciones con invertebrados, y abordaremos luego el condicionamiento en vertebrados. Algunas de las investigaciones actuales utilizan condicionamiento clásico diferencial del reflejo de retirada del sifón (Carew et al., 1983). En el condicionamiento diferencial se emplean dos estímulos condicionados (EC) en el mismo animal, un (EC + ) asociado al El, y otro (EC —) no asociado, que no tiene consecuencias para el animal. Con este tratamiento cada animal sirve de autocontrol, al comparar las respuestas a EC+ y EC—. Un estímulo táctil débil sirve como estímulo discriminativo (EC + al sifón y EC — al manto, o a la inversa) y la descarga a la cola se emplea como EL El condicionamiento diferencial es adquirido rápidamente por Aplysia e incrementa su intensidad con el aumento del número de ensayos. Hawkins et al. (1983) encontraron que sólo un estrecho rango de intervalos temporales EC-EI producía condicionamiento; si el EC precedía al El dos o más segundos, o se daba la secuencia inversa (El y luego EC), no se producía condicionamiento. Estos estrechos intervalos temporales y el fracaso del condicionamiento inverso también se encuentra en muchas situaciones de condicionamiento de mamíferos. Las investigaciones sobre los mecanismos neuroquímicos del condicionamiento clásico en Aplysia sugieren a Kandel y colaboradores grandes similitudes con los implicados en la sensibilización. El condicionamiento diferencial produce un aumento de la duración de los potenciales de acción con estimulación apareada (EC + ) significativamente mayor que en la estimulación no apareada (EC—). Además, la facilitación-dependiente-de-la-actividad en el condicionamiento implica modulación del mismo tipo de canales iónicos que la sensibilización (Hawkins y Abrams, 1984). La Figura 17-13 presenta los eventos hipotéticos en la terminal sensorial bajo condiciones EC— y EC + . Estos diagramas pueden compararse con la Figura 17-12, que presenta los mecanismos de sensibilización. El requerimiento de un determinado orden de estimulación (EC-EI) para obtener condicionamiento puede depender de neuronas que requieren un Figura 12-13 Un esquema hipotético de la secuencia de procesos que puede subyacer al condicionamiento. La activación de la sinapsis en (1) por el estímulo condicionado poco tiempo antes de la activación de la neurona sensorial por el estímulo incondicionado provoca un aumento en el influjo de los iones Ca2 +. Esto activa a la calmodulina, aumentando la actividad de la adenilciclasa (2), lo que lleva a un incremento en la producción de AMPc. Este, a su vez, activa a la enzima proteinquinasa (3), provocando la fosforilización de moléculas en la pared de los canales de K+ (4), cerrando estos canales, lo que provoca una amplia apertura de canales de Ca2+ (5). Los iones de Ca2+ hacen que haya más vesículas sinópticas dispuestas para descargar (6). Por tanto, la excitación de la neurona sensorial provoca ahora una estimulación de la neurona postsináptica mayor que la producida antes de establecerse el condicionamiento. (Adaptado de Kandel et al., 1986.) Condicionamiento en Hermissenda Cuando baja la marea pueden verse a veces delgados moluscos coloreados de varios centímetros de largo, sin concha y con branquias dorsales. Uno de estos moluscos, Hermissenda, ha sido objeto de una extensa investigación sobre los mecanismos del condicionamiento realizada por Alkon y sus colaboradores (por ejemplo, Alkon, 1985, 1988; Farley y Alkon, 1985). Este tipo de molusco suele esconderse bajo el mar por la noche y durante el día sube a la superficie para alimentarse, pero el fuerte movimiento de las olas le hace descender para refugiarse. Por lo tanto siente atracción por la luz, pero evita ser agitado o movido violentamente. En el laboratorio la asociación entre luz y rotación en una mesa giratoria causa una supresión condicionada de la tendencia a aproximarse a la luz. Los ojos de Hermissenda contienen solo cinco células fotorreceptoras, dos de Tipo A y tres de Tipo B. La descripción por Farley y Alkon (1985, p. 441) de los pasos biofísicos implicados en el condicionamiento de Hermissenda se presenta a continuación: la estimulación de los receptores de Tipo B causa una despolarización que dura algunos segundos más que la luz y se acompaña de un incremento en la resistencia de la membrana. Las asociaciones repetidas de luz y rotación producen una despolarización acumulativa, resultando un aumento de Ca2+ en las células B. Se cree que esto, a su vez, provoca una supresión de al menos dos corrientes distintas de K+ en la célula B, supresión que puede durar días. La supresión de estas corrientes significa que el entrenamiento incrementa el potencial generador de las células B y su respuesta a la luz. Las conexiones de las células B inhiben a las células A, de modo que después del entrenamiento asociativo las células A son menos efectivas en la excitación de neuronas que median la aproximación a la luz. Según el planteamiento de Alkon, los cambios importantes producidos durante el condicionamiento de Hermissenda tienen lugar en las membranas de las células fotorreceptoras y no, como en otras explicaciones del aprendizaje, en las sinapsis. Además, Farleyy Alkon (1985) refieren que lograron producir mediante estimulación electrofisiológica en las células B los cambios de membrana producidos por el condicionamiento, y que estos cambios hacían que los animales suprimieran su aproximación a la luz como si hubiesen sido condicionados; es decir, los investigadores sostienen haber encontrado el sitio y los cambios biofísicos relacionados causalmente con la retención a largo plazo en esta situación. Y este mecanismo podría ser más general de lo que parece: Alkon (1985) señala que los canales iónicos en los fotorreceptores de Tipo B de Hermissenda son similares a canales en las neuronas del hipocampo de los mamíferos, y hay evidencia de que durante el condicionamiento del conejo se producen en la membrana de neuronas hipocámpicas cambios similares a los observados en las células fotorreceptoras de Hermissenda (Disterhoft, Coulter y Alkon, 1985). La investigación con Hermissenda, que ha encontrado cambios importantes en la membrana neuronal, proporciona un cuadro de los mecanismos básicos del condicionamiento muy diferente del aportado por el trabajo con Aplysia, que se centra en cambios que ocurren en el lado presináptico de la unión sináptica. Los próximos años demostrarán si uno de estos cuadros o ambos son validados por las posteriores investigaciones sobre las dos especies. Trabajos similares con otras especies de invertebrados y vertebrados demostrarán si son sólo dos entre gran variedad de posibles mecanismos de aprendizaje o si tienen carácter general para varias especies. Estudios con Drosophila: una aproximación genética al mecanismo del aprendizaje y la memoria. Como la genética de la mosca de la fruta, Drosophila, se conoce bien, presenta diversas ventajas el estudio en ella de los mecanismos de aprendizaje y memoria, aunque su sistema nervioso central (con unas 100.000 pequeñas neuronas) es más complejo que el de Aplysia o Hermissenda. Los genetistas Quinn, Harris y Benzer (1974) desarrollaron un método para condicionar grupos de Drosophila. Colocaron unas 40 moscas en un tubo de cristal permitiéndoles desplazarse hacia arriba o abajo, donde había dos olores que normalmente les son atractivos por igual. Al alcanzar la parte superior del tubo recibían una descarga eléctrica, mientras que el otro olor no presentaba esta asociación. Se podía valorar entonces la aproximación a los dos olores después de diversos intervalos temporales. Generalmente unos dos tercios del grupo evitaban el olor asociado a la descarga. Posteriormente, con un mejor control de las condiciones, alrededor del 90% evitaba el olor asociado con la descarga (Jellies, 1981). Tan pronto como se diseñó este procedimiento, los genetistas empezaron a explorar con él cepas mútantes de Drosophila. En 1976 anunciaron el aislamiento del primer mutante que no lograba discriminar los olores, y lo llamaron Dunce* (Dudai et al., 1976). Los tests mostraron que Dunce tenía un auténtico problema con el aprendizaje; su deficiencia no radicaba en olfato, locomoción o actividad general. Se aislaron otros tres mutantes para el aprendizaje denominados Cabbage, Turnip y Rutabaga; otro mutante, Amnesiac, aprendía normalmente, pero olvidaba con mayor rapidez que las moscas normales (Quinn, 1979). En otros laboratorios se aislaron también mutantes deficientes en aprendizaje. A uno de ellos se le denominó como la enzima en la que era deficiente, dopa decarboxilasa (DDC). Exploraciones con otros procedimientos mostraron que los fallos de estos mutantes no estaban restringidos al entrenamiento de olor-descarga sino que se producían también en otros tests de aprendizaje asociativo; por otra parte, los mutantes eran normales en conductas que no implicasen aprendizaje. El entrenamiento con recompensa de azúcar es retenido durante días por las moscas normales (Tempel et al., 1983). El test del azúcar mostró que Dunce y Rutabaga podían aprender, pero olvidaban al cabo de una hora. Los mútantes con pobre aprendizaje o memoria fueron examinados respecto al aprendizaje no asociativo: habituación y sensibilización (Duerr y Quinn, 1982). Dunce, Rutabaga y Amnesiac mostraron una sensibilización anormalmente breve. Estas observaciones apoyan la idea de que los aprendizajes no asociativos y asociativos comparten algunos de sus mecanismos. Como parte de su programa los investigadores examinaron a los mútantes para identificar sus deficiencias genéticas, logrando caracterizar a varios mutantes para el aprendizaje (Tully, 1987; Dudai, 1988). Cada deficiencia puede relacionarse con el esquema de Kandel presentado en la Figura 17-13, que se reproduce en la Figura 17-14. La enzima dopa decarboxilasa es necesaria para la síntesis de los transmisores dopamina y serotonina, de modo que su deficiencia altera la estimulación de las fibras serotoninérgicas que aparecen en el ángulo superior izquierdo de la figura como DDC X. La deficiencia Turnip afecta al receptor serotoninérgico y a la proteinquinasa. La mutación Rutabaga disminuye los niveles de AMP y de adenilato ciclasa. Dunce tiene una deficiencia en el enzima que divide al AMPc. El gen Shaker altera los canales de K + . El hallazgo de que todos estos trastornos genéticos entran en el esquema de Kandel y colaboradores proporciona un apoyo nuevo e independiente para sus hipótesis. Al evaluar esta notable convergencia de indicios debemos recalcar que los mutantes se aislaron conductualmente sin conocer sus deficiencias genéticas, y antes de que fuesen formuladas las hipótesis de Kandel. Condicionamiento en vertebrados Mientras algunos investigadores han progresado en la comprensión de los mecanismos celulares del aprendizaje en circuitos neurales relativamente sim pies, otros han intentado estudiar los mecanismos básicos del aprendizaje en el mucho más complejo sistema nervioso de los vertebrados. Esta investigación es necesaria para constatar si se mantienen los procesos neurales de aprendizaje y la memoria sugeridos por experimentos con invertebrados, y para establecer cómo se produce la formación de memoria en el cerebro vertebrado. Entre las estrategias empleadas para encontrar correlatos electrofisiológicos del aprendizaje en sistemas nerviosos de vertebrados están: 1. Explorar muchas zonas y buscar indicaciones de aprendizaje en cada una de ellas. 2. Focalizarse en eventos en una zona determinada que otros tipos de investigación ya han implicado en aprendizaje. 3. Trazar pacientemente todo el circuito neural implicado en un aprendizaje y determinar en qué zona(s) del circuito se produce la evidencia de aprendizaje. Todas estas estrategias han producido interesantes resultados. ¿Cómo pueden decir los investigadores si una zona que registran está críticamente relacionada con el aprendizaje? Aunque la actividad eléctrica varíe en paralelo con el progreso de aprendizaje, la zona de registro podría simplemente reflejar eventos determinados en otro lugar del sistema nervioso. Los diseños experimentales que intentan responder a esta cuestión son: 1. Intentar establecer las zonas en las que se producen las primeras respuestas (de latencia menor) relacionadas con el aprendizaje. 2. Comprobar si los inputs a una zona muestran relaciones con aprendizaje. A continuación revisaremos estudios con aves y mamíferos. Condicionamientos de respuestas cardíacas en las palomas El neurocientífico David Cohén (1985) investigó el condicionamiento clásico del cambio de frecuencia cardíaca por un estímulo visual en la paloma, para estudiar un sistema vertebrado relativamente simple. Empleó un estímulo condicionado (EC) —iluminar todo el campo visual durante 6 segundos— seguido por una descarga en la pata de 0,5 segundos como estímulo incondicionado (El). Tras la presentación de 10 pares de EC-EI, el El sólo tiende a producir aceleración cardíaca, y a las 30 presentaciones la relaciónse establece de forma consistente. El circuito neural que subyace a este condicionamiento fue trazado pacientemente. Se estableció que son tres las vías que conducen información visual al encéfalo, y que sólo con la interrupción de las tres se podía evitar la aparición de la respuesta condicionada (RC). A nivel de la respuesta, la aceleración cardíaca implica dos tipos de mensajes neurales: 1) excitación del nervio cardíaco por la división simpática del sistema nervioso autónomo y 2) inhibición del nervio vago por su división parasimpática. Se siguió la pista de estas conexiones motoras desde el bulbo, protuberancia, hipotálamo medial y amígdala hasta los centros telencefálicos que tienen inputs para los centros visuales. Las lesiones a lo largo de este trayecto, como en la amígdala, impiden totalmente la expresión de la RC. Lesiones importantes en otras zonas, incluyendo la destrucción de otras áreas con inputs del corazón, carecen virtualmente de efectos sobre la RC. Estos hallazgos muestran que se ha encontrado la vía de respuesta, demostrando la posibilidad de trazar estas vías incluso en sistemas nerviosos de vertebrados. ¿En qué zona de esta vía se producen cambios durante el condicionamiento? La zona mas periférica en la que aparecen respuestas electrofisiológicas con el condicionamiento es el núcleo óptico principal del tálamo; es el equivalente en las aves del núcleo geniculado lateral de los mamíferos. Las neuronas con respuestas modificables en este núcleo muestran alguna respuesta, incluso antes del condicionamiento, a la presentación del EC o del EI. Por lo tanto este condicionamiento es de tipo alfa; es decir, representa el incremento de una respuesta preexistente al EC. Cohén concluye que se requiere la convergencia del EC y el El sobre la misma neurona para que se produzca condicionamiento. La plasticidad en el núcleo talámico se produce en las primeras neuronas que reciben inputs de la retina; pero no está confinada a ellas, sino que se extiende a través de la vía de la RC. Neuronas de diversos centros responden tanto al EC como al El antes de que se inicie el condicionamiento, y presumiblemente durante éste se modifican las respuestas de muchas de estas células. En este sistema el almacenamiento de información está localizado, ya que se produce solo a lo largo de vías neurales específicas que median la RC frecuencia cardíaca. Pero el almacenamiento se halla ampliamente distribuido a lo largo de la vía. Cohén y sus colaboradores analizan en la actualidad los mecanismos celulares del condicionamiento en el núcleo óptico principal del tálamo. Están intentando realizar experimentos similares con secciones de tejido talámico mantenidas en nutrientes. Existen investigaciones semejantes con preparaciones de secciones de hipocampo de mamíferos (ver Cuadro 17-1, Estudio «en bandeja» de la memoria). Condicionamiento del parpadeo en el conejo Un tipo de condicionamiento bien estudiado a nivel conductual es la respuesta del párpado del conejo cuando se produce un soplo de aire sobre la córnea (El) después de un tono acústico (EC). Aparece rápidamente una respuesta condicionada estable (RC) —el conejo cierra el párpado al oír el tono— similar al condicionamiento del parpadeo en humanos. Richard Thompson y colaboradores (1986) han estudiado los circuitos de este condicionamiento durante varios años. El circuito del reflejo de parpadeo es simple, implicando dos nervios craneales y sus núcleos (Figura 17-15). Las fibras sensoriales de la córnea discurren a lo largo del V nervio craneal (nervio trigémino) a su núcleo en el tronco del encéfalo. Desde allí algunas fibras van al núcleo del VII nervio craneal (facial), también en el tronco del encéfalo. La actividad de ciertas fibras motoras del nervio facial provoca el cierre de los párpados. Al principio de su investigación, Thompson y sus colegas hallaron que durante el condicionamiento el hipocampo desarrolla respuestas neurales con patrones temporales similares a los de las respuestas de parpadeo (Figura 17-16). Aunque la actividad hipocámpica es notablemente paralela al curso del condicionamiento, y se produce con mayor claridad que la actividad de otras estructuras límbicas, estos resultados no demuestran que el hipocampo sea imprescindible para que se produzca condicionamiento. De hecho, la destrucción del hipocampo tiene escaso efecto sobre la adquisición o retención de la respuesta condicionada de parpadeo en conejos (Lockhart y Moore, 1975). Por lo tanto, para este aprendizaje no se precisa el hipocampo, aunque puede intervenir en él: la actividad anómala del hipocampo puede perturbar la adquisición de condicionamiento. Thompson y sus colaboradores procedieron a trazar el mapa detallado de las estructuras encefálicas en animales condicionados. Encontraron incrementos relacionados con aprendizaje en la actividad de neuronas individuales del cerebelo, tanto en la corteza como en los núcleos profundos, y en un núcleo de la protuberancia. En el cerebelo, aunque antes del condicionamiento solo aparecían respuestas insignificantes al EC y al E1 antes de su emparejamiento, al producirse el condicionamiento emergía una réplica neuronal de la respuesta conductual aprendida. Estas respuestas, que precedían como mínimo _______________________________________________________________________ CUADRO 17-1 Estudio «en bandeja» de la memoria: potenciación a largo plazo Los investigadores han estado buscando desde hace tiempo un modo de aislar un circuito cerebral de vertebrado en el que se produzca aprendizaje de modo que puedan estudiarlo en detalle, como en las «preparaciones reducidas» en invertebrados. Algunos investigadores consideran que el fenómeno de la potenciación a largo plazo en el cerebro mamífero comparte muchas de las ventajas para la investigación de los mecanismos neurales en aprendizaje y memoria que caracterizan las preparaciones invertebradas «simples». La potenciación a largo plazo (PLP) es un incremento estable y duradero en la magnitud de respuesta de neuronas después de que células aferentes a la región hayan sido estimuladas con descargas de estímulos de frecuencia moderadamente alta. La PLP fue descubierta por vez primera en el hipocampo del conejo intacto (Bliss y L$mo, 1973) y luego en secciones de hipocampo de rata mantenidos en una solución de nutrientes para tejidos (Schwartzkroin y Wester, 1975). Puede observarse en animales despiertos que se mueven libremente, en animales anestesiados o en cortes de tejido, en los que se ha hecho la mayor parte de la investigación. Aunque casi todos los estudios se han hecho con hipocampo de rata, se ha observado PLP en otras regiones cerebrales en diversas especies de mamíferos e incluso en peces. ¿Es la PLP un mecanismo de formación de memoria? Diversos autores apoyan esta idea (por ejemplo, Bliss y Dolphin, 1984; Teyler y Discenna, 1987). Algunas de las semejanzas y relaciones entre la PLP y ejemplos más conocidos de aprendizaje son: 1) Puede inducirse PLP mediante estimulación con frecuencias que normalmente ocurren en el sistema nervioso, y la PLP dura días o semanas. 2) Barnes (1979) encontró una correlación positiva entre la velocidad con que las ratas aprendían un laberinto y el grado en que podía inducirse en ellas PLP; esto se produce en animales jóvenes o viejos. 3) La exposición de ratas a un entorno complejo produce PLP en el hipocampo (Sharp, McNaughton y Barnes, 1983). 4) La aplicación de estimulación de elevada frecuencia a un input hipocámpico, que produce PLP, facilita el condicionamiento de la respuesta de parpadeo en el conejo (Berger, 1984). 5) El condicionamiento del hipocampo facilita la inducción de PLP 48 horas después; además, la estimulación postentrenamiento de la formación reticular aumenta tanto el condicionamiento como la PLP, y hace que ambas duren más (Bloch y Laroche,1984). 6) En aparente contraste con los dos últimos puntos está el informe de que la inducción de PLP en el hipocampo de ratas alteraba su habilidad de adquirir información espacial, pero no perturbaba el uso de información espacial aprendida previamente (McNaughton et al., 1986), pero hay que señalar que el aprendizaje en 4) y 5) no era de naturaleza espacial, McNaughton y sus colaboradores concluyeron que tanto la PLP como la adquisición de aprendizaje espacial requieren actividad de los mismos circuitos hipocámpicos. La estimulación que induce PLP puede ser introducida a través de un solo tracto neural, pero esto no significa que la PLP sea no asociativa. Hay evidencia de que muchas fibras aferentes pueden ser estimuladas para inducir PLP, y es posible que exista convergencia entre sus terminales. Además existe una investigación sobre «PLP asociativa» inducida cuando la estimulación condicionante se administra a través de un tracto y la estimulación test se realiza a través de otro input de la misma región (Burger y Levy, 1985). Más específicamente, la PLP puede proporcionar un modelo para el aprendizaje que es reforzado por conducta consumatoria como ingesta o bebida (Buzsaki, 1985). Buzsaki señala que durante estas conductas se producen «ondas agudas» hipocámpicas; estas ondas reflejan la actividad sincronizada de muchas neuronas piramidales. Estas cortas salvas de descargas de elevada frecuencia que ocurren naturalmente son similares a los estímulos artificiales usados para inducir PLP. La preparación de secciones hipocámpicas permite estudiar PLP en condiciones controladas, registrar adecuadamente respuestas electrofisiológicas, aplicar sustancias neuroquímicas a la preparación y analizar cambios neuroquímicos. En la Figura del Cuadro 17-1 se muestra la preparación de sección hipocámpica. A pesar de la considerable cantidad de investigación dedicada a esta preparación, existen aún numerosos desacuerdos sobre los procesos implicados en la PLP. Algunos investigadores sugieren que los cambios principales ocurren en las terminales presinápticas que presentan liberación incrementada del transmisor glutamato después de la PLP (Dolphin et al., 1982; Skrede y Malthe-Sorenssen, 1981). Otros sostienen que los eventos fundamentales son postsinápticos, implicando niveles intracelulares incrementados de Caz~ (Eccles, 1983) y exposición de un número mayor de receptores de glutamato (Lynch y Baudry, 1984). En la PLP pueden participar procesos pre y postsinápticos, y en la actualidad no parece existir evidencia concluyente para la localización exclusiva de los cambios en una de estas localizaciones (Bliss y Dolphin, 1984). También se ha informado sobre cambios en la morfología sinóptica al inducir PLP tanto en animales intactos (Lee et al., 1980) como en cortes de hipocampo (Chang y Greenough, 1984; Fifkova y Van Harreveld, 1982). Un inhibidor de la síntesis de proteínas, la anisomicina, no afecta la iniciación de PLP en ratas que se mueven libremente, pero impide que dure más de unas pocas horas (Krug, Lóssner y Ott, 1984). Esto es consistente con estudios que sugieren que la memoria a largo plazo depende de la síntesis de proteínas en el cerebro, al contrario de la memoria a corto plazo, tema que consideramos en este capítulo. Parte de la complejidad y discrepancias de los resultados de experimentos sobre potenciación a largo plazo pueden provenir de que parecen estar implicados diversos fenómenos distintos. Abraham y Goddard (1985) revisaron evidencias que sugieren la existencia de cuatro o cinco efectos superpuestos pero separables de la estimulación previa sobre la amplitud de respuesta de las células hipocámpicas. Dependiendo de cómo y cuándo mida el experimentador las respuestas, y de los tratamientos empleados para afectarlas, en los resultados puede predominar uno u otro fenómeno. Se requieren más estudios para establecer estos complejos fenómenos y decidir hasta qué punto cada uno de ellos puede ayudarnos a comprender cómo se producen otros tipos de aprendizaje. Figura del Cuadro 17-1 Preparación de una sección hipocámpica de rata, (a) Localización del hipocampo en el encéfalo de la rata. Se ha extirpado el tejido que lo cubre. Se muestra en marrón una sección (o corte) hipocámpica. (b) Diagrama esquemático de una sección hipocámpica mostrando las subdivisiones dentada, CA3 y CAI. También se presenta un electrodo estimulador en los colaterales de Schaffer y electrodos de registro en la capa de cuerpos neuronales de CAI (para registrar potenciales de acción en la población extracelular) y en la capa dendrítica de CAI (para registrar PEPS en la población extracelular). Las flechas indican dirección del desplazamiento de un impulso normal a través de los axones. (c) Fotografía de una sección hipocámpica. (Adaptado de Teyler, 1978.) ____________________________________________________________________________ 50 milisegundos a la respuesta conductual hallaron en el núcleo cerebelar profundo ipsilateral al ojo entrenado Se emprendieron experimentos con lesiones para establecer si el condicionamiento requería las respuestas cerebelosas. En un animal ya condicionado, la destrucción del núcleo interpuesto y dentado ipsilateral abolía la RC. No se recuperaba la RC del ojo ipsilateral, aunque se podía condicionar normalmente el otro ojo. En un animal no entrenado la destrucción previa de los núcleos interpuesto y dentado de un lado impedía la aparición de condicionamiento en ese lado. El efecto de las lesiones cerebelosas no podía atribuirse a interferencia con las vías sensoriales o motoras, porque el animal seguía presentando un normal parpadeo no condicionado cuando se lanzaba un chorro de aire a su ojo. Se estableció entonces con mayor detalle el circuito del reflejo condicionado empleando una combinación de métodos: registro electrofísiológico, lesiones localizadas, estimulación localizada de neuronas, infusión localizada de pequeñas cantidades de fármacos, y trazado de las vías. Por ejemplo, investigaciones previas habían mostrado que el transmisor sináptico inhibidor GABA es el principal en el núcleo cerebeloso profundo. Usando conejos bien condicionados, los investigadores inyectaron una pequeña cantidad de un agente bloqueante del GABA en el núcleo cerebeloso profundo del lado de la respuesta condicionada. La inyección provocaba la desaparición de la RC conductual y de su replica en la electrofisiología neuronal. Esta abolición de la RC era reversible: al retirar el agente bloqueante, volvía la RC. Basándose en estos experimentos, Thompson propuso un circuito esquemático simplificado para la respuesta condicionada de parpadeo que se muestra en la Figura 17- 17. Este circuito incluye las zonas de input y output del reflejo de parpadeo representadas en color en la parte inferior de la Figura 17-17, pero se requieren vías adicionales para reunir la información del El y del EC. La información sobre la estimulación de la córnea va también al núcleo olivar inferior del tronco del encéfalo. Luego es conducido al cerebelo por medio de los axones de las fibras trepadoras a los núcleos cerebelosos profundos y a células de la corteza cerebelosa, como las células granulares y las células de Purkinje. Las mismas células cerebelosas reciben también información sobre el EC auditivo, procedente del núcleo coclear en el tronco del encéfalo y del núcleo pontino; este último envía axones llamados fibras musgosas al cerebelo. La información eferente que controla a la RC va del núcleo interpuesto al núcleo rojo, un núcleo motor que discutimos en el Capítulo 10. Desde el núcleo rojo va al núcleo motor del VII nervio (facial), que controla la respuesta de parpadeo. Como el input principal al núcleo cerebeloso profundo proviene de la corteza cerebelosa, tanto las lesiones de la corteza como las del núcleo profundo tendríanque abolir la RC. Este hallazgo ha sido aportado por un grupo inglés (Yeo, Hardiman y Glickstein, 1985). Thompson y sus colaboradores, sin embargo, no han encontrado que las lesiones de la corteza cerebelosa interfieran con la RC, excepto si son muy extensas. Esta cuestión está siendo activamente estudiada. Al mismo tiempo que adquiere una RC de parpadeo, el conejo presenta también un enlentecimiento condicionado de la frecuencia cardíaca. Aunque la lesión del núcleo cerebeloso profundo elimina la respuesta condicionada de parpadeo, no afecta al cambio condicionado en frecuencia cardíaca. Aparentemente ambas RC están mediadas por circuitos neurales diferentes. Hemos de señalar que es habitual que diferentes tipos de condicionamiento se produzcan a la vez en un organismo. Una posible interpretación del papel del hipocampo y del cerebelo es la siguiente: el cerebelo representa el circuito directo u obligatorio, mientras que el hipocampo es un circuito modulador que puede facilitar el condicionamiento. (Más adelante discutiremos en este capítulo la modulación del aprendizaje y la formación de memoria.) Se han advertido algunas semejanzas y diferencias entre los hallazgos en dos preparaciones de vertebrados; el condicionamiento del parpadeo del conejo y el condicionamiento de la respuesta cardiaca de la paloma. En ambos casos ha sido posible trazar gran parte del circuito incluso en el complejo sistema nervioso central de los vertebrados. Esta descripción nos informa sobre las funciones en el aprendizaje y la memoria de estructuras encefálicas específicas de vertebrados, que obviamente no pueden encontrarse a partir del trabajo con invertebrados, a causa de la diferente organización de sus sistemas nerviosos. Los registros electrofisiológicos pueden usarse en estas preparaciones para estudiar los detalles celulares de los procesos de condicionamiento en vertebrados, aunque aún no están tan avanzados como ciertas preparaciones en invertebrados. Una preparación favorable para este trabajo en mamíferos es la sección tisular (ver Cuadro 17-1). Al considerar diferencias entre los hallazgos del condicionamiento cardíaco en la paloma y del parpadeo en el conejo, debemos tener en mente que en el conejo existen circuitos diferentes para el condicionamiento del parpadeo y el condicionamiento cardíaco. Parece que el condicionamiento cardíaco en el conejo es bastante similar al mismo condicionamiento en la paloma. Sin embargo hemos de señalar que la RC cardíaca de la paloma parece ser un caso de condicionamiento alfa (aumento de una respuesta preexistente), mientras que el condicionamiento del parpadeo en el conejo no lo es. El almacenamiento del condicionamiento se distribuye por muchas zonas en el sistema pertinente de la paloma, pero la naturaleza del almacenamiento no es tan dispersa en el circuito de parpadeo condicionado en el conejo. En la paloma se han encontrado cambios con el condicionamiento a nivel del tálamo, la primera estación encefálica para la visión, lo que no ha sido establecido en el conejo. Mecanismos neurales del troquelado El troquelado o impronta filial ha sido usado como sistema modelo para investigar los mecanismos neurales del aprendizaje y la memoria hasta el comienzo de los años setenta, empleando gran variedad de métodos y obteniendo una plétora de hallazgos (Hora, 1985). Como se describió en el Capítulo 16, bajo condiciones apropiadas los animales precociales jóvenes aprenden las características del primer objeto visual relativamente grande que ven. Cuidando pollitos en la oscuridad antes de exponerlos a este objeto estímulo, el experimentador puede estar seguro de que el encéfalo del pollito está sin influir y que la estimulación tendrá un efecto importante y duradero. Los primeros estudios usaban intervenciones conductuales, aportando experiencias de troquelado y buscando sus consecuencias conductuales; algunos estudios posteriores han empleado intervenciones somáticas analizando sus efectos en la conducta de troquelado. En estudios iniciales (Bateson, Hora y Rose, 1972) se expuso a pollitos a destellos de luz naranja rotatoria durante períodos de 2 horas. Mientras tanto, pollitos de control veían sólo una luz estacionaria elevada. Cuarenta minutos antes del final del período de exposición, se inyectó a los pollitos un aminoácido radiactivo que usan las células en la síntesis de RNA o de proteínas. Un breve test conductual al acabar el periodo de exposición mostró que se había producido troquelado. Se extirparon y diseccionaron los encéfalos de tres sujetos, analizando su radiactividad. Se encontró que los pollitos experimentales habían incorporado una cantidad de radiactividad en proteínas y RNA en la parte superior del cerebro anterior mayor que los controles; esto indicaba que el troquelado incrementa la cantidad de actividad neural en esa zona. Estos resultados son sugestivos, pero permiten gran variedad de interpretaciones. Por ejemplo, una gran motivación o una estimulación visual más intensa podría haber causado estos efectos, en vez del troquelado. Para controlar los efectos generales de la motivación, se realizó un experimento similar, a excepción de que se cubrió un ojo de cada pollito experimental. (Las fibras del nervio óptico en el pollito cruzan totalmente al lado opuesto del encéfalo, de modo que la estimulación de un ojo causa actividad en el hemisferio cerebral opuesto.) Si los efectos fuesen generales y causados por activación de los pollitos en presencia de la luz destellante, los efectos tendrían que producirse en ambos hemisferios cerebrales. Se encontró incremento de radiactividad pero sólo en el hemisferio estimulado por el ojo abierto, de modo que el efecto era específico para la parte del cerebro activada por la estimulación. También era importante intentar distinguir entre los efectos de los estímulos sensoriales y los efectos del troquelado. Para ello se sometió a los pollitos a sesiones de troquelado de diferente longitud durante dos días sucesivos. Se estableció que en estas condiciones de entrenamiento, una sesión de sólo 60 minutos producía una conducta de aproximación bastante débil al objeto test, mientras que una sesión de 240 minutos producía un troquelado intenso; la prolongación de la duración por encima de 240 minutos provocaba escaso efecto adicional. En el experimento los pollitos fueron expuestos al estímulo de troquelado durante 20, 60, 120 ó 240 minutos el día 1. Luego se les sometió a una exposición de 0 ó 60 minutos en el día 2, y se les inyectó un precursor radiactivo de RNA. Los pollitos que no fueron expuestos el dia 2 no diferían en radiactividad cerebral, fuese cual fuese el tiempo de exposición el día 1, de modo que no había influencia directa de la estimulación o experiencia del día 1. Pero los pollitos que vieron el estímulo de troquelado durante 60 minutos el día 2 mostraban significativas diferencias en actividad cerebral según el tiempo de exposición durante el día 1. Cuanto más larga había sido la exposición el primer día, menos radiactividad se incorporó en la parte superior del cerebro anterior durante el día 2, ya que los pollitos tenían menos troquelado por lograr. La estimulación sensorial no explicaba las diferencias observadas porque todos los pollitos de 60 minutos habían recibido idéntica estimulación visual el día 2. Los investigadores concluyeron, por lo tanto, que el troquelado explicaba las diferencias obtenidas el día 2. La siguiente cuestión a estudiar fue dónde se incorporaba exactamente el precursor radiactivo en el RNA encefálico durante el troquelado. Con este propósito los investigadores emplearon la técnica de la autorradiografia. Es decir, después de la sesión de troquelado en la que se les dio a los pollitos el precursor radiactivo, se hicieron secciones finas de los encéfalos, colocándolas en la oscuridad
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