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Cap 17 -Psicología Fisiológica

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Psicología Fisiológica 
Capítulo 17: Mecanismos neurales del aprendizaje y la memoria. 
 
Pienso a veces, al revisar la evidencia sobre la localización del rastro de memoria, que la 
conclusión necesaria es que el aprendizaje es simplemente imposible. 
Karl S. Lashley (1950, p. 477). 
En la pasada generación, la comprensión de las bases biológicas para el aprendizaje y la memoria 
ha experimentado una revolución. Ahora parece posible identificar los circuitos y redes que 
participan en el aprendizaje y la memoria, localizar las zonas de almacenamiento de memoria y 
analizar los mecanismos celulares y moleculares de la memoria. Las raíces de esta nueva 
comprensión están en avances realizados por diversas disciplinas diferentes: psicología, 
neurociencia conductual, análisis de sistemas y ciencia cognitiva y neurobiología. 
Richard F. Thompson (1968, p. 941). 
 
INTRODUCCIÓN 
Entre estas dos afirmaciones, realizadas por dos destacados investigadores separados por 
una generación, se ha producido un giro impresionante. Este capítulo presenta algunos de 
los principales avances que han marcado esta revolución. Trata sobre todo de cómo se 
produce el aprendizaje y la formación de memoria —los mecanismos neurales detallados— 
mientras que el último capítulo se centra en dónde se produce el aprendizaje y la memoria 
en el sistema nervioso. La exposición revisa tres temas principales: 
1. ¿Cuáles son los mecanismos biológicos básicos para el almacenamiento a largo 
plazo de recuerdos en el sistema nervioso? ¿Hasta qué punto son usados los mismos 
mecanismos por las diferentes especies? 
2. ¿Cuáles son los mecanismos de almacenamiento de diferentes duraciones (corto-
plazo y medio-plazo en contraste con largo-plazo)? ¿Qué estadios existen en la formación 
de memoria a largo plazo? 
3. ¿Qué mecanismos modulan (facilitan o inhiben) el aprendizaje y la formación de 
memoria? (Algunos sistemas neurales, hormonales y de neurotransmisión, que no 
desempeñan un papel directo en el almacenamiento de aprendizaje y memoria, han sido 
implicados en la modulación de estos procesos.) 
 
Primeros hallazgos de cambios cerebrales debidos al entrenamiento y la experiencia 
Una serie de estudios iniciados a finales de los años cincuenta estableció que tanto el 
entrenamiento como la experiencia formal en entornos variados conducían a cambios 
valorables en la neuroquímica y neuroanatomía del cerebro de los roedores (Renner y 
Rosenzweig, 1987; Rosenzweig, 1984). La investigación se había iniciado para establecer 
si las diferencias individuales en la habilidad de resolver problemas en ratas podían 
correlacionar con una medida cerebral, el nivel de actividad de la enzima 
acetilcolinesterasa (AChE) en la corteza cerebral. Se obtuvieron correlaciones positivas 
entre las dos medidas, pero apareció un inesperado hallazgo: la mera experiencia de ser 
entrenado y explorado causaba cambios en el nivel de actividad de la AChE en la corteza 
cerebral. Además, cuanto más difícil hubiera sido el test conductual usado con un grupo 
determinado, mayores tendían a ser los niveles corticales de AChE (Rosenzweig, Krech y 
Bennett, 1961). Estos hallazgos sorprendieron a los investigadores, que habían supuesto 
que el nivel de enzima sería una característica fija de cada animal; sin embargo, ¡los tests 
conductuales habían alterado la característica cerebral que se pretendía medir! Como la 
posibilidad de un cambio cerebral debido a la experiencia parecía aún más interesante que 
el trabajo correlacional, se redirigió rápidamente el estudio hacia la investigación de las 
respuestas cerebrales a la experiencia diferencial. 
En vez de aportar experiencia diferencial a las ratas a partir de resolución de problemas, 
procedimiento lento y costoso, los investigadores decidieron alojar a los animales en 
diferentes entornos distintos, que proporcionarían oportunidades diferenciales para el 
aprendizaje informal (Figura 17-1). Se asignaron al azar animales del mismo sexo a 
diversos entornos de laboratorio, siendo los siguientes los más usados: 
1. La condición típica (CT) con tres animales en una jaula estándar de laboratorio 
provista de comida y agua. Es la condición en la que suelen estar los animales en los 
laboratorios conductuales y biológicos 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 17-1 Entornos de laboratorio que proporcionan oportunidades diferenciales para el 
aprendizaje informal, (a) Entorno estándar de colonia, con 3 ratas por jaula, (b) Entorno 
empobrecido con una rata aislada, (c) Entorno de laboratorio enriquecido, con 10-12 ratas 
por jaula y gran variedad de objetos estímulo. (De M. R. Rosenzweig, E. L. Bennett y M. C. 
Diamond, «Cambios cerebrales en respuesta a la experiencia». Copyright © 1972 por 
Scientific American, Inc. Reservados todos los derechos.) 
2. Una jaula mayor conteniendo grupos de 10 a 12 
animales y gran variedad de objetos estímulo, que se 
cambiaban diariamente. Esta condición se denominó 
condición enriquecida (CE) porque proporcionaba mayores 
oportunidades para el aprendizaje informal que la condición 
típica (CT). 
3. Jaulas de condición típica con un solo animal. Esta 
condición se denominó condición empobrecida o condición 
aislada (CA). 
En los experimentos iniciales las ratas fueron asignadas a las 
diferentes condiciones al ser destetadas (a los 25 días 
después del nacimiento), y mantenidas en ellas durante 80 
días. En experimentos posteriores se varió tanto la edad de 
asignación como el período de experiencia diferencial. 
Al final del período de experiencia diferencial, se diseccionó 
cada cerebro en muestras estándar para realizar análisis 
químicos (Figura 17-2). En los experimentos iniciales, los 
animales en la condición enriquecida (CE) fabricaron más 
AChE cortical que sus congéneres en la condición aislada 
(CA). Además, experimentos de control mostraron que este 
efecto no podía atribuirse a la mayor manipulación o actividad 
locomotora de los animales en la condición CE (Rosenzweig, 
Krech y Bennett, 1961). Se valoró la actividad enzimática 
dividiendo la actividad total por el peso de cada muestra de 
tejido cortical —AChE/peso—. El análisis de los datos reveló 
que los grupos experimentales diferían en la actividad 
enzimática total, y además en el peso de las muestras 
corticales: los animales CE presentaban un mayor peso de 
corteza cerebral que sus congéneres en CA (Rosenzweig et 
al., 1962). Este resultado fue una auténtica sorpresa, porque 
desde principios de siglo se consideraba el peso cerebral como 
una característica muy estable del organismo, y no sujeta a 
influencias ambientales. 
Experimentos posteriores mostraron que las diferencias en peso cerebral eran 
extremadamente fiables, aunque pequeñas en términos de porcentaje. Además no estaban 
uniformemente distribuidas a través de la corteza cerebral. Generalmente eran mayores en 
la corteza occipital y menores en la corteza somestésica adyacente. El resto del encéfalo, 
a excepción de la corteza cerebral, tendía a mostrar un efecto mínimo. 
Las diferencias en peso cortical entre grupos fueron relacionadas con diferencias en el 
grosor cortical; es decir, los animales expuestos al entorno de CE desarrollaban cortezas 
cerebrales algo más gruesas que su congéneres en otras condiciones (Diamond, 1976; 
Diamond, Krech y Rosenweig, 1964). Se realizaron mediciones neuroanatómicas más 
sofisticadas, como numero de espinas dendríticas, medidas de ramificación dendrítica y 
medida del tamaño de los contactos sinápticos. Las tres medidas se realizaron en células 
piramidales de la corteza occipital. Todas ellas mostraron efectos significativos de la 
experiencia diferencial, como veremos en las secciones siguientes. 
 
Efectos de la experiencia en las sinapsis 
La idea de que el aprendizaje y la memoria podrían estar mediados por la formación de 
contactos sinápticos nuevos ha presentado oscilaciones.Fue propuesta hace un siglo y 
apoyada por investigadores tan eminentes como Ramón y Cajal (1894) y Sherrington 
(1897). Pero luego se desvaneció, ya que no se produjo una evidencia concreta en su 
apoyo. En 1965, Eccles (el neurofisiólogo que compartió el Premio Nobel en 1963) 
permanecía firme en la creencia de que el aprendizaje y el almacenamiento de memoria 
implican «desarrollo de sinapsis mayores y mejores que ya existían, no aparición de 
conexiones nuevas». No fue hasta los años setenta cuando los experimentos con ratas de 
laboratorio asignadas a entornos enriquecidos o empobrecidos produjeron evidencias que 
comprobaban esta hipótesis. 
En los Capítulos 2 y 3 se presentaron las espinas dendríticas 
como un aspecto tardío del desarrollo neuronal y susceptible 
de afectarse por la experiencia. Cuando se contaron las 
espinas dendríticas en los experimentos CE-CA, el número 
de espinas por unidad de longitud de la dendrita fue 
considerablemente mayor en los animales CE que en los CA 
(Globus et al., 1973). Este efecto no se obtenía de modo 
uniforme sobre el árbol dendrítico; era más pronunciado en 
las dendritas básales, como muestra la Tabla 17-1. Los 
diferentes aspectos del árbol dendrítico reciben inputs de 
diferentes fuentes, y se ha visto que las dendritas básales 
reciben sobre todo inputs de las neuronas adyacentes de la 
misma región. Parece por tanto que la experiencia 
enriquecida conduce al desarrollo de un mayor número de 
contactos sinápticos y de redes intracorticales más ricas y 
complejas. 
Siguiendo la línea de estos experimentos, William 
Greenough colocó también ratas de laboratorio en entornos CT, CE y CA buscando 
cambios anatómicos. Greenough cuantificó las ramificaciones dendríticas con el método 
presentado en la Figura 17-3. Los animales CE desarrollaron ramificaciones dendríticas 
significativamente mayores que los animales CA (Greenough y Volkmar, 1973; Volkmar y 
Greenough, 1972). Los animales CT presentaban valores intermedios, tendiendo a estar 
más próximos a los valores de CA que a los de CE. La condición enriquecida no hacía que 
las células prolongasen más sus dendritas, sino que tendiesen a llenar con ramificaciones 
todo su volumen Estos resultados, junto con los de cómputo de espinas dendríticas, 
indican que los animales consiguen equiparse con circuitos de procesamiento de la 
información más elaborados a partir de la experiencia enriquecida. Se realizaron entonces 
mediciones más exactas del número de neuronas y de sinapsis, con técnicas más precisas 
(Turner y Greenough, 1985). Los resultados mostraron que en las capas I a IV de la 
corteza occipital, las ratas CE presentaban unas 9.400 sinapsis por neurona frente a las 
7.600 de las ratas CA —una diferencia superior al 20% (p < 0,02). El valor para las ratas 
CT era intermedio, pero más próximo al nivel CA. Estos resultados apoyan intensamente la 
idea de que el aprendizaje y la memoria a largo plazo suponen formación de contactos 
sinápticos nuevos. 
También se han constatado modificaciones en el tamaño de los contactos sinápticos como 
resultado de experiencia diferencial. El tamaño medio del engrosamiento postsináptico 
(Figura 17-4) es significativamente mayor en las ratas CE que en sus congéneres CA 
(Diamond et al., 1975; Greenough y West. 1972). El aumento en el tamaño y número de 
los contactos sinápticos probablemente incrementa la probabilidad de transmisión sinóptica 
en los circuitos implicados. 
Veremos ahora algunas razones para este incremento en el peso y grosor de la corteza 
cerebral. El mayor número de ramificaciones dendríticas es probablemente el factor 
principal, ya que en las células piramidales corticales las dendritas suponen un 95% del 
volumen celular. Tanto el soma celular como el núcleo de estas neuronas son 
significativamente mayores en los 
 
animales CE (Diamond, et al., 1975); probablemente se requieren un soma celular y un 
núcleo mayores para soportar el mayor árbol dendrítico y su más activo metabolismo. 
También parece haber un incremento en el número de células gliales en los animales CE, 
tal vez para proporcionar aporte metabólico a unas neuronas más activas (Diamond et al., 
1966; Szeligo y Leblond, 1977). 
Existen buenas razones para creer que los cambios cerebrales causados por la 
experiencia en diferentes entornos reflejan las distintas cantidades de aprendizaje que se 
producen en ellos. Experimentos posteriores empleando entrenamiento formal frente a 
procedimientos de control mostraron pronto que el entrenamiento formal producía efectos 
similares a los de la experiencia enriquecida informal en los pesos corticales y en la 
química cerebral (Bennett, 1976; Bennett et al., 1979) y en la ramificación dendrítica 
(Chang y Greenough, 1982; Greenough, 1976). 
El hallazgo de que la experiencia puede inducir cambios valorables en el cerebro, incluso 
en animales adultos, fue uno de los factores que condujo a un número creciente de 
investigadores a intentar establecer con mayor detalle cómo reacciona el sistema nervioso 
ante el entrenamiento, y como puede almacenarse en él la información nueva. Otro factor 
fue el mayor conocimiento sobre el desarrollo del sistema nervioso, y la idea probada 
desde hacía tiempo de que los cambios que acompañan al aprendizaje pueden ser 
similares a los que se producen durante el desarrollo. El aumento en las capacidades 
técnicas para examinar células nerviosas —electrofisiológica, neuroanatómica y 
neuroquímicamente— también favoreció esta tendencia. Un último factor fue el creciente 
interés en la conducta y el sistema nervioso de especies invertebradas. Ciertos 
invertebrados se han convertido en «sistemas modelo» 
especialmente interesantes para el estudio de los mecanismos 
neurales del aprendizaje y la memoria, como veremos más 
adelante. Pero primero consideraremos brevemente cómo 
puede ser almacenada en el sistema nervioso la información 
nueva. 
 
Figura 17-4 Medida del tamaño de los contactos sinápticos. Los 
contactos pueden ser medidos en micrografías electrónicas en base a la 
longitud de la región engrosada (mostrada en marrón) de la membrana 
postsináptica. Nótese que los botones terminales contienen numerosas 
pequeñas vesículas sinápticas y algunas mitocondrías grandes. 
 
Posible mecanismo del almacenamiento de la memoria 
¿Cómo se modifican los circuitos neurales durante el aprendizaje? ¿Qué tipo de 
modificaciones persisten para proporcionar la base de la memoria? Desde el tiempo en 
que se descubrieron las uniones sinápticas a finales del siglo pasado, numerosos 
investigadores han sugerido que los cambios sinápticos pueden ser el mecanismo del 
almacenamiento de la memoria. A medida que se ha incrementado el conocimiento de la 
anatomía y química sinápticas, la hipótesis se han hecho más numerosas y precisas. Se 
han propuesto tanto cambios en las sinapsis existentes como cambios en el número de 
sinapsis; la Figura 17-5 presenta algunas de estas hipótesis. Consideraremos cada una de 
ellas en los apartados siguientes. 
 
Cambios fisiológicos en la sinápsis 
Muchos cambios fisiológicos durante el aprendizaje pueden alterar la respuesta pre o 
postsináptica, o posiblemente ambas. Una posibilidad es que se incremente el número de 
moléculas de transmisor liberadas por los impulsos nerviosos, alterando asi la respuesta 
de la célula postsináptica; esta idea se representa en la Figura 17-5a. Un cambio en la 
liberación de transmisor puede ser causado por modificaciones químicas en los botones 
terminales. También puede provenir de la influencia de terminales sobre los botones 
sinápticos como muestra la Figura 17-5b; pueden alterar la polarización de los botones. La 
responsividad o sensibilidad de las terminaciones postsinápticas también puede 
modificarse, por ejemplo, por un incremento en el número de moléculas receptoras, de 
modo que la misma cantidad de transmisor liberadoiniciará un efecto mayor. Esta 
situación se indica en la Figura 17-5. 
 
Cambios estructurales 
Los cambios estructurales en las sinapsis existentes también pueden proporcionar 
mecanismos de memoria. En la mayoría de zonas corporales, el uso produce cambios 
estructurales; estos cambios se conocen bien en el caso de 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
músculos y huesos. De una manera similar, el área de contacto sinóptico puede 
incrementarse o disminuir en función del entrenamiento (ver Figura 17-5d). 
No hemos de limitarnos a las sinapsis existentes al hipotetizar cambios inducidos por la 
experiencia. El entrenamiento puede producir un incremento en el número de terminales de 
las vías usadas, como muestra la Figura 17-5e, o puede hacer que una vía más usada 
tome posesión de terminaciones ocupadas inicialmente por un competidor menos activo 
(ver Figura 17-51). 
 
Limitaciones de los modelos sinápticos de memoria 
Nuestro tratamiento de modelos sinópticos a partir de este punto debe ser moderado por 
tres consideraciones. 
Primero, las sinapsis aisladas son diminutas subunidades de los sistemas neurales. La 
mayoría de conductas de los vertebrados dependen de la acción cooperativa de miles o 
millones de neuronas (cada una con decenas de miles de inputs sinápticos) y no de 
decisiones de una «célula rectora». 
Segundo, puede que no sea posible hallar correlaciones conductuales examinando 
respuestas de unidades celulares, al menos para algunas funciones; sólo grupos o 
conjuntos de neuronas pueden aportar correlaciones con algunas conductas (John, 1978). 
En el Capítulo 5 empleamos la analogía de diseños con pancartas por un grupo de 
seguidores de un equipo de fútbol, donde la observación de una o algunas pancartas no 
puede revelar el patrón realizado por cientos de ellas. La misma conclusión se desprende 
de muchos campos sensoriales. Esta posibilidad debe ser también tenida en cuenta al 
considerar muchos de los intentos de seguir el rastro del aprendizaje y la memoria a partir 
de los mecanismos sinápticos. Es cierto que la conducta de un conjunto depende de la 
actividad de las unidades, pero no es enteramente reducible a ella. 
Tercero, sólo hemos mencionado incrementos en efectos sinápticos a partir del 
entrenamiento. También pueden producirse cambios en la dirección opuesta a partir del 
aprendizaje y la memoria, estableciendo y rompiendo contactos con otros circuitos. 
Eliminando contactos no se puede construir un circuito, pero si modificar un circuito ya 
existente. Por lo tanto, la lista de modos de incrementar la actividad o el número de 
sinapsis ha de considerarse sólo una expresión abreviada de «aumentar o disminuir». 
 
¿Formación de memorias en neuronas aisladas? 
La idea de que los cambios en las uniones sinópticas entre neuronas proporcionan la base 
de la memoria es ampliamente aceptada. Pero algunos investigadores han realizado una 
sugerencia heterodoxa de que los cambios en neuronas pueden explicar al menos parte de 
la capacidad de memoria del sistema nervioso. Entre estos investigadores están E. N. 
Sokolov y sus colaboradores en la Universidad de Moscú (Sinz, Grechenko y Sokolov, 
1983), que han trabajado con células nerviosas de caracol aisladas. Estas células pueden 
ser estimuladas por sustancias químicas aplicadas a diversas zonas del cuerpo celular o 
por descargas eléctricas. Se ha constatado que si una cantidad infraumbral de acetilcolina 
(ACh) es seguida regularmente por una descarga eléctrica supraumbral, el estímulo 
químico se hace capaz de evocar un potencial de acción. Este cambio muestra las 
características típicas del condicionamiento clásico. Ocurre solo si un estímulo 
incondicionado (la descarga eléctrica) sigue al estímulo condicionado (ACh) en 120 
milisegundos y no se produce si el estímulo condicionado (EC) y el incondicionado (El) se 
presentan en orden inverso, de forma no contingente o por separado. Por lo tanto, ni la 
habituación ni la sensibilización pueden explicar los resultados y parece haberse producido 
aprendizaje condicionado. El condicionamiento se extingue a los pocos minutos, y la 
extinción puede ser precipitada elicitando ensayos que no son reforzados por el EI. 
Después de la extinción la respuesta puede ser recondicionada más rápidamente que al 
principio. 
Los investigadores sugieren que el condicionamiento produce un mayor número de sitios 
activos en la membrana, pero podría ser que el cambio se produjera en la sensibilidad de 
los sitios ya existentes. El descubrimiento de la posibilidad de condicionar neuronas 
aisladas demuestra, según estos investigadores, que el modelo sináptico del rastro de 
memoria no es el único posible. 
Puede ser así, pero se requieren informes más completos de los laboratorios de Moscú e 
intentos de confirmación de otros laboratorios para evaluar la nueva hipótesis de que las 
capacidades de procesamiento de la información de las neuronas incluyen la formación de 
recuerdos. 
Otro investigador que halla evidencia de que los cambios cruciales en el aprendizaje se 
producen en la membrana celular es Alkon (1985, 1988) cuya investigación revisamos en 
la página 735. 
 
Mecanismos de habituación y sensibilización en sistemas simples 
Las primeras formas de aprendizaje que se investigaron a nivel celular fueron habituación y 
sensibilización. Estas son probablemente las formas de aprendizaje más simples y 
ubicuas, como mencionamos en el Capítulo 16. Aunque son relativamente simples, son 
muy importantes en la vida cotidiana. Al analizar estas dos formas de aprendizaje a nivel 
celular los investigadores han intentado resolver tres cuestiones: 
1. ¿Se distribuyen difusamente los cambios cruciales a través de todo el circuito 
conductual o están limitados a sitios específicos del circuito? 
2. ¿Los mecanismos pueden ser especificados en términos moleculares y anatómicos? 
3. ¿Cómo se relacionan los sitios y mecanismos de habituación a corto plazo (que 
duran de minutos a horas) con los de habituación a largo plazo (que duran días o 
semanas)? 
Además, recientemente se han preguntado si los mecanismos del aprendizaje asociativo 
pueden derivarse de los del aprendizaje no asociativo. 
Habituación, como ya dijimos, significa volverse insensible a estímulos que no tienen una 
especial significación o consecuencia para la conducta habitual. Los mecanismos de la 
habituación han sido estudiados en mamíferos intactos, en preparaciones espinales de 
mamíferos y en sistemas invertebrados más simples. Las preparaciones con invertebrados 
se están usando ampliamente en la actualidad porque ofrecen ciertas ventajas: 
1. El número de células nerviosas en un ganglio es relativamente pequeño en 
comparación con un mamífero, aunque el número llega a 1.000 en el ganglio de un 
invertebrado. 
2. En la anatomía del ganglio de un invertebrado, los cuerpos celulares forman el 
exterior y los procesos dendriticos están en el interior. Esta disposición difiere de la de los 
mamíferos y facilita la identificación y registro de las células de los invertebrados. 
3. Numerosas células en los ganglios de los invertebrados pueden ser reconocidas a 
causa de sus formas y tamaños, y porque la estructura celular del ganglio es uniforme en 
todos los individuos de la especie (Figura 17-6). Es posible, por lo tanto, identificar algunas 
células y establecer sus conexiones sensoriales y motoras. Por lo tanto, cuando se aísla un 
ganglio en un invertebrado concreto, ya se conocen las conexiones básicas de la mayoría 
de cuerpos celulares más grandes. Investigaciones recientes han mostrado también que 
las células grandes identificables difieren entre sí en los neurotransmisores que contienen, 
así como en sus conexiones. 
 
Mecanismos de habituación en Aplysia 
Cuando se ha establecido un circuito de respuesta completo, es posible investigar el sitio o 
sitios en que se produce la habituación. La Figura 17-7 muestrael diagrama de un circuito 
neural de un invertebrado en el que se ha estudiado la habituación. Se trata de un gran 
gasterópodo, la babosa marina Aplysia. Este circuito muestra neuronas del ganglio 
abdominal, representado en la Figura 17-6. 
Eric Kandel y sus colaboradores han realizado un amplio programa de experimentación 
sobre los procesos sinápticos de habituación en Aplysia (Kandel, 1976, 1979; Kandel et al., 
1986). La Figura 17-8 muestra algunas características de las conductas de la Aplysia al 
deslizarse por el suelo marino en zonas poco profundas. La Aplysia tiene una branquia 
dorsal, protegida sólo por un ligero pliegue del manto, y un sifón para absorber agua y 
hacerla circular por la branquia. Cuando algo toca el manto o el sifón, el animal retrae su 
branquia de modo que sea mucho más pequeña y menos vulnerable. Este reflejo de 
retracción de la branquia es controlado por el ganglio abdominal representado en la Figura 
17-6. A menudo se realiza con propósitos experimentales una preparación que consta del 
sifón, el manto, la branquia y los nervios sensoriales y motores que conectan estas 
estructuras al ganglio abdominal. Fijando estas estructuras en una posición determinada, 
los experimentadores pueden estimular el sifón o la cubierta con chorros de agua 
calibrados con precisión en momentos determinados y registrar adecuadamente la 
intensidad del reflejo de retirada de la branquia. 
 
El reflejo de retracción de la branquia se habitúa fácilmente con estimulación repetida; 
además, esta habituación tiene todas las características halladas en la habituación de los 
seres humanos y de otros animales. La Aplysia presenta sensibilización y habituación; 
cuando se le presenta un estímulo doloroso en la cabeza, el reflejo de retracción de la 
branquia aumenta considerablemente. La estrecha correspondencia entre las 
características de la habituación y sensibilización en la Aplysia y estas conductas en 
mamíferos justifica nuestra profundización en los mecanismos neurales de estas conductas 
en la Aplysia, aunque no estemos particularmente interesados en la babosa marina por sí 
misma. 
Lugar y mecanismo de la habituación a corto plazo 
Se ha logrado establecer el lugar de habituación para la respuesta de retirada de la 
branquia, avanzándose considerablemente en el establecimiento de los mecanismos 
neuroquímicos de la habituación. Para conseguir este objetivo, Kandel y sus colaboradores 
analizaron diversos lugares posibles de modificación de la actividad. Como en los 
mamíferos, se estableció que la habituación no era causada por adaptación del receptor, 
por fatiga de los músculos o depresión de las uniones entre motoneuronas y músculos. 
Volviendo al ganglio, los experimentadores encontraron que los registros intracelulares de 
las neuronas motoras presentaban disminución en las tasas de descarga durante la 
habituación. La disminución en la tasa de descarga podía reflejar un incremento en la 
resistencia al input (sensibilidad disminuida) de la neurona motora, o un cambio en el input 
sinóptico a la neurona motora. Se estableció que el umbral de la neurona motora para la 
iniciación de un potencial permanecía constante, de modo que el cambio durante la 
habituación no podía atribuirse a alteración en la resistencia de la membrana postsináptica. 
Se advirtió que los potenciales excitatorios postsinápticos 
(PEPS) disminuían progresivamente durante la estimulación 
sensorial repetida, y esta disminución podía explicar la 
reducción en la tasa de descarga de la neurona motora 
durante la habituación. Tras un período de descanso sin 
estimulación, se recobra la amplitud de los PEPS. La 
depresión de los PEPS causada por la estimulación repetida 
de una parte del campo receptivo (como el sifón) no provoca 
una disminución de los PEPS producidos por estimulación de 
otra parte del campo sensorial (por ejemplo, el pliegue del 
manto) de modo que la depresión está estrictamente 
localizada. La contribución de las interneuronas a los PEPS 
de las células motoras era pequeña respecto a la vía 
monosináptica, de modo que el efecto podía localizarse 
principalmente en las uniones monosinápticas 
sensoriomotoras. 
Se estableció que 
la depresión de 
los PEPS estaba 
causada por una 
disminución en el 
Figura 17-8 Algunas conductas de la Aplysia. (a) Locomoción, (b) Postura habitual 
con el sifón extendido y la branquia dorsal. Generalmente en una vista lateral sólo es 
visible el extremo del sifón, pero aquí se muestran todo el sifón y la branquia como si 
el animal fuese transparente, (c) Retracción del sifón y de la branquia en respuesta a 
un ligero contacto, (d) Retracción de la cabeza y liberación de tinta en respuesta a 
un estímulo intenso. (De Bases celulares de la conducta: Una introducción a la 
neurobiología conductual por Eric R. Kandel, W. H. Freeman y Company. 
Copyright © 1976.) 
 
número de cuantos de transmisor sináptico liberados por cada impulso sensorial; el tamaño 
de los cuantos individuales permanecía constante. Esta característica fue determinada 
estudiando la variabilidad en los PEPS, que se gradúa en unidades cuánticas, es decir, 
unidades de tamaño fijo. El cambio en la cantidad de transmisor liberado tras la llegada de 
un impulso nervioso es, como se recordará, uno de los mecanismos hipotéticos de la 
memoria (ver Figura 17-5a). 
En este circuito neural, por tanto, se localizó con precisión la modificación provocada por la 
habituación: se produce especialmente en las terminales presinápticas del nervio motor. 
Así, aunque la anatomía del circuito esté determinada y fijada, puede variar el efecto de las 
sinapsis sensoriomotoras. 
La depresión en la liberación de transmisor en las sinapsis implica, al menos en parte, una 
disminución en el número de iones de calcio (Ca2+) que entran en las terminales de las 
neuronas sensoriales con cada potencial de acción. La estimulación repetida de la neurona 
sensorial produce la inactivación prolongada de los canales por los que entra el Ca2 + en 
la neurona; esto se representa en la Figura 17-9b por un canal Ca2+ adicional cerrado. La 
afluencia de Ca2+ ayuda a determinar cuántas vesículas se unen a los lugares de 
liberación y, por tanto, cuánto transmisor se libera en cada potencial de acción. Una 
disminución en la afluencia de Car+ provoca una disminución en la liberación de transmisor 
y, por tanto, disminución de los potenciales excitatorios postsinápticos (Klein, Shapiro y 
Kandel, 1980). 
 
Habituación a largo plazo 
La habituación a largo plazo en Aplysia implica un cambio en la anatomía y en la 
neuroquímica de las sinapsis de la neurona sensorial. Estos terminales presinápticos 
tienen zonas activas, es decir, regiones de la membrana desde las que puede liberarse 
transmisor sináptico. Estas zonas activas pueden cuantificarse de tres maneras: (a) en 
Aplysia no habituadas, sólo la mitad de los terminales de esta parte del ganglio tienen 
zonas activas; las zonas activas observadas diferían (b) en área y también (c) en el 
número de vesículas sinápticas agrupadas en la zona activa. Cuanto mayor sea el valor de 
estas medidas, mayor es la capacidad del animal de transmitir señales neurales en esta 
parte del sistema nervioso. Bailey y Chen (1983) examinaron los terminales de neuronas 
sensoriales en Aplysia habituadas y control; encontraron que 
los animales habituados eran significativamente inferiores en 
las tres medidas a los animales control (Figura 17-10). En este 
estudio se estimuló también a algunos animales para inducir 
sensibilización a largo plazo; las zonas activas de las sinapsis 
en las Aplysia sensibilizadas eran significativamente mayores 
que las de los controles en las tres medidas. En otro estudio, 
Bailey y Chen (1984) encontraron que los animales 
habituados a largo plazo tenían menos terminales sensoriales 
presinápticos en el ganglio que los controles. El hecho de que 
tantoel número como el tamaño de las uniones sinápticas 
varíen en Aplysia con el entrenamiento es similar a los 
hallazgos realizados previamente en mamíferos (Diamond et 
al., 1975; West y Greenough, 1972). Por otra parte, la 
investigación con Aplysia muestra que los cambios 
anatómicos ocurren específicamente en neuronas que forman 
parte del circuito implicado en el aprendizaje, hecho que no podía establecerse a partir del 
trabajo con mamíferos. 
La semejanza entre los resultados obtenidos con Aplysia y con ratas indica que en un 
amplio rango de especies la información puede ser almacenada en el sistema nervioso 
mediante modificaciones en el tamaño y número de los contactos sinópticos; esto confirma 
la hipótesis representada en la Figura 17-5d y f. Por lo tanto, incluso en un animal 
relativamente simple como la Aplysia, el remodelamiento estructural del sistema nervioso 
que consideramos durante el desarrollo precoz (Capítulo 4) probablemente continúa en 
cierto grado durante toda la vida y puede ser dirigido por la experiencia. 
 
Lugar y mecanismo de la sensibilización 
La respuesta que se habitúa puede también sensibilizarse. Por ejemplo, el reflejo de 
retracción de la branquia se hace más intenso si se ha realizado recientemente una 
estimulación intensa en cualquier parte de la superficie corporal. El circuito implicado en la 
sensibilización del reflejo de retirada en la Aplysia se presenta en forma de diagrama en la 
Figura 17-11. Se estableció que la estimulación dolorosa de la cabeza activaba neuronas 
sensoriales que, entre otras conexiones, excitan interneuronas facilitadoras. Estas 
interneuronas acaban sobre los terminales sinópticos de las neuronas sensoriales del sifón 
o del manto. Por lo tanto la sensibilización es una forma de aprendizaje no asociativo algo 
más complejo que la habituación, ya que implica dos tipos de estímulo: el efecto del 
estímulo sensibilizante altera la respuesta al estímulo habituado. El mecanismo celular 
neuroquímico de la sensibilización es también algo más complejo que el de la habituación. 
Implica el mismo locus que la habituación, la sinapsis que establecen las neuronas 
sensoriales con las neuronas motoras, y de nuevo el proceso de aprendizaje supone una 
modificación en la liberación de transmisor por las neuronas sensoriales. En la 
sensibilización, sin embargo, aumenta la liberación de transmisor, mientras que en la 
habituación disminuye. Además, el circuito neural para la sensibilización en Aplysia tiene 
elementos adicionales. En particular, como se muestra en la Figura 17-11, la información 
sobre la estimulación intensa de la cabeza o la cola es mediada por interneuronas 
facilitadoras que establecen contactos presinápticos sobre los terminales de las neuronas 
sensoriales del manto o del sifón; es decir, las interneuronas facilitadoras pueden modular 
la actividad de las neuronas sensoriales que establecen conexiones motoras con la 
branquia. 
Kandel y colaboradores sugirieron un modelo neuroquímico para los procesos que 
subyacen la sensibilización a corto plazo en Aplysia. Más adelante veremos una 
explicación similar para los procesos que subyacen al aprendizaje asociativo. El modelo 
para la sensibilización a corto plazo incluye al menos seis pasos, y cada uno de ellos es 
consistente con pruebas experimentales. Estos pasos se representan y exponen en la 
Figura 17-12. Resumiendo, la intensa estimulación de la cabeza o de la cola de la Aplysia 
activa a las interneuronas facilitadoras, que parecen emplear serotonina como transmisor 
en sus contactos presinápticos sobre los terminales sensoriales. La activación de los 
receptores serotoninérgicos en las neuronas sensoriales conduce a la síntesis de AMP 
cíclico en estas neuronas, y lleva a su vez a la activación de una enzima que cataliza una 
reacción que cierra los canales de potasio de la membrana. La disminución en el flujo de 
iones de K+ durante los potenciales de acción prolonga éstos, lo que abre los canales de 
calcio, favoreciendo la liberación de transmisor por las neuronas sensoriales. 
 
Habituación y sensibilización en cultivos celulares 
Se está investigando la habituación y la sensibilización en cultivos de células identificadas 
de Aplysia (Rayport y Schacher, 1986). Cuando se colocan juntas células sensoriales 
táctiles y neuronas motoras de la branquia en una bandeja de cultivo, en pocos días 
forman contactos sinápticos funcionales. Pueden aplicárseles entonces microelectrodos 
para estimularlas y registrar su actividad. La activación de las conexiones sensoriomotoras 
provoca habituación. La adición de células serotoninérgicas de otro ganglio permite que se 
produzcan cambios similares a la sensibilización. Esta preparación permitirá estudiar el 
desarrollo de la plasticidad sináptica y formas más complejas de aprendizaje. 
 
Figura 17-12. Secuencia hipotética de procesos neuroquímicos subyacentes a la sensibilización a corto 
plazo en Aplysia. El diagrama representa parte del terminal de una neurona sensorial para el reflejo de la 
branquia o del sifón; arriba a la izquierda, dibujada a menor escala, hay una terminación presináptica de una 
interneurona facilitadora. La secuencia ha de analizarse de izquierda a derecha. (1) La estimulación intensa 
de la cabeza o de la cola activa un grupo de neuronas facilitadoras que hacen sinapsis con los terminales de 
las neuronas sensoriales del reflejo de retracción de la branquia y del sifón, y actúan aquí aumentando la 
liberación de transmisor. Este proceso se denomina facilitación presináptica. Se cree que al menos algunas 
de las células facilitadoras emplean serotonina en sus terminales. (2) La estimulación de los receptores 
serotoninérgicos en la membrana de la neurona sensorial provoca un incremento en la actividad de la enzima 
adenilato ciclasa, que catad iza la producción de AMP cíclico en estos terminales. (3) La elevación del nivel 
de AMPc en los terminales activa una enzima, la proteinquinasa AMPc dependiente. (4) La quinasa cataliza 
una reacción cerrando algunos de los canales de K+ en la membrana neuronal; un Cerned de K+ cerrado 
aparece en 4 encima de la flecha. (5) La reducción en el número total de canales de K+ abiertos durante el 
potencial de acción disminuye la corriente externa de K+ durante los siguientes potenciales de acción, lo que 
incrementa su duración. (6) El incremento en la duración de los potenciales de acción provoca un incremento 
en el influjo de Caz+ dentro de los terminales y aumenta la liberación de transmisor. Los canales de Ca2+ en 
la figura se muestran por tanto abiertos, al revés de lo que ocurre en la habituación, Figura 17-11. (Tomado 
de Kandel et al., 1986.) 
 
Sensibilización a largo plazo 
La sensibilización a largo plazo, como ya hemos mencionado, implica un incremento en las 
zonas activas de los terminales sensoriales (ver Figura 17-10). Mientras la retención a 
corto plazo puede ser conseguida mediante procesos puramente químicos, la retención a 
largo plazo implica cambios estructurales en las sinapsis. Más adelante consideraremos 
cómo puede la actividad neural dar lugar a cambios estructurales. 
 
Aprendizaje asociativo en sistemas simples 
Con tanta información sobre los mecanismos del aprendizaje no asociativo a partir del 
análisis de la retracción de la branquia en Aplysia, los investigadores se han puesto a 
buscar ejemplos de aprendizaje asociativo en preparaciones de invertebrados 
relativamente simples. Años de intentos de condicionar el reflejo de retracción de la 
branquia fueron inútiles hasta que en 1981 se anunció un método efectivo (Carew, Walters 
y Kandel, 1981). Un ligero toque sobre el manto se habitúa pronto, pero si es seguido 
inmediatamente por una intensa descarga sobre la cola, tras pocos ensayos el toque sólo 
elicita una intensa respuesta de retirada. El toque (EC) y la descarga (El) han de asociarse 
y el intervalo entre ellosha de ser breve para que se produzca este condicionamiento; se 
ha comprobado experimentalmente que se trata de condicionamiento y no de 
sensibilización. Por lo tanto es posible comparar los mecanismos de condicionamiento y de 
aprendizaje no asociativo en la misma preparación relativamente simple. 
También se están empleando otras preparaciones con invertebrados en el estudio de los 
mecanismos de aprendizaje y memoria. Entre ellas está el molúsculo Hermissenda (por 
ejemplo, Alkon, 1985, 1988) y el molusco gasterópodo marino Pleurobranchea (por 
ejemplo, Mpitsos et al., 1980). Consideraremos investigaciones sobre el condicionamiento 
en algunas preparaciones con invertebrados, y abordaremos luego el condicionamiento en 
vertebrados. 
 
Condicionamiento en Aplysia 
Sensibilización a largo plazo 
La sensibilización a largo plazo, como ya hemos mencionado, implica un incremento en las 
zonas activas de los terminales sensoriales (ver Figura 17-10). Mientras la retención a 
corto plazo puede ser conseguida mediante procesos puramente químicos, la retención a 
largo plazo implica cambios estructurales en las sinapsis. Más adelante consideraremos 
cómo puede la actividad neural dar lugar a cambios estructurales. 
 
Aprendizaje asociativo en sistemas simples 
Con tanta información sobre los mecanismos del aprendizaje no asociativo a partir del 
análisis de la retracción de la branquia en Aplysia, los investigadores se han puesto a 
buscar ejemplos de aprendizaje asociativo en preparaciones de invertebrados 
relativamente simples. Años de intentos de condicionar el reflejo de retracción de la 
branquia fueron inútiles hasta que en 1981 se anunció un método efectivo (Carew, Walters 
y Kandel, 1981). Un ligero toque sobre el manto se habitúa pronto, pero si es seguido 
inmediatamente por una intensa descarga sobre la cola, tras pocos ensayos el toque sólo 
elicita una intensa respuesta de retirada. El toque (EC) y la descarga (El) han de asociarse 
y el intervalo entre ellos ha de ser breve para que se produzca este condicionamiento; se 
ha comprobado experimentalmente que se trata de condicionamiento y no de 
sensibilización. Por lo tanto es posible comparar los mecanismos de condicionamiento y de 
aprendizaje no asociativo en la misma preparación relativamente simple. 
También se están empleando otras preparaciones con invertebrados en el estudio de los 
mecanismos de aprendizaje y memoria. Entre ellas está el molúsculo Hermissenda (por 
ejemplo, Alkon, 1985, 1988) y el molusco gasterópodo marino Pleurobranchea (por 
ejemplo, Mpitsos et al., 1980). Consideraremos investigaciones sobre el condicionamiento 
en algunas preparaciones con invertebrados, y abordaremos luego el condicionamiento en 
vertebrados. 
Algunas de las investigaciones actuales utilizan condicionamiento clásico diferencial del 
reflejo de retirada del sifón (Carew et al., 1983). En el condicionamiento diferencial se 
emplean dos estímulos condicionados (EC) en el mismo animal, un (EC + ) asociado al El, 
y otro (EC —) no asociado, que no tiene consecuencias para el animal. Con este 
tratamiento cada animal sirve de autocontrol, al comparar las respuestas a EC+ y EC—. Un 
estímulo táctil débil sirve como estímulo discriminativo (EC + al sifón y EC — al manto, o a 
la inversa) y la descarga a la cola se emplea como EL El condicionamiento diferencial es 
adquirido rápidamente por Aplysia e incrementa su intensidad con el aumento del número 
de ensayos. Hawkins et al. (1983) encontraron que sólo un estrecho rango de intervalos 
temporales EC-EI producía condicionamiento; si el EC precedía al El dos o más segundos, 
o se daba la secuencia inversa (El y luego EC), no se producía condicionamiento. Estos 
estrechos intervalos temporales y el fracaso del condicionamiento inverso también se 
encuentra en muchas situaciones de condicionamiento de mamíferos. 
Las investigaciones sobre los mecanismos neuroquímicos del condicionamiento clásico en 
Aplysia sugieren a Kandel y colaboradores grandes similitudes con los implicados en la 
sensibilización. El condicionamiento diferencial produce un aumento de la duración de los 
potenciales de acción con estimulación apareada (EC + ) significativamente mayor que en 
la estimulación no apareada (EC—). Además, la facilitación-dependiente-de-la-actividad en 
el condicionamiento implica modulación del mismo tipo de canales iónicos que la 
sensibilización (Hawkins y Abrams, 1984). La Figura 17-13 presenta los eventos 
hipotéticos en la terminal sensorial bajo condiciones EC— y EC + . Estos diagramas 
pueden compararse con la Figura 17-12, que presenta los mecanismos de sensibilización. 
El requerimiento de un determinado orden de estimulación (EC-EI) para obtener 
condicionamiento puede depender de neuronas que requieren un 
 
 
 
 
 
Figura 12-13 Un esquema hipotético de la secuencia de procesos que puede subyacer al condicionamiento. 
La activación de la sinapsis en (1) por el estímulo condicionado poco tiempo antes de la activación de la 
neurona sensorial por el estímulo incondicionado provoca un aumento en el influjo de los iones Ca2 +. Esto 
activa a la calmodulina, aumentando la actividad de la adenilciclasa (2), lo que lleva a un incremento en la 
producción de AMPc. Este, a su vez, activa a la enzima proteinquinasa (3), provocando la fosforilización de 
moléculas en la pared de los canales de K+ (4), cerrando estos canales, lo que provoca una amplia apertura 
de canales de Ca2+ (5). Los iones de Ca2+ hacen que haya más vesículas sinópticas dispuestas para 
descargar (6). Por tanto, la excitación de la neurona sensorial provoca ahora una estimulación de la neurona 
postsináptica mayor que la producida antes de establecerse el condicionamiento. (Adaptado de Kandel et al., 
1986.) 
 
Condicionamiento en Hermissenda 
Cuando baja la marea pueden verse a veces delgados moluscos coloreados de varios 
centímetros de largo, sin concha y con branquias dorsales. Uno de estos moluscos, 
Hermissenda, ha sido objeto de una extensa investigación sobre los mecanismos del 
condicionamiento realizada por Alkon y sus colaboradores (por ejemplo, Alkon, 1985, 1988; 
Farley y Alkon, 1985). Este tipo de molusco suele esconderse bajo el mar por la noche y 
durante el día sube a la superficie para alimentarse, pero el fuerte movimiento de las olas 
le hace descender para refugiarse. Por lo tanto siente atracción por la luz, pero evita ser 
agitado o movido violentamente. En el laboratorio la asociación entre luz y rotación en una 
mesa giratoria causa una supresión condicionada de la tendencia a aproximarse a la luz. 
Los ojos de Hermissenda contienen solo cinco células fotorreceptoras, dos de Tipo A y tres 
de Tipo B. La descripción por Farley y Alkon (1985, p. 441) de los pasos biofísicos 
implicados en el condicionamiento de Hermissenda se presenta a continuación: la 
estimulación de los receptores de Tipo B causa una despolarización que dura algunos 
segundos más que la luz y se acompaña de un incremento en la resistencia de la 
membrana. Las asociaciones repetidas de luz y rotación producen una despolarización 
acumulativa, resultando un aumento de Ca2+ en las células B. Se cree que esto, a su vez, 
provoca una supresión de al menos dos corrientes distintas de K+ en la célula B, supresión 
que puede durar días. La supresión de estas corrientes significa que el entrenamiento 
incrementa el potencial generador de las células B y su respuesta a la luz. Las conexiones 
de las células B inhiben a las células A, de modo que después del entrenamiento 
asociativo las células A son menos efectivas en la excitación de neuronas que median la 
aproximación a la luz. 
Según el planteamiento de Alkon, los cambios importantes producidos durante el 
condicionamiento de Hermissenda tienen lugar en las membranas de las células 
fotorreceptoras y no, como en otras explicaciones del aprendizaje, en las sinapsis. 
Además, Farleyy Alkon (1985) refieren que lograron producir mediante estimulación 
electrofisiológica en las células B los cambios de membrana producidos por el 
condicionamiento, y que estos cambios hacían que los animales suprimieran su 
aproximación a la luz como si hubiesen sido condicionados; es decir, los investigadores 
sostienen haber encontrado el sitio y los cambios biofísicos relacionados causalmente con 
la retención a largo plazo en esta situación. Y este mecanismo podría ser más general de 
lo que parece: Alkon (1985) señala que los canales iónicos en los fotorreceptores de Tipo 
B de Hermissenda son similares a canales en las neuronas del hipocampo de los 
mamíferos, y hay evidencia de que durante el condicionamiento del conejo se producen en 
la membrana de neuronas hipocámpicas cambios similares a los observados en las células 
fotorreceptoras de Hermissenda (Disterhoft, Coulter y Alkon, 1985). 
La investigación con Hermissenda, que ha encontrado cambios importantes en la 
membrana neuronal, proporciona un cuadro de los mecanismos básicos del 
condicionamiento muy diferente del aportado por el trabajo con Aplysia, que se centra en 
cambios que ocurren en el lado presináptico de la unión sináptica. Los próximos años 
demostrarán si uno de estos cuadros o ambos son validados por las posteriores 
investigaciones sobre las dos especies. Trabajos similares con otras especies de 
invertebrados y vertebrados demostrarán si son sólo dos entre gran variedad de posibles 
mecanismos de aprendizaje o si tienen carácter general para varias especies. 
 
Estudios con Drosophila: una aproximación genética al mecanismo del aprendizaje y la 
memoria. 
Como la genética de la mosca de la fruta, Drosophila, se conoce bien, presenta diversas 
ventajas el estudio en ella de los mecanismos de aprendizaje y memoria, aunque su 
sistema nervioso central (con unas 100.000 pequeñas neuronas) es más complejo que el 
de Aplysia o Hermissenda. Los genetistas Quinn, Harris y Benzer (1974) desarrollaron un 
método para condicionar grupos de Drosophila. Colocaron unas 40 moscas en un tubo de 
cristal permitiéndoles desplazarse hacia arriba o abajo, donde había dos olores que 
normalmente les son atractivos por igual. Al alcanzar la parte superior del tubo recibían una 
descarga eléctrica, mientras que el otro olor no presentaba esta asociación. Se podía 
valorar entonces la aproximación a los dos olores después de diversos intervalos 
temporales. Generalmente unos dos tercios del grupo evitaban el olor asociado a la 
descarga. Posteriormente, con un mejor control de las condiciones, alrededor del 90% 
evitaba el olor asociado con la descarga (Jellies, 1981). Tan pronto como se diseñó este 
procedimiento, los genetistas empezaron a explorar con él cepas mútantes de Drosophila. 
En 1976 anunciaron el aislamiento del primer mutante que no lograba discriminar los 
olores, y lo llamaron Dunce* (Dudai et al., 1976). Los tests mostraron que Dunce tenía un 
auténtico problema con el aprendizaje; su deficiencia no radicaba en olfato, locomoción o 
actividad general. Se aislaron otros tres mutantes para el aprendizaje denominados 
Cabbage, Turnip y Rutabaga; otro mutante, Amnesiac, aprendía normalmente, pero 
olvidaba con mayor rapidez que las moscas normales (Quinn, 1979). En otros laboratorios 
se aislaron también mutantes deficientes en aprendizaje. A uno de ellos se le denominó 
como la enzima en la que era deficiente, dopa decarboxilasa (DDC). Exploraciones con 
otros procedimientos mostraron que los fallos de estos mutantes no estaban restringidos al 
entrenamiento de olor-descarga sino que se producían también en otros tests de 
aprendizaje asociativo; por otra parte, los mutantes eran normales en conductas que no 
implicasen aprendizaje. El entrenamiento con recompensa de azúcar es retenido durante 
días por las moscas normales (Tempel et al., 1983). El test del azúcar mostró que Dunce y 
Rutabaga podían aprender, pero olvidaban al cabo de una hora. 
Los mútantes con pobre aprendizaje o memoria fueron examinados respecto al aprendizaje 
no asociativo: habituación y sensibilización (Duerr y Quinn, 1982). Dunce, Rutabaga y 
Amnesiac mostraron una sensibilización anormalmente breve. Estas observaciones 
apoyan la idea de que los aprendizajes no asociativos y asociativos comparten algunos de 
sus mecanismos. 
Como parte de su programa los investigadores examinaron a los mútantes para identificar 
sus deficiencias genéticas, logrando caracterizar a varios mutantes para el aprendizaje 
(Tully, 1987; Dudai, 1988). Cada deficiencia puede relacionarse con el esquema de Kandel 
presentado en la Figura 17-13, que se reproduce en la Figura 17-14. La enzima dopa 
decarboxilasa es necesaria para la síntesis de los transmisores dopamina y serotonina, de 
modo que su deficiencia altera la estimulación de las fibras serotoninérgicas que aparecen 
en el ángulo superior izquierdo de la figura como DDC X. La deficiencia Turnip afecta al 
receptor serotoninérgico y a la proteinquinasa. La mutación Rutabaga disminuye los 
niveles de AMP y de adenilato ciclasa. Dunce tiene una 
 
deficiencia en el enzima que divide al AMPc. El gen Shaker altera los canales de K + . El 
hallazgo de que todos estos trastornos genéticos entran en el esquema de Kandel y 
colaboradores proporciona un apoyo nuevo e independiente para sus hipótesis. Al evaluar 
esta notable convergencia de indicios debemos recalcar que los mutantes se aislaron 
conductualmente sin conocer sus deficiencias genéticas, y antes de que fuesen formuladas 
las hipótesis de Kandel. 
 
Condicionamiento en vertebrados 
Mientras algunos investigadores han progresado en la comprensión de los mecanismos 
celulares del aprendizaje en circuitos neurales relativamente sim pies, otros han intentado 
estudiar los mecanismos básicos del aprendizaje en el mucho más complejo sistema 
nervioso de los vertebrados. Esta investigación es necesaria para constatar si se 
mantienen los procesos neurales de aprendizaje y la memoria sugeridos por experimentos 
con invertebrados, y para establecer cómo se produce la formación de memoria en el 
cerebro vertebrado. Entre las estrategias empleadas para encontrar correlatos 
electrofisiológicos del aprendizaje en sistemas nerviosos de vertebrados están: 
1. Explorar muchas zonas y buscar indicaciones de aprendizaje en cada una de ellas. 
2. Focalizarse en eventos en una zona determinada que otros tipos de investigación ya 
han implicado en aprendizaje. 
3. Trazar pacientemente todo el circuito neural implicado en un aprendizaje y 
determinar en qué zona(s) del circuito se produce la evidencia de aprendizaje. 
Todas estas estrategias han producido interesantes resultados. 
¿Cómo pueden decir los investigadores si una zona que registran está críticamente 
relacionada con el aprendizaje? Aunque la actividad eléctrica varíe en paralelo con el 
progreso de aprendizaje, la zona de registro podría simplemente reflejar eventos 
determinados en otro lugar del sistema nervioso. Los diseños experimentales que intentan 
responder a esta cuestión son: 
1. Intentar establecer las zonas en las que se producen las primeras respuestas (de 
latencia menor) relacionadas con el aprendizaje. 
2. Comprobar si los inputs a una zona muestran relaciones con aprendizaje. 
A continuación revisaremos estudios con aves y mamíferos. 
 
Condicionamientos de respuestas cardíacas en las palomas 
El neurocientífico David Cohén (1985) investigó el condicionamiento clásico del cambio de 
frecuencia cardíaca por un estímulo visual en la paloma, para estudiar un sistema 
vertebrado relativamente simple. Empleó un estímulo condicionado (EC) —iluminar todo el 
campo visual durante 6 segundos— seguido por una descarga en la pata de 0,5 segundos 
como estímulo incondicionado (El). Tras la presentación de 10 pares de EC-EI, el El sólo 
tiende a producir aceleración cardíaca, y a las 30 presentaciones la relaciónse establece 
de forma consistente. El circuito neural que subyace a este condicionamiento fue trazado 
pacientemente. Se estableció que son tres las vías que conducen información visual al 
encéfalo, y que sólo con la interrupción de las tres se podía evitar la aparición de la 
respuesta condicionada (RC). A nivel de la respuesta, la aceleración cardíaca implica dos 
tipos de mensajes neurales: 1) excitación del nervio cardíaco por la división simpática del 
sistema nervioso autónomo y 2) inhibición del nervio vago por su división parasimpática. 
Se siguió la pista de estas conexiones motoras desde el bulbo, protuberancia, hipotálamo 
medial y amígdala hasta los centros telencefálicos que tienen inputs para los centros 
visuales. Las lesiones a lo largo de este trayecto, como en la amígdala, impiden totalmente 
la expresión de la RC. Lesiones importantes en otras zonas, incluyendo la destrucción de 
otras áreas con inputs del corazón, carecen virtualmente de efectos sobre la RC. Estos 
hallazgos muestran que se ha encontrado la vía de respuesta, demostrando la posibilidad 
de trazar estas vías incluso en sistemas nerviosos de vertebrados. 
¿En qué zona de esta vía se producen cambios durante el condicionamiento? La zona mas 
periférica en la que aparecen respuestas electrofisiológicas con el condicionamiento es el 
núcleo óptico principal del tálamo; es el equivalente en las aves del núcleo geniculado 
lateral de los mamíferos. Las neuronas con respuestas modificables en este núcleo 
muestran alguna respuesta, incluso antes del condicionamiento, a la presentación del EC o 
del EI. Por lo tanto este condicionamiento es de tipo alfa; es decir, representa el 
incremento de una respuesta preexistente al EC. Cohén concluye que se requiere la 
convergencia del EC y el El sobre la misma neurona para que se produzca 
condicionamiento. La plasticidad en el núcleo talámico se produce en las primeras 
neuronas que reciben inputs de la retina; pero no está confinada a ellas, sino que se 
extiende a través de la vía de la RC. Neuronas de diversos centros responden tanto al EC 
como al El antes de que se inicie el condicionamiento, y presumiblemente durante éste se 
modifican las respuestas de muchas de estas células. En este sistema el almacenamiento 
de información está localizado, ya que se produce solo a lo largo de vías neurales 
específicas que median la RC frecuencia cardíaca. Pero el almacenamiento se halla 
ampliamente distribuido a lo largo de la vía. 
Cohén y sus colaboradores analizan en la actualidad los mecanismos celulares del 
condicionamiento en el núcleo óptico principal del tálamo. Están intentando realizar 
experimentos similares con secciones de tejido talámico mantenidas en nutrientes. Existen 
investigaciones semejantes con preparaciones de secciones de hipocampo de mamíferos 
(ver Cuadro 17-1, Estudio «en bandeja» de la memoria). 
 
Condicionamiento del parpadeo en el conejo 
Un tipo de condicionamiento bien estudiado a nivel conductual es la respuesta del párpado 
del conejo cuando se produce un soplo de aire sobre la córnea 
(El) después de un tono acústico (EC). Aparece rápidamente una respuesta condicionada 
estable (RC) —el conejo cierra el párpado al oír el tono— similar al condicionamiento del 
parpadeo en humanos. Richard Thompson y colaboradores (1986) han estudiado los 
circuitos de este condicionamiento durante varios años. El circuito del reflejo de parpadeo 
es simple, implicando dos nervios craneales y sus núcleos (Figura 17-15). Las fibras 
sensoriales de la córnea discurren a lo largo del V nervio craneal (nervio trigémino) a su 
núcleo en el tronco del encéfalo. Desde allí algunas fibras van al núcleo del VII nervio 
craneal (facial), también en el tronco del encéfalo. La actividad de ciertas fibras motoras del 
nervio facial provoca el cierre de los párpados. 
Al principio de su investigación, Thompson y sus colegas hallaron que durante el 
condicionamiento el hipocampo desarrolla respuestas neurales con patrones temporales 
similares a los de las respuestas de parpadeo (Figura 17-16). Aunque la actividad 
hipocámpica es notablemente paralela al curso del condicionamiento, y se produce con 
mayor claridad que la actividad de otras estructuras límbicas, estos resultados no 
demuestran que el hipocampo sea imprescindible para que se produzca condicionamiento. 
De hecho, la destrucción del hipocampo tiene escaso efecto sobre la adquisición o 
retención de la respuesta condicionada de parpadeo en conejos (Lockhart y Moore, 1975). 
Por lo tanto, para este aprendizaje no se precisa el hipocampo, aunque puede intervenir en 
él: la actividad anómala del hipocampo puede perturbar la adquisición de 
condicionamiento. 
Thompson y sus colaboradores procedieron a trazar el mapa detallado de las estructuras 
encefálicas en animales condicionados. Encontraron incrementos relacionados con 
aprendizaje en la actividad de neuronas individuales del cerebelo, tanto en la corteza como 
en los núcleos profundos, y en un núcleo de la protuberancia. En el cerebelo, aunque antes 
del condicionamiento solo aparecían respuestas insignificantes al EC y al E1 antes de su 
emparejamiento, al producirse el condicionamiento emergía una réplica neuronal de la 
respuesta conductual aprendida. Estas respuestas, que precedían como mínimo 
 _______________________________________________________________________ 
CUADRO 17-1 Estudio «en bandeja» de la memoria: potenciación a largo plazo 
Los investigadores han estado buscando desde hace tiempo un modo de aislar un circuito cerebral de 
vertebrado en el que se produzca aprendizaje de modo que puedan estudiarlo en detalle, como en las 
«preparaciones reducidas» en invertebrados. Algunos investigadores consideran que el fenómeno de la 
potenciación a largo plazo en el cerebro mamífero comparte muchas de las ventajas para la investigación de 
los mecanismos neurales en aprendizaje y memoria que caracterizan las preparaciones invertebradas 
«simples». La potenciación a largo plazo (PLP) es un incremento estable y duradero en la magnitud de 
respuesta de neuronas después de que células aferentes a la región hayan sido estimuladas con descargas 
de estímulos de frecuencia moderadamente alta. La PLP fue descubierta por vez primera en el hipocampo 
del conejo intacto (Bliss y L$mo, 1973) y luego en secciones de hipocampo de rata mantenidos en una 
solución de nutrientes para tejidos (Schwartzkroin y Wester, 1975). Puede observarse en animales despiertos 
que se mueven libremente, en animales anestesiados o en cortes de tejido, en los que se ha hecho la mayor 
parte de la investigación. Aunque casi todos los estudios se han hecho con hipocampo de rata, se ha 
observado PLP en otras regiones cerebrales en diversas especies de mamíferos e incluso en peces. 
¿Es la PLP un mecanismo de formación de memoria? Diversos autores apoyan esta idea (por ejemplo, Bliss 
y Dolphin, 1984; Teyler y Discenna, 1987). Algunas de las semejanzas y relaciones entre la PLP y ejemplos 
más conocidos de aprendizaje son: 1) Puede inducirse PLP mediante estimulación con frecuencias que 
normalmente ocurren en el sistema nervioso, y la PLP dura días o semanas. 
2) Barnes (1979) encontró una correlación positiva entre la velocidad con que las ratas aprendían un 
laberinto y el grado en que podía inducirse en ellas PLP; esto se produce en animales jóvenes o viejos. 
3) La exposición de ratas a un entorno complejo produce PLP en el hipocampo (Sharp, McNaughton y 
Barnes, 1983). 4) La aplicación de estimulación de elevada frecuencia a un input hipocámpico, que produce 
PLP, facilita el condicionamiento de la respuesta de parpadeo en el conejo (Berger, 1984). 5) El 
condicionamiento del hipocampo facilita la inducción de PLP 48 horas después; además, la estimulación 
postentrenamiento de la formación reticular aumenta tanto el condicionamiento como la PLP, y hace que 
ambas duren más (Bloch y Laroche,1984). 6) En aparente contraste con los dos últimos puntos está el 
informe de que la inducción de PLP en el hipocampo de ratas alteraba su habilidad de adquirir información 
espacial, pero no perturbaba el uso de información espacial aprendida previamente (McNaughton et al., 
1986), pero hay que señalar que el aprendizaje en 4) y 5) no era de naturaleza espacial, McNaughton y sus 
colaboradores concluyeron que tanto la PLP como la adquisición de aprendizaje espacial requieren actividad 
de los mismos circuitos hipocámpicos. 
La estimulación que induce PLP puede ser introducida a través de un solo tracto neural, pero esto no 
significa que la PLP sea no asociativa. Hay evidencia de que muchas fibras aferentes pueden ser 
estimuladas para inducir PLP, y es posible que exista convergencia entre sus terminales. Además existe una 
investigación sobre «PLP asociativa» inducida cuando la estimulación condicionante se administra a través 
de un tracto y la estimulación test se realiza a través de otro input de la misma región (Burger y Levy, 1985). 
Más específicamente, la PLP puede proporcionar un modelo para el aprendizaje que es reforzado por 
conducta consumatoria como ingesta o bebida (Buzsaki, 1985). Buzsaki señala que durante estas conductas 
se producen «ondas agudas» hipocámpicas; estas ondas reflejan la actividad sincronizada de muchas 
neuronas piramidales. Estas cortas salvas de descargas de elevada frecuencia que ocurren naturalmente son 
similares a los estímulos artificiales usados para inducir PLP. 
La preparación de secciones hipocámpicas permite estudiar PLP en condiciones controladas, registrar 
adecuadamente respuestas electrofisiológicas, aplicar sustancias neuroquímicas a la preparación y analizar 
cambios neuroquímicos. En la Figura del Cuadro 17-1 se muestra la preparación de sección hipocámpica. 
A pesar de la considerable cantidad de investigación dedicada a esta preparación, existen aún numerosos 
desacuerdos sobre los procesos implicados en la PLP. Algunos investigadores sugieren que los cambios 
principales ocurren en las terminales presinápticas que presentan liberación incrementada del transmisor 
glutamato después de la PLP (Dolphin et al., 1982; Skrede y Malthe-Sorenssen, 1981). Otros sostienen que 
los eventos fundamentales son postsinápticos, implicando niveles intracelulares incrementados de Caz~ 
(Eccles, 1983) y exposición de un número mayor de receptores de glutamato (Lynch y Baudry, 1984). En la 
PLP pueden participar procesos pre y postsinápticos, y en la actualidad no parece existir evidencia 
concluyente para la localización exclusiva de los cambios en una de estas localizaciones (Bliss y Dolphin, 
1984). 
También se ha informado sobre cambios en la morfología sinóptica al inducir PLP tanto en animales intactos 
(Lee et al., 1980) como en cortes de hipocampo (Chang y Greenough, 1984; Fifkova y Van Harreveld, 1982). 
Un inhibidor de la síntesis de proteínas, la anisomicina, no afecta la iniciación de PLP en ratas que se 
mueven libremente, pero impide que dure más de unas pocas horas (Krug, Lóssner y Ott, 1984). Esto es 
consistente con estudios que sugieren que la memoria a largo plazo depende de la síntesis de proteínas en 
el cerebro, al contrario de la memoria a corto plazo, tema que consideramos en este capítulo. 
Parte de la complejidad y discrepancias de los resultados de experimentos sobre potenciación a largo plazo 
pueden provenir de que parecen estar implicados diversos fenómenos distintos. Abraham y Goddard (1985) 
revisaron evidencias que sugieren la existencia de cuatro o cinco efectos superpuestos pero separables de la 
estimulación previa sobre la amplitud de respuesta de las células hipocámpicas. Dependiendo de cómo y 
cuándo mida el experimentador las respuestas, y de los tratamientos empleados para afectarlas, en los 
resultados puede predominar uno u otro fenómeno. Se requieren más estudios para establecer estos 
complejos fenómenos y decidir hasta qué punto cada uno de ellos puede ayudarnos a comprender cómo se 
producen otros tipos de aprendizaje. 
Figura del Cuadro 17-1 Preparación de una sección hipocámpica de rata, (a) Localización del hipocampo en 
el encéfalo de la rata. Se ha extirpado el tejido que lo cubre. Se muestra en marrón una sección (o corte) 
hipocámpica. (b) Diagrama esquemático de una sección hipocámpica mostrando las subdivisiones dentada, 
CA3 y CAI. También se presenta un electrodo estimulador en los colaterales de Schaffer y electrodos de 
registro en la capa de cuerpos neuronales de CAI (para registrar potenciales de acción en la población 
extracelular) y en la capa dendrítica de CAI (para registrar PEPS en la población extracelular). Las flechas 
indican dirección del desplazamiento de un impulso normal a través de los axones. (c) Fotografía de una 
sección hipocámpica. (Adaptado de Teyler, 1978.) 
 
 
 
 
 
 
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50 milisegundos a la respuesta conductual hallaron en el núcleo cerebelar profundo 
ipsilateral al ojo entrenado Se emprendieron experimentos con lesiones para establecer si 
el condicionamiento requería las respuestas cerebelosas. En un animal ya condicionado, la 
destrucción del núcleo interpuesto y dentado ipsilateral abolía la RC. No se recuperaba la 
RC del ojo ipsilateral, aunque se podía condicionar normalmente el otro ojo. En un animal 
no entrenado la destrucción previa de los núcleos interpuesto y dentado de un lado 
impedía la aparición de condicionamiento en ese lado. El efecto de las lesiones 
cerebelosas no podía atribuirse a interferencia con las vías sensoriales o motoras, porque 
el animal seguía presentando un normal parpadeo no condicionado cuando se lanzaba un 
chorro de aire a su ojo. 
Se estableció entonces con mayor detalle el circuito del reflejo condicionado empleando 
una combinación de métodos: registro electrofísiológico, lesiones localizadas, estimulación 
localizada de neuronas, infusión localizada de pequeñas cantidades de fármacos, y 
trazado de las vías. Por ejemplo, investigaciones previas habían mostrado que el 
transmisor sináptico inhibidor GABA es el principal en el núcleo cerebeloso profundo. 
Usando conejos bien condicionados, los investigadores inyectaron una pequeña cantidad 
de un agente bloqueante del GABA en el núcleo cerebeloso profundo del lado de la 
respuesta condicionada. La inyección provocaba la desaparición de la RC conductual y de 
su replica en la electrofisiología neuronal. Esta abolición de la RC era reversible: al retirar 
el agente bloqueante, volvía la RC. 
Basándose en estos experimentos, Thompson propuso un circuito esquemático 
simplificado para la respuesta condicionada de parpadeo que se muestra en la Figura 17-
17. Este circuito incluye las zonas de input y output del reflejo de parpadeo representadas 
en color en la parte inferior de la Figura 17-17, pero se requieren vías adicionales para 
reunir la información del El y del EC. La información sobre la estimulación de la córnea va 
también al núcleo olivar inferior del tronco del encéfalo. Luego es conducido al cerebelo por 
medio de los axones de las fibras trepadoras a los núcleos cerebelosos profundos y a 
células de la corteza cerebelosa, como las células granulares y las células de Purkinje. Las 
mismas células cerebelosas reciben también información sobre el EC auditivo, procedente 
del núcleo coclear en el tronco del encéfalo y del núcleo pontino; este último envía axones 
llamados fibras musgosas al cerebelo. La información eferente que controla a la RC va del 
núcleo interpuesto al núcleo rojo, un núcleo motor que discutimos en el Capítulo 10. Desde 
el núcleo rojo va al núcleo motor del VII nervio (facial), que controla la respuesta de 
parpadeo. 
Como el input principal al núcleo cerebeloso profundo proviene de la corteza cerebelosa, 
tanto las lesiones de la corteza como las del núcleo profundo tendríanque abolir la RC. 
Este hallazgo ha sido aportado por un grupo inglés (Yeo, Hardiman y Glickstein, 1985). 
Thompson y sus colaboradores, sin embargo, no han encontrado que las lesiones de la 
corteza cerebelosa interfieran con la RC, excepto si son muy extensas. Esta cuestión está 
siendo activamente estudiada. 
Al mismo tiempo que adquiere una RC de parpadeo, el conejo presenta también un 
enlentecimiento condicionado de la frecuencia cardíaca. Aunque la lesión del núcleo 
cerebeloso profundo elimina la respuesta condicionada de parpadeo, no afecta al cambio 
condicionado en frecuencia cardíaca. Aparentemente ambas RC están mediadas por 
circuitos neurales diferentes. Hemos de señalar que es habitual que diferentes tipos de 
condicionamiento se produzcan a la vez en un organismo. 
 
Una posible interpretación del papel del hipocampo y del cerebelo es la siguiente: el 
cerebelo representa el circuito directo u obligatorio, mientras que el hipocampo es un 
circuito modulador que puede facilitar el condicionamiento. (Más adelante discutiremos en 
este capítulo la modulación del aprendizaje y la formación de memoria.) 
Se han advertido algunas semejanzas y diferencias entre los hallazgos en dos 
preparaciones de vertebrados; el condicionamiento del parpadeo del conejo y el 
condicionamiento de la respuesta cardiaca de la paloma. En ambos casos ha sido posible 
trazar gran parte del circuito incluso en el complejo sistema nervioso central de los 
vertebrados. Esta descripción nos informa sobre las funciones en el aprendizaje y la 
memoria de estructuras encefálicas específicas de vertebrados, que obviamente no 
pueden encontrarse a partir del trabajo con invertebrados, a causa de la diferente 
organización de sus sistemas nerviosos. Los registros electrofisiológicos pueden usarse en 
estas preparaciones para estudiar los detalles celulares de los procesos de 
condicionamiento en vertebrados, aunque aún no están tan avanzados como ciertas 
preparaciones en invertebrados. Una preparación favorable para este trabajo en mamíferos 
es la sección tisular (ver Cuadro 17-1). 
Al considerar diferencias entre los hallazgos del condicionamiento cardíaco en la paloma y 
del parpadeo en el conejo, debemos tener en mente que en el conejo existen circuitos 
diferentes para el condicionamiento del parpadeo y el condicionamiento cardíaco. Parece 
que el condicionamiento cardíaco en el conejo es bastante similar al mismo 
condicionamiento en la paloma. Sin embargo hemos de señalar que la RC cardíaca de la 
paloma parece ser un caso de condicionamiento alfa (aumento de una respuesta 
preexistente), mientras que el condicionamiento del parpadeo en el conejo no lo es. El 
almacenamiento del condicionamiento se distribuye por muchas zonas en el sistema 
pertinente de la paloma, pero la naturaleza del almacenamiento no es tan dispersa en el 
circuito de parpadeo condicionado en el conejo. En la paloma se han encontrado cambios 
con el condicionamiento a nivel del tálamo, la primera estación encefálica para la visión, lo 
que no ha sido establecido en el conejo. 
 
Mecanismos neurales del troquelado 
El troquelado o impronta filial ha sido usado como sistema modelo para investigar los 
mecanismos neurales del aprendizaje y la memoria hasta el comienzo de los años setenta, 
empleando gran variedad de métodos y obteniendo una plétora de hallazgos (Hora, 1985). 
Como se describió en el Capítulo 16, bajo condiciones apropiadas los animales precociales 
jóvenes aprenden las características del primer objeto visual relativamente grande que ven. 
Cuidando pollitos en la oscuridad antes de exponerlos a este objeto estímulo, el 
experimentador puede estar seguro de que el encéfalo del pollito está sin influir y que la 
estimulación tendrá un efecto importante y duradero. Los primeros estudios usaban 
intervenciones conductuales, aportando experiencias de troquelado y buscando sus 
consecuencias conductuales; algunos estudios posteriores han empleado intervenciones 
somáticas analizando sus efectos en la conducta de troquelado. 
En estudios iniciales (Bateson, Hora y Rose, 1972) se expuso a pollitos a destellos de luz 
naranja rotatoria durante períodos de 2 horas. Mientras tanto, pollitos de control veían sólo 
una luz estacionaria elevada. Cuarenta minutos antes del final del período de exposición, 
se inyectó a los pollitos un aminoácido radiactivo que usan las células en la síntesis de 
RNA o de proteínas. Un breve test conductual al acabar el periodo de exposición mostró 
que se había producido troquelado. Se extirparon y diseccionaron los encéfalos de tres 
sujetos, analizando su radiactividad. Se encontró que los pollitos experimentales habían 
incorporado una cantidad de radiactividad en proteínas y RNA en la parte superior del 
cerebro anterior mayor que los controles; esto indicaba que el troquelado incrementa la 
cantidad de actividad neural en esa zona. Estos resultados son sugestivos, pero permiten 
gran variedad de interpretaciones. Por ejemplo, una gran motivación o una estimulación 
visual más intensa podría haber causado estos efectos, en vez del troquelado. 
Para controlar los efectos generales de la motivación, se realizó un experimento similar, a 
excepción de que se cubrió un ojo de cada pollito experimental. (Las fibras del nervio 
óptico en el pollito cruzan totalmente al lado opuesto del encéfalo, de modo que la 
estimulación de un ojo causa actividad en el hemisferio cerebral opuesto.) Si los efectos 
fuesen generales y causados por activación de los pollitos en presencia de la luz 
destellante, los efectos tendrían que producirse en ambos hemisferios cerebrales. Se 
encontró incremento de radiactividad pero sólo en el hemisferio estimulado por el ojo 
abierto, de modo que el efecto era específico para la parte del cerebro activada por la 
estimulación. 
También era importante intentar distinguir entre los efectos de los estímulos sensoriales y 
los efectos del troquelado. Para ello se sometió a los pollitos a sesiones de troquelado de 
diferente longitud durante dos días sucesivos. Se estableció que en estas condiciones de 
entrenamiento, una sesión de sólo 60 minutos producía una conducta de aproximación 
bastante débil al objeto test, mientras que una sesión de 240 minutos producía un 
troquelado intenso; la prolongación de la duración por encima de 240 minutos provocaba 
escaso efecto adicional. En el experimento los pollitos fueron expuestos al estímulo de 
troquelado durante 20, 60, 120 ó 240 minutos el día 1. Luego se les sometió a una 
exposición de 0 ó 60 minutos en el día 2, y se les inyectó un precursor radiactivo de RNA. 
Los pollitos que no fueron expuestos el dia 2 no diferían en radiactividad cerebral, fuese 
cual fuese el tiempo de exposición el día 1, de modo que no había influencia directa de la 
estimulación o experiencia del día 1. Pero los pollitos que vieron el estímulo de troquelado 
durante 60 minutos el día 2 mostraban significativas diferencias en actividad cerebral 
según el tiempo de exposición durante el día 1. Cuanto más larga había sido la exposición 
el primer día, menos radiactividad se incorporó en la parte superior del cerebro anterior 
durante el día 2, ya que los pollitos tenían menos troquelado por lograr. La estimulación 
sensorial no explicaba las diferencias observadas porque todos los pollitos de 60 minutos 
habían recibido idéntica estimulación visual el día 2. Los investigadores concluyeron, por lo 
tanto, que el troquelado explicaba las diferencias obtenidas el día 2. 
La siguiente cuestión a estudiar fue dónde se incorporaba exactamente el precursor 
radiactivo en el RNA encefálico durante el troquelado. Con este propósito los 
investigadores emplearon la técnica de la autorradiografia. Es decir, después de la sesión 
de troquelado en la que se les dio a los pollitos el precursor radiactivo, se hicieron 
secciones finas de los encéfalos, colocándolas en la oscuridad

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