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Este sistema reduce la carga de trabajo del sistema de de- fensa adaptativo, pues impide la entrada y propagación de microorganismos a través del cuerpo. El sistema de defensa adaptativo o específico ataca a sustancias extrañas concretas. Aunque ciertos ór- ganos (linfoides y vasos sanguíneos) están involucrados en la respuesta inmunitaria, el sistema inmunitario es un sistema funcional más que un sistema de órganos en el sentido anatómico de la expresión. Sus “estructuras” se componen de una variedad de moléculas y trillones de células inmunes que habitan en los tejidos linfoides y en los órganos y circulan por los fluidos corporales. Las más importantes son los linfocitos y los macrófagos. Cuando el sistema inmunitario opera de manera efi- ciente, nos protege de la mayoría de las bacterias, virus, órganos transplantados o injertos, e incluso de células propias que puedan haberse vuelto contra nosotros. El sistema inmunitario realiza estas funciones tanto directa- mente, por medio de ataque celular, como indirecta- mente, lanzando agentes químicos movilizadores y mo- léculas de anticuerpos protectoras. La resistencia altamente específica a la enfermedad resultante se de- nomina inmunidad (immun = libre). Al contrario que las defensas innatas, siempre preparadas para defender el organismo, el sistema adaptativo ha de sufrir una ex- posición inicial a la sustancia extraña (antígeno) antes de que pueda protegerlo contra el invasor. No obstante, las carencias del sistema adaptativo en cuanto a rapi- dez quedan compensadas con la precisión de su contra- ataque. Aunque los consideraremos por separado, no hay que olvidar que las defensas innata y adaptativa siempre trabajan juntas para proteger el organismo. Defensas innatas del organismo Parte de la resistencia innata a la enfermedad es heredi- taria. Por ejemplo, hay algunas enfermedades que el ser humano no puede padecer, como algunas formas de tu- berculosis que afectan únicamente a las aves. Sin em- bargo, más a menudo, la defensa corporal innata o no- específica hace referencia a las barreras mecánicas que cubren la superficie del organismo, así como a las células y agentes químicos que actúan en los frentes de batalla iniciales, para proteger al organismo de los patógenos invasores. La Tabla 12.1 (pág. 414) facilita un resumen más detallado de las defensas innatas más importantes. Barreras de la membrana de superficie La primera línea de defensa del organismo contra la inva- sión de microorganismos causantes de enfermedades es la piel y las membranas mucosas. Siempre que la piel esté intacta, su epidermis queratinizada será una fuerte barrera contra la mayoría de los microorganismos que se mueven por la piel. Las membranas mucosas intactas fa- cilitan barreras mecánicas similares dentro del organismo. Recordemos que las membranas mucosas rodean todas las cavidades del organismo abiertas al exterior: los trac- tos digestivo, respiratorio, urinario y reproductor. Ade- más de servir como barrera física, estas membranas gene- ran una variedad de secreciones protectoras: 1. El pH ácido de las secreciones dérmicas (pH de 3-5) inhibe el crecimiento bacteriano, y el sebo con- tiene agentes químicos que resultan tóxicos para las bacterias. Las secreciones vaginales de la mujer adulta también son muy ácidas. 2. La mucosa estomacal secreta ácido hidroclórico y en- zimas proteolíticas. Ambos destruyen los patógenos. 3. La saliva y el fluido lacrimal contienen lisozima, una enzima que destruye las bacterias. 4. La pegajosa mucosidad atrapa muchos microorga- nismos que penetran a través de las entradas diges- tiva y respiratoria. Algunas mucosas también cuentan con modificacio- nes estructurales que protegen de invasores potenciales. El vello cubierto de mucosa de las fosas nasales atrapa las partículas que inhalamos, y la mucosa del tracto res- piratorio es ciliada. Los cilios barren la mucosa cargada de polvo y bacterias superiormente hacia la boca, evi- tando que penetre en los pulmones, donde el cálido y húmedo ambiente facilita una zona ideal para el creci- miento bacteriano. Aunque las barreras de superficie son bastante efec- tivas, se rompen de vez en cuando debido a pequeñas muescas o cortes como resultado, por ejemplo, de la- varse los dientes o afeitarse. Cuando esto ocurre y los mi- croorganismos invaden tejidos más profundos, los meca- nismos innatos internos entran en juego. Defensas internas: células y sustancias químicas Como segunda línea defensiva el organismo utiliza un enorme número de células y sustancias químicas para protegerse. Estas defensas cuentan con el poder des- tructivo de los fagocitos y los linfocitos citolíticos natu- rales, con la respuesta inflamatoria y con diversas sus- tancias químicas que matan patógenos y ayudan a reparar el tejido. La fiebre también es considerada una respuesta protectora no específica. Fagocitos Los patógenos que atraviesan las barreras mecánicas se enfrentan a los fagocitos (phago = comer) en casi todos Capítulo 12: El sistema linfático y las defensas del organismo 409 12
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