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Neurocirugía / Basso182 Tr au m a La coexistencia de hematoma extradural y fractura de cráneo varía en un porcentaje entre el 66 y el 95% de los pacientes. (Figuras 14.10, 14.11 y 14.12) 38, 61 Sin embargo, es conocido el hecho de que hay hematomas extradurales sin fractura de cráneo 96, sobre todo en niños menores a 15 años. 51 Cuando un hematoma extradural en un niño cursa con fractura, el sangrado puede deberse a lesión del diploe, muy vascularizado, y no a una rama de la ar- teria meníngea media 86, como es usual en el adulto. En aquellos pacientes con traumatismo occipital, alejado de la arteria meníngea media, es conveniente realizar TAC con ventana ósea buscando una fractura; en esta zona también existe el hematoma extradu- ral que cursa con fractura y síndrome variable. Este hematoma es infrecuente y suele desarrollarse junto con lesiones supratentoriales, lo que torna difícil su diagnóstico clínico. El hematoma subdural agudo es diferente; se detec- ta una fractura entre el 18 y el 60% de los pacientes con esta patología 30, de muy alta morbimortalidad. Existe también, en el traumatismo abierto de la bó- veda, la posibilidad de que se produzca atrapamiento de vasos cerebrales corticales entre los bordes de la fractura resultante. 16 La fractura expuesta, conminuta, por herida de bala o fragmentos secundarios en situaciones bélicas se relaciona con un 3,6% de aneurismas intracranea- nos traumáticos; una vez más la velocidad, en estas situaciones del proyectil, es lo más importante como productora de lesiones. 2 En la práctica civil, la fractura con desplazamiento que ocurre por lo general por accidente de tránsito, también se asocia con aneurisma intracraneano trau- mático. 6 En ambas situaciones se conoce, pues, la vincu- lación aunque no la relación causal con la fractura. Otra complicación mayor de una fractura, en el grupo de complicaciones vasculares, es la fístula ca- rótida cavernosa. La mayoría se debe a fracturas de la base craneana; son conexiones anormales entre la carótida interna que sufrió ruptura y el plexo venoso paraselar que conforma el seno cavernoso. 56 La ruptura acontece, en general, en el segmento horizontal de la carótida. 8 Esta fístula intracraneana tiene como origen más frecuente el traumatismo; su origen traumático está presente en el 65% de los pacientes y comienza días o semanas después del mismo. El traumatismo se- ñalado es directo y penetrante, ya sea de la órbita o regiones aledañas, o bien por fractura en el piso de la fosa media. 7 Por su parte, la arteria carótida interna puede asimismo lesionarse en otras fracturas de la base; rara vez, esto ocurre con compromiso del conducto carotídeo y el daño será hemorragíparo, o productor de tromboembolia o bien formador de pseudoaneu- risma. 5 Teniendo en cuenta la lesión de la duramadre por fracturas y la repercusión vascular venosa, se observa que una fractura tanto linear como aquella con hun- dimiento sobre la línea media de la bóveda craneana, pueden provocar una gravísima hemorragia en el seno longitudinal superior o en los lagos venosos de la duramadre. 51, 31 La incidencia de fractura con hundimiento sobre el vértex, relacionada con el seno longitudinal superior, es de 20/1 000 000/año. 23 La combinación más grave resulta de una fractura expuesta con hundimiento y conminuta, por herida de bala, en los segmentos lago parietal y tórculo occipital del seno longitudinal superior. 26 Lo expresado es aplicable asimismo a lesión por fractura en otros senos venosos de la duramadre. 38 Cuando se lesiona la arteria meníngea media se puede formar un proceso con su vena comitante dentro de la duramadre; su resultante es la MAV dural que a menudo se complica con hematoma intradural. 24, 62 Es posible que aparezca una MAV dural años des- pués de un traumatismo, como ocurre en la región del seno longitudinal superior después de una fractura con hundimiento. 21 Por otra parte, hay patología extracraneana en re- lación con fracturas de la bóveda. Una es el céfalohematoma que se presenta en el 1,5% de los recién nacidos vivos; tiene como límite la adherencia del periosteo a las suturas, se sitúa en la eminencia parietal y se resuelve en general en un par de meses 48; se acompaña de fractura de la bóveda en el 25% de los niños. 41 Otra patología es el hematoma subgaleal, que se extiende con mayor extensión que el céfalohematoma 36, es común la fractura subyacente y suele evolucionar favorablemente. A veces, por su volumen, produce anemia en el recién nacido. 60 Relación entre fracturas y lesiones de pares craneanos Es importante recordar que cualquier fractura de la órbita o de la base del cráneo puede, con cierto recorri- do, afectar a los pares craneanos. La lesión del primer par se considera en el capítulo de fístula de LCR. Yendo de adelante hacia atrás surge la posibilidad de que las fracturas propagadas hacia la hendidura esfenoidal puedan dañar al III, IV, VI pares y a la rama oftálmica del V par con oftalmoplegia, aneste- sia frontal, palpebral, nasal, corneana y conjuntival ipsilateral. 66 Entre todas las lesiones se destacan las que com- prometen al II par, óptico.
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