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Neurocirugía / Basso184 Tr au m a a la facies y prevenir complicaciones y secuelas. El mejor ejemplo es la fractura de Le Fort III. Cuando se trata de una fractura expuesta en TEC abierto, esto es, con solución de continuidad en la duramadre, el primer concepto es transformar un traumatismo abierto en uno cerrado y lograr quirúr- gicamente que la fractura expuesta quede, entonces, también cerrada. Todo eso implica criterio de cirugía general, es decir, limpieza quirúrgica, hemostasia y extirpa- ción de fragmentos sueltos, de tejido necrótico o sin vitalidad suficiente tanto del cuero cabelludo como del hueso. En cuanto a Neurocirugía, corresponde extirpar tejido necrótico, hemorrágico o contaminado y ensu- ciado del cerebro. Dicha zona debe ser de topografía superficial, accesible y necesariamente circunscripta; luego, cierre de la duramadre, incluyendo el uso de pericráneo o de fascia cercana a la operación. Es la situación posquirúrgica ideal. El procedimiento incluye elevación de depresiones óseas y el tiempo para efectuar la operación significa que debe considerársela emergencia o urgencia dife- rida 39, dependiendo del perfil temporal del proceso. Con la piel y duramadre cerradas y la remoción del tejido duro y blando que corresponda, se evita en gran medida la probabilidad de infección craneana o intracraneana; aún así el rango de infección postqui- rúrgica no desaparece, manteniéndose entre un 2,5 y un 10,6%. 38 La fractura cerrada con hundimiento es, como pri- mera aproximación, fractura para tratamiento conser- vador. En las que son elevadas, la indicación surge muchas veces por razones cosméticas como aquellas en la región frontal. Pero es conveniente elevar una fractura notablemente hundida, como en situaciones en las que la depresión ósea sea mayor a 8 mm con respecto al grosor de ambas tablas; la fractura en pe- lota de ping pong, considerando su grosor relativo, se ubicaría en este grupo. 27, 68 El tratamiento médico significa observación, con el paciente internado, controles con TAC y, si cabe, participación de un infectólogo. Los controles buscan detectar, si se presenta, in- fección, fístula de LCR o convulsiones; en general se interna al paciente durante 4 ó 5 días dependiendo de las lesiones, y se lo controla por Consultorio externo. Los antibióticos deben utilizarse sólo cuando existe infección, meningitis o absceso, o cuando la fractura expuesta contacta con infección del cuero cabelludo, de las cavidades naturales del cráneo facial o de los senos paranasales. Es necesaria, muchas veces, la participación de los colegas ORL y máxilofacial, todo en consonancia con reglas de infectología universalmente aceptadas y aplicadas a la patología regional. La fractura del seno frontal, sobre todo cuando es compleja, requiere tratamiento que alcanza en algu- nas circunstancias a sus tres componentes: la pared anterior hundida o conminuta, la mucosa sinusal y el conducto frontonasal, y la pared posterior desplazada. Todo esto con las necesarias connotaciones de índole estética; al aspecto estrictamente óseo de la fractura debe sumarse, siempre, la posibilidad de le- sión de la duramadre y aracnoides con la consiguiente fístula de LCR. También existen consideraciones quirúrgicas va- riadas en la fractura con hundimiento sobre el seno longitudinal superior, sobre todo si es conminuta y expuesta. En esta situación, el riesgo clínico de la compresión ósea sobre el seno es la disminución del flujo venoso intrasinusal, la posibilidad de trombosis y la aparición de hipertensión endocraneana. En cuanto al riesgo quirúrgico, es la hemorragia siempre intensa cuando hay laceración del seno o compromiso de lagos venosos parasagitales; de forma secundaria, la colección purulenta local por infección de un fragmento óseo subdural. Por lo señalado, aparte de la TAC se puede necesitar un venograma carotídeo por angiografía para conocer cuán patente e indemne se encuentra el seno longitu- dinal superior; igual criterio para los senos laterales. En este tipo de lesión la propuesta de tratar quirúr- gicamente el cuero cabelludo sin extraer los fragmentos óseos, manteniendo al paciente internado con ima- genología de control, es la postura a la que adhieren los autores. 33 Secuelas Las secuelas de las fracturas craneanas son inherentes al daño óseo y al daño encefálico subsecuente. Una fractura puede dejar hiperostosis, atrofia ósea regional postraumática y comunicación senopericra- neana. 100 Por la osteomielitis pueden quedar defectos óseos que inclusive adquieren dimensiones de relativa con- sideración. Dentro del cráneo, como acción directa de una fractura con impactación intraparenquimatosa, tiene lugar la epilepsia postraumática. Como epilepsia pos TEC las crisis pueden ser inmediatas, es decir, dentro de las primeras 24 horas; tempranas, las que ocurren en los primeros 7 días pos TEC, y tardías cuando aparecen más adelante. 67 Cuando el TEC implica lesión dural, hasta un 21% de los pacientes sufren epilepsia tardía. 40, 49 El TEC con fractura y duramadre intacta pero con signos de lesión cortical es causa de epilepsia entre el 7 y el 39% de los pacientes; cuando existe laceración, la posibilidad de epilepsia pos TEC asciende desde el 20
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