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Neurocirugía / Basso192 Tr au m a La cobertura con antibióticos está indicada ante la presencia de infección en un seno paranasal, vinculado o en la vecindad de la fístula; en otras circunstancias es preferible no prescribir antibióticos; las heridas implican, por lo general, cobertura antitetánica. Los autores están de acuerdo con el esquema reseñado. 10, 38, 45 Especial cuidado corresponde a los pacientes trau- matizados en coma profundo; se debe tener presente siempre la posibilidad de fístulas de LCR que en esos momentos nos se detectan con facilidad. 6 Conclusiones Como resumen y considerando a cada paciente de manera individual, se opera una fístula de LCR trau- mática en las siguientes situaciones clínicas: 1. Persistencia de la fístula más allá de una semana, aproximadamente 2. Aumento en el volumen del LCR saliente 3. Presencia de fragmento óseo impactado en el cerebro 4. Defecto óseo basal de cierta magnitud 5. Fractura conminuta del seno frontal 6. Fractura, con desplazamiento de relevancia, en la pared posterior del seno frontal 7. Aumento en volumen de un aerocele 8. Aerocele recidivante 9. Fractura de la lámina cribosa, del etmoides con tejido cerebral impactado a través de ella 10. Antecedente traumático, trayecto fistuloso y meningitis ulterior. El cierre de la duramadre y del defecto óseo se realiza con el objeto primordial de prevenir la me- ningitis purulenta. 11 La exploración puede realizarse por vía extracra- neana o intracraneana; esta última opción es, a su vez, extradural o intradural. Además, cuando se decide el tratamiento quirúrgi- co, hay otro elemento semiológico a tener en cuenta. Así como existe la fístula aguda o subaguda, también se conoce la fístula de aparición retardada, que comienza unas semanas después del tratamiento. Ante hechos así se aplican, en lo que hace a espe- ra, los mismos conceptos que en la fístula aguda. En cambio, en fístulas de aparición alejada del traumatis- mo es conveniente su cierre quirúrgico cuanto antes: es urgencia diferida. En ambas presentaciones la vía indicada es la extracraneana transeptal, sobre todo en lesiones de la fosa anterior menores a 1,5 cm. A veces es necesario utilizar fluoresceína diluida en LCR del paciente y colocada por punción lumbar, esperando unos 30 minutos para observar su salida dentro de la fosa nasal intervenida. Se completa el cierre basal con mucosa septal y cola de fibrina o la combinación de tejidos autólogos que prefiera el neurocirujano. 17 Es así que el abordaje transeptal es aplicable a rino- rreas de preferencia unilaterales y más bien pequeñas, que comprometan etmoides o esfenoides, como se ha indicado. Puede ser necesario recurrir a la etmoidec- tomía parcial o a un cierre bilateral de la zona. La fístula cierra con este abordaje en un porcentaje entre el 86 y el 100% de los pacientes. 8, 46, 41 En las grandes fracturas radiadas, o conminutas, o con hematoma, corresponde el abordaje intracraneano con un colgajo óseo frontal, frontopterional o inclusive bilateral. Lo mismo en las fracturas mixtas craneanas y faciales vinculadas entre sí, con la consecuente fístula de LCR; lo más aconsejable es el abordaje intracra- neano, intradural o combinado. Muchas veces con la participación del colega ORL o máxilofacial. 15 En el abordaje intracraneano es mejor iniciar la exploración por vía intradural porque no se afecta la duramadre de la lámina cribosa cuando se encuen- tra intacta y porque se observa la brecha con mayor facilidad. Ya ubicada la lesión, se aplica el criterio de Cirugía general: extirpar tejidos necróticos, frag- mentos sueltos y tejido de granulación. Luego, cubrir y sellar el defecto dejando la duramadre cerrada por completo. 31 El drenaje lumbar debe ser coadyuvante de la intervención quirúrgica, ya que el dispositivo lumbar puede ocasionar la aparición de aerocele o bien producir hipotensión del LCR. 34 De esta manera conviene recordar que la hipoten- sión del LCR, después de superar un estado de cerebro agudo, es siempre riesgosa. En la rinorrea quirúrgica por fractura del seno fron- tal, sobre todo cuando coexisten fragmentos deprimi- dos y conminutos, puede existir también compromiso del conducto frontonasal; en estas situaciones no hay un drenaje adecuado. El acto quirúrgico a realizar, muchas veces laborioso, debe incluir superar el de- fecto estético de la pared anterior del seno, tratar la mucosa y el orificio sinusal y reparar la duramadre lesionada. 17 De todo lo expuesto se deduce que el cierre de una fístula por brecha en la confluencia lábil, o por fractura desplazada y conminuta de las paredes del seno frontal, sobre todo cuando el desplazamiento óseo y los fragmentos se hallan en la pared posterior luxada, no es una operación sencilla. Se debe insistir en la localización radiológica de la fístula, la partici- pación de otros especialistas si fuere necesario y la internación del paciente que, idealmente, debe ser en un centro de atención de neurotrauma. Con las peculiaridades anatómicas, la evolución temporal del proceso y sus conclusiones estadísticas, los mismos principios, con abordajes intracraneano, desde luego, se aplican a las fístulas por brecha en el peñasco del hueso temporal. En esta última situación, antes de realizar la craneo- tomía corresponde realizar timpanotomía exploradora
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