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Neurocirugía / Basso206 Tu m or es citogenéticas y/o genómicas identificadas en los astro- citomas de bajo grado, la pérdida de 17p (posiblemente el gen p53) parece ser el hallazgo más frecuente. 4, 5 Alteraciones adicionales menos frecuentes incluyen la pérdida de 13q (posiblemente el gen Rb) y la pér- dida parcial o completa del cromosoma 22. De los marcadores moleculares hoy en uso, Ki-67 y PCNA (antígeno nuclear de proliferación celular) son dos antígenos cuya relativa abundancia inmunoquímica en el tejido gliomatoso provee alguna estimación de la fracción de crecimiento del tumor y de la actividad proliferativa. Presentación clínica del astrocitoma El astrocitoma de bajo grado del adulto es un tumor relativamente benigno, tipificado por su lento cre- cimiento y la iniciación insidiosa de sus síntomas característicos. Las lesiones supratentoriales tienden a distribuirse en gruesa proporción al volumen relativo de las diferentes porciones del cerebro. 6 Este concepto, como fue propuesto originalmente por Scherer, está por lo general sustentado por los estudios de autopsias. Por consiguiente, los lóbulos frontal y temporal son los sitios de origen más comunes de los astrocitomas de bajo grado supratentoriales. Dado que la mayoría de los astrocitomas surgen en la sustancia blanca subcortical, un sitio propicio para tumores de lento crecimiento, el efecto de masa y la hipertensión endocraneana son eventos tempranos poco comunes. Las convulsiones son la forma de presentación más común y temprana de estos tumores, un fenómeno que refleja irritación local y/o distorsión de la corteza cerebral adyacente. A menudo, la naturaleza de las convulsiones proveerá un indicio del sitio del tumor, siendo las parciales complejas (psicomotoras) y uncinadas típicas de tu- mores del lóbulo temporal, y las crisis del área motora suplementaria y jacksonianas características de los tumores del lóbulo frontal. Las lesiones situadas en áreas menos epileptogénicas del cerebro suelen pre- sentar déficits neurológicos lentamente progresivos, de naturaleza motora, sensitiva o visual. Dados los ajustados confines del compartimento infratentorial, los astrocitomas que se originan en la fosa posterior tienden a producir complejos sintomáti- cos que evolucionan con mayor rapidez que aquellos situados por arriba del tentorio. La fosa posterior es la localización característica de los astrocitomas pi- locíticos grado I en niños. Estos tumores, histopato- lógicamente benignos, pueden producir compresión con riesgo vital del cerebelo y del tronco cerebral por el efecto de masa del nódulo primario del tumor y/o del quiste tumoral asociado. El diagnóstico clínico de astrocitomas que nacen en otros sitios, como nervios ópticos, hipotálamo y tercer ventrículo, es bien característico. Diagnóstico por imágenes En la actualidad, la Resonancia Nuclear Magnética (RNM) contrastada con gadolinio proporciona el mé- todo más definitivo para diagnosticar astrocitomas en cualquier localización intracraneana. 7 Con las secuen- cias T1 y T2, la RNM no sólo revela la extensión ana- tómica intrínseca de la lesión, sino que también define su anatomía biológica en cuanto a edema, formación quística, extensión infiltrativa y otros efectos fisioló- gicos como hidrocefalia. En general, los astrocitomas del adulto de bajo grado (grado II) aparecen como áreas de baja intensidad de señal en secuencias T1 y de alta señal en las secuencias T2 correspondientes. La mayoría tiene una apariencia homogénea. Como regla, la presencia de hemorragia o necrosis dentro de un presunto astrocitoma sugiere con fuerza una lesión de alto grado. 7 A veces es difícil, aun con el contraste con gadolinio, discernir con precisión el margen periférico del tumor del edema peritumoral y de la infiltración por células tumorales. Los diferentes tipos de astrocitomas de bajo grado asumen diver- sos patrones en RNM, como se reseña en la Tablas 17.1 y 17.2. Estos perfiles de imágenes característicos pueden ser de gran ayuda para formular diagnósticos diferenciales. La Tomografía computada (TC) continúa siendo útil y está disponible en muchas instituciones sanitarias, pero es una modalidad de segunda elección para el diagnóstico de astrocitomas de bajo grado. La mayoría de los astrocitomas aparecen como lesiones homo- géneas de baja densidad, a veces con calcificaciones prominentes, en especial en el caso de oligodendro- gliomas de bajo grado. El refuerzo con el contraste es un hecho común en los astrocitomas pilocíticos grado I pediátricos, pero no está asociado por fuerza con los astrocitomas grado II del adulto. La angiografía tiene sólo un rol limitado en el diag- nóstico de astrocitomas. Para la mayor parte de los as- trocitomas de bajo grado, el angiograma no demostrará vascularidad anormal; puede verse el desplazamiento vascular como resultado del efecto de masa en las lesiones de gran tamaño. De modo más reciente, la tomografía de emisión de positrones (TEP, PET en inglés), con empleo del trazador fluorodeoxiglucosa marcada con F18 (F18- FDG), ha demostrado cierta utilidad en caracterizar radiológicamente a los astrocitomas. Como un medio para estimar la actividad metabólica de los gliomas, la TEP parece confiable en distinguir astrocitomas de bajo grado, que aparecen como manchas frías hipo- metabólicas, de los astrocitomas de alto grado cuyo hipermetabolismo intrínseco los torna calientes. La TEP ofrece especial interés en la evaluación de astro- citomas recidivados, donde la recidiva simple puede ser distinguida de la complicada con degeneración
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