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Neurocirugía / Basso330 Tu m or es Las técnicas de mapeo son invalorables para iden- tificar zonas de entrada de relativa seguridad para abordar lesiones intrínsecas del tronco cerebral pero, a diferencia de las técnicas de monitoreo, no pueden proporcionar información continua del estado funcio- nal de los tractos largos dentro del tallo encefálico. Los potenciales evocados somatosensitivos (PESS) y los potenciales evocados auditivos de tronco (PEAT) son métodos estándar para el monitoreo neurofisio- lógico durante la cirugía del tronco encefálico, pero pueden evaluar un área limitada del mismo. El moni- toreo transcraneal de los potenciales evocados motores (PEM) es de más reciente disponibilidad y se utiliza hoy durante la cirugía del tronco cerebral para deter- minar la integridad funcional de los tractos motores cráneoespinales. Esta técnica no difiere de la técnica estándar de monitoreo de los PEM para la cirugía del cerebro y de la médula y los detalles se proporcionan en otra publicación. 22 Con respecto al monitoreo de los nervios cranea- les motores, las técnicas estándar para la valoración continua de su integridad funcional se limita en la actualidad a la evaluación de la actividad electromio- gráfica (EMG) espontánea de los músculos inervados por los nervios craneales motores. Se han propuesto muchos criterios para identificar patrones de actividad EMG sospechosos de daño nervioso, pero aún faltan datos consistentes respecto de la correlación clínica entre la actividad EMG y la evolución clínica. Los conceptos actuales en monitoreo de los PEM musculares durante la cirugía de la médula espinal se han extendido a los nervios craneales motores. Los lla- mados potenciales evocados motores córticobulbares pueden ser utilizados para monitorear la integridad funcional de las vías córticobulbares,desde la cor- teza a través de los núcleos de los nervios craneales motores hasta los músculos por ellos inervados. 23 Nosotros hemos utilizado el monitoreo de los PEM córticobulbares en más de 130 tumores del tronco cerebral. En nuestra experiencia, la pérdida de PEM córticobulbares se correlaciona con un empeoramien- to significativo y prolongado de la función de los nervios craneales (parálisis facial, intubación prolon- gada, traqueostomía, gastrostomía). Por el contrario, los PEM córticobulbares sin cambios al final de la cirugía se correlacionan con una buena evolución a largo plazo, aunque puede ocurrir un empeoramiento posoperatorio transitorio. Se debe recordar que para tener un buen monito- reo intraoperatorio, el cirujano precisa contar con un anestesista dispuesto y entrenado. Se requiere una anestesia general especial usando propofol 100-150 mg/kg/min y fentanilo 1 mg/kg/h. Ni el propofol ni el fentanilo deberían usarse en bolo y, después de la intubación, deben abandonarse los agentes halogena- dos y los relajantes musculares. Técnicas quirúrgicas y abordajes El mejor abordaje a estos tumores es aquel que per- mite la exposición del tumor con el menor riesgo de lesión de las estructuras circundantes: en esencia, el problema es cómo alcanzar la masa tumoral y remo- verla sin agregar nuevos déficits neurológicos a los ya existentes. El tronco cerebral, aunque es compacto y delicado en su totalidad, comprende sectores muy críticos, cuya lesión puede resultar en un fallo neu- rológico mayor, mientras que hay otros sectores en los que la disrupción funcional es mejor tolerada y el conocimiento de la posición de estas áreas pueden ayudar en la selección de una entrada quirúrgica se- gura. (Figura 28.4) Estas dos cosas, entrada y trayecto, con frecuen- cia no son las más directas, ni las más cortas, ni las más fáciles. En este contexto es de absoluta necesidad tener no sólo un profundo conocimiento de la ana- tomía microquirúrgica topográfica, sino también de las funciones de las estructuras nerviosas en las que la lesión asienta. Todos los pacientes tratados por tumores del tronco encefálico a través de la fosa posterior son operados en la posición semisentada. (Figura 28.4) Esta posición ha demostrado ser ventajosa para el paciente, el cirujano y el anestesista y, a pesar de la controversia, no hay aún evidencia convincente que pruebe que esta posición debiera abandonarse por a los riesgos que implica. La elección del abordaje y el trayecto a seguir para la remoción quirúrgica directa de las lesiones del tallo cerebral deben basarse en datos neuroanatómicos y funcionales, la localización y extensión del tumor y la condición neurológica del paciente. El razonamiento detrás de la crucial elección preoperatoria de la estrategia quirúrgica debe tener en cuenta la categoría funcional de las estructuras, con las que nos confrontamos, y la consecuencia de la posible lesión quirúrgica del tracto, núcleo o nervio, arteria o vena en el paciente individual. La excelente capacidad multiplanar de la RNM per- mite la localización precisa del tumor y su relación con las estructuras del tronco encefálico y, en consecuencia, proporciona una valiosa información para seleccionar la ruta más ventajosa que permita la del área blanco. Debe tenerse en mente que el tallo cerebral es una pequeña estructura de aproximadamente 6 cm de alto y 3,5 cm de ancho en la protuberancia, el tumor que nosotros intentamos remover es, por lo tanto, mucho más pequeño y la apertura que se requiere en el tallo aún menor. Las herramientas habituales para este tipo de cirugía son el microscopio quirúrgico, a menudo en su mayor magnificación, microrretractores fijos, aspira- dor ultrasónico y unos pocos pequeños instrumentos. Una vez alcanzado, el tumor glial se explora con delicadeza y con microdisectores romos, para obtener
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