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Neurocirugía / Basso374 Tu m or es afinado o en parte será inexistente. La duramadre de la silla también puede encontrarse adelgazada por el crecimiento del tumor. El paso siguiente consiste en abrir la duramadre selar en forma de cruz, llegando hasta los márgenes de la apertura ósea; esta maniobra se realiza con un lanza-bisturí en bayoneta. En la mayoría de los casos, luego de abrir la duramadre por efecto de la presión intraselar, comienza a salir tejido tumoral de color grisáceo, que debe ser recogido con pinza toma- pieza para su estudio posterior. El resto del adenoma se reseca con la ayuda de curetas con distintos grados de angulación, dirigidas en todas las direcciones, más el aspirador. Tan pronto como la cavidad selar ha sido vaciada, la extensión supraselar del tumor descenderá en forma espontánea a la silla por el resultado de la presión intracraneana normal. Si esto último no sucede, se puede aumentar la presión intracraneana mediante la compresión de ambas venas yugulares internas. Al final de la resección tumoral el cirujano debe explorar meticulosamente toda la cavidad para asegurarse la remoción completa de la lesión y la preservación del resto de glándula normal. Es aquí en donde la asisten- cia endoscópica resulta muy útil, sirviéndose de un endoscopio de visión angulada a 30 ó 60°. Finalmente, luego de una correcta hemostasia, se coloca el pedacito de hueso que fue tomado del vómer en el defecto óseo de la silla; este hueso se fija con me- tilmetacrilato. Por último, se desplaza a su lugar normal el tabique nasal y se colocan tapones en ambas narinas. Abordaje transnasal microquirúrgico con asistencia endoscópica La cirugía endoscópica basada en el concepto moderno de mínima invasión y máxima eficacia ha influido también el campo de la neurocirugía en general y de la cirugía de hipófisis en particular. En efecto, en la década del 90, numerosos espe- cialistas comenzaron a interesarse en la posibilidad de aprovechar las virtudes de la visión endoscópica para la cirugía transesfenoidal, es decir, visión lateral y excelente iluminación. 22, 2 Si a la clásica microneurocirugía transesfenoidal le agregamos el endoscopio como un asistente en el procedimiento, esto es de gran utilidad. (Figura 34.6) Para estos casos, el abordaje microquirúrgico puede ser directamente transnasal, es decir, entrando por la narina derecha para los cirujanos diestros, se incide la mucosa por delante del ostium esfenoidal siguiendo la dirección y a la altura del cornete medio. Una vez localizada la cara anterior del cuerpo del esfenoides, se fractura la inserción del vómer y se desplaza el septum hacia el lado contrario para permitir una mejor visión de la zona con el microscopio quirúrgico. A partir de este momento se introduce el endoscopio con una óptica angulada a 30° ó 60°, que nos permitirá la inspección de la cavidad del seno esfenoidal y el reco- nocimiento de las improntas óseas que corresponden a las carótidas o los nervios ópticos. En este tipo de abordaje combinado, lo más con- veniente es proseguir en este momento con la técnica habitual microquirúrgica, abrir el piso de la silla, lue- go la duramadre y posteriormente resecar el tumor. En los casos de adenomas de gran tamaño es impor- tante, una vez finalizado el procedimiento, recolocar el endoscopio y observar la cavidad residual, a fin de controlar si han quedado residuos tumorales –y, en ese caso, completar la resección–, u orificios que pudieran posibilitar el desarrollo de una fístula de líquido cefalorraquídeo. Luego se procede al cierre con la técnica adecuada a fin de evitar complicaciones, en particular, la men- cionada fístula de líquido cefalorraquídeo. Abordaje endoscópico transesfenoidal. Técnica quirúrgica En casos especiales utilizamos la técnica endoscópica para el tratamiento quirúrgico de las lesiones selares, que evita la utilización de espéculos intranasales, al mismo tiempo que ofrece una visión panorámica de 360˚, permitiendo el reconocimiento de todas las es- tructuras anatómicas a nivel nasal, intraesfenoidal, selar y supraselar. 11 El equipamiento endoscópico se encuentra com- puesto por el telescopio, la fibra óptica, la fuente de luz, la videocámara digital, el monitor y el sistema de videograbación. Los telescopios utilizados habi- tualmente son rígidos, con un diámetro de 4 mm, una longitud de 180 mm y con angulaciones de 0˚, 30˚ y 45˚, según las diferentes etapas quirúrgicas. El telescopio se coloca dentro de una vaina rígida, permitiendo la protección del telescopio y una adecuada manipula- ción del mismo. La vaina se conecta a un sistema de irrigación que proporciona una visión limpia en todo momento gracias a un lavado controlado de la lente, sin la necesidad de retirar reiteradamente el endoscopio para su limpieza. El telescopio se conecta a la fibra óptica, que brinda una transmisión óptima de la ilu- minación de alta calidad generada por la fuente de luz fría de xenón. La videocámara digital, de preferencia de tres chips, es adaptada al telescopio permitiendo Figura 34.6: Visión endoscópica. T, tumor. D, duramadre del piso selar
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