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Capítulo 56: Tratamiento quirúrgico de las malformaciones arteriovenosas intracraneanas AtoS ALveS de SouSA, RAfAeL AuguSto cAStRo, SAntiAgo bRAndão Introducción Las malformaciones arteriovenosas cerebrales (MAVs) constituyen una de las enfermedades más complejas del sistema nervioso central. A pesar de los marcados progresos en la neurocirugía de las últimas décadas, las MAVs continúan siendo un gran desafío para el neuro- cirujano. La primera cirugía documentada con exéresis satisfactoria de una MAV fue realizada en 1889 por un neurocirujano de origen francés llamado Jules Pean. La hipótesis clínica preoperatoria había sido epilepsia secundaria a tumor cerebral realizando el diagnóstico de MAV recién después de la cirugía. Debido al alto riesgo de hemorragias intraoperatorias y la morbilidad y mortalidad de esta cirugía, Cushing y col. defendieron el manejo conservador en la mayoría de los casos. Gracias al desarrollo de la angiografía cerebral se ha notado un gran progreso en el diagnóstico y tratamiento de las MAVs, permitiendo programar la cirugía con antici- pación. Además, con el desarrollo de la microcirugía y de la coagulación bipolar, el tratamiento quirúrgico resultó más seguro y se constituyó hasta ahora en la primera elección para el tratamiento de MAVs. Yasargil reportó, en su serie de 414 pacientes operados entre 1967 y 1986, una mortalidad menor al 5% para MAVs pequeñas y del 10% para MAVs medianas. Por otro lado, la neurorradiología intervencionista ha extendido las posibilidades terapéuticas de las MAVs, permitiendo la embolización de MAVs profundas y MAVs localizadas en áreas elocuentes inaccesibles a través de la cirugía convencional. Además, la posibilidad de embolización preoperatoria de MAVs grandes con alto flujo optimiza la resección quirúrgica posterior. La radiocirugía es otra importante opción terapéutica de MAVs y se indica en aquellos casos de pequeñas lesiones profundas inac- cesibles quirúrgicamente. Epidemiología Dada la heterogeneidad de la población a estudiar, es muy compleja la determinación de datos epidemioló- gicos reales. Los estudios realizados sobre autopsias estiman una prevalencia de MAVs en el rango de 0,8 a 4,7%. 6, 17, 18 Por otro lado, de acuerdo a un estudio cooperativo de aneurismas intracraneanos, 8,6% de los casos de hemorragia subaracnoidea (HSA) no trau- mática se debe a ruptura de MAVs. Considerando que la incidencia anual de HSA espontánea es de 10/100 000 para la población general, la incidencia anual de sangrado secundario a ruptura de MAVs puede esti- marse en 1/100 000. 29 Algunos estudios adicionales sugieren que las MAVs constituyen desde el 3 al 33% de las causas de hemorragia intracerebral primaria. 1 Clasificación Las malformaciones vasculares del sistema nervioso central fueron clasificadas en 1976 por McCormick en cuatro tipos, basándose en criterios morfológicos: 1) MAVs, 2) angiomas venosos, 3) angiomas cavernosos, y 4) telangiectasia capilar. Cada tipo se caracteriza por su morfología, la presentación clínica y el tipo de trata- miento indicado. Las fístulas directas constituyen otro grupo de malformaciones vasculares que comprende a las de la Vena de Galeno, las fístulas durales y las fístulas carótido-cavernosas. La evolución clínica y la patogénesis de estas lesiones son diferentes a las MAVs tradicionales. 8, 19-21 La clasificación de MAVs más popular es la pro- puesta por Spetzler y Martin que tiene en cuenta tres factores: el tamaño, el patrón de drenaje venoso y la elocuencia de la localización. (Tabla 56.1) La clasifi- cación de Spetzler-Martin no permite estimar algu- nos aspectos del riesgo quirúrgico, sobretodo en las lesiones grado III y en las localizadas en el tronco del encéfalo. Una modificación a esta clasificación propo- ne la división del grado III en dos grupos: A y B. Las MAVs grado IIIA son malformaciones localizadas en áreas elocuentes con drenaje venoso superficial y un tamaño en el rango de 3 a 6 cm. Las de grado IIIB son lesiones localizadas en áreas elocuentes con drenaje profundo que miden menos de 3 cm de tamaño. Las MAVs grado IIIA presentan mejor pronóstico y con- secuente menor riesgo de morbilidad y mortalidad quirúrgica que las MAVs grado IIIB. Presentación clínica La edad de presentación más frecuente es en adultos entre 20 y 50 años, aunque pueden observarse en cual-
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