Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
NeuRociRugíA / Basso670 In fe cc io n es Tratamiento La técnica descrita originalmente por Dowling-Orlan- do en Argentina es el tratamiento primario de elección para la remoción intacta de los quistes hidatídicos intracraneanos. Se trata de un verdadero parto, con episiotomía, ruptura de membranas y maniobra de Crede. 21 Extremo cuidado se debe tener al momento de abrir la duramadre, ya que en quistes de gran vo- lumen, la cúpula se encuentra siempre justo debajo y cubierta por una fina capa de adherencias lepto- meníngeas. Si bien el quiste presenta la mencionada expresión cortical, esta es la punta del iceberg de un gran volumen que se encuentra dentro del cerebro. Por ello, es necesario realizar corticotomías (episio- tomías) en áreas clínicamente silentes y en esa forma generar una apertura lo bastante amplia como para un parto seguro, minimizando el riesgo de ruptura y de lesión de corteza elocuente. La cauterización, en todas sus formas, debe ser evitada ya que el calor que genera puede romper la pared del quiste. La corteza debe ser cubierta por gasa húmeda para protegerla, y se abre la aracnoides. El pericisto transparente es identificado y se abre (el parto no se puede realizar a través de un pericisto intacto). El pericisto no se encuentra adherido a la pared del quiste sino al ce- rebro, por lo que no se debe intentar separarlo. A continuación, diversas maniobras han sido descritas para producir el parto y evitar la ruptura del quiste: una de las más empleadas es colocar al paciente en la posición de Trendelenburg, con la cabeza en el punto más declive, y solicitarle al anes- tesiólogo que provoque un Valsalva para hinchar el cerebro y favorecer al parto. Mientras eso ocurre, el cirujano instila con suavidad solución salina entre la membrana externa y el pericisto con un catéter (Figura 63.6), usando la presión hidráulica para se- parar ambas membranas y favorecer la expulsión del quiste. La presión suave sobre el cerebro adyacente (maniobra de Crede), también favorece el parto. Una vez expulsado el quiste, se verifica la zona adyacente en busca de quistes hijos. 6 De ser posible, el neurocirujano debe resistir la tentación de aspirar el contenido de la lesión, ya que ni bien esto ocurre, con independencia del cuidado que se tenga al realizar la maniobra, el líquido conta- mina el campo quirúrgico por completo. Si el quiste no posee expresión cortical, se puede usar ecografía o estereotaxia para facilitar la localización. Si estas no están disponibles, la palpación del córtex con el dedo puede resultar útil. La mayor complicación de la ruptura es la recurrencia por contaminación y el shock anafiláctico, que puede ser fatal. El uso intraoperatorio de sustancias escolicidas es controversial. No hay un agente eficiente y seguro. La formalina nunca debe ser utilizada. 1, 12 En nuestro servicio, usamos la solución salina hipertónica como escolicida. En nuestra serie, utilizamos la técnica de Dowling en 86 casos y la punción-evacuación en 3 casos de lesiones muy profundas (incisura tentorial, mesen- céfalo, seno cavernoso). En 5 casos hubo ruptura in- traoperatoria del quiste, recibiendo el paciente trata- miento antihelmíntico sintético. En las 11 lesiones intraorbitarias, 9 fueron punzadas y evacuadas, y en las dos restantes se realizaron partos según la técnica descrita. El posoperatorio no tuvo complicaciones en 78 casos, con mejoría de los síntomas iniciales en todos los casos. Se observó recurrencia en 7 casos, siendo la mortalidad también de 7%. Otras series describen recurrencias similares. 19, 40 En la actualidad, el tratamiento de elección de la enfermedad es siempre quirúrgico. La clave está en conseguir extraer el quiste sin abrir su contenido. El tratamiento adyuvante con drogas antihelmín- ticas es necesario en los casos en que el quiste se rompe. En humanos, el albendazol es más efectivo que el mebendazol. La posología del primero es 10 mg/kg durante 3 meses, y del segundo 30 mg/kg por el mismo tiempo. El albendazol también puede ser empleado en forma preoperatoria durante 14 a 28 días para prevenir la infestación en caso de ruptura, aunque su utilidad se encuentra en discusión. 26, 52 Figura 63.3: RNM en T1 y T2, que muestra una lesión redondeada quística en fosa posterior, hipointensa en T1 e hiperintensa en T2 (Qquiste hidatídico de fosa posterior) Figura 63.4: TAC axial con ventanas parenquimatosa y ósea. Múltiples lesiones quísticas, una de ellas calcificada y multiloculada. La cirugía pudo realizarse exitosamente sin ruptura de los mismos. TAC posoperatoria.
Compartir