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(Corrientes psicológicas) Jerry Alan Fodor_ José Manuel Igoa_ José Eugenio García Albea - La modularidad de la mente un ensayo sobre la psicología de las facultades-Morata (1986)

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E.Af"d* - --l
Co lección : PS ICO LOG lA
Co rrientes psicológi cas
J. A. FODOR 
La modularidad de la mente 
Un ensayo sobre la psicologia de las facultades 
Resivi6n y Pr61ogo a !a edici6n espafiola 
por 
Jose Eugenio GARCIA ALBEA 
Facultad de Psicologia 
Universidad Complutense. MADR JD 
EDICIONES MORATA, S. A. 
Fundada por Javier Morata, Editor, en 1920 
28004 - MADRID 
La modularidad de la mente 
Un ensayo sobre la psicologfa de las facultades 
por 
J. A. FODOR 
Traducido por 
Jose Manuel I GOA 
Tftulo original de la obra: 
THE MODULARITY OF MIND 
© The Massachusetts Institute of Technology, 1983 
No esta permitida la reproducci6n total o parcial de este libro, ni su tratamiento 
informatico, ni la transmisi6n de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea elec­
tr6nico, mecanico, por fotocopia, por registro u otros metodos, sin el permiso pre­
vio y por escrito de los titulares dei Copyright. 
© EDICIONES MORATA, S. A. (1986) 
Mej fa Lequerica, 12. 28004 - Madrid 
Derechos reservados 
Dep6sito Legal: M-9.226-86 
ISBN: 84-7112-307-X 
Compuesto por: Artedita 
Printed in Spain - lmpreso en Espana 
lmprime: UNIGRAF, S. A. Paredes, 20. FUENLABRADA (Madrid) 
CONTENIDO
Págs.
PROLOGO A LA EDICION ESPAÑOLA, porJosé Eugenio GcRcl,A
ALerR IAGRADECIMIENTOS 17PRESENTACION 19
PRIMERA PARTE: Cuatro explicaciones de la estructura mental . . 21
1.1. El neocartesianismo; la estructura de la mente entendida
como estructura del conocimiento, 22.- 1.2. La estructura men-
tal, como arquitectura funcíonal: facultades horizontales, 31.-
1.3. La estructura mental como arquitectura funcional: faculta-
deS verticales,35.- l. 4, E¡ asociacionismo (o "iqué fue de la
psicolog ía de las facultades?"1, 46.
SEGUNDA PARTE: Taxonomía funcional de los mecanismos cog-nitivos 65
TERCERA PARTE: Los sistemas de entrada considerados como
módulos
I I 1.1 " Los sistemas de entrada son espec íf icos de domini o, 76.-lll.2. El funcionamiento de los sistemas de entrada es obligato-
rio, 83.- lll.3. El acceso desde el procesador central a las repre-
sentaciones mentales que los sistemas de entrada computan es
sólo limitado,87.- lll. 4. Los sistemas de entrada son rápidos,
93.* lll.5. Los sistemas de entrada se hallan informativamehte
encapsulados, 98.- lll.6. Los productos de los sistemas de en-
trada se refieren a aspectos "superfíciales", 124.- lll.7. Los sis-
temas de entrada se hallan asociados a una arquitectura neural
frja, 138.- lll.8. Los sistemas de entrada presentan unas pautas
de deterioro características y específicas, 140.-- lll.9. La onto-
génesis de los sistemas de entrada presenta un rítmo peculiar y
una característica sucesión de estadios, 141.
CUARTA PARTE: Sistemas centrales
OUINTA PARTE: Conclusiones y advertencias. .
NOTAS
BIBLIOGRAFIA
OTRAS OBRAS DE EDICIONES MORATA DE INTERES.
76
144
166
178
192
199
DEDICATOR IA 
(Como nacio esta obra) 
Un d fa -hara unos cinco anos mas o menos- mi amigo, co­
lega y, en ocasiones, coautor de libros Merrill GARRETT, me hi­
zo la observaci6n mas profunda que jamas haya escuchado so­
bre los mecanismos psicol6gicos responsables de la percepci6n 
del habla. "El aspecto mas importante del analisis lingu fstico", 
dijo Merrill, "es que basicamente se trata de un reflejo". Esta 
obra es, en realidad, una detallada reflexion sobre esta intui­
ci6n de Merri II, y a el esta dedicada con toda mi gratitud. 
AG RAD EC IM IE NTOS
Este trabajo monogíafico surgió de unas dispersas..notas re-
copiladas con mot¡Vo de un curso sobre teorias cognttlvas con-
i.,ilpot¿neas para estudiantes graduadoq,_g1e Noam CHovlsrv
y t;impartimos juntos en el otoño de 1980. La actividad aca-
á¿ln¡.r bs el proóeso por el que las mariposas se transforman
én o-gus -dósde entonces, se han elaborado y cofregido.nu-rerosoi borradores. Este largo proceso ha sido más llevadero
qrác¡as a la generosidad con que distintos amigo.s, parientes,
.ol.gái e ¡nóluso personas .totalmente desconocidas me han
áóoñaOo sus ideas, sus críticas, su valiosa. información y me
h'an infundido ánimo. Ouisiera expresar mi grat¡tud al menos
a los siguientes: Ned Bloo<, Susan Bloc<, William BnEWER,
Noam CHousrv, Daniel Dervruerr, ScOtt FRHIn¡¡ru, HOward
Gnnorlrn, Henry Gr-etrunru, Lila Glrtrlvelr¡ , Michael HARNISH,
Peter Jusózvr, bavid KRpuru, Thomas Kuuru, Alvin Ltsrn -
MAN, John LtMeEn, John Mnnsnnll, William Mnnslrlt-W lL-
SoN, Robert Mnrruews, lgnatius MATTINGLY, Jacques MrHtrn,
Mary Porrcn , Zenon Pylvsuyru , Georges Rev, Brian Srrn.rli y
Loriaine Tylen. Estoy especialmente agradecido a Jim Hooc -
ro* porsu labor de poner a punto las referencias bibliográf icas.
Aun queda por mencionar un curioso rasgo de estas facu/ta­
des formates. La doctrina pierde todas las batallas -par asl de­
cir - pero siempre acaba par ganar la guerra. Se inclina ante el 
mas ligero sop/a de la crltica, pero ni la mas violenta tempes­
tad es capaz de destruirla. Los ataques que ha sufrido desde an­
taflo ... parecfan tan irresistibles que se consider6 inutil cua/­
quier defensa. Sin embargo, el {mica efecto duradero de estos 
ataques se redujo al abandono de la pa/abra Nfacultad': con lo 
que la doctrina par el/a representada quedo libre de todo lastre 
para remontar el vueio. -C. SPEARMAN, 1927. 
PROLOGO A LA EDICION ESPAÑOLA
Por José E. GARCIA-ALBEA
' "'Jfi ?:,$:1'ó: ffi1Í.1: l": ffi5 :"i ;
Jerry Fooon empieza 3 s.ef ya un autor conocido 
en los me-
oios pi¡coiogi.o, Já rruntr hispana. col algo de retraso, pero
todavía a tiempo de seguirle ta.iista ppr,los vericuetos de 
la dis'
cusión sobre roJJüiuiñ,;; t iiñ¡i.t'de la psicolooía actual' La
versión españorá Ju 
-r* obras"i-i"*bi¡cá[¡on nsióotósíca (Ed.
Cátedra, 1981 ) v Et lensua.ie-Jtl;tn;;^iento (Ed' Alianza'
1985) habrá .onir',buiáól t¡l'' dudá' a este seguimiento' Con-
fiamos en que esta tercera obra' .ó" ahora se complace en
publicar EotcloNES MonRrn, coniribuya' a su- vez' a completar
el panorama de las ideas quu-Fáoo* í'ra'venido desarrcllando
en los últimos-u.¡nt. uños. ¿a modularidad de la mente 
es su
tibro más reciente (versión oi¡l¡'ntl-Oá. r 983i v 9Y¡zá el más
"psicológ ico" de todos en cuánto a los contenidos' Parece
oportuno, porci",-r,*r algomás explícita la relación de este
rrtud¡o con los dos precedentes' . :-
Por una parte, y en contra Je lo que sugieren algunos críti-
cos (véase, poiijJtflo, la revisión hecha por D' DrruNErr en
ContemporarY Psychologv, 1égq' vol' 29' n' 1)',1",*?!y!:{i'
daddelamenfenosuponeunaruptu!.aconla.línea111'^'jo'
seguida por fooon ' Rópresenta' por el.contrar¡o' un intento
serio de hacer lt*"i* a lai.onsecüencias implícitas en ella'
En La ,*piiiiiiái pi¡rotiiiiu,"Fo.oon trataba de fiiar el
nivet propio iá"".óíiáá-n Jl ói"ologfa, apoyándose en la
noción o, ,,.fuivalencia f uncional" Dara superar los dos tipos
12 La modularidad de la mente
de reduccionismo que han amenazado a esta ciencia, el reduc-
cionismo fisicista y el reduccionismo conductista. La solución
propuesta por Fooon, en aquella ocasión, consistía en postular
un lenguaje mentalista para la psicología, sin gue ello supusiera
aceptar el dualismo de la ontología clásica ni romper con la vi-
sión materialista del universo que tienen las demás ciencias. Ya
en esta primera obra, Fooon señalaba las relaciones que pue-
den establecerse entre la psicología y las ciencias de la compu-
tación, tanto para esclarecer la distinción entre niveles explica-
tivos, corno para marcar los límites metodológicos que afectan
a los procedimientos de simulación por ordenador en el estu-
dio de la conducta de los organismos.
Teniendo en cuenta dichas constricciones metodológicas, es
posible entender la alternativa teórica que Fooon va a propo-
ner en El lenguaje del pensamiento, de cara a conceptualizar
la vida mental, objeto propio de la psicología. La tesis que de-
fiende en esta ocasión es la de que no hay modo plausible de
explicar la actividad mental de los organismos si no es median-
te un enfoque estrictamente computacional, es decir, un enfo-
que que consideredicha actividad mental como un conjunto de
operaciones formales que versan sobre símbolos o representa-
ciones. El lenguaje rlel pensamíenfo, como advierte el mismo
Fooon, no pretendía ser una obra pionera, sino un ¡ntento de
consolidación, ofreciendo un marco coherente en el que se
pudieran contrastar los resultados de la investigación psicoló-
qica eu€, con el epíteto de "cognitiva", se venía realizando
desde unos diez años antes. En dicha obra, Fooon justifica la
existencia de un código interno de representación y analiza sus
propiedades más relevantes. Entre ellas destaca la de su f lexibi-
lidad para acomodarse racionalmente a las exigencias de las ta-
reas que el organismo lleva a cabo en relación con el medio.
Con ello, queda abierta la puerta a una posible pluralidad de
códigos mentales, en correspondencia con los dominios cogni-
tivos específicos a los que se aplica la actividad computacional
del organismo. Esta es, justamente, la idea que Fooon va a
desarrollar en el libro que ahora presentamos.
Dicho en pocas palabras, La modularídad de la mente se apoya
en las obras anteriores en la medida en que se sitúa en una pers-
pectiva estrictamente f uncionalista y en la medida en que parte
de una teoría computacional de la actividad mental de los orga-
nismos. Lo que va a hacer Fooon ahora es, precisamente, llenar
de contenido dicha teoría computacional.
f'rólogo a la edición española
Pero, por otra parte, y en contra de lo que pud¡eran pensar
algunos psícólogos cognit¡vos de nuevo cuño, La moduiaridad
de la mente supone un avance cons¡derable con respeóto a las
dos obras anteriores. A nuestro juicio, ésta es la primera vez
que Fooon aborda de lleno la problemática psicológica en
cuanto taf , dejando más al margen las cuestiones estrictamente
filosóficas y metacientíficas. Este es un libro de psicología,
más que un libro sobre la psicología, sín que estén del todo
ausentes -a modo de conclusión- las oportunas consideracio-
nes sobre el porvenir de esta disciplina.
El carácter eminentemente psicológico de La modularídad
Ce la mente se pone de manifiesto a través de los siguientes
aspectos:
a) Fooon trata de entroncar con una tradición tan antigua
en psicología como la de la psicología de las facultades, in-
cluyendo en ella los planteamientos de la frenología (véase la
referencia a Gnll), así como los principales hitos de la orien-
tación diferencial (véase la referencia a Speanmnrrr ). El propó-
sito de todo ello es el de precisar con claridad su hipótesis
acerca de la estructura de lo mental, distinguiéndola con cui-
dado de otras propuestas aparentemente afines. En este senti-
do, no creemos que sea preciso insistir en que Fooon no es
un frenólogo ni un psicólogo diferencial.
b) El libro se centra, de forma decidida, en el problema de
la actuación, más que en el problema de la competencia. De ah í
la divergencia que muestra desde el principio con respecto a
Crlousrv y los neocartesianos. La conceptualización de las
"nuevas facultades" no se efectúa tanto en términos de es-
tructuras de conocimiento, como en términos de mecanismos
camputacionales. Lo que interesa a la psicología, en cuanto
tal, es cómo se procesa la información y de qué dispone el or-
ganismo para procesarla, y a esto es a lo que trata de responder
Fooon con su teoría de la modularidad. Adviértase, sin embar-
go, que la divergencia con respecto a CHousrv no significa
i:posición, sino complementación, en la misma medida en que
se complementan las nociones de "competencia" y "actua-
ción". Los auténticos adversarios de Fooon van a ser, una vez
más, los asociacionistas y neoasociacionistas y, en última ins-
tancia, aquellos psicólogos que pretenden pasar por cognitivos
sin asumir las consecuencias.
c) Los datos ernpíricos que aporta Fooon en apoyo de su
teoría están tomados principalmente de áreas de investigación
13
14 La modularidad de la mente
psicológica tan consor¡dadas como son ras de ra percepc¡ón o erlenguaje' Asimi:Tg, ras própi".drdgr ,Irür'gnu a ros sistemasmodutares son.típicameÁte 'ps;cát-d¡ürl Jt pooer ser estud¡a_das a través de ra actividad iniel¡geñt6 J.'rJ, organismos. La in-sistencia en la necesidad áe recuirír a ra comprobación empíri_ca es una nota dominante der ribro v ,qirl"".r;;';*¡Jrru,fa moduraridad como un-probrema ánülto que no admitesoluciones a priori. En erte ,.ntidot, la Ái¿ular¡dad rJe ra men_te no trata de presentar una. teoriá oriárogica firmementeestablecida, sino de proponer, de f;r;rj;;;ficada, un sugeren_je_lrourama para ra investisáción;r;;;iüica oe ros próiimos
d) uno de ios objetivos principares der ribro eser de estabre_cer una taxonomía bien fundada de.ros plo..ro, psicorógicos.Dicho en sentido figurad.o, se trata oe intróoucir er bistulí pa_ra dar con ra esenciá de ra'mente y poder así, de una vez. ha_cernos cargo de ella. Partiendo slempre ;*-i;; irrriirO"r',.,.,¿,co n s i s te n tes !1 ] a _ i nve s t i sa 9 i o Á q ; éi; ;g; " r ó o 
" 
Á- ;;-;r;;; n ufijar los criterios que permítan dístínguír entre crases natura_les de procesos y que, por tanto, rtugáiJ, lJru"onomía algo in_teresante, sin caer en ras crasific¿c¡oñá, tiiu¡l¡*, que se han pro-digado tanto en psicorogíá. rr prrr¡r;';;nLguir priffiere g¡¿suficiente adecuaóión deicriptivi, ó;;ñ;i, bare para roorarla necesaria adecuación eipllcati uu.'Lu má)Jur¡dad rJe la nlen-r8 es, en este sentido, un craro e¡emplo or-lonlo eraborar unaclasificación psicológica, piotrná-¡rái,j"lin" fo, criterios quela sustentan. A ro rargó oer t¡nio, sobre todo un r* tres partes cen-trales, Fooon va a ptanteai rói probremas-con que se enfrentadicha clasificación, formurar-un'a r,ipotesis-ünr* !a misma decarácter estrictamente funcionarista,-y ü*i.irinar ras propie_dades de los sistemas que la integran.
El resultado d-e esta indagacióÁ nos da un retrato r,e la estruc-tura mentar que, de formá resumiáa, ,é páoría caracterizarde la siguiente forma:
FUNCIONES
SISTEMAS DE ENIRADA Análisis de ta información
sensorial
SISTEMAS CENTRALES
SISTEMAS DE SALIDA
Fijacíón de creenc¡as
PROPIEDADES
Especificidacl de
dominio
Encapsulam iento
ínf srrn 61¡ys
I sotrc¡p ía
Ouineanismo
lntegracíón motora 7
Pr6logo a la edici6n espanola 15 
FoooR se centra en el estudio de las dos primeras clases de 
sistemas, poniendo de manifiesto sus diferencias en virtud del 
criteria de la modularidad. Asimismo, deja abierto el campo 
para e I estudio de los u lti mos, senalando expresamente su in­
tencion de no considerarlos en esta ocasion, aun cuando insi­
nua la posibilidad de que participen, en gran medida, del ca­
racter modular de los sistemas de entrada. 
Las consecuencias que se siguen de esta clasificacion son 
bien d irectas: es posi ble que la psi co logia tenga que confor­
marse con el estudio de los sistemas modu lares, claramente 
constrefiidos en su funcionamiento, y empezar a pensar que, 
como empresa cientffica, poco va a poder decir de los sistemas 
centrales, dado su caracter no-modular. Ello no quiere decir 
que se niegue su existencia, sino que quiza el dominio propio 
para hablar de ellos no sea tanto el de la psicolog{a cientffica 
como el de la fenomenologfa, la literatura, o el de cualquier 
otra fuente de conocimiento intuitive. 
Es verdad que, de esta manera, FoooR acota sensiblemente 
las aspiraciones de una buena parte de la psicologfa, preocupa­
da por decir algo de lo que, desde un punto de vista existen­
cial, le parece mas preocupante al individuo de nuestra especie. 
Pero, a la vez, afronta con realismo las posibilidades y limita­
ciones de la ciencia psicologica. En nuestra opinion, una de las 
principales aportaciones de este libro es la de haber puesto 
en tela de juicio dos de los supuestos mas utilizados en la espe­
culacion psicologica, a saber: a) que la nota mas destacada de 
la actividad mental es su caracter consciente; y b) que el com­
ponente de automatismo que se da en muches comportamien­
tos obi iga a considerarlos como reflejos. Lo que viene a decir 
La modularidad de la mente es que uno y otro supuestohan 
llevado a la psicolog fa a un callejon sin salida. En la rhedida en 
que se prescinda de ellos (actividad mental =I= consciencia; au­
tomatismo =1= reflejo), la psicologfa podra todav{a seguir avan­
zando. 
En relacion con lo anterior, conviene hacer un par de obser­
vaciones con el fin de evitar la confusion. La primera es que 
FoooR no niega que se pueda tener acceso consciente a los 
contenidos mentales. Lo que afirma es que una buena parte 
de nuestra vida mental (quiza la (mica sobre la que la psicolo­
gfa pueda decir algo) es fundamentalmente inconsciente (o no 
penetrable de modo cognitive desde los sistemas centrales). 
Es seguramente por ello, entre otras cosas, por lo que se justi-
16 La modularidad de la mente
fica la psicorogfa como ciencia, interesada en desverar ros me_canismos de esa vida mentar qu'e ";;;ü;iarcance de ra inrros_peccién. La segunda obseruriión ,. ,áii.i, a la supuesta equi_valencia entre automatismo y refrejás. Er u.road que, en argunaocasión, FoooR utiriza la analogiá'óon-lásiere¡os , paradescri_bir el funcionamiento de ros m-ódulos (véase, por ejempro, erapartado lll.5). pero es precis. *b;.;;r, como también rohace Fooon, que se trata de una ,analogía y,-,o de una equíva_lencia. si bien ros procesos modururri, áílguar qr. ror rrirl¡or,son inconscientes y automáticos (¡niáima'tivamente encapsu-lados), sin embargo, ro qr. definé r un ,.irl¡ir.il;"JuEf,.,.reactivo no-T9gl,rÍizado, mientras gue ros procesos moduraresestán mediatizados computa.¡onrtile-n;;; ;, decir, requieren
:ij:,Tllejo aparato de cárcuro pará poá., anarizar informa-oon y representarla internamente.A partir de ras anteriores obi.rur.iones, se pueden divisarcon más craridad ras perspectivas que se re bfrecen a ra cienciapsicotósica. por u.na parte, y tránü; r.;;dración tiuá¡áiáÁrr,se renuncia a la búsqueda desesperada de la conciencia, antela pobreza de ros reslrtr¿oi obien¡d;; ;; .rt. u.no empeño.Pero, por otra, se propone er .rtrJlo-rár-u..quibre, aunqueno por eilo más símpre, de ros mecanismos basrcos por ros queel organismo interáctú, ion er ,.¿¡á.-!i esre sentído, raatención preferente se.dirige no tanto a ro que ar.sujeto re pa_rece intuitivamente. más c{mpr i"uoó-v,in"pi,n.,pro, re suponemayor concentración y esfuerzo, sino'más'bren a aquello querealiza de una forma espontán.á,-,.nár"nri.irur y con un artogrado de eficacia. Es esto, prec¡samr^t", já'qr. en otros es_
Jilgs de hacer psico.rogía se ña daoopoiir.r,o y no ha desoer_tado espec i a I i n terés, -pe nsan d o qu:tzZ;,;; ;' ; Jy' ;jd; ffi T.cir de elro, es competencia de ciencial -ei básicas, como rafisiologfa o la.neuórogía. pero er quid de ra cuestión está enque estas ciencias se mueven en otro niveiy, óon su aparato ex_plicativo, sólo pueden contarnos cómo r, íá ,.nuqrinaria der or_ganismo y de qué está constituio.; nroá-nár dicen de sus ope-raciones formares, de ros probremas que resuerve, y de cómo, arresolverlos, se adapta al medio que le rodeá.-Lstas son cuestio-nes estrictarnente psicológícas que no parece posible abordarsi no es desde un enfoqre óo.putacional.
f'r 61090 a la edici6n espanola 17 
Considero oportuno hacer aqu f una ultima observaci6n. Es 
curioso que, ·ante las maquinas "inteligentes" que ha conseguido 
fabricar el ser humano, se hayan puesto tantos reparos en consi­
derarlas como realmente inteligentes porque -se sol fa decir­
/es faltaba la conciencia. Se puede advertir, sin embargo, que 
el mayor avance en la fabricaci6n de estos ingenios se ha pro­
ducido, sin duda, en aquellos aspectos de la vida mental que, 
a primera vista, parecen requerir mayor reflexion, atenci6n, 
memoria y esfuerzo, es decir, en todo aquello que podrfa 
parecer mas complejo y mas pr6ximo a lo que, desde muchos 
puntos de vista se podrfa considerar coma consciente; por el 
contrario, se ha avanzado muy poco en todo aquello que al 
organ ismo le resulta mas faci I y ejecuta con mayor natural i­
dad y eficacia (coma, par ejemplo, la percepci6n visual o la 
comunicaci6n verbal). iNo sera ello debido a la enorme com­
plejidad computacional que, a pesar de todo, encierra dicha 
actividad? iNo sera quiza, tambien, por la falta de aportacio­
nes psicol6gicas significativas que hubieran podido contribuir 
en mayor grado al avance de la lnteligencia Artificial? iO no 
sera, en ultimo termino, porque la ciencia psico16gica ha pade­
cido la i lusi6n de creer que lo mas interesente era aquello que, 
tal vez a la postre, no sea mas que algo epifenomenico, per­
diendo de vista que, quiza, lo que mejor caracteriza a la acti­
vidad mental sea aquello en lo que esta resu lta mas efectiva? 
Despues de todo, nada habrfa de extrano en ello. La modula­
ridad de la mente es un paso importante en esta direcci6n y 
creemos que tiene mucho que decir con respecto a las inte­
rrogantes anteriores. 
Del mismo modo que senalabamos que El lenguaje def pen­
samiento no pretendia ser una obra pionera, sino un intento 
de con sol idaci6n, es preciso indicar ahora que La modularidad 
de la mente es, en relaci6n con dichas expresiones, mas bien 
lo contrario. Abre nuevos caminos, cuya viabilidad debera 
ser puesta a prueba por la investigaci6n psicol6gica de los pr6-
xi mos anos. La aceptaci6n del desaf(o que plantea FoooR en 
esta obra no ha sido unan ime en los cf rcu los psico16gicos. Pe­
ro, al menos, no ha pasado desapercibido. lncluso se puede de­
cir que ha trascendido lo que suele ser habitual para un ensa­
yo. La modularidad de la mente ha despertado un interes inu-
18
La modularidad de la mente
s¡tado, habiendo.sido ya objeto, en su corta vida, de numerosasreuniones científ icas y de íariós ri;p;;;;;.- paia,qráiio, ór"estén interesados en conocer más acer;;il;, repercusión y rascríticas que ha suscitado, se res recom¡r;á; uno de ros úrti-mos números de ra revista TneJouiiái oi aáhunioral and grainsciences (1ggb, vor. 8, n. 1), oonoe ápár..r'rn resumen der ri_bro_ junto a numerosos comentarios.
Pero demos paso ya a la obra de Fooon.
Madrid, Abril, 1986 José E. Gnncn -ALsEe
PRESENT ACION 
La psicologfa de las facu/tades mentales vuelve a ser respe­
tada despues de haber pasado varios siglos de inefectividad 
con fren6/ogos y otros elemen tos poco serios. Par psico/o­
gfa de las facultades entiendo, a grandes rasgos, la postura 
que sostiene que, para explicar las fen6menos de la vida men­
tal, es preciso postular muchas clases, esencialmente distin­
tas, de mecanismos psico/6gicos. La psicologfa de las facu/ta­
des estudia formalmente la manifiesta heterogeneidad de lo 
mental y presta mucha atenci6n a diferencias coma las que 
existen a primera vista entre ia sensacion y la percepci6n, la 
volici6n y la cognici6n, el aprendizaje y la memoria o el len­
guaje y el pensamiento. Dado que, segun la opinion de las 
psicologos de las facultades, la causalidad mental de la con­
ducta implica casi siempre la actividad simu!tfmea de una va­
riedad de mecanismos psicol6gicos diferenciados, la mejor 
estrategia de investigaci6n serfa la de dividir y conquistar, es 
decir, estudiar primeramente las caracterfsticas intrlnsecas de 
cada una de las facultades que se postulan, y a continuaci6n 
examinar las modos en que interactuan. Desde la perspectiva 
def psic6/ogo de las facultades, la conducta manifiesta y obser­
vable es por excelencia el efecto de una interacci6n. 
Esta monograf fa versa sob re el estado actual de! programa 
que propane la psico!ogia de las facultades. No se trata tanto 
de evaluar su soporte empirico (que en buena parte sigue sien-
Presentaci6n 20 
do, a mi juicio, una cuestion abierta), cuanto de explicar en que 
consiste ta/ programa y en que circunstancias resulta o no na­
tural intentar ap/icarlo. En concreto, me propongo hacer lo 
siguiente: 1) distinguir el postulado general de que hay una 
serie de facultades psico/6gicas de una version particular de/ 
mismo que denominare la tesis de la modularidad; 2) enume­
rar algunas de las propiedades que los sistemas cognitivos mo­
dulares pueden exhibir en virtud de su caractermodular; y 3) 
considerar si es posible formular una hipotesis plausible acerca 
de que procesos mentales pueden tener un caracter modular. 
Hacia el final de/ estudio, intentare asimismo hacer a/go por 
4) desligar las cuestiones de las facultades y la modularidad de
lo que denominare la tesis de los Confines Epistemol6gicos, o
la noci6n de que existen unas constricciones determinadas de
forma endogena sobre las c/ases de problemas que /os seres 
humanos pueden resolver y, consecuentemente, sobre /os tipos
de fenomenos que podemos conocer.
A lo largo de esta obra voy a cefiirme al tema de la psicolo­
gfa de los procesos cognitivos, ya que es la unica clase de psi­
cologfa que conozco en parte. Con todo, el camino va ser 
largo y a/go tortuaso, defectas par las que deseo disculparme 
de antemano. En mi propia defensa puedo a/egar que, aunque 
piensa que el resurgimienta de/ programa que propane la psi­
calogia de las facu/tades ha sida de enorme utilidad a la hara 
de ampliar el abanica de a/ternativas de estudia a dispasici6n 
de las psic6/agas cagnitivos, y aunque estimo que es muy pro­
bable que la tesis de la madularidad demuestre ser verdadera en 
alguna de sus versianes, el ambiente que ha rodeada las discu­
sianes mas recien tes sabre el tema ha sida mas bien canfusa, 
habiendase defendida a u n tiempo pastularfas canceptualmen­
d iversas y no igualmente plausibles, segun espero demastrar. 
Por atra parte, aun queda mucha terrena par explarar. El pra­
poner un inventario de facultades psical6gicas equivale a pos­
tular una teorfa de la estructura de la mente. Tados estos te­
mas tienen una enarme impartancia y requieren ser tratadas 
en profundidad. 
PRIMERA PARTE 
CUATRO EXPLICACIONES 
DE LA ESTRUCTURA MENTAL 
La conducta se encuentra organizada, aunque su organiza­
ci6n es un fen6meno derivado; la estructura de la conducta 
guarda la misma relaci6n con la estructura de la mente que la 
de un efecto con su causa. En esto se resume la doctrina men­
talista ortodoxa, que es la que vamos a asumir a lo largo de la 
exposici6n que ahora se inicia: las explicaciones psicol6gicas 
ortodoxas dan cuenta de la organizaci6n de la conducta ape­
lando a unos principios que, segun el las, explican la estructura 
de la mente. 
Pero len que consiste dicha estructura? Es cierto que esta 
no es precisamente una pregunta muy clara, pero no por ello es 
menos fructffera. En esta secci6n ,me propongo considerar 
la psicolog(a de las facultades como una de las respuestas plau­
sibles que se pueden ofrecer a esta pregunta. ( En rigor, se trata, 
como en seguida podra comprobarse, de dos tipos de respues­
ta.) El objeto fundamental de esta primera parte es bosquejar 
la naturaleza de la raz6n te6rica de la doctrina de las facultades 
a base de contrastarla con diversas explicaciones alternativas de 
la mente. El modo de desentranar estas opciones se aparta en 
ciertos aspectos del estilo que considero normal, aunque tal 
vez resulte esclarecedor en este caso apartarse de la norma. 
Con todo, quisiera aclarar desde- el comienzo que las posturas 
que voy a revisar no deben considerarse mutuamente exclu­
yentes. Par el contrario, el punto de vista que en ultimo termi-
22 La modularidad de la mente 
no defendere sera, en algunos aspectos, descaradamente eclec­
tico. 
1.1. El neocartesianismo: la estructura de la mente 
entendida como estructura del conocimiento 
Como casi todo el mundo sabe, la doctrina de DESCARTES de 
las ideas innatas se hal la nuevamente de actualidad y, sob re todo 
bajo la tutela de CHOMSKY, se la i nterpreta de manera exp I (cita
como una teorfa relativa al modo en que la mente se halla ini­
cial, intrfnseca y geneticamente estructurada en facultades u 
"6rganos" psicol6gicos. A mi modo de ver, este resurgimiento 
del cartesianismo es un bien indiscutible. No obstante, conside­
ro que es necesario distingui r la psicolog fa de las facultades 
de carte neocartesiano de otras versiones bastante diferentes 
de la misma doctrina con las que suele confundirse y de cuya 
ret6rica ha tendido a apropiarse. En realidad, la mayor parte 
de este trabajo se ocupa de defender un concepto de facultad 
psicol6gica algo distinto del constructo chomskyano c;ie "6r­
gano mental" y que seguramente el propio DESCARTES habr(a 
desaprobado. La exposici6n que sigue tiene por objeto contras­
tar algunas de las corrientes a que he hecho alusi6n. 
En resumidas cuentas, el postuiado fundamental del neocar­
tesianismo es que "la estructura (psicol6gica) intdnseca es 
rica ... y diversa" (CHOMSKY, 1980, p. 3). Esta opinion se halla 
en contraste con todas las formas de empirismo, las cuales 
"asumen que el desarrollo es uniforme a traves de todos los do­
minios (cognitivos) y que las propiedades intr(nsecas del esta­
do inicial (de la mente} son homogeneas e indiferenciadas, 
asunci6n que comparten un amplio espectro de autores desde 
SK1NNER hasta P1AGET (quienes, por lo demas, difieren en mu­
chas otras cosas)" (ibid.). Las cuestiones relativas al innatismo 
apareceran una y otra vez, de uno u otro modo, a lo largo de 
esta obra. Pero por el momento prefiero dejarlas de lado para 
intentar descubrir que concepto de estructura mental subyace 
a este estilo neocartesiano de construir teor(as psicol6gicas. 
CHOMSKY es muy aficionado a hablar de las estructuras men­
tales en terminos de analogfa anat6mica con el coraz6n, las 
extremidades, las alas y otros miembros u 6rganos. "Una ma­
nera provechosa de reflexionar sobre la facultad del lenguaje, 
la facultad de los numeros y otras facultades analogas ser (a 
Cuatro explicaciones de la estructura mental 23 
considerarlas como '6rganos mentales' semejantes al coraz6n, 
al Sistema visual O al Sistema de coordinaci6n y planificaci6n 
motoras. Da la impresi6n de que no hay una I fnea clara de de­
marcaci6n entre los 6rganos f(sicos, los sistemas perceptive y 
motor y las facultades cognitivas en los aspectos referidos" 
(ibid.). Hay, por supuesto, una justificaci6n a esta analog (a,
basada en el argumento (enteramente plausible, desde mi pun­
to de vista) de que el desarrollo ontogenetico, tanto en lo refe­
rente a las facultades mentales como a los 6rganos corporales, 
debe entenderse coma el despliegue de un "proceso determi­
nado de manera intdnseca". Concretamente, " ... todos damos 
por sentado que el organismo no aprende a desarroliar brazes 
o a alcanzar la pubertad ... Al examinar la mente y sus produc­
tos, la situaci6n no es cualitativamente distinta de lo que
ocurre en el caso def cuerpo'' (ibid., pp. 2-3). Sin embargo, 
aunque el argumento de CHOMSKY esta bien planteado, su ter­
minolog (a es equ fvoca en ciertos aspectos; hay importantes 
distinciones que resultan oscurecidas por un uso del termino 
"estructura" aplicado de manera indiscriminada a los 6rganos 
corporales y a las facultades psicol6gicas en su acepci6n neo­
cartesiana. Tanto es as,, que solo cuando se pone enfasis en 
estas distinciones es cuando se empieza a ver con claridad en 
que consiste realmente la explicaci6n neocartesiana de la es­
tructura mental. 
Al examinar el problema con detalle, resulta que lo que 
CHOMSKY considera innato es principalmente un determinado 
corpus de informaci6n: el nino "nace sabiendo", por as( decir, 
ciertos hechos acerca de las constricciones universales sobre las 
posibles lenguas humanas. Lo que explica la asimilaci6n defini­
tiva de las capacidades lingu fsticas maduras es la integraci6n de 
estos conocimientos innatos con un corpus de "datos lingui'sti­
cos primarios" (p. ej., con las observaciones que el nino regis­
tra de las expresiones verbales producidas por los adultos per­
tenecientes a su misma comunidad lingu(stica). 
Lo mas importante desde la perspectiva neocartesiana no es 
tal vez que lo innate haya de ser, en terminos rigurosos, cono­
cimiento Al fin y al cabo el conocimiento es -al menos se­
gun dicen muchos fil6sofos- entre otras cosas un concepto 
normative que esta muy relacionado con la satisfacci6n de 
ciertas normas de justificaci6n. EI propio CHOMSKY parece dis­
puesto a abandonar el postulado de que los principios lingu (s­
t1cos universales se conocen de manera innata en beneficio de 
24 La modularidad de la mente 
otro postulado basado en un neologismo (y por eso mismo pu­
rificado) seg(m el cual tales principios se "cognoscen" (cogni­
ze) * de forma innata (vease sobre todo op. cit., pag. 9). Lo que 
sl es, en cambio, importante desde la perspectiva neocartesiana 
es que lo que se halla representado de forma innata constituye 
un objeto genuino de las actitudes proposicionales; lo que es 
innato tiene que ser algo que pueda constituir el valor de una 
variable proposicional en esquemas tales como "x sabe (/cree, 
/cognosce) que P". 
Veamos par que raz6n es importante. Como he senalado 
antes, el destino de la (supuesta) informaci6n innata es inter­
actuar con los datos lingufsticos primarios del nino, y a esta 
interacci6n se la considera computacional Ahora bien, el concep­
to de computaci6n se halla intrfnsecamente relacionado con 
conceptos semanticos como la implicaci6n, la confirmaci6n y 
la consecuencia 16gica. En concreto, una computaci6n es una 
transformaci6n de representaciones que respeta estos tipos de 
relaciones semanticas (vease FoooR, 1975; HAUGELAND, 1981 ). 
No obstante, tales relaciones semanticas solo se verifican, por 
definici6n, entre aquellas categorfas de objetos a las que puede 
adscribirse contenido proposicional, es decir, entre aquellas 
categor(as de objetos de los que puede decirse ''significa que 
p'� La idea de que lo innato tiene contenido proposicional es, 
por tanto, parte de una determinada forma de concebir la 
ontogenesis de las capacidades mentales, a saber, aquella que 
considera que en el desarrollo cognitivo lo que viene dado de 
form a end6gena se despl iega de modo computacional. 
As( pues, la explicaci6n chomskyana a la cuesti6n del apren­
dizaje lingu fstico es la relaci6n de c6mo la dotaci6n innata y 
la experiencia perceptiva interactuan en virtud de sus respec­
tivos contenidos: se sostiene que el nino utiliza sus datos lin­
gu (sticos primarios bien para seleccionar una de las posibles 
gramaticas que le proporciona una "'Teor fa Lingu fstica Gene­
ral" representada de manera innata (CHOMSKY, 1965), o bien 
*El verbo "cognoscer" (cognize) fue acui'iado por CHOMSKY ( 1980, pag. 70
y ss), quien lo defini6 como "conocer algo de forma tacita o implicita ... La 'cog­
nici6n' {cognizing) posee la misma estructura y caracter que el conocimiento (kno­
wledge), aunque puede ser, y de hecho es en los casos mas significativos, inaccesible 
a la conciencia" (op. cit., pag. 70). Mas adelante dice CHOMSKY: "Es necesario 
pasar de! concepto de 'conocer' al de si queremos resca tar la a cepci6n 
mas coherente y significativa de! concepto de conocimiento de su uso corriente" 
(op. cit., pags. 97-98). (N. de! T.) 
()uatro explicaciones de la estructura mental
para ,,calibrar" esquemas endógeno.s- de reglas adjudicando
valores a los parámátros que la dótación innata deja sin etpeci-
tüar (Csovrsrv, 1082). Estas consideraciones tienen perfecto
sentido en tanto en cuanto se mantenga que lo innato tiene
conten¡do proposicional, esto es, que es expresión de univer-
;rl;;-i¡ngiiísticos o de esquemas de reglas. o de cualquier otra
cosa. Pero carece de todo sentido si se sostiene lo contrario.- 
Ú¡rto desde esta perspect¡va, lo que resulta más sorprenden-
tu ioñ tal vez las di'ferencias entre las "estructuras" endógenas
pi¡óológica y anatómica. Es posible que tanto el desarrollo de
los brazos como el desarrolio de la anáfora exijan,. cada unopori, parte, la actualización de una dotación genética especí-
háu. fárU¡¿n es posible que lo innato pueda, en cada caso,
deScribirse en términoS de "información" en el escasamente
interesante sentido estadístico que implica sólo ausencia de
azar. sin embargo, no hay motivo alguno que haga suponer
óru .llesarrollo Ob los brazos exige el acceso a unos conteni-ioi óropoi¡c¡onales determinados de forma innata' El hecho
de tenei brazos no requiere "cognoscer" algo en particular,
;; ;. áu roOo innato o de otro modo. En contraste con ello,
la fuerza del argumento de CHon¡SKY es precisamente la necesi-
O.¿-J.-óue las própos¡ciones acerca de ia anáfora (entre otras)
;; ¿;gnosc¡Oa! dó modo innato. Este postulado es imprescin-
dible, puesto qr. ron precisamente estos contenidos proposi-
.ionálur los quá presenian el máximo interés teórico en la con-
cepción chomskyana del desarrollo del lenguaje''Á mi entendei, el estilo neocartesiano en psicología se ca.rac-
teriza esencialmente por asumir que la estructura mental debe
é*pli.urte sobre-todo en funciÓn de los contenidos proposicio-
nales de los estádos mentales. En este part¡cular, no hay duda
O. qua el nuevo cartesianismo Jleva la impronta del sesgo fun-
damentalmente epistemológico del propio Drscnnres. A fin
Jé éuentas, Drr.-o*t.t esta[a interesado principalmente en de-
terminar qré clase de cosas podemos conocer y con qué
;;rü Jr .óit¡Oumbre. En su epistemologíq, el principd expli-i*dr* es la capacidad del ser humano de reconocer clertas
"érJ¡á, 
(de laléornrt', ía,la teolog ía,la metaf ísica o cualquier
oir, ¿ir.iplina)iy lu forma prototíplca de explicació.n consiste
en exhibii estas úerdades como algo idéntico a, o deducible de,
órolos¡ciones dadas de manera innata y evidentes por sí mis-
li-rrd. No es, pues, de extrañar que partiendo de una preocupa-
"ión 
do*inante bor la explicación del conocimiento proposi-
La modularidad de la mente
cional se llegue a una concepción de la estructura mental basa-da cas¡ excrusivamente-.n iu org*ir..-¡án o. ros contenidosproposicionales.
Aunque acabo de decrarar que esta estrateg.ia es prototípica_mente cartes¡an a, ya ra encontramos oesarióirr;;;;;i,"o lnr",en el Menón de. puroru, cronde i. .ñ;¡üd der pequeño escra_vo para responder a ras preg.untas oé geom,etríaque re formurasocneres se exprica rp.uñáó u 
"¡"'itJr";iápiniones,, que siem_pre "formaron parte de é1,;.
socRRr¡s: r0ué opinas de e¡10, Menón? ¿Ha expresado ér una soraopinión que no haya deducido'porciÁ'irroi
Meruoru: Ninsuna; to ña sacado todo dL ,;;;;;;" haber.
il??r., [?:Jjjtante, no ,ruía, como hemos reconocido poco antes.
soc': Hay gue admitir, por tanto, que estas opiniones se encontrabanya en é1, i no es verdad?
Meru.: Sí*.
El innatismo de DescaRres y puroru, ar iguar que er decHousrcv, es tan. ,amaiivá. qr. con f recrón.¡, se pasa por artouna cuestión más profunda común u tóáói eilos, a saber, raidea de que ciertur' .rpár¡¿ro.i .óg"i,¡"áIier sujeto deberíanexpricarse en función á" -ür"ó¡;G; il;;recuencia (p. ej.,relaciones deductivas) qr. ,á verifiáán-;"i;; tas proposicionesque el sujeto,conoce (óree,-cognosce o comoquíera que se rellame). si vo te presunió-';i.u¿it.r ilñ; s \7?,,,y a usted,lector, se re dan'bíe-n ras-cueñtqs, re ,.rrpono" rá ,,1g",. su con-ducta se halta estructurada en iitoirá-iJiri",.; cqué clase deestructura menhl tendrí1 que ,posturar J pr¡.orogo a ra horade explicar esa conductaz Éegún ,l .irtér¡Ino, ra exprícacióndebe apuntar, entre otras cosa!, a ra estruc i¿ra deductívade rateoría de los números. ustJ conoce cosas sobre ros númerosde las que se deduce qr. /'n¿i tt,;¡ñ;;"in,, usted utitizael conocimiento que posee -tar ur.r"Jü;; iiterarmente estasdeducciones- cada 
"áf ú; t¡ene que responder a esa pregunta.De forma símirar,. según iá1.oie. tüi iriü'ürn*rut¡ur, nuestracapacidad para detectar rrbigü.dáoes sinücticas, distinguirfrases bien conformadar oé otr.s gramaticarmente incorrectas,responder de forma serectiva ar s¡ñtig;;;;inar topicarízado
rnululni ilr?Íuoo'" de las obras completas de Platón, Madríd, Asuitar, i966-
Cuatro explicaciones de la estructura mental 27 
y hacer otras cosas por el estilo, debe explicarse en funci6n 
de lo que se deduce de la gramatica que hemos aprendi'cio al 
adquirir nuestra lengua. En resumen, las capacidades lingufsti­
cas explican la conducta verbal y a su vez son explicadas en 
funci6n del contenido denuestras creencias. Segun esta con­
cepci6n, somos · capaces de detectar la ambiguedad de "Los 
hombres y las mujeres j6venes comen mucho"* debido a que 
1) hemos aprendido la gramatica del castellano y 2) de lo que
hemos aprendido se sigue -por deducci6n- que "los hombres
y las rnujeres j6venes comen mucho" puede ser objeto de dos
interpretaciones igualmente correctas.
Volviendo nuevamente a las cuestiones ontogeneticas, cuan­
do CHOMSKY dice que hay un "6rgano del lenguaje" determina­
do geneticamente, lo que quiere destacar es que hay verdades 
(acerca de la estructura de las posibles lenguas maternas) que 
los seres humanos aprehenden de manera innata. Cuando dice 
que la mente del nino se halla "intrfnsecamente estructurada", 
lo que quiere destacar es que hay unos contenidos proposicio­
nales determinados de modo innato. Cuando dice que la teorfa 
de la adquisici6n del lenguaje es la descripci6n de coma madu­
ra la facultad del lenguaje, lo que quiere destacar es que la 
ontogenesis de las capacidades lingu (sticas es el despliegue de 
las consecuencias deductivas de las creencias innatas en interac­
cion con un corpus de datos perceptivos. Moraleja: CHOMSKY 
es un autentico cartesiano por razones mas profundas que su 
adhesion al innatismo; el paradigma que explica la estructura 
mental, en la reflexion teorica de CHOMSKY tanto coma en la 
de DESCARTES, es la estructura implicativa de sistemas de propo­
siciones semanticamente relacionadas. 
Hay aspectos de la organizacion mental en los que la version 
chomskyana del cartesianismo resulta, a mi entender, especial­
mente convincente. Pero, por esa misma razon, es importante 
·hacer hincapie en que hay otras clases de fen6rnenos que un
teorico puede tener en mente al hablar de estructuras psico-
16gicas end6genas. Considerese, por ejemplo, la memoria. A la
hora de postular facultades determinadas de modo innato, la
*El ejemplo que propane el autor ("They are flying planes'') no presenta, al tra­
d ucir lo al castellano, la clase de ambiguedad estr uctural que el caso requeri'a. Esta 
oraci6n presenta las dos siguientes lecturas en castel lano· 1) Son aviones que vue. 
Ian; y 2) (Ellos) estan pilotando aviones. Por esta raz6n, to marnos un ejem plo 
representativo de ambigi..iedad en castel lano. (N. def T.) 
La modularidad de la mente 
rnernoria es, sin lugar a dudas, un candidato plausible. Sin em­
bargo, la memoria no es una facultad en el sentido neocarte­
siano def termino. El tener memoria no depende de la posesi6n 
de un conjunto u otro de creencias, y si la memoria es una ca­
pacidad innata, ello no se debe a que existe cierto grupo de 
proposiciones que las organismos cognoscen de nacimiento. En 
suma, no existe ni la mas remota tentaci6n de identificar la 
estructura de la memoria con la estructura inferencial de un 
corpus de proposiciones. La memoria es, cabe suponer, cierta 
clase de mecanismo analogo a una mano, al h (gado o al cora­
z6n. Al menos desde un punto de vista material, la memoria 
parece en verdad una especie de 6rgano mental en aspectos en 
los que la :;upuesta facultad del lenguaje, incluso adoptando 
ese punto de vista, no lo parece en absoluto. 
La diferencia entre estas dos concepciones de facultad psico-
16gica sera ft "ldamental en buena parte de lo que queda por 
exponer; quiza un ejemplo ayude a aclarar esta distinci6n. 
Sup6ngase que se considera verdadero el postulado que George 
MILLER expone en su famoso artrculo sabre el "numero magico 
siete" (MILLER, 1956). A grandes rasgos, este postulado estable­
ce que existe un I frnite basicamente constante en el numero de 
elementos poco familiares e inconexos que pueden manejarse 
en una tarea de recuerdo inmediato. (Asf, si le pido a alguien 
que repita una serie de sflabas sin sentido, la lista mas larga que 
sera capaz de recordar constara de alrededor de siete elemen­
tos, aproximadamente.) El tratamiento que un neocartesiano 
dispensarfa a este fen6meno podrfa describirse en los siguien­
tes terminos: existe cierta proposici6n representada en la men­
te que todos aceptamos tacitamente, a saber, que ante una lista 
compuesta de n elementos que tenemos que aprender nos limi­
taremos a retener los siete primeros, olvidando los restantes. 
{Tai vez este principio no solo se cognosce y se cumple, sino 
que tambien se halla especificado de manera end6gena; para el 
prop6sito de esta exposici6n, esta cuesti6n carece de impor­
tancia.) 
Segun decfa anteriormente, no es descabellado suponer que 
el neocartesiano plantee su argumento en los terminos apunta­
dos, aunque dudo mucho que haya algun neocartesiano capaz 
de tomarselo en serio, y estoy convencido de que nadie mas lo 
harfa. El tipo de tratamiento que fos datos de MILLER estan 
pidiendo a gritos consistirfa en postular no una regla que se 
cognosce de forma innata, sino mas bien un mecanismo psico-
C:uatro explicaciones de la estructura mental 29 
16gico -un pedazo de "soporte Hsico", podda decirse- cuya 
estructura impusiera de alg(m modo limitaciones sobre sus'pro­
pias capacidades. Dicho de la forma mas espectacular posible: 
es como si dentro de la cabeza tuvieramos una caja y cuando 
intentaramos meter en ella mas de siete cosas, algunas empe-
1aran a salirse. 
No creo necesario aclarar que no estoy de acuerdo con esta 
concepci6n; es mas, n i siquiera comparto la idea de MILLER 
acerca de una memoria a corto plazo de elementos limitados. Mi 
prop6sito es hacer hincapie en la distincion entre dos concep­
ciones bien diferentes de c6mo pueden ser las estructuras men­
tales -ya sean end6genas o de otra (ndole-; una de ellas gira 
alrededor de la noci6n de contenido proposicional y la otra en 
torno a la nocion de mecanismo psicol6gico. La primera con­
cepci6n de la estructura mental es t fpicamente neocartesiana; 
la segunda, en cambio, no lo es. 
Ya senale al comienzo que las diversas concepciones de fa­
cultad psico16gica que iban a ser objeto de revision no son por 
necesidad mutuamente excluyentes. Cualquier neocartesiano 
podda, y en mi opinion deber/a, suscribir la idea de que aque­
llo de lo que un psic61ogo de las facultades debe ocuparse no 
se agota en los 6rganos-mentales-entendidos-como-estructuras­
proposicionales, sino que abarca tambien, en buena parte, el 
postulado sobre la existencia de mecanismos mentales. De 
hecho, no es facil imaginar con que argumento podrfa recha­
zarse esta propuesta. El responder "19" a la pregunta de 
"cuantos son 7 + 12'" debe, sin duda alguna, explicarse, al me­
nos en pa rte, en funci6n de lo que conocemos acerca de los 
numeros. Pero tiene que haber algo mas, ya que, a fin de cuen­
tas, el conocimiento no se hace presente en la conducta exclu­
sivamente en virtud de su contenido proposicional. Parece 
evidente que hacen falta unos mecan ismos para poner en acci6n 
lo que conocemos; estos mecanismos operan con el fin de ade­
cuar la organizaci6n de la conducta a las estructuras proposi­
cionales que son ''cognoscidas". Este es el problema de la "ac­
tuaci6n", segun uno de los usos que CHOMSKY confiere a este 
termino. Los mecanismos de la actuaci6n son para CHOMSKY 
lo mismo que la glandula pineal debio ser para DESCARTES: se 
les invoca para responder a la pregunta de "como se consigue 
que la estructura de la conducta sea reflejo de las estructuras 
proposicionales que el ser humano cognosce". 
No obstante, hay otra pregunta previa mas suti I pero igual-
La nlodularidad de !a rnente
mente acucíante para el cartesiano, a la que DescsRres proba_
blemente no tuvo que enfrentarse, gue dice así: ,,¿cómb llega
la estructura del pensamienro a ser reflejo de la estructura pro-posicional?". según la explicación carteiiana, uno puede hállarque 7 mds 12 es igual a 1g porque tiene ideas acerca de los nú-meros de las cuales se sigue que 7 más 12 es igual a 1g. sinembargo, está claro que esta explicación es uñ entimema.*Enunciada en toda su extensión, vendría a decir lo ;¡g;i;;ie:"Podemos llegar a saber... porque lo deducimos a part-ir de loque sabemossobre los números y disponemos de medios para
llegar a saber (parte de) to gue.se deduce de lo qrc triáÁo,
acerca de los números".
En resumen, aun asumiendo la concepción cartesiana sobre
las proposiciones que se cognoscen de m'anera endógunu, segui-
m_os precisando respuestas a interrogantes como ei sigúienie:".suponiendo que esto y aquello inflique lo de más u'li¿, ¿unvirtud de qué 
. mecaniqmo psicorógico 
'es el organ¡smo iaóazde inferir cogniciones de lo de máJalrá a part¡rá..ogniciones
de esto y aque.llo?" para responder a un interroganté de estanaturaleza puede muy.bien apelarse a las facultaJes psicológí-
cas, como las que median, por ejemplo, en la represeniación,*la
retención, la recuperación y la elaboración inferencial de lasproposiciones cognoscidas. Estas facultades -que evidente-mente no son órganos mentales según la concepción neocarte-
siana de la expresión- pueden asimismo ser consideradas es-tructuras mentales genuinas y venir determinadas de modoinnato (siendo preciso explicar, en caso contrar¡o, como ie
desarrolla su ontogénesis, de la misma forma que se desarrollala ontogénesis del conocimiento proposicionali. Un, u.i ,ár,el problema radica en gue esta clase de estructuras mentalesno consiste en representaciones internas de proposiciones, conlo que el postulado del carácter innato de tates estructuras noconstituiría una teoría de las creencias innatas. La apropiaciónque el neocartesianismo ha hecho de términos como los de"facultad", "'órgano"' y "mecanismo,, mentales para exp*rfflo que de hecho es una postura innatista en torno a las áctitu-
des proposicionales tiende a difuminar esta diferenci"; rin .,
bargo, es esencial mantenerse alerta ante ella si se quiere tener
"Silogismo abreviacj.o que,-por sobreentenderse una de las premisas, sólo constade dos proposiciones. (N. del R.)
1 :,,.itro explicaciones de la estructura mental 31 
conocimiento de la gama de alternativas existentes para cons­
truir teorfas en el ambito de la ciencia cognitiva. 1 * 
1.2. La estructura mental como arquitectura funcional: 
facultades horizontales 
Vamos a examinar ahora una concepci6n diferente de la es­
tructura mental, segun la cual una facultad psicol6gica es, por 
excelencia, un tipo de mecanismo. Los neocartesianos distin­
quen cada facultad de las demas en virtud de los contenidos 
µroposicionales que le son propios (de suerte que el supuesto 
6rgano del lenguaje se identifica como tal en virtud de la infor­
rnaci6n que contiene acerca de los universales lingu(sticos). Por 
el contrario, la concepci6n que voy a examinar ahora considera 
que lo que distingue a cada facultad son /os efectos peculiares 
que origina, lo que equivale a decir que las facultades se distin­
guen entre s( funcionalmente. Si existe una facultad del len­
guaje en este sentido, debera definirse corno aquella parte de 
los mecanismos (presumiblemente neurol6gicos) que interviene 
en la asimilaci6n y el empleo de las capacidades verbales. 
Una manera de apreciar esta distinci6n entre las "facultades 
coma sistemas de creencias'' y las "facultades como mecanis­
mos psicol6gicos" es tener presente que incluso te6ricos que 
son llamativamente empiristas frente a la anterior concepci6n 
pueden, no obstante, llegar a ser (siquiera calladamente) inna­
tistas con respecto a esta ultima. Esta era, de hecho, la postura 
de John LOCKE, al decir de algunas autoridades en la materia . 
... LOCKE consideraba que la existencia de facultades naturales como 
la percepci6n, el entendimiento y la memoria, y capacidades mentales 
innatas como las de la abstracci6n, la comparaci6n y el discernimiento 
era demasiado evidente para ser digna de menci6n expl icita en su En­
sayo. La metafora del papel en blanco tiene por objeto indicar que el 
conocimiento (y, por consiguiente, la mente) esta originalmente vac[o 
de objetos de pensamiento como las ideas; sin embargo, posee el apa­
rato necesario para adquirirlas mediante la experiencia y para luego 
derivar conocim ientos a base de comparar y contrastar unas con 
otras2 (HARRIS, 1977). 
*Todas las notas de autor se hallan en la pag. 178 y sgs. 
32 La modularidad de la mente 
As( pues, el psic61ogo (no cartesiano) de las facultades esta 
interesado per se en el analisis de la mente en mecanismos 
componentes en interacci6n .3 De todas formas, la historia de 
esta variante de la psicolog fa de las facultades presenta dos 
posibles versiones de una misma doctrina, seg(m sea el eje por 
el cual se seccione la mente. Seg(m la version mas conocida 
-que habre de denominar psicolog fa de las facultades "hori­
zontales"- los procesos cognitivos exhiben una interacci6n de 
facultades coma por ejemplo la memoria, la imaginaci6n, la 
atenci6n, la sensibilidad, la percepci6n y demas; y el caracter 
de cada uno de esos procesos viene determinado por la mezcla 
particular de facultades que incorpore. No obstante, la natura­
leza de la condici6n mental es mas o menos independiente de 
su contenido; se supone que las facultades no varfan en funci6n 
del contenido de pensamiento de que se ocupan. 4 
Por ejemplo, las explicaciones tradicionales de la mente so­
l fan reconocer la existencia de una facultad de juicio, cuya fun­
ci6n caracter fstica se supon fa que era el reconocimiento de afini­
dades y diferencias entre los contenidos mentales (o empleando 
la terminologfa entonces al uso, entre las Ideas). Una refinada 
capacidad de juicio es aquella que puede distinguir incluso entre 
Ideas muy similares (al estilo de coma John AUSTIN distingufa 
entre un simple accidente y un flagrante descuido). El juicio 
encontr6 terreno abonado en (p. ej.) el reconicimiento percep­
tivo, en el que supuestamente la categorizaci6n de las datos 
que llegan en un momenta dado a los sentidos exige la compa-
raci6n de estos datos con i nformaci6n procedente de la memo-
1' ria; de todos modos, los detalles no hacen ahora al caso. Ahora bien, esta facultad de juicio puede ejercitarse en rela-
ci6n con materias esteticas, jurfdicas, cientfficas, practicas o I 
morales, no siendo esta lista en modo alguno exhaustiva. Lo 
/importante es que, segun el tratam iento horizontal de ia es­
tructura mental, se trata en todas las ocasiones de la misma
facultad de juicio. Por consiguiente, la discriminaci6n de las 
afinidades y diferencias entre ideas esteticas se realiza justa­
mente mediante el mecanismo psicol6gico que sirve para dis­
tingui r, pongamos por caso, el peso de la masa o las agravios de 
las ofensas. Segun este punto de vista, pues, el juicio estetico 
es simplemente la aplicaci6n de la facultad de juicio al proceso 
de establecer distinciones esteticas. De ah ( se sigue que no exis-
te una facultad-de-juicio-estetico coma tal. A fortiori, tampoco 
hay una facultad estetica. 
Cuatro explicaciones de la estructura mental
Considérese de nuevo la memoria. Un tema recurrente en la
literatura tradicional es el tratamiento de la memor¡a conlo un
lugar donde se almacenan las creencias. Puroru afirma en un
pasaje del Teéteto que la memoria es como una jaula de pája-
ros; no hay más que alargar la mano y sacarel recuerdo que se
precise:
Socnnrus: preparamos ahora en cada alma un palomar que con-
tenga páiaros de todas clases, unos en grupos perfectamente diferen-
ciados, otros en pequeños grupos y aún una tercera clase de pájaros
aislados, que vuelen a su antoio a través de todos los demás.
TEETETO: Demos la cosa por hecha. Pero Zqué sucederá entonces?
Soc.: Tratándose de niños, preciso será decir que este receptáculo
se encuentra vacío y que en lugar de pájaros habráque alojar ciencias.
La ciencia que, una vez ádquirida, es encerrada en este recinto, parece
que uno mismo la ha aprendido, o, al menos, que ha descubierto el ob-
jeto del que ella es ciencia. En esto precisamente consiste el "saber".
TEET.: No lo dudo.
Soc.: Ahora habría que considerar a cuál de estas ciencias agrada-
ría la caza, esa acción de tomar y detentar, y de soltar la presa de
nuevo.*
Este tipo de analog ía "arquitectónica" es bastanterepresen-
tativa de las psicologías de las facultades en general. La mente
posee una estructura intrínseca y los contenidos mentales ocu-
pan posiciones momentáneas con respecto a este contexto
permanenle; en la mente ocurren cosas y lo que puede aconte-
cer en ella se encuentra constreñido por el modo peculiar de
configuración que la cáracteriza.s
No obstante, lo que convierte la concepción platónica de la
memor¡a en una versión de la psicología de las facultades hori-
zontales es su opinión acerca de cómo se mantienen los pájaros
dentro de la jaula. El aspecto crucial es que todos los recuerdos
se encuentran en el mismo lugar. Si, en camb¡o, se supone,
cOmO haCen numerosas teorías modernas, que existen Varios
sistemas de memoria, todos ellos facultades horizontales, en-
tonces es presumible que cada recuerdo pueda pasar a través
de cada uno de esos sistemas. En términos más prec¡sos,el lu-
gar en gue se halla un determinado recuerdo en un instante
áado dependerá, tal vez, del tiempo transcurrido o de la cant¡-
dad de ensayos habidos. De lo que, en cambio, no depende es
del contenido del recuerdo. Por ejemplo, no puede haber, por
ñp.cit.).(N.dei r.)
La mociularidad de la nrente
definición, una facultad horizontal especializada en recordar
"acontecimientos" frente al recuerdo de "proposiciones", o en
recordar caras frente a melodías. Por definición, tales faculta-
des de contenidos específicos no podrán ser horizontales.
Como indiqué anteriormente, otras formas más evoluciona-
das de psicolog ía de las facultades que la de Pr-aro¡v tienen, al
menos en primera instancia, una concepción más funcionai que
literalmente espacial de la arquitectura mental. Según esta con-
cepción, un sistema de mernoria se distingue en virtud de las
operaciones que le son características, quedando abierta la
cuestión de si existen áreas diferenciadas del cerebro especiali-
zadas en las diversas funciones que el sistema lleva a cabo. Sin
embargo, la idea de facultad horizontal ha sobrevivido al aban-
dono de los principios distintivos espaciales en favor de otros
de carácter funcional. En lugar cie hablarse de la posición de un
conten¡do mental en un momento m, se hace referencia al
conjunto de procesos mentales que tienen acceso a ese conteni-
do en m *o sea, al conjunto de procesos cuyo dominio en el
momento /n es dicho contenido. Así pues, un contenido que
se halla "en" la memoriaa corto plazo (pero no en la memoria
a largo plazo) a las 2:35 de la nrañana del día 5 es aquei al que
los procesos de memoria a corto plazo (pero no los de memo-
ria a largo plazo) tienen acceso en esa fecha y ahora. Una facul-
tad horizontal en el sentido estricto, identificada por criterios
funcionales, es aquella a la que todo contenido mental puede
ser accesible en uno u otro momento. Probablemente nadie
cree que existan facultades horizontales en un sentido tan fuer-
te, aunque esta idealización sirve para establecer un punto de
referencia sumamente úti l.
Por el momento, esto es todo lo que me propon ía decir
acerca de las facultades horizontales. La naturaleza de este
constructo irá desvelándose al ponerlo en contraste con otras
opciones teóricas alternativas. Por lo que respecta a la presente
exposición, una facultad horizontal puede definirse como un
sistema cognitivo funcionalmente distinguible cuyas operacio-
nes se extienden a través de dominios cognitivos díferentes.
Asumiré sin reservas que los procesos mentales son computa-
cionales en tanto en cuanto son cognitivos, toda vez que la
función característica de los mecanismos cognitivos es la trans-
formación de representaciones mentales (véase Fooon, 1975).
De ahí que cada facultad cognitiva diferenciada deba dar ori-
gen a un patrón caracter ístico de esta clase de transformaciones.
(.r¡airo explicaciones de la estructura mental
Tarnbién asumiré que es perfectarnente razonable establecer do-
minios de contenidos de manera independiente a la delímita-
cién de facultades cognitivas ,ya que de lo contrario no podría
plantearse la cuestión de si el funcíonamiento de tales faculta-
des se extiende a través de distintos dominios de contenídos.
Considero que esta última asunción no es descabellada. Si, por
ejemplo, existe un mecanismo psicológico encargado a la vez
de identificar f lores silvestres y de calcular elsaldo de la cuenta
bancaria, habrá, a primera vista, motivos para considerar que
ese mecanismo es horizontal.
1.3. La estructura mental como arquitectura funcional:
facultades verticales
La psicología de las facultades horizontales ha existido des-
de siempre. Según parece, es la teoría de la mente inspirada en
el sentido común. Por el contrario, la tradición "vertical" en Ja
psicología de las facultades arranca de una raíz histórica locali-
zada. Se remonta a la obra de Franz Joseph Gnr-r- (1758-1 8281,
fundador de la frenología e investigador que ha sufrido, injus-
tamente, de muy mala reputación.
Según Gell, el censo tradicional de las facultades mentales
horizontales es en gran parte una ficción. En concreto, no exis-
ten cosas tales como el juicio, la atención, la volición o la me-
moria. En suma, no hay en absoluto facultades horizonta-
les. Gall propone a cambio un conjunto de entidades que
describe de modo diverso como propensiones, disposiciones,
cualidades, apt¡tudes y capacidades fundamentales; la aptitud
para la música constituye un buen ejemplo. (Es preciso hacer
hincapié en que el propio Gnlu no utiliza la expresión "faculta-
des verticales". Yo mismo la he acuñado con el fin de propo-
ner una determinada lectura de los textos de este autor, quien
se muestra de acuerdo con las teorías tradicionales de las facul-
tades mentales en la idea de que la mente está estructurada en
subsistemas funcionalmente distinguibles, pero se opone a ellas
en la manera de trazar las divisiones entre estos sistemas.)
Desde el punto de vista del psicólogo cognitivo moderno, las
aptitudes tal y como las entiende Gell deben ser lo más pare-
cido a un cajón de sastre. Cualgurer persona podría sostener
este mismo punto de vista, habida cuenta de que Gnll aplica
el término aptitudes de forma indiscriminada a las competen-
La modularidad de la mente
cias y a las tendencias. La aptitud de cometer ases¡natos (por
citar otro de losejemplos de Gnr-r-)es más una propensión que
un talento; servimos para cometer asesinatos siempre que ten-
gamos una inclinación a matar, por muy torpes que seamos a la
hora de ejecutar los crímenes. Compárese con esto la apt¡tud
para la música que se posee únicamente cuandoexiste u nahabi-
lidad musical y no sólo cuando se tienen inclinaciones musica-
les. Este ligero confusionismo que caracteriza al concepto de
aptitud puede haber llevado a Gnul a pensar erróneamente
que sus facultades vert¡cales presentan más afinidades de las
reales. En definitiva, el censo de facultades verticales que Gnll
propone no tiene en cuenta la distinción entre cognición y
volición que la mayoría de los téoricos actuales consideran
indispensable.
De todos modos, en el caso de lo que Gnll denomina en
ocasiones capacidades "intelectuales", resulta útil identificar
aptitud con competencia en un determinado dominio cogniti-
vo. En este caso, las aptitudes intelectuales (a diferencia, nóte-
se bien, de las facultades horizontales) se distinguen en función
de sus contenidos. Es fundamental comprender que cuando
Gnll ¡ns¡ste en la especificidad de los dominios, no se limita
a subrayar en un sentido conceptual que si, por ejemplo, la
música es una materia diferente de las matemáticas, entonces
la aptitud musical es consiguientemente distinta de la aptitud
matemática. Gnll también sostiene que los mecanismos psico-
lógicos al servicio de una de estas capacidades son de hecho
diferentes de aquellos que están al servicio de la otra. Esta afir-
mación es, para mí, el núcleo central de la teoría de Gell.
Algunas de las analogías preferidas que GnlL aplica a las
aptitudes son de carácter etológico. Según él,la construcción
de nidos y el canto de las aves no deben considerarsecomo
aplicaciones de una capacidad intelectual general a la consecu-
ción de fines concretos; por tanto, sería incorrecto postular
una facultad horizontal de tipo intelectual de las aves, de la
que la competencia en el canto y en la construcción de nidos
constituyeran manifestaciones part¡culares. Lo mismo ocurre
en el hombre: "Existen tantas clases diferentes de intelecto
como cualidades diferenciadas... Un individuo puede poseer
una inteligencia considerable en relación con una capacidad
fundamental y a la vez una inteligencia muy escasa con respec-
to a todas las demás... Tan inadmisible es una facultad especial
del intelecto o delentendimiento como una facultad especial del
Cuatro explicaciones de la estructura mental
instinto" (pá9. 240l- (todas las citas de GnLL han sido tomadas
de HollnruoEn, 1920). Por consiguiente, el intelecto como tal
no puede ser neurológicamente localizable, en la misma medi-
da en que el instinto como tal no descansa sobre un mecanis-
mo cerebral espec ífico.
El argumento de Gnll es exactamente análogo al que po-
dría aducirse para negar la existencia de la agudeza. No cabe
duda de que hay una agudeza visual, una auditiva y tal vez una
gustativa, e incluso una intelectual. También podría agregarse
que un determinado individuo puede poseer una considerable
agudeza en relación con una capacidad fundamental y una
escasa agudeza con respecto a todas las demás. Sin embargo,
dado que la agudeza visual, auditiva, gustativa e intelectual
son, de seguro, únicamente parámetros de la visión, la a¡"¡di-
ción, el gusto y el intelecto, respectivamente, no podrá existir
algo como la facultad de la agudeza;semejante postulado cons-
tituiría una forma equivocada de encarar estos fenómenos. La
agudeza es, por utilizar un término a la moda, sincategoremá-
tica,* como también lo es el intelecto, según Gall.
Por otra parte, lo que es verdadero sobre el intelecto y la
agudeza también lo será sobre la memoria, el juicio, la voli-
ción, la atención y el resto de facultades horizontales. Según
la explicación de Gnlr-, estas facultades, individualmente y en
conjunto, son la progenie ficticia de una concreción mal apli-
cada. "La percepción y la memoria son solamente atributos
comunes a las cualidades psicológicas fundamentales, pero no
son facultades en sí mismas y, consecuentemente, no disponen
de centros propios en el cerebro" (pág. 2401. En este aspecto,
las facultades horizontales, de las que Gelu reniega, se ponen
explícitamente en contraste con las facultades verticales, con
las que este autor se muestra conforme; estas últimas se hallan
en correspondencia con mecanismos cerebrales específicos,
que, según GaI-l-, habrán de ser localizados tarde o temprano:
-Et d*lt, carece de sentido propio o de objeto significaclo. En aigunos opúscu-
los lógicos de autores medievales. se distingue entre los categoremas. términos
categoremátícos o predicados, esto es, vocablos que tienen sentido propio o un
obieto signif icado (p. ej ., "Pedro", "romano") y los sincategoremas, tr¡rminos sirica
tegoremáticos o copredicados. (J. Ferrater Mora, Diccionorio de Filosoft'o,44 ed.,
Madríd, Alianza, 1982.) (N. de/ T.).
37
38 La modularidad de la mente 
Tomemos el caso del musico. De un individuo cualquiera no podra 
decirse que es musico si no percibe la relaci6n entre los tonos, si care­
ce de memoria musical, si es incapaz de emitir juicios sobre melodfa y 
armonfa ... Asr pues, la atenci6n, la percepci6n, la memoria, el juicio
y la imaginaci6n no son mas que diferentes modos de acci6n de cada 
una de las capacidades fundamentales. Cuando la capacidad funda­
mental de la mente posee suficiente vigor, estos atributos se hallaran 
en plenitud; cuando su desarrollo sea debil, se producira un debilita­
miento de la atenci6n, la percepci6n y la memoria, el juicio sera defec­
tuoso y la imaginacion inexistente ... Es preciso descubrir las capacida­
des fundamentales de la mente, ya que solo e!las pueden disponer de 
6rganos independientes en el cerebra (pag. 238). 
No es extrano que, dado el enfasis que GALL pone en la 
especificidad de los mecanismos neurales que se hallan al servi­
cio de las facultades verticales, i nfiera, a parti r de esta especi­
ficidad neural, la existencia de lo que podda denom inarse de­
termi naci6n genetica: 
La influencia de la educaci6n, la instrucci6n, el ejemplo y las cir­
cunstancias del ambiente actua sobre todo cuando las disposiciones 
innatas no son ni demasiado debiles ni demasiado fuertes ... Las impre­
siones recibidas de fuentes externas a traves de los sentidos no son el 
origen de nuestras aptitudes, talentos, sentimientos, instintos y pro­
pensiones ... Las propensiones e instintos, las aptitudes y talentos, las 
habilidade('. intelectuales y las cualidades morales del hombre y de los 
animales son innatos (pp. 250-251 ). 
Este estilo de teorizar, que combina el innatismo con el en­
fasis en la especificidad de las capacidades cognitivas por do­
minios, !es resultara familiar a quienes hayan tenido oportuni­
dad de conocer lo que John MA.RSHALL denomina ''la nueva 
organolog(a".6 
La mayor parte de lo que queda por exponer en esta secci6n 
estara dedicado a elaborar la noci6n de facultad vertical de 
GALL ya que, desde mi punto de vista, esta noci6n comprende 
aspectos que la moderna ciencia cognitiva debeda tomar muy 
en consideraci6n. No obstante, es preciso separar antes las pro­
puestas mas aprovechables de GALL de ciertos argumentos que 
el aduce con el fin de mostrar las importantes deficiencias que 
presentan las versiones "horizontalistas" de la psicolog fa de las 
facultades. Estos argumentos son imponentes; han venido repi­
tiendose una y otra vez con gran aparato y parafernalia a lo 
largo de la historia de la psicolog (a (aunque por lo general, sin 
()Uatro expiicaciones de la estructura mental
mencionar las fuentes de donde procedían). Con todo, y.peseal efecto reforzador de tendencias opuestas a la orieniát¡onde las facultades que estos argumentos han ejercido sobre bue_na parte de las reflexiones teóricas de la psicología moderna,
no puede decirse que sean verdaderamente convinóentes.
El principal argumento de Gnll contra las facultaoes hori-zontales se asienta sobre la idea de que si existe solamente unafacultad de la memoria (por poner un caso), habrá que admitirque aquellos individuos que sean capaces de recordar un deter_mínado tipo de cosas estarán igualmente capacitados prru
recordar toda clase de cosas. Esto es, GRrl piensa que la éxis_tencia de una facultad horízontal unitaria de la memor¡a entra-ña que la capacidad de una persona para recordar cosas tieneque estar altamente correlacionada con distintas clases cJe ta-
reas (lo que he venido denominando dominios cognitivos). Lomismo sucederá, mutatis mutandis,* con el juiciol la imafina_ción, la atención y las demás facultades. "Si'la percepción-y lamemoria fuesen fuerzas esenciales, no habría'motivo algúnopara que se manifestaran de modos tan distintos, en funció"n cle
que_ fueran ejercitadas sobre objetos diferentes. No habría
razón alguna que impidiera que un mismo individuo o, ¡ncluso,todos los individuos aprendieran geom etrh, música, *u.áni.uy aritmética con la misma facilidad, puesto que su memoria lesserviría igualmente para todos estos fines" (pág. 24o-241). Esteargumento puede interp.retarse como una especie de ,,Ley deLeibniz" que rezaría así: la misma facultad no puede ser a lavez fu.erte y débil, de modo que si sucede que la memoria ma
temática es débil y la memoria musical fuerte, entonces la me_moria aplicada a las matemáticas no podrá sei la misma que la
aplicada a la rnúsica.
sin embargo, si el argumento se reduce a lo que acabo cleexponer, se trata obviamente de una fatacia. En rigor, todo loque se deriva de él es que memoria matemática * mlmbria mu-sical, lo cual, pese a ser indudabremente cierto, sigue siendocompatible con el hecho de que ra memoria musicál y la me-moria matemática sean ejercicios de la misma facultaá, en un
caso referida a las matemáticasy en el otro a la música. Exami_
nemos la cuestión de una manera mds simple: no hay ninguna
razon clara que impida que la misma facultad pueda ier fJerte
-Camblanrjo lo que se debe carnbiar. (N, de/ R.)
en crertos casos y déb¡l en otros, a menos que unos y otros
casos sean idénticos.
Así las cosas, un psicórogo de las facultades de corte,,hori-z.ontalista" pogría sugerir que lo característico de caáa-caJaci-dad mental es la peculiar mezcla de facultades horizont.i.d-qu.
r9ú¡e., y explicaría la distribución desigual de, p. ej., iicápác¡-dad de memoria a través de diferentes-dom¡níós cóén¡tirós envirtud de los efectos de interacción a que dan origeñ l.i d-iver-
sas mezclas de facultades. Ahora se ve con claridád, pol. é¡.r_plo, que el hecho de que los maestros de ajedrez recúerden'rnu-jor las distribuciones $_q las piezas en et tablero que otras ctasesde fenómenos no justifica la presunción de que bxiste una me-moria específica para el ajedrez. Antes bien, ét principio opera_tivo que finalmente prevalece es que, por io g'.n.rri, ,..ord.-mos lo que entendemos (BenrlErr ,1g32; Bnaruirono, BancrRyy FRRruxs, 1972), Lq capacidad def jugador Oe ajáOü,r-j"rurecordar la posición de las piezas es, pues, parte dé su áór"¡_dad de comprender por qué se encuentran ail í. si lrt ó¡áili r.colocan en disposiciones absurdas comprobaremos que estacapacidad se desvanece (De GRggr, 1g6b). spea*roñ fig27,págs. 35-36) señala.que "el problema dá la correh.ion,,'-qu.
se define como la interacción del nivel de funcionamiento deuna facultad con el dominio cognitivo donde se desarróilr_
es un escollo insuperable al que sé enfrentan las versiones r,or¡-zontales de la psicología de las facultades: ,,... el punto u¡trl ,,el grado de interdependengja, o, como se llama comúnmente,la magnitud de la correlación'". Gnll habríá, de t.grio, ,..'ptado esta formulación. Sin embargo, no está'del toáo .iuiá, ,la luz de las consideraciones que acaban de enumerarse, queuna psicolog ía de las facultades horizontales tenga que prede_cir exactamente los tipos de correlaciones que Gir_r_ y sp.o" -MAN esperan q.ue 
. 
predíga, como tampoco está claro que laimposibilidad de hallar tares correlaciones pueda demoitraralgo en uno u otro sentido.
El argumento que acaba de exponerse defiende el supuestode que los diversos usos de las presuntasfacultadesr¡or¡zbniá¡es
no correlacionan a través de distintos dominios cognirirzos. Noobstante, Gnlr manifesta una marcada tendencia i"lgo moles_ta, por lo demás) a subrayar este argumento, iuntartnt. óánotro que hace hincapié en ra imposibilidad de'que las capacida-des mentales correlacionen de un individuo a otro. Examine-mos brevemente este argumento.
Cuatro explicaciones de la estructura mental 41 
Todo psicologo de las facultades tiene que hallar una mane­
ra justificada de responder a la pregunta de "cuantas facultades 
hay". Una de las formas de hacerlo, preconizada por GALL, es 
buscar los parametros apropiados para una psicolog (a de las 
diferencias individuales y, a continuacion, postular una facul­
tad distinta que corresponda a cada parametro. Por consiguien­
te, uno de los argumentos favoritos de GALL para distinguir 
una facultad de otra es que las personas pueden diferir en el 
grado de posesi6n de una misma facultad: Smith destaca en 
matematicas, pero es un desastre en metaf fsica; a Jones le ocu­
rre a la inversa. Por tanto, la competencia para las matematicas 
y para la metaHsica tienen que apoyarse en mecanisrnos psico­
logicos y neurales diferentes; en suma, tiene que tratarse de 
facultades (verticales) distintas. 
Ahora bien, esta decision de GALL de relacionar cuestiones 
sobre las facultades con problemas relativos a las diferencias 
individuales supone, en cierto modo, un distanciamiento de los 
trillados caminos de la tradicion de la psicolog(a de las faculta­
des. Segun seiiala SPEARMAN: 
A todo lo largo de esta etapa inicial del ... desarrollo hist6rico de la 
doctrina de las facultades ninguno o muy pocos autores se ocuparon 
del problema ... de las diferencias entre un individuo y otro. El prop6-
sito para el cual fueron ideadas estas facultades en un principio y 
aplicadas casi exclusivamente durante un largo pedodo no habta sido 
establecer los aspectos en que los hombres difieren, sino mas bien 
aquellos que los caracterizan a todos por igual ... (1927, pag. 29). 
Ya ha quedado del todo claro lo que las reflexiones sobre la 
existencia de diferencias individuales pueden aportar, desde el 
punto de vista de GALL, a los argumentos recientemente exami­
nados que se aducen en contra de las facultades horizontales. 
El mero hecho de que Smith y Jones difieran en sus habili­
dades musicales no tendrfa por que suponer, por sf solo, la 
existencia de una facultad especfficamente musical. Supongase 
que todas las facultades son, en realidad, horizontales, pero 
que para alcanzar un determinado talento musical se precise 
cierta "mezcla u optima de esas facultades horizontales [por 
ejemplo, enormes cantidades de agudeza perceptiva, un toque 
de sensibilidad y tener los dedos muy largos (en realidad no se 
demasiado de musica, aunque sf tengo claro lo que me gusta)]. 
Pues bien, para una mezcla optima de esta naturaleza es de 
La modularidad de la nlenre
suponer que se darán diferencias en el grado de aproximacióna su posesión. sí smith silba mejor qué Jones, eilo se oáoe ague la mezcla de aquél se haila in¿s 'próxima'a ta conlic¡onóptima que la de éste; eso es, af menol, io qr. er defensoi o.las facultades horizontares podría sugerír a t'íiuró o*,igüni.n-to contrario a los que he expuesto antes.
De todas formas, es posibre que io que Gnr_l clefiende puedaplantearse en los.siguientes términos: si smith y Jones áii¡uirn
g.n la agudeza del juicio musical pero no, por ejempro, en la
Inyr.u del juicio práctico, entonces tiene óu* r.r'cierto'qr. oSmith o Jones (o ambos a la vez) no pruirniun el mismo éi.Uode agudeza de juicio en ros aspectos musical y práctico, Áho.,bien, si los juicios music-al y práctico cle una persona puedendiferir el.su grado de refinamiento (o, en tárminoi g*ñ.r.1"r,pueden diferir en F para cualquier F dada), entoncés las dosclases de juicio habrán de ser ipso factá; J¡it¡ntas. siñ .Áuur-go, si esto es lo grg ocurre, entonces et argumento acerca delas diferencias individuales queda reducido ál utgúr*Áto á, luLey de Leibniz anteriormente desechado.
La fascinación, y también ra ins¡stencia, que Gnll muestrapor la cuestión del grado de las diferenciaó ¡nO¡viduales *tunude las característícas más sorprendentes de su obra. sin embar-go, eso no encaja bien con otro de sus temas favoritos: lasconstantes analog ías entre las facultades y los instintos. La ma-nifiesta incapacidad de Gnil para periibir la contradicciónentre estas dos cuestiones se debe tal vez a que no llegó a dis_tinguir correctamente los problemas reracionádos con ia deter-m,inación genética de los relativos a laespecificidad d, uiliii¡,(dícho en términos muy genéricos). f Lórig¿n de esta confusiónreside en que ciertas clases de diferenciai inoiu¡ouul"t prro*nheredarse de la misma manera que se heredan determínadosrasgo: psicológicos privativos de la especie como son los initin-tos. Por ejemplo, puede clarse el casb de que fa capaci¿aá-áejugar extraordinariamente bien al fútbol dependa de un com-plejo peculiar de dotaciones de carácter fisiolbgico y p.*ptiuomotor. si esto es así, no debería extrañarnos él qu'.'.ra cápaci_dad llegue a hereclarse en una proporción significat¡ua oe cásor.En cambio, esto no justifica en absoluto la" pretensión de queel fútbol es una condrcta peculiarde nuestrá especie en el són-tido que los etólogos atribuyen a este fenomeno. En p.rti"rl.r,
G;smo hecho, (N. rtat R.)
Cuatro explicaciones de la estructura mental 43 
a partir de la {supuesta) heredabilidad del futbol no cabr(a 
inferir que la capacidad de practicar este deporte se as-iente 
sobre unas bases neurologicas especi'ficas, presente una historia 
evolutiva peculiar o se halle radicada en un tipo especial

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