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Lesiones traumáticas del plexo braquial en adultos... 983 la recuperación puede evidenciarse días después de esta y casi siempre está presente a las 8 semanas. La axonotmesis es el segundo grado en gravedad de lesión e implica una ruptura axonal, aunque con preservación de la membrana basal de las células de Schwann y de la vaina endoneural. Ocurre degeneración walleriana distal a la lesión y denervación con pérdida motora y sensitiva completas. La recuperación espontánea es posible porque los axones en regeneración pueden crecer en sentido distal hasta sus terminaciones originales a través de los tubos endoneurales intactos, a un ritmo aproximado de 1 mm por día. 57 El grado de lesión más severo es la neurotmesis, que se caracteriza por la interrupción tanto de los axones como de su soporte de tejido conectivo. Si bien la clasificación de las lesiones de acuerdo con los criterios mencionados es conveniente y útil para comprender y establecer su manejo, debe ser tenido en cuenta el hecho de que las categorías son espectros de una lesión y que, en general, existe una combinación de varios grados de lesión en el mismo paciente. Esto es cierto en particular en el caso de las lesiones de plexo braquial. La presentación clínica de las tres categorías de lesión es idéntica, por lo que el diagnóstico de cada una de ellas se puede hacer sólo luego del paso del tiempo, con la mejoría (o no) de los déficits. En cuanto a su localización, las lesiones del plexo braquial pueden ser clasificadas según dos aspectos: su posición relativa al ganglio de la raíz dorsal y su posición respecto de la clavícula. Las lesiones proxi- males al ganglio, denominadas pre-ganglionares, son más graves y por lo general se asocian a avulsiones ra- diculares, mientras que las lesiones distales al ganglio, llamadas posganglionares, en general son menos graves y poseen mayores posibilidades de reconstrucción quirúrgica. Con relación a la clavícula, las lesiones pueden ser supraclaviculares, retroclaviculares e in- fraclaviculares. Las primeras se caracterizan por una alta incidencia de ruptura radicular preganglionar. Las lesiones retroclaviculares son infrecuentes y por lo general asociadas a otra lesión por arriba o debajo de la clavícula. Por último, en las lesiones infraclaviculares, el compromiso del plexo es complejo y variable, con lesiones de cordones y de nervios terminales, y en cerca del 20% de los casos, con lesión preganglionar asociada de las raíces inferiores del plexo. 8 Muchas veces existe compromiso vascular, arterial o venoso, dada la vecindad de los grandes vasos axilares con las estructuras plexuales en este nivel. Las lesiones asociadas supra e infraclaviculares ocurren en cerca del 10% de los casos. 2 Presentación clínica El principal objetivo del estudio clínico de las lesiones plexuales es la determinación, lo más rápido posible, de cuáles deben ser exploradas cuanto antes, y en cuáles debe ser adoptada una conducta expectante. En muchos casos, los pacientes que sufren estas lesiones pueden ser estudiados sólo semanas o me- ses luego de establecida su lesión. Esto es así porque la lesión periférica suele ser sólo una parte de un trauma multisistémico que pone en peligro la vida, y cuyas lesiones más graves deben ser tratadas en forma inicial. Sin embargo, el conocimiento precoz del estado neurológico de un paciente permite que las evaluaciones posteriores determinen si una lesión está estable, mejora o empeora, lo que tiene un importante valor pronóstico. Como en cualquier enfermedad, la historia y el examen físico son las etapas iniciales en el proceso de evaluación y decisión sobre el tratamiento quirúrgico. La historia debe incluir detalles sobre el mecanismo de producción de la lesión. Como la mayoría de los pacientes presenta una pérdida funcional máxima inmediatamente posterior a la lesión, siempre debe indagarse sobre la existencia y grado de recuperación desde el accidente en adelante. En los pacientes con dolor asociado debe documentarse su inicio, su na- turaleza y localización, y la efectividad de los anal- gésicos utilizados. Un examen físico minucioso, con evaluación fun- cional de cada uno de los músculos del miembro su- perior y de la sensibilidad de toda la superficie del miembro, permite un diagnóstico preciso del tipo y grado de la lesión en cerca del 90% de los casos. 46 El examen se debe iniciar con la inspección, buscando asimetrías, cicatrices y callos óseos. (Figura 95.1 a y 95.1 b) La presencia de abultamientos en el triángulo posterior del cuello indica la posibilidad de colección de líquido cefalorraquídeo originado en los eventuales pseudomeningoceles existentes, o en un hematoma por ruptura vascular (en los casos agudos). El paciente debe movilizar la escápula y el hombro hacia arriba y, durante la ejecución de esta tarea, el examinador debe observar su grado de independencia y adaptación en relación a la pérdida de la funcionalidad. En seguida se evalúa la fuerza muscular. 52 Ese examen debe estar siempre precedido por una evaluación del movimiento pasivo de todas las articulaciones, ya que cualquier limitación articular puede confundir al examinador con una paresia. Luego de observar todos los signos de atrofia muscular y de palpar los músculos para evaluar el tono, se realiza la evaluación activa de la fuerza de cada músculo por separado y sus resultados son cla- sificados de acuerdo con la escala del British Medical Research Council. 10 El examen de la sensibilidad52 debe incluir el tacto superficial y la sensibilidad do- lorosa. El dermatoma de C5 corresponde a la porción lateral del hombro y el brazo hasta el codo. El de C6 se extiende sobre el antebrazo lateral y el pulgar. La distribución sensitiva de C7 comprende los aspectos
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