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NeuRociRugíA / Basso1006 N er vi os Otro factor que puede generar un número insufi- ciente de axones y su desviación, lo que puede afectar la funcionalidad de la reinervación, es la inadecua- da programación cortical motora posregeneración. 15 Son diversos los motivos por los que puede fallar la formación de programas motores en estos casos. En primer lugar, las lesiones obstétricas del plexo braquial provocan desaferentación sensitiva además del déficit motor; muchas funciones del sistema nervioso central dependen de la formación de aferentes nerviosos en un lapso específico o, de lo contrario, no se forman correc- tamente. En segundo lugar, la regeneración aberrante de axones motores puede proporcionar información discordante al sistema nervioso central. Por ejemplo, la orden motora de abducir el hombro puede provocar flexión del codo además de la abducción del hombro, debido a que los axones motores regenerados se des- viaron de su curso original. La retroacción resultante bien puede obstaculizar la formación de un programa selectivo de abducción, dado que es probable que el sistema nervioso central no tenga forma de identificar esta mala conducta de las unidades motoras. 73, 74 En tercer lugar, los axones sensitivos también pue- den tener tendencia a desviarse de su curso, lo que complica aún más la cuestión. Por último, el sistema nervioso central puede encontrar otra dificultad: la gravedad de la paresia. En esos casos, la única forma que encuentran los enfermos de efectuar determinados movimientos es a través de trampas (por ejemplo, rotación escapular en lugar de glenohumeral), que representan una adaptación funcional. A diferencia de la programación cortical motora inadecuada, algunos estudios describen una recupera- ción sensitiva normal o casi normal tras la reconexión de las raíces avulsionadas con las raíces vecinas 4, lo que significa que, por ejemplo, después de realizar una transferencia de C6 a C8 ó colocar un injerto de C6 en C8, los axones que se regeneran desde C6 y terminan en el meñique provocan una sensación en el meñique pero no en el dermatoma al que pertenecía original- mente el axón, que en este ejemplo correspondería al pulgar. Este fenómeno puede ser producto de la plasticidad de los cambios sensitivos, característica del sistema nervioso central de los lactantes. Según algunas hipótesis, esta plasticidad sería responsable de la ausencia de síndromes de dolor crónico secun- darios a las lesiones obstétricas del plexo braquial, a diferencia de lo que se observa en los adultos con lesiones del plexo braquial por avulsión radicular, que presentan síndromes dolorosos por desaferenciación. 4 Además de la supuesta presencia de una plastici- dad mayor del cerebro del lactante, que redundaría en una capacidad de adaptación mayor, un modelo animal reveló que la plasticidad de la médula espinal es mayor en los animales jóvenes que en los adultos. 42 Es probable que, además de la mejor regeneración del sistema nervioso periférico propia de los lactantes, la plasticidad medular explique la supuesta mejor recuperación que se observa en ellos, en comparación con los adultos, tras la reconstrucción de las lesiones nerviosas. 60 Tratamiento conservador en los primeros meses de vida El tratamiento habitual consistía en inmovilizar el brazo poco después del nacimiento a fin de prevenir el daño secundario de los elementos nerviosos del plexo braquial ya lesionados. No obstante, es muy improba- ble que provoquen daño secundario del plexo braquial los movimientos pasivos del brazo en la amplitud fisiológica que pueden tener los movimientos habi- tuales de los lactantes, tanto los espontáneos como los pasivos. Consideramos que no plantea ningún riesgo nuestra recomendación de movilizar con frecuencia las articulaciones desde el principio, con el propósito de prevenir la formación de contracturas articulares. Además, no hay ninguna prueba científica de que la inmovilización represente algún beneficio para ace- lerar o mejorar el proceso de regeneración nerviosa. Por otra parte, la rigidez articular puede ser perju- dicial para la evolución funcional final cuando limita la contracción efectiva de los músculos reinervados. Además, puede generar una reestructuración articular inadecuada, que suele afectar con mayor frecuencia a la glenohumeral. 57 La aparición de rigideces articulares puede iniciarse apenas dos o tres semanas después del nacimiento. Los tipos más frecuentes, según nuestra ex- periencia, son los secundarios a rotación interna, flexión y pronación fija del miembro superior. Los ejercicios, que se centran en prevenir este tipo de contractura y en optimizar la movilidad articular, comprenden la rotación externa pasiva en aducción y supinación, con el codo flexionado a noventa grados hasta el punto en que se perciba cierta tensión. Es preciso dejar el brazo en esa posición durante algunos segundos y luego soltarlo. Una sesión de ejercicios debe repetir este movimiento pasivo varias veces. Recomendamos a los padres movilizar el brazo afectado con la mayor frecuencia posible duran- te el día, al menos cada vez que le cambien el pañal al niño. Asimismo, recomendamos movilizar los dos brazos en simetría para que puedan utilizar la amplitud de movimiento del brazo no afectado como referencia del tratamiento del brazo afectado. Por último, es con- veniente que un fisioterapeuta infantil evalúe una vez por semana la movilidad articular. Tratamiento quirúrgico Indicación El tratamiento quirúrgico debe quedar reservado para los casos graves en los que ya no puede haber recu-
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