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Lesiones obstétricas del plexo braquial 1007 peración espontánea de la movilidad, es decir, cuan- do la lesión es neurotmética o producto de avulsión radicular. 68 He aquí el quid de la cuestión, ya que la mayoría de los lactantes que presentan una lesión obstétrica del plexo braquial debutan con parálisis, con independencia de la gravedad de la lesión nerviosa. En la actualidad, el consenso indica que el primer indicio de la gravedad de la lesión no puede obtenerse antes de los tres meses de edad. La parálisis bicipital a los tres meses de edad está asociada a un pronós- tico poco auspicioso 69, por lo que algunos autores la consideran una indicación clara para instituir un tratamiento quirúrgico. 9, 18, 26, 36, 78 Sin embargo, la parálisis bicipital no descarta la posibilidad de que haya una recuperación espontánea satisfactoria. 22, 53, 67, 79 Por otra parte, la evaluación del bíceps de los lactantes probablemente no sea con- fiable 13, 19, 22, pero los demás estudios 10, 13, 78 son complejos o no se efectúan a tal edad. Estas dificultades en el proceso de diagnóstico también pueden generar malestar en los padres. 7 Por nuestra parte, considera- mos que lo mejor es que los casos graves de lesiones obstétricas del plexo braquial reciban tratamiento en centros especializados. El diagnóstico a tiempo de las lesiones graves y el ingreso a dichos centros ofrece la oportunidad de iniciar un tratamiento intensivo adecuado con un fisioterapeuta infantil o una cirugía en el momento oportuno, de ser necesaria. Electromiografía y pronóstico Los estudios complementarios, en particular la elec- tromiografía (EMG), no se consideran de fiabilidad suficiente como para definir el pronóstico de las le- siones obstétricas del plexo braquial. 72, 74 La EMG con agujas puede ser un método de uti- lidad a este respecto, pero su papel aún continúa en discusión. El principal motivo de debate es que los hallazgos electromiográficos pueden diferir de los ha- llazgos clínicos a los tres meses de edad, momento en que se evalúa el bíceps. 26 Cuando hay parálisis del músculo bíceps braquial, es de esperar que no haya potenciales de unidades motoras (PUM) pero sí ondas a gudas positivas o potenciales de fibrilación (denominados actividad de denervación). Sin embar- go, en los casos típicos, las PUM están presentes pero no hay parálisis por denervación del bíceps a los tres meses de edad. Este hallazgo confuso ya ha sido consignado por otros autores 75, 81 y quizá se basen en este fenómeno las opiniones de que la EMG no es de utilidad como método de diagnóstico funcional en los casos de le- siones obstétricas del plexo braquial. 32, 65 Ya hemos analizado en otra publicación distintas causas posibles de los PUM inactivos, es decir, PUM provenientes de un músculo paralizado 74, entre las que destacamos la probabilidad de que la presencia de PUM inactivos dependa del lapso transcurrido desde la lesión, puesto que reflejan una regeneración incompleta de los axones dañados y la formación de programas motores en el sistema nervioso central. En un estudio, 20 de 28 lactantes que no tenían mo- vilidad bicipital a los tres meses de edad presentaron contracción bicipital tres meses después. 67 Asimismo, este estudio consigna una recuperación espontánea de la movilidad útil del miembro en un subgrupo elegido con cuidado, que no tenía flexión del codo a los tres meses de edad. 22 Al igual que nuestros hallazgos 48 de que el bíceps casi siempre presenta PUM a los tres meses de edad, estas observaciones prácticamente confirman que a esa edad no es posible determinar con certeza la evolución final de una lesión obstétrica del plexo braquial. De hecho, es probable que los axones en regeneración apenas hayan llegado a los distintos músculos y que el sistema nervioso central aún no haya podido acostumbrarse a la nueva situación. En los adultos, cabría esperar que todos los programas motores estén preparados y a la espera de que se resti- tuyan las conexiones periféricas, pero en los lactantes, la regeneración axónica quizá apenas constituya el puntapié inicial de la restitución de la movilidad, ya que la formación de programas motores en el sistema nervioso central no puede comenzar hasta tanto hayan llegado suficientes axones. Asimismo, la formación de programas motores centrales puede resultar más dificultosa y, por ende, quizá tome más tiempo que en los niños sanos, dado que de algún modo el siste- ma nervioso central tiene en cuenta la regeneración aberrante y la retroacción confusa que genera. Frente a un grado ineludible de sinquinesias, no debe de ser posible programar adecuadamente la flexión, la abducción o la rotación del codo. Según esta visión hipotética, la edad de tres meses bien podría ser el peor de todos los períodos para comparar los resultados de la EMG con los signos clínicos: es oportuna para hallar signos de regeneración axónica pero demasiado temprana para que el cerebro tenga un control eficaz de la contracción. Por ello, el papel de la EMG como indicador del pronóstico es indeterminado a la edad de tres meses en la actualidad; hemos demostrado que es posible diagnosticar con certeza los casos graves de lesiones obstétricas del plexo braquial al mes de edad a partir del cuadro clínico y la EMG bicipital. 48 Estos hallazgos serán informados en su totalidad una vez que sean validados por investigadores inde- pendientes, proceso que está en curso. En los casos menos extremos, que son mayoría, la dificultad sigue siendo predecir si el niño recuperará mejor movilidad tras la regeneración espontánea a través de un neuroma en continuidad, que derivará en reinervación por vías irregulares, o si conviene colocar un injerto nervioso, que actúe como vía directa hacia el objetivo deseado (el órgano inervado). Según consignan las publicaciones,
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