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Compresiones crónicas del miembro inferior 1039 fisioterapéutico es efectivo en la mayoría de los casos. Otra opción consiste en la inyección del músculo pi- riforme con un anestésico local y esteroides, o con toxina botulínica. 20, 1, 5 Algunos autores también in- yectan el área del nervio ciático. Estas técnicas deben realizarse bajo guía fluoroscópica o electromiográfica. La descompresión quirúrgica se reserva para aque- llos casos refractarios al manejo conservador. Consiste en la resección del músculo piriforme o la sección de su tendón cerca de la inserción en el aspecto su- perior del trocánter mayor del fémur. Se ha descrito que los síntomas persisten en algunos casos, pese a la descompresión quirúrgica. 11, 8, 13, 9, 36 Nervio tibial posterior Thompson y Kopell describieron por primera vez la compresión de nervio tibial posterior en 1960. En 1962, Keck y Lam comenzaron a utilizar el término túnel tarsiano. Históricamente, el síndrome del túnel tarsal se define como el atrapamiento de nervio tibial posterior en el túnel fibroóseo detrás del maléolo me- dial, siendo la compresión nerviosa más común del pie y tobillo, con un ligero predominio femenino. 19 El nervio tibial posterior (L4-S3) es rama del nervio ciático. Comienza en el anillo del Sóleo, siguiendo una dirección casi vertical, ligeramente oblicua ha- cia abajo y hacia dentro hasta el canal del calcáneo, donde el nervio se divide en sus ramas terminales: los nervios plantares medial y lateral. En su recorri- do transcurre por el denominado túnel tarsiano que se extiende desde el maleolo medial hasta la cara plantar del escafoides tarsiano. Presenta un piso óseo formado por el maleolo medial, la cara medial del astrágalo y el calcáneo y un techo constituido por el retináculo flexor, extendido a modo de abanico desde la superficie medial del maleolo tibial hasta la superficie medial del calcáneo. Las estructuras contenidas en el túnel son de medial a lateral y de anterior a posterior: el tendón del músculo tibial pos- terior, el tendón del flexor largo común de los dedos, el paquete vasculonervioso tibial posterior (venas, arteria y nervio) y el tendón del flexor largo propio del hallux. (Figura 100.4) La compresión del nervio tibial posterior o una de sus ramas pueden ocurrir a causa de patologías neurales intrínsecas o puede ser el resultado de com- presión externa. Algunas etiologías de compresión externa, además de la estenosis anatómica del túnel tarsiano, incluyen fibrosis, quistes, lipomas, osteo- condromas, várices, tumores benignos y malignos, hipertrofia del abductor hallucis, arterias anómalas, y anomalías musculares como el flexor digitorum acces- sorius largo, tenosinovitis de los tendones adyacentes, obesidad, espondilitis anquilosante y acromegalia. Así, por ejemplo, la sinovitis proliferativa en condi- ciones tales como la artritis reumatoide, causa edema y compresión del nervio tibial en el túnel del tarso. Otra causa es la tracción nerviosa como consecuencia de talón varus o valgus. Los pacientes con túnel tarsal proximal suelen presentarse con difuso malestar, dolor vago, ardor o sensación de hormigueo en la planta del pie, con irradiación proximal del dolor a media pierna. Aunque una historia de trauma puede ser referida, la mayoría de los pacientes presenta un inicio insidioso y unilate- ral. Muchos pacientes también se presentan con dolor nocturno que mejora con masaje o con movimiento. Pueden referir dolor de tobillo a la dorsiflexión extrema del pie 41 secundaria a la tensión nerviosa, así como también por estadías prolongadas de pie o caminando, que exacerba los síntomas, mientras que el descanso los mejora. La estadía prolongada de pie puede ser un factor agravante. La mayoría de los pacientes siguen teniendo dolor o quemazón durante 30 minutos a va- rias horas después de que comienzan el reposo. Este síndrome es más frecuente en mujeres en su quinta y sexta décadas de la vida. Algunos pacientes con síndrome del túnel tarsal poseen en forma concomi- tante neuropatía periférica o radiculopatía, y ciertas enfermedades sistémicas, como diabetes mellitus, al- coholismo, enfermedad de tiroides, y deficiencias de vitamina que presentan un mayor riesgo de neuropatía por atrapamiento. Para diagnosticar una compresión del tibial pos- terior en el tarso, la palpación es importante, ya que algunas patologías como ganglios, tenosinovitis, u otras lesiones palpables ocupantes de espacio pueden ser diagnosticadas. Los reflejos tendinosos profundos y demás pruebas específicas se evalúan a fin de descartar una radiculopatía concomitante. Es característico el signo de Tinel positivo a nivel retromaleolar interno. Radiografías de tobillo permiten descartar osteofitos, y RNM de la región permite diagnosticar síndromes secundarios a tumores u otras lesiones ocupantes de espacio. Las pruebas bioeléctricas están indicadas en Figura 100.4: Esquema anatómico del nervio tibial posterior y su relación con el retináculo flexor
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