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Tumores benignos de los nervios periféricos 1049 dolora, pero algunos casos presentan polineu- ropatía asociada a lesiones difusas de las raíces nerviosas o TMVNP. • Alrededor del 40% de los casos de NF-1 pre- senta dificultades de aprendizaje, que pueden acompañarse de trastorno de hiperactividad y déficit atencional o cursar solas. • Cada vez es más frecuente observar la malfor- mación de Chiari de tipo 1 entre los afectados por NF-1. • La NF-1 suele acompañarse de talla baja y ma- crocefalia. • En los casos de pubertad precoz, es preciso des- cartar la presencia de una lesión del quiasma óptico que genere una alteración del eje hipo- tálamo-hipofisario. • Los casos de NF-1 pueden presentar hipertensión a cualquier edad, y muchos adultos padecen hi- pertensión idiopática, que es el tipo usual. Sin embargo, es preciso efectuar estudios exhaustivos a toda persona que padece NF-1 e hipertensión arterial, dado que esta puede ser secundaria a un feocromocitoma, cuya aparición es a menu- do asociada a la NF-1 o a estenosis vascular (es decir, estenosis de la arteria renal secundaria a displasia fibromuscular). • La escoliosis de la NF-1 a menudo es leve, pero el subgrupo de niños menores de 10 años presenta una forma de escoliosis de progreso más rápido para la que es preciso instituir un tratamiento intensivo. La escoliosis puede ser mucho más grave en las niñas pequeñas que en los varones de la misma edad. • Las anomalías óseas pueden ser asintomáticas, pero es frecuente observar signos radiológicos in- cidentales de fibrosis intramedular de los huesos largos, adelgazamiento cortical o ectasia dural de las vértebras. La NF-1 suele estar asociada a displasia esfenoidal y arqueamiento o pseudoar- ticulación de los huesos largos. En el pasado, la pseudoarticulación tibial congénita solía derivar en amputación inferior a la rótula. • También son más frecuentes en el contexto de la NF-1 otras lesiones vasculares, en particular del sistema nervioso central, tales como la ec- tasia vascular, las estenosis, la enfermedad de Moyamoya y los aneurismas. • Suelen estar asociados a la NF-1 tumores estro- males digestivos, que a menudo son múltiples y tienen predilección por el intestino delgado proximal. Los primeros signos clínicos que suelen presentar los niños que padecen NF-1 son múltiples máculas color café con leche, que pueden estar presentes desde el nacimiento o ir apareciendo con el paso del tiem- po, y con frecuencia aumentan de tamaño y número en el transcurso de la infancia. En los adultos, estas máculas suelen ir desapareciendo y tornarse menos evidentes al examen clínico. Es infrecuente observar los lentigos axilares o inguinales desde el nacimiento, pero sí durante la infancia y la adolescencia. Según parece, la NF-1 compromete la totalidad de los elementos anatómicos del sistema nervioso y casi todos los tipos de signos y síntomas neurológicos pueden ser producto de la mutación de la NF-1, sea directa o indirectamente. Es frecuente observar paresia o parálisis, así como dolor, parestesias o disestesias, y diversas disfunciones neurovegetativas. Los neu- rofibromas pueden alterar más de una función neu- rológica, y los tumores voluminosos a menudo están compuestos de diversos elementos que comprometen más de un nervio o sus partes. Son particularmente problemáticos los neurofibromas de los plexos mayo- res, que provocan alteraciones motoras y sensitivas importantes en varias combinaciones. El tratamiento quirúrgico, que implica la resección parcial o com- pleta de la lesión y todas las estructuras nerviosas comprometidas, puede derivar en diversos grados de daño sensitivo, motor o ambos. Si bien es infrecuente observar neurofibromas sub- cutáneos o cutáneos en los niños pequeños, aparecen con el transcurso del tiempo en los niños mayores, los adolescentes y los adultos. La pubertad y el em- barazo están asociados a un aumento del número de neurofibromas y a un crecimiento más rápido de las lesiones preexistentes. Los neurofibromas plexiformes son tumores más difusos que pueden hacer invasión local y bastante pro- funda; además, pueden provocar erosión ósea y dolor, y acompañarse de hiperpigmentación o hipertricosis. Aunque es infrecuente, a veces se hallan neurofibromas de crecimiento rápido, así como dolor local intenso, signos que indican degeneración maligna. Los tumores del nervio óptico, que pueden ser asintomáticos, tienen preferencia por los niños meno- res de 5 años. Por lo general, estos niños debutan con defectos de la visión incorregibles, pero también es frecuente observar defectos campimétricos periféricos leves, cromatopsia, palidez del nervio óptico o prop- tosis no asociada a problemas de la agudeza visual. Algunos niños mayores y adolescentes presentan un cuadro inicial de trastornos de la visión secundarios a un glioma del nervio óptico de crecimiento lento y, por ende, es preciso controlar los defectos de la visión durante toda la niñez y la adultez. En adultos pueden observarse gliomas del nervio óptico sin alteración visual, hallazgo incidental de un estudio por imágenes cerebral. Asimismo, es posible observar alteraciones coroidales de aspecto irregular en la oftalmoscopia con luz infrarroja monocromática. Algunas publicaciones dan cuenta de casos de NF-1 que presentan cambios vasculares de la retina con aspecto de tirabuzón. La
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