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NeuRociRugíA / Basso1050 N er vi os displasia del esfenoides suele ser asintomática, pero a veces deriva en hernia a través del defecto óseo. Ya nos hemos referido a las alteraciones óseas: puede ser evidente desde el nacimiento la pseudoarti- culación congénita, cuya manifestación inicial caracte- rística es el arqueamiento de la tibia en la mayor parte de los casos. En algunos, se observa adelgazamiento o angulación de los huesos largos durante la primera infancia y la adolescencia, sobre todo prominencia de la tibia anterior y deformidad progresiva. Con menos frecuencia, se observa arqueamiento del antebrazo. La escoliosis, acompañada o no de cifosis, puede tornar- se evidente en la infancia o la adolescencia y, en los menores de 10 años, implica un pronóstico mucho menos auspicioso y, probablemente, un deterioro más rápido. Pese a que se detecte durante la adolescencia, es preciso hace un seguimiento clínico de la escoliosis, aunque es menos frecuente que sea necesario efectuar una intervención traumatológica. La neurofibromatosis de tipo 1 es singular por estar asociada a estenosis o aneurismas arteriales, sobre todo de las arterias renales y, con menos frecuencia, de la aorta abdominal (síndrome de la aorta media), y de las arterias mesentéricas y periféricas. El análisis de la bi- bliografía revela que efectuar una intervención vascular a tiempo mediante cirugía convencional o tratamiento endovascular puede brindar a estos pacientes un tra- tamiento eficaz y duradero. El riesgo mucho mayor al que están expuestos quienes padecen neurofibromatosis de tipo 1, de presentar neoplasias malignas del tejido conjuntivo y las partes blandas y vasculopatías, además de las complicaciones del aparato digestivo, urinario y pulmonar, aumentan significativamente la morbilidad y acortan la esperanza de vida. Examen instrumental El examen con lámpara en hendidura que efectúa un oftalmólogo experimentado puede proporcionar información diagnóstica clave respecto de los niños mayores y adultos que sólo cumplen con uno de los criterios clínicos del diagnóstico, como puede ser la presencia de varias máculas color café con leche. Se- gún parece, la presencia de nódulos de Lisch en el iris depende de la edad: más de 95% de los indivi- duos mayores de 10 años que padecen NF-1 presentan este signo ocular. Este examen es fundamental para determinar si alguno de los progenitores de un niño afectado tienen la mutación de la NF-1, aun cuando no presente ningún otro signo. Estudios por Imágenes Es preciso obtener radiografías cuando los signos clíni- cos permitan suponer defectos de reestructuración de los huesos largos o las costillas, posible erosión ósea secundaria a un neurofibroma plexiforme adyacente, signos de escoliosis o dolor óseo. La RM es el método de diagnóstico preferido para estudiar el cerebro en el contexto de la NF-1, dado que se ha demostrado que suele detectar elementos hiper- intensos no identificados en el parénquima cerebral de quienes padecen NF-1. Estos focos hiperintensos que se observan en las imágenes ponderadas en T2 no sue- len reforzar, no provocan efecto de masa y a menudo desaparecen una vez que el individuo crece. Según se cree, representan hamartomas benignos, que son más frecuentes en los niños que padecen NF-1 y tienen dificultades de aprendizaje. Es conveniente realizar una TC o RM de cerebro para verificar el tamaño de los ventrículos cerebrales cuando un lactante o niño pequeño presenta aumento progresivo del perímetro cefálico. Aunque es infrecuente, algunos niños, e in- cluso adultos, presentan hidrocefalia o malformación de Chiari de tipo 1, o ambas afecciones. La RM también es de suma utilidad para estudiar los nervios y quiasmas ópticos. Está indicada cuan- do los pacientes presentan palidez del nervio óptico, alteraciones visuales, proptosis o pubertad precoz. El método ideal para identificar la afectación leve del nervio óptico es adquirir imágenes con cortes delgados de las órbitas y los nervios ópticos. Se ha demostrado la utilidad de la RM para estudiar las lesiones internas, tales como las masas mediastínicas, los tumores raquimedulares, los neurofibromas plexifor- mes profundos, los neurofibromas del plexo braquial o sacro, así como las lesiones del abdomen y la pelvis. Es posible obtener imágenes de RM con recuperación corta de la inversión en T1 (STIR) para calcular con exactitud el volumen de los neurofibromas plexiformes, lo que puede contribuir en el diagnóstico y el seguimiento. Es preciso adoptar un método multidisciplinario en la evaluación de rutina de estos delicados pacientes para definir el diagnóstico, efectuar el seguimiento e instituir el tratamiento, que debe tener en cuenta, sobre todo, las posibles complicaciones. Los exámenes anuales permiten detectar a tiempo los problemas, disminuir la morbilidad y mejorar la calidad de vida. Es fundamental para detectar a tiempo las lesiones del nervio óptico, efectuar exámenes oculares una vez al año y dejar consignados en detalle, en cada consulta, los cambios sensitivos o motores, aunque sean leves. Además, la inspección cutánea periódica debe tener como fin la detección de nuevos neurofi- bromas y la progresión de lesiones ya diagnosticadas. Los neurofibromas plexiformes pueden hacer invasión local, de modo que la evaluación clínica debe estar orientada a definir la extensión del compromiso y detectar erosión ósea o compresión nerviosa. Es nece- sario dejar registrado el compromiso óseo, que puede comprender escoliosis, hemihipertrofia o defectos de reestructuración de los huesos largos. Está indicado efectuar un electroencefalograma (EEG) a quienes tienen síntomas de haber padecido
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