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La afirmación del fútbol rioplatense Fuente: Revista Nuestro Siglo Historia Gráfica de la Argentina Contemporánea Fascículo 75 Editorial Hyspamérica Ediciones Argentinas S.A. 1984 El espíritu deportivo de los argentinos demoró casi un siglo en despuntar. Faltaban tradiciones locales que favorecieran los hábitos deportivos, pues el país criollo sólo practicaba algunos juegos a caballo como la sortija, el pato y las carreras cuadreras. Las colectividades extranjeras, sobre todo la inglesa, aportaron el gusto por los sports de campo abierto, que en un principio sólo interesaron a unos pocos. Pero entre la primera y la segunda década del siglo XX el interés por los deportes se extendió a franjas más anchas de la sociedad, hasta convertirse en un tema apasionante para los grandes públicos. La popularidad del fútbol está muy relacionada con la expansión de los barrios porteños y de otras grandes ciudades, como Rosario y Córdoba. Este juego que en sus orígenes argentinos fue practicado por los empleados de las compañías británicas- hacia 1880 aproximadamente-, tiene la doble ventaja de resultar barato y accesible a cualquier aficionado. Es suficiente para practicarlo disponer de un pelota, un terreno baldío, plaza o calle poco transitada. Por eso el juego de los ingleses se fue trasvasando a los habitantes de los cien barrios porteños, fuera su origen nativo o extranjero, hasta convertirse en el deporte favorito de toda la población. Nacieron así, a partir de las barras de las esquinas y de los grupos juveniles de los barrios, clubes de fútbol que en su mayor parte contaban solamente con el domicilio de alguno de sus socios como sede. De este modo se originaron Boca Juniors, Racing, Independiente, San Lorenzo de Almagro, Huracán y muchos más. Al promediar la segunda década de este siglo, y una vez disuelto el famoso club de Alumni, pionero de los equipos de fútbol, comenzó una nueva etapa en la historia de este deporte. Alumni había sido el equipo ejemplar de aquella época en la que privaba un auténtico amateurismo que, dadas las condiciones económicas y sociales de la mayoría de la población, sólo podía ser elitista. Pero en 1912 nuevos aires llegan al deporte con la aparición del Racing Club (en inglés "reising clab", club de carreras). También se produce en esos años la afiliación internacional del fútbol argentino y el comienzo del amateurismo marrón, es decir, de las compensaciones y los viáticos pagados a los jugadores para facilitar su dedicación. Este nuevo modelo de relación institucional entre los jugadores y sus clubes era consecuencia de la creciente popularidad del deporte y de la incorporación de equipos de origen popular. Este período, considerado de afirmación del fútbol rioplatense, estuvo centrado en tres ciudades: Buenos Aires y Rosario en la Argentina, Montevideo en la República Oriental. Mientras en Buenos Aires triunfaba el Racing Club como ganador indiscutido de los torneos disputados en esta etapa, todavía amateur, en Rosario rivalizaban los equipos de Rosario Central y Newells Old Boys, y en la capital uruguaya los de Nacional y Peñarol. Debido a sus éxitos constantes -fue campeón de 1913 a 1918- Racing se había ganado el apodo de "el equipo del pueblo" y "la academia". Su esplendor coincidió con el crecimiento de la barriada industrial de Avellaneda donde sentaba sus reales. Otro club destacado del sector sur de la capital era el Sportivo Barracas, que se beneficiaba, lo mismo que Racing, del aumento de la población de esos barrios porteños. Como fenómeno característico de esos años, se perfila la presencia de un público aficionado que supera el estrecho marco que ofrece el barrio. Más masivo y anónimo, el público no se limita a la hinchada local, y de este modo se prepara la base social de los grandes clubes del futuro, cuyo argentino será River Plate. Otro dato importante de la realidad que acompaña el auge del fútbol como espectáculo popular es la mejora paulatina de los niveles de ingresos de los trabajadores y el aumento de sus posibilidades de tiempo libre. Pero para que dicha situación se afiance, será preciso esperar al siguiente decenio. Muy importante fue en la segunda década del siglo la navegación aérea. Luego de las primeras experiencias en globos aerostáticos, como el Pampero, en 1908 se fundó el Aero Club Argentino. Entre los pioneros de esta etapa figuran Jorge y Eduardo Newbery, y Aarón de Anchorena. La fundación de la Escuela Argentina del Palomar en 1911 y , al año siguiente, de la Escuela de Aviación Militar, cuyos primeros directores técnicos fueron los ingenieros Jorge Newbery y Alberto R. Macías, representaron etapas importantes en la consolidación de esa actividad, que pronto se convirtió en uno de los temas de la defensa nacional. Poco tiempo después de la fundación de la Escuela del Palomar, el conscripto Teodoro Fels realizó un vuelo de ida y vuelta a Montevideo estableciendo así un record de navegación aérea sobre el agua. Entre tanto, a las actividades deportivas más arraigadas en la tradición nacional, como lo son los que se practican a caballo, se había agregado el juego del polo, que, importado por los ingleses de Asia, se adaptaba maravillosamente a la llanura pampeana. Desde 1896 polistas argentinos se desempeñaban con éxito en las canchas británicas. Hacia el Centenario, uno de los aficionados más destacados era el Coronel Isaac de Oliveira César. Otros jugadores de renombre tenían apellidos ingleses e irlandeses, por ejemplo, Juan Nelson, Juan Miles, David Miles y Luis Lacey. Los deportes cuyo escenario es el agua, reconocían un origen similar: fueron británicos los primeros remeros que surcaron los riachos del Tigre, y los primeros en practicar la navegación a vela. La fundación del Buenos Aires Rowing Club en 1873 y del Yatch Club Argentino, diez años más tarde, posibilitó la organización de regatas de manera regular.
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