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2018 Tesis de Licenciatura Sintomatología depresiva e insight en la enfermedad de Alzheimer Aguilar, Aldana Belén LU: 380887070 Tutora: Abulafia, Carolina Andrea DNI: 33018769 1 Índice Agradecimientos...............................................................................................2 Introducción......................................................................................................3 Objetivo.............................................................................................................5 Metodología......................................................................................................6 Marco teórico....................................................................................................7 Neuropsicología.....................................................................................7 Demencias.............................................................................................7 Enfermedad de Alzheimer......................................................................9 Depresión..............................................................................................11 Insight....................................................................................................12 Desarrollo.........................................................................................................14 Depresión en EA...................................................................................14 Relación entre depresión e insight en EA.............................................18 Conclusión…....................................................................................................23 Referencias bibliográficas................................................................................25 Anexo...............................................................................................................31 2 Agradecimientos Especial agradecimiento a mis padres y hermanas, mi impulso y apoyo incondicional desde el comienzo hasta el final de este largo camino quienes, a pesar de la distancia, nunca dejaron de estar presentes con mucho sacrificio para que yo pueda estar hoy alcanzando mis sueños. A mis tíos, abuelos y primos, por sus palabras de aliento y su confianza plena en mí desde el comienzo. A mi compañero de vida, mi sostén, por su apoyo y paciencia, por confiar en mí siempre, por alentarme y por acompañarme de la mejor manera en cada momento. A mis amigas, por compartir conmigo cada logro, cada tropiezo, y por animarme a seguir. A mis profesores, por su vocación y experiencia, que fueron clave en mi formación. A Caro, por su paciencia y dedicación en cada paso de esta tesis. 3 Introducción La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que hay actualmente cerca de 600 millones de personas con más de 60 años; esta cifra se duplicará para el año 2025 y llegará a los 2000 millones en el año 2050. También se proyecta que, en el 2050, el 22% de los habitantes del mundo tendrá más de 60 años y que 400 millones de personas superarán los 80 años. Al aumentar la longevidad de la población, aumenta también la prevalencia de enfermedades, entre ellas la demencia, más frecuentemente a partir de los 65 años (World Health Organization, 2015). En Argentina, se estima que la prevalencia de la demencia, en general, es del 12.2% en sujetos mayores de 65 años. A partir de este dato, es posible inferir que hay en el país más de 600.000 sujetos con demencia, de los cuales, aproximadamente, el 60% se trata de demencias tipo Alzheimer, la cual constituye el subtipo más frecuente de dicha patología (Mas, 2000). La enfermedad de Alzheimer (EA) es una enfermedad neurodegenerativa progresiva que afecta al comportamiento, al intelecto y a la capacidad de realizar las actividades de la vida diaria de los pacientes, lo que conduce a una pérdida de autonomía (Evans, 1989). En la EA se produce una atrofia cerebral progresiva, bilateral y difusa, que comienza en regiones mesiales temporales para afectar luego al neocórtex, principalmente temporoparietal y frontal, produciéndose una pérdida de interés y un progresivo deterioro de la memoria y de funciones cognitivas tales como el lenguaje y el razonamiento entre otras, lo cual afecta eventualmente la percepción y la conciencia, dando lugar a la anosognosia característica de la EA, que refiere a la ausencia de conocimiento y de conciencia que tiene el sujeto respecto de su deterioro. Si bien las alteraciones cognitivas constituyen los síntomas más característicos e incapacitantes de la enfermedad, la depresión es uno de los trastornos más comunes en dichos pacientes, afectando a alrededor de la mitad de los casos en algún momento del proceso de la enfermedad (Di Iulio, Palmer, Blundo, Casini, Gianni, Caltagirone & Spalletta, 2010), presente en el 42% de los pacientes. Otros síntomas conductuales de similar frecuencia en la EA son la apatía (49%) y la ansiedad (39%) y se manifiestan desde los primeros estadios de la enfermedad (Molina, 2016; Zhao, Tan, Wang, Jiang, Tan, Tan, Xu, Li et 4 al., 2015). A estas alteraciones conductuales se le suman síntomas secundarios tales como la agresividad, trastornos del sueño e irritabilidad entre otros (Zhao et al., 2015). En estadíos iniciales de la enfermedad los pacientes preservan el insight, es decir, la conciencia respecto de sus crecientes dificultades. Esta capacidad se va perdiendo en estadios posteriores, lo cual da cuenta de un deterioro del insight conforme avanza la enfermedad (Schneck, Reisberg & Ferris, 1982). Algunos autores sostienen que el insight podría estar correlacionado positivamente con la depresión (Harwood, Sultzer & Wheatley, 2000; Kashiwa, Kitabayashi, Narumoto, Nakamura, Ueda & Fukui, 2005; Barca, Persson, Eldholm, Benth, Kersten, Knapskog et al, 2017; Horing, Melrose & Sultzer, 2014; Jacus, 2017; Cines, Farrell, Steffener, Sullo, Huey, Karlawish & Consentino, 2015; Smith, Henderson, McCleary, Murdock & Buckwalter, 2000). Algunos de ellos proponen que la depresión sería una reacción psicológica frente al insight (Barca et al., 2017), mientras que hay quienes atribuyen la depresión a factores biológicos vinculados a los propios procesos neurodegenerativos de la EA (Migliorelli, Teson, Sabe & Petracchi, 1995). Finalmente, otros autores concluyeron que no hay relación alguna entre insight y depresión (Berger, Fratiglioni, Forsell, Winblad & Backman, 1999). Hay quienes hacen hincapié en la depresión de inicio en edad avanzada como parte de la fase prodrómica de la EA (Bennett & Thomas, 2014; Jacus, 2017) y otros incluso identifican a la depresión como un factor de riesgo para la EA (Bennett, & Thomas, 2014; Usman, Chaudhary, Asif & Yahya, 2010). Adicionalmente, ciertos autores dieron cuenta de una elevada prevalencia de depresión en el género femenino (Ryu, Jung, Lee, Moon, Lee, Hong & Lee, 2017; Usman et al., 2010), el cual representa un factor de riesgo del desarrollo de la EA (Usman et al., 2010). Es por ello que se considera pertinente dar cuenta de la relación existente entre la depresión y la EA, así como también la incidencia de la conciencia de la enfermedad (insight) en dicha relación. 5 Objetivo El presente trabajo constituye una revisión bibliográfica con el objetivo de indagar y analizar la literatura referida a la presencia de sintomatología depresiva en pacientes diagnosticados con enfermedad de Alzheimer (EA), así como también su prevalencia en las diferentes etapas de la enfermedad. Por otro lado, se busca indagar acerca de la relación de dicha sintomatología depresiva con el insight, de acuerdo a distintos estadios de la enfermedad, criterios de medición y operacionalización. La hipótesis dela cual parte este trabajo es que la prevalencia de sintomatología depresiva en pacientes con enfermedad de Alzheimer está asociada a un mayor nivel de insight o conciencia de los déficits cognitivo- conductuales propios de la enfermedad. 6 Metodología La revisión bibliográfica de la presente tesis es de carácter cualitativo. Se llevó a cabo una búsqueda bibliográfica de publicaciones en idioma español e inglés, a partir de los buscadores Google Académico, Pubmed y Science Direct utilizando las palabras clave: Alzheimer (Alzheimer), Demencia (Dementia), Depresión (Depression), Síntomas Depresivos (Depressive symptoms), Anosognosia e Insight. La búsqueda del material tuvo como eje la sintomatología depresiva presente en pacientes con enfermedad de Alzheimer y su relación con el nivel de insight conservado, o no, en dichos pacientes. Asimismo, se tuvieron en cuenta artículos referentes a la prevalencia de la sintomatología depresiva de acuerdo a la etapa de la enfermedad a la cual se haga referencia. La bibliografía rastreada, relacionada a esta temática, comprendió los años 1995 a 2018 inclusive, lo cual permitió un amplio despliegue de información para analizar y poder así elaborar el presente trabajo. 7 Marco Teórico - Neuropsicología La presente tesis se desarrolla en el marco teórico de la Neuropsicología, una rama de la psicología que se ocupa del diagnóstico y tratamiento de los problemas cognitivos, conductuales o emocionales, que resultan de una disfunción cerebral (Drake, 2007). Esta disciplina busca identificar las funciones cognitivas deterioradas con la ayuda de pruebas estandarizadas, en pacientes con algún tipo de lesión cerebral (Molina, 2016). La evaluación neuropsicológica permite establecer un perfil de las funciones comprometidas y de aquellas que se encuentran preservadas, lo cual resulta una herramienta esencial para la planificación de un tratamiento rehabilitador adecuado (Palacios Vallejos, 2014). El neuropsicólogo clínico tiene entonces como propósito contribuir al diagnóstico, tratamiento y rehabilitación, así como también brindar información para el cuidado y seguimiento del paciente (Drake, 2007). En la enfermedad de Alzheimer (EA), el tipo más frecuente de demencia, la evaluación neuropsicológica es esencial para arribar a un diagnóstico clínico probable y es un requisito fundamental para determinarlo, de acuerdo a los criterios NINCDS-ADRDA -National Institute of Neurological and Communicative Disorders and Stroke - Alzheimer's Disease and Related Disorders Association- (McKhann, Drachman, Folstein, Katzman, Price, Stadlan, 1984). En conjunto con exámenes de laboratorio, imágenes y biomarcadores, la evaluación neuropsicológica es de gran relevancia para determinar el diagnóstico de la demencia y su posterior seguimiento (Molina, 2016). - Demencias Las demencias son patologías que se producen por lesiones cerebrales degenerativas o secundarias a accidentes cerebrovasculares o traumatismos que provocan un deterioro cognitivo progresivo, afectan la realización adecuada de actividades diarias y, a su vez, alteran la conducta y la autonomía de las personas (Molina, 2016). 8 La demencia es un síndrome clínico frecuente a partir de los 65 años. En 2015 había alrededor de 47 millones de personas con demencia en el mundo y, de acuerdo con las proyecciones de población, por el aumento de la longevidad y la supervivencia, si la prevalencia de demencia actual se mantiene constante, en el año 2050 habrá alrededor de 130 millones de personas con demencia (Garre-Olmo, 2018). La prevalencia de la demencia a nivel mundial, de acuerdo a la ubicación geográfica, va del 5 al 8% en personas mayores de 60 años, y cada 5 años aproximadamente esta prevalencia se duplica, creciendo de manera exponencial conforme aumenta la edad y es más frecuente en el sexo femenino (Prince, Bryce, Albanese, Wimo, Ribeiro & Ferri, 2013). De acuerdo a la nueva nomenclatura que establece el DSM-V (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) (APA, 2014), los cuadros clínicos que previamente se denominaban como “Demencia”, en esta nueva edición se incluyen bajo la denominación de “Trastornos Neurocognitivos”. Un trastorno neurocognitivo es un trastorno mental que afecta las funciones neurocognitivas, principalmente la memoria, la percepción y la resolución de problemas. Dentro de los “Trastornos Neurocognitivos” se encuentran tres categorías: el “Síndrome Confusional” –delirium-, el “Trastorno Neurocognitivo Leve” y el “Trastorno Neurocognitivo Mayor”. El trastorno neurocognitivo mayor y el menor se diferencian por la intensidad de los síntomas y su repercusión en la funcionalidad del paciente, de acuerdo a la preocupación del paciente o de terceros por el declive, modesto o sustancial, de las funciones cognitivas, así como también de acuerdo a la interferencia que tienen los déficits cognitivos sobre la independencia del paciente. Los dominios neurocognitivos que deben estar afectados para cumplir con los criterios diagnósticos incluyen: atención, funciones ejecutivas, aprendizaje, memoria, lenguaje, visoconstrucción, visuopercepción y cognición social. Según la Clasificación Internacional de Enfermedades, CIE-10 (OMS, 1992), la demencia es un síndrome causado por una enfermedad cerebral, de naturaleza crónica o progresiva, con déficits de múltiples funciones superiores (memoria, pensamiento, orientación, comprensión, cálculo, capacidad de aprendizaje, lenguaje y juicio, entre otras) y conciencia clara, sin excluir la posibilidad de alteraciones episódicas [Ver anexo 1]. En esta clasificación, el déficit está acompañado por un deterioro del control emocional, del comportamiento social 9 o de la motivación, produciendo un deterioro cognitivo que repercute en las actividades cotidianas (asearse, vestirse, comer), con una duración del cuadro no inferior a seis meses, y habiéndose obtenido la información de la exploración del paciente y de la anamnesis a través de una tercera persona. El requisito primordial para el diagnóstico es que el deterioro de la memoria y el pensamiento sean tales que interfieran en la vida cotidiana (López Álvarez & Agüera Ortiz, 2015). - Enfermedad de Alzheimer La enfermedad de Alzheimer (EA) es la causa más frecuente de demencia en los países occidentales (Robles, 2002). Constituye un proceso neurodegenerativo que produce una demencia progresiva en la tercera edad y conduce a un estado de incapacidad absoluta y, en algunos casos, hasta la muerte, en un período generalmente inferior a las dos décadas. En Argentina, se estima que la prevalencia de la demencia, en general, es del 12.2% en sujetos mayores de 65 años. Según estas cifras, se puede inferir que hay en el país más de 600.000 sujetos con demencia, de los cuales aproximadamente el 60% son demencias tipo Alzheimer (DTA) (Mas, 2000). Actualmente, a nivel mundial, se estima que 35,6 millones de personas conviven con esta enfermedad, y cada año se diagnostican 7,7 millones de nuevos casos. Se estima que para el año 2030 habrá el doble de personas afectadas y, para el año 2050, el triple (Allegri, Roqué, Bartoloni, Rubin, 2015). La EA se caracteriza por una afectación predominantemente cortical con relativa conservación de estructuras subcorticales. Se observa una disminución de la transparencia y fibrosis de las leptomeninges, con notables lagunas subaracnoideas entre los surcos cerebrales. Asimismo, una atrofia global, bilateral y simétrica de ambos hemisferios, con circunvoluciones atrofiadas y surcos aumentados. Hay una mayor afectación fronto-temporo-parietal, siendo la región más comprometida la cara mesial del lóbulo temporal, y se presenta, además, un aumento del volumen de los ventrículos (Arnoldo, Marilet & Lázaro 2008). Adicionalmente, los cambiosmás destacables en el cerebro están referidos al depósito de dos proteínas insolubles. Por un lado, el beta amiloide, proteína que se deposita de manera anormal en el espacio extracelular de neuronas, 10 conformando placas seniles y por el otro lado, la proteína tau, que se deposita dentro de las neuronas, principalmente en sus prolongaciones, conformando los ovillos neurofibrilares. Es así, que tanto las placas seniles como los ovillos neurofibrilares son lesiones características de la EA (Braak, & Braak, 1996). Años atrás no existía la posibilidad de dar cuenta de la acumulación de beta amiloide y tau en el cerebro sino mediante la autopsia. Actualmente, existen diversos biomarcadores de EA que permiten demostrar cómo dichas proteínas se acumulan, los cuales miden de forma específica y confiable el proceso de la enfermedad. Entre los biomarcadores disponibles en la actualidad están la medición de beta amiloide y proteína tau en el líquido cefalorraquídeo mediante una punción lumbar, o también la detección de la acumulación de dichas proteínas en el cerebro mediante Tomografía por Emisión de Positrones (PET) (Allegri et al, 2015) A partir de estos biomarcadores se pueden identificar tres fases en EA: 1. Fase preclínica, en la cual son detectados depósitos de beta amiloide y tau a partir de biomarcadores, aunque las personas no presenten síntomas de deterioro cognitivo. Aquí hay riesgo de desarrollar EA, sin embargo, no todos los casos terminan en ella (Sperling, Aisen, Bennett, Craft, Fagan et al., 2011). 2. Fase prodrómica, donde los biomarcadores resultan positivos y los pacientes ya presentan deterioro cognitivo leve, con leves fallas en la memoria, sin constituir aún una demencia. En esta fase, el riesgo de padecer EA es muy alto, pero hay muchos pacientes en los cuales no llega a ser diagnosticado (Albert, Dekosky, Dickson, Dubpis, Feldman, Fox et al., 2011), 3. Fase de demencia, en la cual los biomarcadores son positivos y se puede diagnosticar la EA, que puede ser leve, moderada o severa. La EA leve refiere a un deterioro de las funciones cognitivas y conductuales con respecto a niveles premórbidos de funcionamiento, interfiriendo en las actividades de la vida diaria, evidenciándose progresiva pérdida de memoria y de otras funciones cognitivas. La EA moderada involucra dificultades en el lenguaje, el razonamiento y procesos sensoriales, afectando la percepción y conciencia, con una consecuente anosognosia. La sintomatología se vuelve más evidente, haciendo que los pacientes se vuelvan dependientes de sus cuidadores y/o familia para las actividades de la vida diaria. Por último, en la EA severa, las alteraciones resultan mucho mayores, evidenciándose una atrofia severa, y los 11 pacientes pierden por completo su autonomía y capacidad de comunicación (Allegri, et al., 2015). Una de las herramientas más comúnmente utilizadas para el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer son los criterios NINCDS-ADRDA, los cuales permiten diagnosticar si se trata de EA probable, EA posible o EA definitiva (McKhann et al., 1984) [Ver Anexo 2]. Si bien los síntomas cognitivos constituyen la característica principal de la EA, la depresión afecta casi a la mitad de los pacientes en algún momento del curso de la enfermedad (Di Iulio et al., 2010). - Depresión La depresión es la comorbilidad psiquiátrica más frecuente en EA, con un impacto negativo en el pronóstico de la enfermedad. Se estima que entre el 20 y el 50% de las personas con EA evidencian depresión clínicamente significativa (Alzheimer’s Association, 2009). La depresión se caracteriza por una combinación de tristeza, desinterés por las actividades y disminución de la energía. Otros síntomas son: pérdida de la confianza y la autoestima, sentimiento injustificado de culpabilidad, ideas de muerte y suicidio, menor capacidad de concentración, así como trastornos del sueño y la alimentación. Estudios de imágenes en pacientes con trastorno depresivo mayor han indicado alteraciones estructurales en varias áreas cerebrales, entre ellas el hipocampo, la amígdala y la corteza prefrontal dorsolateral y ventral (Villa & González, 2012). La depresión en EA es similar a un episodio de depresión mayor, sin embargo, su severidad es menor que ésta y ciertos estudios demuestran que sus principales síntomas son la disforia y la pérdida de interés (Olin, Schneider, Katz, Meyers, Alexopoulos, Breitner et al., 2002). Estos autores proponen una diferenciación entre los criterios diagnósticos del DSM-V y la depresión de EA. Ambos criterios son similares, pero existen ciertas diferenciaciones; en el caso de depresión en EA se requiere el cumplimiento de criterios diagnósticos para EA y, como mínimo, 3 síntomas de la lista establecida, mientras que en el caso de lo establecido por el DSM-V, son necesarios, al menos, 5 [Ver Anexo 3]. Otra diferenciación relevante a realizar es entre la depresión y otro síntoma conductual de alta frecuencia en EA, la apatía. La apatía es el principal cambio 12 de comportamiento en pacientes con EA y refiere a la pérdida de la motivación, que se manifiesta por la disminución de la iniciativa, disminución de la perseverancia, falta de interés, indiferencia y bajo compromiso social en ausencia del componente emocional que caracteriza a la depresión (Landes, Sperry, Strauss & Geldmatcher, 2001). La apatía está asociada a un mayor deterioro cognitivo en EA, y su prevalencia suele ser mayor que la prevalencia de depresión. La apatía está relacionada a alteraciones conductuales como la desinhibición y comportamiento anormal, mientras que la depresión se relaciona a alteraciones emocionales como la ansiedad, la agitación, y la irritabilidad, entre otras (Levy, Cummings, Fairbanks, Masterman, Miller, Craig et al., 1998). Por último, una diferenciación más refiere a la distimia, que es un estado de ánimo crónicamente depresivo, la mayor parte del día, la mayoría de los días, durante al menos 2 años. Los síntomas presentes durante los estados distímicos son los mismos que podemos hallar en la depresión mayor, sin embargo, se trata de síntomas más leves y de duración más prolongada, causando malestar clínicamente significativo y una afectación de diferentes áreas de la vida del sujeto. - Insight En el presente trabajo se utiliza el término “insight” para hacer referencia a la conciencia o percepción que una persona tiene acerca de sus propios estados o procesos mentales patológicos (Cazau, 2002). Los pacientes en los estadios iniciales son más conscientes de sus crecientes dificultades cognitivas, mientras que los pacientes en estadios más avanzados son menos conscientes de ellas. Es común que haya una disminución o falta de insight (anosognosia) en los estadios más severos de la EA (Degirmenci, Degirmenci, Duguncu & Yilmaz, 2013; Harwood et al., 2000; Kashiwa et al., 2005; Schneck et al., 1982). El término anosognosia fue introducido por Babinski en 1914 para describir a los sujetos que negaban su hemiplejía izquierda, con la afección que se considera relacionada con una lesión cerebral en el lóbulo parietal derecho. Sin embargo, anosognosia significa literalmente que un paciente no puede reconocer su propia enfermedad (Kashiwa et al., 2005). Se piensa que la anosognosia se relaciona a una disfunción del lóbulo frontal, lo cual es una 13 hipótesis resultante de estudios de PET, que demostraron un paralelismo entre un hipometabolismo frontal y la anosognosia (Reed, Jagust & Coulter, 1991). 14 Desarrollo - Depresión en EA Las explicaciones acerca de la prevalencia de depresión en EA son diversas, entre ellas la depresión como reacción psicológica frente al insight (Barca et al., 2017), como reacción psicológica de acuerdo a la calidad de vida que experimente el paciente (Cines et al., 2015), ocomo un resultado de factores biológicos propio de la EA (Migliorelli et al., 1995). Un estudio llevado a cabo por Barca et al. (2017) buscaba investigar las diferentes trayectorias de los síntomas depresivos y su relación con el proceso de la EA. Para ello se tomó una muestra de 282 pacientes noruegos diagnosticados con EA probable a los que se les realizó un seguimiento de dos años para poder examinar la relación entre la EA y la depresión. La EA probable fue diagnosticada en los pacientes mediante criterios NINCDS- ADRDA. La severidad de la demencia fue evaluada con la escala CDR (Clinical Dementia Rating), que es un cuestionario con escala numérica para dar cuenta del nivel de deterioro cognitivo. Utilizaron el MMSE (Mini Mental State Examination), que es un test de rastrillaje para dar cuenta del funcionamiento cognitivo global, y la CSDD (Escala Cornell para Depresión en Demencia), un test de screening para detectar depresión en pacientes con demencia, que está compuesto por ítems que deben ser valorados entre 0 y 2 puntos cada uno, de acuerdo a como se ha sentido el paciente el último tiempo, correspondiendo a un mayor puntaje obtenido, mayor depresión. Los resultados obtenidos indicaban tres tipos de trayectorias: 1) El 82,8% de los sujetos mantuvieron un bajo promedio en la CSDD de forma estable en los dos años de seguimiento. 2) El 3,9% de ellos obtuvo puntajes altos y descendentes, mientras que 3) el 13,3% obtuvo puntajes moderados y ascendentes durante ese mismo tiempo. Los resultados obtenidos identifican a la depresión como una reacción psicológica frente al insight. Los autores concluyeron que la demencia de progresión más rápida estaría asociada a un aumento moderado y cada vez mayor de los síntomas depresivos. Por otro lado, el estudio de Cines et al. (2015) buscaba investigar la relación entre el insight y el bienestar psicológico en pacientes con EA leve/moderada y depresión no clínica. La muestra estaba compuesta por 104 individuos con EA 15 probable, de acuerdo a los criterios diagnósticos NINDS-ADRDA. Fueron incluidos para el estudio aquellos pacientes con puntaje mayor o igual a 17 en MMSE, mientras que aquellos con antecedentes psiquiátricos pasados o actuales fueron excluidos. El insight fue evaluado a partir de CRA (Clinical Rating of Awareness), la cual comienza a partir de una breve entrevista para indagar acerca de la percepción que los sujetos tienen del funcionamiento de su memoria, y el examinador asigna un puntaje de 1 a 4 de acuerdo a la Anosognosia Rating Scale, que abarca desde la conciencia completa hasta la falta de conciencia. Por su parte, los síntomas depresivos fueron evaluados mediante la GDS (Geriatric Depression Scale), un autorreporte de 30 ítems, a los cuales el sujeto debe responder por “si” o por “no”, de acuerdo a como se ha sentido la última semana. La calidad de vida se evaluó mediante QOL-AD (Quality of Life in Alzheimer’s Disease), que es un cuestionario administrado en forma de entrevista al sujeto para indagar acerca de su calidad de vida, y la angustia se evaluó mediante GDI (Global Distress Index), un cuestionario de autorreporte para indagar la frecuencia de ciertos síntomas psicológicos de angustia. La memoria se evaluó a través del PrVLT (Philadelphia Repeatable Verbal Learning Test), una lista de palabras a memorizar para evaluar la memoria episódica auditiva verbal. En esta investigación se halló una asociación positiva entre el insight y el estado de ánimo depresivo. Esta relación no estaría mediada por la angustia psicológica ni por los déficits de memoria, sino, indirectamente, por la calidad de vida del paciente. Los autores concluyeron que, si bien el insight en pacientes con EA leve/moderada se asocia al estado de ánimo depresivo, éste último no parece ser una reacción psicológica directa frente al insight, sino que depende de la calidad de vida que el paciente experimente. Asimismo, Migliorelli et al. (1995) estudiaron una muestra de 103 pacientes con EA probable, conforme a los criterios diagnósticos NINDS-ADRDA. Dichos pacientes fueron examinados a partir de Structured Clinical Interview for DSM- III-R (SCID) Personality Disorders, un cuestionario compuesto por 100 ítems para evaluar los trastornos de personalidad del DSM-III-R, el cual fue administrado a los pacientes junto con un familiar. Además, entre otros, se les administró el PSE (Present State Examination), una entrevista psiquiátrica semiestructurada para evaluar trastornos psiquiátricos en pacientes con 16 demencia y otros trastornos neurológicos, y el Anosognosia Questionnaire for Dementia (AD-Q), un cuestionario que consiste de 30 preguntas divididas en dos secciones, una mediante la cual se evalúa el funcionamiento intelectual, y la otra a través de la cual se examinan los cambios en los intereses y la personalidad. Los autores hallaron que el 51% de los sujetos presentaba depresión: el 28% de ellos distimia y el 23% depresión mayor (DM). En el caso de los pacientes con DM, la depresión empezó tempranamente, en la mitad de los casos antes del comienzo de la demencia, y su prevalencia se mantuvo estable en el transcurso de toda la enfermedad. Los autores relacionan la DM a factores biológicos como resultado de la demencia. Hay quienes hacen hincapié en la depresión de inicio en edad avanzada como parte de la fase prodrómica de la EA (Bennett & Thomas, 2014; Jacus, 2017) y otros incluso refieren a la depresión como un factor de riesgo para la EA (Bennett & Thomas, 2014; Usman et al., 2010). Bennett & Thomas (2014) llevaron a cabo una revisión de diversos estudios existentes entre el año 2005 y 2014 mediante búsqueda electrónica y búsqueda manual. El objetivo de la investigación fue examinar los estudios existentes referidos a la relación entre la depresión y la demencia. Dichos estudios incluían desde aquellos que apuntaban a la depresión como un factor de riesgo, hasta otros trabajos que referían a la misma como parte de la fase prodrómica de la enfermedad, como consecuencia o como comorbilidad independiente en la demencia. Los estudios llevaron a los autores a identificar dos explicaciones posibles para dicha relación. Una de ellas referida a la depresión temprana asociada a un mayor riesgo de padecer demencia, mientras que la otra respondía a la depresión en la edad avanzada como un posible pródromo de la demencia. Los autores expusieron que los mecanismos involucrados en la relación entre la depresión y la demencia resultan complejos lo cual dificulta arribar a una conclusión. Por otra parte, Jacus (2017) llevó a cabo un estudio con el objetivo de comparar puntuaciones y correlacionar el insight entre 20 pacientes con EA leve y 20 sujetos con deterioro cognitivo leve, de acuerdo a la etapa de la enfermedad y el método de evaluación utilizado. Todos los pacientes fueron 17 evaluados cognitiva, comportamental y psicoafectivamente. La EA fue diagnosticada de acuerdo a los criterios NINCDS-ADRDA y CDR. Para evaluar el nivel de insight se utilizó la Patient Competency Rating Scale (PCRS), un instrumento de autorreporte de 30 ítems que se administra al paciente y a su acompañante, para calificar el grado de dificultad que la persona tiene en diversas tareas y funciones, y luego se comparan ambos reportes para dar cuenta de la autoconciencia del paciente. La evaluación del funcionamiento cognitivo global se llevó a cabo mediante MMSE y FAB (Frontal Assessment Battery), un breve screening para evaluar funciones ejecutivas, entre otros. La evaluación psicoafectiva se realizó mediante el BDI (Beck Depression Scale), un cuestionario autoadministrado de 21 ítems para evaluar la severidad de la depresión de los pacientes, y STAI (State Trait Anxiety Inventory), también autoadministrado, de 40 ítems, 20 de ellos para evaluar la ansiedad-estado yotros 20 para evaluar la ansiedad-rasgo de los pacientes. Por último, la evaluación comportamental se llevó a cabo mediante AES (Apathy Evaluation Scale), que mediante 18 ítems busca cuantificar la apatía, en pacientes con EA, tomando en cuenta el relato del paciente, el del acompañante, y el del profesional evaluador. A partir de los resultados obtenidos, los autores concluyeron que existe una asociación entre menores niveles de insight con mayores niveles de apatía y menores niveles de depresión. Asimismo, postulan que la depresión mayor en la edad avanzada podría ser parte del estadio pródromo de la demencia. También, pudieron dar cuenta de que el insight es muy similar tanto en deterioro cognitivo leve como en EA leve, es decir que no observaron cambios significativos en el nivel de insight en los primeros estadios de evolución de la enfermedad. Por su parte, Usman et al. (2010), a partir de un estudio descriptivo, buscaban determinar la frecuencia, severidad y factores de riesgo de depresión en EA. El deterioro cognitivo fue evaluado a partir del MMSE, el diagnóstico de DM se llevó a cabo de acuerdo a los criterios del DSM-IV, utilizando la HAM-D (Hamilton Rating Scale for Depression), una escala heteroadministrada de 21 ítems para dar cuenta de la severidad de la depresión. La muestra estaba conformada por 76 sujetos de Pakistán, con una edad promedio de 67 años, en su mayoría con EA moderada y depresión de moderada a severa. Los autores hallaron una elevada prevalencia de depresión en pacientes con EA, 18 particularmente entre pacientes del género femenino. Concluyeron también que la depresión sería un factor de riesgo para el desarrollo de EA. Otros autores también han dado cuenta de la elevada prevalencia de depresión en el género femenino en EA (Ryu et al., 2017; Usman et al., 2010). En uno de los estudios (Ryu et al., 2017) se buscaba investigar la aparición de la depresión en el curso de la EA, así como también los factores de riesgo de su incidencia. Para tal fin, fueron reclutados 1272 pacientes de la República de Korea con EA sin síntomas depresivos, de los cuales 775 completaron el estudio. Los pacientes fueron diagnosticados con EA de acuerdo a criterios del DSM IV y criterios NINDRA-ADRDA. Se llevó a cabo un seguimiento de los sujetos por 12 meses para evaluar la ocurrencia de depresión, la severidad de los síntomas depresivos y sus funciones cognitivas, con mediciones de línea de base, a los 6 meses y, finalmente, a los 12 meses. Para la evaluación de depresión utilizaron MINI-K (Mini International Neuropsychiatric Interview – Korea), una entrevista estructurada con diversos ítems a los cuales el sujeto debe responder por “si” o por “no”, y comprende módulos para 17 diagnósticos psiquiátricos, entre ellos la depresión. También se utilizó GDS-K (Geriatric Depression Scale – Korea), mientras que para evaluar las funciones cognitivas y demencia se utilizó la versión coreana del MMSE y GDS (Global Deterioration Scale), una escala para determinar el grado de deterioro cognitivo del paciente a partir de 7 diferentes estadios que van desde la ausencia de deterioro cognitivo a la demencia severa. En la evaluación luego de los 12 meses, pudieron dar cuenta de una incidencia de depresión en el 13% de los sujetos. Los autores indicaron que el género femenino, así como la severidad de la demencia, estarían asociados a la ocurrencia de depresión. Este estudio demostró que la depresión se asocia negativamente con el nivel de funcionalidad cognitiva en pacientes con EA. - Relación entre depresión e insight en EA A partir de sus estudios, algunos autores sostienen que el insight podría estar correlacionado con la depresión (Horing et al., 2014; Smith et al., 2000; Harwood et al., 2000; Kashiwa et al., 2005; Barca et al., 2017; Jacus, 2017; 19 Cines et al., 2015), mientras que en el estudio de Berger et al. (1999) no se halló relación alguna entre ambos. Uno de los estudios (Horing et al., 2014) buscaba ampliar los conocimientos previos y explorar el deterioro del insight en pacientes con EA, y su relación con síntomas psiquiátricos y alteraciones del comportamiento (estado de ánimo depresivo, apatía, ansiedad, psicosis, entre otras). La muestra de sujetos estaba constituida por 107 participantes con probable EA, a los cuales se les administró la Neurobehavioral Rating Scale (NRS), una escala compuesta por 28 ítems para dar cuenta de aspectos cognitivos, como el insight, y los síntomas psiquiátricos y comportamentales, y la AES para evaluar el nivel de apatía y el MMSE para funcionamiento cognitivo global. En este estudio, los autores conceptualizan al insight como un fenómeno amplio, no sólo como la consciencia de los déficits cognitivos, sino también con la forma en que estos sujetos afrontan las dificultades que experimentan y cómo planifican su futuro a partir de dichos déficits. De esta manera, relacionan al insight con la sensibilidad emocional, incluso después de dar cuenta del deterioro cognitivo. Los resultados obtenidos permitieron dilucidar que el insight en la EA está asociado positivamente a síntomas psiquiátricos y a alteraciones del comportamiento, siendo que el primero predecía el estado de ánimo depresivo y la ansiedad. Los autores evidenciaron que los pacientes con EA con mayores niveles de insight presentaban una mayor tendencia a experimentar depresión. Dichos resultados llevaron a los autores a concluir que mayores niveles de insight permitían predecir mayor ansiedad y depresión en los pacientes, mientras que un menor nivel del mismo llevaría a predecir mayor apatía. Es por esto que los autores consideran de gran importancia la evaluación del insight como complementaria a la evaluación clínica de la depresión y la apatía en EA. Smith, C.A. et al. (2000) llevaron a cabo un estudio para examinar la relación entre el deterioro del insight (anosognosia), la severidad de la demencia, los síntomas depresivos y el funcionamiento neurocognitivo en una muestra de pacientes diagnosticados con EA probable conforme a los criterios diagnósticos NINCDS- ADRDA. La muestra estaba conformada tanto por sujetos con demencia, como por sujetos sin demencia. Buscaban determinar si el estado de ánimo depresivo constituía un mediador entre la severidad de la demencia y 20 la anosognosia. Fueron incluidos 53 sujetos, 23 de ellos con EA, con una edad promedio de 75,3 años, y 30 pacientes sin demencia, de una edad promedio de 76,3 años. La anosognosia fue evaluada a partir del AII (Assessment of Impaired Insight), que consiste en 22 ítems que evalúan conciencia motora, cognitiva y afectiva, el cual es administrado a los pacientes y sus respectivos informantes. En el AII la anosognosia es determinada a partir de la diferencia entre el puntaje total del paciente y el puntaje del informante. La severidad de la demencia fue evaluada a partir del MMSE, las funciones cognitivas fueron evaluadas a partir de una amplia batería neuropsicológica, y la sintomatología depresiva a partir de GDS. Los resultados obtenidos indicaron que los pacientes con EA con mayor nivel de insight exhibieron más síntomas depresivos, sin constituir una depresión clínica. Los autores destacan que el uso de un cuestionario autoadministrado para evaluar depresión, como el GDS, ofrece información de sintomatología depresiva aun cuando los sujetos no están clínicamente deprimidos. Los hallazgos de esta investigación muestran una correlación negativa entre los síntomas depresivos y la anosognosia (relación positiva respecto al insight). Por su parte, el estudio llevado a cabo por Berger et al. (1999) con el objetivo de examinar los síntomas depresivos en la fase pre-clínica de la EA 3 años antes del diagnóstico, tomó como muestra a 222 personas oriundas de Suecia mayores de 74 años. Se compararon individuoscon EA e individuos sin demencia respecto de los síntomas depresivos, para indagar acerca de la manera en que se relacionan los síntomas depresivos en la fase pre-clínica de EA con el insight. El diagnóstico de demencia se abordó desde el DSM-III-R, mientras que los síntomas depresivos fueron evaluados con el Comprehensive Psychopathological Rating Scale (CPRS), una escala de 65 ítems destinada a valorar la severidad de los síntomas psiquiátricos y el comportamiento observado. Los resultados indicaron una predominancia de síntomas depresivos relacionados a la motivación (falta de interés, pérdida de energía, dificultades de concentración) en la fase pre-clínica de la EA. No se observaron cambios con respecto a la motivación al tener en cuenta el insight de dichos sujetos. A partir de estos datos los autores determinaron una alta prevalencia de síntomas depresivos en la fase pre-clínica de la EA, los cuales no estarían relacionados al insight sino a dicha fase en sí misma. 21 Algunos de dichos estudios relacionan la disminución progresiva de la depresión conforme avanza la enfermedad con la declinación del insight (o aumento de anosognosia). Un estudio transversal llevado a cabo por Harwood et al. (2000) buscaba evaluar los síntomas asociados a la anosognosia en pacientes con EA probable. Para ello constituyeron una muestra de 91 pacientes con diagnóstico de EA probable según los criterios NINDRA-ADRDA. Se administró la escala NRS. Para el mencionado estudio, se decidió valorar el insight mediante el ítem “Inaccurate Insight” y los síntomas psiquiátricos y comportamentales, como la depresión y la agitación, se midieron a través de diferentes ítems individuales. Para evaluar los déficits cognitivos globales se utilizó el MMSE. A partir de esta investigación, los autores concluyeron que los pacientes con EA experimentarían síntomas depresivos y que se verían asociados a un mayor nivel de insight. Asimismo, un mayor nivel de insight fue asociado a un mayor puntaje en el MMSE y por lo tanto, a un menor déficit cognitivo, a partir de lo cual concluyeron que el insight se vería mayormente afectado en las últimas etapas de la enfermedad, cuando se observa un mayor deterioro cognitivo. Otro estudio (Kashiwa et al., 2005) tenía el objetivo de determinar las características de pacientes con EA probable, los síntomas psiquiátricos y los déficits cognitivos asociados a la anosognosia. Para esta investigación, la muestra se compuso de 84 sujetos que cumplían los criterios NINCDS-ADRDA para EA probable. Para la evaluación de la anosognosia hicieron una adaptación del cuestionario de Squire y Zouzounis (1988) que consta de 20 ítems (la versión original 18 ítems) en los cuales deben calificar diferentes aspectos en relación a su habilidad de memoria percibida. Se le pidió al paciente y a su cuidador que calificaran cada elemento por separado, utilizando una escala de nueve puntos desde −4 (peor) hasta +4 (mejor) para comparar el nivel de capacidad actual del paciente con el de hace 5 años. La diferencia entre la puntuación del paciente y la del cuidador se definió como el puntaje de anosognosia. Se evaluaron los déficits cognitivos globales y demencia mediante el MMSE y el CDR, las diferentes funciones cognitivas a partir de una batería neuropsicológica, mientras que el examen psiquiátrico incluyó el NPI y el GDS. La anosognosia correlacionó negativamente con el GDS, lo cual refleja 22 que el estado de ánimo depresivo evaluado por el GDS disminuiría a medida que la anosognosia se agrava. Asimismo, afirmaron que la anosognosia empeora conforme aumenta la gravedad de la demencia. 23 Conclusión En el presente trabajo se llevó a cabo una revisión de estudios con el fin de indagar acerca de la prevalencia de sintomatología depresiva en pacientes diagnosticados con enfermedad de Alzheimer y, asimismo, la relación de dicha sintomatología depresiva con el insight. En primer lugar, con respecto a la relación entre depresión y EA, algunos autores toman a la depresión como una reacción psicológica (Barca et al., 2017; Cines et al., 2015), mientras que un estudio toma a la misma como resultado de factores biológicos propios de dicha enfermedad (Migliorelli et al., 1995). Además, ciertos autores definen a la depresión como parte de la fase prodrómica de la EA (Bennett & Thomas, 2014), otros como parte de la fase pre-clínica (Berger et al., 1999), y otros como un factor de riesgo para desarrollar la enfermedad (Usman et al., 2010). En otros estudios, se observó en pacientes con EA una mayor prevalencia de depresión en el género femenino en comparación con el género masculino (Ryu et al., 2017; Usman et al., 2010). En segundo lugar, en referencia a la relación entre depresión e insight en EA, en su mayoría, los estudios seleccionados coincidieron en afirmar la existencia de una correlación positiva entre ambos (Barca et al., 2017; Cines et al., 2015; Harwood et al., 2000; Horing et al., 2014; Jacus 2017; Kashiwa et al., 2005; Smith et al., 2000). Es decir que al experimentar mayor insight, también experimentarían mayor depresión; en otras palabras, habría una correlación negativa entre la anosognosia (deterioro de la conciencia de los déficits) y la depresión. Asimismo, algunos autores indicaron una relación entre el progresivo deterioro cognitivo y la depresión, estableciendo que, a mayor deterioro cognitivo, en etapas más avanzadas de la enfermedad, la depresión es mayor y, a su vez, el insight es menor (Harwood et al., 2000; Kashiwa et al., 2005). Si bien hay ciertos hallazgos en común entre algunos estudios, no existe un consenso en la literatura con respecto a la relación entre EA, depresión e insight, lo cual impidió la verificación de la hipótesis propuesta inicialmente. Esta falta de consenso podría explicarse por la heterogeneidad de instrumentos de medición, principalmente en lo que refiere al insight/anosognosia, la cual 24 puede pensarse, de acuerdo a estos estudios, como una valoración subjetiva del profesional resultante de la evaluación llevada a cabo del paciente y de los datos provistos por su cuidador/familiar. Por su parte, en lo que refiere a la depresión, tampoco puede observarse un consenso en la literatura citada, ya que fue evaluada de diferentes maneras, tomando en cada caso aspectos diferentes de la misma, tanto sintomatología depresiva no clínica, como depresión mayor, depresión en EA o, incluso, es posible preguntarse si en ciertos casos se presta a confusión la definición de depresión utilizada por los investigadores con el concepto de apatía, la cual es característica de la EA (por ejemplo, en el estudio de Usman et al., 2010, en el cual evalúan la depresión a partir de HAM-D, el cual tiene ítems que también podrían ser atribuidos a la apatía, como la pérdida de interés). Finalmente, luego del recorrido llevado a cabo por el presente trabajo, es posible pensar como recomendación para futuros estudios acerca de la relación entre EA, depresión e insight, un consenso con respecto a los instrumentos de medición y claros criterios diagnósticos para la depresión y el insight. Particularmente, sería de gran utilidad lograr operacionalizar adecuadamente el insight/anosognosia para su adecuada y precisa valoración. Mayor precisión en este sentido daría lugar a un estudio más sistematizado de la relación entre depresión e insight en la EA lo cual ampliaría considerablemente el conocimiento respecto a esta dinámica tan poco explorada. 25 Referencias bibliográficas Albert, MS, DeKosky ST, Dickson D, Dubois B, Feldman HH, Fox NC, et al. (2013) The diagnosis of mild cognitive impairment due to Alzheimer’s disease: recommendations from the National Institute on Aging- Alzheimer’s Association workgroups on diagnostic guidelines forAlzheimer’s disease. Alzheimer’s Dement. 7:270-279. Allegri, R., Roqué, M., Bartoloni, L & Rubin, R. (2015). Deterioro Cognitivo, Alzheimer y otras Demencias. Formación Profesional para el Equipo Socio-Sanitario. Buenos Aires: Ministerio de Desarrollo Social. Presidencia de la Nación. Alzheimer's Association. 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Deterioro en el proceso de almacenar información: 1. dificultad para prestar atención a más de un estímulo a la vez 2. dificultad para cambiar el foco de atención 3. Interferencia en la actividad cotidiana 4. Nivel de conciencia normal, sin excluir la posibilidad de alteraciones episódicas 5. Las deficiencias se hallan presentes durante al menos 6 meses 2) Criterios NINCDS-ADRDA para el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer 1. Criterios para el diagnóstico clínico de enfermedad de Alzheimer probable: 1. Demencia, diagnosticada mediante examen clínico y documentada con el miniexamen mental de Folstein, la escala de demencia de Blessed, u otras similares, y confirmada con tests neuropsicológicos 2. Deficiencias en dos o más áreas cognitivas 3. Empeoramiento progresivo de la memoria y de otras funciones cognitivas 4. No alteración del nivel de conciencia 5. Comienzo entre los 40 y los 90 años, con mayor frecuencia después de los 65, y 6. Ausencia de alteraciones sistémicas u otras enfermedades cerebrales que pudieran producir el deterioro progresivo observado de la memoria y de las otras funciones cognitivas 2. Apoyan el diagnóstico de “enfermedad de Alzheimer probable”: 1. Deterioro progresivo de alguna función cognitiva específica (afasia, apraxia, agnosia) 32 2. Alteraciones conductuales y en la realización de las actividades diarias habituales 3. Antecedentes familiares de trastorno similar, especialmente si obtuvo confirmación anatomopatológica, y 4. Pruebas complementarias: 1. líquido cefalorraquídeo normal, en las determinaciones estándar 2. EEG normal, o con alteraciones inespecíficas como incremento de la actividad de ondas lentas, y 3. atrofia cerebral en TAC, objetivándose progresión de la misma en observación seriada 3. Aspectos clínicos compatibles con el diagnóstico de “enfermedad de Alzheimer probable”, tras excluir otras causas de demencia: 1. Mesetas en la progresión de la enfermedad 2. Síntomas asociados de depresión, insomnio, incontinencia, ideas delirantes, ilusiones, alucinaciones, accesos emocionales, físicos o verbales, alteraciones de la conducta sexual, pérdida de peso. 3. Otras alteraciones neurológicas en algunos pacientes, especialmente en los que se hallan en fase avanzada, como hipertonía, mioclonías o alteración de la marcha. 4. Convulsiones, en fase avanzada de la enfermedad. 5. TAC cerebral normal para la edad del paciente. 4. Aspectos que convierten el diagnóstico de “enfermedad de Alzheimer probable” en incierto o improbable: 1. Instauración brusca o muy rápida 2. Manifestaciones neurológicas focales como hemiparesia, alteración de la sensibilidad o de los campos visuales, o incoordinación en fases tempranas de la evolución 3. Convulsiones o alteraciones de la marcha al inicio o en fases muy iniciales de la enfermedad 5. Diagnóstico clínico de enfermedad de Alzheimer posible: 1. Demencia, con ausencia de otras alteraciones sistémicas, psiquiátricas y neurológicas que puedan causar esa demencia, pero con una instauración, manifestaciones o patrón evolutivo que difieren de lo expuesto para el diagnóstico de “enfermedad de Alzheimer probable” 33 2. Presencia de una segunda alteración, cerebral o sistémica, que podría producir demencia pero que no es considerada por el clínico como la causa de esta demencia 3. En investigación, cuando se produce deterioro gradual e intenso de una única función cognitiva, en ausencia de otra causa identificable. 6. Criterios para el diagnóstico de enfermedad de Alzheimer definitiva: 1. Criterios clínicos de “enfermedad de Alzheimer probable”, y 2. Comprobación histopatológica, obtenida a través de biopsia o autopsia 3) Depresión de EA y los nuevos criterios de Depresión Mayor del DSM-V. (Olin, et al., 2002) Depresión Mayor (DSM-V) Depresión de EA En el transcurso de dos semanas deben presentarse, al menos, cinco de los siguientes síntomas, en los cuales se incluya, al menos, el síntoma 1 o 2: 1) Estado de ánimo deprimido casi todos los días, durante la mayor parte del día, según información subjetiva o por observación de terceros. 2) Disminución del placer o del interés en casi todas las actividades, durante la mayor parte del día, casi todos los días 3) Aumento o pérdida importante de peso, que no sea por régimen o dieta particular (más del 5% de masa corporal en un mes), o bien aumento o disminución del apetito casi todos los días. En el transcurso de dos semanas deben presentarse, al menos, tres de los siguientes síntomas, en los cuales se incluya, al menos, el síntoma 1 o 2: 1) Estado de ánimo deprimido clínicamente significante (deprimido, triste, desesperanzado, desanimado, lloroso). 2) Placer o afecto positivo disminuido con respecto a contacto social o actividades usuales. 3) Trastornos del apetito 34 4) Insomnio o hipersomnia casi todos los días 5) Agitación o retraso psicomotor casi todos los días 6) Fatiga o pérdida de la energía casi todos los días 7) Sentimientos de sentirse inútil o de culpa excesiva o inapropiada casi todos los días 8) Disminución de la capacidad de tomar decisiones, de pensar o de concentrarse casi todos los días 9) Pensamientos recurrentes de muerte, ideas recurrentes de suicidio sin plan determinado, intento de suicidio o plan específico para hacerlo Estos síntomas causan un deterioro importante y significativo en el funcionamiento social, laboral o de otras áreas. Este episodio no es atribuible a efectos fisiológicos de alguna sustancia u otra afección médica 4) Trastornos del sueño 5) Cambios psicomotores (agitación o enlentecimiento) 6) Fatiga o pérdida de energía 7) Sentimientos de pesimismo, desesperanza o culpa excesiva o inapropiada 8) Pensamientos recurrentes de muerte, ideación suicida, plan o intento 9) Aislamiento social 10) Irritabilidad Deben estar cumplidos todos los criterios para la EA, y los síntomas no deben estar representados por otras condiciones como Trastorno Depresivo Mayor, Trastorno Bipolar, Esquizofrenia, entre otros. Los síntomas no son debidos a efectos psicológicos por consumo de sustancias (drogas o medicamentos) Los síntomas causan angustia o una ruptura en el funcionamiento habitual.
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