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Sintomatología depresiva e insight en la enfermedad de Alzheimer

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2018 
 
Tesis de Licenciatura 
 
Sintomatología depresiva e 
insight en la enfermedad 
de Alzheimer 
 
 
Aguilar, Aldana Belén 
LU: 380887070 
Tutora: Abulafia, Carolina Andrea 
DNI: 33018769 
 1 
Índice 
Agradecimientos...............................................................................................2 
Introducción......................................................................................................3 
Objetivo.............................................................................................................5 
Metodología......................................................................................................6 
Marco teórico....................................................................................................7 
 Neuropsicología.....................................................................................7 
 Demencias.............................................................................................7 
 Enfermedad de Alzheimer......................................................................9 
 Depresión..............................................................................................11 
 Insight....................................................................................................12 
Desarrollo.........................................................................................................14 
 Depresión en EA...................................................................................14 
 Relación entre depresión e insight en EA.............................................18 
Conclusión…....................................................................................................23 
Referencias bibliográficas................................................................................25 
Anexo...............................................................................................................31 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 2 
Agradecimientos 
 
Especial agradecimiento a mis padres y hermanas, mi impulso y apoyo 
incondicional desde el comienzo hasta el final de este largo camino quienes, a 
pesar de la distancia, nunca dejaron de estar presentes con mucho sacrificio 
para que yo pueda estar hoy alcanzando mis sueños. 
A mis tíos, abuelos y primos, por sus palabras de aliento y su confianza plena 
en mí desde el comienzo. 
A mi compañero de vida, mi sostén, por su apoyo y paciencia, por confiar en mí 
siempre, por alentarme y por acompañarme de la mejor manera en cada 
momento. 
A mis amigas, por compartir conmigo cada logro, cada tropiezo, y por 
animarme a seguir. 
A mis profesores, por su vocación y experiencia, que fueron clave en mi 
formación. 
A Caro, por su paciencia y dedicación en cada paso de esta tesis. 
 
 
 3 
Introducción 
 
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que hay actualmente cerca 
de 600 millones de personas con más de 60 años; esta cifra se duplicará para 
el año 2025 y llegará a los 2000 millones en el año 2050. También se proyecta 
que, en el 2050, el 22% de los habitantes del mundo tendrá más de 60 años y 
que 400 millones de personas superarán los 80 años. Al aumentar la 
longevidad de la población, aumenta también la prevalencia de enfermedades, 
entre ellas la demencia, más frecuentemente a partir de los 65 años (World 
Health Organization, 2015). En Argentina, se estima que la prevalencia de la 
demencia, en general, es del 12.2% en sujetos mayores de 65 años. A partir de 
este dato, es posible inferir que hay en el país más de 600.000 sujetos con 
demencia, de los cuales, aproximadamente, el 60% se trata de demencias tipo 
Alzheimer, la cual constituye el subtipo más frecuente de dicha patología (Mas, 
2000). 
La enfermedad de Alzheimer (EA) es una enfermedad neurodegenerativa 
progresiva que afecta al comportamiento, al intelecto y a la capacidad de 
realizar las actividades de la vida diaria de los pacientes, lo que conduce a una 
pérdida de autonomía (Evans, 1989). En la EA se produce una atrofia cerebral 
progresiva, bilateral y difusa, que comienza en regiones mesiales temporales 
para afectar luego al neocórtex, principalmente temporoparietal y frontal, 
produciéndose una pérdida de interés y un progresivo deterioro de la memoria 
y de funciones cognitivas tales como el lenguaje y el razonamiento entre otras, 
lo cual afecta eventualmente la percepción y la conciencia, dando lugar a la 
anosognosia característica de la EA, que refiere a la ausencia de conocimiento 
y de conciencia que tiene el sujeto respecto de su deterioro. 
Si bien las alteraciones cognitivas constituyen los síntomas más característicos 
e incapacitantes de la enfermedad, la depresión es uno de los trastornos más 
comunes en dichos pacientes, afectando a alrededor de la mitad de los casos 
en algún momento del proceso de la enfermedad (Di Iulio, Palmer, Blundo, 
Casini, Gianni, Caltagirone & Spalletta, 2010), presente en el 42% de los 
pacientes. Otros síntomas conductuales de similar frecuencia en la EA son la 
apatía (49%) y la ansiedad (39%) y se manifiestan desde los primeros estadios 
de la enfermedad (Molina, 2016; Zhao, Tan, Wang, Jiang, Tan, Tan, Xu, Li et 
 4 
al., 2015). A estas alteraciones conductuales se le suman síntomas 
secundarios tales como la agresividad, trastornos del sueño e irritabilidad entre 
otros (Zhao et al., 2015). En estadíos iniciales de la enfermedad los pacientes 
preservan el insight, es decir, la conciencia respecto de sus crecientes 
dificultades. Esta capacidad se va perdiendo en estadios posteriores, lo cual da 
cuenta de un deterioro del insight conforme avanza la enfermedad (Schneck, 
Reisberg & Ferris, 1982). 
Algunos autores sostienen que el insight podría estar correlacionado 
positivamente con la depresión (Harwood, Sultzer & Wheatley, 2000; Kashiwa, 
Kitabayashi, Narumoto, Nakamura, Ueda & Fukui, 2005; Barca, Persson, 
Eldholm, Benth, Kersten, Knapskog et al, 2017; Horing, Melrose & Sultzer, 
2014; Jacus, 2017; Cines, Farrell, Steffener, Sullo, Huey, Karlawish & 
Consentino, 2015; Smith, Henderson, McCleary, Murdock & Buckwalter, 2000). 
Algunos de ellos proponen que la depresión sería una reacción psicológica 
frente al insight (Barca et al., 2017), mientras que hay quienes atribuyen la 
depresión a factores biológicos vinculados a los propios procesos 
neurodegenerativos de la EA (Migliorelli, Teson, Sabe & Petracchi, 1995). 
Finalmente, otros autores concluyeron que no hay relación alguna entre insight 
y depresión (Berger, Fratiglioni, Forsell, Winblad & Backman, 1999). Hay 
quienes hacen hincapié en la depresión de inicio en edad avanzada como parte 
de la fase prodrómica de la EA (Bennett & Thomas, 2014; Jacus, 2017) y otros 
incluso identifican a la depresión como un factor de riesgo para la EA (Bennett, 
& Thomas, 2014; Usman, Chaudhary, Asif & Yahya, 2010). Adicionalmente, 
ciertos autores dieron cuenta de una elevada prevalencia de depresión en el 
género femenino (Ryu, Jung, Lee, Moon, Lee, Hong & Lee, 2017; Usman et al., 
2010), el cual representa un factor de riesgo del desarrollo de la EA (Usman et 
al., 2010). Es por ello que se considera pertinente dar cuenta de la relación 
existente entre la depresión y la EA, así como también la incidencia de la 
conciencia de la enfermedad (insight) en dicha relación. 
 5 
Objetivo 
 
El presente trabajo constituye una revisión bibliográfica con el objetivo de 
indagar y analizar la literatura referida a la presencia de sintomatología 
depresiva en pacientes diagnosticados con enfermedad de Alzheimer (EA), así 
como también su prevalencia en las diferentes etapas de la enfermedad. Por 
otro lado, se busca indagar acerca de la relación de dicha sintomatología 
depresiva con el insight, de acuerdo a distintos estadios de la enfermedad, 
criterios de medición y operacionalización. 
La hipótesis dela cual parte este trabajo es que la prevalencia de 
sintomatología depresiva en pacientes con enfermedad de Alzheimer está 
asociada a un mayor nivel de insight o conciencia de los déficits cognitivo-
conductuales propios de la enfermedad. 
 
 
 6 
Metodología 
 
La revisión bibliográfica de la presente tesis es de carácter cualitativo. 
Se llevó a cabo una búsqueda bibliográfica de publicaciones en idioma español 
e inglés, a partir de los buscadores Google Académico, Pubmed y Science 
Direct utilizando las palabras clave: Alzheimer (Alzheimer), Demencia 
(Dementia), Depresión (Depression), Síntomas Depresivos (Depressive 
symptoms), Anosognosia e Insight. 
La búsqueda del material tuvo como eje la sintomatología depresiva presente 
en pacientes con enfermedad de Alzheimer y su relación con el nivel de insight 
conservado, o no, en dichos pacientes. Asimismo, se tuvieron en cuenta 
artículos referentes a la prevalencia de la sintomatología depresiva de acuerdo 
a la etapa de la enfermedad a la cual se haga referencia. 
La bibliografía rastreada, relacionada a esta temática, comprendió los años 
1995 a 2018 inclusive, lo cual permitió un amplio despliegue de información 
para analizar y poder así elaborar el presente trabajo. 
 
 
 7 
Marco Teórico 
 
- Neuropsicología 
La presente tesis se desarrolla en el marco teórico de la Neuropsicología, una 
rama de la psicología que se ocupa del diagnóstico y tratamiento de los 
problemas cognitivos, conductuales o emocionales, que resultan de una 
disfunción cerebral (Drake, 2007). Esta disciplina busca identificar las funciones 
cognitivas deterioradas con la ayuda de pruebas estandarizadas, en pacientes 
con algún tipo de lesión cerebral (Molina, 2016). La evaluación 
neuropsicológica permite establecer un perfil de las funciones comprometidas y 
de aquellas que se encuentran preservadas, lo cual resulta una herramienta 
esencial para la planificación de un tratamiento rehabilitador adecuado 
(Palacios Vallejos, 2014). El neuropsicólogo clínico tiene entonces como 
propósito contribuir al diagnóstico, tratamiento y rehabilitación, así como 
también brindar información para el cuidado y seguimiento del paciente (Drake, 
2007). 
En la enfermedad de Alzheimer (EA), el tipo más frecuente de demencia, la 
evaluación neuropsicológica es esencial para arribar a un diagnóstico clínico 
probable y es un requisito fundamental para determinarlo, de acuerdo a los 
criterios NINCDS-ADRDA -National Institute of Neurological and 
Communicative Disorders and Stroke - Alzheimer's Disease and Related 
Disorders Association- (McKhann, Drachman, Folstein, Katzman, Price, 
Stadlan, 1984). En conjunto con exámenes de laboratorio, imágenes y 
biomarcadores, la evaluación neuropsicológica es de gran relevancia para 
determinar el diagnóstico de la demencia y su posterior seguimiento (Molina, 
2016). 
 
- Demencias 
Las demencias son patologías que se producen por lesiones cerebrales 
degenerativas o secundarias a accidentes cerebrovasculares o traumatismos 
que provocan un deterioro cognitivo progresivo, afectan la realización 
adecuada de actividades diarias y, a su vez, alteran la conducta y la autonomía 
de las personas (Molina, 2016). 
 8 
La demencia es un síndrome clínico frecuente a partir de los 65 años. En 2015 
había alrededor de 47 millones de personas con demencia en el mundo y, de 
acuerdo con las proyecciones de población, por el aumento de la longevidad y 
la supervivencia, si la prevalencia de demencia actual se mantiene constante, 
en el año 2050 habrá alrededor de 130 millones de personas con demencia 
(Garre-Olmo, 2018). La prevalencia de la demencia a nivel mundial, de acuerdo 
a la ubicación geográfica, va del 5 al 8% en personas mayores de 60 años, y 
cada 5 años aproximadamente esta prevalencia se duplica, creciendo de 
manera exponencial conforme aumenta la edad y es más frecuente en el sexo 
femenino (Prince, Bryce, Albanese, Wimo, Ribeiro & Ferri, 2013). 
De acuerdo a la nueva nomenclatura que establece el DSM-V (Diagnostic and 
Statistical Manual of Mental Disorders) (APA, 2014), los cuadros clínicos que 
previamente se denominaban como “Demencia”, en esta nueva edición se 
incluyen bajo la denominación de “Trastornos Neurocognitivos”. Un trastorno 
neurocognitivo es un trastorno mental que afecta las funciones neurocognitivas, 
principalmente la memoria, la percepción y la resolución de problemas. Dentro 
de los “Trastornos Neurocognitivos” se encuentran tres categorías: el 
“Síndrome Confusional” –delirium-, el “Trastorno Neurocognitivo Leve” y el 
“Trastorno Neurocognitivo Mayor”. El trastorno neurocognitivo mayor y el menor 
se diferencian por la intensidad de los síntomas y su repercusión en la 
funcionalidad del paciente, de acuerdo a la preocupación del paciente o de 
terceros por el declive, modesto o sustancial, de las funciones cognitivas, así 
como también de acuerdo a la interferencia que tienen los déficits cognitivos 
sobre la independencia del paciente. Los dominios neurocognitivos que deben 
estar afectados para cumplir con los criterios diagnósticos incluyen: atención, 
funciones ejecutivas, aprendizaje, memoria, lenguaje, visoconstrucción, 
visuopercepción y cognición social. 
Según la Clasificación Internacional de Enfermedades, CIE-10 (OMS, 1992), la 
demencia es un síndrome causado por una enfermedad cerebral, de naturaleza 
crónica o progresiva, con déficits de múltiples funciones superiores (memoria, 
pensamiento, orientación, comprensión, cálculo, capacidad de aprendizaje, 
lenguaje y juicio, entre otras) y conciencia clara, sin excluir la posibilidad de 
alteraciones episódicas [Ver anexo 1]. En esta clasificación, el déficit está 
acompañado por un deterioro del control emocional, del comportamiento social 
 9 
o de la motivación, produciendo un deterioro cognitivo que repercute en las 
actividades cotidianas (asearse, vestirse, comer), con una duración del cuadro 
no inferior a seis meses, y habiéndose obtenido la información de la 
exploración del paciente y de la anamnesis a través de una tercera persona. El 
requisito primordial para el diagnóstico es que el deterioro de la memoria y el 
pensamiento sean tales que interfieran en la vida cotidiana (López Álvarez & 
Agüera Ortiz, 2015). 
 
- Enfermedad de Alzheimer 
La enfermedad de Alzheimer (EA) es la causa más frecuente de demencia en 
los países occidentales (Robles, 2002). Constituye un proceso 
neurodegenerativo que produce una demencia progresiva en la tercera edad y 
conduce a un estado de incapacidad absoluta y, en algunos casos, hasta la 
muerte, en un período generalmente inferior a las dos décadas. En Argentina, 
se estima que la prevalencia de la demencia, en general, es del 12.2% en 
sujetos mayores de 65 años. Según estas cifras, se puede inferir que hay en el 
país más de 600.000 sujetos con demencia, de los cuales aproximadamente el 
60% son demencias tipo Alzheimer (DTA) (Mas, 2000). Actualmente, a nivel 
mundial, se estima que 35,6 millones de personas conviven con esta 
enfermedad, y cada año se diagnostican 7,7 millones de nuevos casos. Se 
estima que para el año 2030 habrá el doble de personas afectadas y, para el 
año 2050, el triple (Allegri, Roqué, Bartoloni, Rubin, 2015). 
La EA se caracteriza por una afectación predominantemente cortical con 
relativa conservación de estructuras subcorticales. Se observa una disminución 
de la transparencia y fibrosis de las leptomeninges, con notables lagunas 
subaracnoideas entre los surcos cerebrales. Asimismo, una atrofia global, 
bilateral y simétrica de ambos hemisferios, con circunvoluciones atrofiadas y 
surcos aumentados. Hay una mayor afectación fronto-temporo-parietal, siendo 
la región más comprometida la cara mesial del lóbulo temporal, y se presenta, 
además, un aumento del volumen de los ventrículos (Arnoldo, Marilet & Lázaro 
2008). 
Adicionalmente, los cambiosmás destacables en el cerebro están referidos al 
depósito de dos proteínas insolubles. Por un lado, el beta amiloide, proteína 
que se deposita de manera anormal en el espacio extracelular de neuronas, 
 10 
conformando placas seniles y por el otro lado, la proteína tau, que se deposita 
dentro de las neuronas, principalmente en sus prolongaciones, conformando 
los ovillos neurofibrilares. Es así, que tanto las placas seniles como los ovillos 
neurofibrilares son lesiones características de la EA (Braak, & Braak, 1996). 
Años atrás no existía la posibilidad de dar cuenta de la acumulación de beta 
amiloide y tau en el cerebro sino mediante la autopsia. Actualmente, existen 
diversos biomarcadores de EA que permiten demostrar cómo dichas proteínas 
se acumulan, los cuales miden de forma específica y confiable el proceso de la 
enfermedad. Entre los biomarcadores disponibles en la actualidad están la 
medición de beta amiloide y proteína tau en el líquido cefalorraquídeo mediante 
una punción lumbar, o también la detección de la acumulación de dichas 
proteínas en el cerebro mediante Tomografía por Emisión de Positrones (PET) 
(Allegri et al, 2015) A partir de estos biomarcadores se pueden identificar tres 
fases en EA: 
 1. Fase preclínica, en la cual son detectados depósitos de beta amiloide y tau 
a partir de biomarcadores, aunque las personas no presenten síntomas de 
deterioro cognitivo. Aquí hay riesgo de desarrollar EA, sin embargo, no todos 
los casos terminan en ella (Sperling, Aisen, Bennett, Craft, Fagan et al., 2011). 
 2. Fase prodrómica, donde los biomarcadores resultan positivos y los 
pacientes ya presentan deterioro cognitivo leve, con leves fallas en la memoria, 
sin constituir aún una demencia. En esta fase, el riesgo de padecer EA es muy 
alto, pero hay muchos pacientes en los cuales no llega a ser diagnosticado 
(Albert, Dekosky, Dickson, Dubpis, Feldman, Fox et al., 2011), 
 3. Fase de demencia, en la cual los biomarcadores son positivos y se puede 
diagnosticar la EA, que puede ser leve, moderada o severa. La EA leve refiere 
a un deterioro de las funciones cognitivas y conductuales con respecto a 
niveles premórbidos de funcionamiento, interfiriendo en las actividades de la 
vida diaria, evidenciándose progresiva pérdida de memoria y de otras funciones 
cognitivas. La EA moderada involucra dificultades en el lenguaje, el 
razonamiento y procesos sensoriales, afectando la percepción y conciencia, 
con una consecuente anosognosia. La sintomatología se vuelve más evidente, 
haciendo que los pacientes se vuelvan dependientes de sus cuidadores y/o 
familia para las actividades de la vida diaria. Por último, en la EA severa, las 
alteraciones resultan mucho mayores, evidenciándose una atrofia severa, y los 
 11 
pacientes pierden por completo su autonomía y capacidad de comunicación 
(Allegri, et al., 2015). 
Una de las herramientas más comúnmente utilizadas para el diagnóstico de la 
enfermedad de Alzheimer son los criterios NINCDS-ADRDA, los cuales 
permiten diagnosticar si se trata de EA probable, EA posible o EA definitiva 
(McKhann et al., 1984) [Ver Anexo 2]. 
Si bien los síntomas cognitivos constituyen la característica principal de la EA, 
la depresión afecta casi a la mitad de los pacientes en algún momento del 
curso de la enfermedad (Di Iulio et al., 2010). 
 
- Depresión 
La depresión es la comorbilidad psiquiátrica más frecuente en EA, con un 
impacto negativo en el pronóstico de la enfermedad. Se estima que entre el 20 
y el 50% de las personas con EA evidencian depresión clínicamente 
significativa (Alzheimer’s Association, 2009). La depresión se caracteriza por 
una combinación de tristeza, desinterés por las actividades y disminución de la 
energía. Otros síntomas son: pérdida de la confianza y la autoestima, 
sentimiento injustificado de culpabilidad, ideas de muerte y suicidio, menor 
capacidad de concentración, así como trastornos del sueño y la alimentación. 
Estudios de imágenes en pacientes con trastorno depresivo mayor han 
indicado alteraciones estructurales en varias áreas cerebrales, entre ellas el 
hipocampo, la amígdala y la corteza prefrontal dorsolateral y ventral (Villa & 
González, 2012). 
La depresión en EA es similar a un episodio de depresión mayor, sin embargo, 
su severidad es menor que ésta y ciertos estudios demuestran que sus 
principales síntomas son la disforia y la pérdida de interés (Olin, Schneider, 
Katz, Meyers, Alexopoulos, Breitner et al., 2002). Estos autores proponen una 
diferenciación entre los criterios diagnósticos del DSM-V y la depresión de EA. 
Ambos criterios son similares, pero existen ciertas diferenciaciones; en el caso 
de depresión en EA se requiere el cumplimiento de criterios diagnósticos para 
EA y, como mínimo, 3 síntomas de la lista establecida, mientras que en el caso 
de lo establecido por el DSM-V, son necesarios, al menos, 5 [Ver Anexo 3]. 
Otra diferenciación relevante a realizar es entre la depresión y otro síntoma 
conductual de alta frecuencia en EA, la apatía. La apatía es el principal cambio 
 12 
de comportamiento en pacientes con EA y refiere a la pérdida de la motivación, 
que se manifiesta por la disminución de la iniciativa, disminución de la 
perseverancia, falta de interés, indiferencia y bajo compromiso social en 
ausencia del componente emocional que caracteriza a la depresión (Landes, 
Sperry, Strauss & Geldmatcher, 2001). La apatía está asociada a un mayor 
deterioro cognitivo en EA, y su prevalencia suele ser mayor que la prevalencia 
de depresión. La apatía está relacionada a alteraciones conductuales como la 
desinhibición y comportamiento anormal, mientras que la depresión se 
relaciona a alteraciones emocionales como la ansiedad, la agitación, y la 
irritabilidad, entre otras (Levy, Cummings, Fairbanks, Masterman, Miller, Craig 
et al., 1998). 
Por último, una diferenciación más refiere a la distimia, que es un estado de 
ánimo crónicamente depresivo, la mayor parte del día, la mayoría de los días, 
durante al menos 2 años. Los síntomas presentes durante los estados 
distímicos son los mismos que podemos hallar en la depresión mayor, sin 
embargo, se trata de síntomas más leves y de duración más prolongada, 
causando malestar clínicamente significativo y una afectación de diferentes 
áreas de la vida del sujeto. 
 
- Insight 
En el presente trabajo se utiliza el término “insight” para hacer referencia a la 
conciencia o percepción que una persona tiene acerca de sus propios estados 
o procesos mentales patológicos (Cazau, 2002). Los pacientes en los estadios 
iniciales son más conscientes de sus crecientes dificultades cognitivas, 
mientras que los pacientes en estadios más avanzados son menos conscientes 
de ellas. Es común que haya una disminución o falta de insight (anosognosia) 
en los estadios más severos de la EA (Degirmenci, Degirmenci, Duguncu & 
Yilmaz, 2013; Harwood et al., 2000; Kashiwa et al., 2005; Schneck et al., 1982). 
El término anosognosia fue introducido por Babinski en 1914 para describir a 
los sujetos que negaban su hemiplejía izquierda, con la afección que se 
considera relacionada con una lesión cerebral en el lóbulo parietal derecho. Sin 
embargo, anosognosia significa literalmente que un paciente no puede 
reconocer su propia enfermedad (Kashiwa et al., 2005). Se piensa que la 
anosognosia se relaciona a una disfunción del lóbulo frontal, lo cual es una 
 13 
hipótesis resultante de estudios de PET, que demostraron un paralelismo entre 
un hipometabolismo frontal y la anosognosia (Reed, Jagust & Coulter, 1991). 
 
 14 
Desarrollo 
 
- Depresión en EA 
Las explicaciones acerca de la prevalencia de depresión en EA son diversas, 
entre ellas la depresión como reacción psicológica frente al insight (Barca et al., 
2017), como reacción psicológica de acuerdo a la calidad de vida que 
experimente el paciente (Cines et al., 2015), ocomo un resultado de factores 
biológicos propio de la EA (Migliorelli et al., 1995). 
Un estudio llevado a cabo por Barca et al. (2017) buscaba investigar las 
diferentes trayectorias de los síntomas depresivos y su relación con el proceso 
de la EA. Para ello se tomó una muestra de 282 pacientes noruegos 
diagnosticados con EA probable a los que se les realizó un seguimiento de dos 
años para poder examinar la relación entre la EA y la depresión. La EA 
probable fue diagnosticada en los pacientes mediante criterios NINCDS-
ADRDA. La severidad de la demencia fue evaluada con la escala CDR (Clinical 
Dementia Rating), que es un cuestionario con escala numérica para dar cuenta 
del nivel de deterioro cognitivo. Utilizaron el MMSE (Mini Mental State 
Examination), que es un test de rastrillaje para dar cuenta del funcionamiento 
cognitivo global, y la CSDD (Escala Cornell para Depresión en Demencia), un 
test de screening para detectar depresión en pacientes con demencia, que está 
compuesto por ítems que deben ser valorados entre 0 y 2 puntos cada uno, de 
acuerdo a como se ha sentido el paciente el último tiempo, correspondiendo a 
un mayor puntaje obtenido, mayor depresión. Los resultados obtenidos 
indicaban tres tipos de trayectorias: 1) El 82,8% de los sujetos mantuvieron un 
bajo promedio en la CSDD de forma estable en los dos años de seguimiento. 2) 
El 3,9% de ellos obtuvo puntajes altos y descendentes, mientras que 3) el 
13,3% obtuvo puntajes moderados y ascendentes durante ese mismo tiempo. 
Los resultados obtenidos identifican a la depresión como una reacción 
psicológica frente al insight. Los autores concluyeron que la demencia de 
progresión más rápida estaría asociada a un aumento moderado y cada vez 
mayor de los síntomas depresivos. 
Por otro lado, el estudio de Cines et al. (2015) buscaba investigar la relación 
entre el insight y el bienestar psicológico en pacientes con EA leve/moderada y 
depresión no clínica. La muestra estaba compuesta por 104 individuos con EA 
 15 
probable, de acuerdo a los criterios diagnósticos NINDS-ADRDA. Fueron 
incluidos para el estudio aquellos pacientes con puntaje mayor o igual a 17 en 
MMSE, mientras que aquellos con antecedentes psiquiátricos pasados o 
actuales fueron excluidos. El insight fue evaluado a partir de CRA (Clinical 
Rating of Awareness), la cual comienza a partir de una breve entrevista para 
indagar acerca de la percepción que los sujetos tienen del funcionamiento de 
su memoria, y el examinador asigna un puntaje de 1 a 4 de acuerdo a la 
Anosognosia Rating Scale, que abarca desde la conciencia completa hasta la 
falta de conciencia. Por su parte, los síntomas depresivos fueron evaluados 
mediante la GDS (Geriatric Depression Scale), un autorreporte de 30 ítems, a 
los cuales el sujeto debe responder por “si” o por “no”, de acuerdo a como se 
ha sentido la última semana. La calidad de vida se evaluó mediante QOL-AD 
(Quality of Life in Alzheimer’s Disease), que es un cuestionario administrado en 
forma de entrevista al sujeto para indagar acerca de su calidad de vida, y la 
angustia se evaluó mediante GDI (Global Distress Index), un cuestionario de 
autorreporte para indagar la frecuencia de ciertos síntomas psicológicos de 
angustia. La memoria se evaluó a través del PrVLT (Philadelphia Repeatable 
Verbal Learning Test), una lista de palabras a memorizar para evaluar la 
memoria episódica auditiva verbal. 
En esta investigación se halló una asociación positiva entre el insight y el 
estado de ánimo depresivo. Esta relación no estaría mediada por la angustia 
psicológica ni por los déficits de memoria, sino, indirectamente, por la calidad 
de vida del paciente. Los autores concluyeron que, si bien el insight en 
pacientes con EA leve/moderada se asocia al estado de ánimo depresivo, éste 
último no parece ser una reacción psicológica directa frente al insight, sino que 
depende de la calidad de vida que el paciente experimente. 
Asimismo, Migliorelli et al. (1995) estudiaron una muestra de 103 pacientes con 
EA probable, conforme a los criterios diagnósticos NINDS-ADRDA. Dichos 
pacientes fueron examinados a partir de Structured Clinical Interview for DSM-
III-R (SCID) Personality Disorders, un cuestionario compuesto por 100 ítems 
para evaluar los trastornos de personalidad del DSM-III-R, el cual fue 
administrado a los pacientes junto con un familiar. Además, entre otros, se les 
administró el PSE (Present State Examination), una entrevista psiquiátrica 
semiestructurada para evaluar trastornos psiquiátricos en pacientes con 
 16 
demencia y otros trastornos neurológicos, y el Anosognosia 
Questionnaire for Dementia (AD-Q), un cuestionario que consiste de 30 
preguntas divididas en dos secciones, una mediante la cual se evalúa el 
funcionamiento intelectual, y la otra a través de la cual se examinan los 
cambios en los intereses y la personalidad. Los autores hallaron que el 51% de 
los sujetos presentaba depresión: el 28% de ellos distimia y el 23% depresión 
mayor (DM). En el caso de los pacientes con DM, la depresión empezó 
tempranamente, en la mitad de los casos antes del comienzo de la demencia, y 
su prevalencia se mantuvo estable en el transcurso de toda la enfermedad. Los 
autores relacionan la DM a factores biológicos como resultado de la demencia. 
 
Hay quienes hacen hincapié en la depresión de inicio en edad avanzada como 
parte de la fase prodrómica de la EA (Bennett & Thomas, 2014; Jacus, 2017) y 
otros incluso refieren a la depresión como un factor de riesgo para la EA 
(Bennett & Thomas, 2014; Usman et al., 2010). 
Bennett & Thomas (2014) llevaron a cabo una revisión de diversos estudios 
existentes entre el año 2005 y 2014 mediante búsqueda electrónica y 
búsqueda manual. El objetivo de la investigación fue examinar los estudios 
existentes referidos a la relación entre la depresión y la demencia. Dichos 
estudios incluían desde aquellos que apuntaban a la depresión como un factor 
de riesgo, hasta otros trabajos que referían a la misma como parte de la fase 
prodrómica de la enfermedad, como consecuencia o como comorbilidad 
independiente en la demencia. Los estudios llevaron a los autores a identificar 
dos explicaciones posibles para dicha relación. Una de ellas referida a la 
depresión temprana asociada a un mayor riesgo de padecer demencia, 
mientras que la otra respondía a la depresión en la edad avanzada como un 
posible pródromo de la demencia. Los autores expusieron que los mecanismos 
involucrados en la relación entre la depresión y la demencia resultan complejos 
lo cual dificulta arribar a una conclusión. 
Por otra parte, Jacus (2017) llevó a cabo un estudio con el objetivo de 
comparar puntuaciones y correlacionar el insight entre 20 pacientes con EA 
leve y 20 sujetos con deterioro cognitivo leve, de acuerdo a la etapa de la 
enfermedad y el método de evaluación utilizado. Todos los pacientes fueron 
 17 
evaluados cognitiva, comportamental y psicoafectivamente. La EA fue 
diagnosticada de acuerdo a los criterios NINCDS-ADRDA y CDR. 
Para evaluar el nivel de insight se utilizó la Patient Competency Rating Scale 
(PCRS), un instrumento de autorreporte de 30 ítems que se administra al 
paciente y a su acompañante, para calificar el grado de dificultad que la 
persona tiene en diversas tareas y funciones, y luego se comparan ambos 
reportes para dar cuenta de la autoconciencia del paciente. La evaluación del 
funcionamiento cognitivo global se llevó a cabo mediante MMSE y FAB (Frontal 
Assessment Battery), un breve screening para evaluar funciones ejecutivas, 
entre otros. La evaluación psicoafectiva se realizó mediante el BDI (Beck 
Depression Scale), un cuestionario autoadministrado de 21 ítems para evaluar 
la severidad de la depresión de los pacientes, y STAI (State Trait Anxiety 
Inventory), también autoadministrado, de 40 ítems, 20 de ellos para evaluar la 
ansiedad-estado yotros 20 para evaluar la ansiedad-rasgo de los pacientes. 
Por último, la evaluación comportamental se llevó a cabo mediante AES 
(Apathy Evaluation Scale), que mediante 18 ítems busca cuantificar la apatía, 
en pacientes con EA, tomando en cuenta el relato del paciente, el del 
acompañante, y el del profesional evaluador. A partir de los resultados 
obtenidos, los autores concluyeron que existe una asociación entre menores 
niveles de insight con mayores niveles de apatía y menores niveles de 
depresión. Asimismo, postulan que la depresión mayor en la edad avanzada 
podría ser parte del estadio pródromo de la demencia. También, pudieron dar 
cuenta de que el insight es muy similar tanto en deterioro cognitivo leve como 
en EA leve, es decir que no observaron cambios significativos en el nivel de 
insight en los primeros estadios de evolución de la enfermedad. 
Por su parte, Usman et al. (2010), a partir de un estudio descriptivo, buscaban 
determinar la frecuencia, severidad y factores de riesgo de depresión en EA. El 
deterioro cognitivo fue evaluado a partir del MMSE, el diagnóstico de DM se 
llevó a cabo de acuerdo a los criterios del DSM-IV, utilizando la HAM-D 
(Hamilton Rating Scale for Depression), una escala heteroadministrada de 21 
ítems para dar cuenta de la severidad de la depresión. La muestra estaba 
conformada por 76 sujetos de Pakistán, con una edad promedio de 67 años, en 
su mayoría con EA moderada y depresión de moderada a severa. Los autores 
hallaron una elevada prevalencia de depresión en pacientes con EA, 
 18 
particularmente entre pacientes del género femenino. Concluyeron también que 
la depresión sería un factor de riesgo para el desarrollo de EA. 
 
Otros autores también han dado cuenta de la elevada prevalencia de depresión 
en el género femenino en EA (Ryu et al., 2017; Usman et al., 2010). En uno de 
los estudios (Ryu et al., 2017) se buscaba investigar la aparición de la 
depresión en el curso de la EA, así como también los factores de riesgo de su 
incidencia. Para tal fin, fueron reclutados 1272 pacientes de la República de 
Korea con EA sin síntomas depresivos, de los cuales 775 completaron el 
estudio. Los pacientes fueron diagnosticados con EA de acuerdo a criterios del 
DSM IV y criterios NINDRA-ADRDA. Se llevó a cabo un seguimiento de los 
sujetos por 12 meses para evaluar la ocurrencia de depresión, la severidad de 
los síntomas depresivos y sus funciones cognitivas, con mediciones de línea de 
base, a los 6 meses y, finalmente, a los 12 meses. Para la evaluación de 
depresión utilizaron MINI-K (Mini International Neuropsychiatric Interview – 
Korea), una entrevista estructurada con diversos ítems a los cuales el sujeto 
debe responder por “si” o por “no”, y comprende módulos para 17 diagnósticos 
psiquiátricos, entre ellos la depresión. También se utilizó GDS-K (Geriatric 
Depression Scale – Korea), mientras que para evaluar las funciones cognitivas 
y demencia se utilizó la versión coreana del MMSE y GDS (Global Deterioration 
Scale), una escala para determinar el grado de deterioro cognitivo del paciente 
a partir de 7 diferentes estadios que van desde la ausencia de deterioro 
cognitivo a la demencia severa. En la evaluación luego de los 12 meses, 
pudieron dar cuenta de una incidencia de depresión en el 13% de los sujetos. 
Los autores indicaron que el género femenino, así como la severidad de la 
demencia, estarían asociados a la ocurrencia de depresión. Este estudio 
demostró que la depresión se asocia negativamente con el nivel de 
funcionalidad cognitiva en pacientes con EA. 
 
- Relación entre depresión e insight en EA 
A partir de sus estudios, algunos autores sostienen que el insight podría estar 
correlacionado con la depresión (Horing et al., 2014; Smith et al., 2000; 
Harwood et al., 2000; Kashiwa et al., 2005; Barca et al., 2017; Jacus, 2017; 
 19 
Cines et al., 2015), mientras que en el estudio de Berger et al. (1999) no se 
halló relación alguna entre ambos. 
 
Uno de los estudios (Horing et al., 2014) buscaba ampliar los conocimientos 
previos y explorar el deterioro del insight en pacientes con EA, y su relación 
con síntomas psiquiátricos y alteraciones del comportamiento (estado de ánimo 
depresivo, apatía, ansiedad, psicosis, entre otras). La muestra de sujetos 
estaba constituida por 107 participantes con probable EA, a los cuales se les 
administró la Neurobehavioral Rating Scale (NRS), una escala compuesta por 
28 ítems para dar cuenta de aspectos cognitivos, como el insight, y los 
síntomas psiquiátricos y comportamentales, y la AES para evaluar el nivel de 
apatía y el MMSE para funcionamiento cognitivo global. En este estudio, los 
autores conceptualizan al insight como un fenómeno amplio, no sólo como la 
consciencia de los déficits cognitivos, sino también con la forma en que estos 
sujetos afrontan las dificultades que experimentan y cómo planifican su futuro a 
partir de dichos déficits. De esta manera, relacionan al insight con la 
sensibilidad emocional, incluso después de dar cuenta del deterioro cognitivo. 
Los resultados obtenidos permitieron dilucidar que el insight en la EA está 
asociado positivamente a síntomas psiquiátricos y a alteraciones del 
comportamiento, siendo que el primero predecía el estado de ánimo depresivo 
y la ansiedad. Los autores evidenciaron que los pacientes con EA con mayores 
niveles de insight presentaban una mayor tendencia a experimentar depresión. 
Dichos resultados llevaron a los autores a concluir que mayores niveles de 
insight permitían predecir mayor ansiedad y depresión en los pacientes, 
mientras que un menor nivel del mismo llevaría a predecir mayor apatía. Es por 
esto que los autores consideran de gran importancia la evaluación del insight 
como complementaria a la evaluación clínica de la depresión y la apatía en EA. 
Smith, C.A. et al. (2000) llevaron a cabo un estudio para examinar la relación 
entre el deterioro del insight (anosognosia), la severidad de la demencia, los 
síntomas depresivos y el funcionamiento neurocognitivo en una muestra de 
pacientes diagnosticados con EA probable conforme a los criterios diagnósticos 
NINCDS- ADRDA. La muestra estaba conformada tanto por sujetos con 
demencia, como por sujetos sin demencia. Buscaban determinar si el estado 
de ánimo depresivo constituía un mediador entre la severidad de la demencia y 
 20 
la anosognosia. Fueron incluidos 53 sujetos, 23 de ellos con EA, con una edad 
promedio de 75,3 años, y 30 pacientes sin demencia, de una edad promedio de 
76,3 años. La anosognosia fue evaluada a partir del AII (Assessment of 
Impaired Insight), que consiste en 22 ítems que evalúan conciencia motora, 
cognitiva y afectiva, el cual es administrado a los pacientes y sus respectivos 
informantes. En el AII la anosognosia es determinada a partir de la diferencia 
entre el puntaje total del paciente y el puntaje del informante. La severidad de 
la demencia fue evaluada a partir del MMSE, las funciones cognitivas fueron 
evaluadas a partir de una amplia batería neuropsicológica, y la sintomatología 
depresiva a partir de GDS. Los resultados obtenidos indicaron que los 
pacientes con EA con mayor nivel de insight exhibieron más síntomas 
depresivos, sin constituir una depresión clínica. Los autores destacan que el 
uso de un cuestionario autoadministrado para evaluar depresión, como el GDS, 
ofrece información de sintomatología depresiva aun cuando los sujetos no 
están clínicamente deprimidos. Los hallazgos de esta investigación muestran 
una correlación negativa entre los síntomas depresivos y la anosognosia 
(relación positiva respecto al insight). 
Por su parte, el estudio llevado a cabo por Berger et al. (1999) con el objetivo 
de examinar los síntomas depresivos en la fase pre-clínica de la EA 3 años 
antes del diagnóstico, tomó como muestra a 222 personas oriundas de Suecia 
mayores de 74 años. Se compararon individuoscon EA e individuos sin 
demencia respecto de los síntomas depresivos, para indagar acerca de la 
manera en que se relacionan los síntomas depresivos en la fase pre-clínica de 
EA con el insight. El diagnóstico de demencia se abordó desde el DSM-III-R, 
mientras que los síntomas depresivos fueron evaluados con el Comprehensive 
Psychopathological Rating Scale (CPRS), una escala de 65 ítems destinada a 
valorar la severidad de los síntomas psiquiátricos y el comportamiento 
observado. Los resultados indicaron una predominancia de síntomas 
depresivos relacionados a la motivación (falta de interés, pérdida de energía, 
dificultades de concentración) en la fase pre-clínica de la EA. No se observaron 
cambios con respecto a la motivación al tener en cuenta el insight de dichos 
sujetos. A partir de estos datos los autores determinaron una alta prevalencia 
de síntomas depresivos en la fase pre-clínica de la EA, los cuales no estarían 
relacionados al insight sino a dicha fase en sí misma. 
 21 
 
Algunos de dichos estudios relacionan la disminución progresiva de la 
depresión conforme avanza la enfermedad con la declinación del insight (o 
aumento de anosognosia). Un estudio transversal llevado a cabo por Harwood 
et al. (2000) buscaba evaluar los síntomas asociados a la anosognosia en 
pacientes con EA probable. Para ello constituyeron una muestra de 91 
pacientes con diagnóstico de EA probable según los criterios NINDRA-ADRDA. 
Se administró la escala NRS. Para el mencionado estudio, se decidió valorar el 
insight mediante el ítem “Inaccurate Insight” y los síntomas psiquiátricos y 
comportamentales, como la depresión y la agitación, se midieron a través de 
diferentes ítems individuales. Para evaluar los déficits cognitivos globales se 
utilizó el MMSE. A partir de esta investigación, los autores concluyeron que los 
pacientes con EA experimentarían síntomas depresivos y que se verían 
asociados a un mayor nivel de insight. Asimismo, un mayor nivel de insight fue 
asociado a un mayor puntaje en el MMSE y por lo tanto, a un menor déficit 
cognitivo, a partir de lo cual concluyeron que el insight se vería mayormente 
afectado en las últimas etapas de la enfermedad, cuando se observa un mayor 
deterioro cognitivo. 
Otro estudio (Kashiwa et al., 2005) tenía el objetivo de determinar las 
características de pacientes con EA probable, los síntomas psiquiátricos y los 
déficits cognitivos asociados a la anosognosia. Para esta investigación, la 
muestra se compuso de 84 sujetos que cumplían los criterios NINCDS-ADRDA 
para EA probable. Para la evaluación de la anosognosia hicieron una 
adaptación del cuestionario de Squire y Zouzounis (1988) que consta de 20 
ítems (la versión original 18 ítems) en los cuales deben calificar diferentes 
aspectos en relación a su habilidad de memoria percibida. Se le pidió al 
paciente y a su cuidador que calificaran cada elemento por separado, utilizando 
una escala de nueve puntos desde −4 (peor) hasta +4 (mejor) para comparar el 
nivel de capacidad actual del paciente con el de hace 5 años. La diferencia 
entre la puntuación del paciente y la del cuidador se definió como el puntaje de 
anosognosia. Se evaluaron los déficits cognitivos globales y demencia 
mediante el MMSE y el CDR, las diferentes funciones cognitivas a partir de una 
batería neuropsicológica, mientras que el examen psiquiátrico incluyó el NPI y 
el GDS. La anosognosia correlacionó negativamente con el GDS, lo cual refleja 
 22 
que el estado de ánimo depresivo evaluado por el GDS disminuiría a medida 
que la anosognosia se agrava. Asimismo, afirmaron que la anosognosia 
empeora conforme aumenta la gravedad de la demencia. 
 
 23 
Conclusión 
 
En el presente trabajo se llevó a cabo una revisión de estudios con el fin de 
indagar acerca de la prevalencia de sintomatología depresiva en pacientes 
diagnosticados con enfermedad de Alzheimer y, asimismo, la relación de dicha 
sintomatología depresiva con el insight. 
En primer lugar, con respecto a la relación entre depresión y EA, algunos 
autores toman a la depresión como una reacción psicológica (Barca et al., 
2017; Cines et al., 2015), mientras que un estudio toma a la misma como 
resultado de factores biológicos propios de dicha enfermedad (Migliorelli et al., 
1995). Además, ciertos autores definen a la depresión como parte de la fase 
prodrómica de la EA (Bennett & Thomas, 2014), otros como parte de la fase 
pre-clínica (Berger et al., 1999), y otros como un factor de riesgo para 
desarrollar la enfermedad (Usman et al., 2010). En otros estudios, se observó 
en pacientes con EA una mayor prevalencia de depresión en el género 
femenino en comparación con el género masculino (Ryu et al., 2017; Usman et 
al., 2010). 
En segundo lugar, en referencia a la relación entre depresión e insight en EA, 
en su mayoría, los estudios seleccionados coincidieron en afirmar la existencia 
de una correlación positiva entre ambos (Barca et al., 2017; Cines et al., 2015; 
Harwood et al., 2000; Horing et al., 2014; Jacus 2017; Kashiwa et al., 2005; 
Smith et al., 2000). Es decir que al experimentar mayor insight, también 
experimentarían mayor depresión; en otras palabras, habría una correlación 
negativa entre la anosognosia (deterioro de la conciencia de los déficits) y la 
depresión. Asimismo, algunos autores indicaron una relación entre el 
progresivo deterioro cognitivo y la depresión, estableciendo que, a mayor 
deterioro cognitivo, en etapas más avanzadas de la enfermedad, la depresión 
es mayor y, a su vez, el insight es menor (Harwood et al., 2000; Kashiwa et al., 
2005). 
Si bien hay ciertos hallazgos en común entre algunos estudios, no existe un 
consenso en la literatura con respecto a la relación entre EA, depresión e 
insight, lo cual impidió la verificación de la hipótesis propuesta inicialmente. 
Esta falta de consenso podría explicarse por la heterogeneidad de instrumentos 
de medición, principalmente en lo que refiere al insight/anosognosia, la cual 
 24 
puede pensarse, de acuerdo a estos estudios, como una valoración subjetiva 
del profesional resultante de la evaluación llevada a cabo del paciente y de los 
datos provistos por su cuidador/familiar. Por su parte, en lo que refiere a la 
depresión, tampoco puede observarse un consenso en la literatura citada, ya 
que fue evaluada de diferentes maneras, tomando en cada caso aspectos 
diferentes de la misma, tanto sintomatología depresiva no clínica, como 
depresión mayor, depresión en EA o, incluso, es posible preguntarse si en 
ciertos casos se presta a confusión la definición de depresión utilizada por los 
investigadores con el concepto de apatía, la cual es característica de la EA (por 
ejemplo, en el estudio de Usman et al., 2010, en el cual evalúan la depresión a 
partir de HAM-D, el cual tiene ítems que también podrían ser atribuidos a la 
apatía, como la pérdida de interés). 
Finalmente, luego del recorrido llevado a cabo por el presente trabajo, es 
posible pensar como recomendación para futuros estudios acerca de la 
relación entre EA, depresión e insight, un consenso con respecto a los 
instrumentos de medición y claros criterios diagnósticos para la depresión y el 
insight. Particularmente, sería de gran utilidad lograr operacionalizar 
adecuadamente el insight/anosognosia para su adecuada y precisa valoración. 
Mayor precisión en este sentido daría lugar a un estudio más sistematizado de 
la relación entre depresión e insight en la EA lo cual ampliaría 
considerablemente el conocimiento respecto a esta dinámica tan poco 
explorada. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 25 
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 31 
ANEXO: 
 
1) Criterios CIE-10 para el diagnóstico de demencia 
1. Deterioro de la memoria: 
1. Alteración en la capacidad de registrar, almacenar y evocar información 
2. Pérdida de contenidos mnésicos relativos a la familia o al pasado 
2. Deterioro del pensamiento y del razonamiento 
1. Reducción del flujo de ideas 
2. Deterioro en el proceso de almacenar información: 
1. dificultad para prestar atención a más de un estímulo a la vez 
2. dificultad para cambiar el foco de atención 
3. Interferencia en la actividad cotidiana 
4. Nivel de conciencia normal, sin excluir la posibilidad de alteraciones 
episódicas 
5. Las deficiencias se hallan presentes durante al menos 6 meses 
 
 
2) Criterios NINCDS-ADRDA para el diagnóstico de la enfermedad de 
Alzheimer 
1. Criterios para el diagnóstico clínico de enfermedad de Alzheimer probable: 
1. Demencia, diagnosticada mediante examen clínico y documentada con el 
miniexamen mental de Folstein, la escala de demencia de Blessed, u 
otras similares, y confirmada con tests neuropsicológicos 
2. Deficiencias en dos o más áreas cognitivas 
3. Empeoramiento progresivo de la memoria y de otras funciones cognitivas 
4. No alteración del nivel de conciencia 
5. Comienzo entre los 40 y los 90 años, con mayor frecuencia después de 
los 65, y 
6. Ausencia de alteraciones sistémicas u otras enfermedades cerebrales 
que pudieran producir el deterioro progresivo observado de la memoria y 
de las otras funciones cognitivas 
2. Apoyan el diagnóstico de “enfermedad de Alzheimer probable”: 
1. Deterioro progresivo de alguna función cognitiva específica (afasia, 
apraxia, agnosia) 
 32 
2. Alteraciones conductuales y en la realización de las actividades diarias 
habituales 
3. Antecedentes familiares de trastorno similar, especialmente si obtuvo 
confirmación anatomopatológica, y 
4. Pruebas complementarias: 
1. líquido cefalorraquídeo normal, en las determinaciones estándar 
2. EEG normal, o con alteraciones inespecíficas como incremento de la 
actividad de ondas lentas, y 
3. atrofia cerebral en TAC, objetivándose progresión de la misma en 
observación seriada 
3. Aspectos clínicos compatibles con el diagnóstico de “enfermedad de 
Alzheimer probable”, tras excluir otras causas de demencia: 
1. Mesetas en la progresión de la enfermedad 
2. Síntomas asociados de depresión, insomnio, incontinencia, ideas 
delirantes, ilusiones, alucinaciones, accesos emocionales, físicos o 
verbales, alteraciones de la conducta sexual, pérdida de peso. 
3. Otras alteraciones neurológicas en algunos pacientes, especialmente en 
los que se hallan en fase avanzada, como hipertonía, mioclonías o 
alteración de la marcha. 
4. Convulsiones, en fase avanzada de la enfermedad. 
5. TAC cerebral normal para la edad del paciente. 
4. Aspectos que convierten el diagnóstico de “enfermedad de Alzheimer 
probable” en incierto o improbable: 
1. Instauración brusca o muy rápida 
2. Manifestaciones neurológicas focales como hemiparesia, alteración de la 
sensibilidad o de los campos visuales, o incoordinación en fases 
tempranas de la evolución 
3. Convulsiones o alteraciones de la marcha al inicio o en fases muy 
iniciales de la enfermedad 
5. Diagnóstico clínico de enfermedad de Alzheimer posible: 
1. Demencia, con ausencia de otras alteraciones sistémicas, psiquiátricas y 
neurológicas que puedan causar esa demencia, pero con una 
instauración, manifestaciones o patrón evolutivo que difieren de lo 
expuesto para el diagnóstico de “enfermedad de Alzheimer probable” 
 33 
2. Presencia de una segunda alteración, cerebral o sistémica, que podría 
producir demencia pero que no es considerada por el clínico como la 
causa de esta demencia 
3. En investigación, cuando se produce deterioro gradual e intenso de una 
única función cognitiva, en ausencia de otra causa identificable. 
6. Criterios para el diagnóstico de enfermedad de Alzheimer definitiva: 
1. Criterios clínicos de “enfermedad de Alzheimer probable”, y 
2. Comprobación histopatológica, obtenida a través de biopsia o autopsia 
 
 
3) Depresión de EA y los nuevos criterios de Depresión Mayor del DSM-V. 
(Olin, et al., 2002) 
Depresión Mayor (DSM-V) Depresión de EA 
En el transcurso de dos semanas 
deben presentarse, al menos, cinco 
de los siguientes síntomas, en los 
cuales se incluya, al menos, el 
síntoma 1 o 2: 
1) Estado de ánimo deprimido casi 
todos los días, durante la mayor 
parte del día, según información 
subjetiva o por observación de 
terceros. 
2) Disminución del placer o del 
interés en casi todas las actividades, 
durante la mayor parte del día, casi 
todos los días 
3) Aumento o pérdida importante de 
peso, que no sea por régimen o 
dieta particular (más del 5% de 
masa corporal en un mes), o bien 
aumento o disminución del apetito 
casi todos los días. 
En el transcurso de dos semanas 
deben presentarse, al menos, tres 
de los siguientes síntomas, en los 
cuales se incluya, al menos, el 
síntoma 1 o 2: 
1) Estado de ánimo deprimido 
clínicamente significante (deprimido, 
triste, desesperanzado, 
desanimado, lloroso). 
 
2) Placer o afecto positivo 
disminuido con respecto a contacto 
social o actividades usuales. 
 
3) Trastornos del apetito 
 
 
 
 
 
 34 
4) Insomnio o hipersomnia casi 
todos los días 
5) Agitación o retraso psicomotor 
casi todos los días 
6) Fatiga o pérdida de la energía 
casi todos los días 
7) Sentimientos de sentirse inútil o 
de culpa excesiva o inapropiada casi 
todos los días 
8) Disminución de la capacidad de 
tomar decisiones, de pensar o de 
concentrarse casi todos los días 
9) Pensamientos recurrentes de 
muerte, ideas recurrentes de 
suicidio sin plan determinado, 
intento de suicidio o plan específico 
para hacerlo 
 
Estos síntomas causan un deterioro 
importante y significativo en el 
funcionamiento social, laboral o de 
otras áreas. 
 
 
 
Este episodio no es atribuible a 
efectos fisiológicos de alguna 
sustancia u otra afección médica 
4) Trastornos del sueño 
 
5) Cambios psicomotores (agitación 
o enlentecimiento) 
6) Fatiga o pérdida de energía 
 
7) Sentimientos de pesimismo, 
desesperanza o culpa excesiva o 
inapropiada 
8) Pensamientos recurrentes de 
muerte, ideación suicida, plan o 
intento 
9) Aislamiento social 
10) Irritabilidad 
 
 
 
 
Deben estar cumplidos todos los 
criterios para la EA, y los síntomas 
no deben estar representados por 
otras condiciones como Trastorno 
Depresivo Mayor, Trastorno Bipolar, 
Esquizofrenia, entre otros. 
 
Los síntomas no son debidos a 
efectos psicológicos por consumo 
de sustancias (drogas o 
medicamentos) 
 
Los síntomas causan angustia o una 
ruptura en el funcionamiento 
habitual.

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