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El trabajo psicoanalítico en los grupos

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psicoanalítico 
en los grupos 
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traducción de 
VÍCTOR FISCHMAN 
El trabajo psicoanalitico 
en los grupos 
por 
DIDIER ANZIEU • ANGELO BEJARANO 
RENt KAtS • ANDRt MISSENARD 
JEAN-BERTRAND PONTAUS 
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edloes 
MEXICO 
ESPAAA 
ARGENTINA 
COI.OMBIA 
11 
sialo veintiuno editores, sa 
cu"6 DEL AGUA 2'8, MEXICO 20, D.F. 
sialo veintiun~ de espaí\a editores, sa 
Ct Pi:l.zA 5, MADRID 33, ESPANA 
siglo veintiuno argentina editores, sa 
!ji~~-7!~it~Wl~n~~ D~.~l~~la, ltda 
portada de anhelo hernández 
primera edición en español, 1978 
© siglo xxi editores, s. a. 
ISBN 968-23-0299-4 
primera edición en francés, 1972 
© dunod éditeur, parís 
título original: le travail psychanalytique 
dans les groupes 
derechos reservados conforme a la ley 
impreso y hecho en mex1co 
printed and made in mexico 
ÍNDICE 
PRbLOGO 
PARTE I: LOS SEMINARIOS "ANALÍTICOS" DE 
FORMACIÓN: UNA SITUACIÓN SOCIAL LÍMITE 
DE LA INSTITUCIÓN, por RENÉ KA.ES 
l. UNA HIPÓTESIS DE TRABAJO 
2. LA INSTITUCibN DEL SEMINARIO 
3. LA SITUACibN DEL SEMINARIO Y EL TRABAJO 
7 
22 
43 
PSICOANALÍTICO 70 
4. LOS SEMINARIOS "ANALÍTICOS" DE FORMA-
CibN: ¿UNA SITUACibN ESPEcfFICA? 96 
PARTE 11: RESISTENCIA Y TRANSFERENCIA 
EN LOS GRUPOS,porANGELO BEJARANO 
l. INTRODUCCibN: LA PERSPECTIVA PSICOANALÍ-
TICA APLICADA A LOS GRUPOS 119 
2. RESISTENCIA Y TRANSFERENCIA EN CLÍNICA 
GRUPAL 124 
3. ESPECIFICIDAD DE LOS OBJETOS TRANSFEREN-
CIALES EN LOS GRUPOS Y DE CLIVAJE DE LA 
TRANSFERENCIA EN ELLOS 
4. EL LIDERAZGO COMO FUNCIÓN DE RESISTEN-
CIA Y DE TRANSFERENCIA 
5. "LOS OTROS'.' COMO OBJETOS TRANSFEREN-
CIALES ESPECÍFICOS 
6. "EL GRUPO" COMO OBJETO TRANSFERENCIAL 
ESPECÍFICO 
7. EL "MUNDO EXTERIOR" COMO OBJETO TRANS-
FERENCIAL 
CONCLUSIÓN 
(5) 
131 
136 
185 
195 
223 
227 
6 ÍNDICE 
PARTE III: EL MONITOR Y SU FUNCIÓN IN- 1 PRÓLOGO 
TERPRET ANTE, por DIDIER ANZIEU 
1. NECESIDAD DE LA INTERPRETACIÓN 235 
2. LOS GRUPOS LLAMADOS DE FORMACIÓN 241 
3. ACERCA DEL MONITOR COMO INTERPRETANTE 2SS 
4. LA INTERPRETACIÓN Y LA DINÁMICA DEL 
GRUPO 260 
S. LA INTERPRETACIÓN Y LA DEMANDA DE LOS 
SUJETOS 273 
6. LA INTERPRETACIÓN Y LA CONTRATRANSFE· 
RENCIA DEL MONITOR 285 
7. EL MARCO INSTITUCIONAL DE LA INTERPRE-
TACIÓN 292 
8. EL ESTILO DE LA INTERPRETACIÓN 298 
9. LA INTERPRETACIÓN EN GRUPO DE DIAGNÓS-
TICO 311 
10. LA INTERPRETACIÓN EN PSICODRAMA 322 
11. PROBLEMAS V ARIOS 334 
PARTE IV: IDENTIFICACIÓN Y PROCESO GRU-
PAL, por ANDRÉ MISSENARD 
1. ACERCA DE LA IDENTIFICACIÓN. OBSERVACIO-
NES PREVIAS 351 
2. LAS DOS REGLAS FUNDAMENTALES DE LA IN-
TERPRETACIÓN EN LOS GRUPOS 361 
3. PROCESO GRUPAL E IDENTIFICACIONES J68 
4. MÁS ALLÁ DE LAS IDENTIFICACIONES .l86 
PARTE V: SUEÑOS, EN UN GRUPO, por /HAN 
BERTRAND PONTALIS 401 
BIBLIOGRAFÍA 429 
El concepto de "trabajo psiéoanalítico en los gru-
pos" no está muy difundido. Su introducción y su uso 
exigen algún comentario. Fundamentalmente, y en 
primer lugar, se trata de una aplicación ,de la teoría 
psicoanalítica a los fenómenos de grupo, del mismo 
modo en que se procede con el arte, la religión, la 
etnología, etc., en el camino abierto por Freud. 
La teoría psicoanalítica "se presta" a estas investi-
gaciones. El descubrimiento de los efectos del incons-
ciente, en un campo determinado en el que anterior• 
mente no se lo había deslindado, es llamativo y tam-
bién sorprendente. Este enfoque, sin embargo, plantea 
interrogantes que ya se manifestaron en relación con 
la obra de arte: al esclarecer a ésta por el inconsciente 
de su creador, ¿no se deja de lado su carácter estético? 
¿Es posible un enfoque paralelo al del esteta? Y si 
la teoría psicoanalítica "se presta", ¿no lo hace acaso, 
como se suele decir en relación con los tejidos, defor-
mándose? Mencionamos estos interrogantes, sin pro-
fundizarlos, sólo para delimitar mejor nuestro desa-
rrollo: en efecto, en los grupos, de los que esta obra 
se ocupa, el psicoanalista no interviene a posteriori, 
tal como lo hace en relación con una obra nacida, 
desarrollada y concluida, en su totalidad, al margen 
de su acción, como producto de su creador. En los 
grupos, el psicoanalista ha ocupado su lugar. No se 
trata de un fenómeno nuevo -hace ya mucho tiempo 
que se "hace" grupo, en particular terapéutico- pero, 
de todos modos, plantea problemas. 
(7) 
8 PRbLOGO 
¿Se justifica que el psicoanalista abandone la situa-
ción "sillón-diván" en la que nació la teoría freudia-
na de la cura individual para ubicarse en un marco 
distinto? ¿Es posible aplicar a este último dicha teo-
ría? ¿Se trata de una aplicación o de un "injerto"? 
De todos modos, los procesos psíquicos en juego 
en los grupos no dejan de relacionarse con aquellos 
explicados por la teoría psicoanalítica en relación con 
los individuos. Freud abrió netamente esta investiga-
ción señalando que la psicología social precede a la 
psicología individual, y planteando una teoría del fun-
cionamiento de las "multitudes", naturales o "artifi-
ciales". Ahora biep, sabemos que Psicología de las 
masas y análisis del Yo ( Freud, S., 1921) busca tanto 
la profundización de la teoría del aparato psíquico 
individual, de la tópica, de la identificación, como la 
elaboración de una teoría de los fenómenos colectivos. 
Sabemos también que Totem y tabú (Freud, S., 1912-
13) proporciona, ha jo la forma de una prehistoria de 
la humanidad, una respuesta mítica al problema fan-
taseado de los orígenes. 
Además, estos textos freudianos no proceden de 
trabajos sobre el terreno, sino de estudios a posterio-
ri, como ocurre en relación con la obra de arte: pro-
ceden también de la crítica de teorías elaboradas por 
otros autores sobre el terna ( G. Le Bon, por ejemplo). 
Se comprueba, así, que el capítulo de las relaciones 
entre el psicoanálisis y el funcionamiento social no ha 
sido aún cerrado. ¿Por qué, entonces, el psicoanálisis 
no podría proporcionar una nueva contribución, ubi-
cándose en los pequeños grupos en una posición que 
le permitiese escuchar, y acaso comprender? r,Qué 
obstáculos, dificultades o peligros podrían oponc•rsc a 
ello? 
El instrumental teórico constituye uno df' c•sos obs-
táculos: en efecto, es posible que el psic ·o11111'al; ,1~. con 
su teoría freudiana, esté demasiado hic•n 1·1 I' ti pa do, tal 
como se dice de un soldado que c•st,\ l,i ,• 11 1·q11 1pado, 
protegido, fuera de alcance. Es dc:rto q11, , r 11 1111a si-
PRbLOGO 9 
tuación que no es habitual para él, el psicoanalista 
puede sentir la tentación de defenderse, aislándose en 
una torre de marfil y proyectando sobre la situación 
peligrosa fragmentos de teoría. No siempre es fácil 
conservar, entre sus concepciones teóricas y los hechos, 
una falla, un corte, que permita el surgimiento de lo 
nuevo, de lo incomprendido, de lo no previsto por la 
teoría. 
Otro peligro es el de no haber esclarecido su propio 
deseo de realizar un trabajo de grupo y no poder así 
percibir sus diversos aspectos, su evolución, sus avata-
res. De ese modo, las dificultades posibles del psico-
análisis de grupo se originan en su propia angustia y 
en la eventual utilización de su teoría como defensa. 
Se originan también en el lugar que puede ocupar "el 
grupo" como objeto de su deseo inconsciente y/ o de 
sus defensas: · tanto si el analista considera al grupo co-
mo una totalidad, como un sujeto que demanda, atri-
buyendo a este pseudosujeto una unidad que no tiene 
y que desea aprehender como si, por el contrario, te-
me ver en él algo distinto de los individuos con sus 
singularidades, negando -¿defensivamente?- los efec-
tos eventuales de su unión. 
De todos modos, la presencia del psicoanalista en 
un pequeño grupo de formación no deja de producir 
efectos, y, por otra parte, por causas muy precisas: 
si el psicoanalista se encuentra presente, lo hace por-
que así lo quiere, y si los participantes se encuentranpresentes es porque lo han pedido. Se produce una 
confluencia entre el deseo del psicoanalista ( deseo que 
puede designarse también mediante el término de 
contratransferencia) y la demanda de los participantes, 
que lo articulan como pueden (lo que puede relacio-
narse también con la transferencia). La presente obra 
precisa y desarrolla lo que surge de esta confluencia 
en el campo del grupo: qué material puede presen-
tarse en esa situación -en particular el que represen-
tan los sueños-; qué proceso, a nivel de las identifica-
10 PRbLOGO 
ciones, en particular, opera entonces entre los partici-
pantes; qué es lo que determina al grupo como tal 
-¿fenómeno específico o ilusión original?-; cómo se 
presenta, después del estudio de la transferencia y de 
la resistencia, el problema de la interpretación. En si-
tuaciones particulares, como los seminarios, se requie-
ren desarrollos especiales. 
A este conjunto se lo puede designar mediante el 
término global de "trabajo psicoanalítico en los peque-
ños grupos de formación", especificado por las acti-
vidades ( perceptuales, comprensivas, interpretativas) 
que el psicoanalista sabrá aplicar, utilizando el apa-
rato teórico de que dispone y que habrá adaptado a la 
singularidad de la situación. 
Sin duda, este "trabajo psicoanalítico" no deja de 
relacionarse con el "trabajo psíquico" que se realiza 
en grupo, en los participantes y en el psicoanalista, y 
del que el trabajo de duelo o el del sueño han cons-
tituido, en relación con la cura individual, las prime-
ras formulaciones. No es posible distinguir radical-
mente trabajo psíquico en el grupo y trabajo psico-
analítico del analista ( incluyendo la teorización que 
elabora): es evidente que están articulados entre sí; 
tampoco es posible, sin embargo, superponerlos o con-
fundirlos. El capítulo referido al proceso grupal y a las 
identificaciones intentará deslindar lo que corresponde 
al trabajo psicoanalítico propiamente dicho. En más 
de una ocasión, y en diferentes lugares, se denunciará 
el pseudo trabajo psicoanalítico en los grupos (falso 
Edipo, ilusión grupal, escotomización o manipulación 
de la transferencia) . 
Acabamos de bosquejar, así, el plan de este libro. 
Sin embargo conviene aclarar que no se trata de un 
manual que se ocupa exclusivamente del problema en 
cuestión. En efecto, muchos motivos se oponen 1\ ello. 
El primero es el de que en este campo no (•xísl('ll co-
nocimientos definitivos: existe sólo un sabt•r 1•11 movi-
miento; Ese saber, además, varía según la <•xpc1ricncia 
PRbLOGO 11 
y la problemática personal de cada uno. No es casual 
que en un momento determinado de la práctica se ca-
tectice un tema determinado. 
Este libro ha sido construido, en consecuencia, como 
una recopilación de artículos sobre los grupos de for-
mación, estudiados en una perspectiva psico;malítica, 
de acuerdo con la experiencia clínica y la elaboración 
teórica de cada autor que desarrolla, en esta perspecti-
va, un punto determinado de la teoría o de la técnica, 
y no otro, por los motivos arriba mencionados. 
La coherencia interna de cada capítulo puede re-
querir así desarrollos referentes a aspectos ya aborda-
dos en un capítulo ·precedente, o que lo serán en un 
capítulo posterior, desarrollos que no necesariamente 
pueden superponerse: cada capítulo es una forma di-
ferente y al mismo tiempo convergente de abordar la 
misma realidad. 
Los coautores de la presente obra trabajan desde 
hace un tiempo más o menos prolongado, según los ca-
sos, y en diversos grados, con otros colegas en el seno 
de un equipo de psicoanalistas comprometidos en la 
práctica de los métodos de grupo. Este equipo comen-
zó por exponer sus posiciones teóricas y por resumir 
sus desarrollos clínicos en dos números especiales so-
bre los "Groupes", de la revista Perspectives Psr1chia-
triques ( 1971, nQ 33, y 1973, nQ 41). Un artículo al 
que no podemos dejar de remitir al lector, titulado: 
"De la méthode psychanalytique et de ses regles dans 
les situations de groupe" ( D. Anzieu, 1971 a) precisa 
determinadas condiciones de vocabulario, de concep-
tualización, de administración de la prueba, de con-
signas, necesarias para el trabajo psicoanalítico en los 
grupos. Este mismo equipo prepara otros trabajos 
colectivos que ilustrarán, completarán, desarrollarán el 
bosquejo de una teoría psicoanalítica de los grupos 
planteados en la presente obra. 
Por razones de uniformidad clínica, y porque los 
autores poseen una experiencia más profunda en ellos 
que en relación con los grupos terapéuticos o institu-
12 PRÓLOGO 
cionales, las observaciones citadas en los siguientes ca-
pítulos han sido tomadas, en su totalidad, de grupos 
de formación. Sin embargo, la confrontación con 
otros psicoanalistas que han desarrollado su práctica 
de los grupos en sectores diferentes nos ha conducido 
a la hipótesis de que los procesos inconscientes fun-
damentales son idénticos en todos los tipos de grupo, 
lo que ya h::i.bíamos podido comprobar en relación 
con los grupos en los que hemos tenido la oportunidad 
de trabajar como psicoanalistas, como psicosociólogos, 
como formadores, como responsables, e incluso, en 
los que hemos estado como simples miembros. 
¿En qué consiste la formación cuando los que la 
practican son psicoanalistas? Conviene, en primer lu-
gar, distinguirla de la enseñanza, en tanto que ésta 
concierne siempre a procesos psíquicos secundarios 
( actividades psicomotoras, formas diversas del tra-
bajo del pensamiento). Consideramos que no puede 
lograrse una formación verdadera sin una moviliza-
ción, en los sujetos, de los procesos psíquicos prima-
rios, en particular de las pulsiones que han permane-
cido en estado de estasis, y sin reestructuraciones 
consecutivas en la economía psíquica que se aseme-
jan a las producidas por las psicoterapias breves y par-
ciales. En ese caso, los interesados pueden lograr al-
gunos aprendizajes sensoriales, musculares o mentales, 
para los que se encontraban bloqueados o respecto de 
los cuales no se había manifestado aún el deseo de 
aprender. Si en una primera etapa produjo este resul-
tado, un ciclo de formación puede luego, en la etapa 
siguiente, sin descuidar la prosecución de la indispen-
sable fomentación de fantasías, completarla mediante 
una actividad propiamente didáctica. En ese caso, la 
enseñanza pierde todo carácter magistral, consiste en 
intercambios de informaciones, en confrontaciones de 
experiencias, orienta el trabajo personal, suscita inte-
rrogantes. Por otra parte, la capacidad de trabajar en 
esta última forma constituye un logro más de la for-
mación, 
PRÓLOGO 13 
Ello es más cierto aun cuando la formación se im-
parte a "psiquistas" -psiquiatras, psicólogos clínicos, 
educadores especializados, trabajadores sociales, ani-
madores culturales, formadores de maestros, de traba-
jadores de salud, de ejecutivos de las organizaciones 
económicas o administrativas. El objeto del que solici-
tan adquirir una mejor comprensión es el aparato psí-
quico y se les responde -o al menos así debería ocu-
rrir- que nadie puede comprender los fenómenos psí-
quicos si no se encuentra personalmente implicado en 
situaciones en los que éstos son movilizados en forma 
intensiva y en los que su dinámica profunda puede ser 
esclarecida. Los aprendizajes se sitúan a nivel de los 
conocimientos o técnicas, mientras la formación con-
cierne al sujeto a nivel de su ser en el saber, que es 
también el de su sentir ser consigo mismo y con los 
otros. 
La formación no reemplaza a la enseñanza, del mis-
mo modo en que tampoco una enseñanza puede equi-
valer a una formación. Toda práctica requiere el co-
nocimiento y el manejo de reglas, el entrenamiento en 
ciertas disciplinas del pensamiento y del cuerpo, el so-
metimiento a las formas y a los ritmos de las adqui-
siciones: es éste el objeto, la meta de la enseñanza. 
Las leyes del proceso secundario son distintas de las 
leyes del proceso primario. Ser "psiquista", animar un 
grupo supone la asimilaciónde ambos. La enseñanza 
sin formación previa sólo familiariza con las primeras, 
la formación sin enseñanza ulterior con las segundas. 
Después de distinguir la formación de la enseñanza, 
corre<;ponde ahora distinguirla del psicoanálisis. La 
cura psicoanalítica proporciona al paciente la expe-
riencia más profunda posible de su propio inconscien-
te, a costas, por otra parte, de un difícil levantamiento 
de las defensas, de una activación de sus conflictos y 
de un muy prolongado trabajo de reorganización de su 
economía psíquica; de ese modo, logra que sea más 
receptivo en relación con el inconsciente de los otros, 
pero no le proporciona ni un saber ni un manejo téc-
14 PRbLOGO 
nico en lo que concierne a la aprehensi6n de ese in-
consciente. 
El psicoanalista que conduce un grupo de formaci6n 
se ve capturado también, al igual que los participan-
tes, en el juego de la fomentaci6n de fantasías, que 
despierta angustias, afectos y representaciones simb6-
licas. Hacer descubrir a los interesados que lo que 
circula entre ellos en un grupo es el inconsciente, y 
bajo qué formas, sensibilizarlos para que desentrañen 
en un momento determinado de qué modo se relacio-
na esa circulación con su inconsciente personal y de 
qué forma se relaciona con el inconsciente de otro, 
objetivos semejantes sólo pueden alcanzarse mediante 
un despliegue de los diversos tipos de transferencia 
solicitados por la situaci6n grupal y mediante un tra-
bajo de interpretación de orden psicoanalítico. No co-
nocemos otra vía de acceso para una comprensión del 
inconsciente, en tanto que éste constituye la base del 
ser del sujeto y que implica el reconocimiento de la 
problemática edípica, de las fijaciones pregenitales y 
de la angustia de castraci6n. 
La cura psicoanalítica individual, las psicoterapias 
grupales de inspiraci6n psicoanalítica van evidente-
mente más allá de la "sensibilización", el "descubri-
miento", el "reconocimiento", que acabamos de men-
cionar en relación con la formaci6n, aun si estos pro-
cesos se acompañan con determinados efectos de cam-
bio en las identificaciones, las actitudes y las conduc-
tas. En efecto, el psicoanálisis, tanto individual como 
grupal, busca desanudar los conflictos defensivos, lo 
que requiere modificaciones, de naturaleza y de difi-
cultad diferentes, entre las instancias psíquicas y en el 
interior de estas instancias. Sin duda, estos conflictos, 
estas instancias tienen y no tienen que ver con los 
complejos de Edipo y de castraci6n, las pulsiones 
parciales y las organizaciones defensivas aferentes a 
ellas. Pero s6lo la cura puede analizar, es decir, des-
montar y modificar, la organización de las relaciones 
ínter e intrasistémicas. En otras palabras, los conteni-
PRbLOGO 15 
dos inconscientes son los mismos en la cura y en la 
formaci6n, pero no los procesos formales. 
A medida que nuestro trabajo clínico, técnico y teó-
rico sobre los grupos progresó, la formación se nos 
apareció como una forma de psicoterapia breve y par-
cial. Restrictivamente, y en contraposición al trata-
miento psicoanalítico propiamente dicho, ello quiere 
decir que ni la neurosis de transferencia tiene el tiem-
po ni la oportunidad de establecerse, ni tampoco se 
analiza la neurosis infantil; de todas maneras, ello 
permite precisar también la originalidad específica 
de la experiencia formativa. En efecto, la formación a 
través del grupo introduce a los participantes a una 
dimensión del inconsciente diferente de la interacción 
del pasado infantil y del presente individual. Les per-
mite aprehender, en una situación concreta común, la 
interacción entre muchos inconscientes semejantes ( el 
inconsciente es siempre el mismo), aunque pertene-
cientes a organizaciones psíquicas diferentes. En rela-
ción con esta dimensión, el psicoanálisis individual no 
proporciona formación alguna. 
Las técnicas de grupó son múltiples y se las puede 
utilizar con diversos objetivos. La pedagogía activa 
emplea de buen grado el estudio de casos preparados 
de antemano por el coordinador, la reunión-discusión 
centrada en un tema o en un problema, los juegos de 
simulación, el brain-storming, el panel, el Phillips 66, 
los tests de grupo e innumerables ejercicios prácticos 
de psicología social derivados de experimentaciones 
de laboratorio que requieren aparatos o materiales 
sumamente especializados. 
La formación, en función de los objetivos que aca-
bamos de definir, no puede lograrse a partir de estas 
técnicas, ya que éstas siguen centradas en los procesos 
psíquicos secundarios y el dispositivo al que recurren 
( el material, la tarea, la esquematización predetermi-
nada de las actividades) favorece el refuerzo de los 
mecanismos de defensa del yo y actúa como pantalla 
contra el surgimiento del inconsciente. 
16 PRbLOGO 
La experiencia de las sesiones de formación nos en-
señó poco a poco cuáles eran las técnicas que se ade-
cuaban mejor a los objetivos de orden psicoanalítico 
que buscábamos. Se trata de las técnicas que les per-
miten a los participantes la mayor libertad para ser 
ellos mismos, sin pantalla intermediaria, en el interior 
de reglas de juego derivadas de las dos reglas funda-
mentales del psicoanálisis ( no omisión y abstinencia). 
De ese modo, la implicación personal es inevitable, 
salvo defensa neurótica caracterizada, y la circulación 
fantaseada despliega sus efectos. Nos referimos a: el 
grupo de diagnóstico 1, el psicodrama, el grupo amplio 
de 40 a 60 personas, conducidos en forma no directiva, 
la discusión de casos, siempre que éstos sean presenta-
dos por los propios participantes ( grupos Balint). A 
esta lista conviene añadir una técnica que en la actua-
lidad domina sólo un pequeño grupo de especialistas 
y que, de acuerdo con la experiencia limitada que 
disponemos en relación con ella, nos parece también 
adecuada: nos referimos al grupo de relajación. 
Estos tipos de grupo sólo operan con plenitud si 
se los conduce en una perspectiva psicoanalítica, lo 
que a su vez requiere una formación psicoanalítica de 
los monitores. Estos pueden centrarse entonces en la 
comprensión y, llegado el caso, en la interpretación, 
de la resistencia y de la transferencia y la formación 
puede producir efectos terapéuticos. Precisemos, sin 
embargo, que las sesiones de formación que plantean 
a los participantes un tipo único de experiencia, sobre 
1 En el grupo de diagnóstico ( o T-group, o "grupo de 
base" o "grupo de evolución"), siete a doce participantes, 
siempre los mismos, se reúnen muchas veces por día para 
mantener diálogos y debates libres e intentan comprender 
qué se intercambia en ellos. Un monitor participa en este 
grupo; no formula programa ni directiva alguna, pero garan-
tiza las reglas constitutivas -de la situación y, a través de sus 
intervenciones, intenta facilitar la toma de conciencia de lo 
que subyace a la experiencia vivida en común. Acerca del 
sistema de las reglas del grupo de diagnóstico, cf. Anzieu, 
1973 a. 
PR6LOGO 17 
todo si son de corta duración ( tres días) tienen mu-
chas menos posibilidades de producir esos resultados. 
Consideramos que los seminarios de una duración de 
por lo menos una semana, en los que alternan diversas 
técnicas y que combinan grupos amplios con grupos 
reducidos son los más adecuados como método for-
mativo. Este método, que articula diferentes niveles 
de fenómenos con diferentes órdenes de actividades 
y que requiere que los monitores trabajen también en 
grupo que se autoanaliza, proporciona un prototipo pa-
ra la intervención de tipo psicoanalítico en el fun-
cionamiento de las organizaciones y de las institucio-
nes. Es por ello que en los capítulos que figuran a 
continuación mencionamos a menudo a la institución 
del seminario, junto a los simples grupos de diagnós-
tico y de psicodrama. Consideramos que proporciona 
el modelo de una metodología general de la interven-
ción psicoanalítica en todos los conjuntos grupales que 
plantean una demanda de formación. Disponemos ya 
de múltiplespruebas acerca de la fecundidad de este 
modelo, que alimentarán textos ulteriores ( cf. Bléan-
donu, 1973). 
La perspectiva psicoanalítica aplicada al grupo tie-
ne necesariamente sus límites. El conocimiento de los 
mismos es indispensable para el investigador tanto co-
mo para el clínico. Reflexiones críticas como las de 
A. Lévy ( 1972) y de R. Bérouti ( 1973) se hacen 
cargo de esta necesidad. Paralelamente, la fecundidad 
de esta perspectiva no deja desde hace años de afir-
marse y diversificarse. Presentamos como pruebas las 
tentativas teóricas muy diferentes de Raoul Schindler 
( 1964), en Austria, sobre los principales tipos de ro-
les en los grupos; de Diego Napolitani ( 1971), en Ita-
lia, sobre las fases de evolución de los grupos en psi-
coanálisis institucional; de E. Pichon-Riviere sobre 
el grupo "operativo" y de M. C. Gear y E. C. Liendo 
( 1973) sobre la meta psicología del grupo familiar, en 
Argentina. Más recientemente en Francia, el psico-
análisis ha inspirado las investigaciones de René Kaes 
18 PRbLOGO 
sobre las fantasías de la formación ( 1973a, 1973c) s~ 
bre la regresión ( 1973b) y sobre el poder ( 1973d) en 
los grupos, de Roland Gori sobre el objeto-palabra 
en los grupos ( 1972-3a) y sobre las teorías sexuales 
espiritualistas ( 1972-3b) de Didier Anzieu sobre las 
fantasías específicas de las situaciones grupales ( 1973b, 
1974a, 1974b) de Héctor Scaglia sobre el período ini-
cial. 
Una última acotación: sin los trabajos de Sigmund 
Freud sobre las masas y la cultura ( 1912-1913, 1921, 
1929), sin los primeros descubrimientos psicoanalíticos 
acerca de las situaciones de grupos efectuados por los 
discípulos ingleses de Melanie Klein ( Bion, W. R., 
1961; Ezriel, H., 19.50, 1966; Jaques, E., 19.51, 1955; 
Rice, A. K., 1965) no hubiésemos podido lograr que 
la teoría psicoanalítica de los grupos de formación 
y a partir de ella, quizás, la teoría de los grupos en 
general, avanzase un paso que consideramos funda-
mental. No deberíamos dejar de mencionar tampoco 
otros precursores ( Aichhom, A., 1925; Balint, M., 
19.57, 1968; Balint, M. y E., 1961; Braunschweig, D., 
Diatkine, R. Kestemberg, E., Lebovici, S., 1968; De-
cobert, S., Soulé, M., 1972; Foulkes, S. H., 1948, 1964, 
1966; Foulkes, S. H., Anthony, E. J., 19.57; Jones, M., 
1968; Schneider, P. B., 1965, 1968, 1972), pero una re-
ferencia minuciosa a sus contribuciones requeriría una 
exposición detallada -que por otra parte uno de 
nosotros ya bosquejó en otra obra ( Anzieu, D., 
1971 a)- para la que carecíamos de espacio y que se 
habría integrado en forma deficiente a la perspectiva 
más sincrónica que diacrónica de la obra actual. So-
mos conscientes de nuestra deuda para con todos ellos. 
También es cierto que nuestra deuda para con los 
participantes de los equipos con los que desde hace 
diez años vivimos la experiencia afectiva, profesional 
y científica de un grupo de monitores es por lo menos 
similar. 
PARTE I 
LOS SEMINARIOS "ANALÍTICOS" 
DE FORMACIÓN: UNA SITUACIÓN 
SOCIAL LÍMITE DE LA INSTITUCIÓN 
RENE KAES 
"Una de las primeras noches y no sin timidez, Jus-
tin planteó una prOJ?Uesta que aparentemente sor-
prendió a toda la asistencia: viviremos, dijo, como 
monjes en el monasterio; sin duda deberíamos es-
tablecer una regla, sobre todo en lo que se refiere 
a nuestro empleo del tiempo. 
. .. No somos tantos, una palabra, una mirada y nos 
ponemos todos de acuerdo. . . hacemos nuestra ley 
a medida que la utilizamos". 
G. Duhamel, Le Dése,-t de Bievre! 
., 
l. UNA HIPÓTESIS DE TRABAJO 
El estudio que figura a continuación se ocupa de 
los seminarios 1 "analíticos" de formación. Correspon-
dería señalar a cada uno de estos términos, e incluso 
al conjunto sigpificante que constituyen con comillas, 
como motivo de una incertidumbre, de un cuestiona-
miento referente a las significaciones que revisten, 
en la actualidad, en la práctica, la teoría y la ideo-
logía, los seminarios, la formación y el psicoanálisis. 
El término "seminario" se relaciona con prácticas 
sumamente distintas, mientras otros términos ( prác-
tica, sesión ... ) designan en algunos casos prácticas 
idénticas. Sin duda, sería inútil reducir la utilización 
flotante de estos términos a significaciones unívocas, 
1 Me referiré aquí, en particular, a seminarios de forma-
ci6n. Mi punto de vista los comprende como conjuntos gru-
pales: este punto de vista permite conservar en el campo de 
mi análisis a los subconjuntos particulares constituidos por 
los grupos de formaci6n "aislados", como los grupos de diag-
nóstico. En efecto, s6lo aparentemente son aislados y de 
estructura simple. Los principios de fundac:6n ( instituci6n), 
de diferenciaci6n ( organizaci6n), de elaboraci6n fantaseada 
en los que se desenvuelven la demanda y la oferta ( ideolo-
gía) son comunes. Por último, el monitor está solamente en 
la fantasía que lo aísla -o mediante la que se aísla- del 
grupo colegial en el que se origina su función y su legitimi-
dad; la presencia-ausencia del observador, por lo general, lo 
señala. 
Sólo existen, entonces, diferencias reales, aunque capitales, 
en lo que concierne a la organización de las formas de so-
cialidad, del espacio y del tiempo ( § 2.1), heterogénea y 
compleja en el caso de los seminarios de formación de los 
que nos ocuparemos aquí. 
(211 
22 LOS SEMINARIOS "ANALÍTICOS" DE FORMACIÓN 
salvo en lo referente a la seguridad y al beneficio ob-
sesivo de disponer para cada cosa de una etiqueta 
bien ajustada. Consideramos que de ese modo se omi-
tiría una interrogación fundamental que afecta, pre-
cisamente, a lo que este uso flotante indica: una 
práctica social cuyo sentido debe permanecer oculto, 
ya que su revelación descubriría estrategias, tácticas 
o motivaciones poco claras, e incluso intereses difí-
cilmente confesables. ¿Qué se propone, qué se busca 
en los seminarios, qué funciones les incumben en la 
dinámica y en la economía personal y social: la de 
un sueño, de un lugar de iniciación, de una instancia 
reguladora de los conflictos psíquicos o sociales, de 
una fiesta o de un intervalo provisorio pero prefigu-
rativo ya de una sociedad nueva, la de un signo o 
de un emblema que se deben adquirir para identi-
ficarse y diferenciarse de aquéllos que no lo han he-
cho, que no participan, la de una etapa en la pro-
moción social ... ? Plantear estas preguntas remite a 
otras interrogaciones acerca de lo que fundamenta 
y justifica la práctica de los seminarios como reali-
zación posible de estas funciones. 
Podemos preguntarnos entonces qué ocurre con la 
"formación", con el proyecto que ésta sostiene, con 
la situación que requiere para funcionar, con los 
procesos que se desarrollan en ella, con los objetos 
que maneja. . . y con la demanda de los sujetos. Si 
se considera que más allá de la variabilidad de los 
proyectos, de las demandas, de las situaciones y de 
los objetos, la idea y la práctica de un cambio cons-
tituyen la más pequeña referencia común de la idea 
y de la práctica de formación, no es entonces inútil 
saber qué cambia y comprender, al mismo tiempo, 
qué puede ser objeto de una evitación de cambio. 
Una vez más, enfrentamos aquí una interrogación 
acerca de lo que, en el deseo de formar, de formar-
se y de ser formado, se articula en la demanda y en 
la oferta de formación y se concretiza en las prác-
ticas de los seminarios de formación. 
UNA HIPÓTESIS DE TRABAJO 23 
Sin duda, la calificación de esas prácticas como 
"analíticas" puede garantizar, por lo menos, que no 
se cerrará el debate acerca de su objeto y su sentido 
mediante una respuesta dogmática, mítica o ideoló-
gica; que la propia acción del psicoanalista: reco-
nocer -distinguir y aceptar- tanto en sí mismo como 
en el otro las formaciones y las formulaciones del de-
seo le permitirá reconocer también qué articula el 
calificativo de "analítico" en lo referente a su propio 
deseo y al deseo del otro que acude hacia él con el 
objeto de encontrar un emblema, una razón social, 
un objeto (lo"analítico", el inconsciente, los grupos, 
la formación) que llegará a dominar. En relación con 
este punto, el calificativo de "analítico" no garantiza 
que la ilusión 2 no será siempre el lote del otro. 
De ese modo, así, y en lugar de partir de defini-
ciones para preparar a priori un terreno de estudios, 
considero más conveniente aceptar como un hecho 
que en relación con los seminarios existe una oferta 
y una demanda, que se presentan como una activi-
dad de formación, que en ellos opera un deseo de-
terminado, un placer determinado, y que en ellos, 
también, se efectúa un cierto tipo de trabajo. Mi pro-
pósito será entonces el de discernir, en la práctica 
de los seminarios de formación, cuáles son las con-
diciones que posibilitan un trabajo de escucha, de 
análisis y de interpretación psicoanalítica; simultá-
2 En relación con este tema de la ilusión y del trabajo 
en la formación, bosquejé (1971 a) algunas hipótesis que 
retomaré en un artículo futuro. Una observación terminoló-
gica : suelo escribir "analítico" en lugar de psicoanalítico, de 
acuerdo con el uso abreviado frecuente de este término, pero, 
al hacerlo, se plantean por lo menos dos interrogantes. El 
primero concierne lo que falta (psic-) y lo (lUe lo reem-
plaza (socia-; grup-), como si en ese caso se manifestase co-
mo necesaria una cierta economización de lo psíquico. ¿Con 
qué beneficio? Veamos ahora lo que queda: ¿lo analítico es 
un método general o una ideología de conquista? Aun las 
palabras forjadas para designar la disciplina que inventó el 
complejo de Edipo reciben así esta marca de la castración 
y de la fantasía de omnipotencia. 
24 LOS SEMINARIOS "ANALÍTICOS" DE FORMACIÓN 
nearnente, ese enfoque investigativo proporciona el 
punto de vista -y de escucha- a partir del cual mi 
investigación será conducida y construida: se inten-
tará reconocer en el deseo y en el inconsciente de 
los sujetos -actores en un seminario analítico de for-
mación aquello que organiza esa práctica social, la 
institución que la promueve, las condiciones opera-
torias del trabajo analítico. En resumen, se intenta 
considerar corno un motivo de trabajo psicoanalítico 
un cierto discurso y una cierta práctica cuyo objeto 
es el seminario analítico de formación, en tanto que 
en éste, además de sus intenciones, proyectos y obje-
tivos, se manifiestan las elaboraciones de una fan-
tasía de la formación, en particular en las formas 
sociales típicas del mito, de la ideología y de la ins-
titución. Por ello mismo, las posiciones que asumo 
se sitúan en el propio campo del cuestionamiento 
psicoanalítico. Entre otras cosas, ello equivale a de-
cir que el hecho de presentarlas corno hipótesis de 
trabajo no las ubica en absoluto en el frágil refugio 
de la prudencia científica; pese a todo, elaborar una 
hipótesis es soñar, científicamente. 
Se debe realizar una distinción, capital en mi opi-
nión, en lo que la palabra Seminario designa. Con-
sideraré, por un lado, al Seminario ( S) como forma 
de una práctica social de formación y, por otra parte, 
al seminario ( s) como situación operatoria que de-
fine las relaciones concretas entre elementos ordena-
dos con un objetiv.> de formación. Examinemos suce-
sivamente estos dos aspectos. 
19 El Seminario ( S ) es una forma particular de 
práctica social de formación. Ocupa un lugar y des-
empeña una función en la organización y en la ideo-
logía de una institución. En relación con ello, poco 
importa que ésta aparezca bajo las formas jurídicas 
diversas de una asociación, de una empresa o de un 
servicio público; no carece de importancia, por otra 
parte, que la institución dependa, por un lado, del 
UNA HIPÓTESIS DE TRABAJO 25 
conjunto de las condiciones económicas y sociales que 
determinan su organización, su finalidad, su ideolo-
gía, su poder y su autonomía y sería lícito preguntar-
se, por ejemplo, por qué en algunas sociedades esa 
forma de práctica social de formación es posible, no 
así en otras, en las que resulta intolerable, o en be-
neficio de qué grupos sociales y qué funciones so-
ciales cumplen esas instituciones de formación. Pero, 
de todas maneras, lo que nos interesa aquí es descu-
brir el vínculo necesario entre el Seminario ( S) y el 
principio instaurador en el que se conjugan los efec-
tos del deseo de muchos sujetos. El seminario apa-
rece entonces corno una forma de práctica forma-
tiva determinada en varios niveles, entre los cuales 
el que nos importa a nosotros, el del deseo que la 
subtiende, se proyecta incluso sobre los otros: el he-
cho de que el Seminario de formación funcione como 
práctica social institucional al servicio de la lucha o 
de la integración de las clases, de que revista así 1.1na 
significación política no es suficiente para explicar 
qué representa, en lo referente al deseo del que lo 
realiza, ese proyecto político; si no se lo interroga 
corno una elaboración social de su deseo. 
Una condición necesaria para la existencia social 
del Seminario ( S), es decir para la realización de la 
institución en cuyo marco se desarrolla, reside en que 
ésta formule su oferta, conforme a lo que indica su 
"razón social" manifiesta, y que a través de su ofer-
ta "responda" a una demanda. El hecho de que la 
oferta presuponga la demanda indica eficazmente la 
propia dimensión de la demanda en la oferta de la 
institución; esta demanda es doble: es la de los ac-
tores de la institución que encuentran en ella una 
cierta respuesta para su demanda, bajo la forma de 
una organización ( un grupo) de una ideología ( un 
i dcal, ideas capitales), de un proyecto ( elaboración 
ele una fantasía de formación), de una identidad 
( "analistas", formadores), etc.; la demanda, así, es 
lo que apuntala a la institución en su existencia y en 
26 LOS SEMINARIOS "ANALÍTICOS" DE FORMACibN 
su permanencia. Para decirlo de otro modo, en lo que 
ofrece la institución con.stituye la respuesta misma a 
la demanda que la sostiene. Su "razón social" aparece 
como la expresión y la forma socialmente admitida y 
valorizada de la demanda que la justifica: represen-
ta en términos razonables su objeto. Acreditado por 
el propio hecho de la institución, entonces, el objeto 
se hace verosímil: en tanto que por su oferta la ins-
titución significa a los que efectúan la demanda, que 
constituye el lugar y que proporciona la vía de acce-
so a ésta, garantiza a aquéllos que el objeto que bus-
can no faltará, puesto que con toda probabilidad ella 
lo ofrece. La institución articula así una serie de re-
laciones de demandas y de ofertas de las que, por 
supuesto, el seminario de formación como objeto de 
la institución, constituye sólo el pre-texto. El califica-
tivo "analítico" especifica un objeto posible del siste-
ma oferta-demanda, y, al igual que todos los otros 
objetos de los que el sistema permite una denomi-
nación, representa en el discurso de oferta y de de-
manda el lugar del objeto imaginario 3 • Una impor-
tante función de la institución es la de articular en 
una relación social la oferta y la demanda de objetos 
capturados en una fantasía. Permite así su simboli-
zación, pero sólo funciona y se mantiene en tanto 
sigue buscando su realización. La demanda que reci-
be y a la que a su vez informa señala, precisamente, 
las bases correctas de su proyecto, acredita en lo real 
que el objeto que propone no es sólo imaginario, del 
mismo modo en que, por la oferta que se le realiza, 
la demanda se garantiza la validez del objeto postu-
lado: examinemos, por ejemplo, una "formación", una 
referencia "analítica", el pasaje por un "seminario" 
que para el que efectúa la demanda constituyen un 
3 En relación con estos temas, véase P. Aulagnier-Spaira-
ni (1967) : le "désir de savoir dans ses rapports a la trans-
gression". Véase también, en la presente obra, el capítulo re-
dactado por André Missenard : Identificación y proceso gro-
pal, p . 349. 
UNA HIPbTESIS DE TRABAJO 27 
signo o un emblema en sus relaciones sociales o en 
su búsqueda de identidad. El Seminario analíticode 
formación se instituye a partir de esta doble ilusión 4• 
La institución que articula su oferta y su demanda le 
asigna un estatuto y un papel en su organización y 
en su ideología. 
Se aceptará así que la propia existencia de la ins-
titución sólo se basa en el deseo que constituye su 
principio instaurador y que se encuentra implicado 
en el sistema de la oferta y de la demanda. De ese 
modo, el instaurante no se reduce a un conjunto so-
cial concreto determinado ( una asociación) que for-
mula una oferta, sino que engloba la relación de este 
conjunto con otro, en el sistema oferta-demanda. En 
otros términos, se observa que, al igual que la oferta, 
la demanda constituye un elemento necesario del pro-
ceso instaurador. Así, el Seminario "analítico" de 
formación se presenta como un servicio ofrecido a 
solicitantes eventuales -a clientes- sólo en tanto que 
objeto razonable de una institución. La incidencia 
económica de esta relación no es sólo un problema 
de finanzas, de imagen de marca, de publicidad, de 
producción y de consumo. También conviene com-
prender qué posiciones ocupan, en la economía del 
deseo que opera en la institución del Seminario, los 
sujetos de la oferta y de la demanda, y sus objetos, 
Considerado como puesta en escena de fantasías, 
el seminario es el sueño de la institución, un sueño 
cuyo relato se elabora en mito y en ideología 11• En 
4 Este rasgo no lo caracteriza como específico: la cura in-
dividual, la demanda y la oferta de atención en un hospital, 
un centro de consulta, una universidad .. . , son el lugar de 
una ilusión semejante en cuya conservación o en el desligarse 
de la cual se ordena un cierto trabajo. 
11 He planteado recientemente una serie de hipótesis acerca 
de las funciones y los procesos del mito ( 1970) y de la ideo-
logía ( 1971 b) en los conjuntos grupales, sobre la base de 
lo clínica de los grupos de formación. Estas hipótesis cons-
tituyen la base del presente trabajo; señalan, en particular, a 
estas formaciones como defensivas y cumpliendo una cuá-
28 LOS SEMINARIOS "ANALÍTICOS" DE FORMACIÓN 
tanto que en ella se ven implicadas relaciones y 
vínculos de grupos, la institución del seminario, a 
la manera de Borges, es el sueño de un sueño 6; de 
ese modo, se debe interrogar a la institución del Se-
minario al igual que al seminario de la institución: 
como su objeto de sueño y como su obra, en la que 
se manifiestan el deseo, el placer y el trabajo de sus 
actores, al igual que las defensas que en ella elaboran. 
29 Examinemos el segundo aspecto del seminario: 
seminario ( s) designa una situación operatoria que 
define las relaciones concretas de elementos orde-
J;tados con un objetivo ( por ejemplo, un objetivo de 
formación) ; el seminario-situación ( s) determina las 
condiciones necesarias para el desarrollo de un tra-
bajo, el del análisis y de la interpretación psicoana-
lítica. El objeto de este trabajo es el conjunto de los 
procesos y de las elaboraciones que se desarrollan 
en esta situación, en su oportunidad; ello no implica 
en absoluto que se deba interpretar todos los proce-
sos y elaboraciones, pero conviene considerar que la 
interpretación sólo afectará a aquello que se produce 
en función de la situación de los sujetos en seminario. 
Tanto desde el punto de vista clínico como teórico, 
comprender y analizar lo que ocurre en esta situación 
es una tarea que apenas comienza. En nuestra opi-
nión, la distinción en el semiQario-situación de dos 
aspectos metodológicos fundamentales constituye, 
desde este punto de vista, una hipótesis útil: el pri-
mer aspecto concierne a lo que se origina a partir de 
una cierta disposición de elementos en una situación 
social, tales como la organización de las formas de 
druple función: de fijación y de objetivación de la fantasla; 
de articulación y de transición en el pasaje entre la realidad 
pslquica interna y la realidad social exterior de interpreta-
ción social estructurante y significante de estas realidades a 
las que se asigna un sentido común y socialmente autorizado; 
por último de identificación de los individuos y de los con-
juntos sociales organizados. 
6 En lo referente a esta relación del grupo y del sueño, 
cf. D. Anzieu (1966). 
UNA HIPÓTESIS DE TRABAJO 29 
sociedad, del espacio y del tiempo, la instauración 
de un principio de comunicación y de relación ( regla 
fundamental) entre los sujetos. El segundo aspecto 
concierne a lo que define esa situación como situa-
ción específica que permite -dentro de qué límites-
un trabajo psicoanalítico. En la medida en que la ins-
tauración de una situación de seminario se ordena 
de acuerdo con la instrumentación que ella supone 
para que un trabajo psicoanalítico sea posible, estos 
dos aspectos, como es evidente, están íntimamente 
ligados. De todas maneras, la distinción es útil, aun-
que sólo sea para realizar una triple interrogación 
permanente. 
Por una parte, acerca del objeto y las modalida-
des del trabajo psicoanalítico en una situación dada 
( situación, por otra parte, planteada por el psicoa-
nalista-interpretante o por el grupo de psicoanalistas-
interpretantes); esta situación difiere -¿cómo?- de 
la de la cura individual, de los grupos de psicotera-
pia, de las sesiones de enseñanza, de las prácticas de 
formación para técnicas determinadas: ¿cómo se ar-
ticulan la demanda -y la oferta- de un seminario ana-
lítico de formación con lo que deontológicamente es 
posible descubrir en él? Por ejemplo, ¿qué significa en 
esa situación "responder" mediante interpretaciones 
personales, es decir mediante un ersatz y un desplaza-
miento, y con qué consecuencias 7? 
Por otra parte, también podemos preguntarnos qué 
situación de seminario se ajusta con mayor eficacia a 
un objetivo de formación personal de acuerdo con 
el método psicoanalítico: con muchos colegas 8 hemos 
comprobado que el hecho de proponer conferencias, 
proyecciones cinematográficas o, incluso, un tema en 
un seminario analítico de formación constituía una 
pantalla defensiva que en ese momento, de buena fe 
7 A. Missenard ( 1971) se ocupó de estos problemas en 
11n articulo: Dépression et petit groupe, dépression en petit 
groupe, groupe déprimé? 
8 Con los que trabajamos en el seno del C.E.F.F.R.A.P. 
30 LOS SEMINARIOS "ANALÍTICOS" DE FORMACIÓN 
-e ingenuamente- consideramos corno pantallas pro-
yectivas -para los participantes. Sin duda, es nece-
sario instaurar un mínimo de organización en un se-
minario, puesto que se debe aceptar a las defensas 
como condición sine qua non de la estructuración de 
los intercambios y de la simbolización, pero acaso, ¿el 
criterio de su pertinencia no es su función en la eco-
nomía del trabajo psícoanalítico? Pero se nos planteá 
nuevamente aquí el primer interrogante. 
Por último, aunque no en último lugar, la interro-
gación acerca del seminario-situación, en lo que de-
pende de la institución del seminario, permite com-
probar que las opciones metodológicas y técnicas pue-
den verse afectadas por los movimientos, los ideales, 
los modos de organizaciones que determina el Semi-
nario como institución. Considerar a la situación de 
seminario como pura autonomía en lo que se refiere 
al origen en un deseo del que la institución es media-
dora, compromiso sensible a las diversas presiones 
sociales, equivaldría a cegarse y a volverse sordo, sal-
vo en lo que se refiere a las imágenes y a las voces 
de la fantasía. Sólo si se acepta esta interrogación se 
verá que el seminario, siendo un sueño, no es un 
ensueño ( songe) . La hipótesis de que en el semina-
rio-situación se encuentra -y se localizan- el conjun-
to o algunos de los caracteres que definen a la ins-
titución del seminario es una hipótesis verificable. 
Institución del seminario y Seminario 
de la institución: estudio de un caso 
Plantearé como ejemplo lo que ocurrió hace algu-
nos años en una asociación promotora de semina-
rios de formación con la cual trabajo. En esa época 
estábamos sumamente interesados en la comprensióndel funcionamiento de las sesiones de grupos amplios 
a las que designábamos entonces como "sesiones ple-
UNA HIPÓTESIS DE TRABAJO 31 
narias" y que reunían al conjunto de los participantes, 
incluyendo al equipo interpretante, todos miembros 
de la asociación. Por otra parte, estaba planteado en-
tre nosotros el debate acerca de la naturaleza de 
nuestro vínculo de asociación, acerca del placer que 
sentíamos en trabajar y en estar juntos. Además, cada 
uno de nosotros realizaba diversas actividades que no 
se relacionaban con nuestra reunión: salvo en lo refe-
rido al tiempo y al espacio. de un seminario anual. 
En lo que concierne a la teoría, la clínica, la meto-
dología de la conducción de un seminario, considerá-
bamos entonces que el seminario en su conjunto se 
juega en las sesiones plenarias: pensábamos así, y lo 
decíamos, que todas las otras actividades y modos 
de reunión del seminario se subordinaban a este ob-
jetivo: vivir y comprender, en las sesiones plenarias, 
al seminario en su totalidad. Experimentábamos la di-
ficultad para lograrlo: cuando no estaba paralizado 
por la angustia típica de las situaciones de grupo am-
plio, cada uno de nosotros elaboraba hipótesis bas-
tante caóticas, a menudo ideologizantes, en todo caso 
divergentes en relación con las de los otros miembros 
del equipo. En ese momento, sin embargo, coincidía-
mos bastante ampliamente en considerar que las se-
siones plenarias representaban el lugar de nuestro 
miedo y de nuestra espera. En una oportunidad, leí-
mos el prospecto impreso en el que presentábamos la 
situación del seminario a los "solicitantes" y "descu-
brimos" entonces el siguiente anuncio referido a las 
sesiones plenarias: "al término de cada jornada, los or-
ganizadores y los participantes se reúnen. Las sesio-
nes plenarias permiten la unidad de conjunto del se-
minario, que durante el resto de la jornada se en-
cuentra fragmentado en grupos de trabajo y en en-
cuentros individuales". Valía la pena leer lo que de-
cíamos acerca de nosotros: "El equipo que . .. se 
ocupa de la preparación y de la conducción del semi-
nario busca la homogeneidad. Los que lo integran se 
32 LOS SEMINARIOS "ANALÍTICOS" DE FORMACibN 
han unido en función de puntos de vista muy seme-
jantes acerca de los grupos. A través de la diversi-
dad de sus personalidades, tienen en común caminos 
análogos en su propia formación y el mismo tipo 
de experiencia en su práctica ... ". Evidentemente, 
también se debía leer lo siguiente: "en una semana 
por año, nuestra asociación se reúne. El seminario, 
que es particularmente nuestra sesión plenaria, per-
mite la unidad de conjunto de nuestro grupo, que el 
resto del año se encuentra fragmentado en equipos 
de trabajo y en encuentros individuales. En esa se-
mana vivimos la experiencia de que, más allá de nues-
tras diferencias, nos sentimos solidarios de una mis-
ma totalidad". De todas maneras, y en la relectura 
proyectiva, ese fue el conducto que encontrarnos pa-
ra nuestro interrogante acerca de nuestro deseo y su 
elaboración en la institución de un seminario -que 
pretendíamos entonces "analítica" metodológicamen-
te "pura", Gracias al análisis de nuestras relaciones y 
de nuestras catexias en _el seminario y en la asocia-
ción, el siguiente año permitió un cambio notorio en 
la conducción y la teoría de los grupos amplios; al 
año siguiente, consideramos la organización de varios 
seminarios conducidos por equipos diferentes. . . En 
la actualidad, considero que, gracias al deslinde pro-
gresivo de su vínculo simbólico, este reconocimiento 
de la dimensión imaginaria en nuestra "obra" permi-
tió un trabajo de análisis de nuestra experiencia, del 
que el presente estudio constituye un efecto. 
Tendré la oportunidad de desarrollar más adelante 
lo que ya se adivina: la necesidad de analizar la re-
lación entre la institución y la situación de seminario, 
si es cierto que toda institución tiende a realizarse 
en las situaciones más conformes al deseo de sus ac-
tores. Sin embargo, esta tendencia es contradictoria 
con el proyecto mismo de instaurar una situación que 
permita un trabajo psicoanalítico. El deslinde a tra-
vés del análisis de las relaciones entre el seminario-
UNA HIPÓTESIS DE TRABAJO 33 
situación y el seminario-institución, y su implicación 
particular en esta relación 9• 
El intercambio fantaseado 
La distinción entre estos dos aspectos principales 
del Seminario ( S,s) permite establecer sus relaciones 
y comprender al mismo tiempo el resorte fundamen-
tal de los intercambios en la situación de seminario: 
por mi parte, considero válida la hipótesis de que lo 
que instaura el vínculo social en un seminario es sólo, 
en su estructura psíquica, el intercambio de las fan-
tasías a través del sistema social articulado de la 
oferta y de la demanda ( S), ubicados en la situación 
de ser elaborados y simbolizados gracias a un dis-
positivo de verbalización y de interpretación: este 
dispositivo es instaurado, en particular, mediante una 
organización determinada de las formas de socialidad 
( socialité), del espacio y del tiempo y mediante la 
enunciación por parte del psicoanalista de una regla 
de comunicación y de relación. El intercambio fan-
taseado concierne a todos los actores de la situación 
según sus relaciones de identificación ( de objeto, de 
personas, de grupos, de ideas, etc.) y en las posi-
ciones antagónicas y complementarias que represen-
tan en relación con el deseo y la defensa; menciona-
ré dos ejemplos: la relación de los sujetos en la si-
tuación de oferta y de demanda se articula alrededor 
de un objeto o de una serie de objetos supuestamente 
intercambiables y canjeables de acuerdo con sus afi-
nidades de equivalencia, de contraste, etc.; se canjea 
así una participación en el seminario -analítico- de 
formación ( objetos manifiestos que suponen otros ob-
0 En este artículo sólo indicaré algunos aspectos del rol 
y del funcionamiento de equipo de psicoanalistas interpretan-
tes, puesto que en un artículo futuro me propongo efectuar 
un estudio más sistemático. 
34 LOS SEMINARIOS "ANALfTICOS" DE FORMACIÓN 
jetos capturados en la fantasía del que ofrece) a 
cambio de un saber-una experiencia-un emblema-una 
identidad. Pero se trata sólo de elaboraciones secun-
darias de significados fundamentales que el seminario-
seno-matriz-vientre-falo soporta y que los sujetos me-
tabolizan en sus discursos en situación. Por estas mis-
mas causas, la relación entre los seminarios ( S-s) pue-
de entenderse como la realización de la fantasía del 
que lo instituye en la situación, o la situación como 
elaboración del aspecto defensivo de la fantasía del 
instituyente: sea, por ejemplo, la puesta en escena y 
la puesta a prueba de la fantasía de omnipotencia y 
de su correlato agresivo-destructivo o, sino, la fan-
tasía de castración, su puesta en escena y a prueba en 
el reaseguro de ser omnipotente, de ser un héroe ... 
Estas dos "posiciones" del seminario ( S,s), el tipo 
de intercambio que las subtiende, definen una ten-
sión entre proyectos opuestos o incluso contradicto-
rios. Es muy posible que la realización, el análisis y 
la interpretación de esta situación califiquen a la es-
pecificidad del proceso de formación y de la situa-
ción del semjnario analítico. 
La tendencia a la "realizaci6n" 
Ya lo hemos presentido, en efecto: como forma 
de una práctica social ligada a una institución, el Se-
minario tiende a realizarse en la situación como el 
lugar y el tiempo de su objeto, de su ideología y de 
su mito, de su organización. Tiende a servir entonces 
los intereses y a satisfacer el deseo último de un ins-
tituyente, en detrimento del otro. La relación inau-
gurada en el sistema oferta-demanda tiende así a re-
solverse en beneficio de un término que dominaal 
otro. Esas condiciones se dan cuando el seminario ( s) 
sirve principalmente para un objetivo que excluye la 
UNA HIPé>TESIS DE TRABAJO 35 
formulación del deseo del otro que, así, es negado, 
ignorado, explotado.Sería posible citar muchos ejemplos en ese senti-
do: por ejemplo, que una empresa envíe para que 
"se formen" en un seminario a empleados "inadap-
tados", para proteger todo statu qoo en la empresa; 
que se le asigne a un seminario un objetivo de inte-
gración social o de revolución; que se busque su signo 
emblemático para una promoción social, o, incluso, 
que un equipo de "analistas" persiga, como objetivo 
último y exclusivo, un objetivo noble, por ejemplo de 
conocimiento científico ... 
La realización de esos objetivos, es decir el de la 
fantasía y de las pulsiones que los organizan ( ver, 
saber, destruir, reparar, integrar, dislocar ... ) no de-
be dejarse de lado por razones "morales": en efecto, 
al mismo tiempo que la tendencia a realizar drena los 
materiales mismos del trabajo -y para el trabajo-
psicoanalítico, la realización de estos objetivos se en-
cuentra en contradicción con los métodos y los obje-
tivos de deslinde de este trabajo. Fuera de esta pers-
pectiva, la demanda se cierra con la realización ilu-
soria de su objeto. El intercambio fantaseado, en lugar 
de descubrirse como tal y en su relación con los ob-
jetos manifiestos de la demanda y de la oferta, se 
paraliza en este intervalo onírico, alucinatorio, en el 
que el otro ya no existe como sujeto deseante sino 
que está constituido como objeto de la necesidad o 
del placer exclusivamente. Desde un punto de vista 
clínico, esa eventualidad se significa a menudo por la 
nngustia que sienten los participantes de un semina-
rio de ser reducidos por otro, por ejemplo por el 
equipo de analistas-interpretantes, a la necesidad que 
experimentan por su cuenta. Esta angustia si no es 
proyectada defensivamente por el equipo, es decir 
si éste se permite considerarla como lo que le es sig-
nificado en la transferencia, no podría producirse sin 
que el equipo interrogue esta eventualidad mortífera 
de ser sólo el objeto del placer del otro, como di-
36 LOS SEMINARIOS "ANALÍTICOS" DE FORMACIÓN 
rnensión de la posible perversión de su deseo. El equi-
po interpretante puede o no aceptar ocuparse de ella 
y reconocer a mínima que en la contratransferencia 
ese otro constituido por el solicitante-participante, ese 
objeto que es el seminario o el saber representan 
también el lugar que en el pasado ocuparan otros 
en relación con tal o tal otro miembro del equipo y 
que en la actualidad ocupan nuevamente en relación 
con el equipo en su conjunto. 
Se aceptará así que, como situación determinante 
de la posibilidad de un trabajo psicoanalítico, el se-
minario sólo puede funcionar si no se realiza como un 
objeto del instituyente, como su institución, como el 
lugar y el tiempo de aplicación de su ideología, corno 
su epopeya. Y se debería admitir, incluso, que un ob-
jetivo de formación o que el propio trabajo analítico 10 
pueden ser catectizados como objetos ideológicos y 
funcionar como tales, es decir como realización per-
vertidora y ocultación defensiva del deseo. Al límite, 
el seminario puede tener por añadidura un efecto for-
mativo, al funcionar como lugar de la suspensión de 
la realización del deseo; efecto formativo, es decir de 
descubrimiento del objeto demandado-ofrecido por 
sujetos deseantes reunidos en una situación supuesta-
mente apta para procurárselos. El seminario sólo 
funciona entonces para hacer sensible a los sujetos, 
a través de la experiencia de los avatares del objeto 
capturado en un intercambio fantaseado, la estructu-
ra inconsciente de su deseo, en particular _de su deseo 
instituyente en la situación: este descubrimiento, que 
implica al equipo interpretante en su modo de exis-
tencia grupal, sólo se produce ::.>. través del análisis y 
10 Intenté analizarlo en un estudio ( 1971 b) acerca de los 
procesos y las funciones de la ideología en los grupos. Con-
sidero que las proposiciones que aquí formulo también pue-
den aplicarse al funcionamiento de toda institución en la que 
se efectúa un trabajo psicoanalítico, por ejemplo un estable-
cimiento de diagnóstico y de atención: consultas, servicios 
hospitalarios, institutos médico-pedagógicos ... 
UNA HIPÓTESIS DE TRABAJO 37 
la interpretación de lo que se instituye constantemen-
te en el seminario. 
Si · se considera, por último, que la situación de 
seminario engendra una tensión entre un proceso de 
realización ( en particular institucional) y un proceso 
de análisis, o desligadura, de las implicaciones fan-
taseadas en estas realizaciones, se comprenderá enton-
ces que la situación de seminario comporta la necesi-
dad de un análisis y de una interpretación de la ins-
titución del seminario como Seminario de la institu-
eión. En mi opinión, es ésta una de las tareas fun-
damentales del grupo de los psicoanalistas-interpre-
tuntes. 
Debo retornar ahora estas diferentes proposiciones 
1• intentar una articulación sistemática, es decir con-
S<'cuente, de los elementos que constituyen la insti-
tución y la situación del seminario ( S,s). Para lo-
~rarlo, desearía formular algunas observaciones a par-
tir de las consideraciones precedentes: 
/,os determinantes del dispositivo 
19 No es posible definir al seminario como situa-
l'ión "objetiva": ésta sólo existe en relación con una 
institución, es decir, más precisamente, con los pro-
y<·ctos de sujetos deseantes y susceptibles de modifi-
<·arla y de cambiar. Considerar que la situación de-
¡wnde parcialmente del conjunto de las condiciones 
<·on las que se la construye no significa en absoluto 
qnc en ella todo esté rigurosamente predeterminado: 
c~s conveniente considerar que si algo imprevisto 
puede ocurrir se origina en el hecho de que el sur-
~irniento del deseo es, por su parte, imprevisible. La 
lc•ndencia anal a mantener el "control" del seminario, 
11 anticipar su desarrollo. señala, en este caso, el temor 
el< : la pérdida del objeto, o la de un cuestionamiento 
38 LOS SEMINARIOS "ANALÍTICOS" DE FORMACibN 
de sí por el deseo del otro: aquí encuentra su justi-
ficación el proceso ideológico. 
Se considerará también que el dispositivo técnico 
puesto en juego en la situación es afectado, a su vez, 
por la historia -y debemos aclarar a qué nos referi-
mos: por un cierto estado de la historia de las técnicas, 
puesto que en ella opera, en el nivel que nos interesa, 
el deseo de un sujeto. En relación con ello, sería in-
teresante considerar de qué modo se estableció -a 
posteriori- como norma técnica la ubicación espacial 
del paciente y del psicoanalista en la cura individual: 
en esta construcción se descubre un Freud incómodo 
en la situación frente a frente 11• Qué ocurrirá, enton-
ces, en relación con las opciones técnicas tales como 
las modalidades de agrupamiento: grupos amplios, 
pequeños grupos ... , con su denominación: semina-
rios, sesiones plenarias, grupos de base . . . y con el 
nombre que adoptan los sujetos: participantes, concu-
rrentes, staff, monitores y animadores 12 • • • Por últi-
mo, se debe considerar sin lugar a dudas que la meto-
dología de la situación es tributaria del estado del sa-
ber teórico y práctico, que permite concebir, inter-
pretar, justificar y también replantear en la investiga-
ción lo que ocurre en el seminario. Ya he mencionado 
las significaciones defensivas que podía asumir la uti-
lización, en un seminario analítico de formación, de 
conferencias, de proyecciones cinematográficas, de 
ejercicios prácticos de dirección de reuniones . . . Más 
fundamental -por ser más determinante en lo que se 
refiere a la interpretación- es el estado de precisión 
11 Por supuesto, ninguna anécdota deja de ser motivo para 
una interrogación acerca del deseo -y la defensa y, por lo 
tanto, para una justificación. ¿Qué significación asume el 
hecho de pasar del sillón analítico al de la relación grupal 
frente a frente? ¿O del diván a la silla alrededor de una 
mesa ... ? 
1Z En ese sentido cf. un trabajo de R. Kaes, "Séminaire : le 
mot, la chose et l'usage dans la pratique form'.ltive. Contri-
bution a l' étude de la fantasrnatique de la forrnation."U NA HIPbTESIS DE TRABAJO 39 
«·pistemológica y conceptual que poseen y en el que se 
utilizan conceptos como el de transferencia y escisión 
de la transferencia en los grupos ( A. Béjarano, 1966, 
1971 ) de identificaciones ( A. Missenard), fantasía ( R. 
Dorey, 1971), lo imaginario, la ilusión ( D. Anzieu, 
1966, 1971a, 1971b, 1972a, 1973b, 1974b), regresión 
( R. Ka~s, 1973b) y, por supuesto, el concepto de 
grupo (J. B. Pontalis, 1958-19.59; 1963). 
La teoría y la metodología de la situación son parti-
cularmente sensibles a las elaboraciones sociales, míti-
cas e ideológicas del intercambio fantaseado: estas 
<'Onstrucciones plantean como objetos absolutos lo que 
sólo es problemático, alejan de la diferencia, del de-
venir y de la historia un fetiche, cerrando así en una 
respuesta definitiva y "plenamente" satisfactoria un 
problema vital. Sin embargo, la situación no puede ser 
más que una hipótesis de trabajo. 
La funci6n interpretante 
2Q La infiltración, en la situación de seminario, de las 
elaboraciones de la fantasía que instituyen al semi-
nario no es algo ni "bueno" ni "malo". Se trata de una 
necesidad que sostiene la situación, tal como el deseo 
sostiene su oferta y su demanda, aunque sin reducirla 
a su fin. Pero el problema es precisamente éste: aun-
que el seminario-situación comprenda todas las impli-
caciones del Seminario -forma de una práctica insti-
titucional, sólo se distingue de su origen si implica una 
diferencia fundamental: un dispositivo que permita el 
reconocimiento de lo que ocurre en el seminario como 
ligado -aunque no idéntico- a la institución; un dis-
positivo, así, que permita la manifestación del deseo 
del instituyente en la situación, y su reconocimiento. 
Este dispositivo es una función del equipo de los 
psicoanalistas a los que D. Anzieu, pp. 255-9, reconoce 
la triple función de fundadores, de legisladores y de 
40 LOS SEMINARIOS "ANALÍTICOS" DE FORMACIÓN 
interpretantes. Quiero decir con ello que lo que instau-
ra la base de este dispositivo de diferenciación y de 
reconocimiento, con anterioridad a toda otra función, 
es la existencia y el modo de existencia de este equipo. 
En efecto, la función interpretante sólo es posible en 
esta posición específica del staff, bajo la condición 
de que no se capture en una identificación ni con la 
institución, ni con el instituyente ni con su propio 
ideal de acuerdo con un régimen identificatorio pri-
mario o secundario, sino que, por el contrario, pueda 
replantear constantemente su interrogación acerca de 
lo que califica a su modo de existencia como grupo 
en la situación. Esta posición cuaternaria, diferente 
de la de los actores y distinta de la de una posición 
de tercero-árbitro constituye una de las paradojas del 
grupo de los interpretantes y una particularidad del 
análisis elaborado en grupo; esta posición determina 
su funcionamiento como equipo interpretante: en efec-
to, el trabajo psicoanalítico requiere a la vez la dis-
ponibilidad de los miembros del grupo en relación con 
el intercambio fantaseado, como lugar de su ocio y de 
su placer de escucha, y la no realización de la fanta-
sh, como condición para permitir el deslinde de la 
ilusión y su interpretación. El intercambio fantaseado 
y su posible realización conciernen, evidentemente, a 
todos los términos de las relaciones inauguradas por el 
seminario. Al ser interpretante, el trabajo específico 13 
del equipo de psicoanalistas concierne sus propias re-
sistencias ante la posibilidad de frustración de su pro-
pia ilusión grupal, sus actitudes seductoras ( mostrar 
en lugar de hacer oír, proporcionar una fantasía para 
su "consumo") frente a los otros y frente a sí mismo. 
El equipo interpretante es cuestionado como grupo 
psicoanalítico en el seminario en la implicación narci-
13 Es lo que llamo el análisis intertransferencial en el 
equipo de analistas. No pretende realizar un ideal analítico 
-aunque referencias idealizantes constituyen precisamente uno 
de los objetos de análisis. Véase también mi artículo (1971b): 
"Processus et fonctions de l'idéologie dans les groupes". 
llNA HIPÓTESIS DE TRABAJO 41 
i.lsta de sus miembros a través de sus vínculos identi-
ficatorios y la elaboración del ideal del grupo. 
Una situación social límite de la institución 
3Q Por todas estas causas, es posible considerar a la 
situación de seminario como una situación social límite 
ele la institución. El descubrimiento de lo que se pro-
duce en ella es posible sólo si se mantienen en sus-
penso la realización del deseo en un objeto último, la 
realización institucional del seminario en una organi-
zación y una ideología. La situación del seminario se 
presenta así como una époché, un momento de espera 
y de suspensión: a ello se debe, sin duda, que proli-
feren en su marco los proyectos mesiánicos y utópicos. 
Ella mantiene a los actores en una situación límite, en 
la que está en juego lo inconcebible y lo injustificable, 
la vida y la muerte, en los confines de lo real y de lo 
imaginario: se revela como una estructura social de 
simbolización. 
Llegamos aquí a la hipótesis que Béjarano desarro-
lla en esta misma obra: la situación de grupo y de 
seminario, como pre-bosquejo de un socius, reactiva 
el mito de la horda ( fantasía originaria de la especie-
en tanto especie social) y, así, el pasaje del estado de 
naturaleza al estado de cultura, es decir, la simboliza-
ción a través de la instauración de la prohibición del 
incesto y de la regla de exogamia. 
Debemos retomar y desarrollar ahora tres conjuntos 
de problemas: 
El primero concierne a la institución del Seminario 
( S). Situaremos sus elementos constitutivos, es decir, 
su principio instaurador, su organización y su sistema 
ideológico. Como forma de una práctica institucional 
de formación, se debe interrogar al seminario no sólo 
a nivel de sus elaboraciones secundarias, sino también 
42 LOS SEMINARIOS "ANALÍTICOS" DE FORMACibN 
como elaboración y aplicación sociales de una fan-
tasía, como un objeto al que apunta el deseo del ins-
tituyente. Se plantea así el interrogante de qué institu-
ye el seminario: ¿Quién lo hace, para quién lo hace, 
con qué fines? 
El segundo concierne a la situaci6n de semina-
rio ( s). Hemos formulado la hipótesis de que ésta 
incluye, por un lado, los caracteres de la institución 
pero que no es reductible a ella; que la situación es 
orientada por los requisitos del trabajo analítico, dicho 
de otro modo, que es un conjunto operatorio que com-
porta dispositivos técnicos y metodológicos ordenados 
en el trabajo de análisis y de interpretación: entre es-
tos se revelaron como fundamentales la existencia de 
una instancia psicoanalítica interpretante, que funcio-
na en posición cuaternaria, el enunciado y la aplica-
ción de una regla, la constancia de las condiciones ope-
ratorias y la suspensión de toda realización fantaseada. 
Precisado esto, podemos ocupamos ahora de aquello 
que en la situación se presenta como un "dato" y de 
lo que está en movimiento y surge en forma imprevisi-
ble, impidiendo así todo proyecto de control integral 
de la situación: en resumen, de lo que ocurre en ella. 
El tercero concierne al seminario analítico de for-
mación como situación específica, o típica, del traba-
jo psicoanalítico. En relación con ello, nos limitaremos 
a plantear un bosquejo que se ocupa de tres proble-
mas: uno, de las propiedades de un sistema institucio-
nal de oferta y de demanda; el segundo, de la posición · 
de los sujetos en una relación social que implica una 
situación de frente a frente plural; el último estudia 
el tipo particular de material y de proceso que cons-
tituye un discurso colectivo, y las modalidades de tra-
bajo de interpretación cuando el que lo efectúa es un 
grupo de psicoanalistas-interpretantes. 
2. LA INSTITUCIÓN DEL SEMINARIO 
A. ELEMENTOS, RELACIONES, TIPOS 
Describiré, en primer lugar, la estructura fundamental 
de un seminario; éste implica la articulación de tres 
elementos principales, cuyadisposición particular está 
implicada en la situación; esta disposición define dife-
rentes tipos de seminarios. Estos tres elementos son los 
siguientes: 
- a: un "ente" a, promotor de una forma de práctica 
social de formación; a es una institución y reviste una 
forma jurídica propia ( asociación p. ej.) o emana de 
una forma jurídica ( servicio de formación de una 
empresa, es decir, una organización específica de esta 
institución). Cualquiera sea el status jurídico de a, 
éste se organiza para la realización de un objetivo que 
sostiene y describe una ideología, a puede encontrarse 
<'n dos posiciones: 
a1: ofrecimiento de un seminario ( S), 
a2: demanda de ( S) para un tercero. 
- b: un "ente" b, organizador del seminario como si-
tuación ( s) ; es operador de la interpretación del sis-
tema oferta-demanda y de lo que se desarrolla en ( s), 
que él instituye como conjunto operatorio. Por lo ge-
neral se trata de un equipo de analistas ( staff) . 
- c: un "ente" c, solicitante de una formación (S) y 
coactor de ( s). Puede tratarse de individuos o de con 
juntos organizados. 
[43) 
44 
LOS SEMINARIOS "ANALÍTICOS" DE FORMACibN 
Se observarán así dos variedades de c: 
c
1
: en el caso en el que la demanda es directa y 
autodeterminada; 
c
2
: en el caso en que la demanda es indirecta y he-
terodeterminada; por lo general, ésta es mediatizada 
por a2 que se dirige a a1 ( b) por cuenta de c. 
Las relaciones entre estos elementos fundamentales 
para que se produzca ( S, s) implican: 
x- un sistema de oferta y de demanda articulado a 
través de la designación de un ob;eto (bien, servi-
cio ... ) al que apunta como un objetivo manifiesto. 
Este objeto funciona como el pre-texto de un objeto 
de deseo en sus relaciones con cada "ente", En rela-
ción con él, entre a, b, y c es posible que exista una 
tensión, divergencias. 
y- un argumento fantaseado que articula el deseo de 
los participantes ( a, b, c) y que define la posición que 
ocupan recíprocamente en él, que ocupa en él el ob-
jeto de la oferta y de la demanda y que implica un 
dispositivo de defensa frente al deseo. La elaboración 
social 'de este argumento constituye las formas y los 
contenidos ideológicos de los diferentes participantes 
( por ejemplo, la elaboración ideológica de la fantasía 
de formación, de cambio ... ) . Este argumento se ac-
tualiza en el seminario ( s) de acuerdo con el disposi-
tivo que permite su simbolización. 
z- las condiciones que afectan al seminario ( s) como 
instrumentación de un trabajo de análisis y de inter-
pretación de x y de y. La posición de b ( staff) se 
caracteriza, en tanto es ordenada en función de este 
trabajo, como una posición cuaternaria: en un modo 
dual no podría identificarse con a, ni con c ni con el 
propio b, ni, en consecuencia, determinar para su uso 
y beneficio exclusivos ninguno de los subconjuntos 
relacionales del seminario ( S, s) . 
Esta posición de abstinencia hacia la que tiende c 
define una de las condiciones fundamentales para el 
1 A INSTITUCIÓN DEL SEMINARIO 45 
1·jcrcicio de su rol. Desarrollaremos más adelante las 
implicaciones prácticas y teóricas de esta posición me-
todológica de c. 
Distingamos ahora diferentes tipos de seminarios 
<¡uc engendran las organizaciones particulares de estos 
dcmentos y de estas relaciones. Me referiré aquí a 
tres variables típicas observables en la experiencia de 
los seminarios. 
- Tipo A: a2(S) contiene b(s); a2(b) propone (S, s) 
ll C2, 
E¡emplo: una Asociación ( que posee así un objetivo, 
una razón social, una organización, una ideología) 
ofrece seminarios de formación; reúne y recibe las de-
mandas de los participantes; algunos de los miembros 
de la asociación funcionan como staff y definen los 
earacteres operatorios de la situación de seminario. 
Este tipo representa el caso más simple de las re-
laciones entre los elementos; no por ello es el menos 
complejo en lo que se refiere a las condiciones del 
trabajo analítico. En la medida en que a se prescribe 
a sí mismo como b, la problemática del deseo se des-
pliega en las imbricaciones de los vínculos jurídicos y 
libidinales que "asocian" a y b. Desde el punto de 
vista institucional, el análisis concierne a las relaciones 
intrainstitucionales y al status de c, en todos los casos 
co-instituyente y objeto posible del deseo conjugado, 
posiblemente opuesto, del par ( a, b) . 
- Tipo B: a2 contiene a c2; b ( s) es demandado por 
a2 ( S) para c2; b puede ser un elemento a1 • 
Efemplo: una Asociación, un servicio (puede tra-
tarse de una empresa, una administración) solicita para 
algunos de sus miembros un Seminario de formación. 
Se dirige a un ente formador constituido o no en a. 
Este tipo representa un caso de relaciones más com-
plejas entre los elementos, pero permite que aparez-
can con mayor nitidez los términos del trabajo ana-
lítico en lo que se refiere a la posición cuaternaria de 
b: a1 realiza una oferta doble, a c2 y a a, que él cons-
tituye en b. El trabajo de b concierne a la serie de los 
46 LOS SEMINARIOS "ANALÍTICOS" DE FORMACibN 
pares ( a2, C2), ( a2, b), ( b, c2), ( b, a1) y a sus re-
laciones. Desde el punto de vista institucional, el aná-
lisis concierne relaciones interinstitucionales. 
-Tipo C: representa un grado de complejidad supe-
rior del tipo B. a1 ( S) contiene a2 ( S) que contiene c2; 
b es solicitado por a1 ( S) para a2 ( c2) : a1 puede 
contener a b o b ser contenido por a1, 
Ejemplo : el de una institución ( una asociación, una 
empresa) que propone un Seminario a otras institu-
ciones para sus adherentes: el staff forma parte de la 
institución promotora o, sino, es contratado, eventual-
mente en tanto que institución, por ésta. 
Este tipo representa un caso de estructura social y 
de relaciones interinstitucionales más complejas. El 
trabajo del staff tiende a efectuarse en el marco de 
una situación operatoria que reproduzca en una me-
dida cada vez mayor las condiciones reales de las re· 
laciones sociales. 
Comentario de conjunto 
Cada uno de estos tipos se caracteriza por lo que es 
variable y por lo que es fijo: lo variable son las con-
diciones de institución del Seminario, es decir las re-
laciones entre a, b y c, en tanto que vinculan organi-
zaciones e ideologías que actúan en el sistema de la 
oferta y de la demanda sociales. Estas condiciones 
afectan a los elementos implicados en la situación del 
seminario, ya que ésta depende, por un lado, de las 
estructuras sociales que la promueven. La situación 
del seminario, sin embargo, no es reductible a su ins-
titución; se encuentra abierta a acontecimientos que 
desbordan el dato institucional. Lo único constante es 
la posición cuaternaria de c: sólo esta posición per-
mite, con las condiciones operatorias que impone, un 
trabajo psicoanalítico de interpretación y de desliga-
miento. 
De los tres tipos aquí presentados, sólo A y B son 
LA JNSTITUCibN DEL SEMINARIO 47 
netamente diferenciados; el tipo C es una variante, 
más compleja, de B. Proseguiré mi exposición exami-
nando, en particular, la institución de seminario de 
tipo A, en la medida en la que este tipo aparece como 
una estructura social simple, aunque en él las condi-
dones del trabajo psicoanalítico, dada la singular po-
sición de b, son particularmente problemáticas. 14 
11. EL INSTITUYENTE: ORIGEN, DESEO 
Toda interrogación acerca del instituyente tropieza 
<'OD el problema de su deseo como investigación fun-
damental acerca del origen: de quien instituye y de 
qué se instituye. Como institución y como situación, 
c•I Seminario es el motivo de este único cuestionamien-
to, tanto si éste afecta su razón social como si concier-
11c a la regla y el método que lo determinan corno tea-
1 ro de las operaciones. El Seminario sólo aparece co-
mo situación instrumental a través del análisis y de la 
Interpretación de aquello que, antes de que se lo per-
ciba y verbalice, se encuentra catectizado en él. De 
c•sc modo, el problema del origen, necesariamente, só-
lo se plantea a

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