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ZUMER, M. SOLEDAD. (2021) Estado. Material de estudio sistematizado Estado: organiza y ejerce el poder político soberano de manera exclusiva en un territorio y la población comprendida en él, para ordenar y conducir la vida de esa sociedad. ¿Cuándo surge el Estado? Si se le asignan muchos requisitos para su presencia o surgimiento, se llega a la conclusión que el Estado nace con la modernidad, tras la caída del régimen feudal. Por el contrario, si se le solicitan pocas condiciones para su existencia se puede incluso equiparar a cualquier ordenamiento político de cualquier período histórico. Ahora bien, también es un hecho que la primera postura es actualmente la más aceptada. El caso es que entre los historiadores de las instituciones que han descrito la formación de los grandes Estados territoriales, sobre la disolución y transformación de la sociedad medieval, hay una tendencia a sostener al Estado como una formación histórica que no solo no ha existido siempre, sino que ha nacido en una época relativamente reciente (Bobbio, 1989: 90). Entonces, el Estado, tal y como se lo entiende mayoritariamente en la actualidad, nació a partir de la desestructuración del feudalismo a inicios de la modernidad. El Estado. Conceptualización Es la instancia en la que, desde la modernidad, reside y se ejerce el poder político. Es también un espacio donde diversos grupos tienden a confrontar por el control del poder o, simplemente, porque las decisiones emanadas del mismo satisfagan o beneficien sus intereses. Asimismo, el Estado puede verse como una especie del género ordenamiento político. En este sentido es entendido como una forma de organización del poder político que surgió en la Europa del renacimiento, se extendió a lo largo del tiempo al resto del mundo e implica la existencia de un poder soberano centralizado en una única instancia, que se ejerce sobre un territorio determinado y la población que se encuentra comprendida en el mismo, conforme a un ordenamiento jurídico y a través de un cuerpo burocrático. El Estado posee una serie de elementos fundamentales para su existencia como son el monopolio legítimo de la coacción, la centralización del poder en una única instancia (por contraposición al atomismo de poder, en el Estado el poder reside sólo en la instancia estatal), el territorio, la población y una estructura jurídico- organizacional que concentra los medios legales y materiales para el ejercicio de ese poder soberano. Surgimiento del Estado Surgió a partir de la crisis del régimen feudal en los albores de la modernidad. Dado que la estructuración del Estado se realizó en un contexto político conflictivo –el poder del rey contra el poder papal, y el poder del rey contra los poderes feudales en crisis-, los reyes y los emperadores basaron su preeminencia en el ejército y la armada nacional recientemente conformados y financiados también por la nueva burguesía comercial, ya que estas fuerzas cumplían adicionalmente con la misión de expandir las fronteras comerciales. La novel estructuración del poder se conformó bajo las características de ser concentrada y absoluta. De esta manera es posible afirmar que la primera manifestación histórica del Estado fue el absolutismo monárquico. A partir de todo este proceso, que se desplegó a lo largo de centurias, surgieron nuevos actores y relaciones sociales y políticas: por un lado, el monarca, que concentró el poder político, por otro, la burguesía, que se consolidó económicamente sin buscar todavía formar parte del poder y, finalmente, el ejército, funcional a ambos y, en consecuencia, que se justificaba a sí mismo. El contexto global de este nuevo orden social era el Estado, que concentraba el poder político, de carácter nacional, y que integraba funcional y simbólicamente el territorio delimitado (Moreira, Barboza y Raus, 2011: 259-260). Ahora bien, para poder administrar adecuadamente un espacio territorial amplio, el desarrollo del Estado implicó también la organización burocrática. Efectivamente, el rol político que el Estado fue desarrollando no pudo sostenerse solo sobre la legitimidad del monarca y la fuerza del ejército, sino que debía contar con funcionarios que se encargaran de la administración de los asuntos del Estado y de las relaciones exteriores. Además, para mantener el ejército permanente y la burocracia estatal, fue preciso perfeccionar y efectivizar la recaudación de impuestos. Análisis histórico Desde una perspectiva de análisis histórica, es posible afirmar que el Estado ha presentado diversas manifestaciones que, sin dejar de lado los elementos constitutivos que llevan a éste a ser tal, han variado su estructura y cometidos. Estado absolutista: Dicho tránsito (del feudalismo a la monarquía absoluta) implicó, entre sus aspectos principales, la centralización del poder dentro de cada territorio en una única instancia; la administración de los asuntos públicos por una jerarquía de funcionarios competentes; la sanción de un orden jurídico unitario; la imposición a los súbditos de un deber de obediencia general a un único gobernante; la acuñación de una moneda común y la imposición de un sistema tributario centralizado. Es posible resumir de la siguiente manera las características fundamentales de las monarquías absolutas: la concentración del poder en la persona del monarca, la concepción del origen divino del poder y la ausencia de límites o frenos al ejercicio del mismo (poder absoluto). Ejemplos de este sistema fueron los Reyes Católicos en España, Enrique VIII en Inglaterra o Luis XIV en Francia. Estado liberal: el liberalismo surgió como un movimiento cuestionador del poder absoluto y de sus pretensiones divinas que, fundado en la idea que todos los individuos tienen derechos inherentes a su persona, buscó restringir los poderes del Estado y defender la tolerancia; el respeto por la vida privada y la propiedad privada. Como a los monarcas absolutos les estaba permitido actuar en forma discrecional, sus acciones muchas veces entraban en contradicción con los intereses de los individuos en general y de la burguesía en particular. Estas contradicciones se fueron agravando hasta que se comenzó a luchar por el establecimiento de un nuevo tipo de relación entre Estado y sociedad. Para conseguir tal objetivo fueron necesarias tórridas luchas entre revolucionarios y defensores del poder absoluto. En su accionar los revolucionarios no buscaron dejar de lado la forma política Estado, sino sólo limitar el poder absoluto y superar la personificación histórica que la estructura estatal había recibido en la figura del monarca. Por ello las acciones que contribuyeron a la caída del absolutismo no atentaron contra la unicidad del mando; la aplicación de las decisiones a través de un sólido aparato burocrático profesional; la unidad legislativa; la centralización de la imposición tributaria; la unicidad de la moneda y la centralización del ejército, así como tampoco cambiaron los objetivos de fondo a los que el Estado estaba dirigido: la instauración y el mantenimiento del orden. La nueva relación entre Estado y sociedad, emergente de tales luchas y transformaciones, estuvo enmarcada por el constitucionalismo, que puso coto al poder estatal y garantizó los derechos individuales, y por la división de poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) que, al asegurar la independencia de la justicia y separar las funciones de creación y aplicación de las normas, morigeró la autoridad de los gobernantes y garantizó la seguridad de los derechos de propiedad, preocupación fundamental de los liberales. De acuerdo con lo dicho es posible afirmar que el Estado liberal presentó como característica esencial la limitación, por medio de leyes y constituciones, de toda la maquinaria estatal. Estado de bienestar: El origen del Estado de bienestar se remonta al sigloXIX cuando se empezó a notar que el libre juego del mercado, lejos de satisfacer las demandas de todos los individuos, producía gran desigualdad en la sociedad, hecho que comenzaba a generar severos conflictos. Es por ello que en Alemania el canciller Otto von Bismarck implantó, por primera vez en la historia, el llamado seguro social, fenómeno que planteó una ruptura con las anteriores políticas de beneficencia por dos razones: porque el seguro social estaba destinado al trabajador asalariado (y no al indigente) y porque tenía características automáticas, evitando así cualquier tipo de discriminación. A la cuestión del aumento de los decibeles del conflicto social hay que sumar un hecho novedoso en la vida política: la progresiva ampliación del sufragio (mayor cantidad de personas autorizadas a votar), inaugurada a partir de la sanción en 1832 de la denominada Acta de Reforma en Inglaterra. Este acontecimiento es importante porque, al ampliarse el espectro de potenciales votantes, los partidos políticos comenzaron a transformar sus propuestas buscando captar los votos de los nuevos sufragantes, que pertenecían principalmente a las clases sociales menos favorecidas. De acuerdo a lo dicho es posible afirmar que, en su comienzo, esta nueva manifestación histórica del Estado moderno tuvo como origen el intento de atender las problemáticas sociales generadas por el capitalismo y presentó como objetivo brindar ciertas seguridades y beneficios a los miembros más desprotegidos de la sociedad. En una segunda etapa del proceso de evolución que aquí se describe es necesario ubicar al keynesianismo, surgido como respuesta a la crisis económica que en los años ‘30 sufrió Estados Unidos manifestada, principalmente, en una recesión económica profunda y un aumento desorbitado del desempleo. Los objetivos principales del keynesianismo, llamado así en honor del economista británico John Maynard Keynes, fueron regularizar el ciclo económico y evitar nuevas crisis como la ocurrida. Sus herramientas de acción para lograr tales propósitos eran la utilización discrecional por parte del gobierno de la política fiscal y la política monetaria. Llegado este punto es importante señalar que en la aplicación concreta de las ideas keynesianas para superar la crisis del ´30 se agregó el impulso estatal de obras públicas de gran magnitud, política destinada a estimular la actividad de empresas de diversos rubros; incrementar la contratación de personal; generar mayor consumo y dinamizar la actividad económico-productiva. Sumando estos elementos es posible afirmar que la puesta en práctica de las ideas keynesianas implicó una amplia y activa intervención del Estado en la economía. Esto significó el fin de las políticas de libre mercado propias del liberalismo y el inicio de la economía mixta, en la cual la lógica del mercado y de la ganancia individual resultaba moderada por la intervención del Estado, tendiente a beneficiar y buscar el interés del conjunto social. Este fenómeno es el que se denomina pasaje del capitalismo individualista al capitalismo organizado. En el capitalismo individualista el Estado desempeñaba una tarea de guardián de la propiedad privada y del orden público y favorecía el libre juego de las fuerzas del mercado. En el capitalismo organizado el Estado interviene en la economía y regula el conflicto social con la finalidad de mejorar las condiciones de vida, redistribuir la riqueza y morigerar las crisis cíclicas propias del libre mercado. Para finalizar es importante mencionar que con el Estado de bienestar se desarrollaron en forma impresionante no sólo las acciones estatales destinadas a regular la economía, sino también las actividades sociales, fundamentalmente las relacionadas con los servicios educativos y de salud y las políticas de vivienda. Asimismo, se incrementó sustancialmente la acción pública en cuanto a la provisión de servicios y la producción de bienes y tuvieron un gran auge los sindicatos, multiplicándose sensiblemente sus posibilidades de actuación. Declive del Estado de bienestar: Esta crisis tuvo su origen en las profundas dificultades que comenzaron a sufrir a fines de la década de los `70 los países que habían abrazado el modelo benefactor, hecho que se unió a la denominada Crisis del Petróleo. A partir de los años `70 empezó a hacerse evidente una crisis que se manifestó en la declinación de los indicadores de productividad, en la pérdida de eficiencia de su burocracia y en la aparición, fundamentalmente en las naciones centrales, de recesión e inflación. Ante tales indicios tanto los ideólogos de derecha como los organismos económicos internacionales más destacados (FMI, Banco Mundial) comenzaron a sostener que los problemas se debían a tres motivos principales. En primer lugar, al sobredimensionamiento del Estado. En segundo término, la crisis era resultado del importante intervencionismo económico que el keynesianismo había generado. En tercer lugar, el declive también se vinculaba con el proceso económico detonado por el alza en el precio del petróleo. Dadas tales causas la solución a los problemas se encontraba, para los citados pensadores, en una vuelta al libre mercado y en limitar la injerencia del Estado en la economía y la redistribución de la riqueza. Estado neoliberal: Las medidas recomendadas desde la derecha y los organismos económicos internacionales comenzaron a aplicarse en buena parte del globo a partir de los años `80. Esta nueva manifestación de la forma política moderna presentó como características fundamentales: • la reducción de las actividades y del tamaño de la administración pública con relación a los estándares propios del Estado de bienestar, y • la retracción de la actuación estatal en materia económica. El retorno de Keynes: la retirada del Estado de la economía y los excesos en los que cayó el modelo (neoliberal) llevaron a la aparición de corridas financieras y crisis económicas, entre las que se destaca por su profundidad y extensión la que se inició en Estados Unidos en 2008, que hicieron que, en un lapso comprendido entre principios de 2000 y la actualidad, diversos países recurrieran a la intervención estatal destinada a recobrar la estabilidad y retomar el crecimiento de la economía, iniciándose un período denominado del Estado Pos-neoliberal o del Estado neokeynesiano.
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