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Dilemas de identidad en el mundo contemporáneo

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vas, como para quedar circunscritas a los muros de fas universidades 
y del mundo académico; . 
Hay un aspecto de esta •efervescencia que me interesa especial­
mente. Durante muchos :años, uno de mis intereses fundamentales 
fue el concepto de «yo» [;5elj], nuestra manera de comprender quié­
nes $.omos y para qué estamos en el mundo. Los supuestos acerca del 
yo parecen fundamentales para toda empresa que nos propongamos 
lle,,ar a .cabo. Entendemos que, en nuestra condióón de seres huma­
nos normales, poseemos la facultad de razonar y tenemos emocio­
nes, intenciones, conciencia moral; estos conceptos desempeñan uo 
papel decisivo en. nuestra manera de relacionarnos con fos demás.
¿ Qué sentido tendría el matrimonio si no .nos sintiéramos capaces de 
exp-erimentar amor por otro ser humano? ¿Qué finalidad persegui­
ría la educación.si careciéramos de todo concepto sobre la razón ·o la · 
memori-a? ¿Cómó podríamos confiar en otras· peirsonas sirio creyé­
ramos en el poder, de la conciencia. moral? , 
Es evidente que la subversión general que se esttá produciendo 
dentro de los l)1Uros académicos tiene profundas implicacione;s para 
cualquier concepción acerca del yo. I-;foy están amenazadas todas la,s 
premisas tra.dicionales sobre la naturaleza de la identidad del sex 
humano. No se trata simplemente de que d curso actual de los acoIJ­
teciimiep.tos haya altera�o el énfasis puesto en la racionalidad, fas 
emociones, etcétera, o haya añadi<lo nuevos conceptos al dialecto 
vernáculo; más l>ien, corre el riesg,o de ser erradicado ei concepto 
mismo de verdad, de objetividad, de saber, y aun la idea de i\m.ente 
individual, dotado· de determinadas propiedades mentales. lo que 
esto significa para nuestra vida en común es a la vez inquíet.ante y es-
timulante, y merece un examen amplio. 
Sin embargo, cuando empecé a «ha:blar par.a los dem.ás»,. mis tra­
bajos comenzaron a <:ambiar de rumbo. A fin de salvar lá brecha que 
' se abre entre el mundo universitario o académico y el público en ge­
neral, se requiere cierta sensibilidad! respecto de las experieneias y 
condiciones de ,vida que son propias de este público. Al centrarme 
en el,estado 'de cosas más ,general, me sorptendió advertir que este 
cataclismo contemporáneo dei mundo académico' guardaba un p,ara­
lelismo con otros cambios no menos trascendentales en la� formas 
actuales de conducirse y de relacionarse las personas, quienes <:ada 
vez más están padeóendo la «disolución del yo» a, que se ,ah1de en los 
debates- acadé:inicos y e;xperimentando en carne propia las conmo-
12 
ciones que genera este disloque, los dilemas de la identidad ... , así 
corno el fervor qµe provocan las nuevas perspectivas que se avizo­
ran. Empecé a entender qu:e lo que se necesitaba no era un monólo­
go propio, el de mi voz tratando de tornar inteligibles· esos 'debates 
actuales para'un p*bJico más vasto, sin,o un diálogo. Qu-ienes estaban 
sumidos en la batahola de la vida cotidiana necesitaban tener voz, ya 
que la verbalización de sus experiencias enriquecería y cimentaría 
los. debates académicos, Confío, pues, en haber podido ofrec,er un 
terreno común para la investigación y el esclarecimiento mutuo. 
Si est� tumulto académico coincide con la transformación de.nues­
tra experiencia cotidiana res.pect0 de nosotros mismos y de los de­
más,$<:! plantea otro interrogante: ¿a qué se debe· esta �oincidencia? 
Sin duda, el encarnizado debate· que se líbra en el terreno acapémico 
es un �<indicador. social» que señala las condiciones, más generafos, 
de la vida social en su entorno, pero ... ¿ cuál es l:á explicación de este 
soliviantamiento simultáneo en ambas esferas? ¿Po.r qué aquí� por 
qué ahora? La reflexión que hice de mi propia vida y de la. de los se­
·res que.me rodean, y los comentarios que he leídó acerca de.la histo­
ria social de los últimos tiempos, me sugirieron e�ta respuesta: el
cambio tecnológico. Los logros tecnológicos a lo largo del siglo han
producido una alteración radical en nuestra forma �e revelarno•s a los
demás. Como consecuencia de los avances realizados .en el campo de
la radio, el teléfono, el transporte, la televisión, la transmisión vía sa­
télite, los ortlenadt>tes, etcétera, .estamos hoy sometidos a una tre­
menda andanada de estímulos sociales. Las eomunidades pequeñas y
estables, que'tenían un molde conformado de otros :valores, van sien­
do sustituidas por un conjunto amplio -y creciente-- de relaciones
hu.manas.
. Confío en demostrar que este incremento brutaÍ de los estímulos
sociales -que se aproxima al estado de saturación- es lo que ha
sentado las bases tanto de los enormes cambios en nuestra experien­
cia c.ot.idiana de nosotros mismos y de los demás, como. del desen­
frenado relativismo que ha: cundido en la esfera académica. Las creen -
cias en fo verdadero y en lo bueno dependen de que haya un grupo,
inspirador y homogéneo, de partidarios dle díchas creencias, quienes
definan lisa·y llanamente aquello que
1 
según suponen, está «allí»,sin
lugar a dudas. La saturación social ha demolido estos círculos cohe­
.rentes de consenso, y la ex.posición. del individuo a . otros múltiples
puntos de vista ha puesto en tela de juicio todos los conceptos. Y
13

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