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**Título: "Selección Natural: El Motor de la Evolución"** La selección natural, propuesta magistralmente por Charles Darwin, se erige como el pilar fundamental para entender el cambio evolutivo a lo largo del tiempo. Este mecanismo esencial opera como un proceso de cernido implacable, donde los organismos mejor adaptados a su entorno tienen mayores posibilidades de sobrevivir y reproducirse, transmitiendo así sus rasgos ventajosos a las generaciones sucesivas. La adaptación, un tema estrechamente vinculado, examina cómo los organismos desarrollan características que les confieren ventajas en su entorno específico. Esta capacidad de ajuste es esencial para la supervivencia y la reproducción, siendo moldeada por la selección natural a lo largo de las eras. La evidencia fósil proporciona una ventana única al pasado, permitiendo a los científicos rastrear la evolución de organismos a través de millones de años. Los restos fósiles documentan la diversidad de formas de vida que han existido, revelando cambios graduales y a veces rápidos en las especies a lo largo del tiempo geológico. La homología, por otro lado, destaca las estructuras anatómicas compartidas entre diferentes especies, sugiriendo un ancestro común. En contraste, la analogía destaca estructuras con funciones similares pero sin un origen evolutivo compartido. Estos conceptos, intrínsecamente interconectados, forman el tejido de la teoría de la evolución, revelando la danza compleja de la vida a través de la selección natural, la adaptación, y la evidencia tangible en forma de fósiles y estructuras anatómicas compartidas.
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