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JUAN GABRIEL TOKATLIAN Globalización, narcotráfico y violencia Siete ensayos sobre Colombia PRÓLOGO DE RAÚL R. ALFONSÍN Grupo Editorial Norma Barcelona Buenos Aires Caracas Guatemala Lima México Panamá Quito San José San Juan San Salvador Santa Fé de Bogotá Santiago norma Es te m at er ia l e s p ar a u so d e lo s es tu d ia n te s d e la U n iv er si d ad N ac io n al d e Q u ilm es , su s fi n es so n e xc lu si va m en te d id ác ti co s. P ro h ib id a su r ep ro d u cc ió n p ar ci al o t ot al s in p er m is o es cr it o d e la e d it or ia l c or re sp on d ie n te . ©2000. De esta edición: Grupo Editorial Norma San José 831 (1076) Buenos Aires República Argentina Empresa adherida a la Cámara Argentina del Libro Diseño de tapa: Ariana Jenik Ilustración de tapa: Alejandro Elías Impreso en la Argentina por Crhear S.A. Printed in Argentina Primera edición: Julio de 2000 CC: 22235 ISBN: 987-9334-67-1 Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin permiso escrito de la editorial Hecho el depósito que marca la ley 11.723 Libro de edición argentina ÍNDICE PRÓLOGO 9 INTRODUCCIÓN 17 CAPÍTULO I 27 Colombia: Un caso de globalización defectiva CAPÍTULO II 55 Anotaciones en torno al crimen organizado: Una aproximación conceptual a partir de la experiencia de Colombia CAPÍTULO III 91 Estados Unidos y la fumigación de cultivos ilícitos en Colombia: La funesta rutinización de una estrategia desacertada CAPÍTULO IV 131 La polémica sobre la legalización de las drogas en Colombia, el presidente Samper y Estados Unidos CAPÍTULO V 197 Colombia en guerra: las diplomacias por la paz Es te m at er ia l e s p ar a u so d e lo s es tu d ia n te s d e la U n iv er si d ad N ac io n al d e Q u ilm es , su s fi n es so n e xc lu si va m en te d id ác ti co s. P ro h ib id a su r ep ro d u cc ió n p ar ci al o t ot al s in p er m is o es cr it o d e la e d it or ia l c or re sp on d ie n te . CAPÍTULO II ANOTACIONES EN TORNO AL CRIMEN ORGANIZADO: UNA APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A PARTIR DE LA EXPERIENCIA DE COLOMBIA Es te m at er ia l e s p ar a u so d e lo s es tu d ia n te s d e la U n iv er si d ad N ac io n al d e Q u ilm es , su s fi n es so n e xc lu si va m en te d id ác ti co s. P ro h ib id a su r ep ro d u cc ió n p ar ci al o t ot al s in p er m is o es cr it o d e la e d it or ia l c or re sp on d ie n te . Cuando se prevén los peligros (y éste es el privilegio de los prudentes), pronto se conjuran; pero si, desconociéndolos, se les deja crecer de modo que nadie los advierta, son irremediables. Nicolás Maquiavelo, El príncipe Colombia y las drogas ilícitas: ¿El encumbramiento de la narcocriminalidad organizada? El tema de los procesadores y traficantes colombianos de drogas ilícitas ha sido foco de una creciente atención entre académicos, políticos, observadores, periodistas, funcionarios, tomadores de decisión y especialistas, tanto colombianos como extranjeros. Una gran variedad de tér- minos ha sido utilizada para identificarlos o definirlos: em- presarios ilegales, carteles, terroristas, narcoguerrilleros, etc.1. 1. Véanse, entre otros, Mario Arango y Jorge Child, Narcotráfico: Imperio de la cocaína, 1987; Carlos G. Arrieta, Luis J. Orjuela, Eduardo Sarmiento y Juan G. Tokatlian, Narcotráfico en Colombia: Dimensiones políticas, económicas, jurídicas e internacionales, 1990; Bruce M. Bagley, "Dateline Drug Wars. Colombia: The Wrong Strategy", 1989-90; Alvaro Camacho, Droga y sociedad en Colombia: El poder y el estigma, 1988; Alvaro Camacho Guizado, Andrés López Restrepo y Francisco Thoumi, Las drogas: Una guerra fallida, 1999; Marc Chernick, "Colombia's `War on Drugs' vs. the United States `War on Drugs"', 1991; Rachel Ehrenfeldt, Narco- Terrorism, 1990; Robert Filippone, "The Medellin Cartel: Why We Can't Win the Drug War", 1994; Jonathan Hartlyn, "Drug Trafficking and Democracy in Colombia in the 1980s", 1993; Cito Krauthausen y Luis F. Sarmiento, Cocaína & co.: Un mercado ilegal por dentro, 1991; Alain Labrousse y Alain Wallon (dirs.), La planete des drogues: organisations, criminelles, guerres et blanchiment, 1993; Rensselaer W Lee III, The White Labyrinth: Cocaine and Political Power, 1989; Teniente Coronel Mario López, "Vínculos de las FARC con el narcotráfico", 1982; Peter A. Lupsha, "Towards and Etiology of Drug Trafficking and Insurgent Relations: The Phenomenon 57 Es te m at er ia l e s p ar a u so d e lo s es tu d ia n te s d e la U n iv er si d ad N ac io n al d e Q u ilm es , su s fi n es so n e xc lu si va m en te d id ác ti co s. P ro h ib id a su r ep ro d u cc ió n p ar ci al o t ot al s in p er m is o es cr it o d e la e d it or ia l c or re sp on d ie n te . J u an Gabriel T o k a t l i an Sin embargo, un enfoque no suficientemente estudiado es aquel que entiende el emporio de los narcóticos como una expresión específica del crimen organizado2. En efecto, una evaluación de la literatura sobre el tema revela un hecho que aunque es obvio, no deja de ser trascendental: en la medida en que existan bienes y servicios demandados por el público y que, sin embargo, permanezcan prohibidos o sean declaradas ilegales, siempre existirán los incentivos, las oportunidades y las condiciones para que prosperen of Narco-Terrorism", 1989; Patricia McRae, "The Illegal Narcotrics Trade in Colombia: Power Contender to the State and National Security", 1993; Carlos Medina Gallego, Autodefensa, paramilitares y narcotráfico en Colombia, 1990; Daniel Pecaut, "Trafic de drogue et violence en Colombie", 1991; Mayor Javier Enrique Rey Navas, "La narcoguerrilla, una grave amenaza para Colombia y el mundo", 1996; Kevin J. Riley, "The Implications of Colombian Drug Industry and Death Squad Political Violence for U.S. Counternarcotics Policy", 1994; John M. Robertson, "Nationalism, Revolution and Narcotics Trafficking in Latin America (Colombia, Peru, Cuba)" 1994); William C. Starbuck, "Narcotics Trafficking as Narco-Insurgency in Colombia and Myanmar. A Comparative Analysis" 1993; Francisco Thoumi, Economía política y narcotráfico, 1994; Juan Gabriel Tokatlian, En el límite: La (torpe) norteamericanización de la guerra contra las drogas, 1997; Ricardo Vargas Meza, Drogas, máscaras y juegos Narcotráfico y conflicto armado en Colombia, 1999; y Sidney Jay Zabludoff, "Colombian Narcotics Organizations as Business Enterprises", Verano 1997. 2. Véanse, entre otros, Howard Abadinsky, Organized Crime, 1994; Jay S. Albanese, Organized Crime in America, 1989; Joseph L. Albini, The American Mafia: Genesis of a Legend, 1971; Annelise G. Anderson, The Business of Organized Crime: A Cosa Nostra Family, 1979; Pino Arlacchi, Mafia Business: The Mafia Ethic and the Spirit of Capitalism, 1986; Fenton Bresler, The Chinese Mafia, 1981; Alan A. Block, Perspectives on Organized Crime: Essays in Opposition, 1991; Raimondo Catanzaro, Men of Respect: A Social History of the Sicilian Mafia, 1988; Herbert Edelhertz (ed.), Major Issues in Organized Crime Control, 1987; Cyrille Fijnaut, "Organized Crime: A Comparison Between the United States of America and Western Europe", 1990; Stephen R. Fox, Blood and Power: Organized Crime in Twentieth-Century America, 1989; Stephen Handelman, "The Russia Mafiya", 1994; Robert J. Kelly, Ko-Lin Chin y Rufus Schatzberg (eds.), Handbook of 1994; Peter A. Lupsha, "Individual Choice, Material Culture, and Organized Crime", 1981; Robert E Meier (ed.), Major Forms of Crime, 1984; Tom Mieczkowski, "Drugs, Crime, and the Failureof American Organized Crime Models", 1990; R. Thomas Naylor, "From Cold War to Crime War: The Search for a New National Security Threat", 1995; Danny F Pace y Jimmie C, Styles, Organized Crime: Concepts and Controls, 1975; Frank Pearce y Michael 58 Globalización, narcotráfico y violencia modalidades de criminalidad3. Esta demanda concreta de bienes y servicios ilícitos es la que asegura tanto la mani- festación como la permanencia de un tipo de crimen: el de una criminalidad sofisticada que supera el nivel y la actuación individual y se sitúa en un marco más amplio e intrincado de organización. Con este presupuesto, es posible afirmar que mientras se mantenga y refuerce el prohibicionismo de las drogas psicoactivas, se preservará e incrementará el poder del crimen organizado ligado a ese producto.4 El prohibicionismo mismo,por tanto, está en la raíz del fenómeno criminal y este hecho no puede pasar inadvertido ni ser tergiversado. De lo contrario, se implantarán retóricas, se construirán imágenes y se diseñarán políticas que en nada aportarán a resolver de manera seria, responsable y decisiva el problema originario. La evolución del crimen organizado vinculado a las drogas psicoactivas es el efecto de una estrategia prohibi- cionista deliberada; es un síntoma y no una causa, es una consecuencia efectiva de una voluntad y decisión implícitas o explícitas y no un dato neutral, espontáneo y natural. Por Woodwiss (eds.), Global Crime Connections: Dynamics and Control, 1993; Gerald L. Posner, Warlords of Crime: Chinese Secret Societies-The New Mafia, 1988; Peter Reuter, Disorganized Crime, 1983; Kevin Stenson y David Cowell (eds.), The Politics of Crime Control, 1991; Claire Sterling, Thieves 'World: The Threat of the Global Network of Organized Crime, 1994; y Phil Williams, "Transnational Criminal Organizations: Strategic Alliances", 1995. 3. Véanse, Robert J. Kelly, "The Nature of Organized Crime and Its Ope- rations", en Herbert Edelhertz (ed.), op.cit.; Humbert S. Nelli, "American Syn- dicate Crime: A Legacy of Prohibition, 1985; y Michael Woodwiss, Crime, Crusades and Corruption. Prohibitions in the United States, 1900-1987, 1988. 4. Véanse, William J. Chambliss, "The Consequences of prohibition: Crime, Corruption, and International Narcotics Control", 1992; Rosa del Olmo, ¿Prohibir o domesticar? Políticas de drogas en América Latina, 1992; Ethan A. Nadelmann, "Drug Prohibition in the United States: Costs, Consequences, and Alternatives", 1989; Ethan A. Nadelmann, "Thinking Seriously about Alternatives to Drug Prohibition", 1992; y Mark H. Moors, "Supply Reduction and Drug Law Enforcement", 1990. 59 Es te m at er ia l e s p ar a u so d e lo s es tu d ia n te s d e la U n iv er si d ad N ac io n al d e Q u ilm es , su s fi n es so n e xc lu si va m en te d id ác ti co s. P ro h ib id a su r ep ro d u cc ió n p ar ci al o t ot al s in p er m is o es cr it o d e la e d it or ia l c or re sp on d ie n te . Juan Gabriel Tokatlian ello, tanto el prohibicionismo como su contracara; la crimi- nalidad, constituyen, en tanto expresión social, cultural, discursiva e histórica, realidades políticas ineludibles. El caso de Estados Unidos es un paradigma extremo: el prohibicionismo del alcohol se instauró mediante una enmienda constitucional (la número 18 de 1919) y se abolió a través de otra enmienda (la número 21 de 1933) de una Constitución que consta de sólo 7 artículos y 27 amendments. Con este dato no pretendo comparar la prohibición del alcohol de hace varias décadas con la de las drogas psi- coactivas de hoy como si fuesen productos similares. El argumento apunta sí a poner de relieve la naturaleza política que encierra el prohibicionismo. En esa dirección, y desde una perspectiva de economía política, lo crucial es observar quién gana qué, cuánto y cómo con este negocio en el nivel nacional y en el internacional. Es decir, esclarecer la distribución de ganadores y perdedores, de beneficios y costos, de ventajas y desventajas, de poder e influencia que se produce no sólo con la prohibición, sino también con el establecimiento y consolidación de formas de criminalidad organizada. Conviene recordar que la racionalidad que subyace a la prohibición y al control del crimen organizado se sustenta en la esperanza de una especie de represión perdurable, eficiente y salvadora: el prohibicionismo confía en el firme logro de la abstinencia total, la lucha contra el crimen organizado se dirige a su presunta eliminación definitiva. Es posible, asimismo, hacer una observación adicional: existe una multiplicidad de términos para definirlo, o lo que es lo mismo, no existe una concepción homogénea y consensual del fenómeno del crimen organizado. Al igual que otros términos en las ciencias sociales, la noción de criminalidad organizada puede resultar un tanto vaga, y a veces, elusiva. Existen concepciones disciplinarias sobre 60 Globalización, narcotráfico y violencia el tema como las sociológicas, económicas y políticas. Son diversas las aproximaciones a su naturaleza; aquellas que le asignan un carácter conspirativo, o cultural, u organizacional. De igual forma, son muchas las perspectivas criminológicas; sobresalen las funcionalistas, las conflictivistas y las de modelos de elección y acción racional. Algunos aportes se concentran en el nivel estructural y otros en el del proceso. Paralelamente, algunos trabajos subrayan la dimensión - local, nacional, transnacional- del asunto, el tipo de acto delictivo o de grupo que lo realiza, etc. No obstante esta pluralidad de enfoques, se puede afirmar que en el crimen organizado se distinguen los si- guientes elementos: Primero, en forma independiente del grado y nivel de desarrollo económico histórico o vigente de un país, el crimen organizado florece, se amplía y hunde sus raíces con más fuerza en e l capitalismo. Ello se presenta más allá del tipo de régimen político, democrático o autoritario, y de su ubicación periférica o central en el sistema internacional. El telón de fondo -el ambiente- en el que se manifiesta la criminalidad organizada es el conjunto, de incentivos ma- teriales, conflictos sociales y prácticas políticas que hacen parte del esquema capitalista. No es extraño que en la ac- tualidad se debata acerca de la proliferación de bandas privadas del crimen organizado en las repúblicas que con- forman la ex Unión Soviética, mientras anteriormente se hablaba de una nomenklatura oficial que manejaba los hilos de los recursos de poder en la desaparecida URSS. Así, entonces, la estructura sobre la cual se sitúa el crimen or- ganizado es el capitalismo. Segundo, el crimen organizado es un fenómeno diná- mico que se circunscribe cada vez menos a la idea de un único espacio físico, de un grupo nacional y de un número reducido y limitado de productos ilícitos bajo control 61 Es te m at er ia l e s p ar a u so d e lo s es tu d ia n te s d e la U n iv er si d ad N ac io n al d e Q u ilm es , su s fi n es so n e xc lu si va m en te d id ác ti co s. P ro h ib id a su r ep ro d u cc ió n p ar ci al o t ot al s in p er m is o es cr it o d e la e d it or ia l c or re sp on d ie n te . Juan Gabriel Tokatlian de una organización dada. La noción de criminalidad organizada no es estática aunque algunos autores (y funcionarios gubernamentales) hayan pretendido circunscribirla a un momento específico, a un comportamiento único y/o a un territorio determinado. Al contrario, asistimos a una forma empresarial delictiva que, en su evolución histórica, se ha mostrado fértil y diversa. En efecto, al analizar el desarrollo reciente de varios bienes y servicios prohibidos y criminalizados que se ofrecen y consiguen en el mercado; de las bandas(individuales o en contubernio) que los manejan y usufructúan; de la movilidad espacial y temporal de esos recursos y de los conjuntos humanos que los comercializan; de la variedad de públicos que solicitan y consumen dichas mercancías; de la multiplicidad de redes legales e ilegales, legítimas e ilegítimas que se nutren de la criminalidad organizada, es posible aseverar que la criminalidad organizada está en un proceso de transición y mutación. Por ello, el alcance del crimen organizado es de carácter integral, es decir, está adquiriendo dimensiones globales (en lo geográfico), transnacionales (en lo étnico-cultural), multiformes (en los acuerdos que forjan con sectores políticos y sociales) y pluriproductivas (en cuanto a la gama de productos que transa y a los distintos niveles de participación; esto es, producción, intermediación venta, etc.). Tercero, la criminalidad organizada se asienta en un espacio y un tiempo en los que las relaciones individuales y colectivas facilitan su maduración y poderío. Esto apunta a indicar que el crimen organizado es mucho más que un acto o una conducta, grupal aislada o unilateral, anómica o desviada. Esta modalidad de crimen se inserta en una profunda, compleja y dinámica matriz en la que la sociedad es al mismo tiempo -por diversos motivos y modo ambi- valente- víctima de sus demostraciones violentas de fuerza y beneficiaria de los bienes que provee. De 62 Globalización, narcotráfico y violencia igual manera, surge y se ramifica en un entorno en el que el Estado se encuentra, parcial o completamente, tácita o expresamente -según el caso concreto- en connivencia con dicha criminalidad, permitiendo de hecho que su capacidad operativa (tanto de bienes y servicios ilegales como lícitos) prospere sin control regulación ni freno efectivos. En consecuencia, el contexto en que se desarrolla el cri- men organizado es el de una cultura funcional a su desen- volvimiento. Cuarto, la expresión crimen organizado se ha reservado exclusivamente al ámbito de los agentes no gubernamentales. Ello no significa, sin embargo, el desconocimiento de la cercana e intensa articulación entre grupos criminales con el espacio de lo estatal no sólo para su funcionamiento, sino también para su expansión. Cuando se habrá de esté fenómeno no se señala que tal o cual Estado responde a una definición dada de criminalidad. Por lo tanto, el sujeto de referencia para explicar el crimen organizado se identifica en la sociedad, pero refleja asimismo una determinada relación sociedad-Estado. Quinto, una constante observable en las diversas apro- ximaciones teóricas y en las distintas experiencias empíricas evaluadas, es la búsqueda de poder político y económico por parte del crimen organizado. En el nivel local o global, a partir de diferentes bienes o servicios ilegales, de modo más o menos violento y con mayores o menores atributos recursivos, la criminalidad organizada pretende garantizar e incrementar sus ganancias, su influencia y su seguridad. De allí que el objeto último del crimen organizado sea asegurar y proyectar su dominación social. Sexto, si bien la violencia y la amenaza del uso de la fuerza, así como el soborno y la corrupción son elementos distintivos del crimen organizado, la fortaleza represiva no es el único mecanismo o instrumento que lo caracteriza. 63 Es te m at er ia l e s p ar a u so d e lo s es tu d ia n te s d e la U n iv er si d ad N ac io n al d e Q u ilm es , su s fi n es so n e xc lu si va m en te d id ác ti co s. P ro h ib id a su r ep ro d u cc ió n p ar ci al o t ot al s in p er m is o es cr it o d e la e d it or ia l c or re sp on d ie n te . Juan Gabriel Tokatlian La criminalidad organizada tiene en la mayoría de los casos, la oportunidad y la capacidad para combinar con eficacia la coerción y el consenso. Su vigencia y proliferación no radican sólo en la provocación del temor, sino también en la búsqueda de aceptación y reconocimiento por parte de distintos segmentos de la población. Esto evidencia la posibilidad y el interés de la criminalidad de convertirse en un actor social con potencialidad hegemónica. Para ello, además de- la fuerza requiere de la persuasión. Esto hace que los medios que utiliza el crimen organizado para afirmarse y extenderse sean, preferente pero no exclusivamente, violentos. Séptimo, la criminalidad organizada no parece responder a un patrón rígido de conformación y comportamiento. El crimen organizado se apoya en coaliciones, asociaciones y conexiones de distinta índole, pero generalmente no constituye un tipo de burocracia, corporación, cartel o conglomerado homogéneo, consistente y monolítico. los lazos internos, fami liares, regionales, étnicos, nacionales y hasta religiosos son esenciales y se yuxtaponen con formas de agrupaciones y alianzas múltiples. Pueden presentarse casos más cerrados o abiertos de aglutinación de vínculos criminales. De hecho, una importante variedad de ejemplos históricos muestra una tendencia hacia diversos esquemas híbridos de evolución, agrupamiento y acción. Ahora bien, en ellos parece predominar un hilo conductor relativa mente semejante: una visión sencilla, práctica, utilitaria de la realidad y de cómo aprovecharla para mejorar y elevar su inserción política, su legitimidad social y su gravitación económica. La ideología poco o nada cuenta. Así el canon del crimen organizado es profundamente pragmático. Octavo, es posible discernir una disposición similar entre las múltiples manifestaciones de criminalidad organizada. Una suerte de espíritu común aglutina las muy diversas 64 Global ización, narcotráf ico y violencia formas de crimen organizado: un apego al statu quo, a la preservación de sus privilegios, a la defensa de ciertos va- lores funcionales a sus intereses, al mantenimiento de un orden básico determinado. Más que pretender una transformación estructural o sistémica la criminalidad organizada, a pesar de utilizar medios violentos para alcanzar sus fines, tiende a perpetuar un esquema sociopolítico dado. Podría decirse que detrás de un supuesto desafío al régimen o a las instituciones imperantes, el crimen organizado busca ser eventualmente cooptado. De allí que su orientación sea conservacionista en el sentido de preservar y perpetuar más que superar radical o gradualmente lo establecido. Resumiendo, es posible aseverar que el crimen orga- nizado surge de una prohibición concreta, se desarrolla en una estructura capitalista, alcanza una dimensión integral, opera en un contexto cultural que es funcional a su desenvolvimiento, tiene como sujeto de referencia a un actor social inmerso en una particular dinámica sociedad- Estado y cuyo objeto prioritario es asegurar y proyectar su dominación actuando con medios preferente pero no exclu- sivamente violento, apoyado en un código pragmático y portador de una orientación conservacionista. El crimen organizado en Colombia El caso de los procesadores y traficantes colombianos de drogas psicoactivas expresa con nitidez las características señaladas. La prohibición del consumo de estupefacientes y sus- tancias psicotrópicas ha sido el motor que ha alimentado la configuración del crimen organizado en Colombia. Los procesadores y traficantes nacionales se han insertado en una estructura capitalista tardía y dependiente, caracterizada en las últimas cuatro décadas por un crecimiento económico acelerado, dinámico y rapaz que generó un proceso 65 Es te m at er ia l e s p ar a u so d e lo s es tu d ia n te s d e la U n iv er si d ad N ac io n al d e Q u ilm es , su s fi n es so n e xc lu si va m en te d id ác ti co s. P ro h ib id a su r ep ro d u cc ió n p ar ci al o t ot al s in p er m is o es cr it o de la e d it or ia l c or re sp on d ie n te . Juan Gabriel Tokatlian vertiginoso y contradictorio de modernización; moderni- zación inconclusa dado que no fue acompañada por un desarrollo paralelo y efectivo de los elementos básicos de la modernidad. Con el tiempo, los procesadores y traficantes colombianos de drogas ilegales han ido mostrando un alcance cada vez más integral, multiplicando la pro- ducción, comercialización y distribución de productos ilícitos en diversos mercados y ampliando los contactos y compromisos con otros grupos extranjeros de criminali dad organizada. La diversidad social de sus integrantes -en cuanto gru- pos provenientes de situaciones históricas, geográficas y re- gionales distintas aunque bajo una matriz sociedad-Estado similar identificada por un débil desarrollo estatal- no ha impedido el hecho sobresaliente de que el objeto genérico del crimen organizado colombiano ligado a las drogas psicoactivas sea idéntico: incrementar su poder económico, e levar su influencia política y legitimar su presencia social. Esta criminalidad se ha asentado en el país gracias a un en- torno cultural cuyos valores y prácticas individuales, sociales, políticas y jurídicas han facilitado al crimen organizado nacional su expansión ascendente y su potencial consoli- dación. A su vez, éste ha usado la violencia de modo pre- ferencial, aunque no único, para alcanzar sus propósitos y asegurar sus intereses. En el ejemplo colombiano, de modo concomitante, el comportamiento pragmático ha sido su nota identificatoria; estableciendo acuerdos, pactos y transacciones prácticas, transitorias, reiteradas, decisivas -según el caso- con una vasta gama de agentes gubernamentales y no estatales. Finalmente, la orientación conservacionista del crimen organizado nacional ha sido evidente, incluso en las coyunturas y circunstancias en que ha utilizado la violencia de manera más brutal: los procesadores, y traficantes de drogas ilícitas más que derrocar al sistema imperante, 66 G loba l i z a c ió n , n a r co t r á f i co y v io l en c i a quieren ser parte del mismo. Ello no significa, sin embargo, que necesariamente deseen un régimen democrático. Ahora bien, lo que distingue a este caso de otros ejemplos es que la narcocriminalidad organizada colombiana se desplegó y prosperó en lo que podría denominarse, a manera de metáfora de lo señalado por Oquist para explicar la "Violencia" de 1948-19575, como el período (desde finales de los setenta en adelante) de un nuevo cuasi colapso parcial del Estado nacional. De allí que llegara a ser perci- bida como una modalidad de criminalidad organizada proto-estatal. Ello, junto al hecho de que el lucrativo negocio ilícito de las drogas psicoactivas se convirtió durante los ochenta para Washington en una amenaza crítica a la segu- ridad nacional estadounidense, contribuye a explicar por qué en el nivel interno en Colombia se alcanzó a definir a este tipo de crimen organizado como un fenómeno de se- guridad nacional6. Si la histórica Violencia vivida por Colombia fue el re- sultado del derrumbe parcial del Estado, las múltiples violencias contemporáneas, tanto las políticas como las no políticas, reflejan una especie de segundo cuasi derrumbe parcial del Estado. Según Oquist, tanto la "simultánea evolución de numerosos conflictos" como un Estado de- bilitado y excluyente convergieron en la Violencia. En ese contexto, las "diferentes articulaciones concretas" del colapso parcial estatal que precipitaron dicha Violencia se manifestaron en: �“1) la quiebra de las instituciones políticas establecidas; 2) la pérdida de la legitimidad del Estado para una 5. Véase, Paul Oquist, Violencia, conflicto y política en Colombia, 1978. 6. Véanse, Bruce M. Bagley, "The New Hundred Years War? U.S. National Security and the War on Drugs in Latin America", 1988; Bruce M. Bagley y Juan G. Tokatlian, "Dope and Dogma: Explaining the Failure of U.S.-Latin Amerisan Drug Policies", 1992; y Juan Gabrial Tokallian, "National Security and Drugs: Their Impact on Colombian-U.S. Relation", 1988, 67 Es te m at er ia l e s p ar a u so d e lo s es tu d ia n te s d e la U n iv er si d ad N ac io n al d e Q u ilm es , su s fi n es so n e xc lu si va m en te d id ác ti co s. P ro h ib id a su r ep ro d u cc ió n p ar ci al o t ot al s in p er m is o es cr it o d e la e d it or ia l c or re sp on d ie n te . Juan Gabriel Tokatlian porción considerable de la población; 3) las contradicciones dentro del aparato aunado del Estado; y 4) la ausencia física del Estado en algunas zonas del país�”7. En el período más reciente, desde finales de los setenta hasta los noventa, salvo por el tercer factor, que no se exacerbó, pero que múltiples expresiones sociales y políticas de conflicto violento se encargaron de agrietar con el consecuente desprestigio de la policía (en especial, en los ochenta) y descrédito de las fuerzas militares (en particular, en los noventa), los otros indicadores re-emergieron con fuerza y se profundizaron a tal punto que se necesitó de una Asamblea Constituyente y de una nueva Constitución en 1991 para evitar un cataclismo institucional. Por eso, la multiplicación, entrecruzamiento, yuxta- posición y retroalimentación de viejas y nuevas disputas, junto a la existencia de un Estado frágil y fracturado, en un contexto de descrédito del régimen político, aceleraron la tremenda descomposición de los derechos humanos en Colombia y generaron un espacio y un entorno propicios para el encumbramiento de una narcocriminalidad proto- estatal. En un sugerente ensayo sobre la configuración de los Estados en Europa, Tilly utiliza la metáfora del crimen organizado, sus objetivos y su comportamiento, para explicar cómo la evolución y el desarrollo estatal se asemejan a ese fenómeno. Para él, "if protection rackets represent organized crime at its smoothest, then war making and state making-quintessential protection rackets with the advantage of legitimacy -qualify as our examples of organized crime (...) I want to urge the value of 7. Paul Oquist, op. cit., p. 255. 68 Global izac ión, narcotráf ico y v iolencia that analogy (...) war making, extraction, and capital accumulation interacted to shape European state making (..) the builders of national power all played a mixed strategy: eliminating, subjugating, dividing, conquering, cajoling, buying as the occasions presented themselves"8. Si invertimos la imagen presentada por Tilly, el narco- crimen organizado colombiano ha ido evolucionando hacia una forma proto-estatal no tanto por un presunto crecimiento de su legitimidad o por una abrumadora aceptación ciudadana de su proyecto sociopolítico, sino por la debilidad de la legitimidad institucional y por la existencia de un capitalismo voraz y concentrador del ingreso, poco sensible a la equidad y al bienestar colectivo. En consecuencia, y aun después de la nueva Carta de 1991, la debilidad del poder estatal, la baja credibilidad institucional y la dificultad de relegitimar el sistema, han empujado al régimen político hacia un límite cercano a una crisis de ingobernabilidad. En esa dirección, Philippe C. Schmitter ha identificado cuatro indicadores de ingo- bernabilidad que son aplicables a Colombia9. Primero, la indisciplina, que se manifiesta cuando los ciudadanos in- tentan "influir en las decisiones públicas por métodos violentos, ilegales o anómalos". En el país, no sólo los ac- tores paraestatales -criminalidad organizada, guerrilla, paramilitares-, sino también los agentes institucionales oficiales y privados recurren cada vez más a instrumentos de fuerza y a mecanismos ilícitos para incidir sobre las políticas públicas. 8. Charles Tilly, "War Making and State Making as Organized Crime", 1985, pp. 171-175. 9. Véase, Manuel Alcántara,"De la gobernabilidad", 1994. 69 Es te m at er ia l e s p ar a u so d e lo s es tu d ia n te s d e la U n iv er si d ad N ac io n al d e Q u ilm es , su s fi n es so n e xc lu si va m en te d id ác ti co s. P ro h ib id a su r ep ro d u cc ió n p ar ci al o t ot al s in p er m is o es cr it o d e la e d it or ia l c or re sp on d ie n te . Juan Gabriel Tokatlian Segundo, la inestabilidad, que se produce cuando las elites fracasan en su intención de "conservar sus posiciones de dominación". En Colombia, en los últimos lustros las elites han sido incapaces de forjar un proyecto unificador o consensual para superar los graves problemas de violencia del país. Tercero, la ineficiencia, que significa la creciente incapacidad de una administración de lograr metas deseadas, asegurando el "acatamiento de ellas por medio de medidas de coordinación obligatorias o de decisiones emanadas de la autoridad del Estado". La progresiva debilidad estatal ha reducido el margen de acción del Ejecutivo, la aceptación ciudadana de las medidas oficiales, las posibilidades de concertación social y la capacidad de alcanzar propósitos nacionales unívocos. Y cuarto, la ile- galidad, que se expresa cuando los poseedores, de poder e influencia persiguen "evadir restricciones legales y cons- titucionales en búsqueda de ventajas e incluso de su propia supervivencia". En años recientes, desde el Estado y desde el ámbito no gubernamental, los agentes más poderosos han agudizado un comportamiento orientado a la maxi- mización de beneficios particulares y al aseguramiento de su propia supervivencia en desmedro de los intereses na- cionales en su conjunto. Seguridad nacional y drogas: ¿Un vínculo real o un problema abierto? Con base en la caracterización de los procesadores y traficantes de drogas psicoactivas presentada, resulta fun- damental plantear el siguiente interrogante: ¿constituye el narcocrimen organizado en Colombia un fenómeno de seguridad nacional? Pregunta ineludible si se busca tener precisión y claridad frente a este tema, su evolución his- tórica y su tratamiento por parte del Estado y la sociedad en los últimos años. 70 Globalización, narcotráfico y violencia Un balance en torno a la noción de seguridad nacional aporta elementos importantes que ayudan no tanto a precisar y resolver de modo categórico el significado y alcance de este término, sino a problematizar su aproximación y en- tendimiento10. Así, entonces, es posible afirmar lo siguiente: En primer lugar, la idea de seguridad nacional encierra necesariamente controversia y complejidad. La seguridad nacional es lo que Gallie denominó un concepto "básica- mente controvertible"11. Es difícil hallar un consenso sobre la manera de abordarlo, identificarlo y definirlo. No existe un enfoque homogéneo, totalizador y comprehensivo capaz de dilucidar una suerte de esencia objetiva en la de terminación de lo que es o debe ser la seguridad nacional. Por ejemplo, ¿cuál es su sujeto de referencia?; ¿el individuo, la nación, el gobierno, el régimen o el Estado?; ¿cuál 10. Véanse, entre otros, Edward E. Azar y Chung-in Moon (eds.), National Security in the Third World, 1988; Mohammed Ayoob, "The Security Problematic of the Third World", 1991; Bruce M. Bagley y Sergio Aguayo Quezada (eds.), Mexico: In Search of Security, 1993; Barry Buzan, People, States and Fear: An Agenda for International Security Studies in the Post-Cold War Era; David Campbell, Writing Security: United States Foreign Policy and the Politics of Identity, 1992; Brian L. Job, The Insecurity Dilemma: National Security in the Third World, 1992; Keith Krause y Michael C. Williams (eds.), Critical Security Studies, 1997; Francisco Leal Buitrago y Juan G. Tokatlian (comps.), Orden mundial y seguridad: Nuevos desafíos para Colombia y América Latina, 1994; Ronnie D. Lipschutz (ed.), On Security, 1995; Robert Mandel, The Changing Face of National Security: A Conceptual Analysis, 1994; Peter Mangold, National Security and International Relations, 1990; Joseph J. Romm, Defining National Security: The Nonmilitary Aspects, 1993; Sam S. Sarkersian, U.S. National Security: Policymakers, Processes, and Politics, 1994; Lars Schoultz, National Security and United States Policy toward Latin America, 1987; Lars Schoultz, William S. Smith y Augusto Varas (eds.), Security, Democracy, and Development in U.S.-Latín American Relations, 1994; Michel J. Shapiro, "Strategic Discourse/Discursive Strategy: The Representation of `Security Policy' in the Video Age", 1990; Caroline Thomas, In Search of Security: The Third World in International Relations, 1987; Varios Autores, Paz y seguridad en América Latina en los noventa, 1992; R. B. J. Walker, "Security, Sovereignty and the Challenge of World Politics", 1991; y Thomas G. Weiss y Meryl A. Kessler, Third World Sonority in the Port-Cold War Era, 1991. 11. Véase, W. B. Gallic, "Essentially Contested Concepts", 1962. 71 Es te m at er ia l e s p ar a u so d e lo s es tu d ia n te s d e la U n iv er si d ad N ac io n al d e Q u ilm es , su s fi n es so n e xc lu si va m en te d id ác ti co s. P ro h ib id a su r ep ro d u cc ió n p ar ci al o t ot al s in p er m is o es cr it o d e la e d it or ia l c or re sp on d ie n te . Juan Gabriel Tokatlian es su nivel de análisis?; ¿el local, el regional o el interna cional? El reconocimiento de la naturaleza polémica de este término no sólo debería conducir a ampliar y profundizar el debate acerca del mismo, sino a diversificar e incorporar voces distintas sobre este asunto. De hecho, las que predominan siguen siendo las de las naciones más in- dustrializadas: en general, las perspectivas de la periferia sobre el tema de seguridad nacional apenas si aparecen ocasionalmente en las publicaciones prestigiosas y científicas que se editan en los países centrales, en particular en Estados Unidos. En segundo lugar, la idea de seguridad nacional remite al terreno de la percepción y, consecuentemente, al de la interpretación. La referencia casi obligada al escrito de Wolfers sobre el tema es ilustrativa y elocuente. Su famoso artículo de los cincuenta se titulaba "National Security as an Ambiguous Symbol12. Con lucidez, el autor antes que referirse a la seguridad como un concepto, o término, o hecho ambiguo, plantea que es un símbolo cargado de ambigüedad. Con esto se puede concluir que la seguridad es una noción tentativa más que definitiva, cargada de contenido valorativo y no neutra, y más compleja de lo que suele afirmarse. Quién defina la seguridad, cómo lo hace y para qué se hace resulta clave. De igual forma, considerar la seguridad como un objetivo relativo más que como un recurso absoluto es otro elemento a tener en cuenta. En tercer lugar, durante el período histórico de la Guerra Fría la idea de seguridad nacional adquirió un sesgo especial, y recibió una lectura particular entre la gran mayoría de tomadores de decisión, especialistas y obser- vadores. En términos de las relaciones internacionales, se 12. Véase, Arnold Wolfers, "National Security as an Ambiguous Symbol" 1952. 72 Global ización, narcot ráf ico y violencia alimentó del realismo, ubicando en un lugar privilegiado la seguridad del Estado. En términos ideológicos, las re- presentaciones y prácticas de los países capitalistas más industrializados estuvieron orientadas a asegurar la iden- tidad estatal mediante la identificación de amenazas externas de peligro, cuyo epítome principal, aunque no único, era el comunismo. En términos organizacionales y de estrategia, no obstante contemplar un abanico de frentes y modos de responder a los desafíos externos -a través de políticas diplomáticas, militares y económicas- la tendencia observada fue fortalecer la dimensióno el sector armado/ militar/bélico para proteger la (in)seguridad estatal. Esta triple impronta histórica de la idea de seguridad nacional no parece haber sufrido aún cambios definitivos a pesar del derrumbe de la Unión Soviética y el colapso del comunismo. Lo que tiende a predominar en la actualidad es una especie de "securitización" de un gran número de problemas: depredación del medio ambiente, migraciones in- controladas, demanda y oferta de drogas ilícitas, pérdida de competitividad comercial y tecnológica, conflictos étnicos, nacionales y religiosos, entre otros. Estos problemas son vistos, en general, desde la lógica estatal, a manera de ase- chanzas polimorfas y con una tentación a resolverlos por la vía del uso expeditivo de una mayor fuerza. La agenda de seguridad se amplió, pero los parámetros de comprensión y tratamiento inter-estatal aún están signados por la racionalidad de la Guerra Fría, es decir: coerción, amenaza, presión y retaliación, como parte de la confianza en el instrumento militar como alternativa de solución de las dificultades generadas por aquellos fenómenos. En cuarto lugar, la idea de seguridad nacional parece contener dilemas inexorables desde la perspectiva de los Estados. En el caso de los países centrales del sistema, se hace énfasis en lo que Herz llamó el "dilema de seguridad", 73 Es te m at er ia l e s p ar a u so d e lo s es tu d ia n te s d e la U n iv er si d ad N ac io n al d e Q u ilm es , su s fi n es so n e xc lu si va m en te d id ác ti co s. P ro h ib id a su r ep ro d u cc ió n p ar ci al o t ot al s in p er m is o es cr it o d e la e d it or ia l c or re sp on d ie n te . Juan Gabriel Tokatlian esto es, la búsqueda de la seguridad individual irrestricta produce inseguridad en otras contrapartes externas y ello conduce a que los diferentes actores operen procurando garantizar su propia seguridad, con lo que se confirma una relativa inseguridad general13. En el caso de los países periféricos del sistema, se hace mención a lo que Job señaló como el «dilema de inseguridad"; esto es, la búsqueda de la seguridad estatal produce inseguridad en diversos actores sociales internos, pues el Estado en cuestión no es suficientemente legítimo, lo que reduce la capacidad del Estado para proveer orden y paz doméstica y eleva la inseguridad general de una nación ante la potencial influencia y eventual acción de contrapartes del exterior14. La diferencia fundamental entre ambos dilemas es que el primero da por supuesta, firme e inconmovible la legitimidad de los actores principales -los Estados- envueltos, mientras el segundo parte de una casi permanente, indudable y católica ilegitimidad de los actores principales -los Estados- comprometidos. En quinto lugar, la idea de seguridad nacional es la ex- presión de un discurso determinado. Este discurso, invo- cado tanto en el Norte como en el Sur, en el ex Este y el Oeste, es de naturaleza conservadora: busca preservar el estado de cosas existente dando por sentado que ello es viable, deseable y necesario. Es además un discurso que pretende otorgar certezas: intenta precisar, medir y predecir eficazmente las amenazas, las vulnerabilidades, el tipo, grado, origen, dimensión, foco y alcance del peligro y las es- trategias más convenientes y efectivas para superarlo y así evitar el conjunto de riesgos, sorpresas y dificultades vitales que ponen en entredicho valores preciados para 13. Véase, John H. Herz, "Idealist Internationalism and the Security Di- lemma", 1950. 14. Véase, Brian L. Job, "The 1nsecurity Dilemma: National, regime, and States Securieties in the Third World�”, op. cit. 74 Globalización, narcotráfico y violencia una comunidad dada. Asimismo, conjuga un discurso orientado a fijar imágenes: esclarece u oscurece, según el caso, el perfil del adversario, del contrincante, del enemigo y su eventual futuro comportamiento y mediante ello deposita en unos pocos ilustrados la capacidad de identificarlos y actuar en consecuencia. En sexto lugar, la idea de seguridad nacional en el con- texto hemisférico está asociada a una doctrina. La deno- minada Doctrina de Seguridad Nacional, surgida al calor de la Guerra Fría y estimulada fuertemente por Estados Unidos, significó, según Leal, "el mayor esfuerzo latinoa- mericano para militarizar el concepto de seguridad»15. El gran enemigo externo -el comunismo- pasó a mimetizarse en el terreno doméstico y con esto, el papel de las fuerzas armadas adquirió preponderancia ya que la corporación militar se autoidentificó ideológica y prácticamente como la única institución capaz de salvaguardar los valores nacionales, garantizar la estabilidad política, robustecer el desarrollo social y facilitar el progreso económico de un país. Este sello doctrinario dependiente y distintivo de la seguridad nacional en América Latina se encuentra en un proceso de redefinición y transformación y aún gravita en casos continentales en los que se expresan movimientos insurgentes y temblores institucionales. A su vez, al creciente descrédito de la doctrina en la región, se suma una natural desconfianza social ante las invocaciones a la seguridad nacional, pues se entiende que ésta puede, eventualmente, brindarles protección y defensa a las clases gobernantes, pero inseguridad e incertidumbre a los ciudadanos. A partir de esta rápida revisión es notorio el hecho de que todavía es el Estado el lente primordial a través del 15. Francisco Leal Buitrago , El of ic io de la guerra: La seguridad nacional en Colombia, 1994, p. 15. 75 Es te m at er ia l e s p ar a u so d e lo s es tu d ia n te s d e la U n iv er si d ad N ac io n al d e Q u ilm es , su s fi n es so n e xc lu si va m en te d id ác ti co s. P ro h ib id a su r ep ro d u cc ió n p ar ci al o t ot al s in p er m is o es cr it o d e la e d it or ia l c or re sp on d ie n te . Juan Gabriel Tokatlian cual se continúa mirando y proyectando la idea de segu- ridad nacional. Con más o menos variaciones, matices y niveles de complejidad, las perspectivas que dominan la literatura sobre el tema se inician en el Estado o regresan a él para comprender los méritos o las deficiencias del concepto de seguridad nacional. Lo que prima entonces es seguridad nacional del Estado. Criminalidad organizada y seguridad nacional Los vicios o los placeres individuales o colectivos vin- culados a diversos productos psicoactivos naturales y/o sintéticos no constituyen un problema de seguridad social o comunitaria, ni son problemas de seguridad para un régimen o un Estado. Sin duda, generan enormes dificultades emocionales, psicológicas, morales y de salud entre la ciudadanía y por ello deberían ser cuestiones de atención fundamental de las políticas públicas. Sin embargo, es el prohibicionismo de una sustancia y no la sustancia misma el que motiva el escalamiento que la identifica como un asunto que exige un tratamiento más decisivo y contun- dente. Inicialmente, y antes de su prohibición expresa, las drogas psicoactivas -su consumo, distribución, tráfico, procesamiento y cultivo o producción- no constituyen per se e ipso facto una cuestión de seguridad nacional. Por otra parte, la más dramática consecuencia de la prohibición, el crimen organizado, desnuda, exacerba y profundiza las tensiones y contradicciones sociales, políticas e internacionales entre sociedades y Estados. La sociedad que sufre las consecuencias negativas de la criminalidad organizada, obtiene ventajas y beneficios de su establecimiento y reproducción. El Estado que coexiste y convive con el crimen organizado, puede decidir enfrentarlo con mayor o menor fuerza, parcial o totalmente, de modo regular o en ciertas ocasiones. La decisión de transformar a 76 Globalización,narcotráfico y violencia la criminalidad organizada en un asunto de seguridad na- cional es el resultado de una voluntad política, de una construcción discursiva y de una praxis cultural que la hace posible y necesaria; posibilidad y necesidad funcionales para algunos grupos e intereses internos y externos. A la ambivalencia (conceptual y práctica) frente a la criminalidad organizada, se le agrega la ambigüedad (teórica y empírica) de la idea de seguridad nacional. De allí que la determinación de convertir la criminalidad organizada en un problema de seguridad nacional evidencie una suerte de esquizofrenia. En efecto, definir con tanta precisión y certeza una relación tan intrincada y contradictoria es imprudente. La particularidad del narcocrimen organizado en el contexto de un país periférico como Colombia, caracterizado por un alarmante deterioro de los derechos humanos, por múltiples formas de violencia entrecruzadas y por un Estado muy precario, es que su tratamiento como cues- tión de seguridad nacional anuncia el incremento de la violencia ligada a ese fenómeno y las pocas probabilida- des de resolver satisfactoriamente el problema original de la demanda y oferta de drogas psicoactivas. "Securitizar" el tema de la criminalidad organizada en ese país condujo a generar un "dilema estratégico" que se puede expresar de la siguiente manera: A) En un momento histórico dado, la elite civil de un Estado débil -en los términos definidos por Buzan16- deter- mina que la amenaza del narcocrimen organizado colombiano se constituye en un problema de seguridad nacional17. Dicha determinación se realiza en un contexto geopolítico donde la hegemonía continental incuestionable la ejerce- 16. Barry Buzan, op. cit. 17. Esto fue particularmente evidente durante el mandato del presidente Virgilio Barco (1986-1990). 77 Es te m at er ia l e s p ar a u so d e lo s es tu d ia n te s d e la U n iv er si d ad N ac io n al d e Q u ilm es , su s fi n es so n e xc lu si va m en te d id ác ti co s. P ro h ib id a su r ep ro d u cc ió n p ar ci al o t ot al s in p er m is o es cr it o d e la e d it or ia l c or re sp on d ie n te . Juan Gabriel Tokatlian Estados Unidos, referente principal de Colombia en todos los terrenos (diplomático, militar, comercial financiero, tecnológico, etc.) y país donde se produce el mayor con- sumo del conjunto de drogas psicoactivas. Esa decisión se enfrenta, asimismo, a tres realidades internas que la hacen inoperante en la práctica. 1. El estamento militar, operando bajo la lógica de la doctrina de seguridad nacional -de inspiración estadouni- dense- en la que el enemigo principal es la insurgencia armada de izquierda, como brazo del comunismo internacional, no identifica en un comienzo a la narcocriminalidad organizada como un asunto prioritario de seguridad nacional a pesar del enorme grado de violencia social inestabilidad política que ella genera.18. 2. La capacidad corruptora que tiene la narcocrimina- lidad sobre importantes segmentos civiles, policiales y militares del Estado hace difícil, sino imposible, el combate comprehensivo y efectivo del fenómeno que se busca neutralizar de acuerdo con el modo e intensidad con que se espera sea enfrentado un genuino problema de seguridad nacional. 3. La actitud oscilante, incongruente, tolerante y dispar de la sociedad ante los costos y los beneficios generados por la narcocriminalidad, la fuerte disensión y la profunda desconfianza ante la definición estatal de dicho fenómeno como asunto de seguridad nacional, no le otorgan 18. Sólo a mediados de los noventa, cuando las fuerzas armadas observan la determinación de Estados Unidos de elevar el perfil de amenaza del narcotráfico, cuando perciben que Colombia se coloca en la mira diplomática de Washington y cuando necesitan más recursos militares, pues la Casa Blanca canaliza la asistencia de seguridad, en su gran mayoría, a la policía, las fuerzas armadas definen el asunto de los narcóticos como un problema de se guridad nacional grave. El involucramiento previo y episódico del ejército, en particular, en labores antidrogas nunca contó con un consenso corporativo sólido y categórico. 78 Global izac ión, narcotráf ico y v io lenc ia suficiente respaldo, credibilidad y legitimidad a la política pública contra el crimen organizado vinculado a las drogas psicoactivas. B) Independientemente de la definición estatal de nar- cocriminalidad organizada como cuestión de seguridad nacional, y de la operatividad/viabilidad de esa definición, el hecho de que el Estado en Estados Unidos haya deter- minado que la entrada de drogas ilegales a su territorio constituye un problema de su seguridad nacional, coloca presiones, condiciones y restricciones al Estado colombiano que no puede evitar "securitizar" el tratamiento del fe- nómeno. El riesgo es que el país, más que el negocio ilícito, sea el que se convierta en una amenaza para la seguridad estadounidense y en una excusa para acciones de fuerza. Por lo tanto, este "dilema estratégico" conduce a Co- lombia a una encrucijada trágica insuperable: eludir el en- frentamiento total de la narcocriminalidad organizada la debilita internacionalmente y asumir el enfrentamiento absoluto del narcocrimen organizado la debilita nacional- mente. Paralelamente, la pasividad frente al fenómeno de las drogas debilita externa e internamente a ese país. La potencial neutralización y la eventual eliminación de una primera generación del narcocrimen organizado nacional, ubicada en Medellín y Cali, no han significado la desaparición del fenómeno de las drogas ilícitas. Estas victorias fueron parciales mas no definitivas, porque lo que finalmente ocurrió fue una sustitución de liderazgos y un reemplazo por agrupaciones más eficaces y menos visibles. Contexto internacional y drogas: ¿De la euforia a la furia? Para entender en el 2000 el lugar del asunto de las drogas psicoactivas en el concierto mundial, así como los potenciales alcances y límites de su tratamiento como una 79 Es te m at er ia l e s p ar a u so d e lo s es tu d ia n te s d e la U n iv er si d ad N ac io n al d e Q u ilm es , su s fi n es so n e xc lu si va m en te d id ác ti co s. P ro h ib id a su r ep ro d u cc ió n p ar ci al o t ot al s in p er m is o es cr it o d e la e d it or ia l c or re sp on d ie n te . Juan Gabriel Tokatl ian cuestión de seguridad, parece indispensable hacer algunas precisiones en torno al sistema internacional19. Primero, cada vez es mayor la dinámica del tránsito de un sistema Estado-céntrico a lo que Rosenau ha llamado un �“mundo multi-céntrico�”20. El aspecto más relevante de este movimiento es que el Estado deja de ser el actor exclusivo dentro de las relaciones internacionales. La multiplicidad de actores no gubernamentales, de agentes multinacionales y de entidades supraestatales es cada vez mayor y ello va desbordando la centralidad de los Estados 19. Cabe destacar que independientemente de que se asuma una visión op- timista o pesimista de la política mundial actual, de que se defina el sistema in- ternacional como ordenado o en desorden, de que se adopte una perspectiva es- tructuralista o funcional y de que se reivindique una praxis idealista o pragmática en política exterior, lo notorio en las Américas es la reafirmación hegemónica de Estados Unidos. La influencia estadounidense en los espacios europeo (principalmente) y asiático (crecientemente) es clara, mientras la preponderan- cia estadounidense en el espacio americano resulta incuestionable. El escenario internacional actual se caracteriza por una notable primacía de Washington y por la ausencia de posturas contestatarias serias por parte de Europa, Rusia, China, Japón y el mundoen desarrollo. Si bien es pertinente subrayar que en el plano mundial no se cristaliza una suerte de hegemonía absoluta de Estados Unidos por los niveles y grados de complejidad y contradicción del contexto geoestratégico más amplio, en el ámbito hemisférico se tiende a consolidar una rehegemonización notable de Washington, más palpable ante la carencia de contrapartes poderosas (Unión Europea, Rusia, China y Japón) con un espíritu y una determinación desafiantes de Estados Unidos en cuanto a este conti- nente. Pero además, junto a la estructura interestatal en la que se distingue el mayor poderío relativo de Estados Unidos, se observa el declive simultáneo y contradictorio de la autoridad del Estado y el ascenso acelerado de múltiples formas de autoridad no estatal. La considerable influencia de las grandes corporaciones, los conglomerados financieros, las organizaciones internacionales, las entidades supragubernamentales y los grupos transnacionales (legales o criminales) en la configuración de las "reglas de juego" de la economía política mundial hace difícil, sino imposible, ubicar un solo locus hegemónico en el Estado. El efecto sobre un país periférico del doble proceso constituido por la rehegemonización hemisférica de Estados Unidos y la ascendente gravitación de nuevas modalidades de autoridad no estatal en el contexto internacional, es formidable. Así entonces, los márgenes de maniobra y el poder negociador de naciones como Colombia se han visto claramente restringidos, más aún cuando a las enormes limitaciones externas se suma una profunda crisis interna. 20. Véase, James N. Rosenau, Turbulence in World Politics: A Theory of Change and Continuity, 1990. 80 Globalización, narcotráfico y violencia y su rol tradicional de fuente y referente único de autoridad en el sistema mundial. En forma paralela, surge un novedoso y complicado entramado de vínculos, lazos e interconexiones que enriquecen la ascendente interdepen- dencia entre sociedades pero debilitan la supremacía clásica del Estado moderno. Esta situación tiene al menos dos consecuencias para el lucrativo negocio ilícito de las drogas. Por una parte, como fenómeno que surge desde la sociedad y se alimenta del mercado, la criminalidad organizada se torna más sofisticada y asertiva debido a la disminución del alcance y del control del Estado. Por otra parte, ante el desbordamiento de ciertos problemas identificados como esenciales en la nueva agenda mundial -migraciones, drogas ilegales, medio ambiente, no proliferación nuclear, etc.-los gobiernos de los países centrales les demandan más capacidad de alcance y control a las administraciones de las naciones periféricas. Esta dualidad frente al Estado -visto como obsoleto o absoluto- incide (y continuará incidiendo cada vez más) en las políticas individuales y colectivas para frenar o revertir la evolución y/o consolidación de la criminalidad organizada, independientemente de su definición como una amenaza grave a la seguridad nacional de los Estados. Segundo, aún poseen una trascendencia semejante las denominadas nuevas relaciones internacionales de mercado y las tradicionales relaciones de competencia político- militar. La política y la fuerza son todavía tan importantes como el comercio y las finanzas al momento de definir las ecuaciones de poder. Esto es más relevante cuando aquellas nuevas relaciones son altamente competitivas y provocan tales roces y contradicciones que los cálculos militares no han desaparecido en términos de incidencia y valoración. Por ende, el escenario que se dibuja para la primera década del siglo XXI es confuso y contradictorio. 81 Es te m at er ia l e s p ar a u so d e lo s es tu d ia n te s d e la U n iv er si d ad N ac io n al d e Q u ilm es , su s fi n es so n e xc lu si va m en te d id ác ti co s. P ro h ib id a su r ep ro d u cc ió n p ar ci al o t ot al s in p er m is o es cr it o d e la e d it or ia l c or re sp on d ie n te . Juan Gabriel Tokatlian Los espacios geoeconómicos serán tan cruciales como los geopolíticos. Los asuntos de la economía y la tecnología serán fundamentales, sin entrar aún a desplazar en trascendencia a los de la guerra y la paz. En este sentido, parece muy arriesgado sostener que se está ad portas de la paz perpetua sugerida por Kant en la cual la política armoniza, finalmente, con la moral identificándose con �“la ética y benevolencia universal�”21. En esa dirección, la definición del asunto de las drogas psicoactivas como un problema de seguridad poco contribuye a despejar el horizonte en cuanto a la eventualidad del recurso a la fuerza para su hipotética resolución. En la medida en que se esfumó el comunismo y otros "males" ocupan la atención de la comunidad internacional, no parece exagerado pensar que la "guerra contra las drogas", con su retórica y parafernalia, rejuvenezca como una amenaza mayor de acuerdo con las oscilaciones de la opinión pública y de los fracasos antinarcóticos de burócratas y políticos en Estados Unidos. Aquí se presenta, de hecho, una peculiaridad: la agenda temática se internacionaliza, las dificultades se globalizan, pero en el tratamiento de los nuevos asuntos mundiales -drogas ilegales, medio ambiente, migraciones, entre otros- siguen primando visiones y actitudes parroquiales y locales, excepto cuando se busca legitimar el uso de la fuerza para enfrentar un problema determinado, Corresponde recordar acá lo que Cottam señala como los dos estereotipos en la política exterior estadounidense 22: la imagen del enemigo y la imagen del dependiente. En ambos casos Washington ha articulado tácticas y estrategias para legitimar intervenciones en el exterior. La primera imagen es 21. Emmanuel Kant, Lo bello y lo sublime/ La paz perpetua, Buenos Aires: 1946,p.46. 22. Véase, Martha L. Cottam: Images and Intervention: U.S. Policies in Latin America, 1994. 82 Global ización, narcotráf ico y violencia la que tradicionalmente se ha identificado con la ex Unión Soviética y la expansión del comunismo: imagen de amenaza y peligro incuestionable. La segunda corresponde más al caso de las drogas psicoactivas: países débiles que necesitan entender cuáles son sus verdaderos graves problemas y cómo enfrentarlos. La distinción parecería conducir a diferenciar intervenciones más violentas y más benévolas. Sin embargo, es dable pensar que al producirse una cadena específica de nexos, esto es: drogas ilícitas, violencia criminal, criminalidad organizada, terrorismo transnacional y seguridad nacional, no se debe desechar el que la imagen del dependiente se desdibuje en la de un nuevo tipo de enemigo, en especial cuando el "viejo enemigo" del comunismo global se esfumó. Aunque el tema de las drogas psicoactivas no ha ocupado en años recientes los grandes titulares de los medios masivos de comunicación en Estados Unidos, su relevancia para la opinión pública es in- cuestionable. De hecho, el malestar ciudadano frente a la continuidad e incluso exacerbación de las dificultades de- rivadas del consumo de drogas ilícitas es cada vez mayor. Tercero, en los países en vías de desarrollo es hoy evidente el agrietamiento político de las que se podrían denominar "homogeneidades regionales". Una noción omnicomprensiva como "mundo latinoamericano" parece desdibujarse dramática y delicadamente. Una suerte de "razón de mercado" conduce a igualar a los países del área en términos de los fundamentos económicos compartidos, mientras tiende a producirse una fragmentación política en cuanto a las orientaciones de estrategia exterior en particular. En el terreno de las drogas psicoactivas, no ha existido, en la praxis, un mínimo de concertación y cooperación regional, lo que evidencia la enorme incapa- cidad de Latinoamérica y el Caribe para desarrollar una diplomacia anticipatoria, consensual y propositiva,Esto se 83 Es te m at er ia l e s p ar a u so d e lo s es tu d ia n te s d e la U n iv er si d ad N ac io n al d e Q u ilm es , su s fi n es so n e xc lu si va m en te d id ác ti co s. P ro h ib id a su r ep ro d u cc ió n p ar ci al o t ot al s in p er m is o es cr it o d e la e d it or ia l c or re sp on d ie n te . Juan Gabr i e l Toka t l i an puede explicar porque ningún gobierno de la región quiere aparecer contaminando la agenda hemisférica ni "nar- cotizando" sus lazos, presuntamente privilegiados, con Estados Unidos. A su vez, porque más allá de la retórica, ni en el nivel continental ni en el subregional se han diseñado o ejecutado políticas conjuntas o coordinadas frente a las drogas. Finalmente, porque la diferencia entre el discurso y la práctica de las políticas exteriores de los países del área conduce a la erosión de su limitado poder negociador; en particular en el manejo de temas tan delicados como el de las drogas psicoactivas. Así como la personalidad, la diplomacia disociada se caracteriza por una menor au- tonomía en sus actos y decisiones. En efecto una diplo- macia disociada, debido a la protuberante divergencia y distancia entre ideas y acciones, va perdiendo capacidad autonómica en el escenario hemisférico y global. En el asunto de las drogas, a pesar de las declaraciones regionales y de la voluntad oficial estadounidense, entre latinoame- ricanos y caribeños han coexistido la "lógica" del free-rider, la "política del avestruz" que nada entiende, sabe o hace, la tesis del "yo soy bueno pero me tocó un mal vecindario" y la racionalidad del "sálvese quien pueda" (estas dos últimas fórmulas muy usuales en relación con el tratamiento de la deuda externa durante los ochenta y noventa). Todo lo anterior genera una especie de formidable "dilema de prisionero" que opera en desmedro de una resolución no represiva, gradual y creativa del fenómeno de las drogas ilícitas. Lo anterior augura que en el mediano plazo en vez de evitar un escalamiento en la definición del tema de las drogas psicoactivas como un asunto de seguridad nacional, los diversos gobiernos del área, por motivos diferentes, determinen que el fenómeno en cuestión constituye un grave problema de seguridad individual; lo cual reforzará la "securitización" general del asunto, y con ello, la tentación 84 Globalización, narcotráfico y violencia de recurrir a soluciones de fuerza para abordarlo. En ese contexto, el problema colombiano podría percibirse como un peligro inminente para la seguridad regional lati- noamericana y caribeña; lo cual fortalecerá el diagnóstico estadounidense de que el asunto de las drogas requiere de acciones cada vez más punitivas. Cuarto, en el comienzo del nuevo milenio han ganado preponderancia los temas negativos de la agenda global: contaminación, criminalidad transnacional, drogas ilícitas, violación de los derechos humanos y corrupción, con un desplazamiento/ocultamiento de tópicos como la deuda externa, la distribución del ingreso o la justicia social. Ahora bien, esta realidad temática no parece conllevar ne- cesariamente un tratamiento de dichos asuntos en forma simétrica y equilibrada, lo que sin duda producirá fricciones en términos del establecimiento, aplicación y cumplimiento de las "reglas de juego" para manejar esos temas. El riesgo de esta situación es que más que alternativas consensuales se generen nuevas tensiones en la aproximación al tópico de los estupefacientes y sustancias psicotrópicas, lo cual operará en desmedro de soluciones graduales y equilibradas. Y quinto, en la perspectiva de los debates diplomáticos más importantes, la próxima década pondrá aún más en evidencia el replanteamiento de dos fundamentos claves y clásicos de las relaciones internacionales entendidas como vinculaciones interestatales. Por un lado, el movimiento a favor de la noción de soberanía limitada y difusa en reemplazo del principio de soberanía ilimitada y absoluta de los Estados, y por el otro, la transformación del principio de no intervención en el criterio de intervención "justificada" o de injerencia "calificada "23. Esto sin duda 23. Véanse, entre otros, J. Samuel Barkin y Bruce Cronin, "The State and the Nation: Changing Norms and the Rules of Sovereignty in International Rela- tions", 1994; Ian Forbes y Mark Hoffman (eds.), Political Theory, International 85 Es te m at er ia l e s p ar a u so d e lo s es tu d ia n te s d e la U n iv er si d ad N ac io n al d e Q u ilm es , su s fi n es so n e xc lu si va m en te d id ác ti co s. P ro h ib id a su r ep ro d u cc ió n p ar ci al o t ot al s in p er m is o es cr it o d e la e d it or ia l c or re sp on d ie n te . Juan Gabriel Tokatlian influye sobre los enfoques predominantes en torno a las drogas psicoactivas24. Más aún, su incidencia trasciende un tema específico y tiene impacto en las relaciones entre Estados. En general, se ha reiterado que el asunto mundial de las drogas ilícitas es un fenómeno global que en el marco de la pos-Guerra Fría requiere de un enfoque internacional. Sin embargo, la argumentación discursiva de los Estados no coincide con sus prácticas políticas en esta materia. Relations, and the Ethics of Intervention, 1993; Sohail H. Hashmi (ed.), State Sovereignty: Change and Persistence in International Relations; Gene M. Lyons y Michael Mastanduno, Beyond Westphalia? State Sovereignty and International Intervention, 1995; y Laura W. Reed y Carl Kaysen (eds.), Emerging Norms of justified Intervention, 1993. 24. Es muy significativa la cantidad de publicaciones en Estados Unidos sobre las nuevas formas y prácticas de intervención. Así, los temas políticos de la actual agenda internacional, como el de los derechos humanos, se analizan y debaten a la luz de las nuevas nociones de permisividad extraterritorial, coer- ción multilateral, autodefensa anticipatoria. Sin embargo, el terreno de los plan- teamientos intervencionistas no se ha limitado a los derechos humanos viola- dos. El asunto de las drogas es un referente importante al momento de los diagnósticos y las propuestas de un renovado intervencionismo mundial. En el caso de Estados Unidos, un grupo disperso pero concurrente de trabajos rigurosos publicados en revistas prestigiosas por especialistas serios, apunta en ese sentido. La naturaleza global del fenómeno de los narcóticos estimuló la polémica (entre otros, Robert M. Kimmitt, "International Law and the War on Narcotics" 1990; Richard A. Martin, "Problems in International Law Enforcement" 1991; y D. Brian Boggess, "Exporting United States Drug Laws: An Example of the International Legal Ramifications of the `War on Drugs"', 1992). El concepto de extraterritorialidad en el combate antidrogas adquirió relevancia (entre otros, Kevin Fischer, "Trends in Extraterritorial Narcotics Control: Slamming the Stable Door after the Horse has Bolted" 1984: Mary Ellen Walch, "The Extraterritorial War on Cocaine: Perspectives from Bolivia and Colombia", 1988; Stephen E. Chelberg, "The Contours of Extraterritorial Jurisdiction in Drug Smuggling Cases" 1990; y William Harding Latham, "Extraterritorial Application of U.S. Drug Laws on the High Seas", 1991). El rapto de narcotraficantes en el exterior por parte de autoridades estadounidenses, aplicando la doctrina Ker-Frisbie sobre secuestro, aportó a la discusión (entre otros, Andreas F. Lowenfeld, "U.S. Law Enforcement Abroad: The Cosntitution and International Law", 1990; Kirk J. Henderson, "Fighting the War on Drugs in the `New World Order': The Ker-Frisbie Doctrine as a Product of its Time", 1991; Darin A. Bifani, "The Tension between Policy Objectives and Individual Rights; Rethinking Extradition and Extraterritorial Abduction", 1993; Peter S. McCarthy,"Extending the Ker-Frisbie Doctrine to Meet the Modern 86 Globalización, narcotráfico y violencia Internacionalización y drogas Ahora bien, en cuanto a los modelos de internaciona- lización del problema de las drogas que se han propuesto durante los noventa, el abanico de iniciativas podría resu- mirse así: Internacionalismo militar: este modelo sugiere un rol más activo de Estados Unidos en instancias multinacionales, como Naciones Unidas, o mediante el encabezamiento de coaliciones ad hoc de países. Esto se propone después de identificar el fenómeno de las drogas como uno de seguridad que demanda la autodefensa de la comunidad mundial ante la amenaza generada por los narcotraficantes, en particular colombianos25. Internacionalismo jurídico: este modelo promueve mecanismos legales, en especial en el marco de la ONU, para prevenir y castigar la proliferación del negocio ilícito de las drogas en sus manifestaciones criminales más violentas, llegándose a plantear la necesidad de una Corte Internacional para el tema26. Internacionalismo diplomático: este modelo plantea que dado el escenario pos-Guerra Fría y ante una agenda Challenges Posed by the International Drug Trade", 1993; y Linda C. Ward, "Forcible Abduction Made Fashionable: United States v. Alvarez-Machain's Extension of the Ker-Frisbie Doctrine", 1994. Mientras tanto, las posibilidades de acciones militares, medidas represivas y operaciones "relámpago" especiales y efectivas han sido examinadas (entre otros, Lowell Adams Keig, "A Proposal for Direct Use of the United States Military in Drug Enforcement Operations Abroad", 1988; Steven Y. Otero, "International Extradition and the Medellin Co- caine Cartel: Surgical Removal of Colombian Cocaine Traffickers for Trial in the United States", 1991; y Gregory Wilson, "The Changing Game: The United States Evolving Supply-Side Approach to Narcotics Trafficking", 1994. 25. Véanse, por ejemplo, Lt. Col. James E. Schmidt, "U.N. Offensive Could Do the Job: Hit Drug Lords' Center of Gravity", y James R. Edmunds, "Nonconsensual U.S. Military Action against the Colombian Drug Lords under U.N. Charter", 1990. 26. Véanse, por ejemplo, Charles L. Blakesley, Terrorism, Drugs, Interna tional Law, and the Protection of Human Liberty,1992 y Faiza Patel, �“Crime Without Frontiers: A Proposal for an International Narcotics Court", 1990. 87 Es te m at er ia l e s p ar a u so d e lo s es tu d ia n te s d e la U n iv er si d ad N ac io n al d e Q u ilm es , su s fi n es so n e xc lu si va m en te d id ác ti co s. P ro h ib id a su r ep ro d u cc ió n p ar ci al o t ot al s in p er m is o es cr it o d e la e d it or ia l c or re sp on d ie n te . Juan Gabriel Tokatlian renovada en el ámbito de la diplomacia, es útil el uso de instrumentos tales como Fuerzas de Paz de Naciones Unidas para enfrentar problemas que, como el de las drogas, provocan recurrentes fricciones, por ejemplo, entre los países andinos y Estados Unidos. Ello se postula con el fin de evitar temores y sensibilidades pro-nacionalistas y anti- imperialistas27. Así, a partir de 2000 el desafío que enfrenta Colombia en términos de la eventual internacionalización del asunto de los narcóticos es vital. En ese sentido, aparecen al menos tres interrogantes con sus consecuentes opciones. Primero, ¿constituye Colombia en la actualidad un ejemplo de "internacionalización anárquica"? Esto es: ¿es el país un caso abandonable por la comunidad interestatal debido a que se consolida como epicentro del entrecru- zamiento de múltiples actores no gubernamentales con capacidad bélica que escapan al mínimo control de un Estado en un territorio determinado? Aceptar esta alternativa implicaría que agentes violentos no gubernamentales externos, avanzando en sus propósitos de modo directo o encubriendo intereses de otros Estados, pudieran incidir y actuar de manera ocasional o reiterada en el contexto doméstico, profundizando la fragmentación del país, debilitando aún más al poder estatal y generando un vacío institucional usufructuable potencialmente por la narcocriminalidad organizada. Segundo, ¿constituye Colombia en la actualidad un ejemplo de "internacionalización intervenible"? Esto es: ¿se clasificaría al país como un caso hostil y sería, por lo tanto, objeto de una operación militar orientada a revertir lo que una porción del sistema mundial define como 27. Véase, por ejemplo, Paul E Diehl y Chetan Kumar, "Mutual Benefits from International Intervention: New Roles for United Nations Peace-Keeping Forces", 1991. 88 Global izac ión, narcotráf ico y v iolencia amenaza? La consecuencia de esta vía sería el establecimiento de un nuevo régimen político nacional, independiente de su legitimidad interna y su viabilidad a largo plazo. Tercero, ¿constituye Colombia en la actualidad un ejemplo de "internacionalización cooperable"? Esto es: ¿es el país un referente valioso de la comunidad de naciones para resolver gradual, genuina y consistentemente la expansión local de la criminalidad organizada vinculada a las drogas psicoactivas? La consecuencia de esta vía sería la aceptación implícita de una soberanía endeble y la posible conformación de una coalición estatal y no gubernamental en favor de la asistencia, el respaldo y el compromiso necesarios para confrontar más eficazmente la problemática de las drogas ilegales en el país. Al acentuarse un impasse crítico en cuanto al tópico de las drogas, la vulnerabilidad colombiana se torna in- quietante. De allí, la tentación de buscar soluciones de fuerza para resolver el complejo caso de Colombia, algo que va ganando adeptos silenciosos pero numerosos en las Américas. A manera de conclusión lacónica El "dilema estratégico" de Colombia parece así un ca llejón sin salida: el prohibicionismo ha conducido al país a una encrucijada terrible pues todas las opciones de ac ción tienen costos elevados y rendimientos decrecientes. En Colombia parece perfilarse gradualmente, y con posibilidades de consolidación, lo que se ha descrito como la fase "simbiótica" del desarrollo de la criminalidad orga nizada28. El fracaso de la política antinarcóticos en Estados Unidos y el riesgo serio del encumbramiento incontrolable 28. Véase, Edwin H. Stier y Peter R. Richards, "Strategic Decision Making in Organized Crime Control: The Need for a Broadened Perspective", 1987. 89 Es te m at er ia l e s p ar a u so d e lo s es tu d ia n te s d e la U n iv er si d ad N ac io n al d e Q u ilm es , su s fi n es so n e xc lu si va m en te d id ác ti co s. P ro h ib id a su r ep ro d u cc ió n p ar ci al o t ot al s in p er m is o es cr it o d e la e d it or ia l c or re sp on d ie n te . 90 Juan Gabriel Tokatlian de una narcocriminalidad en Colombia motivan la búsqueda de nuevos mecanismos e iniciativas para abordar el tema de las drogas ilegales. En el caso de Colombia, trasladar el tópico de las drogas ilícitas del terreno de la seguridad para ubicarlo en el campo social es un sendero que, aunque consistente con la argumentación arriba mencionada, se torna hoy impracticable por las contradicciones internas prevalecientes y la enorme debilidad estatal, así como por la presión estadounidense y la capacidad retaliatoria de Washington, que no va a modificar su definición del tema como uno que afecta su seguridad nacional. En este escenario, el futuro de Colombia aparece condicionado: desgarradoramente la mayoría de las tendencias presentes augura menos bienestar y más dolor para colombianos y colombianas. Es te m at er ia l e s p ar a u so d e lo s es tu d ia n te s d e la U n iv er si d ad N ac io n al d e Q u ilm es , su s fi n es so n e xc lu si va m en te d
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