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Notas sobre feminismo radical de la diferencia (Texto presentado en un foro sobre corrientes del feminismo, Universidad Mayor, noviembre de 2016) Por Insu Jeka El feminismo en occidente se puede leer en dos grandes vertientes: la igualdad y la diferencia. La primera corresponde a grandes movimientos reivindicativos que apelaban por la igualdad y liberación de las mujeres. Se condice fundamentalmente con la historia moderna trazada por las ideas ilustradas cuyas consignas de lucha se levantaron por el derecho a sufragio y derecho a educación, entre otras. A este movimiento se lo ha denominado la primera ola feminista. Un segundo movimiento feminista o segunda ola, en tanto se caracteriza por el surgimiento de grupos más radicales en los años setenta en los Estado Unidos, cuyo radicalismo se centraba en un cuestionamiento profundo del orden social patriarcal, articulando la teoría y la práctica como proceso de construcción de conocimiento feminista, recuperando genealogía de pensamiento de nuestras antecesoras, y formando espacios autónomos entre mujeres, llamados grupos de autoconciencia1. Asimismo, y en paralelo en Italia, se da inicio a un tipo de práctica feminista que plantea como eje central la diferencia sexual; se le ha denominado pensamiento de la diferencia, y articula procesos de toma de conciencia, al igual que las radicales en los EE.UU, y profundiza en conceptos como el affidamento, la madre simbólica o el hablar desde sí, vinculándose fuertemente con los grupos feministas franceses que utilizan la herramienta del psicoanálisis para dar comprensión y resignificación al orden simbólico femenino. Comprender y pensar el feminismo radical de la diferencia, término acuñado por la feminista chilena Andrea Franulic, conlleva recuperar nuestros cuerpos sexuados. Nuestro cuerpo sexuado mujer contiene una historia de pensamiento que es milenaria, no obstante, con la modernidad y la emancipación femenina, se ha llevado a cabo su encubrimiento y tergiversación, precisamente, de las expresiones más radicales y rebeldes de las mujeres, por tanto, leerla en términos lineales, oficiales o “modernos” resulta sumamente equivocado. Una de las grandes dificultades que tenemos nosotras las mujeres en la cultura patriarcal es la de no contar con referentes propios para 1 En este contexto surge el documento “lo personal es político” escrito por Carol Hanish (1969) integrante del grupo de mujeres radicales de Nueva York. Este texto se escribe en respuesta a los juicios y cuestionamientos que se les hacía a ellas por llevar a cabo la práctica de toma de conciencia entre mujeres, calificándolas como “poco políticas”. Llamaban así especialmente a las mujeres que se reunían a conversar de sus problemas personales, quienes eran tergiversadas y descalificadas por no estar en la masividad del movimiento. Las acusaban de lavar el cerebro a las mujeres, aludiendo a categorizar sus prácticas como una terapia de solución personal y no un ejercicio político. Es en este contexto que la colectividad de este grupo reflexiona sobre este debate acusatorio de separar lo personal de lo político. Se encuentra traducido en www.autonomiafeminista.cl identificarnos. Todas las mujeres, todas nosotras, independiente de nuestra clase social o de nuestra raza, hemos estado ausentes de la historia construida por el hombre (Carla Lonzi). Somos extranjeras en esta cultura patriarcal, dicen las radicales de la diferencia, y qué más extranjería para nuestras vidas que una historia hecha a imagen y semejanza de Dios Padre, cuya civilización se alberga en el conocimiento y la razón del hombre, donde Hombre es igual a humanidad; es el falso sujeto universal incluyente que nos define a las mujeres como un No Hombre (Dale Spender)2. El lugar que hemos recibido en esta cultura es la posición de la complementariedad de este hombre. Por ello, la misoginia se articula como una práctica sistemática del patriarcado para mantener divididas y separadas a las mujeres entre sí. Así funciona en la cotidianidad familiar, en el círculo de amigas, el trabajo y los partidos políticos, y en muchos otros espacios. El orden patriarcal se sostiene a condición de que no solo los varones, sino que también las mujeres, nos reflejemos en lo masculino y su sistema de valores, que no es otra cosa que un gran signo de superioridad. No nos sorprendamos entonces por la forma que tenemos de entender la vida y las relaciones, esto se debe a la mediación del orden simbólico masculino entre cada una de nosotras y el mundo o, en palabras de Virginia Woolf, a la adhesión a sus lealtades irreales como lo son la patria, la bandera, el orgullo del apellido y la familia, la escuela, los grados y las condecoraciones, donde la competencia y el dominio son las características básicas de esta civilización. Por esta razón, cuando una mujer se destaca asume una distancia hacia sus semejantas y adopta los valores de la masculinidad, lo que Adrienne Rich nombra como la “mujer especial” o la “mujer cuota”, aunque muchas veces tenga que pagar un costo bastante alto (caso Bachelet y Dilma Rousseff), porque el patriarcado es indolente, y cuando esta mujer pierda funcionalidad para sus instituciones será desechada. No podemos olvidar que las mujeres en la cultura del hombre somos objetivadas al cumplir una misma función en el sistema, es decir, proveer de servicios sexuales, emocionales y domésticos a un varón, ser la madre de sus hijos, transmitir sus valores en la familia, en la escuela, en la sociedad, lo que Celia Amorós denomina “las idénticas” para referirse a este función social femenina, designada por la cultura dominante. El feminismo radical de la diferencia rompe con el esquema de pensamiento utilitarista y monolítico. La propuesta es no la lucha por el poder ni conseguir avances en los derechos. El feminismo radical de la diferencia apuesta por un cambio profundo en el modo de relacionarnos en el mundo, donde las mujeres, en primer lugar, debemos generar lazos próximos y confiados, que perduren en el tiempo, en los modos de ser, de vivir, de entender la naturaleza con su diversidad. Una cultura diferente, no basada en la crueldad ni en la destrucción. 2 Para profundizar en la temática del lenguaje, recomiendo los textos de Andrea Franulic sobre Lingüística Feminista. Consultar en www.andreafranulic.cl http://www.andreafranulic.cl/
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