CRISIS DEL LIBERALISMO AMARILLO

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CRISIS DEL LIBERALISMO AMARILLO
	Indudablemente que el periodo histórico de Venezuela denominado El Liberalismo Amarillo comprendido entre 1870 a 1899, marcó la sucesión de 10 presidentes, entre los cuales destaca Antonio Guzmán Blanco, conocido como El Ilustre Americano, considerado un estadista, caudillo y político venezolano de expresa capacidad para promover el desarrollo nacional en el ámbito económico, social, institucional y militar a lo largo de periodos constitucionales. No obstante, pese a los manifiestos avances del Liberalismo Amarillo y de la hegemonía impuesta por la corriente amarilla, la misma fue centro de marcadas críticas por la amplia intención de concentrar el poder en una sola persona (la de Antonio Guzmán Blanco particularmente) quien la ejerció por casi dos décadas, y de influencia en otros periodos presidenciales afectos a la tendencia política de Guzmán Blanco. 
	La crisis del Liberalismo Amarillo fue signada por sucesivos hechos que desencadenaron la caída de la Autocracia Guzmancista. Entre los variados eventos se pueden referir un estilo de gobierno autocrático, implacable para con sus adversarios, la oposición y una manifiesta idolatría por la figura de Guzmán Blanco. Cabe destacar que los mandatos presidenciales se caracterizaron por un proyecto político que pretendía la perpetuación directa e indirecta en el poder de la corriente amarilla, valiéndose para ello de gobiernos como los de Francisco Linares Alcántara y Joaquín Crespo, por ejemplo.
	Entre otros eventos críticos a la Hegemonía Guzmancista destacan los conflictos y relaciones internacionales al exigir un trato y valor igualitario en el contexto internacional, situación ésta que generó impases con países como Inglaterra, España, Holanda y Estados Unidos. Otro conflicto generado en el periodo fue ante la Iglesia Católica, cuya raíz colonial se oponía abiertamente a Guzmán Blanco, quien ejerció presión a la misma mediante el cierre de seminarios, claustros y templos en procura de doblegar a la jerarquía católica.
	En la misma tendencia conflictiva del Liberalismo Amarillo, las limitaciones impuestas a la prensa por la Autocracia Guzmancista, marcó otro evento característico, situación ésta restaurada por el gobierno de Francisco Linarez Alcántara, y que produjo profunda molestia a Guzmán Blanco, lo cual propició el inicio de distanciamiento entre ambos, incluso de reacción antiguzmancista. Dicho distanciamiento se acentuó con el ascenso al poder por parte de Joaquín Crespo en 1892, quien logró dominar la vida política del país y convertirse como el jefe supremo del Partido Liberal Amarillo, sumado a la desaparición física de Guzmán Blanco del ámbito político, además de las pugnas y divisiones de poder entre los líderes liberales, marcaron el camino para a la Revolución Liberal Restauradora. 
	No obstante a los grandes rasgos presentados, se puede incorporar como elementos críticos positivos al periodo del Liberalismo Amarillo al notable intento por dotar al país de un ideal de Estado Moderno a partir de un nuevo marco constitucional y un sistema de régimen civil similar al de países europeos. Otro elemento histórico atribuible al periodo Guzmancista constituyó la pacificación nacional entre los frentes en pugnas internas manifiestas en sublevaciones y alzamientos en el territorio nacional. En síntesis, entre otras tantos aportes al país, se puede afirmar que la política interior de Guzmán Blanco planteó como objetivo principal la estabilización del territorio nacional y el asentamiento de su régimen, para lo cual era necesario el exterminio político se los caudillos existentes en el país.
	En cuanto a la política exterior, Guzmán Blanco proyectó una nueva visión de cómo se debían desarrollar las políticas internacionales y las relaciones con países extranjeros, distante de una postura sumisa y de aceptación injerencista por parte de otras naciones. Obviamente tales acciones generaron reacciones en el ámbito internacional que de manera progresiva incidieron en las políticas nacionales por establecer o instaurar gobiernos obedientes a intereses de naciones extranjeras en detrimento del territorio nacional.