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Juan__A_Roccatagliata_La_Argentina

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Juan A. Roccatagliata 
(Coordinador) 
La Argentina: 
Geografía General Y 
Los Marcos Regionales 
AUTORES
Dr. Juan A. ROCCATAGLIAT A(Coordinador). Profesor de la Universidad de Buenos Aires y 
de las Universidades Nacionales de La Plata y Tandil; asesor y consultor de organismos 
gubernamentales y no gubernamentales. Profesor titular del Instituto del Servicio Exterior de la 
Nación. Asesor· técnico de la Presidencia de la Nación.
Prof. Dra. Selva SÁNTILLAN de ANDRES: Profesora titular de la Universidad Nacional de 
Tucumán. Miembro de número de la Academia Nacional de Geografía.
Lic. Susana BEGUIRISTAIN: Licenciada en Geografía. Investigadora. Asesora técnica del 
Ministerio de Educación y Justicia de la Nación.
Prof. Dr. Alfredo S. C. BOLSI: Profesor-Investigador de la Universidad Nacional de Tucumán 
del CONICET.
Miembro de número de la Academia Nacional de Geografía.
Prof. Dr. Enrique BRUNIARD: Profesor titular y director del Instituto de Geografía de la 
Universidad Nacional del Nordeste.
Miembro de número de la Academia Nacional de Geografía.
Prof. Dr. Ricardo CAPIT ANELLI: Director del Instituto de Geografía de la Universidad 
Nacional de Cuyo y profesor titular de la mencionada Universidad. Miembro de número de la 
Academia Nacional de Geografía.
Prof. Dr. Federico A. DAUS: Profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires.
Ex presidente de la Sociedad Argentina de Estudios Geográficos.
Miembro de número de la Academia Nacional de Geografía.
Prof. Servando R.M. DOZO: Ex director del Instituto de la Producción de la Universidad 
Nacional de La Plata. Profesor titular en las Universidades de La Plata y Buenos Aires. Miembro 
de número de la Academia Nacional de Geografía. Ex presidente de la Sociedad Argentina de 
Estudios Geográficos.
Prof. Graciela De Marco de GARGIULO: Investigadora asistente del CONICET.
Profesora en la Universidad del Salvador.
Lic. Ricardo GOMEZ INSAUTI: Investigador asistente del CONICET.
Profesor adjunto ordinario de la Universidad Nacional de La Plata. Docente de la Universidad de 
Buenos Aires. 
Prof. Mirta GONZALEZ: Profesora-Investigadora de la Universidad Nacional de Mar del Plata y 
de la Facultad de Cien cías Agrarias de Balcarce.
Prof. Lucía BORT AGARAY de MAQUEDA: Asesora, investigadora, profesora universitaria y 
docente de la enseñanza media y terciaria no universitaria.
Lic. Alberto PELAEZ: Profesor de la Universidad de Buenos Aires
Asesor Técnico de 1a Presidencia de la Nación
Prof. Dr. Raúl C. REY BALMÁCEDA: Investigador del CONICET.
Profesor titular de la Universidad de Buenos Aires. Presidente de la Sociedad Argentina de 
Estudios Geográficos
Lic. Alberto PELAEZ: Profesor de la Universidad de Buenos Aires
Asesor Técnico de 1a Presidencia de la Nación
Prof. Dr. Raúl C. REY BALMÁCEDA: Investigador del CONICET.
Profesor titular de la Universidad de Buenos Aires. Presidente de la Sociedad Argentina de 
Estudios Geográficos
Prof. Teodoro RICCI: Profesor titular de la Universidad Nacional de Tucumán.
Prof. Ana del Carmen YEANNES: Investigadora.
Profesora de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
Prof. Dr. Mariano ZAMORANO : Profesor titular de la Universidad Nacional de Cuyo.
Ex vicepresidente de la Unión Geográfica Internacional,
Miembro de número de la Academia Nacional de Geografía
CARTOGRAFIA: La cartografía fue realizada por la profesora Lic. Mónica García Profesora 
titular ordinaria en la cátedra Geomorfología de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
HOMENAJE 
Luego de la aparición de la edición, se produjo el fallecimiento de dos 
autores, Federico A. Daus y Servando R. M. Dozo, destacados cultores de la 
ciencia geográfica. 
La coordinación y los autores de esta obra rinden un justo y emocionado 
homenaje a la memoria de los queridos e insignes maestros. 
Buenos Aires, otoño de 1991 
ÍNDICE
PRIMERA PARTE
1. Conformación del sistema político territorial
Dr. Raúl C. Rey Balmaceda /
Prof. Graciela M. De Marco …. . . ………………………………………………….... ...... ..19
2. Los ambientes naturales del territorio argentino
Dr. Ricardo G. Capitanelli ………………………………………………………………….....54 
3. Las etapas de ocupación del territorio argentino, una rápida
expansión con valoración parcial del territorio
Prof. Lucía L. Bortagaray ……………………………………………….…………………. 112 
4. Población y economía, geografía de las formas económicas y de los asentamientos
4.1. Breve reseña de la evolución de la economía argentina
 ………………………………………………………….............132 Lie. Alberto H. Peláez 
4.2. Población y poblamiento 
Dr. Raúl C. Rey Balmaceda………………………………………………………….......147 
4.3. Recursos naturales potenciales, parcialmente valorados 
Prof. Lucía L. Bortagaray..................................................................................................158 
4.4. Economía agroganadera de vocación exportadora 
Prof. Mirta S. González ……………………………………………………….......179 
4.5. Los recursos energéticos del territorio argentino 
Prof. Servando R. M. Dozo ...............................................................................................204 
4.6. Industria no integrada y concentrada con desarrollo interrumpido 
Prof. Servando R. M. Dozo ........................................................................................... . . 238 
5. Urbanización y sistema urbano
Dr. Juan A. Roccatagliata / Lic. Susana Beguiristain…...................................................252 
6. Los transportes y las comunicaciones
Red radiocéntrica y centralizada con marcada convergencia de los flujos hacia el área 
central y con escasa complementariedad intermodal
Dr. Juan A. Roccatagliata .................................................................................................272 
7 Comercio e intercambio 
Prof. Lucía L„ Bortagaray………………………………………………………………....300 
Palabras preliminares............................................................................................................................ 8
Prefacio.......................................................................................,........................................................10
Introducción. Visión de conjunto de un país nuevo.
 Dr. Juan A. Roccatagliata....................................................................................................................12
5
de ocupación e industrias promovidas
Dr. Ricardo G Capitanelli…………………………………………………………….546 
9. La porción oceánica y la porción antártica, dos espacios en cuestión
Dr. Raúl C Rey Balmaceda……………………………………………………………………….587 
Crisis, cambio económico y político de ordenación territorial 
Dr. Juan A. Roccatagliata…………………………………………………………………………. 614 
5. La región del Noroeste argentino: paisajes heterogéneos con economía mixta
Dra. Selva Santillán de Andrés / Prof. Teodoro R. Ricci………………………….........454 
6. Región cayana de los oasis agroindustriales
Dr. Mariano Zamorano…………………………………………………………………480
7. Región de los núcleos económicos fragmentados de las sierras pampeanas,
con oasis pobres y economías de subsistencia
Dr. Mariano Zamorano………………………………………………………………..516 
8. Patagonia, un medio duro, dominio de ovejas, con focos pioneros
4. Región agro-silvo-ganadera con frentes pioneros de ocupación del Nordeste
Dr. Enrique Bruniard / Dr. Alfredo S. Bolsi......................................................................414 
3. La macrorregión pampeana agroganadera con industrias urbanas y portuarias
Dr. Federico A. Daus, con la colaboración de la Prof. Ana del Carmen 
 Yeannes……………………………………………………………………….……...........375 
2. La región metropolitana de Buenos Aires, una desproporcionada concentración
Lic. Ricardo Gómez Insausti………………………………………………………...........350 
SEGUNDA PARTE 
Geografía regional. Los conjuntos regionales………………………………………………...........328 
1. Regionalización
Dr. Juan A. Roccatagliata…………………………………………………………….. . . . 331 
6
Índice de mapas, cuadros e ilustraciones......................................................................................................626TERCERA PARTE
DEDICATORIA
El coordinador y coautor de la obra, dedica la misma
a la memoria de su hermana Marta Elena.
PALABRAS PRELIMINARES
 "Algunas regiones de América fueron conocidas con apelativo fijo y estable, des de 
los días iniciales del descubrimiento o de la conquista, como el Perú, Brasil y Chile, 
pero otras; y entre ellas la Argentina, no llegó a tener designación alguna fija, perenne y 
aceptada por las gentes de aquende y allende del Atlántico, hasta muy entrado el siglo 
XIX. Lo más curioso es que una sección de la Argentina la más lejana y la todavía 
menos poblada, gozó de una denominación propia desde los primeros tiempos, y ella 
sólo varió accidentalmente, ya que, si unas veces se le denominó Patagonia o Tierra 
Patagónica, otras veces se decía Tierra o la Región de Gigantes, pero en uno y otro caso 
la toponimia era sustancialmente la misma, pues era la Región de los Patagones o 
la Región de los Gigantes Patagones, pobladores otrora, según se creía de las zonas 
australes de nuestro país.
 Pero, ¿cuál era el apelativo de la región, situada al norte de la Patagonia y al sur del 
Trópico de Capricornio? Sólo en épocas muy cortas se dio a esta zona de la América 
Meridional el apelativo de Tierras de Solís, de Tierra Argéntea, Tierra de Tucumán, 
Parte del Perú y Colaoprovin, esto es, Provincia de Colao, y sino la región, ciertamente el 
curso de agua que llamamos Río de la Plata, se llamó Uruguay, Mar de Wolís, Paraná y 
Paranaguaco, corrupción sin duda de Paranaguazú.
 Pero de los muchos nombres con que fue conocida otrora lo que es hoy la 
República Argentina, queremos detenemos en tres de los mismos, por haber sido uno de 
ellos el primero de los nombres con que se conoció el Río de la Plata, y probablemente 
también las tierras vecinas, y por ser los otros dos los que han perdurado más.
 Aunque dimos a conocer en 1933, y nuevamente en 1962, cuál fue la más 
antiguo de los nombres argentinos, parece que pocos tienen idea de que el curso de agua 
que ahora llamamos Río de la Plata, y es de suponer que también por la extensión, las 
regiones adyacentes, se llamó en la época precolombina o presolisiana Río de Aos, esto es 
Río de los Lobos Marinos, o Río Lobería. Es aun menos sabido que la Argentina se llamó 
Chica, denominación que fue bastante general durante toda una centuria, desde 
mediados del siglo VI hasta mediados del XVII, y que no desapareció del todo hasta 
muy entrado el siglo XIX.
 Hay una tercera denominación preargentina, de la que sólo tienen noticia las 
personas muy conocedoras de la historia colonial, y de la que nada saben gentes en 
general, siendo así que ella prevaleció desde mediados del siglo VI hasta mediados del 
siglo XIX; todavía en 1841, cuando la Confederación Argentina o de las Provincias del Río 
de la Plata era el nombre oficial; de la Argentina se seguía llamándose Paraguay a estas partes 
de nuestro continente ... "
 "Todavía a fines del siglo XVlII y principios del XIX lo que es hoy la Argentina 
carecía de nombre propio, ya que si el Paraguay era una de sus partes, Tucumán, Cuyo, 
Río de la Plata eran también partes o secciones, sin que hubiese, como acaecía con 
Chile y con Brasil, una designación que comprendiera todas las diversas zonas o 
regiones, y aun después de 1810 los nombres con que era conocida la República 
Argentina se fueron sucediendo: Provincias del Río de la Plata, Provincias Unidas 
del .Río de la Plata, Provincias Unidas de Sud América, Provincias Unidas del Río de la 
Plata en Sud América, y aunque en ,1826 se habla oficialmente de la Nación Argentina, y 
en 183l, y también en forma oficial, de la República Argentina, predominaron los 
apelativos Provincias Unidas y Confederación . Aun más: en 23 de setiembre de 
1860 se : declaró que de ahí en adelante, indistintamente, los nombres de Provincias 
8
Unidas del Río de la Plata; Confederación Argentina y República Argentina y Argentina 
serían igualmente oficiales para la designación del gobierno y territorio de las provincias, 
empleándose, la expresión Nación Argentina en la formación y sanción ,de las leyes, y desde 
octubre de ese año, el primer magistrado se autodenominó Presidente de la República 
Argentina. No sin fundamento atribuye Rosenblat la prevalencia de la voz Argentina los 
poetas anteriores y posteriores a 1810, y cierra. su preciosa monografía sobre el nombre de 1a 
Argentina con estas expresiones que, con su gentil anuencia, querernos hacer nuestras: 'el 
nombre de República Argentina parece hoy de tal modo consustanciado con el país, 
que es imposible concebir otro nombre, y no cabe pensar que el argentino pueda 
llamarse de otro modo que argentino. ¡Virtud magnífica de la historia, que convierte en 
sustancial lo que ella ha forjado a través de vicisitudes y accidentes! El país pudo llamarse 
Provincias Unidas del Río de la Plata, o de Sudamérica, como otro gran país se llama 
Estados Unidos de América, pero se llamó y se llama la Argentina . El nombre adoptado 
por los poetas ha triunfado sobre todos los nombres de la prosa oficial. Hecho 
alentador, porque representa el triunfo de la poesía sobre la prosa: Paul Morand ha 
podido así decir: 'Argentina, uno de los más hermosos nombres del mundo...”
GUILLERMO FURLONG S. J.
9
PREFACIO
 La obra que se presenta pretende ser una síntesis de los rasgos dominantes de la 
conformación geográfica de la República Argentina, concebida a través de los dos enfoques 
tradicionales de la ciencia geográfica: el general y el regional.
 Las transformaciones que en nuestra ciencia se vienen produciendo desde la década del 50 
han dado por resultado ciertas mutaciones en el pensamiento geográfico en sus aspectos 
teóricos, pero sobre todo en los metodológicos; en las técnicas de trabajo y en el tratamiento de 
los contenidos.
En consecuencia se hace necesario encarar, desde estas perspectivas, una renovada geografía de 
la Argentina que analice, bajo los conceptos y los procesos integradores en los que la ciencia 
geográfica pone énfasis, la perspectiva espacial, en lo concerniente a la organización general 
del espacio y 1a estructuración de los sistemas regionales.
 En este contexto LA ARGENTINA, GEOGRAFIA GENERAL y LOS MARCOS 
REGIONALES, se ha diseñado pensando en los destinatarios de la misma. Es así como se ha 
escrito dirigida al estudiante universitario de geografía y de otras disciplinas que en sus planes 
de estudio incluyen materias destinadas al análisis de la geografía argentina. También está 
dirigida a los docentes de enseñanza media, que tantas veces en cursos y seminarios nos 
hicieron notar sus necesidades en la materia. La obra en sí será de suma utilidad también a los 
estudiosos en general de las ciencias sociales, consultores y a todos los que desean interesarse 
por conocer uno de los aspectos más significativos de la Nación, como lo es la conformación y 
la organización geográfica de su territorio.
Destinada a esos lectores, la obra ha sido diseñada pensando en lograr una síntesis integradora 
a partir de ciertas dominantes.
 En los últimos años se ha acrecentado notablemente la diversidad informativa, 
metodológica y la de los temas estudiados. Parece que ello debería haberse reflejado en un 
aumento de trabajos y manuales, pero no ha sido así.
 Existen obras clásicas altamente meritorias y otras de más amplia difusión a modo de 
Atlas que incorporando modernas técnicas como las derivadas de las imágenes satelitales, 
constituyen permanente fuente de consulta sobre el conocimiento geográfico de la Argentina.
 A su vez, en los últimos años la Sociedad Argentina de Estudios Geográficos, viene 
publicando todos los trabajos que anualmente presentan los autores participantes de los 
Congresos Nacionales de Geografía. 
 De igual forma y con no poco esfuerzo, se difunden los boletines de Institutos 
Universitarios como los de Cuyo, Buenos Aires, Nordeste, Comahue y Tucumán.
 Otras publicacionesobedecen a Institutos del CONICET y organismos no gubernamentales 
preocupados por los problemas territoriales. 
 Finalmente debe destacarse la publicación de los Anales de la Academia Nacional de 
Geografía, conteniendo los principales trabajos y disertaciones de sus integrantes.
 Pese a todo esfuerzo, se consideró necesario contar con un texto en el cual se desarrollará 
una visión integral de la Geografía Argentina, de fácil acceso al interesado. Esta necesidad es la 
que pretende cubrir la presente obra.
 Esta se divide en tres partes. La primera atiende a lo que la tradición geográfica Física, la 
Humana y la Socioeconómica.
 La segunda, está referida al Análisis Regional y la tercera más breve, a la problemática e la 
Geografía Prospectiva.
 En el marco de la Geografía Sistemática se pasará revista a la conformación del sistema 
político territorial, los ambientes naturales del territorio argentino, las etapas de ocupación, la 
geografía de las formas económicas y de los asentamientos, la población y el poblamiento, los 
recursos naturales, la producción global, alimentos, energía, industria y servicios, el sistema 
urbano, las redes de transportes y comunicaciones, el comercio y el intercambio.
10
 Los marcos regionales, segunda parte de la obra, se encarnan a partir de un breve análisis 
del concepto y el método regional, las discusiones en su torno y la validez del enfoque regional 
para interpretar y explicar la conformación regional argentina. En ese contexto se presentan 
divisiones regionales alternativas de la Argentina atendiendo a los principios de uniformidad y 
funcionalidad.
 Luego se desarrollan las diferentes regiones como sistemas abiertos y a partir de un 
dominante organizadora, la que se traduce en la denominación de las regiones.
 Finalmente la tercera parte, incluye un trabajo en el cual se ensayan algunas reflexiones 
sobre la crisis, el cambio económico y las políticas de ordenación territoriales, es decir una base 
para repensar la organización geográfica del territorio argentino.
 Así concebida la obra, tanto en sus obras generales como en los regionales, no se han 
seguido un ordenamiento lineal, sino que se hacen valer ciertas dominantes a partir de las 
cuales se organiza el desarrollo de los diferentes temas. Esas dominantes se traducen en ciertas 
hipótesis de trabajo que serán presentados en la introducción y a partir de las cuales se 
desarrollan los respectivos temas. 
 En su tratamiento se han tenido en cuenta las actuales tendencias del pensamiento 
geográfico, en lo atinente a teorías, métodos y técnicas, incorporándolas en la medida de las 
necesidades, pero descartando un tecnicismo no propio de un texto de esa naturaleza.
 En función de ello, se ha considerado que una visión integrada de la Argentina desde la 
perspectiva geográfica, debería tener en cuenta tres enfoques , de otros tantos subsistemas que 
interacciona entre ellos conformando ese conjunto denominado sistema territorial.
 El primer enfoque hace al sistema natural con una concepción ambiental, el segundo al 
sistema de asentamientos, sus vínculos y organización socioeconómica, el tercero a los sistemas 
regionales. 
 Debe destacarse que se ha tratado de mantener la unidad de la obra en su conjunto, al 
mismo tiempo que se ha respetado la pluralidad de ideas y de enfoques de sus autores, 
geógrafos en su totalidad, con la sola excepción de de un economista, pero precedentes de 
escuelas de pensamientos diversas y con percepciones especificas en función de su lugar de 
residencia y de su tarea académica. 
 El último párrafo está destinado a los autores. A la coordinación de esta obra le ha parecido 
oportuno que la misma fuera realizada por un amplio equipo académico, con el fin de 
introducir la especialización temática, la variedad metodológica, la pluralidad de ideas y las 
experiencias específicas. Todo ello dentro de un marco compatible. En consecuencia se acudió 
a geógrafos de trayectoria ampliamente reconocida, con residencia en diferentes regiones del 
país, todos ellos profesores universitarios e investigadores. Junto a la experiencia de los 
geógrafos maduros se incorporó a un grupo de jóvenes profesores universitarios e 
investigadores que están trabajando con pie firme en la vieja ciencia de Estrabón. 
 En o concerniente a los marcos regionales se ha preferido que cada región sea tratada por 
los especialistas locales o aquellos que han dedicado gran parte de sus trabajos a dilucidar los 
respectivos problemas regionales. 
 En síntesis, la experiencia madura y la juventud creativa se han conjugado para un trabajo 
en conjunto.
 El lector tiene en sus manos la 2da. edición de esta obra. La misma ha sido corregida y 
actualizada hasta donde al momento de su reimpresión se disponían de datos provisorios del 
censo de 1991 homologables para todo el país. 
 En los diferentes capítulos los autores han incorporado algunas consideraciones sobre la 
evolución de cada problemática tratada en los últimos años como así también sus tendencias.
 El usuario de esta obra podrá ir incorporando su propia actualización con los nuevos 
datos del censo de 1991, como de los procesos de mutación en los que nos vemos inmersos los 
argentinos en el comenzó de la década. 
11
INTRODUCCIÓN 
VlSIÓN DE CONJUNTO DE UN PAÍS NUEVO
JUAN A ROCCATAGLIATA
La República Argentina, nacida a la vida independiente en 1816,puede ser 
considerada como un país nuevo, en un ámbito geográfico diverso como resultado de: una 
encrucijada de hechos físicos y humanos, con una posición geográfica de aislamiento, en un 
estado intermedio en lo concerniente al proceso de desarrollo,, así como también al de 
ocupación y organización territorial.
La posición geográfica de la Argentina es de aislamiento, en tanto ésta sea medida a 
nivel mundial.
En efecto, en el hemisferio Sur u oceánico su territorio se extiende desde las verdes 
selvas y bosques tropicales hasta los mares helados del Sur, acompañado en toda esa dilatada 
marcha por Chile al poniente y sólo en la porción central y al naciente por el Uruguay y el 
Brasil.
Esa posición geográfica mundial de aisla1niento se transforma en posición central 
cuando se la percibe a escala subcontinental, pues, en efecto, la Argentina posee una posición 
céntrica con respecto a los países limítrofes que la circundan.
Es así como los espacios constitutivos del territorio argentino se extienden, salvo la 
pampa, más allá de las fronteras, con el significado que ello representa en el campo de la 
integración con los países hermanos y en consecuencia la complementación económica, 
social y cultural que de ello se deriva.
El ámbito andino noroccidental, la cuenca del Plata, los espacios austral patagónico y 
oceánico constituyen con la pampa un escenario geográfico diversificado y propicio para la 
organización humana.
Así concebida, la Argentina debe percibirse como una extensa península, lo que 
implica un destino continental y otro oceánico.
Una serie de ideas a manera de hipótesis de trabajo nos introducen en la realidad 
geográfica de la Argentina.
Sus ambientes naturales constituyen un mosaico de paisajes, con recursos, asociados 
no suficientemente valorados, aunque a veces con signos de degradación por la intervención 
humana descontrolada.
El sistema natural territorial muestra paisajes de singular belleza y contrastantes, pero 
también la recurrencia de fenómenos naturales de signo catastrófico, con la consiguiente 
vulnerabilidad para las poblaciones afectadas, casi siempre las de mayor fragilidad 
socioeconómica. 
El poblamiento del territorio complejo se gestó en una larga lucha histórica y puede 
señalarse, como lo sostiene Daus, que la unidad nacional es un producto no sólo de la 
historia, sino de la geografía.
Algo más de treinta y tres millones de habitantes ocupan el territorio argentino. 
En comparación con la extens1on de estese trataría deun país escasamente poblado, 
con desigual distribución y fuerte concentración en el frente fluvial del Plata-Paraná. 
El volumen poblacional es reducido y su crecimiento total es lento debido a 
declinantes niveles del crecimiento vegetativo y del crecimiento migratorio.
Los aspectos poblacionales se toman más interesantes cuando se analiza la dinámica 
demográfica de los distintos grupos sociales y regionales.
Esto llevaría a afirmar que el actual crecimiento demográfico de la Argentina se apoya 
fundamentalmente en la precariedad de las condiciones de vida de los estratos bajos.
12
En lo concerniente a los aspectos cualitativos, la población argentina, de gran 
ascendencia europea, se caracterizó por la calidad de los recursos -humanos, aunque es 
honesto reconocer la caída de la calidad de vida general provocada por la crisis 
socioeconómica que en las últimas décadas nos afecta.
No debe dejar de mencionarse que los problemas que padece el .país están 
relacionados, en una buena parte , con falsas percepciones y creencias, a veces 
transformadas en "mitos nacionales", lo que condujo a contradictorios comportamientos de 
la sociedad.
En el campo de lo geográfico la creencia generalizada del país "inmensamente 
rico en recursos naturales", creencia más mítica que real, ha llevado a constantes 
frustraciones. En este sentido puede decirse que hay un país mental y un país real. Este se 
acerca más a la idea de la existencia de una buena provisión de recursos naturales, con 
potencialidades y con restricciones, con formas de subutilización y de degradación.
Desde las llamadas economías regionales de subsistencia hasta la 
estructura agroportuaria, la Argentina fue edificando una sociedad económica moldeada 
geográficamente. En ella se instaló la etapa industrial, dependiente y no integrada que señala 
Ferrer (Ferrer, 1979) hasta desembocaren la crisis, la de una economía estancada con 
consecuencias políticas, sociales e institucionales.
La economía agrícola se muestra con vocación exportadora. En la última década el 
país se ha hecho más agrícola que industrial, con regresión ganadera y cambios sensibles en 
el uso de la tierra. ·
La economía industrial en cambio muestra un sesgo importador , producto de una 
escasa integración, de la cual se la desea arrancar en estos momentos.
Se ha sostenido y con razón que el sector agropecuario es generador de divisas, las 
que en parte son consumidas por la industria para su desenvolvimiento. Esto ha llevado a una 
dicotomía sectorial.
La industria en vías de integración, que había crecido sensiblemente hasta 
comienzos de la década del 70 se mostró con escasa capacidad de competitividad, débil 
incorporación de tecnología y espacialmente concentrada, lo que condujo, entre otras 
cosas, a un estado de involución y de estancamiento. Se ha dicho , no sin razón, que el 
futuro de la Argentina pasa por dos de sus potencialidades: alimentos y energía.
En este campo el país posee una buena provisión, de re cursos energéticos. Los 
niveles de autoabastecimiento son aceptables, con amplia gama de re cursos, aunque con 
fuerte dependencia de los hidrocarburos.
La producción de energía eléctrica encuentra una excelente combinación de 
recursos o fuentes. En este caso, las llamadas no convencionales, son potenciasles y de 
expectativa, toda vez que no se dispone de información, suficiente acerca de su cuantía y 
demanda potencial. Durante las últimas décadas el país ha invertido con intensidad en los 
sectores energético, cuya participación en la inversión total ha sido la mayor; pese a ello ha 
sido deficiente la exploración de los recursos en todas sus fuentes.
Las redes constituyen un factor significativo en la estructuración del espacio. Estas 
redes, en cuanto constituyen los vínculos, están íntimamente asociadas a los asentamientos 
humanos, especialmente al sistema urbano.
Es así como puede sostenerse que las redes de transportes son 
radiocéntricas y centralizadas en su visión espacial, y de escasa integración y 
complementación intermodal en su perspectiva funcional.
Este fenómeno está relacionado con un sistema urbano encabezado por Buenos Aires, 
lo que constituye una exagerada concentración metropolitana y caracterizado por su 
concentración y centralización geográfica con fuertes desigualdades en las jerarquías de 
centros y acelerado proceso de urbanización.
13
Ciertos cambios en los aspectos cuantitativos y cualitativos en el sistema han 
llevado en las últimas décadas a un equilibrio entre los procesos de metropolización, 
consolidación de las ciudades medias y afirmación de los asentamientos dispersos.
El proceso de urbanización descontrolada junto a las mutaciones económicas 
condujeron, acompañados de otras cosas, a la modificación de los indicadores sociales 
territoriales, los que muestran un retroceso en términos de acceso a las necesidades 
básicas del hombre.
Esta caída de los niveles de vida de la población está relacionada con la escasa 
productividad general, la ineficiencia y el insuficiente ritmo de desarrollo tecnológico 
con la consiguiente caída del poder adquisitivo de los salarios.
A fines de la década del ochenta era lícito sostener que la economía argentina 
sufría un fuerte sobredimensionamiento financiero en relación a lo producción genuina, 
con un acelerado proceso inflacionario; un déficit fiscal difícil de controlar; ausencia de 
mercados de capitales e inversiones y un fuerte endeudamiento externo e interno que 
condicionaba el proceso de crecimiento.
A todo ello debe agregarse la fuerte restricción en los mercados externos y el 
proteccionismo que condiciona la exportación de los productos argentinos.
Todo ello tuvo su efecto sobre la organización espacial, condicionando por un lado el 
desenvolvimiento de las regiones. Así, los sistemas regionales muestran marcadas crisis 
estructurales, escasa complementariedad interregional y fuerte dependencia del área 
central. 
Por otro lado un proceso de desconcentración que en las últimas décadas permitió un 
acelerado crecimiento y multiplicación de las ciudades de tamaño intermedio, como bien 
lo señala Vapnarsky (Vapnarsky-Gorojovsky, 1.990).
Se ha dicho y con razón que la Argentina se encuentra en una profunda crisis. En 
efecto, el P.B. en los últimos cinco años disminuyó en un 10 ,8 % , mi t1 tras el producto 
industrial lo hizo en un 1 7 ,3 % y el consumo en un 9 ,3 % . Por otro lado, la inversión bruta 
fija cayó, para el mismo período, en un 54,8% con una leve tendencia de 
mejoramiento al promediar 1991, como resultado del plan económico en marcha. 
Es así como se asiste a una crisis donde a nivel industrial han desaparecido varias 
líneas de producción; la productividad general es baja y se muestra un estancamiento en los 
niveles de inversión física y tecnológica.
Ello condujo a la expulsión de mano de obra calificada y al desarrollo de una 
economía subterránea.
A nivel territorial se han agudizado ciertas desigualdades regionales se ha 
acrecentado el poder del aparato estatal con la consiguiente centralización decisional y 
geográfica.
La diferencia de producción entre el litoral pampeano y el interior es de 7 a 1 y los 
de bienestar de 3 a 1 , lo que demuestra que pese a todo, ciertos mecanismos de 
redistribución han funcionado aceptablemente. 
Las tres cuartas partes de las provincias argentinas financian, seis presupuestos 
con recursos nacionales, seis de ellas en más de un 90%.
Todo lo expresado se ve agravado por el contexto internacional en el cual debe 
insertarse la Argentina, caracterizada por desigualdades y nuevos conflictos.
La conformación territorial de la Argentina, como su organización funcional 
muestran los rasgos que la sociedad les ha impreso en un proceso histórico cambiante, 
con sus momentos más significativos y otros que sé dilataron entre los momentos claves. 
14
Los tiempos que corren son propios de aquellas etapas históricas en la vida de los 
pueblos donde es necesario recurrir a la inteligenciacreativa, a las ideas lúcidas, a la 
percepción objetiva de la realidad y, por cierto, a las acciones concretas que permitan 
encontrar nuevos rumbos para la vida de la República.
En ese sentido se han formulado planes económicos sociales que permitan revertir la 
situación de postración a la, que se hiciera referencia y permita retomar la senda del 
crecimiento y el bienestar compartido. 
A comienzos de la década del 90 una serie de procesos de cambios políticos, 
institucionales, ecónomos y sociales, conmueven al país. Por otro lado, el mundo aparece 
también encaminado a una nueva reorganización e integración de los países por bloques.
Esto lleva a decir que estamos pasando de la concepción del Estado-Nación a la 
Nación-Región. 
Buena tarea le aguarda a la Geografía Social y Económica por un lado y a la Geografía 
Política por el otro, en la dilucidación de estos procesos de cambio dramático en la vida de las 
naciones, como lo definiera Peter Draker.
No menor será la tarea de la Geografía Física y Ambiental ante los nuevos desafíos. El 
concepto de desarrollo sustentable está marcando una nueva etapa en las relaciones entre medio 
ambiente y desarrollo. En 1992 se llevará a cabo una conferencia internacional sobre el tema, 
de la que participará la Argentina.
El lector, especialmente el geógrafo deberá seguir atentamente todo este proceso de 
cambio, tanto a nivel nacional como intén1acional. Sus estudios investigaciones, críticas y 
propuestas serán a no dudar fundamentales en los tiempos que corren.
En nuestra Argentina son muchos los problemas que nos ocupan y preocupan, en 
momentos en que se trabaja con consensos y con disensos en una profunda reformulación del 
modelo socioeconómico y político del país.
Reforma del Estado, descentralización, transferencias al sector privado de actividades y 
servicios, desregulaciones, transición productiva, apertura económica e integración regional, 
entre lo que se destaca el Mercosur, aparecen como las acción de mayor envergadura .
Todo ello en el marco de una crisis estructural muy aguda, más aún por los sucesivos 
ajustes económicos, que están llevando constantemente a una disminución del nivel y calidad 
de vida del hombre argentino, marginando amplios sectores de la sociedad, sobre todo los de 
mayor fragilidad socioeconómica. 
 También se resintió el sistema de relaciones entre la Nación y las Provincias, 
postergando proyectos y volviendo a poner sobre la mesa de discusiones, la problemática de la 
propiedad de los recursos naturales, la coparticipación de impuestos, las regalías y los ajustes.
Por todas estas razones el momento que vive la Argentina es crítico y culminante, 
hecho que también acaece aún con diferentes matices y grados de criticidad en los demás 
países de la región.
Si bien es cierto que todo lo explicitado no es geográfico en sí, al menos en la 
concepción tradicional de la disciplina, debe reconocerse que tiene implicancias geográficas 
fundamentales. Es así, en la medida que el territorio constituye el soporte de todo este proceso, 
influyendo y siendo influido.
 En efecto el subsistema ecológico-ambiental, el de asentamientos humanos y los 
subsistemas regionales, recibirán el impacto de las mutaciones y actuarán corno condicionantes 
de 
 Probablemente asistiremos a una nueva etapa en la organización del territorio.Aparece- 
rán actividades que se moverán bajo otros patrones de localización. Ello modificará la 
dinámica de los movimientos, con nuevos procesos de difusión e interacción espacial.
15
éstas.
El establecimiento de políticas de ordenación territorial resultarían adecuadas para 
acompañar, inducir, coordinar, corregir disfuncionalidades y priorizar inversiones.
Estamos ante un desafío, vencer la crisis, crecer, desarrollamos e insertamos en la región 
y con ella en el mundo.
Para que ello sea posible es necesario un profundo cambio en el sistema educativo, lo 
que incluye también el desarrollo científico y tecnológico. Al hombre no lo cambia la economía 
sino la educación.
Se debe apuntar a consolídar una sociedad organizada, responsable, pluralista y 
solidaria.
Más allá de las ideas en las que habrá divergencias, los argentinos tendremos que 
encontrar proyectos comunes que nos convoquen.
Uno de ellos y bueno es decirlo en un libro de geografía, es pensar en común que la 
riqueza de las naciones no son un don de la geografía, sino que surge del poder transformador 
de los hombres.
16
PRIMERA PARTE 
1 
Conformación del Sistema 
político territorial 
EL SISTEMA POLÍTICO TERRITORIAL 
RAÚL C. REY BALMACEDA 
GRACIELA M. DE MARGO 
1. Aspectos teóricos
El análisis de la República Argentina contemporánea desde el punto de vista perteneciente a la 
geografía política no puede ser realizado en forma cabal sin penetrar, como tarea liminar, en los 
pertinentes aspectos teóricos. Esto es así por una sencilla razón: la apasionante temática que aborda 
la geografía política ha atraído a estudiosos de distintas disciplinas y también a improvisados que han 
incursionado, con éxito vario, en esa temática y han producido algún grado de perturbadora confusión. 
Quizá en este orden de ideas la confusión acerca de los verdaderos contenidos, propósitos y límites 
de la geografía política y de la geopolítica sea la más perniciosa. 
1.1 Concepto de territorio 
El concepto de territorio ha adquirido significativa complejidad en los últimos tiempos y ello 
justifica que en esta oportunidad lo abordemos con adecuado detalle. 
1.1.1 Etimología 
La palabra territorio procede del latín territorium y su equivalente castellano aparece entre los años 
1220-1250, derivándose del latín terra. 
El diccionario académico de nuestra lengua indica que la palabra territorio, en su primera 
acepción, significa «Porción de la superficie terrestre perteneciente a una nación, región, provincia, etc.» 
En términos generales la definición es correcta es bien en nuestro caso debe aplicarse a un Estado. 
Por su parte, el diccionario de ciencias sociales (Del Campo, c. a. 1976: 1045) señala que 
«puede hablarse de un territorio en un sentido antropológico-cultural y por lo tanto psicológico-
cultural, político, jurídico, etc. y en un sentido biológico, apoyándose el primero en el segundo». El 
territorio se añade— «es la parcela geográfica que sirve de hábitat exclusivo a un grupo humano a un 
grupo animal o individuo". La condición de exclusivo se menciona porque el individuo o el grupo tienden 
a mantener celosamente su derecho a habitar y explotar esa área geográfica sin interferencias por parte 
de otros individuo» o de otros grupos. 
En lo que atañe al concepto de superficie terrestre incluido en esa definición, puede puntualizarse 
que en la moderna ciencia geográfica se aplica a la parte externa de nuestro planeta Tierra y a la parte 
inferior de la atmósfera. Se trata, en consecuencia, de una superficie tridimensional, con un espesor que 
se refiere a la posible actividad humana habitual: el vuelo de aviones en el caso de la atmósfera, una 
perforación petrolera en el caso de la litosfera. 
1.1.2 Territorio y vida 
El concepto de territorio es válido para numerosas especies de animales. El instinto territorial ha sido 
minuciosamente estudiado por diferentes autores arribándose a conclusiones muy importantes en el 
dominio de la etología en lo referente a los nichos que las distintas especies ocupan en la naturaleza, la 
competencia entre los animales, etcétera. 
Así como ocurre en las especies animales, el hombre tiene también sus límites territoriales. Los 
etnógrafos, por su parte, han demostrado que pueblos con escaso desarrollo cultural –a veces 
calificados como «primitivos»– también han tenido y tienen un agudo sentido de propiedad territorial y 
han explicado que las luchas entre los grupos o tribus vecinos generalmente reconocían como causa una 
cuestión relacionada con el dominio del territorio. 
 En la actualidad se habla de los «mecanismos deterritorialidad», un concepto nuevo recientemente 
introducido en el estudio del comportamiento humano. En términos generales se sostiene que 
19
las aves y los animales, así como el hombre, poseen una característica o rasgo genético que produce la 
necesidad de definir un «área doméstica» o «territorio» cuya defensa, a través de los derechos a 
repeler intrusos, es respetada y llega codificada. En las áreas urbanas, los grupos sociales también 
definen en numerosas oportunidades sus territorios, y si bien muchos de ellos están vagamente 
delineados, ocasionalmente se levantan barreras defensivas; de la misma manera, en lugares 
residenciales de nivel elevado en muchas partes del mundo se toman medidas para evitar el ingreso de 
personas no deseadas. 
Cabe señalar, en consecuencia, que desde los pueblos más primitivos hasta las sociedades más 
avanzadas han ejercido un sentido de propiedad territorial que se fue agudizando con el devenir 
histórico. El hombre se ha vinculado siempre con el territorio que lo ha acogido. Ya el geógrafo alemán 
F. Ratzel desarrolló el concepto de «Lebensraum» o «espacio vital» al referirse «al elemento en 
que respira el cuerpo político y en el que, a impulso de las leyes de la naturaleza, se expande y 
crece para convertirse así en parte inseparable del organismo vivo del Estado» (Weigert, 1944:108). Si 
bien los conceptos vertidos por este geógrafo han sido puestos en tela de juicio en numerosas 
oportunidades, puede señalarse que la noción de «espacio vital» ha sido de uso habitual en numerosas 
ciencias.
Podemos concluir señalando que el territorio es la primera e inmodificable condición para la vida y 
que la naturaleza de la base territorial afecta en muchos sentidos a la estructura social de la co-
munidad, su desenvolvimiento y sus modos de vida. 
1.1.3 Espacio o territorio 
En numerosas oportunidades se ha visto el erróneo y reiterado reemplazo del vocablo territorio, de 
acepción precisa, por el de «espacio». El diccionario académico de nuestra lengua no aporta 
elementos que permitan tal reemplazo. Por lo demás la expresión «espacio territorial» es espuria. 
La palabra «espacio» es utilizada por diferentes ciencias adquiriendo connotaciones dispares en 
cada una de ellas. Es también utilizada en el desarrollo del pensamiento templario, en la teoría 
onfálica y en otras actividades dispares (Cooper, 1978:155). Asimismo, ha sido comprobado que el 
concepto de «espacio» de cada individuo es único, diferente al de otros que integran su mismo 
grupo (en relación con la edad, la cultura, el estadio del ciclo vital, etc.) y en esa determinación 
mucho ha investigado la geografía de la percepción. 
El concepto de territorio, por el contrario, posee cierto grado de inmutabilidad y de perdurabilidad, 
tanto para la totalidad de sus propios pobladores como para los habitantes de otros Estados. 
La palabra espacio no aparece en algunos diccionarios (i. a. Stamp, 1961; Sagredo, 1972): en el 
dirigido por Pierre George sólo se encuentra la expresión «espacio económico» (George, 
1970:161), en tanto que en el de Monkhouse únicamente figuran las expresiones «espacio muerto» y 
«espacio vital» (Monkhouse, 1978:179). 
Sin embargo, en varias publicaciones geográficas se emplea la palabra espacio. Tal cosa ocurre con 
el conocido libro de Paúl Claval titulado Espace etpóuvoir (Claval, 1978); con los volúmenes 
editados por Tommy Carlstein y otros con el título general de Timing space and spacing time 
(Carlstein, e. a.; 1978) y con muchas obras referidas a la temática que aborda la geografía regional 
(Frémont, 1976; Dollfus, 1976; Dumolard, 1981). En otro trabajo (Rey Balmaceda, 1972) se han 
distinguido tipos de espacio al desarrollar la teoría y la práctica de la geografía regional. Asimismo, J. 
A. Roccatagliata ha publicado un oportuno trabajo sobre el empleo del término desde la óptica 
geográfica (Roccatagliata, 1982). El trabajo de Jean Gottman titulado The significance of territory 
puede citarse como contrapartida; en él la palabra territorio alcanza su verdadera dimensión 
(Gottman, 1973).
En los campos de la geografía cuantitativa y de la geografía teórica es habitual el empleo de la 
palabra espacio no ya como reemplazo de territorio sino como sustituto de la expresión «superficie 
terrestre», lo cual se relaciona con la visión de esa superficie que ofrecen dichas orientaciones. 
Debemos traer a colación que la expresión «espacio de un Estado» involucra, muchas veces, partes 
de la superficie terrestre ocupadas ilegalmente, sometidas o protegidas por un Estado sin que integren 
cabalmente su territorio; asimismo, el «espacio de un Estado» está constituido por áreas que están 
sometidas a sus designios económicos, aunque no constituyan el cuerpo territorial del Estado. 
20
Para concluir, diremos que por todo lo dicho queda suficientemente desacreditado el empleo del 
término «espacio» en reemplazo del de territorio. Asimismo, cabe señalar que el territorio indica la 
tierra donde están sepultados nuestros ancestros, nomina la tierra en que vivimos, otorga una na-
cionalidad; por todo ello cabe puntualizar que el territorio integra el concepto de patria. Sanguin 
(1981:55) ha señalado que el concepto de patria «es más bien un sentimiento local generador de 
emociones profundas; es la experiencia íntima de lugares y el sentido de la fragilidad del bienestar... Es 
hasta cierto punto una especie de sueño individual donde se encuentran esquematizadas e 
idealizadas las cualidades del pasado, del presente y del futuro de la tierra cotidiana». Como ha 
señalado .J. A. Roccatagliata (1982) «un pueblo con su historia y tradición se proyecta y arraiga a su 
territorio y forma con él algo indivisible ». Cualquier intento de mutilación territorial implica agredir 
el cuerpo mismo del Estado; de ahí el concepto de integridad territorial. 
1.2 Territorio, nación y Estado 
Todo Estado está integrado por tres elementos ineludibles: el territorio, el pueblo y la organización 
jurídica que lo estructura. Algunos tratadistas consideran que existe un cierto componente: la finalidad. 
Es necesario, ahora, abordar el concepto de nación dado que en algunas oportunidades se lo 
considera equivalente a pueblo y en otras como sinónimo de Estado. 
La nación es el conjunto de personas que pertenecen a la misma etnia, que hablan la misma lengua, 
que profesan la misma religión y que poseen un pasado común, se trasunta en su vida cultural, 
costumbres, forma de vestir, idiosincrasia, etc.). En algunos casos se encuentran dispersas por el mundo 
(caso de la nación gitana), por lo que no constituyen en forma exclusiva el pueblo de ningún Estado en 
particular sino que integran parcialmente numerosos pueblos. 
En algunos casos el concepto de nación es equivalente a pueblo y ello es así cuando el pueblo de 
un Estado es lo suficientemente homogéneo como para permitir esa sinonimia. En este sentido es 
habitual, por ejemplo, la referencia a una «nación francesa » 
 En otros casos se hacen sinónimos los conceptos de nación y de Estado y ello reporta confu-siones 
pues un Estado puede estar formado por varias naciones (caso de Suiza y de la URSS). 
En nuestro país es habitual la identidad entre nación y Estado —como veremos de inmediato, pero 
nosotros, en este escrito, preferimos utilizar la palabra nación sólo para referirnos a las personas que 
constituyen un grupo homogéneo aunque no habiten en el mismo Estado. 
La expresión «Estado nacional», de uso reiterado, puede considerarse como manifestación de que 
existe una evidente amalgama entre los elementos que constituyen un Estado, que es el resultado de 
una larga maduración histórica, como señala Sanguin (1981: 58 ) . 
1.2.1 El territorio 
El territorio del Estado, en el que se asienta la población y desarrolla la vida, es la base física 
esencial de aquél y determina en cierto sentido sus características. 
En primera Instancia, el territorio perteneciente al Estado comprende una parte dela superficie 
emergida de nuestro planeta sobre la que aquél ejerce soberanía. En consecuencia, debe existir por 
parte de los demás Estados un reconocimiento tácito, de esa soberanía para que sea efectiva. Esa parte 
de nuestro planeta puede ser una parcela de un continente, un archipiélago, una porción de una isla, 
etcétera. 
En segunda instancia, constituyen el Estado porciones de las superficies y de las masas 
oceánicas y de las áreas sumergidas, si se trata de uno con acceso al mar. En tercera instancia, el hecho 
de ejercer soberanía sobre una parte de la superficie del planeta adiciona a todo Estado una porción del 
espacio aéreo y otra del espacio cósmico. En cuarta y última instancia pertenece al Estado el cono 
del globo terráqueo definido por todos los radios terrestres que tocan los puntos que constituyen sus 
confines y alcanzan el centro de la Tierra. 
Por todo lo manifestado consideramos que el territorio de un Estado no es un plano, sino una 
superficie que posee espesor, es decir, tiene tres dimensiones. Ese espesor se extiende desde el centro 
de la Tierra hasta el infinito y varía permanentemente en relación con los distintos movimientos 
que, realiza nuestro planeta en el espacio astronómico. 
21
1.2.2 El pueblo 
Concebido como la totalidad de los habitantes o población, el pueblo es el acervo más precioso 
de un Estado. Todo lo que a él se refiere debe constituir, en consecuencia, una preocupación preferente 
de los gobernantes. 
Asimismo, cabe señalar que la población en la vida de un país no se desarrolla como algo 
meramente, material—una estructura—sino que tiene un alma que es el impulso vital. Éste impulso le 
permite al Estado enfrentar con mayor o menor éxito problemas relacionados con la disponibilidad 
de recursos, un territorio reducido, la existencia de vacíos de población, o presiones de-
mográficas significativas o sea que está en relación directa con el éxito en vencer los desafíos de la 
historia. 
Refiriéndonos al conocido trabajo de J. Gottman The significance of territory (1973) podemos 
manifestar que la actitud de los habitantes respecto del territorio ha tenido siempre un interés 
fundamental en la geografía. El territorio aparece como una noción material y espacial que esta-
blece los vínculos entre la política, el pueblo y el marco natural. La función primordial del territorio 
consiste en definir las relaciones entre la comunidad y su hábitat, por un lado y entre la comunidad y 
sus vecinos, por el otro. 
Q. Wright (1948:3.9) señalaba que los cambios de población, como los cambios de clima, 
descubrimientos geográficos y geológicos, invenciones técnicas y sociales influyen en gran medida en 
el comportamiento político de los Estados, pero cuanto más «civilizados» son los pueblos menos 
determinantes resultan tales factores. Por su parte, A. L. Sanguin (1981:39) indica que son siete los 
parámetros cualitativos que definen políticamente a los habitantes del territorio: cultura, educación, 
salud, raza, lengua, religión y espíritu nacional. 
En suma el Estado es la manifestación de los habitantes del territorio en organizarse espa-
cialmente; es ahí donde surge el concepto de territorialidad y el de sentimiento de pertenencia como el 
señalado apego de los habitantes hacia el medio en el que desarrollan sus actividades. 
1.2.3 El gobierno 
El tercer componente del Estado es la organización jurídica, a veces reconocida como «orga-
nización política», «gobierno», «estructura institucional», etc. La organización jurídica hace refe-
rencia a los múltiples elementos que regulan permanentemente los deberes y los derechos de 
todos y cada uno de los habitantes de un Estado, enmarcando al mismo tiempo su funcionamiento 
como 
Los distintos Estados representan organizaciones políticas emanadas de una comunidad que se 
dota a sí misma de un sistema de gobierno para –entre otros aspectos– preservar el bienestar y la 
seguridad de los habitantes, mantener la integridad territorial del Estado, permitir que los indi-
viduos puedan satisfacer sus necesidades espirituales, intelectuales, etcétera. 
El sistema de gobierno da origen a una gran variedad interestatal, teniendo esto último con-
notaciones en el ordenamiento territorial y en la conformación de los diferentes paisajes políticos. 
También debe destacarse la importancia y trascendencia de la capacidad económica de todo Estado 
ya que posibilita orientar las inversiones públicas, de acuerdo con políticas específicas, hacia los 
sectores económicos o regiones del Estado en los que se crea conveniente o aconsejable llevarlas a 
cabo, bien para una mejor explotación y movilización de los recursos existentes, bien para una 
progresiva integración territorial. 
1.2.4 Finalidad del Estado 
La finalidad o razón de ser del Estado constituye su cuarto y último componente y se refiere a las 
normas éticas y a los propósitos que le dan sentido y guían la acción de sus gobernantes está 
integrada por los fines supremos del Estado, o sea las aspiraciones e ideales históricos del pueblo, 
destinados a colmar las esperanzas colectivas de la comunidad. Esta finalidad está expresada ge-
neralmente en Constituciones según enunciaciones formales como las siguientes: paz y prospe-
ridad; pan y libertad; orden y progreso; libertad, igualdad; seguridad y bienestar; felicidad del pueblo 
22
y grandeza de la nación etc. En otras palabras, representan las exigencias que el pueblo le plantea al 
Estado al precio de su lealtad. En la República Argentina esas aspiraciones supremas están indicadas 
en el preámbulo de la Constitución. 
A pesar de estar ignorado en mucha literatura de geografía política, el concepto de razón de ser no 
constituye un pensamiento nuevo. F. Ratzel definió al Estado como una sección de tierra y una 
sección de humanidad organizadas en una unidad singular en términos de una idea distintiva y 
particular; O. Maull, por su parle, discutió el concepto con cierta profundidad en su Politische 
Geographie (1925) y más tardíamente R. Hartshorne (1940; 1950; 1954), L. K. D. Kristof (1967), R. 
Muir (1979)) y A. L. Sanguin (1981) se han ocupado del tema. R. Hartshorne, en su trabajo del año 
1954, ha puntualizado que cada Estado debe buscar para entregar a su pueblo un propósito o 
propósitos específicos disantos de los formulados en otros Estados, según los cuales todas las 
clases de personas de todas las diversas áreas de la región se identificarán con el Estado que los 
contiene dentro de un área organizada. Este concepto de complejo de propósitos específicos en cada 
Estado ha sido llamado «idea de Estado» por los autores seguidores de Ratzel y por otros «razón de 
ser» o justificación del Estado. 
A. L. Sanguin (1981) diferencia la idea de Estado de la razón de ser del Estado, indicando que 
esta última deriva de la primera, es decir, que la razón de ser deviene una concepción moral y 
filosófica del destino del Estado y de su misión en términos de teleología humana universal. La idea 
estatal ayuda al pueblo a poseer una imagen de sí mismo, de aquello que es y de aquello que será. 
1.2.5 Nación Argentina y Estado argentino 
El preámbulo y el artículo 35 de la Constitución Argentina (1853) mencionan explícitamente el 
concepto de «Nación Argentina», mención que se repite en otros artículos. El tratadista Joaquín V. 
González ha considerado que en este caso los términos Nación y Estado son equivalentes, pero con 
la salvedad de que es la nación organizada, bajo la forma o sistema que ella ha resuelto adoptar, la 
que se transforma en Estado (González, 1983:87), idea que ha ratificado al manifestar que dicha 
Constitución ha aceptado que la Nación —compuesta por las provincias— era preexistente al Es-
tado. Asimismo ha considerado el célebre autor riojano que la Constitución ha estado inspirada en la 
idea de que un solo pueblo forma el país y que sólo los términos nación y provincias son los que co-
rresponden al derecho constitucional argentino. 
Empero, en el quehacer argentino enel campo de la geografía política es habitual el empleo del 
término Estado en lugar del de Nación y con los mismos alcances. 
Con respecto al nombre oficial de nuestro país puede recordarse el conocido decreto de Derqui del 
8 de Octubre de 1860 que estableció que es el de República Argentina. 
2. La determinación del territorio argentino
2.1 La definición histórica del territorio argentino 
Salvo algunas pocas excepciones, todos los Estados contemporáneos reconocen antecedentes 
históricos que les otorgan validez. En otras palabras: los Estados no son productos de generaciones 
espontáneas o de aleatorios procesos de azar, sino que hunden sus raíces en la historia, veces muy 
profundamente. 
En lo que atañe a la República Argentina es indudable que sus raíces se encuentran en la acción 
político-administrativa cumplida por España en las Indias, que en la parte de América que nos 
interesa, había organizado un virreinato constituido por ocho intendencias y cuatro gobiernos mi-
litares, con el fin de poner coto a las expansiones territoriales del actual Brasil. 
2.1.1 La Argentina y el Virreinato del Rio de la Plata 
Los sucesos ocurridos en Europa a principios del siglo XIX resquebrajaron, de distinta manera, la 
estructura establecida en América por España. En mayo de 1810 en Buenos Aires, como es sabido, 
se designa una Junta para que gobierne al Virreinato del Río de la Plata en tanto se mantuviese la 
situación de acefalía en Madrid. Distintos sucesos llevaron a la declaración de independencia de los 
23
territorios que componían ese virreinato, que reciben nueva denominación y pasan a constituir una 
república. Se ha aventurado, recientemente, una interpretación distinta de este proceso según la cual la 
República Argentina no sería –en el tiempo y en espacio– la legítima heredera del Virreinato del Río 
de la Plata (Menéndez, 1982). 
Lo concreto es que desde Buenos Aires se gobierna, ciertamente con algunos escollos y tro-
piezos, el territorio que constituía el virreinato. Esta situación quedó convalidada por el congreso 
reunido en Panamá en 1826 (ratificado por el congreso interamericano reunido en Lima en 1847) en el 
que se decidió que los países americanos que entonces surgían a la vida política autónoma debían 
aplicar el principio del uti possidettis, es decir, que debían mantener los territorios que los integraban 
al momento de declararse independientes. La fórmula jurídica completa es uti possideatis 
ita possideatis (como poseéis seguiréis poseyendo). 
Esa es, en consecuencia, la definición histórica del territorio argentino en su solar o tronco inicial.
2.1.2 La integración del territorio argentino en 1810 y en la actualidad 
Distintos estudiosos han tratado de establecer con precisión los límites del Virreinato del Río de 
la Plata, pero siempre se han encontrado con dificultades insalvables, en términos generales es 
correcto manifestar que se extendía desde un lugar que pertenecía entonces al gobierno militar de 
Moxos, al Norte de la actual Bolivia, hoy en poder del Brasil, hasta el cabo de Hornos o, si se quiere, 
hasta la isla Diego Ramírez Era bioceánico pues poseía costa sobre el Atlántico y sobe el Pacífico. 
Lo integraban, asimismo, las islas Malvinas y las denominadas Antil las australes en mérito a 
lo acordado en la convención de Nootka Sound (1790), por la cual el Reino Unido se comprometió a 
no levantar ningún establecimiento al Sur de las costas ocupadas entonces por España. La extensión 
territorial del virreinato puede estimarse en 5.000.000 de km2. 
Para entonces —principios del siglo XIX— el mar territorial se extendía hasta un tiro de cañón y 
nada se pretendía con respecto a los fondos oceánicos. La Antártida era poco conocida y estaba 
teóricamente sometida a las estipulaciones de Tordesillas, a lo establecido en las bulas papales y a lo 
acordado en la mencionada convención de Nootka Sound. 
En la actualidad el Virreinato del Río de la Plata ha desaparecido como entidad jurídica y como 
unidad territorial. En su lugar existen cuatro países (Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay) y 
algunos trozos integran las repúblicas de Chile y del Brasil. Sin embargo más de una vez se ha 
enfatizado sobre la necesidad y conveniencia de reconstruir esa magna unidad territorial, pero cabe 
pensar que tales propósitos son irrealizables en la actualidad. El tronco común quizá sea un buen 
acicate para alcanzar una cálida hermandad y una efectiva complementación en varios órdenes. 
La historia explica el proceso de desintegración o desmembramiento del otrora magnífico 
virreinato, que es posible añorar, pero de todos modos ese proceso debe usarse como «advertencia de 
lo por venir» –como señalaba Cervantes con respecto a las preocupaciones territoriales que aquejan 
hoy a nuestro país y que abordaremos más adelante en este mismo capítulo. 
24
Integración del patrimonio territorial argentino en 1810, 1910 y en 1986.
2.2 La integración del territorio argentino 
2.2.1 La definición de porciones 
El territorio de la Republica Argentina es inescindible, constituye una unidad indisoluble. 
Empero, desde un punto de vista político, es posible aceptar la existencia de provincias y de otras 
jurisdicciones, hecho que no vulnera la mencionada unidad. 
De igual modo es posible, desde un punto de vista geográfico, diferenciar porciones o sea, 
partes considerables de ese todo indivisible. Esa diferenciación tiene como propósito facilitar la 
descripción y comprensión de un territorio particularmente complejo. Una primera diferenciación 
permite distinguir una porción americana y una porción antártica atendiendo al hecho de que 
nuestro país es bicontinental. Pero esa diferenciación no es completa, pues resultan excluidos 
espacios que no es habitual incluir en los aludidos continentes, como ocurre, por ejemplo, con el 
mar del Scotia. 
Convendrá, entonces, aceptar la distinción de tres porciones del territorio argentino en la parte 
externa de nuestro planeta; americana; oceánica y antártica. Por lo demás, razones de índole 
histórica y jurídica avalan esa inicial distinción geográfica, como indicaremos inmediatamente. 
2.2.2 La porción americana 
La porción americana del territorio argentino está constituida por la parte emergida del conti-
nente americano que se nos reconoce como propia a nivel internacional por ser legítimos herederos 
del Virreinato del Río de la Plata. Se trata, por cierto, del solar patrio. 
 en los tramos correspondientes, por los límites internacionales con 
Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay y por la línea de las más bajas mareas en fachada. Se extiende 
-en sentido Norte, Sur- desde la confluencia de los ríos Grande de San Juan y, Mojinete (a 21°46' 
de latitud Sur), en la provincia de Jujuy, hasta el cabo San Pío (55°03'30" Sur).
25
Esta porción limitada,
En la Tierra del Fuego este punto meridional es una consecuencia del tratado de límites acordado 
con 
 Complementan este territorio emergido las masas de agua contiguas que revisten el 
carácter de «aguas interiores», sobre las cuales la soberanía argentina es absoluta. Se 
encuentran en tal condición la parte del Río de la Plata que nos corresponde y las partes 
interiores de numerosos golfos atlánticos. 
Con respecto al Río de la Plata debe recordarse que nos corresponden, con jurisdicción exclu-
siva dos franjas según lo establece el tratado de límites acordado con el Uruguay en 1973.La 
primera franja, de dos millas marinas de ancho, se extiende desde el paralelo de Punta Gorda hasta 
la línea imaginaria que une punta Lara (Argentina) con Colonia (Uruguay); desde esa misma línea 
imaginaria hasta el límite exterior del río (acordado con el Uruguay en 1961) se extiende la segunda 
franja de siete millas marinas de ancho. Asimismo debe tenerse presente que corresponde a la 
República Argentina la parte del lecho y del subsuelo del río en cuestión definida por 23 puntos que 
sirven para determinar las jurisdiccionesrespectivas de los dos países ribereños. Dado que la su-
perficie de ese río sui géneris ha sido calculada en 30.212 km2 (Argentina, Derrotero, pág. 52) debe 
adicionarse la mitad, aproximadamente, de esa superficie al patrimonio territorial argentino. 
Con respecto a las "aguas interiores" correspondientes a los golfos San Matías, Nuevo y San 
Jorge y a otros senos menores —materia en la que existe suficiente consenso internacional— 
debe puntualizarse que nuestro país se ha expedido en el asunto por medio de la ley nacional 
17.094, promulgada en 1967, pero deben establecerse las "líneas de base" pertinentes que 
definan con precisión esas aguas interiores. Al momento de redactarse estas páginas se 
encuentran en proceso de tratamiento en el Parlamento argentino dos proyectos de ley 
—presentados por el señor diputado Jorge O Ghiano (Argentina. Cámara de Diputados de la 
Nación, Diario de sesiones, 39a reunión, marzo 6 y 7 de 1986, pp. 7349 a 7.352)— que establecen 
las líneas de base (tanto normales como rectas) que permitan precisar los espacios marítimos 
sobre los que la Argentina ejerce soberanía absoluta, derechos de soberanía o jurisdicción 
según corresponde de conformidad con el derecho internacional y con lo establecido en la 
Convención del Mar. 
Por todo lo expuesto, y teniendo en cuenta las apreciaciones que periódicamente proporciona el 
Instituto Geográfico Militar argentino acerca de la magnitud del territorio nacional, consideramos 
que la extensión deja porción americana emergida de nuestro país es del orden de 2.800.000 km 2 
cifra que podrá ser ajustada cuando se disponga de información detallada sobre los sectores todavía 
no precisados. 
26
Chile en I984. 
El territorio de la República en la parte extensa de la tierra.
27
2.2.3 La porción oceánica 
La República Argentina ha alcanzado muy lentamente una clara percepción de su condición de 
país oceánico y de la importancia que reviste el mar para la humanidad. Desde el punto de vista 
geopolítico es recién en la actualidad cuando comienza a percibirse la posibilidad de disponer de un 
espacio propio significativo en el Atlántico Sur, sobre el cual pueda proyectarse de modo indubita-
ble. De lo dicho se desprende la necesidad de que nuestro país logre una cabal comprensión sobre 
las características de su porción oceánica. 
Tanto desde el punto de vista geográfico como en referencia a los diferentes status políticos 
pueden distinguirse tres componentes distintos en la porción oceánica: las tierras emergidas, re-
presentadas por varios archipiélagos; los fondos oceánicos, que prolongan la masa americana 
emergida hasta alcanzar las profundidades abisales y, finalmente, las masas oceánicas. 
Las tierras emergidas están constituidas por varios archipiélagos que en conjunto son deno-
minados habitualmente «islas del Atlántico Sur». Se trata de islas continentales pues están em-
plazadas en el margen continental (Rey Balmaceda, 1983:95-96), si bien existe entre ellas signifi-
cativas diferencias desde el punto de vista geológico: las islas Malvinas son antiguas y las restantes 
que integran el denominado «arco de las Antillas australes»; son más modernas (más detalles en el 
capítulo pertinente de esta misma obra). 
La lista de estas pequeñas tierras emergidas está constituida, además de las Malvinas, por las 
islas Georgias del Sur, Sándwich del Sur, Aurora (o Cormorán) y la Roca Negra («Clerke» en la 
toponimia inglesa). Desde un punto de vista geológico correspondería incluir a las islas Oreadas del 
Sur y Shetland del Sur, pero se las considera antárticas por estar situadas al Sur del paralelo de 60° 
Sur; también se debería incluir la Isla de los Estados, pero por su proximidad a la costa fueguina se 
considera habitualmente que esta isla forma parte del archipiélago fueguino. 
La extensión aproximada total de estas islas que integran la porción oceánica del territorio na-
cional es de 16.000 km2 correspondiendo a las islas Malvinas —con sus. 11.718 km2 — la mayor 
parte. 
No hace falta recalcar la singular importancia de estas islas como mojones de una soberanía y 
jurisdicción que la geografía, la historia y el derecho confieren, indiscutiblemente, a la República 
Argentina en esta parte del océano Atlántico Sur. La usurpación realizada por el Reino Unido, con 
una pertinacia digna de mejor causa, no menoscaba la legitimidad de los reclamos argentinos. 
Con respecto a los fondos oceánicos, debe manifestarse que nuestro país tiene que respetar 
fielmente todo lo acordado en la denominada Convención del Mar que ha firmado, sin perjuicio de 
manifestar su reticencia en relación con el Acta Final de la Tercera Conferencia de las Naciones 
Unidas sobre el Derecho del Mar por la inclusión de una declaración (Resolución III) que fue inserta 
en forma intempestiva (Rey Balmaceda, 1983:144-146; véase asimismo Boletín de Gaea. Soc. Arg. 
De Estudios Geográficos, 104,1985:32). Esta Resolución III menciona presuntos derechos que 
podría ejercer la población intrusa en las islas Malvinas (Sanz, 1982) y por su importancia ha sido 
reproducida oportunamente (Rey Balmaceda, 1983:195-196). 
La Convención del Mar dedica su parte VI a la «plataforma continental» (pp. 3943) y reconoce 
ciertos derechos a los Estados costeros sobre esa parte del continente hoy sumergido hasta el 
«borde exterior del margen continental» o bien hasta una distancia de 200 millas contadas desde las 
líneas de base a partir de las cuales se mide la anchura del mar territorial" (art 76, párrafo 1). Ha 
previsto, asimismo, los procedimientos que dichos Estados pueden aplicar para determinar las 
áreas en las que ejercerán sus derechos de exploración y explotación hasta una distancia máxima 
de las líneas de base que no podrá exceder las 350 millas marinas o bien hasta no más de 300 
millas marinas con referencia a la isobata de 2500 m. Se ha considerado (Daverede, 1983:92) que el 
margen continental correspondiente a nuestro país queda cubierto en su totalidad mediante la 
aplicación de esos dos procedimientos alternativos establecidos por la Convención. 
Se han propuesto distintas estimaciones sobre la magnitud de los fondos oceánicos que co-
rresponden a nuestro país. Una estimación moderada, basada en cálculos fundados en información 
batimétrica, permite sostener una extensión para esos fondos de 2.500.000 km2; quizá la cifra 
máxima sea la proporcionada por el profesor Juan Guillermo Milia: 3.300.000 km2 (Milia, 1983:14). 
Sea una u otra la cifra verdadera, que deberán determinar los pertinentes organismos técnicos, lo 
importante es la ingente riqueza minera involucrada en forma de hidrocarburos, nódulos polimetá-
licos, etc. 
28
Con respecto a las masas Oceánicas —tercer elemento que constituye la porción oceánica 
del territorio argentino—, la Convención del mar ha establecido las siguientes franjas a 
partir de las líneas de base definías por el país costero. 
 a). el mar territorial, de 12 millas marinas de ancho donde el Estado costero ejerce sobe-
ranía con arreglo a lo dispuesto en la propia Convención y a otras normas de derecho 
Internacional (art. 2); 
b). la zona contigua, también de 12 millas marinas de ancho contadas a partir del término del 
mar territorial en la que se podrán tomar las medidas de fiscalización necesarias para 
prevenir infracciones a las leyes y reglamentos aduaneros, fiscales, de inmigración o 
sanitarios (art. 33); 
c). la zona económica exclusiva, de 200 millas marinas de ancho contadas a partir de las 
líneas de base en la que el Estado costero tiene derechos de soberanía para la explo-
ración, explotación, conservación y administración de los recursos naturales (vivos y no vivos) 
tanto de las aguas como del lecho y del subsuelo (art. 56). 
Mas allá de la zona económica exclusiva (o «mar patrimonial») se extiende el «mar libre», o 
sea, las aguas oceánicas que se encuentran fuera del control de cualquier Estado y que constituyen una 
res communis reservada para toda la humanidad.Debemos aclarar que la zona económica exclusiva no debe ser confundida con el «Mar Ar-
gentino» que aparece en algunos mapas oficiales argentinos, dado que en ese caso se trata de la masa 
oceánica que se encuentra encima de la plataforma (mar epicontinental), generalmente li-mitada 
por la línea de costa y la Isobata de 200m. Tal como se ha señalado en otra oportunidad (Rey 
Balmaceda, 1979: 266), el mar epicontinental es una noción geográfica y oceanográfica que 
ha perdido vigencia política desde la aprobación de la Convención del Mar. 
Asimismo debe puntualizarse muy especialmente que la existencia del mar terr i toria l (a 
veces denominado «mar jurisdiccional») no es impedimento para que los buques de cualquier 
bandera gocen del derecho de paso inocente, entendiéndose por tal la navegación rápida e 
ininterrumpida a través del mar territorial sin realización de actividad militar de cualquier naturaleza; 
los submarinos debieran navegar en la superficie. La existencia de la zona económica exclusiva, por 
su parte, no es impedimento para que en ella se realicen actividades de explotación de recursos vivos 
por buques de otros Estados pero siempre con sujeción a las normas impuestas por el Estado 
costero: conce-sión de licencias, fijación de cupos de captura, establecimiento de temporada de 
pesca, definición de los aparejos a emplearse, etc.; la acción ilegal y depredatoria realizada por 
buques de distintas banderas (de Chile, de Japón, de Polonia, de Taiwán, etc.) en la zona económica 
exclusiva argen-tina ha sido motivo de acciones punitivas cumplidas por el gobierno argentino en 
distintas oportu-nidades. Estos hechos demuestran palmariamente la urgente necesidad de que la 
República Ar-gentina defina, con validez internacional , su zona económica exclusiva. 
Según el Instituto Antártico Argentino, la zona económica exclusiva argentina alanza una 
extensión total de 1.420.000 km2 incluyendo obviamente al sector que corresponde a 
las islas Malvinas. Si agregamos las zonas correspondiente a las islas Georgias del Sur y Sándwich 
del Sur ese total se acrecienta a aproximadamente 2.000.000 de km2 (Fraga,1983). 
2.2.4 Porción antártica 
El sector Antártico Argentino -ubicado en la región antártica occidentales un triángulo 
esférico con vértice en el Polo Sur geográfico y con base en el paralelo 60° S, cuyos lados son 
los meri-dianos 25° y 74° O. Es dable señalar que la totalidad de ese triángulo, o sea, tierras libres de 
hielo, tierras cubiertas por la calota polar, glaciares que avanzan sobre el mar, islas y masa 
oceánica, debe ser considerada como integrante del territorio nacional, pese a la existencia del 
Tratado Antártico vigente hasta 1991. 
El Instituto Geográfico Militar ha informado que «la superficie total del triángulo 
esférico que delimita la Antártida Argentina es de 5.029.283 km2» (Argentina, Atlas, pág. 85), 
correspondiéndole a la «tierra firme» un total de 965.000 km2. 
29
 En otros trabajos (De Marco, 1978; Rey Balmaceda, 1979) han sido analizadas con profundidad las 
cuestiones relativas al status jurídico de la Antártida Argentina: sólo podemos señalar que nuestro 
país, por su posición geográfica, los antecedentes de índole histórica, la participación en la 
participación en la exploración de Antártida y en el salvamento de expediciones extranjeras y sobre 
todo por ser el único país que cuenta con una instalación sin interrupción desde 1904, tiene ad-
quiridos legítimos derechos a la posesión del sector antártico. Como ha señalado Fraga 
(1978:228-9) los derechos argentinos se basan en todos los argumentos posibles e imaginables que 
han servido de base para la adquisición de soberanía en el derecho internacional: descubrimiento, 
exploración, intervención de la Armada, proximidad geográfica, continuidad geológica, herencia, 
ocupación, actos administrativos, presencia y actividad. 
2.2.5 Otras porciones plausibles 
La Argentina está integrada por las tres porciones descriptas anteriormente en lo que atañe a la 
parte externa de la Tierra, pero con ello no se agotan sus posibilidades territoriales partiendo de una 
consideración amplia del concepto de territorio. 
Hoy en día, en efecto, se acepta universalmente que los Estados ejercen soberanía en el es-pacio 
aéreo que se encuentra sobre sus respectivos territorios y así lo ha entendido nuestro país, que mediante 
la ley 13.891 ha aceptado y convalidado un convenio concretado en Chicago en 1944 en tal orden de 
ideas. Este convenio, empero, previo la posibilidad del paso inofensivo de las ae-ronaves civiles 
extranjeras en los espacios aéreos nacionales pero en todos los casos sujeto a las normas impuestas por 
el país subyacente. 
La cuestión se ha complicado a partir del momento en que el hombre comenzó a utilizar el 
espacio ultraterrestre. Al respecto se crearon en las Naciones Unidas comisiones que abordan el 
asunto y la tesitura internacional que se ha impuesto es que dicho espacio es patrimonio común de la 
humanidad y no podrá ser utilizado con fines militares. Una complicación accesoria surgió con la 
posibilidad cierta de utilización -con fines comerciales o de otra naturaleza- de los 
satélites geosincrónicos, sobre lo que existe honda preocupación internacional (Milia, s. f.). 
Otra porción plausible del territorio argentino es la parte del planeta que en forma de enorme cono 
está definida por los radios terrestres que pasan por los puntos extremos del territorio nacional 
(incluyendo los correspondientes al margen continental hoy cubierto por las aguas oceánicas) y que, 
obviamente, confluyen en el centro de la Tierra. Se trata, en consecuencia, de Un «cono de 
soberanía» (Rey Balmaceda, 1979:137) que ya ha comenzado a ser explotado (por ejemplo, por 
medio de las perforaciones petrolíferas y que no sabemos en qué medida podrá serlo en el futuro. 
2.3 La di visión política de la República Argentina 
La actual división política de primer grado del territorio argentino en su porción americana 
emergida reconoce antecedentes remotos. Fue entre los años 1813 y 1814, en efecto, que varias 
ciudades adquirieron —en mérito a la acción desarrollada por sus respectivos cabildos— una plena vida 
política y organizaron, con las áreas rurales, circundantes, las provincias iniciales, situación que 
quedó consolidada al superarse la anarquía de 1820. Para entonces nuestro país estaba integrado por 
las siguientes provincias: Buenos Aires, Catamarca, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, La Rioja, 
Mendoza, San Juan, San Luis, Santa Fe, Santiago - del Estero, Salta y Tucumán, agregán-dose Jujuy en 
1834 al desprenderse de Salta. Son estas catorce provincias las que decidieron en el acuerdo de San 
Nicolás (1852) organizar el país sobre una base federal, y es ésta la estructura política que rigió —
con el agregado de la Capital Federal en 1880- en el país durante más de un siglo. 
El resto del territorio americano fue organizado en territorios nacionales —a Veces 
denominados gobernaciones—, según lo establecieron la ley de 1884 y otras. Estas unidades 
político-territoriales dependían en alto grado del gobierno nacional hasta que entre 1951 y 1955 adqui-
rieron —con excepción de la Tierra del Fuego— la condición de provincias, sumándose así a 
las Catorce primeras. Surgieron entonces las provincias de Chaco, Misiones, Formosa, La 
Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz. 
 Cabe manifestar que transitoriamente existieron otras unidades políticas en nuestro país. Tal el 
caso de la gobernación de los Andes, creada en 1900 y desaparecida en 1943 al repartirse su 
30
territorio entre las provincias de Salta, Jujuy y Catamarca, y el caso de la efímera Zona Militar de 
Comodoro Rivadavia. 
Actualmente la división política de primer grado de la República Argentina está definida por las 
siguientes unidades: 
 El distrito federal, que es residencia de las autoridades nacionales. Se trata de la Ciudad de
Buenos Aires, que es la capital federal del país, de acuerdo con lo establecido

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