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La nueva psiquiatría se caracteriza por una sobredi- mensión de los aspectos neurobiológicos, puesto que hemos pasado de una preponderancia del mun- do dinámico y social de las décadas de los 70 y 80 a una psiquiatría radicalmente biológica desde la déca- da de los 90. Por esta razón, es positivo y saludable estudiar no sólo síntomas sino enfermedades desde una perspectiva holística e integral, en la que se valo- re la clínica especialmente y los aspectos bio-psico- sociales que constituyen la etiopatogenia. El estudio de los síntomas fue fructífero en la psi- quiatría del siglo XIX, que gracias a la influencia de la escuela francesa construyó, entre 1820 y 1850, bajo el impulso de la psicopatología descriptiva, las bases de una psiquiatría de orientación médica en la que el conjunto de síntomas estables permitía perfilar enfer- medades de base presumiblemente biológica. La dinámica de la escuela francesa y posteriormente la alemana, de la mano de Griesinger, culminó, hacia finales del siglo XIX, con la clasificación de Kraepe- lin, que se erigió en guía de las futuras clasificaciones durante el siglo XX. Sin embargo, hacia finales del siglo XX la psiquiatría americana elaboró una clasifi- cación, el DSM III (1980), que rehuyendo la ideología y basándose solamente en la clínica, obviase los pro- blemas ideológicos de las clasificaciones europeas. Con esta pretensión se han ido elaborando posterio- res clasificaciones (DSM III-R, DSM IV, DSM IV-TR) cuyo mayor acierto ha sido mejorar notablemente la fiabilidad pero no la validez. Toda esta situación ha cristalizado en una aceptación internacional de la clasificación americana pero un empobrecimiento de la clínica, que se ha convertido en una suma aséptica de síntomas desde los cuales se diagnostican enfermedades. Por estas razones se impone una vuelta a la clínica refinada, que tenga en cuenta síntomas y signos, para diagnosticar enfermedades de una forma precisa. Otros factores, además de los síntomas, pueden ayu- dar a la construcción de patología, como los marcado- res biológicos, los antecedentes familiares, el curso, el pronóstico y la respuesta terapéutica. La segunda parte (introducción de marcadores, antecedentes fa- miliares, etc.) no reviste ninguna dificultad por cuanto requiere únicamente una metodología apropiada que recoja estos aspectos, si bien la respuesta terapéuti- ca sólo puede precisarse si las muestras son homo- géneas y bien delimitadas clínicamente. Sin embargo, la primera parte, que supone una clínica refinada, está obstaculizada por una psiquiatría que desde hace casi treinta años se ha ido relajando en torno a diag- nósticos fáciles y de manual, como los DSM. Volver a adquirir la precisión clínica, la valoración de las cate- gorías y el abandono de los espectros y la hegemonía de la ideología psiquiátrica y el ojo clínico, no es tarea fácil, si bien hay que intentarlo. La parte clínica de este libro es un reflejo de esta nue- va psiquiatría que no sólo considera los síntomas sino también los factores mencionados para poder diag- nosticar enfermedades. Grandes síndromes psiquiátricos Manual Psiquiatri a 30-12-8 AG.indb 245 19/1/09 12:54:54 246 El capítulo 18 dedicado a las demencias, desarro- llado por Pedro Saz, aborda los principales conoci- mientos sobre las demencias y subtipos, el delirium y otros trastornos psico-orgánicos. El planteamiento es básicamente práctico y aplicativo. Está basado en la experiencia clínica e investigadora de los autores y actualizado en función de los datos más recientes de investigación, siguiendo las premisas de la “Psiquia- tría basada en evidencias”. Plantea no sólo el estado de conocimientos actual, sino también algunos desa- rrollos conceptuales, etiopatogénicos, clínicos, diag- nósticos y terapéuticos futuros. La bibliografía es fiel reflejo de lo anterior: no sólo aporta referencias clási- cas en el tema, sino que incluye además algunas pu- blicaciones muy recientes. El material contenido en las tablas presenta, de manera fácilmente asequible, un importante volumen de información que comple- menta el texto del capítulo. Víctor Peralta y Manuel J. Cuesta tratan en el capítulo 19, la esquizofrenia y psicosis relacionadas, tema nu- clear de la psiquiatría de todos los tiempos, abordan- do las partes convencionales y aspectos polémicos como la categorialidad o dimensionalidad de estos cuadros. De forma complementaria, en el capítulo 20, Enrique Álvarez, Dolors Puigdemont, Rosario Pérez e Ilumi- nada Corripio analizan la respuesta terapéutica insu- ficiente en la esquizofrenia. La refractariedad en el tratamiento genera una sintomatología residual que puede suponer la no reintegración a la vida laboral activa o la imposibilidad de establecer una relación personal o emocional importante en la vida del suje- to. La dimensión que cobra la insuficiente respuesta terapéutica es trascendental comparada con el in- adecuado control de otras patologías. En el capítulo 21, Manuel Camacho se enfrenta a te- mas clásicos en psiquiatría como la paranoia, toda- vía aceptada en la nueva psiquiatría, y la parafrenia, de corte clásico, actualmente en desuso, pero con aún vigencia clínica. Puede celebrarse la presencia de estos trastornos señeros de la psiquiatría en este libro. En el contexto de las psicosis Eduard Vieta y María Reinares abordan en el capítulo 22 el trastorno bipo- lar y la ciclotimia, viejo tema que se remonta a finales del siglo XIX , bajo el término de psicosis maniaco- depresiva. Con los últimos años ha resurgido y nos hallamos en el imperio de lo bipolar, posiblemente en relación a todos los nuevos eutimizantes y las po- sibilidades de tratamiento. De cualquier forma, tema clásico y de actualidad sin duda. En el ámbito de los trastornos afectivos unipolares Ana González, Purificación López e Iñaki Zorrilla tra- tan, en el capítulo 23, el tema de forma sistemática y clara, bajo criterios convencionales, que con segu- ridad ayudarán al lector a comprender los aspectos actuales de esta patología. De nuevo, Enrique Álvarez y colaboradores, analizan en el capítulo 24, la respuesta terapéutica insuficien- te en este caso en la depresión. Presentan la impor- tancia que tiene la refractariedad en el tratamiento en el ámbito personal del paciente. La dimensión que cobra la insuficiente respuesta terapéutica es trascendental comparada con el inadecuado control de otras patologías. El trastorno obsesivo compulsivo se trata en el ca- pítulo 25, por parte de José Manuel Menchón y de quien subscribe esta introducción, presentando el TOC ajeno a los trastornos de ansiedad y mante- niendo una postura crítica con el concepto de es- pectro obsesivo. El conjunto de los trastornos nucleares de la ansie- dad se aborda por parte de Guillem Pailhez y Anto- nio Bulbena en el capítulo 26. Aunque el capítulo engloba trastornos de ansiedad, fobias y crisis de angustia, se profundiza más en los trastornos de angustia que en las fobias, aún abordándose los aspectos más sobresalientes de las mismas. Asimis- mo, hay que celebrar que se emplee el clásico térmi- no de crisis de angustia, tan querido en la psiquiatría europea. Siguiendo los criterios actuales de clasificación, Margarita Vives, Saray Monzón y Miguel Roca, abor- dan los trastornos somatomorfos y conversivos de forma sucinta y clara en el capítulo 27. Deshauciada y desmembrada la histeria como enfermedad, estos trastornos conforman un heterogéneo grupo que Julio Vallejo Ruiloba Manual Psiquiatri a 30-12-8 AG.indb 246 19/1/09 12:54:54 Grandes síndromes psiquiátricos 247 crea dificultades prácticas al clínico, sobre todo en el plano terapéutico. Finalmente, Pau Pérez-Sales se enfrenta al trastorno adaptativo y reacciones de estrés en el capítulo 28, que como el autor señala es una categoría puente entre la normalidad y el trastorno. Son las clásicas reacciones frente a estresores ambientales. Por su frecuencia afectanal clínico que debe discernir en- tre conceder al cuadro la naturaleza de patológico o ubicarlo entre las reacciones humanas normales. Por otra parte, tal como se concreta en el propio capítulo la farmacología tiene un papel discutido y discreto frente a opciones de tipo psicológico. En términos generales, este conjunto de patolo- gías, que conforman el núcleo de la psiquiatría clí- nica, están tratados de forma uniforme siguiendo los apartados clásicos de introducción, concepto, epi- demiología, clínica, curso, pronóstico y terapéutica. Confieren a este libro un panorama riguroso y claro de la clínica psiquiátrica y de sus enfermedades y trastornos. El estilo y forma de los capítulos está a caballo entre un manual, excesivamente simple y esquemático, y un tratado que, además de incidir sobre temas con mayor profundidad, aborda necesariamente aspec- tos de la materia particulares y específicos. Manual Psiquiatri a 30-12-8 AG.indb 247 19/1/09 12:54:54
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