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Me corresponde como coordinador de este módulo hacer una breve presentación que sirva de entrada a los seis capítulos que lo componen. Resulta un grupo un tanto heterogéneo, aunque po- siblemente sea el eje de la impulsividad y su control el que pueda abarcar, más o menos directamente, a la mayor parte de sus contenidos. Independiente- mente de su afinidad, de lo que no cabe duda es del interés y actualidad de los temas tratados. Puede dar una idea de ello, el que de las seis conferencias pre- paratorias de la próxima versión del Manual de Clasi- ficación DSM-V, dos de ellas1,2 (Rockville, febrero de 2005 y Arlington, diciembre de 2005) se dedicaron precisamente a estos temas. Siguiendo el orden en que aparecen en la obra, comen- taré muy brevemente, algunos aspectos relevantes de cada uno de los capítulos: El capítulo 29 sobre los trastornos de la personalidad, ha sido desarrollado por Carlos Mirapeix, cuya trayecto- ria en este campo es bien conocida. Creo que ha logra- do un muy difícil equilibrio entre facilitar lo esencial de la abundante información disponible y aportar un criterio propio, basado en la experiencia, sobre el manejo y las posibilidades de intervención en los diferentes trastor- nos. La discusión, actualmente más viva, sobre este ca- pítulo de la nosología se basa en la posibilidad de modificar su conceptualización en dos aspectos: - Pasar de un planteamiento categorial a otro dimensional3, lo que se fundamenta en la inde- seable y extensa superposición de los criterios actuales entre los distintos trastornos que provo- ca una comorbilidad frecuente en este área. Por otra parte, los límites (arbitrarios) en los criterios, provocan inestabilidad y heterogeneidad en las entidades. - Existe confusión en el uso del eje II del DSM en- tre los rasgos que definen tipologías (normales) de personalidad y los auténticos trastornos, que más debieran formar parte del eje I. En cualquier caso, es importante subrayar la creciente representación de los trastornos de la personalidad, dentro de los problemas de salud mental graves, con especial peso del trastorno borderline y, en el con- texto de su repercusión, del trastorno antisocial de la personalidad. El capítulo 30 sobre trastornos de los hábitos, control de impulsos y auto-heteroagresividad, ha sido escrito por Dolores Saiz y yo mismo, y abarca tanto los clá- sicos trastornos del control de los impulsos, como la problemática, muy actual y trascendente, de las con- ductas agresivas y el suicidio. Nuestra experiencia en el tema de la ludopatía, nos ha permitido contemplar, a lo largo de los años, el reconocimiento progresivo de esta patología como un serio problema de salud men- tal, análogo a las conductas adictivas4 y con graves consecuencias para los afectados y sus personas alle- Personalidad, control de impulsos y ritmos biológicos Manual Psiquiatri a 30-12-8 AG.indb 421 19/1/09 12:56:08 422 gadas. Las conductas violentas, y muy especialmente la lacra de la violencia doméstica, no han podido ser desarrolladas suficientemente desde la dimensión de la psiquiatría y tampoco en esta obra por forzosas limi- taciones de espacio, lo que no es óbice para subrayar la necesidad de abordar desde todos los ángulos y también desde el psiquiátrico esta desgraciada rea- lidad. Por último, el suicidio y otros comportamientos autoagresivos, son un evidente problema de salud pública con posibilidades de actuación preventiva5 y fundamentalmente relacionado con la psicopatología. El capítulo 31 sobre alcoholismo y otras dependen- cias, está desarrollado por Miguel Casas, Carlos Roncero y Carmen Barral. Este grupo tiene una di- latada y acreditada autoridad en este campo y sólo cabía esperar un manuscrito bien documentado, com- pleto, claro y eminentemente actual e informativo. La repercusión de este tipo de problemas sobre otros ámbitos, tales como el ya citado de la violencia, o las consecuencias sobre la salud física6 son evidentes. Otros aspectos como las interacciones entre consu- mo de tóxicos y trastornos mentales7,8 y los factores de riesgo implicados tanto en la evolución como en el tratamiento, están desarrollados en el siguiente capí- tulo que, sobre manejo de la comorbilidad psiquiátrica en las adicciones escriben Miguel Gutiérrez y Miguel Ángel Landabaso. José María Farré y María Gracia Lasheras se han en- cargado del capítulo 33 de trastornos de la sexuali- dad. Uno de los aspectos probablemente más descui- dados, en un olvido poco justificado, de la nosología psiquiátrica. Verosímilmente, existen distintas dificul- tades para el abordaje del problema en la consulta9, fase imprescindible para poder después deslindar si la disfunción existente responde a un problema subya- cente, físico o psíquico, si está relacionado con efec- tos indeseables de medicamentos o drogas o si es la expresión de un trastorno psicosomático o un des- equilibrio emotivo y/o relacional. En cualquier caso, es evidente que estas alteraciones plantean una merma importante en la calidad de vida y deben merecer ma- yor y mejor atención. Luis Rojo, Teresa Rubio y Lorenzo Livianos han sido responsables del capítulo 34 sobre trastornos de la conducta alimentaria, con el aval de su dedicación a estos problemas en los últimos años. Una pato- logía muy característica de nuestro tiempo, si bien ha sido conocida históricamente, con repercusiones médicas10 y abundante comorbilidad psiquiátrica11. La alarma de una “epidemia” de trastornos alimen- tarios no se ha visto, afortunadamente, confirmada, si bien algunas de sus formas, como la bulimia, han aumentado su incidencia y es muy alta la sensibili- dad social hacia estos casos que inciden en edades muy precoces y pueden llegar a tener consecuen- cias muy graves. Los hábitos socioculturales son, en gran medida, responsables de la aparición de nue- vas formas de alimentación patológica (atracones, obesidad mórbida ...) cuya incidencia, de no ejercer actuaciones eficaces de prevención, veremos incre- mentarse. Finalmente en el capítulo 35, Antonio Vela, Julio Fer- nández y Sara Olabarrieta, se han ocupado del tema en el que son unos expertos reconocidos hace años, el de los trastornos del sueño y del ciclo sueño-vi- gilia. Una manifestación sintomática enormemente frecuente y probablemente poco reconocida por los médicos, a pesar de sus evidentes implicaciones so- bre el estado mental, la conducta, la condición física y la salud en general12. Muchas veces, la utilización de medicamentos de forma incorrecta o los malos hábitos, son responsables de mayores complicacio- nes. Además de ser síntoma, los trastornos primarios del sueño requieren para su diagnóstico estrategias delimitadas de entrevista y exploración y son suscep- tibles de técnicas terapéuticas específicas. Todo ello se trata con profundidad, claridad y sentido práctico en las páginas subsiguientes. Puede afirmarse que los capítulos anteriormente re- feridos ofrecen un riguroso resumen de los conoci- mientos más actuales y de su aplicación a la práctica psiquiátrica sobre esta gama amplia de manifestacio- nes psicopatológicas, muy importantes por sus impli- caciones y del mayor interés para los profesionales. Jerónimo Saiz Manual Psiquiatri a 30-12-8 AG.indb 422 19/1/09 12:56:08 Personalidad, control de impulsos y ritmos biológicos 423 BIBLIOGRAFÍA 1. Helzer JE, Bucholz KK, Bierut LJ, et al. Should DSM-V include dimensional diagnostic criteria for alcohol use disor- ders? Alcohol Clin Exp Res 2006; 30(2): 303-10. 2. Widiger TA, Simonsen E, Krueger R, Personality disorder research agenda for the DSM-V. J Personal Disord 2005; 19(3): 315-38. 3. Krueger RF, Skodol AE, Livesley WJ, et al. Synthesizing dimensional and categorical approaches to personality dis- orders: refining the research agenda for DSM-V Axis II. Int J Methods Psychiatr Res 2007; 16 Suppl 1 2007: S65-73. 4. Petry NM. Should the scope of addictive behaviors be broadened to include pathologicalgambling? Addiction 2006; 101 Suppl 1: 152-60. 5. Paris J. Predicting and preventing suicide: do we know enough to do either? Harv Rev Psychiatry 2006; 14(5): 233-40. 6. Cargiulo T. Understanding the health impact of alcohol de- pendence. 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