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página 1 Introducción Es indispensable que todo médico que trate a niños enfer- mos tenga conocimientos teóricos y sobre todo prácticos del abordaje venoso en pediatría. Los avances técnicos permiten mantener actualmente las vías venosas durante varias semanas o incluso meses, evitan- do de ese modo las «agresiones» repetidas en el transcurso de las enfermedades crónicas, y muy especialmente en oncología hematológica. Existe un considerable riesgo yatrógeno, fundamentalmen- te de tipo infeccioso. Por consiguiente, las medidas preven- tivas son esenciales, en especial la asepsia de la zona de pun- ción y las precauciones durante las manipulaciones. La colocación de una vía venosa en un niño no es una manio- bra anodina. Es necesario preguntarse siempre lo siguiente: ¿Necesita el niño una vía venosa? En caso afirmativo, ¿dónde hay que pinchar y que material hay que emplear (en función de la duración previsible de la perfusión)? ¿Qué riesgos con- lleva la colocación de una vía venosa (teniendo en cuenta la patología, los fármacos utilizados, el comportamiento del niño, etc.)? La respuesta sistemática a estas preguntas permi- te mejorar considerablemente la calidad asistencial rutinaria. Sistema venoso del niño Venas superficiales Son muy numerosas en el niño y presentan importantes variaciones anatómicas, que se acentúan aún más con el desarrollo progresivo del panículo adiposo. Venas del cuero cabelludo (fig. 1) Todas estas venas convergen desde la periferia hacia el cen- tro. Se las suele clasificar en tres grupos: anterior, lateral y posterior. El grupo anterior comprende dos venas supraor- bitarias que se unen para formar la vena frontal mediana; la vena parietal principal se une a la vena frontal lateral y forma la vena temporal superficial, visible perfectamente 36-742-A-10 © E ls ev ie r, P ar ís E N C IC L O P E D IA M É D IC O -Q U IR Ú R G IC A – 36 -7 42 -A -1 0 Accesos venosos percutáneos en el neonato, el lactante y el niño Es indispensable que todo médico que trate a niños enfermos tenga conocimientos teóricos y sobre todo prácticos del abordaje venoso en pediatría. Es muy importante respetar el sistema venoso, especialmente en aquellos niños que padecen trastornos crónicos. Por lo general, suele bastar con una vía venosa periférica y a menudo se deben escoger en primer lugar las venas distales de la extremidad supe- rior no dominante. Las indicaciones de una vía venosa profunda son muy concretas y su elección depen- derá fundamentalmente de la experiencia del profesional. Actualmente, gracias a los materiales que se utilizan (poliuretano, silicona), los catéteres son mucho más durade- ros. No obstante, siguen siendo muy frecuentes las complicaciones (en especial las infecciosas). Para limitar su incidencia hay que tomar medidas de asepsia muy riguro- sas y manipular lo menos posible la línea venosa. Nunca se debe proceder a un abor- daje venoso sistemático de los pacientes pediátricos (excepto en el caso de la aneste- sia general); si se necesita una vía de este tipo, se deben seguir protocolos rigurosos para su colocación y control. J. C. Granry C. Lejus C. Mercier Jean-Claude GRANRY: Professeur des Universités, praticien hospitalier, ser- vice d’anesthésie-réanimation chirurgicale, CHU, 4, rue Larrey, 49033 Angers cedex 01, France. Corinne LEJUS: Maître de conférences des Universités, praticien hospitalier, service d’anesthésie-réanimation chirurgicale, CHU, 5 allée de l’Île Gloriette, BP 10005, 44035 Nantes cedex 01, France. Colette MERCIER: Professeur des Universités, praticien hospitalier, départe- ment d’anesthésie-réanimation, CHU, 49, boulevard Béranger, 37044 Tours cedex, France. página 2 por delante del pabellón auricular; el grupo posterior está compuesto por las venas retroauricular y occipital, que se juntan en el cuello. Venas cervicales La vena yugular externa suele ser voluminosa en el lactan- te. Nace en la región parotídea y termina en la base del cue- llo, en donde desemboca en la vena subclavia. La vena yugu- lar anterior se anastomosa con las yugulares interna y exter- na homolaterales. Desciende siguiendo la línea media y des- pués en sentido oblicuo, por fuera y por encima de la hor- quilla esternal, hasta desembocar en la vena subclavia. Venas de la extremidad superior (fig. 2A) Generalmente se puede acceder bastante bien a estas venas en el niño, independientemente de su edad, en tres zonas preferentes: — el dorso de la mano: las arcadas venosas digitales, que discurren sobre las primeras falanges, se juntan para formar las venas metacarpianas, que a su vez se anastomosan en una arcada dorsal superficial; — la cara anterior de la muñeca: las redes venosas de la mano dan origen a las tres venas del antebrazo: la radial superficial, la cubital superficial y la radial accesoria. Estas venas suelen ser bastante visibles en el lactante; — el pliegue del codo: las venas basílica y cefálica, que nacen de las venas precedentes, son dos de las principales vías de abordaje. La vena basílica, que discurre por el borde interno del bíceps, suele tener bastante calibre, incluso en el recién nacido (1,5 mm). Venas de la extremidad inferior (fig. 2B) En el dorso del pie se puede identificar fácilmente la arca- da venosa dorsal superficial, que se continúa por sus extre- mos con las venas marginales externa e interna. De esta últi- ma nace la vena safena interna, que discurre por delante del maléolo interno. Normalmente, es fácil acceder a la vena en ese punto. Venas profundas Vena umbilical (fig. 3) Transporta la sangre oxigenada de la placenta hasta el feto. Nace en el ombligo y se dirige hacia arriba y hacia la dere- cha en dirección a la cara inferior del hígado, en donde se une a la rama izquierda de la vena porta. El conducto veno- so de Arancio, o ductus venosus, comunica directamente el conjunto formado por las venas porta y umbilical con la vena cava inferior, estableciendo un shunt que evita en parte la circulación hepática. En un neonato a término tiene un calibre interior de unos 2 mm. Seno venoso longitudinal (fig. 4) El seno longitudinal superior, situado en la línea media, discurre en sentido anteroposterior por un canal de la superficie interna de la bóveda craneal, ocupando en toda su longitud el borde superior convexo de la hoz del cere- bro. Presenta una sección transversal en forma de trián- gulo isósceles, claramente visible en las tomografías, con la base ligeramente curvada y adherida a la pared ósea. El calibre del seno aumenta progresivamente en sentido anteroposterior, alcanzando aproximadamente 1 cm en su punto más posterior. Junto con los senos longitudinal infe- rior y derecho garantiza el drenaje venoso cortical («ama- rras venosas del cerebro»), ocupando los tres bordes de la hoz del cerebro. Recibe numerosas venas cerebrales y óseas y se anastomosa con la circulación extracraneal por mediación de la vena emisaria del agujero parietal. Como las demás venas de este grupo, desemboca en la confluen- cia posterior o prensa de Herófilo. Debido a sus caracte- rísticas anatómicas, el seno longitudinal superior es el único seno al que se puede acceder en un neonato o un lactante con las fontanelas abiertas [34]. En esa zona sólo se encuentra a unos milímetros de la pared cutánea. Los senos venosos son rígidos y no se pueden contraer. Además, carecen de válvulas. Vena yugular interna (fig. 5) Las referencias anatómicas de esta vena suelen ser bastante constantes. No obstante, en los niños menores de un año el tejido adiposo y la cortedad del cuello modifican los puntos de referencia habituales. La vena yugular interna nace de los senos venosos intracraneales. A la altura del orificio ras- gado posterior, el seno lateral se continúa con el golfo de la yugular interna. La vena desciende inicialmente en sentido anteroinferior, y después discurre verticalmente hasta la base del cuello, por detrás de la extremidad esternal de la clavícula, en donde se une a la vena subclavia para formarel tronco venoso braquiocefálico. Este trayecto suele coinci- dir con una línea que une la punta de la apófisis mastoides con la articulación esternoclavicular. La vena yugular inter- na, la arteria carótida interna y el nervio vago discurren jun- tos dentro de la misma vaina vascular. La vena se sitúa en un primer momento por detrás de la arteria carótida, después discurre por su borde externo y finalmente sigue una tra- yectoria anteroexterna. En su segmento medio, el paquete vasculonervioso del cuello está recubierto siempre por el músculo esternocleidomastoideo. Por detrás de los vasos se sitúan la aponeurosis prevertebral, los músculos preverte- brales y las apófisis cervicales transversas. En su parte infe- rior, la vena yugular interna discurre por detrás del trián- gulo formado por las inserciones esternal y clavicular del 1 Venas del cuero cabelludo y la cara. 1. vena facial; 2. vena frontal mediana; 3. vena parietal principal; 4. vena frontal lateral; 5. vena temporal superficial; 6. vena occipital; 7, vena yugular externa; 8, vena infraorbitaria. 1 2 3 4 5 6 8 7 Anestesia ACCESOS VENOSOS PERCUTÁNEOS EN EL NEONATO, EL LACTANTE Y EL NIÑO página 3 músculo esternocleidomastoideo. Por detrás de esta región de la base del cuello discurren los nervios frénico y vago. Por la izquierda, el conducto torácico se anastomosa a la altura de la unión entre las venas yugular interna y subcla- via. El calibre de la vena aumenta progresivamente en sen- tido descendente (en el neonato, el diámetro medio es de unos 3 mm). En su parte inferior, la vena presenta una dila- tación fusiforme a la altura de una válvula del ostium (1 cm por encima de la clavícula). Vena subclavia (fig. 6) La vena subclavia nace de la vena axilar y se une a la yugu- lar interna para formar el tronco venoso braquiocefálico. Sigue una trayectoria rectilínea y más o menos transversal de afuera hacia adentro, discurriendo como la arteria sobre la primera costilla por detrás de la clavícula y del músculo subclavio. Por consiguiente, se sitúa en la parte inferior del triángulo supraclavicular, formado por fuera por el borde anterior del músculo trapecio, por dentro por el borde pos- terior del músculo esternocleidomastoideo y por debajo por el tercio medio de la clavícula. La vena queda siempre protegida anteriormente por la clavícula. Ocupa siempre una posición más anteroinferior que la arteria. Por detrás de la arteria emerge la cúpula pleural. El nervio frénico se cruza con la vena subclavia por detrás. A la izquierda, el 36-742-A-10 2 A. Venas de las extremidades superior e inferior. 1. vena subcu- tánea abdominal; 2. cayado de la vena safena interna; 3. vena safena interna; 4. vena peronea; 5. vena cefálica; 6. vena basílica; 7. vena radial superficial; 8. vena radial accesoria; 9. vena cubital superficial. B. Venas del pie. 1. vena marginal interna; 2. vena marginal exter- na; 3. arcada venosa dorsal superficial. 1 2 3 4 1 2 3 A B 5 6 7 8 9 3 Circulación umbilical (modificada según Kahle, Leonhardt, Platzer, Flammarion 1989). 1. aorta; 2. conducto arterial; 3. vena cava superior; 4. arteria pulmonar; 5. agujero oval; 6. ventrículo dere- cho; 7. ventrículo izquierdo; 8. hígado; 9. conducto venoso; 10. vena cava inferior; 11. vena porta; vena umbilical; 12. arterias umbilicales. 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 página 4 conducto torácico penetra en el ángulo formado por las venas yugular interna y subclavia. En el neonato, la vena sigue una trayectoria más cefálica. Habitualmente, la vena subclavia derecha forma un ángulo de 90° con la vena yugular interna del mismo lado. También en el lado derecho, el ángulo formado con la vena cava superior es más agudo que en el lado izquierdo y, por consiguiente, es más difícil de franquear, especialmente en los niños menores de un año [21]. Vena axilar (fig. 7) La vena axilar nace de la vena basílica a la altura del hueco axilar. Sigue una trayectoria ascendente hacia la parte supe- rior del hueco y se convierte en la vena subclavia en el borde inferior de la primera costilla. La vena discurre por dentro y ligeramente por debajo de la arteria. Se puede ver claramente bajo la piel del lactante, ya que su parte más dis- tal queda bastante superficial por fuera del músculo pecto- ral menor. Con la excepción del nervio cutáneo medial del antebrazo, los componentes del plexo braquial quedan más cerca de la arteria que de la vena. Vena femoral (fig. 8) Su anatomía presenta varias ventajas, en especial la de dis- currir justo por dentro de la arteria femoral (cuyos latidos se perciben siempre con claridad), incluso en el neonato. En el muslo, la vena femoral discurre siempre a lo largo de la arteria femoral, recibe la vena safena interna a la altura del triángulo de Scarpa y termina en el arco crural, convir- tiéndose en la vena ilíaca externa. Por fuera, el nervio femo- ral está separado de la vena femoral por la arteria. Las venas pudendas externas desembocan en la vena safena interna justo por dentro de la vena femoral. A menudo se pueden palpar a esa altura ganglios inguinales superficiales y pro- fundos. Indicaciones de una vía de acceso venoso Para decidirse a colocar una vía venosa a un niño es nece- sario analizar una serie de factores. Vía venosa superficial Está indicada una vía venosa superficial si: — la perfusión tendrá una duración previsiblemente corta; — las soluciones administradas no son hipertónicas y los fármacos inyectados no son perjudiciales para la vena de pequeño calibre; — no está indicada la nutrición parenteral; — el niño presenta un cuadro clínico estable sin signos de agravamiento. Generalmente, es posible colocar una vía venosa superficial a cualquier edad, incluyendo a los recién nacidos. La zona elegida dependerá ante todo de las condiciones locales (hematoma, quemaduras, etc.), del tamaño y de la visibili- dad de las venas. Tanto en el niño como en el adulto, hay que elegir en primer lugar las venas distales de la extremi- dad superior no dominante. En segundo lugar, se escogerán las venas de las extremidades inferiores o de los pliegues de 4 Seno longitudinal superior. 1. seno derecho; 2. seno longitudinal superior; 3. gran vena de Galeno; 4. hoz del cerebelo; 5. seno longi- tudinal inferior; 6. seno cavernoso; 7. prensa de Herófilo; 8. tienda del cerebelo; 9. seno lateral; 10. seno petroso inferior; 11. vena yugular interna; 12. seno petroso superior. 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 Cuadro I.– Características de las agujas epicraneales. Agujas Diámetro Longitud Longitud epicraneales externo (mm) de la aguja del tubo de (calibre EEUU) (mm) conexión (mm) 27 0,4 9,5 300 25 0,5 a a 23 0,6 19 330 21 0,8 19 1 Anestesia ACCESOS VENOSOS PERCUTÁNEOS EN EL NEONATO, EL LACTANTE Y EL NIÑO página 5 flexión (codos), debido a las dificultades habituales para la fijación y a las molestias que tiene que soportar el niño. Vía venosa profunda Las indicaciones para una vía venosa profunda son muy concretas: — una perfusión de duración previsiblemente prolongada; — necesidad de administrar soluciones hipertónicas o fár- macos agresivos para las venas de calibre reducido; — indicación de nutrición parenteral; — necesidad de medir la presión venosa central debido al estado clínico. La elección de la vía venosa profunda dependerá ante todo de la experiencia del profesional. No obstante, en caso de urgencia, se recomiendan preferentemente las siguientes vías de abordaje: — la vía venosa umbilical en el neonato que sufre; — la vía venosa femoral en caso de paro cardiorrespiratorio o de shock hipovolémico. Mientras que, en las mismas condiciones, se deben desa- consejar las siguientes vías: — seno longitudinal superior en el lactante; — vena subclavia en caso de insuficiencia respiratoria. Vías venosas periféricas Material El material empleado en pediatría es fundamentalmente de dos tipos: las agujas epicraneales y los catéteres cortos con aguja guía. Agujas epicraneales Cada vez se utilizan menos, exceptoen los prematuros y los neonatos y, a cualquier edad, para la extracción de muestras de sangre. En el cuadro I se indican sus características técnicas. Las agujas metálicas llevan una cubierta de silicona y tienen un bisel corto, lo que permite una introducción transcutá- nea segura. Unas aletas de plástico facilitan su fijación. En los prematuros se emplean agujas muy cortas para limitar el riesgo de atravesar la vena. Por último, el tubo de conexión contiene una pequeña cantidad de líquido (0,25-0,40 ml). 36-742-A-10 5 A. Referencias anatómicas de la vena yugular interna (corte transversal a la altura de C6, por encima del triángulo de Sédillot). 1. músculo esternocleidomastoideo; 2. vena yugular interna; 3. nervio neumogástrico o vago; 4. arteria carótida primitiva; 5. ner- vio recurrente; 6. músculos hioideos. B. Vena yugular interna. Anatomía, referencias. 1. músculo digástrico; 2. nervio laríngeo superior; 3. arteria tiroidea superior; 4. músculo escaleno anterior; 5. vena yugular interna; 6. nervio frénico; 7. arteria tiroidea inferior; 8. arteria subclavia; 9. vena sub- clavia; 10. músculo omohioideo; 11. cartílago tiroides; 12. arteria tiroidea superior; 13. glándula tiroides; 14. músculo esternoclei- domastoideo. 1 2 3 4 5 6 A 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 B Cuadro II.– Características de los catéteres cortos. Catéteres Diámetro Diámetro Longitud cortos externo interno del catéter Flujo (calibre (mm) (mm) (mm) (ml/min) EEUU) 26 0,6 0,4 19 10 24 0,6 a 0,7 0,4 a 0,52 18 a 19 18 a 24 22 0,8 a 0,9 0,5 a 0,68 25 a 28 24 a 48 20 1 a 1,1 0,7 a 0,84 25 a 32 52 a 74 18 1,3 0,9 a 1,04 32 a 38 100 página 6 Con este tipo de material, los riesgos trombogénico e infec- cioso son muy limitados, debido probablemente a la «vida media» generalmente corta de la vía venosa. Catéteres cortos Son los más utilizados. Los diferentes calibres existentes permiten acceder a la mayoría de las venas, desde los pre- maturos a los adolescentes (cuadro II). El material que se emplea actualmente es el poliuretano (vialón) o el politetrafluoroetileno (teflón, neoflón). Este último presenta la ventaja de tener una gran inercia quí- mica (hemocompatibilidad) y unas propiedades mecáni- cas muy adecuadas (rigidez, deslizamiento por el interior de la vena). Estas ventajas explican la mayor duración de los catéteres cortos en comparación con las agujas epicra- neales. Los avances tecnológicos permiten mejoras constantes: — cámara de reflujo más voluminosa y tapón de micropar- tículas que evita la exposición a la sangre del paciente; — aletas de fijación con una base plana que permiten una fijación muy estable; — prolongadores obturadores adaptables; — mandriles obturadores que permiten conservar el abor- daje venoso sin mantener la perfusión; — puntos de inyección con válvula antirreflujo, etc. La elección del calibre del catéter dependerá del diámetro aparente de la vena, de la edad y de la situación clínica del niño. Cuando es necesario proceder a un llenado vascular rápido e importante, se debe elegir el catéter más grueso y corto posible (ley de Poiseuille). En algunos casos, se puede practicar una «prepunción» cutánea con una aguja para no deteriorar la punta del catéter corto, lo que podría provo- car lesiones endovenosas. Preparación Del lugar de punción Se debe desinfectar minuciosamente la piel. Es indispen- sable lavarse las manos. Se recomienda usar guantes dese- chables (no estériles). El antiséptico más utilizado es la clorohexidina alcohólica para campo operatorio. Tarda 1 minuto en actuar y su efecto dura unos 45 minutos. Se debe efectuar una primera aplicación antes de preparar el 6 Vena subclavia. Anatomía, referencias. 1. tráquea; 2. cúpula pleu- ral; 3. músculo escaleno anterior; 4. nervio frénico; 5. plexo bra- quial; 6. arteria subclavia; 7. conducto torácico; 8 vena subclavia. 1 2 3 4 7 Vena axilar. Anatomía, referencias. 1. vena basílica; 2. nervio cutá- neo medial; 3. músculo pectoral mayor; 4. plexo braquial; 5. arte- ria axilar; 6. vena axilar. 1 2 3 4 5 6 5 6 7 8 8 Vena femoral. 1. vena femoral; 2. vena safena; 3. arteria femoral; 4. nervio femoral; 5. arco crural; 6. vena epigástrica superficial; 7. ganglios inguinales profundos; 8. vena pudenda externa superfi- cial. 1 2 3 4 5 6 7 8 Anestesia ACCESOS VENOSOS PERCUTÁNEOS EN EL NEONATO, EL LACTANTE Y EL NIÑO página 7 material. El médico debe efectuar una segunda aplicación inmediatamente antes de la punción. En niños mayores de un año se puede usar también la polividona yodada. En los neonatos y sobre todo en los prematuros, es preferible no utilizar este producto debido al riesgo de hipotiroidismo transitorio. Al margen de las urgencias, actualmente es muy recomen- dable aplicar una crema anestésica sobre la zona prevista para la punción [40]. Para que pueda actuar adecuadamen- te, se debe aplicar en cantidad suficiente (2 g como media por zona de punción) y como mínimo 1 hora antes de la punción venosa bajo un apósito autoadhesivo transparente oclusivo. Si se va a colocar un catéter corto de gran calibre (18G o superior) a un niño mayor, resulta muy sencillo y efi- caz inyectar un anestésico local (lidocaína al 1 % sin adre- nalina) en la zona de punción. Del paciente Si se va a colocar una vía venosa a un niño consciente (en la práctica, de más de 4 a 5 años de edad) es necesario darle alguna explicación. Se debe actuar con seguridad y preci- sión, respondiendo a cualquier pregunta que pueda plan- tear el paciente. Es aconsejable utilizar algunas zonas deter- minadas y evitar otras. Así, por ejemplo, se debe evitar la perfusión a través de las venas de la mano dominante en los niños que pueden comer o que se chupan el pulgar de esa mano, y las venas de las extremidades inferiores en los niños que pueden ponerse de pie o caminar, etc. Venas del cuero cabelludo Es una vía muy utilizada en los neonatos y sobre todo en los prematuros. Puede ser también muy útil en anestesia pediá- trica cuando no se puede visualizar ninguna otra vena superficial. Se utilizan preferentemente las ramas de la vena temporal superficial o la vena frontal mediana. No es nece- sario afeitar sistemáticamente el cuero cabelludo. Se debe evitar esta vía si existen lesiones en el cuero cabelludo (trau- máticas, infecciosas) o alguna malformación craneal. Técnica Para visualizar mejor la vena se la puede comprimir colo- cando un dedo por encima y estirando ligeramente el plano cutáneo con otro dedo por debajo de la zona de punción. Hay que elegir una aguja o un catéter corto con un calibre adecuado para el diámetro aparente de la vena (normal- mente una aguja epicraneal de calibre entre 27 y 25 G o un catéter corto de calibre entre 26 y 24 G). El reflujo venoso no suele ser abundante o aparece con retraso. La inyección lenta de entre 0,5 y 1 ml de líquido de perfusión permite confirmar la posición correcta de la aguja, que deberá que- dar perfectamente inmovilizada (colodión y apósito auto- adhesivo transparente). Mantenimiento y control Esta vía de abordaje suele tener una vida útil relativamente corta (48 horas). Se puede prolongar su viabilidad inmovi- lizando la cabeza. Es imprescindible retirar inmediatamen- te la aguja o el catéter si se observa cualquier anomalía local (hinchazón, eritema). Complicaciones específicas En los niños muy pequeños es relativamente frecuente la per- fusión de una arteria de pequeño calibre. Se debe retirar inmediatamente el material de punción si aparecen pequeñas placas blanquecinas alrededor de la zona de perfusión duran- te la prueba de inyección inicial y, a fortiori, si se observa reflu- jo de sangre a través del tubo de conexión. Es indispensable comprimir la zona durante algunos minutos para evitar una hemorragia local, que a veces puede ser abundante. Vena yugular externa Con mucha frecuencia, es la vena periférica más gruesa y visible en la mayoría de los niños. Paradójicamente se utili- za muy poco. Las indicaciones son las mismas de cualquiervía venosa periférica; no obstante, conviene tener presente que el catéter suele tener una vida útil muy corta en esta zona (debido a los movimientos de la cabeza). Las con- traindicaciones fundamentales son la cortedad del cuello, las infecciones cutáneas cervicales (supuración de los plie- gues de flexión) o la agitación intensa del paciente. Los trastornos de la coagulación no contraindican esta vía. Técnica (fig. 9) Se elige la vena más visible. Se coloca al niño en decúbito dorsal, con la cabeza colgando (con una rodillo grueso bajo los hombros, si lo permite el estado clínico) y vuelta hacia el lado contrario a la punción. El médico comprime la vena con un dedo por debajo del punto de punción para hacerla resaltar. Al mismo tiempo, conviene tensar la piel por enci- ma para enderezar la vena. El ángulo mandibular suele difi- cultar la punción, especialmente si se utiliza una jeringa para visualizar mejor el retorno venoso, el cual suele ser abun- dante y puede sobrepasar fácilmente el catéter. Conviene inmovilizar completamente el catéter. Normalmente, el flujo libre de perfusión es excelente, pero puede variar con los cambios de posición de la cabeza. Mantenimiento y control Conviene usar un apósito autoadhesivo transparente para poder controlar visual y manualmente el punto de punción. El apósito debe ser oclusivo y se debe cambiar a menudo (son frecuentes los desprendimientos debidos a los movi- mientos de la cabeza). Complicaciones específicas Se debe interrumpir la maniobra si aparece un hematoma durante la punción. La hemorragia local puede ser rápida y abundante, pero la compresión externa es fácil y eficaz. Se debe optar siempre por una posible extravasación. 36-742-A-10 9 Abordaje yugular externo. 1. anastomosis entre las venas yugula- res externa y anterior; 2. vena yugular anterior; 3. vena occipital; 4. vena yugular externa. 1 2 3 4 página 8 Venas superficiales de la extremidad superior Las venas más accesibles de los niños se encuentran casi siem- pre en el dorso de la mano, en la cara anterior de la muñeca y en el pliegue del codo. Normalmente, se eligen en primer lugar las venas de la extremidad superior. Esta elección debe estar justificada; la punción se debe efectuar siempre sobre piel sana, comenzando por el extremo distal. Para una aneste- sia de corta duración, la punción de las zonas de flexión (muñeca) no suele tener consecuencias. Si es necesario man- tener la vía venosa durante más tiempo, es preferible evitar los pliegues de flexión, ya que obligan a inmovilizar la extremi- dad. Este tipo de punción está contraindicado cuando existen lesiones localizadas, infecciosas o no (edema, hematoma, etc.). Técnica Es necesario insistir en el tamaño del manguito, que debe adecuarse al peso del niño. Una vez colocado el manguito, la vena debe quedar bien visible y palpable. Con la mano libre se sujeta la extremidad del niño y con un dedo se tensa la piel por encima de la zona de punción, sin aplastar la vena. Cuanto más joven es el niño, menor deber ser el ángu- lo de punción a fin de evitar la transfixión de la vena. Si se va a cateterizar la vena, es necesario sujetar la base del caté- ter hasta haberlo fijado a la piel. Mantenimiento y control También en este caso, es necesario examinar la zona de punción varias veces al día. El sistema de fijación no debe ocultar dicha zona. Venas superficiales de la extremidad inferior Se suele optar por una vía venosa de la extremidad inferior cuando no es posible utilizar o ha fracasado una vía en las extremidades superiores. La punción suele ser dolorosa en el pie y el tobillo. Además, la fijación del catéter es más difí- cil en esa zona. Los movimientos del tobillo y el pie suelen limitar la vida útil del catéter. Técnica Apenas difiere de la descrita previamente. No obstante, la vena safena, que discurre internamente a la altura del malé- olo, es a veces muy poco visible; no obstante, se puede pun- cionar igualmente fiándose de su trayectoria habitual, que es prácticamente constante. Complicaciones comunes a las vías venosas periféricas Las principales complicaciones de estas vías de abordaje son las infecciones locales o sistémicas, los hematomas, la per- fusión extravenosa, la necrosis cutánea y la tromboflebitis. Infecciones El riesgo infeccioso es mínimo con las agujas epicraneales. Las infecciones localizadas son más frecuentes con los caté- teres cortos (5,4 % con los catéteres de teflón, 6,9 % con los catéteres de vialón) [73]. Por el contrario, el riesgo de septi- cemia es muy reducido. El riesgo de infección aumenta con la lesión mecánica del endotelio venoso, debido a la natu- raleza de la solución perfundida (lípidos, fármacos venotó- xicos [24]). Se debe retirar inmediatamente el catéter si aparecen sig- nos locales o generales de infección o si el paciente es de alto riesgo (inmunodepresión). Hematomas Aparecen de forma inmediata o muy precozmente tras la punción venosa. Su aparición obliga a retirar el catéter y a buscar otra zona para la punción. La compresión externa prolongada evita la extensión del hematoma. Se puede formar un hematoma importante como conse- cuencia de una punción arterial accidental (arteria del cuero cabelludo, arteria humeral en los niños más peque- ños, arteria pedia). También en este caso, la compresión manual durante varios minutos limita la difusión sanguí- nea. Es muy poco frecuente que se produzca un espasmo arterial. Cuadro III.– Principales catéteres centrales utilizados en el niño. Material, Nombre dimensiones, Indicaciones Técnica de colocación Ventajas Inconvenientes y marca longitud (L), diámetro externo (DE) Seldiflex Plastimed Poliuretano, conexión fija, L = 8, 11, 15 cm DE = 1,0 mm (< 10 kg), 1,3 mm ( ≥10 kg), (20G- 19G) Careflow Poliuretano y vialón, Presión venosa central, Método de Seldinger: Facilidad, rapidez de Sin tunelización, Becton-Dickinson conexión fija, L = 13 cm nutrición parenteral de subclavia, yugular colocación, urgencia duración limitada DE = 0,7 y 1,3 mm corta duración interna, femoral (< 15 días) (22G- 18G) Hydrocath Ohmeda Poliuretano, conexión fija, L = 100, 150, 200 mm DE = 0,7-0,9 y 1,2 mm (22G - 20G - 18G) Leader-Flex Vygon Poliuretano, L = 4,6, 8, 10 cm DE = 0,7-0,9- 1,2 mm (22G - 20G - 18 G) Nutricath S Vygon Silicona, conexión Nutrición parenteral de Método de Seldinger Tunelización, Sin mandril, amovible, L = 35 cm, duración media con Desilet, mejor fijación desplazamiento fácil DE = 1,3 (> 10 kg) y introductor de teflón 1,7 mm (> 20 kg) de gran calibre Anestesia ACCESOS VENOSOS PERCUTÁNEOS EN EL NEONATO, EL LACTANTE Y EL NIÑO página 9 Perfusión extravenosa y necrosis cutánea La perfusión extravenosa es una posibilidad más frecuente. La perfusión extravenosa de la solución perfundida suele dar lugar a una infiltración tisular sin consecuencias impor- tantes. En algunos casos, la falta de un control adecuado de la zona de punción, asociada a la administración de deter- minados fármacos (adriamicina, metotrexato, tiopental, diazepam, etc.), puede provocar una necrosis del tejido celular subcutáneo. Las soluciones electrolíticas (cloruro cálcico) también pueden originar lesiones tisulares impor- tantes en caso de extravasación. Tromboflebitis Las tromboflebitis se ven favorecidas por numerosos facto- res. El más destacado es la estasis venosa, tanto mayor cuan- to más se acerca el calibre del catéter al de la vena. Los otros factores de riesgo guardan relación con los materiales empleados, con la irritación mecánica de la vena por el extremo del catéter y, sobre todo, con las características quí- micas de las soluciones y los fármacos perfundidos. Todas las soluciones hipertónicas son agresivas para las venas (nunca se debe administrar a un niño suero glucosado con una concentración superior al 10 % a través de un catéter corto), pero también lo son los aminoácidos y algunos anti- bióticos y antifúngicos (vancomicina, anfotericina B). Lógicamente, todos estos factores obligana tomar las medi- das de prevención pertinentes. Vías venosas profundas Materiales que se pueden utilizar a cualquier edad Diferentes materiales La fabricación de un catéter exige requisitos biológicos y fisicoquímicos. El material del catéter debe ser biocompati- ble, hemocompatible, no trombogénico y bioestable, debe ser químicamente inerte, no alterarse con los fármacos administrados y deformarse en función del entorno. Además, debe ser liviano, flexible, resistente y radiopaco, debe tener una pared fina con un cociente diámetro inter- no (DI)/diámetro externo (DE) elevado, se debe poder esterilizar y debe tener conexiones de seguridad de tipo luer-lock. Si se respetan la mayoría de estos criterios se pue- den reducir los importantes riesgos infecciosos y trombóti- cos que se observan con el polietileno, el cloruro de polivi- nilo (PVC) y el teflón, demasiado rígidos e incompatibles con un empleo prolongado y, por consiguiente, cada vez menos utilizados para el cateterismo central, aunque sea de corta duración. Di Costanzo [32] ha podido demostrar cla- ramente esta diferencia de tolerancia basándose en las lesiones vasculares inducidas por cinco materiales (polieti- leno, dos polímeros fluorados, silicona y poliuretano) intro- ducidos por vía femoral en la vena cava del conejo y man- tenidos durante diez días; este autor confirmó la tromboge- nicidad de los materiales rígidos y la buena tolerancia de la silicona y el poliuretano. Pero aunque los polímeros utiliza- dos actualmente han tenido que pasar por un proceso de selección muy estricto, ninguno de ellos reúne todavía todas las condiciones ideales. El elastómero de silicona es muy flexible y poco trombogénico, pero sus paredes son relativamente gruesas y es tan flexible que es necesario uti- lizar una guía Desilet para introducirlo en la vena, lo que complica su manipulación. No obstante la mayoría de los trabajos publicados reconocen su superioridad en los pacientes infantiles [29, 45]. El poliuretano presenta propie- dades mecánicas superiores a las de la silicona: mayor flexi- bilidad, resistencia a los pliegues, pared más fina (con un mayor cociente DI/DE), facilidad de introducción en la vena y, por consiguiente, menor alteración de la pared vas- cular. Tipos de catéteres Se diferencian por el material con el que están fabricados, por el diámetro, la longitud, la conexión distal amovible o no, el número de luces y la existencia de un manguito en su trayecto de tunelización; por último, pueden ir conectados a un recipiente totalmente implantado (cámara implanta- ble). Catéter venoso central convencional Es un catéter con una sola luz, cuyo extremo externo lleva una conexión proximal amovible o no, que permite la tune- lización. Se distinguen (cuadro III): — los catéteres de poliuretano que se pueden introducir fácilmente en una vena central por el método de Seldinger (el catéter se desliza directamente a lo largo de un mandril metálico). Su extremo es fijo y normalmente no se puede tunelizar, ya que para ello hay que emplear un dilatador venoso pelable. Se pueden colocar muy fácilmente durante una intervención en la que se necesite medir la presión venosa central, y se pueden mantener brevemente (de 10 a 15 días) durante el período postoperatorio, amarrándolos fuertemente con un lazo «espartano»; — los catéteres de silicona, que se utilizan para la alimenta- ción parenteral de duración media o prolongada, y que pueden ser tunelizados. Se pueden emplear dos técnicas para su colocación: — por medio de una cánula de teflón, con la que se practi- ca la punción venosa: una vez retirada la aguja del intro- ductor y confirmado el reflujo sanguíneo, se introduce en la cánula de teflón el catéter con un mandril y se hace avan- zar dicho catéter hasta la vena cava superior. Una vez colo- cado, se retiran el mandril y la cánula. Pero las cánulas de teflón tienen un diámetro exterior considerable y suelen alterar la pared venosa durante la punción; — empleando un Desilet y el método de Seldinger; ésta es la técnica más recomendable: la aguja de punción es fina; primero se introduce una guía metálica y a continuación un Desilet de silicona que dilata la vena; después de retirar el dilatador, se introduce el catéter dentro de la vaina de Desilet y se retira esta última una vez que el catéter quede en la posición correcta. Independientemente de la técnica que se utilice, se tuneli- za el catéter por vía retrógrada y se conecta su extremo pro- ximal a la conexión amovible. Catéter tunelizado con mandril de tipo Broviac-Hickman (cuadro IV) Consiste en un catéter de silicona provisto en su parte tunelizable de un mandril de dacrón situado en el punto de unión de dos segmentos: un segmento fino distal, que comprende la parte intravascular y la parte tunelizada, y un segmento proximal reforzado. El mandril es colonizado gradualmente por las células del tejido subcutáneo, for- mando un tejido fibroso que garantiza la estabilidad mecá- nica y la fijación del catéter, y constituye una barrera con- tra las infecciones. No obstante, conviene efectuar una fija- ción provisional con una sutura de reabsorción lenta para evitar el desplazamiento y la salida del mandril, que puede necesitar más de quince días para su estabilización defini- 36-742-A-10 página 10 tiva. Para retirar este catéter hay que practicar una incisión quirúrgica, ya que si se tira con fuerza de él se puede rom- per, provocar una embolia gaseosa o incluso inducir su migración hacia el ventrículo derecho y la arteria pulmo- nar. Este catéter fue diseñado por Broviac en 1973 [13] para un uso prolongado. Posteriormente, en 1978, Hickman [54] modificó este primer catéter aumentando su diámetro, facilitando la perfusión de los productos sanguíneos y colo- cando dos mandriles a lo largo del segmento externo sub- cutáneo: uno de ellos cercano al emplazamiento cutáneo y el otro cercano al lugar de la punción venosa. Progre- sivamente se ha ampliado la denominación de «Broviac» a los catéteres con mandril de silicona o poliuretano. Generalmente, estos catéteres se introducen en una vena profunda: vena yugular interna o subclavia. Dada la flexi- bilidad de la silicona, es necesario utilizar el método de Seldinger introduciendo un conjunto de dilatador-vaina pelable en la vena alrededor de la guía metálica. Para pre- parar el túnel subcutáneo se emplea un tunelizador; se practican dos pequeñas incisiones en los extremos y se introduce el catéter por vía subcutánea hasta el lugar de punción de la vena (por vía anterógrada). A continuación se introduce la parte intravascular del catéter en la vaina pelable, después de haberla cortado a la longitud previsi- blemente necesaria para llegar hasta la aurícula derecha, utilizando habitualmente como punto de referencia el ter- cer espacio intercostal anterior. Se retira el mandril varios centímetros en el interior del túnel y se fija alrededor del punto de emergencia a través de la piel. Catéteres con dos o tres luces Son de silicona o poliuretano y facilitan la administración simultánea de varios fármacos, permitiendo extraer mues- tras de sangre al mismo tiempo. Algunos de estos catéteres disponen de mandriles de colágeno impregnados de iones de plata: el colágeno se disuelve progresivamente liberan- do los iones de plata, que tienen un efecto antibacteriano en el punto de inserción del catéter. El colágeno utilizado es de origen bovino y biodegradable. Los resultados de un estudio prospectivo controlado confirman una reducción significativa del riesgo de colonización y de infección del catéter [72]. Catéteres con cámara de inyección implantable Son catéteres de silicona o poliuretano cuyo extremo distal va conectado a un pequeño depósito implantado en el teji- do subcutáneo del tórax del paciente. La cámara suele ser de silicona y tiene una base metálica de titanio o de polí- mero; la membrana superior, de silicona gruesa (entre 4 y 5 mm) y a través de la cual se efectúan las inyecciones, cons- tituye el tabique. El catéter se puedecolocar por vía percu- tánea en las venas yugular interna o subclavia. Sin embargo, para implantar el depósito (generalmente, en la vena sub- clavia interna) hay que practicar una incisión quirúrgica. Existen diversos modelos de uso exclusivamente pediátrico, que se utilizan fundamentalmente en los lactantes (peso de la cámara inferior a 5 g) (cuadro V). Preparación Del paciente También en este caso, y al margen de las situaciones de urgencia, es necesario dar alguna explicación al niño y a las personas que le rodean, exponiéndoles con claridad la téc- nica y sus inconvenientes. Siempre que sea posible, es pre- ferible colocar el catéter en el quirófano, en la sala de recu- peración o en una sala específica del servicio de reanima- ción. El niño debe estar rodeado del mejor entorno posible. Para lavar al paciente se debe utilizar un jabón antiséptico compatible con el antiséptico utilizado para preparar el Cuadro IV.– Principales catéteres de tipo Broviac con mandril usados en el niño. Material, Nombre dimensiones, Indicaciones Técnica de colocación Ventajas Inconvenientes y marca longitud (L), diámetro externo (DE) Nutricath túnel Silicona (Siltech), con mandril Vygon conexión amovible, L = 60 cm DE = 1,3-1,7 y 2 mm Fijación lenta del Método de Seldinger, mandril, riesgos de Lifecath Vygon Silicona (Siltech), guía metálica en «J», Uso prolongado infección, ausencia de L = 75 cm Nutrición parenteral dilatador prolongador DE = 1-1,4-1,7 mm prolongada, + vaina pelable desmontable quimioterapia Cuff-Cath Ohmeda Poliuretano, (oncología Ausencia de calibre L = 50 cm, 60 cm hematológica), Tunelización < 1,8 mm: indicación DE = 1,8-2,1 mm nutrición cíclica, aporte para > 15 kg de hemoderivados Cook Critical care Silicona, vaina pelable (Peel-Away Introductor con vaina Introducer), L = 8, 12, pelable de pequeño 25 cm DE = 1-1,3-1,6- calibre 2,1 mm Cuadro V.– Principales sistemas de cámara implantable de modelo pediátrico (peso de la cámara inferior a 5 g). Nombre y marca Material Características Cámara Catéter Cámara Catéter Bardport titanio o silicona ORX peso = 3,2 g DI: 1,0 mm Bard polímero DB = DE: 2,2 mm 24, 8 mm Celsite titanio, poliuretano peso = 2,5 g DI: 0,8 mm Babyport epoxi ORX DB = 22 mm DE: 1,5 mm Braun Polysite polímero silicona ORX peso = 4,5 g DI: 1,0 mm Perouse DB = DE: 2,2 mm IDSA 17,6 mm Mini polímero silicona ORX peso = 4,5 g DI: 0,8 mm Sitimplant DB = DE: 1,3 mm Vygon 23,0 mm DB: diámetro de base; DI: diámetro interno; DE: diámetro externo. Anestesia ACCESOS VENOSOS PERCUTÁNEOS EN EL NEONATO, EL LACTANTE Y EL NIÑO página 11 campo quirúrgico. En algunos casos, puede que convenga colocar una mascarilla al niño. La intervención debe producir el menor dolor posible. El procedimiento dependerá de la edad y la patología del niño. Si el paciente está consciente y coopera, en la mayo- ría de los casos se puede utilizar un hipnótico (midazolam) asociado a un anestésico local. En el niño pequeño hay que recurrir casi siempre a la anestesia general (ketamina). En esas condiciones, la intervención es muy sencilla. La anes- tesia garantiza una inmovilidad completa y una asepsia ópti- ma. La posición del paciente variará en función de la zona escogida, pudiendo tener algunas repercusiones ventilato- rias o circulatorias. De ahí la importancia de una monitori- zación minuciosa (frecuencia cardíaca, SpO 2 , presión arte- rial), en especial cuando la cabeza del niño queda cubierta por los paños estériles. Del médico y del lugar de punción La colocación del catéter se debe llevar a cabo en condi- ciones de asepsia estricta: uso de mascarilla y gorro, lava- do quirúrgico de manos, bata y guantes estériles. En pri- mer lugar, se procede a recubrir bien la piel de la zona con clorohexidina alcohólica quirúrgica o polividona yodada dérmica, respetando las contraindicaciones de esta última (período neonatal, intolerancia al yodo). A continuación, se delimita el campo quirúrgico con paños estériles de un 36-742-A-10 10 A. Abordaje de la vena yugular interna por dentro del músculo esternocleidomas- toideo. 1. arteria carótida primitiva; 2. vena yugular interna; 3. clavícula; 4. cabeza esternal del músculo esternocleidomastoideo; 5. cabeza clavicular del músculo esternocleidomastoideo. B. C. Abordaje de la vena yugular interna por el vértice superior del triángulo de Sédillot. 1. cabeza esternal del músculo esternocleidomastoideo; 2. cabeza clavi- cular del músculo esternocleidomastoideo; 3. triángulo de Sédillot; 4. vena yugu- lar interna; 5. arteria carótida primitiva; 6. clavícula; 7. primera costilla. D. E. Abordaje de la vena yugular interna por detrás de la cabeza clavicular del músculo esternocleidomastoideo. 1. cabeza esternal del músculo esternocleido- mastoideo; 2. cabeza clavicular del músculo esternocleidomastoideo; 3. vena yugular interna; 4. manubrio esternal; 5. primera costilla; 6. clavícula. 1 1 1 2 2 2 3 456 3 3 4 4 5 5 6 7 A C D B E página 12 tamaño adecuado para poder depositar sobre ellos el material necesario. Seguidamente, se efectúa una segunda aplicación de antiséptico. Se deja pasar aproximadamente 1 minuto (para el secado) y ya se puede proceder a la intervención. Vena yugular interna Se han propuesto diferentes métodos de punción, a mayor o menor altura de la vena yugular, por detrás o por delante del músculo esternocleidomastoideo. Generalmente, se elige la vena yugular derecha, dado que se encuentra en el eje de la vena cava superior y la punción no representa nin- gún peligro para el conducto torácico. Técnica Para el éxito de la intervención es esencial la correcta colo- cación del paciente. Hay que colocar al niño en decúbito dorsal, con un rodillo bajo los hombros y la cabeza girada hacia el lado contrario e inmovilizada o sujeta por un ayu- dante. El músculo esternocleidomastoideo debe quedar perfectamente visible. Si se gira excesivamente la cabeza se modifican considerablemente las referencias anatómicas y se reduce el flujo yugular. La posición de Trendelenburg, que incrementa considerablemente el diámetro de la vena yugular interna, está contraindicada en caso de sufrimiento cerebral y, a fortiori, de hipertensión intracraneal. La vena yugular interna bisecciona el vértice superior del triángulo de Sédillot, delimitado interiormente por la cabeza esternal del músculo esternocleidomastoideo, exteriormente por la cabeza clavicular de ese mismo músculo e inferiormente por el borde superior de la clavícula. Todos los abordajes percutáneos se llevan a cabo alrededor o por dentro de dicho triángulo. El abordaje anterior es el más utilizado, especialmente en el lactante (fig. 10 A). La punción se efectúa a 3 ó 4 cm por encima de la clavícula, en el punto medio de una línea que une la apófisis mastoides con la horquilla esternal, lateral- mente al pulso carotídeo, formando un ángulo de unos 30° con la piel. Hay que dirigir la aguja hacia el pezón homola- teral o hacia el punto de unión entre el tercio interno y los dos tercios externos de la clavícula. En el abordaje mediano la aguja penetra por el vértice del triángulo de Sédillot (entre 1 y 3 cm por encima de la cla- vícula, formando un ángulo de 30 a 40 ° con la piel y diri- giéndose también hacia el pezón homolateral. Este método se acerca mucho a la vía media (fig. 10 B). El abordaje posterior (vía de Jernigan [57]) se utiliza poco en el niño, pero es importante conocerlo por si fracasan las demás vías (fig. 10 C). En el lactante, el punto de punción se localiza a 1,5-2 cm por encima de la clavícula, por fuera de la vena yugular externa y a lo largo del borde posterior de la cabeza cleidooccipital del músculo esternocleidomas- toideo. La aguja penetra oblicuamente, hacia la cara poste- rior de la horquilla esternal. Se debe alcanzar la vena tras un recorrido de unos 10 a 20 mm a la altura del borde supe- rior de la clavícula. Con esta vía se corre el riesgo de lesio- nar la cúpula pleural. Para limitar este riesgo se puede uti- lizar un puntode punción más alto, situado en el punto medio de la línea que une la apófisis mastoides y la articu- lación esternoclavicular [12]. Resultados Habitualmente, se prefiere esta vía a la punción infraclavi- cular debido al menor riesgo de neumotórax [90]. El por- centaje de éxitos es muy elevado. Prince [91] obtuvo un por- centaje global de éxitos del 77 % en un trabajo prospectivo para valorar el abordaje yugular interno según la técnica de Daily en 52 niños de edades comprendidas entre las 6 sema- 11 A. B. Abordaje de la vena subclavia por el punto medio del cayado infraclavicular, 1. cabeza esternal del músculo esterno- cleidomastoideo; 2. cabeza clavicular del músculo esternoclei- domastoideo; 3. triángulo de Sédillot; 4. vena yugular interna; 5. arteria carótida primitiva; 6. vena subclavia; 7. clavícula; 8. pri- mera costilla. C. Abordaje supraclavicular de la vena subclavia. 1 2 3 4 5 6 7 8 A B C Anestesia ACCESOS VENOSOS PERCUTÁNEOS EN EL NEONATO, EL LACTANTE Y EL NIÑO página 13 nas y los 14 años y sometidos a cirugía cardíaca. No obstan- te, el porcentaje de fracasos es inferior en los niños mayo- res de dos años. A pesar de todo, esta técnica se puede uti- lizar en niños con un peso inferior a 2,5 kg [64]. No parece que el nivel de la punción (alto o bajo) influya en el por- centaje de éxitos, al menos en los equipos adecuadamente entrenados [25]. El fracaso de la punción se suele deber una colocación inco- rrecta, a una inmovilización insuficiente o a un cálculo equivocado de la proyección cutánea del trayecto de la vena. También se puede introducir el catéter por una vía falsa. Una radiografía de perfil, con o sin opacificación del catéter [114], permite evidenciar su localización en la vena ácigos. En los niños, el empleo de una sonda Doppler per- mite evidenciar en el 18 % de los casos la existencia de ano- malías anatómicas como la causa de las dificultades encon- tradas durante la punción [3]. El empleo de una sonda eco- gráfica para identificar la vena yugular interna permite mejorar el porcentaje de éxitos y reducir la incidencia de complicaciones en los niños con cardiopatías congénitas [35]. Estas técnicas, difícilmente aplicables en la práctica rutinaria, están indicadas fundamentalmente cuando fraca- sa el método convencional y cuando existen discrasias san- guíneas. El principal inconveniente de la vía yugular interna radica en las dificultades para la fijación, especialmente en el neonato y el lactante, debido al riesgo de doblez a nivel del cuello. Para evitar este riesgo, se puede desviar hacia abajo el tra- yecto del catéter y fijar su extremo proximal a la cara ante- rior del tórax. Complicaciones específicas Se puede producir un hematoma cervical, que no suele ser compresivo pero que resulta bastante grave cuando lo es (disnea laríngea), puede ser secundario a una punción carotídea o venosa. Mediante una compresión eficaz e inmediata se puede prevenir el riesgo de extensión secun- daria. En el trabajo de Prince [91] se produjo una punción carotídea en el 23 % de los casos, pero sólo se desarrolló un hematoma en la cuarta parte. Se han observado diferentes lesiones nerviosas, debidas tanto a la compresión por un hematoma como a una lesión directa (afectación de los nervios craneales IX, X, XI o XII, parálisis hemidiafragmática por lesión del nervio frénico, parálisis de las cuerdas vocales tras una tentativa de punción bilateral). En el 0,5 % de los casos se observa un síndrome de Claude Bernard-Horner [91]. Skinner [111] ha publicado un caso de inserción extradural accidental del catéter tras intentar puncionar la vena yugular interna izquierda en un lactante de 11 semanas. Vena subclavia Permite acceder fácilmente a la vena cava superior; es una vena de caudal importante y que resulta ideal para el cate- terismo prolongado debido a la facilidad para fijar la vía a la pared torácica y a la ausencia de movilidad, que evita el riesgo de desplazamiento del catéter. Los equipos de anes- tesia pediátrica han temido siempre esta vía, debido al ries- go de neumotórax o de hematoma por punción arterial. Desde hace algunos años, la vía infraclavicular ha conocido un importante relanzamiento debido al aumento de las indicaciones en la alimentación parenteral prolongada y también a la comodidad que permite en la quimioterapia oncológica en pediatría. Esta vía se puede utilizar a cual- quier edad [18]. Las contraindicaciones relativas a esta vía de abordaje son la insuficiencia respiratoria y las alteraciones importantes de la hemostasia. Un médico sin experiencia no debe utilizar nunca esta técnica sin ayuda. Por último, no conviene utili- zar esta vía para colocar un catéter de hemodiálisis en caso de insuficiencia renal aguda (riesgo de estenosis a largo plazo). Técnica Se instala al niño en decúbito dorsal y ligeramente inclina- do, siempre que no exista ninguna contraindicación. Se coloca un rodillo bajo los hombros, se gira la cabeza hacia el lado contrario y se coloca el brazo homolateral a lo largo del costado. La técnica más utilizada es la del abordaje infraclavicular de Aubaniac (fig. 11 A). La punción se efectúa al ras del borde inferior de la clavícula, en el punto de unión entre sus ter- cios externo y medio (en el punto medio de la clavícula en los niños más pequeños). Se introduce la aguja hacia aden- tro, en sentido ligeramente posterosuperior, hacia la cara posterior de la articulación condroesternal o hacia el muñón del hombro contrario. La aguja debe formar ini- cialmente con el plano de la piel un ángulo de unos 40 ° (cuanto más pequeño sea el niño, menor será este ángulo), que posteriormente disminuye a 15-20°. Se debe introducir la aguja con prudencia, en el «hueco de la mano», hasta que se observe un reflujo franco de sangre venosa en la jeringa. Se ha propuesto otra técnica de abordaje: la vía supraclavi- cular [2] (fig. 11B); la punción se efectúa justo por encima de la clavícula, en la bisectriz del ángulo (45°) formado por la clavícula y el borde externo de la cabeza clavicular del músculo esternocleidomastoideo. Con esta técnica se cate- teriza la confluencia yugulosubclavia. El empleo de una aguja dotada de una sonda Doppler [69] resulta muy útil en los niños obesos o edematosos y permi- te diferenciar fácilmente entre la arteria y la vena en los niños con un peso superior a 3 kg. La elevada frecuencia de las vías falsas [93] de los catéteres justifica el control radioló- gico tras la colocación. Este control se debe efectuar en el mismo momento de la instalación, para poder recolocar inmediatamente el catéter. Las vías falsas más frecuentes son la vena yugular interna homolateral y la vena subclavia contralateral, debido preferentemente a la introducción del catéter por la vía infraclavicular derecha [11]. Resultados En el estudio prospectivo de Venkataraman [122], el porcen- taje global de éxitos en 100 abordajes venosos infraclavicu- lares quirúrgicos pediátricos ascendió al 92 % (45 % en el primer intento, 85 % tras dos tentativas). En el porcentaje de éxitos no influyeron el estado hemodinámico o respira- torio del niño ni la experiencia del médico. Sin embargo, el porcentaje es menor en los niños de bajo peso. Complicaciones específicas de la vía infraclavicular La experiencia del facultativo parece un factor determi- nante en la incidencia de las complicaciones, en las que influyen considerablemente el número de punciones. En el estudio citado anteriormente, la incidencia de complicacio- nes menores (hematomas, hemorragia arterial, extrasísto- les ventriculares transitorias) fue del 24 %, y la incidencia de neumotórax del 6 %. Por el contrario, Cogliati [22] no ha observado ninguna complicación en el momento de la inserción en el 91 % de los casos en una serie de 158 niños. 36-742-A-10 página 14 El porcentaje de complicaciones es mayor cuando se cate- teriza la vena subclavia derecha [18] y cuando los pacientes tienen menos de 5 años [112]. La proximidad de la cúpula pleural en los niños explicala frecuencia de neumotórax y el riesgo de derrame sanguíneo secundario a una lesión arterial. Ricard [97] ha informado 4 lesiones de la arteria subclavia, descubiertas por la aparición de un hemotórax, en 414 punciones. En uno de los casos se trataba de un falso aneurisma de la arteria subclavia derecha en un niño de dos meses sometido a una resección-sutura. En los otros tres casos, se lesionó la arteria subclavia dere- cha, lo que obligó en uno de ellos a una resección-sutura, y en otro a una ligadura. Se debe sospechar la existencia de un aneurisma arterial cuando se observa un aumento pro- gresivo del tamaño del mediastino o una masa supraclavicu- lar sibilante y pulsátil que puede comprimir la tráquea o el lóbulo superior del pulmón, o inducir un síndrome de Claude Bernard-Horner. En tales casos, se impone una exploración ecográfica, angiográfica o incluso tomográfica. Generalmente, se encuentra un falso aneurisma con forma- ción inicial de un hematoma perivascular, que posterior- mente se organiza. Las fístulas arteriovenosas representan una complicación tardía (2 casos por cada 1 000 punciones) que sólo se ha descrito en pacientes adultos. Se pueden lesionar la tráquea y el timo. Una punción del conducto torácico se puede complicar con un quilotórax. La lesión del nervio frénico puede dar lugar a la ascensión progresiva de la cúpula diafragmática. Vena axilar Es una vía venosa poco habitual, que conlleva un menor riesgo de neumotórax. Puede utilizarse en los niños que- mados cuando no se dispone de muchas venas y con la con- dición de que el hueco axilar esté libre de lesiones y de vellosidad [78, 87]. Técnica (fig. 12) Se coloca al niño en decúbito dorsal, con el brazo en abdu- ción entre 100 y 120° y la mano en supinación. La vena se encuentra por dentro y ligeramente por debajo de la arte- ria. En el lactante se puede ver bajo la piel. Una vez identi- ficados los latidos arteriales, se introduce la aguja paralela- mente al borde inferior de la arteria. A continuación se coloca el catéter por el método de Seldinger. Complicaciones específicas Si se produce un hematoma secundario a una lesión de la arteria se puede recurrir a la compresión manual. También es posible una lesión del plexo braquial. Vena femoral La vía femoral presenta ventajas evidentes. En caso de urgencia, constituye una vía excelente para la reanimación, ya que es fácil de localizar [60] y mantiene un caudal impor- tante. Es una vena fácil de cateterizar sin necesidad de recu- rrir a la anestesia general. La postura del paciente no con- lleva cambios hemodinámicos. En caso de punción arterial o de laceración venosa, se puede comprimir la zona. La vía femoral es muy utilizada en los niños quemados [92]. Se ha propuesto también utilizarla para la colocación de catéteres de diálisis [50]. Más recientemente, en una encuesta entre 200 equipos de nefrología sobre el abordaje vascular en caso de insuficiencia renal aguda, tanto en adultos como en niños, el 60 % de los equipos ha preferido la vía femoral debido a la facilidad del procedimiento. Por el contrario, en caso de insuficiencia renal crónica, el 45 % de los equi- pos prefieren la vía yugular interna [66]. También se ha propuesto esta vía para la medición de la presión venosa central. Durante el cateterismo cardíaco de doce niños, Murdoch [82] no ha observado diferencias al medir esta presión en la vena cava superior, en la aurí- cula derecha o en la vena cava inferior. En un estudio prospectivo de 39 niños a los que se les habían colocado dos catéteres, Yung [128] llegó también a la conclusión de que la presión existente en la vena cava inferior represen- ta una aproximación aceptable de la presión en la vena cava superior, pudiendo utilizarse de forma rutinaria en los niños que no presenten ningún aumento de la presión intraabdominal. La localización puede ser más difícil en caso de paro circu- latorio. Durante el masaje cardíaco a corazón abierto con clampeo aórtico, las pulsaciones palpables en la región femoral no son de origen arterial, sino que representan el reflejo retrógrado a través de la vena cava. Por consiguien- te, en esta circunstancia cambian las referencias anatómicas de la vena femoral [23]. Conviene tener presentes algunas contraindicaciones relati- vas: anomalía vascular o malformación de la extremidad inferior, patología abdominal (hematoma o tumor) que pueda comprimir la vena cava inferior, infección local, ade- nopatías inguinales voluminosas, etc. Técnica (fig. 13) Se coloca al niño en decúbito dorsal, con el muslo en abducción de 30 ° y en rotación externa, y la pierna coinci- diendo con el eje del muslo. Se coloca un rodillo bajo el lado de la punción. Para fijar la posición de la extremidad inferior se puede recurrir a un ayudante, que se debe apo- yar sobre la rodilla. La punción se efectúa en el triángulo de Scarpa, 1 ó 2 cm por debajo del arco crural, por dentro de los latidos arte- riales (que se perciben fácilmente) a la altura del pliegue inguinal. La aguja penetra en dirección oblicua y ascen- dente, siguiendo el eje del muslo hacia el ombligo, un punto de referencia fundamental en el neonato y el lactan- te, formando un ángulo de 30 a 45° con el plano cutáneo. 12 Abordaje de la vena axilar. Anestesia ACCESOS VENOSOS PERCUTÁNEOS EN EL NEONATO, EL LACTANTE Y EL NIÑO página 15 Resultados El acceso femoral es una técnica sencilla con un porcentaje elevado de éxitos que asciende al 86 % [59], aunque depen- de de la experiencia del profesional. Los antecedentes de cateterismo cardíaco pueden dificultar una nueva punción femoral. En un grupo de 131 niños sometidos previamente a una punción femoral, Celermajer [19] obtuvo un porcen- taje de fracasos del 45 % con una segunda punción. Complicaciones específicas de la vía femoral Las trayectorias aberrantes por los plexos venosos lumbares son más frecuentes en el lado izquierdo que en el derecho, especialmente en el síndrome de Cockett (compresión de la vena ilíaca primitiva izquierda por la arteria ilíaca derecha) [115]. Lavandowsky [65] recomienda realizar sistemáticamente una radiografía de perfil para descartar estos trayectos abe- rrantes. La punción arterial (14 % de los casos en la serie de Kanter [59]) no suele dejar secuelas, aunque puede provocar una isquemia pasajera por espasmo de la arteria femoral, que resulta especialmente grave en el neonato. Tras puncio- nes venosas repetidas se pueden formar fístulas arterioveno- sas femorales o incluso aneurismas arteriovenosos traumáti- cos. El hematoma de punción en el triángulo de Scarpa se puede extender a la articulación coxofemoral pudiendo dar lugar a una osteoartritis de cadera. Bonadiao [10] ha publicado el caso de un niño portador de un catéter femoral que desarrolló la sintomatología de una peritonitis. Las laceraciones vasculares pueden causar un hematoma peritoneal que es necesario descartar mediante una ecografía abdominal. El hemoperitoneo puede deber- se a la perforación de la vena femoral en su recorrido retro- peritoneal. El mecanismo propuesto consiste en la infiltra- ción de la pared anterior del abdomen como consecuencia del desplazamiento del catéter. Vías venosas profundas específicas del neonato Vena umbilical Es la vía venosa de elección en la sala de parto cuando el recién nacido presenta problemas graves, debido a la rapi- dez y a la facilidad de ejecución del cateterismo por esta vía. Sin embargo, el cateterismo sólo debe durar unas horas, ya que la inyección de las soluciones hipertónicas que se reco- miendan en la literatura pediátrica favorece los accidentes trombóticos. Fuera de la sala de parto, esta vía tiene muy pocas indicaciones. Material Existen diferentes modelos de catéteres radiopacos dividi- dos en centímetros (cuadro VI). Técnica (fig. 14) Se debe proceder a una asepsia especialmente minuciosa con clorohexidina quirúrgica. Antes de seccionar el ombligo, a unos 10 mm de su implantación parietal, se debe comprobar que no presenta ninguna anomalía. Elorificio de la vena es muy abierto y se visualiza siempre muy bien. Una vez purgado el catéter, se introduce con ayuda de una pinza hasta una pro- fundidad de 3 a 4 cm para no cateterizar la vena porta. Si es necesario colocar el catéter en la aurícula izquierda, se intro- duce hasta sobrepasar la marca de los 10 cm. En esta posición permite, en casos concretos (persistencia de la circulación fetal), medir la oxigenación de la sangre venosa pulmonar, valorar el shunt intrapulmonar y administrar fármacos vaso- dilatadores (tolazolina, prostaciclina, etc.). Previamente, hay que verificar siempre la posición del catéter mediante una radiografía. Complicaciones específicas El principal peligro es la obliteración del tronco portal con desarrollo secundario de una hipertensión portal grave (cavernoma portal). La perfusión de soluciones hipertóni- cas puede provocar infartos hepáticos, mesentéricos e inclu- so pulmonares. La lista de las complicaciones del cateteris- mo umbilical es muy larga y bien conocida desde hace mucho tiempo [106]. De ahí la importancia de emplear esta vía sólo cuando esté absolutamente indicada, y de utilizar una técnica perfecta. Vía epicutaneocava En 1973, Shaw desarrolló una técnica de microcateterismo de la vena cava por vía percutánea [108]. Esta técnica con- 36-742-A-10 13 Abordaje de la vena femoral. Técnica. Cuadro VI.– Catéteres umbilicales radiopacos. Nombre Longitud Diámetro Referencia y marca Material (cm) externo (mm) /extremo distal ORX poliuretano 30 o 40 0,8 (21G) 1,3 marcado Vygon (Flexane) (18G) centimétrico 1,6 (16G) de 4 a 25 cm, llave de dos vías ORX polivinilo 40 1,3-1,6-2 marcado Vygon (PVC) (18G - 16G centimétrico - 14G) a 5, 6, 7, 8, 9, 10 y 15 cm Plasticath polivinilo 30 o 40 1,2 - 1,6 - 2,3 bloqueo Plastimed (18G - 16G luer lock - 13G) Sherwood polivinilo 38 1,2 - 2,3 marcas cada (Argyle) (18G - 13G) 5 cm, sin luer lock Cook poliuretano 30 1,33 - 1,67 marcas doble luz (18G - 16G) cada 5 cm triple luz página 16 siste en introducir un catéter muy fino a través de una vena superficial por medio de una aguja epicraneal de doble aleta, y hacerla avanzar hasta la vena cava superior y la aurí- cula derecha. Para esta técnica se pueden emplear las venas del cuero cabelludo o de la extremidad superior (basílica o cefálica). Es preferible elegir una vena distal antes que recurrir a una vena proximal (yugular externa o anterior) o a una red venosa profunda (vena yugular inter- na) [45]. Para la punción se debe escoger una zona que entrañe menos riesgo de complicaciones y que facilite la inmovilización y los controles posteriores durante los cui- dados y el aseo del niño. Indicaciones Esta vía se utiliza muy a menudo en los niños muy prema- turos con un peso al nacer inferior a 1 500 gramos y que requieren nutrición parenteral, y en los neonatos con algu- na patología quirúrgica o una enterocolitis que contrain- diquen la alimentación enteral durante varios días o sema- nas. A través de estos microcatéteres se pueden administrar soluciones glucoproteicas hiperosmolares, lípidos y anti- bióticos. Sin embargo, debido a su escaso diámetro, no se pueden perfundir hemoderivados, y el flujo se limita a 0,5 ml.min-1; por consiguiente, se pueden obstruir rápidamen- te con el más mínimo reflujo sanguíneo al cambiar la línea de perfusión. Para su colocación no se necesita anestesia general. Técnica Para su colocación se requiere también una asepsia quirúr- gica rigurosa, ya sea en la unidad de cuidados intensivos o en el quirófano; la colocación se debe llevar a cabo sobre una mesa radiante, para evitar que se enfríe el neonato. Si se escoge una vena del cuero cabelludo (vena temporal superficial o vena retroauricular), es necesario afeitar bien el vello del cuero cabelludo antes de proceder a la desin- fección local. El catéter se introduce a través de la aguja con la ayuda de una pinza de disección sin dientes, inyec- tando al mismo tiempo suero fisiológico para facilitar su avance. Los catéteres de poliuretano con guía metálica avanzan más fácilmente, una vez que se ha cateterizado correctamente la vena con la aguja. Estos catéteres son algo más largos que la guía metálica, con el objeto de evitar un traumatismo vascular o auricular. Una vez que ha penetra- do varios centímetros, se retira la aguja seccionable y se desliza el catéter sin forzar su avance. El reflujo de sangre se controla con una jeringa de 2 a 5 ml de suero fisiológi- co; mediante la inyección de 1 a 2 ml de producto de con- traste se puede localizar, con la ayuda de un amplificador de brillo, el extremo del catéter flotando libremente en la unión entre la vena cava superior y la aurícula derecha. Sin embargo, el avance del catéter no resulta siempre sencillo; se puede seguir una falsa ruta y cateterizar una arteriola, lo que obliga a escoger otra vena del cuero cabelludo o de otra zona. En ese caso, el tiempo necesario para la coloca- ción puede oscilar entre 10 y 60 minutos o más. Una vez que el catéter se encuentra en la posición correcta, es nece- sario fijarlo bien, sin riesgo de tunelización. Esta fijación es muy delicada: se puede aplicar una gota de pegamento estéril o de colodión en el punto de entrada del catéter a través de la piel. El extremo proximal del catéter se conec- ta a una aguja epicraneal con un prolongador al que se acopla una llave de tres vías. Con cinta autoadhesiva trans- parente y permeable a la transpiración se recubren el bucle del catéter y las aletas, que se deben adaptar al cuero cabe- lludo o a una zona plana del antebrazo. Algunos equipos [28, 45] introducen un filtro antibacteriano de 0,22 µm entre el prolongador y la línea de perfusión, aunque esta medi- da es de una eficacia discutible. Las conexiones se envuel- ven con un vendaje empapado en una solución alcohólica de clorohexidina. Conviene controlar por ecocardiografía la posición del extremo del catéter que, debido a su flexi- bilidad, flota libre en el interior de la aurícula derecha. En un estudio realizado por Hausdorf [53] en 25 neonatos sometidos a este tipo de microcateterismo, el catéter quedó mal colocado en contacto con el agujero oval en el 40 % de los casos, y en el interior de la aurícula izquierda en el 32 % de los casos. En estas circunstancias, es necesario retirar el catéter algunos milímetros para evitar el riesgo de una embolia gaseosa sistémica. Complicaciones específicas Los microcatéteres tienen una tolerancia venosa excelente. La incidencia de complicaciones es muy baja. Se han publi- cado diversos estudios retrospectivos, en algunos de los cua- les se analiza un número importante de pacientes. Así, por ejemplo, en el estudio de Goutail-Flaud [45] sobre 569 neo- natos, el índice de complicaciones sépticas es muy bajo (1/1 201 días catéter); esta cifra es comparable a la obteni- da en otros trabajos [44, 70]. Las complicaciones mecánicas (desplazamiento, arrancamiento, perforación, oclusión del catéter) son más frecuentes (entre el 22 y el 26 %); la vida media de los catéteres es de 24 días. El riesgo de perfora- ción con taponamiento cardíaco es muy bajo, aunque se han publicado dos casos, favorecidos por el desplazamiento del catéter. Chathas [20], en un estudio sobre 478 catéteres, de los cuales 241 fueron colocados en prematuros con un peso inferior a 1 000 g, obtuvo una incidencia de infeccio- nes también muy reducida:1,03/1 000 días catéter. Pero en el 43 % de los casos una complicación mecánica (desplaza- miento, obstrucción o fugas) obligó a retirar el catéter, cuya vida media fue de 13 días. El número de trombosis es tam- bién muy reducido (1 %), tanto con los catéteres de silico- na como con los de poliuretano. Por consiguiente, se puede afirmar que el microcateteris- mo central es una técnica de elección para la nutrición parenteral de duración media (de 20 a 25 días) en los neo- natos a término o los prematuros de muy bajo peso (infe- 14 Abordaje de la vena umbilical en el recién nacido. Anestesia ACCESOS VENOSOS PERCUTÁNEOS EN EL NEONATO,EL LACTANTE Y EL NIÑO página 17 rior a 1 000 g). La escasa incidencia de infecciones en com- paración con otros tipos de catéteres (como el de Broviac) es un elemento primordial a la hora de elegir estos catéte- res en primera instancia, durante el primer mes de vida. Proporcionan una comodidad y una seguridad nutricional considerables, y evitan de entrada el dolor y la angustia de las punciones venosas repetidas. No obstante, son de temer las oclusiones de estos catéteres durante las manipulaciones de la línea de perfusión o durante la administración de determinadas soluciones (sales de calcio). Además, la fija- ción del catéter no es nunca perfecta, lo que favorece el desplazamiento o su extracción accidental. Complicaciones comunes a las vías venosas profundas Las complicaciones más graves que se pueden observar durante el cateterismo venoso central son las infecciones y las trombosis venosas, dos peligros que hay que temer e intentar prevenir cuando se considera la posibilidad de colocar un catéter. Además, estos dos riesgos suelen estar relacionados entre sí [104]. Complicaciones infecciosas Frecuencia de las infecciones La frecuencia de las infecciones en los niños portadores de un catéter central varía considerablemente dependiendo de los trabajos publicados. Las cifras varían según los crite- rios clínicos y bacteriológicos aplicados, y pueden hacerlo de unos estudios a otros en función de las poblaciones de pacientes analizadas (edad, patología) y del material y el tipo de catéter (de extremo libre o implantado). Se debe correlacionar la frecuencia de las infecciones con la dura- ción del cateterismo; actualmente, se suele expresar en rela- ción con los 1 000 días de uso del catéter (1 000 días caté- ter). Este método de valoración sirve de referencia y per- mite analizar y comparar los resultados obtenidos. Decker [29] ha revisado lo publicado sobre las complicaciones infec- ciosas con los catéteres de Broviac en pacientes infantiles y ha presentado los resultados en función de la edad y la patología. Este autor destaca la elevada incidencia de infec- ciones observada con estos catéteres en los recién nacidos (3,9/1 000 días catéter) en comparación con los niños de más edad (2,4/1 000 días catéter), y llega a la conclusión de que los catéteres de Broviac entrañan un riesgo elevado durante el primer mes de vida. En los pacientes con tumo- res sólidos o leucosis, la incidencia asciende a 3/1 000 días catéter, y en los niños alimentados exclusivamente por vía parenteral a 4,64/1 000 días catéter. El riesgo es muy infe- rior en el caso de las cámaras implantables pediátricas: 0,5/1 000 días catéter [79, 102]. Stenzel [116] no ha podido encontrar ninguna relación entre la duración del cateterismo y la incidencia de infecciones. Sin embargo, en neonatología [20] el cateterismo prolonga- do constituye un factor de riesgo, lo mismo que un peso inferior a 1 000 g. En oncología pediátrica, el riesgo depen- de de la duración de la neutropenia [127]. Durante la nutri- ción parenteral, la incidencia de sepsis con los catéteres infraclaviculares tunelizados de una sola luz es más baja (4,8 %) que con los catéteres de luz múltiple (17, 4 %). Al- gunos sostienen que la vía femoral entraña una mayor inci- dencia de infecciones, pero diversos estudios demuestran que el riesgo infeccioso no difiere significativamente del observado con otros abordajes venosos centrales. Todos los abordajes vasculares pueden provocar infecciones localiza- das en la zona de punción, o infecciones generalizadas de tipo septicémico. Krausz [64] obtuvo 15 % de complicacio- nes sépticas tras la punción de la vena yugular interna en 206 pacientes de edades comprendidas entre algunas horas de vida y 12 años, de los cuales 31 eran prematuros de menos de 2,5 kg. Stenzel [116] estudió las complicaciones de 395 vías centrales, el 41 % de las cuales habían sido intro- ducidas por vía femoral. El porcentaje de infecciones sisté- micas atribuibles a los catéteres era del 3,7 % para la vía femoral y del 7,3 % para las demás vías. En el grupo femo- ral no se observaron infecciones por microorganismos gramnegativos (enterobacterias). La incidencia de compli- caciones no infecciosas fue la misma en ambos grupos (2,5 y 2,1 %, respectivamente). Los autores llegan incluso a sugerir que la vía femoral puede representar una opción preferente debido a sus escasas complicaciones. Fisiopatología y diagnóstico clínico Es imprescindible definir los criterios de infección secun- daria al catéter, ya que los episodios febriles, con o sin bac- teriemia, no se deben siempre al catéter. Se pueden esbozar tres formas de colonización de un catéter: — colonización a partir del punto de entrada del catéter a través de la piel: en el momento de la inserción o, poste- riormente, durante las manipulaciones, a través de la entra- da cutánea (vía periluminal). Los microorganismos cutáne- os (Staphylococcus epidermidis o aureus), procedentes del paciente o del personal sanitario, colonizan el trayecto sub- cutáneo del catéter hasta su extremo intravascular distal; — colonización por vía endoluminal: es la más frecuente (50 % de los casos), como consecuencia de las manipula- ciones de la línea de perfusión y de las distintas conexiones; — colonización indirecta por traslocación bacteriana a través del extremo intravascular del catéter a partir de una bacteriemia procedente de un foco séptico distante (15 % de los casos). Independientemente de la vía de implantación de los microorganismos en el catéter, las bacterias colonizan el manguito de fibrina que recubre la parte intravascular del catéter, adheriéndose a él y aprovechando las irregularida- des de la pared como punto de partida para la colonización. Los microorganismos poseen una capacidad muy variable para adherirse a la superficie de los polímeros; así, por ejemplo, los estafilococos coagulasa negativos (en especial S. epidermidis) se adhieren rápidamente y con fuerza, aun- que la superficie del catéter sea hidrófoba; producen gran- des cantidades de una sustancia mucilaginosa extracelular (slime) que forma unos depósitos muy voluminosos (la capa puede alcanzar un espesor de 140 µm). Otras bacterias (como S. aureus, Pseudomonas, acinetobacter, levaduras) pueden adherirse a la pared de los catéteres y formar estructuras celulares de varias capas, aunque la cantidad de sustancia producida suele ser menor. Esta sustancia mucila- ginosa de naturaleza polisacárida mantiene el foco infec- cioso, protege las bacterias contra la quimioterapia antibac- teriana y actúa como un obstáculo frente a los mecanismos de defensa del paciente, en especial la opsonofagocitosis. Algunas sustancias secretadas por el organismo del huésped pueden favorecer (por ejemplo, la fibronectina) o dificultar (la albúmina, la heparina) la adhesión de los microorganis- mos a la superficie del catéter. Las manifestaciones clínicas de las infecciones secundarias a un catéter central pueden ser más o menos graves y son inespecíficas. Evidentemente, se pueden observar signos locales (eritema, serosidad en el punto de salida del catéter a través de la piel o en el punto de inyección, o dolor e inflamación en el trayecto de tune- 36-742-A-10 página 18 lización) que constituyen una señal de alerta y hacen pen- sar en la posible contaminación del catéter. Si en este con- texto aparecen signos generales (hipertermia con escalo- fríos) espontáneamente o en las horas posteriores a la mani- pulación del catéter, es casi seguro que la infección se deba a este último. Pero, en la práctica, es más frecuente consi- derar el diagnóstico en un niño portador de un catéter que presenta fiebre, mientras que la exploración local es nor- mal y no se puede identificar ningún posible foco séptico. También se puede considerar este diagnóstico en presencia de un shock séptico inopinado. También puede ocurrir que los síntomas sean menos agudos (fiebre moderada con algunos escalofríos) en las infecciones tardías que se desa- rrollan varias semanas después
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