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800 Parte 5. Glándulas salivales y cuello 1,5 mm bajo la superficie del colgajo y es reflejada por los hematíes en movimiento de los capilares. Para la monitorización metabólica, se valora el oxígeno transdérmico mediante sensores implan- tados. Los valores inferiores a 20 mmHg son signo de isquemia arterial. Otro método utiliza las varia- ciones del pH tisular, detectando más precozmen- te que la anterior la isquemia tisular. Finalmente, la microdiálisis utiliza una sonda en el colgajo que recoge muestras del líquido intersticial, produ- ciéndose en caso de trombosis una reducción de la concentración tisular de glucosa y un aumento del lactato. Farmacoterapia en la microcirugía vascular La heparina impide la formación del trombo de fibrina, y se utiliza generalmente de forma tópica para irrigar las bocas que se van a anastomosar. En caso de trombosis establecida en las microsuturas, la heparina no es útil. En este caso, hay que proceder a la extracción mecánica del trombo. Cuando se produce una trombosis venosa retrógrada tras reha- cer la sutura venosa, está indicada la terapia trom- bolítica con urocinasa a través de una rama de la arteria del colgajo hasta observar que hay retorno por la vena. Los antiagregantes, como la aspirina, los agentes antirradicales libres y los vasodilatadores, tienen un efecto limitado en las microanastomosis, y sólo se utilizan en circunstancias especiales. Por el contrario, es muy importante mantener una adecuada perfusión y oxigenación tisular para al- canzar una hemodilución isovolémica, manteniendo un hematocrito entre el 30-35%, lo cual disminuye la viscosidad de la sangre manteniendo la oxigenación. Para ello, son útiles los cristaloides tipo Ringer lacta- to, pero como pueden favorecer cierto grado de ede- ma, parte de la reposición de fluidos debe realizarse con coloides del tipo dextrano. Selección del colgajo En la elección del colgajo desempeñan un impor- tante papel las características del defecto que se va a reconstruir (tamaño y tipo de tejido a sustituir, loca- lización del defecto). Otro factor que se debe valorar son las características del propio colgajo y las del pa- ciente, ya que algunos colgajos, sobre todo en los pacientes obesos, pueden ser muy gruesos, como ocurre con el colgajo del recto anterior y el paraesca- pular. Por otra parte, es muy importante ajustar los calibres de los vasos receptores y donantes, así como elegir el colgajo en función de la longitud necesaria de su pedículo vascular. Antes de decidir el uso de un colgajo libre hay que valorar si la reconstrucción puede hacerse con garantías de éxito con otro colgajo más sencillo, como por ejemplo, el colgajo del mús- culo temporal en la cirugía de la base lateral del crá- neo, el colgajo de platisma en la pared posterior de la faringe, colgajos locales en las reconstrucciones fa- ciales, colgajo deltopectoral o miocutáneo del pecto- ral mayor en la reparación de grandes defectos en la piel del cuello, etc. No obstante, la existencia de ciru- gía o radioterapia previas y los defectos complejos hacen imprescindible los colgajos libres en la mayo- ría de las ocasiones. También es interesante valorar la posibilidad de realizar la resección del tumor y la ex- tracción del colgajo sin cambiar la posición del pa- ciente, lo cual, además, posibilita que dos equipos trabajen simultáneamente (caso de los colgajos ante- braquial, yeyunal, fibular, etc.). En la reconstrucción de la mandíbula con o sin partes blandas asociadas, los colgajos libres son im- prescindibles, y los más utilizados son el colgajo fi- bular y el paraescapular. Estos colgajos permiten la formación de un callo de fractura y una sólida inte- gración ósea, con posibilidad de realizar implantes osteointegrados de piezas dentarias. En la reconstrucción circular de la hipofaringe y del esófago cervical, los colgajos libres son insusti- tuibles, con la salvedad de los tumores retrocricoi- deos y del esófago cervical, en los que es preferible una interposición gástrica al ser aconsejable la esofa- gectomía total. Una de las posibilidades es utilizar un colgajo de yeyuno, que tiene el inconveniente de re- querir un abordaje abdominal y ofrece peores resulta- dos fonatorios y deglutorios que los colgajos cutáneos, con una tasa de necrosis y fístulas ligeramente supe- rior a éstos. Los colgajos cutáneos más utilizados son el antebraquial o chino, el cubital del antebrazo, el la- teral de brazo y, últimamente, el anterolateral de mus- lo. La ventaja de estos dos últimos es la posibilidad de un cierre directo del área donante, y además se obtie- nen mejores resultados funcionales que con el colgajo de pectoral, la gastroplastia o el colgajo de yeyuno. Fi- nalmente, en situaciones especiales en las que coexis- ten un defecto mucoso faríngeo y un defec to cervical amplio de partes blandas, ocasionalmente con exposi- ción de los grandes vasos cervicales, bien por la exis- tencia de faringostomas o por recidivas exteriorizadas, está indicado el colgajo libre gastroomental. En las grandes resecciones de la orofaringe y la cavidad oral, sobre todo si hay que reconstruir el re- vestimiento interno y el externo, están indicados el colgajo libre paraescapular con dos islas cutáneas, y el colgajo del recto abdominal en la glosectomía to- tal. No obstante, en alguna de estas circunstancias los colgajos miocutáneos del pectoral mayor o del latisi- mus dorsi pueden ser una alternativa. Finalmente, los defectos faciales de gran mag- nitud requieren el uso de un colgajo libre que pro-