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Fisiopatología y Propedéutica Quirúrgica 3º Medicina. Curso 2014/2015 143 Trasplante cruzado renal: consiste en intercambiar donantes entre parejas incompatibles entre sí. Por ejemplo: Tu madre necesita un trasplante renal, pero tú no eres compatible y no le puedes dar tu riñón. No obstante, se descubre que eres compatible para otro paciente cuyo hijo es compatible con tu madre, de tal forma que decides donar tu riñón a ese paciente a cambio de que el hijo de dicho paciente le dé su riñón a tu madre. En eso consiste un trasplante cruzado. 2. Trasplante hepático. El trasplante hepático es el segundo trasplante en frecuencia y, al igual que ocurría en el renal, su frecuencia ha aumentado progresivamente en los últimos años. El trasplante hepático está indicado en: Insuficiencia hepática grave e irreversible o Fallo hepático crónico, que puede ser debido a cirrosis enólica, cirrosis viral (VHB y VHC), enfermedad colestásica (CBP y CEP), enfermedades metabólicas (Wilson, hemocromatosis o déficit de α1- antitripsina) y enfermedades vasculares (Budd-Chiari). De todas ellas, la más frecuente es la cirrosis producida por el VHC, que además producirá recidiva (infectará el hígado implantado) inmediatamente tras el trasplante. Sin embargo, con los nuevos tratamientos antivirales, la supervivencia post-trasplante ha aumentado de manera considerable, por lo que en estos pacientes el trasplante sí está indicado. Para valorar los pacientes candidatos a trasplante por fallo hepático crónico se utiliza la escala MELD, que tiene en cuenta la bilirrubina total plasmática, la creatinina plasmática, el INR y si están tratados o no con diálisis. o Fallo hepático agudo. Tumores hepáticos. El tumor hepático más frecuente es el carcinoma hepatocelular que puede tratarse mediante trasplante de hígado. Sin embargo, existen otros tumores, como el colangiocarcinoma, que NO se deben tratar con trasplantes. El carcinoma hepatocelular es también susceptible de ser tratado mediante resección, por lo que en cada paciente debemos decidir si lo más adecuado es realizar una resección o un trasplante. En esta decisión, se deben tener en cuenta una serie de factores: la morbimortalidad (status y reserva funcional hepática), la potencial recidiva (factores tumorales) y el tipo de resección. Las ventajas del trasplante sobre la resección se resumen en:
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