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Diagnóstico y tratamiento de la insuficiencia cardíaca aguda G. Michael Felker y John R. Teerlink 24 Epidemiología, 484 Tratamiento del paciente con insuficiencia Directrices, 509 Fisiopatología, 485 cardíaca aguda, 492 Evaluación del paciente con insuficiencia Perspectivas futuras, 507 cardíaca aguda, 489 Bibliografía, 507 La insuficiencia cardíaca aguda (ICA) es una de las causas más frecuentes de ingreso de los pacientes mayores de 65 años en los países desarrollados. Solo en EE. UU., cerca de tres millones de pacientes son ingresados anual mente con un diagnóstico primario o secundario de insuficiencia cardíaca, y la ICA contribuye a más de siete millones de días de ingreso cada año.1 El número de ingresos por insuficiencia cardíaca se ha triplicado en las tres últimas décadas (fig. 24-1), y se espera que continúe aumentando por la suma de varias tendencias epidemiológicas: envejecimiento de la población, con el trasfondo de la incidencia de insuficiencia cardíaca asociada a la edad; reducción en la mortalidad secundaria a hipertensión y supervivencia mucho mayor tras un infarto de miocardio, que resulta en un número muy superior de pacientes con disfunción crónica del ventrí culo izquierdo (VI); y disponibilidad de tratamientos eficaces para prevenir la muerte súbita. Previamente considerada parte de la evolución clínica de la insuficiencia cardíaca crónica, la ICA se plantea cada vez más como un trastorno diferente con epidemiología, fisiopatología, tratamientos y resultados propios. EP ID EM IO LO G ÍA N om enclatura y defin iciones La bibliografía es testigo de distintos términos, que se solapan entre sí, usados para caracterizar la ICA, como «síndromes de insuficiencia cardíaca aguda» (SICA), «insuficiencia cardíaca con descompensación aguda» (ICDA), «descompensación aguda de insuficiencia cardíaca crónica» (DAICC) e «ingreso por insuficiencia cardíaca» (IIC). Aunque ninguno de ellos es aceptado universalmente, en este capítulo empleamos el término insuficiencia cardíaca aguda por simplicidad y coherencia. A grandes ras gos, la ICA puede definirse como la aparición de novo o recidiva de los síntomas y signos de insuficiencia cardíaca que precisan tratamiento urgente o inmediato, y resulta en la búsqueda de asistencia médica no programada o ingreso. Aunque el apelativo de «aguda» indica un inicio brusco de los síntomas, muchos pacientes pueden tener un curso más bien subagudo, con empeoramiento gradual de los síntomas que, finalmente, alcanzan una gravedad tal que motiva la búsqueda de asistencia médica no programada. Alcance del prob lem a La ICA representa una gran carga en los países desarrollados. En EE. UU., la insuficiencia cardíaca es el diagnóstico primario de más de un millón de pacientes ingresados cada año, y el diagnóstico secundario en otros dos millones de ingresos.2 En Europa está descrita una cifra de ingresos incluso mayor.2 Los costes directos e indirectos anuales aso ciados con la insuficiencia cardíaca se acercan a los 40.000 millones de dólares en EE. UU., y la mayor parte de ese gasto está relacionada con el coste de los ingresos. Como mencionamos, el número global de ingresos por insuficiencia cardíaca sigue aumentando debido al envejecimiento de la población, mayor supervivencia tras el infarto agudo de miocardio y prevención eficaz de la muerte súbita cardíaca. Datos recientes, sin embargo, apuntan a que la tasa de ingresos por insuficiencia cardíaca ajustada según la edad podría haber empezado a descender con las mejoras en el tratamiento de la insuficiencia cardíaca crónica. En un estudio de los datos de reclamaciones del Medicare estadounidense de 1998 a 2008, la incidencia relacionada con la edad de ingreso por insuficiencia cardíaca disminuyó en todos los grupos de raza y sexo.3 Varios países europeos han publicado datos similares.4 A pesar de estas tendencias posiblemente alentadoras, parece probable que los ingresos asociados a insuficiencia cardíaca serán un problema clínico y económico importante para los sistemas sanitarios en el futuro inmediato. Un gran avance en el conocimiento de la epidemiología, características clínicas y resultados de pacientes con ICA ha sido el desarrollo de registros de gran tamaño, relativamente no seleccionados, de casos de ICA en todo el mundo, que han proporcionado una perspectiva «con los pies en la tierra» sobre la epidemiología y los resultados de este síndrome clínico (tabla 24-1). Fracción de eyección conservada o reducida Al igual que en la insuficiencia cardíaca crónica, las últimas décadas han sido testigos de un mayor reconocimiento de la relevancia epide miológica de la insuficiencia cardíaca con función sistólica normal o casi normal, la denominada insuficiencia cardíaca con fracción de eyección conservada (ICFEc) (v. tam bién capítulo 27). Según los datos de registro, el 40-50% de los pacientes ingresados tiene ICFEc.3 La prevalencia sor prendentemente elevada de ICFEc en los registros de ICA ilustra cómo los datos de registros mejoran nuestro conocimiento de la epidemiología de un problema clínico, comparado con los estudios clínicos, que han tendido a centrarse en pacientes de menor edad con alteración de la función sistólica y menos enfermedades concomitantes. A diferencia de los pacientes con insuficiencia cardíaca y fracción de eyección baja, aquellos con ICFEc son, con más probabilidad, de mayor edad, mujeres y con antecedentes de hipertensión, mientras que es menos frecuente que tengan enfermedad arterial coronaria subyacente.3 Aunque estas diferencias son notables en los grandes estudios epidemiológicos, es importante reconocer que las características del paciente individual, la presentación clínica y exploración física no son suficientes para distinguir estas dos entidades a pie de cama sin una evaluación formal de la fracción de eyección. La mortalidad intrahospitalaria de los pacientes con ICFEc parece ser menor que la correspondiente a pacientes con descenso de la fracción de eyección del VI (FEVI), pero las tasas de reingreso tras el alta son igual de elevadas en ambos grupos. Los pacientes con ICA y ICFEc tienen más probabilidades de ser reingresados y fallecer por causas no cardiovasculares que aquellos con ICA y fracción de eyección reducida, reflejo de su edad más avanzada y mayor peso de enfermedades concomitantes.6 Edad, raza y sexo Son patentes diferencias significativas en la epidemiología de la ICA según la edad, raza y sexo. La ICA afecta de forma desproporcionada a los ancianos, con una edad media de 75 años en los registros de gran tamaño. En las poblaciones de estudios clínicos, sin embargo, la edad media suele ser notablemente menor. La ICA afecta casi por igual a hom bres y mujeres, pero se han detectado diferencias importantes según el sexo. En el registro ADHERE, las mujeres ingresadas por ICA eran mayores que los hombres (74 años frente a 70) y su función sis tólica estaba conservada con más frecuencia (51/% frente a 28%) 7 Las diferencias entre grupos étnicos han sido estudiadas con más profusión en EE. UU., y se han centrado principalmente en las diferencias entre pacientes afroamericanos y blancos. En el registro del Organized Pro gram to Initiate Lifesaving Treatment in Hospitalized Patients with Heart Failure (OPTIMIZE-HF), los pacientes afroamericanos ingresados con ICA tenían menos edad (64 frente a 75 años), más probabilidad de 2016. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos El se vi er . F ot oc op ia r sin au to riz ac ió n es un de lit o. TABLA 24-1 Factores demográficos y trastornos concomitantes en pacientes ingresados con insuficiencia cardíaca aguda tomados de estudios seleccionados CARACTERÍSTICA ADHERE {N =187.565) OPTIMIZE-HF (N = 48.612) PERNA ET AL. (iN = 2.974) EHFS II CN = 3.580) EFICA (W = 599) ICA EN ITALIA (N = 2.807) ATTEND (N = 4.841) DAMASCENO {N = 1.006) Región EE. UU. EE. UU. ArgentinaEuropa Francia Italia Japón África Edad (años) 75 73 68 70 73 73 73 52 Hombres (% ) 48 48 59 61 59 60 58 49 FE conservada (% ) 53 51 26 52 45 34 47 25 IC previa (% ) 76 88 50 63 66 56 36 - Antecedentes médicos Enfermedad arterial coronaria 57 50 54 46 ND Infarto de miocardio 30 ND 22 22 36 ND Hipertensión 74 71 66 62 60 66 69 56 Fibrilación o aleteo auricular 31 31 27 39 25 21 40 18 Insuficiencia renal crónica 30 20 10 17 10 25 ND 8 Diabetes 44 42 23 33 27 38 34 11 EPOC/asma 31 34 15 19 21 30 12 Las fuentes de datos son las siguientes: ADHERE: ADHERE Scientific Advisory Committee. Acute Decompensated Heart Failure National Registry (ADHERE) Core Module Q1 2006 Final Cumulative National Benchmark Report. Mountain View, Calif, Scios, Inc., 2006. OPTIMIZE-HF: Gheorghiade M, Abraham WT, Albert NM, et al: Systolic blood pres sure at admission, clinical characteristics, and outcomes in patients hospitalized with acute heart failure. JAMA 296:2217, 2006. Perna et al (Argentina): Perna ER, Barbagelata A, Grinfeld L, et al: Overview of acute decompensated heart failure in Argentina: Lessons learned from 5 registries during the last decade. Am Heart J 151:84, 2006. EHFS II: Nieminen MS, Brutsaert D, Dickstein K, et al: EuroHeart Failure Survey II (EHFS II): A survey on hospitalized acute heart failure patients: description of population. Eur Heart J 27:2725, 2006. EFICA: Zannad F, Mebazaa A, Juilliere Y, et al: Clinical profile, contemporary management and one-year mortality in patients with severe acute heart failure syndromes: The EFICA study. Eur J Heart Fail 8:697, 2006. ICA en Italia: Tavazzi L, Maggioni AP, Lucci D, et al: Nationwide survey on acute heart failure in cardiology ward services in Italy. Eur Heart J 27:1207, 2006. ATTEND: Sato N, Gheorghiade M, Kajimoto K, et al: Hyponatremia and in-hospital mortality in patients admitted for heart failure (from the ATTEND Registry). Am J Cardiol 111:1019, 2013. Damasceno et al. (África): Damasceno A, Mayosi BM, Sani M, etal: The causes, treatment, and outcome of acute heart failure in 1006 Africans from 9 countries: results of the sub-Saharan Africa survey of heart failure. Arch Intern Med 172:1386, 2012; y Dr. Naoki Sato, comunicación personal. 1979 1980 1985 1990 1995 2000 2005 2009 AÑOS F IG U RA 24-1 Tasas de ingreso por insuficiencia cardíaca en EE. UU. (Tomado de Go AS, Mozaffarian D, Roger VL, etal: Heart disease and stroke statistics— 2013 update: A report from the American Heart Association. Circulation 127:e6, 2013.) presentar disfunción sistólica delVI (57% frente a 51%) con una fracción de eyección media más baja (35% frente a 40%), causa hipertensiva de la insuficiencia cardíaca (39% frente a 19%), disfunción renal y diabetes, comparado con el grupo no afroamericano.8 Se han descrito tasas de mortalidad brutas más bajas en afroamericanos que en pacientes no afroamericanos, pero, una vez realizados los ajustes pertinentes según trastornos concom itantes y edad, las tasas de m ortalidad resultan © similares. Trastornos concom itantes Las enfermedades concom itantes son muy frecuentes en pacientes ingresados con ICA, típico de una población anciana. Estos trastornos concomitantes no solo representan enfermedades que son, en sí mismas, factores de riesgo para el desarrollo de insuficiencia cardíaca, sino que también pueden complicar el diagnóstico y tratamiento. La hipertensión es el más prevalente de los trastornos concomitantes, presente en cerca de dos terceras partes de los pacientes (v. tam bién capítulos 43 y 44); la enfermedad arterial coronaria está presente en cerca de la mitad y la dislipidemia en más de un tercio (v. tam bién capítu lo 54).9,10 Otros trastornos debidos a la lesión vascular producida por estas enfermeda des, como accidente cerebrovascular, enfermedad vascular periférica e insuficiencia renal crónica, son también muy frecuentes en los pacientes con ICA. La diabetes mellitus está presente en m ás del 40% de los pacientes estadounidenses, relacionada, con más probabilidad, con la incidencia creciente de obesidad, y en el 27-38% de los pacientes en Europa. La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) aparece, asimismo, en cerca del 25-30% , confunde los síntomas de presentación de disnea y se asocia con m enor uso de tratamientos basados en la evidencia.11 La fibrilación auricular parece ser más frecuente en Europa (frecuencia descrita de hasta el 42%, a diferencia del 31% en los pacien tes estadounidenses con ICA), y puede desencadenar ICA y complicar su tratamiento.12 FISIOPATOLOGÍA La ICA no es una enfermedad única, sino un síndrome clínico hetero géneo. Por este motivo, su fisiopatología es compleja y muy variable, con muchos mecanismos patogénicos superpuestos que pueden estar implicados en mayor o menor grado en una situación clínica concreta. Esta heterogeneidad fundamental complica el intento de crear un modelo conceptual simple y unificado. Un marco potencialmente útil para enten der la fisiopatología de la ICA es considerarla el resultado de la interacción de un sustrato subyacente, mecanismos iniciadores o desencadenantes, y 4g5 Diagnóstico y tratam iento de la insuficiencia cardíaca aguda In su fi c ie n c ia c a r d ía c a Normal Cardiopatía estructural Insuficiencia cardíaca crónica FIGURA 24-2 Representación esquemática de la fisiopatología de la ICA. GC, gasto cardíaco; SCA, síndrome coronario agudo; SNS, sistema nervioso simpático; SRAA, sistema renina-angiotensina-aldosterona. mecanismos amplificadores; todos ellos contribuyen a un conjunto com partido de síntomas y signos clínicos (básicamente relacionados con congestión, disfundón de órganos terminales o ambas) que definen la ICA (fig. 24-2). En este caso, sustrato significa la estructura y función subyacen tes del corazón. El sustrato subyacente puede ser una función ventricular normal, como sucede en pacientes sin antecedentes de insuficiencia cardíaca que desarrollan ICA por alteraciones bruscas en la función ven tricular debidas a lesiones agudas, como infarto de miocardio o miocarditis aguda. Otros pacientes carecen de antecedentes de insuficiencia cardíaca, pero muestran un sustrato anómalo (p. ej., personas con insuficiencia cardíaca en estadio B asociada con disfunción del VI asintomática) con una primera presentación de insuficiencia cardíaca (insuficiencia cardíaca de novo). Por último, en la mayoría de los pacientes con ICA, el sustrato original es de insuficiencia cardíaca compensada crónica, seguida de des compensación con desarrollo de ICA. Los mecanismos iniciadores varían según el sustrato subyacente, e inte- raccionan con este; pueden ser cardíacos o extracardíacos. En pacientes con un sustrato normal (miocardio normal), es necesaria una agresión importante al rendimiento cardíaco (p. ej., miocarditis aguda) para pro vocar la presentación clínica de ICA. En pacientes con sustrato anómalo en condiciones basales (p. ej., disfunción asintomática del VI), alteracio nes menores (p. ej., hipertensión mal controlada, fibrilación auricular, isquemia) pueden desencadenar un episodio de ICA. En aquellos con insuficiencia cardíaca crónica compensada o estable, el incumplimiento de medicamentos o la dieta, fármacos tales como antiinflamatorios no esteroideos o tiazolidinedionas y procesos infecciosos son desencade nantes frecuentes de la descompensación. Independientemente del sustrato o los factores iniciadores, varios «factores amplificadores» perpetúan y contribuyen al episodio de des- 486 compensación. Estos son activación inflamatoria y neurohormonal, lesión miocárdica continuada con disfunción miocárdica progresiva, empeora miento de la función renal e interacciones con la vasculatura periférica: todos ellos pueden contribuir a la propagación y empeoramiento del episodio de ICA. C ongestión La congestión sistémica o pulmonar, con más frecuencia debida a una presión diastólica elevada en el VI, dominala presentación clínica en la mayoría de los pacientes ingresados por ICA. De esta forma, la conges tión puede considerarse la vía final común por la que los mecanismos descritos en esta sección producen síntomas clínicos resultantes en el ingreso hospitalario. Una visión simplificada de la fisiopatología de la ICA es que los incrementos graduales del volumen intravascular conducen a los síntomas de congestión y la presentación clínica, y la normalización del volumen mediante diuréticos resulta en la restauración de la homeos tasis. Aunque este mecanismo podría producirse en algunos pacientes (especialmente aquellos con incumplimiento claro de la restricción de sodio o los diuréticos), este modelo es una simplificación excesiva. A menudo aparece congestión incluso sin incumplimiento, y el mismo grado de incumplimiento no siempre desencadena congestión en un paciente determinado. Mientras que algunos datos indican que los incrementos del peso corporal con frecuencia preceden a la descompensación y el ingreso por insuficiencia cardíaca, estudios minuciosos que emplearon monitores hemodinámicos implantables apuntan a que puede producirse un aumento en la presión de llenado delVI medida por técnicas invasivas sin cambios sustanciales del peso corporal.13 Estas observaciones han sus citado un interés creciente por el concepto de redistribución del volumen, más que retención de volumen, como mecanismo de descompensación en la insuficiencia cardíaca (descrito con más detalle en una sección pos terior, «Mecanismos vasculares»). El se vi er . F ot oc op ia r sin au to riz ac ió n es un de lit o. Un concepto potencialm ente im portante es la d istinción entre congestión clínica y congestión hem odinám ica. Aunque los pacientes se presentan con signos y síntom as de congestión sistémica, como disnea, estertores, aumento de la presión venosa yugular y edemas, este estado a menudo se ve precedido por la llam ada congestión hemodinámica, definida como presiones diastólicas delVI elevadas sin signos clínicos patentes. Del mismo modo, la congestión clínica puede resolverse con tratamiento, pero es posible que la congestión hem o dinámica se mantenga, provocando un alto riesgo de reingreso. Se ha propuesto que la congestión hemodinámica contribuye a la progresión de la insuficiencia cardíaca, porque resultaría en tensión de la pared, además de activación del sistem a renina-angiotensina-aldosterona (SRAA) y del sistema nervioso simpático (SNS). Estos efectos podrían desencadenar varias respuestas moleculares en el miocardio, inclui das pérdida de miocitos y aumento de la fibrosis. El procesamiento anóm alo concom itante de los péptidos natriuréticos, que son las hormonas contrarreguladoras intrínsecas en la insuficiencia cardíaca, lleva a una menor actividad biológica en pacientes con enfermedad avanzada.14 Además, las altas presiones de llenado diastólicas pueden reducir la presión de perfusión coronaria, resultando en isquemia subendocárdica con exacerbación adicional de la disfunción cardíaca. El aumento de las presiones de llenado delVI también tiene el poten cial de modificar de forma aguda la arquitectura ventricular (hacia una forma más esférica), lo que contribuye al empeoramiento de la insuficiencia mitral. Estos mecanismos también son importantes en el remodelado patológico del ventrículo, proceso crónico que podría acelerarse con cada episodio de descompensación. Este paradigma resulta compatible con la observación clínica, bien establecida, de que cada ingreso por ICA anuncia un em peoram iento notable del pronóstico a largo plazo, efecto que parece ser aditivo con los ingresos de repetición.15 Los datos de estudios con monitores hemodinámicos implantados han confirmado que la elevación crónica de las presiones de llenado (es decir, la congestión hemodinámica) se asocia con mayor riesgo de episodios futuros.16 Aunque la congestión es ampliamente conocida como el factor más frecuente en la presentación de la ICA, solo recientem ente se han realizado intentos formales de valorar y cuantificar m ejor la congestión en la insuficiencia cardíaca.17 Función m iocárdica Aunque distintos factores extracardíacos son importantes en la ICA, las alteraciones de la función del corazón (sistólica, diastólica o ambas) siguen ocupando un puesto central en nuestra concepción de este trastorno. Los cambios en la función sistólica y el descenso del lle nado arterial pueden desencadenar una cascada de efectos que son adaptativos a corto plazo, pero dejan de serlo cuando están elevados crónicamente, incluida la estimulación del sistema nervioso simpático y del eje renina-angiotensina-aldosterona. La activación de estos ejes neurohormonales conduce a vasoconstricción, retención de agua y sodio, aumento y redistribución desde otros lechos vasculares, elevación de la presión de llenado diastólica y síntomas clínicos. En pacientes con cardiopatía isquémica subyacente, los defectos iniciales en la función sistólica pueden desencadenar un círculo vicioso de reducción de la perfusión coronaria, aumento de la tensión de la pared miocárdica y rendimiento cardíaco progre sivamente peor. La elevación de las presiones de llenado del VI y los cambios en la geometría de esta cavidad empeoran la insuficiencia mitral funcional, reduciendo, aún más, el gasto cardíaco. Aunque está claro que la reducción de la fun ción sistólica es un factor en la fisiopatología de la ICA, los datos epidemiológicos resumidos anteriorm ente m uestran que cerca de la mitad de los pacientes con ICA tienen una función sis tólica relativamente conservada. Hay que destacar que existen anomalías de la función diastólica en pacientes con fracción de eyección conservada o reducida. La alteración de la fase diastólica podría estar relacionada con rigidez pasiva o relajación activa anóm ala del VI, o am bas. H ipertensión, taquicardia e isquem ia m iocárdica (incluso sin enferm edad arterial coronaria) alterarían aún © más el llenado diastólico. Todos estos m ecanis m os contribuyen al aumento de la presión telediastólica del VI, que recae en la circulación capilar pulmonar. Es posible que la disfunción diastólica por sí misma sea insuficiente para provocar ICA, pero sirve de sustrato sobre el que actúan otros factores desencadenantes (como fibrilación auricular, enfermedad arterial coronaria o hipertensión) para producir la descompensación. Un aspecto poco reconocido de la función miocárdica en la ICA tiene que ver con la interdependencia de los ventrículos, izquierdo y derecho. Por los lím ites del espacio pericárdico, la distensión de cualquiera de los dos ventrículos debido a presiones de llenado más altas puede resultar en alteración directa del llenado diastólico en el otro ventrículo. Este m ecanismo podría ser especialm ente im portante en situaciones clínicas causantes de insuficiencia aguda del ventrículo derecho (VD), como embolia pul monar o infarto del VD, resultando en una reducción del llenado del VI e hipotensión arterial. La disponibilidad de análisis sensibles para medir las troponinas cardíacas circulantes ha cambiado notablemente nuestro conocimiento de la relevancia de la lesión miocárdica en la fisiopatología de la insu ficiencia cardíaca. Los datos procedentes de registros y poblaciones de estudios clínicos indican que las troponinas cardíacas circulantes están elevadas en una gran proporción de pacientes con ICA, incluso en ausencia de isquemia miocárdica clínicamente patente.18,19 En un análisis representativo del estudio ASCEND-HF, el 50% de los pacientes con ICA tenía una concentración de troponina alrededor del percentil 99 del límite de referencia superior (punto de corte diagnóstico para infarto de miocardio) en la situación basal, y el 30% presentaba una elevación mantenida de troponina a los 30 días20 (fig . 24-3). En un estudio de menor tamaño, más del 20% de los pacientes ingresadoscon ICA y troponinas negativas inicialmente viraron a concentraciones detectables antes del 7 ° día.21 La mayoría de los estudios indica que los aumentos de troponina se asocian con mayor riesgo de episodios intrahospitalarios y después del alta. Los mecanismos exactos que median la lesión miocárdica en la ICA no están bien definidos, pero, al daño de los miocitos, incluso sin enfer medad arterial coronaria epicárdica, podrían contribuir el aumento de la tensión en la pared, menor presión de perfusión coronaria, mayor demanda miocárdica de oxígeno, disfunción endotelial, activación del e je inflamatorio y neurohormonal, activación plaquetaria y alteración del manejo del calcio.18 Ciertas intervenciones terapéuticas específicas que incrementan la demanda de oxígeno del miocardio (como compues tos inotrópicos positivos) o reducir la presión de perfusión de las arterias coronarias (p. ej., algunos vasodilatadores) podrían exacerbar la lesión miocárdica y contribuir aún más al ciclo de descompensación. Se sigue investigando activamente si evitar la lesión miocárdica es un objetivo específico del tratamiento en la ICA. M e can ism os renales (v. tam bién cap ítu lo 88) El riñón ejerce dos acciones clave respecto a la fisiopatología de la insuficiencia cardíaca: modula las condiciones de carga del corazón, al I >percentil 99 del LSR I Detectable 0,05 0,04 ' 0,03 cfl 0,02 <GQ ü 0,01 Basal 48-72 h 30 días A (n = 808) (n = 760) (n = 670) B F IG U RA 24-3 Incidencia de valores de troponina I detectables (mayor del límite inferior de la detección) y elevados (por encima del percentil 99 del límite superior de referencia [LSR] en el estudio ASCEND-HF y mediana de la troponina I cardíaca (Tnlc) en pacientes con ICA de etiología isquémica y no isquémica. (Tomado de Felker GM, Hasselblad V, Tang WH, et al: Troponin I in acute decompensated heart failure: Insights from the ASCEND-HF study. Eur J Heart Fail 14:1257, 2012.) Diagnóstico y tratam iento de la insuficiencia cardíaca aguda In su fi c ie n c ia c a r d ía c a Insuficiencia ___cardíaca___ 1 Gasto cardíaco t Presión venosa Sobrecarga de volumen Activación Hipertensión central Tratamiento con furosemida neurohormonal -Liberación de adenosina •L Perfusión t Presión en la Fibrosis intersticial, lesión renal vena renal tubular, pérdida de nefronas Alteraciones a corto plazo Alteraciones a largo plazo en la función renal en la función renal F IG URA 24-4 Diagrama de las interacciones entre perfusión renal, presión venosa central y lesión renal aguda y crónica. (Tomado de Metra M, Cotter G, Gheorghiade M, etal: The role of the kidney in heart failure. Eur Heart J 33:2135, 2012.) controlar el volumen intravascular, y es el responsable de los efectores neurohormonales (sistema RAA). Las alteraciones de la función renal son extremadamente frecuentes en pacientes con ICA, y es posible que resulten subestimadas por la cifra de creatinina sin otros parámetros: el 64% de los pacientes del registro ADHERE tenía una filtración glome rular por debajo de 60 ml/min/l,73m2.22 Las determinaciones basales de la función renal son también factores de riesgo de mal pronóstico bien establecidos en la ICA (v. «Estratificación del riesgo», más adelante). Además, el empeoramiento de la función renal durante el tratamiento de la ICA en presencia de congestión mantenida, hecho que a menu do se denomina «síndrome cardiorrenal», se ha asociado con malos resultados en distintos estudios observacionales.23 Múltiples estudios han investigado la fisiopatología y factores de riesgo de este fenómeno, que está relacionado con una compleja interacción entre caracterís ticas del paciente (edad), enfermedades concomitantes (función renal basal evaluada según la filtración glomerular [FG], diabetes mellitus, hipertensión), activación neurohormonal (especialmente del SRAA y SNS) y factores hemodinámicos (congestión venosa central y, con menos frecuencia, llenado arterial insuficiente con hipoperfusión renal), además de otros factores, como activación de cascadas inflamatorias y estrés oxidativo24 (fig. 24-4). Aunque a menudo se asume que está asociado con gasto cardíaco y flujo sanguíneo renal bajos, estudios hemodiná micos minuciosos han confirmado que el factor predictivo más potente de empeoramiento de la función renal en pacientes con insuficiencia cardíaca está relacionado con el aumento de la presión venosa central, que revierte sobre las venas renales y provoca, directamente, alteraciones de la filtración glomerular.25 Ciertos tratamientos específicos de la ICA, como diuréticos, pueden exacerbar la disfunción renal a través de una mayor activación neurohormonal y vasoconstricción, aunque, en muchos casos, la diuresis eficaz mejora la función renal, al reducir la presión venosa central. Quizás sea importante diferenciar las alteraciones de la función renal (fenómeno potencialmente transitorio, a menudo rela cionado con factores hemodinámicos locales o sistémicos) de la lesión renal franca. Con frecuencia se producen alteraciones transitorias en la función renal durante el tratamiento con ICA, pero suelen ser temporales y no parecen estar asociadas con resultados adversos, especialm en te ante una descongestión eficaz.26,27 Los novedosos biomarcadores capaces de distinguir las alteraciones en la función renal (puestas de manifiesto por creatinina sérica o cistatina C) de la lesión renal aguda (señalada por marcadores tales como lipocalina asociada a gelatinasa de neutrófilos en orina [NGAL]) podrían permitir diferenciar mejor el empeoramiento de la función renal durante los ingresos por ICA.28 Se ha propuesto un sistema de clasificación exhaustivo para comprender la interacción entre rendimiento cardíaco y función renal, y supone un marco conceptual dirigido a conocer m ejor la compleja fisiopatología del síndrome cardiorrenal.24,29 Más adelante nos ocuparemos en detalle de los aspectos clínicos del diagnóstico y tratamiento del síndrome cardiorrenal en la ICA. M e can ism os vasculares Aunque las anom alías de la función cardíaca han ocupado clásicamente la posición central en la patogenia de la ICA, cada vez se presta más atención a la relevancia de la vasculatura no solo como causa subyacente de la disfunción cardíaca (p. ej., ateroesclerosis, hiperten sión), sino también como componente central en la patogenia de la ICA. Las anom alías de la fun ción endotelial relacionadas con la regulación del tono vascular dependiente del óxido nítrico están bien descritas en la insuficiencia cardíaca.311 La rigidez arterial, relaciona da con el aumento de presión arterial, pero distinta de esta, aumenta las con diciones de carga cardíaca y se asocia con insuficiencia cardíaca incidente y peores resultados. La vasoconstricción periférica en el contexto de ICA redis tribuye la sangre centralmente, aumen tando la congestión venosa pulmonar y el edema. Como mencionamos previamente, la presión venosa central elevada deteriora la función renal, resultando en mayor retención de líquidos, que aumenta aún más las presiones venosas. La vasoconstricción arterial periférica incrementa la poscarga, las presiones de llenado de VI y las presiones venosas pulmonares poscapilares, con la consecuencia de empeoramiento del edema pulmonar y la disnea. Esta poscarga incrementada causa mayor tensión en la pared ventricular y aumento de la isquemia miocárdica y arritmias. La distensibilidad vascular anómala también predispone a los pacientes afectados a una notable inestabilidad de la presión arterial ante variaciones relativamente pequeñas del volumen intravascular, causando incrementos abruptos en la poscarga y, en último término, en las presiones de llenado del VI, resultando en congestión pulmonar. Los efectos de esta anomalía vascular son amplificados por la disfunción diastólica del VI. La observación clínica de que el tratamiento con vasodilatadoresmejora la disnea en muchos pacientes con hipertensión aguda sin una diuresis significativa ha llevado al concepto de que la discordancia entre poscarga y contractilidad puede provocar un aumento de las presiones de llenado diastólicas con un trasfondo de mínimas variaciones en el volumen corporal total. Del mismo modo, el reconocimiento de la gran capacitancia del sistem a venoso (especialm ente de la circula ción esplácnica) ha aumentado el interés por los desplazamientos de volumen del «reservorio venoso» al volumen circulatorio eficaz como mecanismo potencialmente importante y no detectado en la ICA.31,32 Estos desplazamientos estarían mediados por la activación del SNS, y se ha propuesto que este mecanismo sería la posible explicación de la desconexión aparente entre las variaciones de las presiones de llenado y el cambio del peso corporal durante la vigilancia hemodinámica crónica. M e can ism os neurohorm onale s e in flam atorios (v. tam bién cap ítu lo 22) Aunque el aumento de las neurohormonas circulantes está bien docu mentado en pacientes con ICA, aún no se han definido en su totalidad las consecuencias exactas de la activación neurohormonal en la fisiopa tología de la ICA. En pacientes con este cuadro, se ha descrito aumento de las concentraciones plasmáticas de noradrenalina, de la actividad de renina plasmática, aldosterona y endotelina-1; todos estos ejes se aso cian con vasoconstricción y retención de volumen, que podría contribuir a la isquemia miocárdica y congestión, exacerbando así la descompen sación cardíaca. Es posible que también estén implicados la activación inflamatoria y el estrés oxidativo. Algunas citocinas proinflamatorias, como el factor de necrosis tumoral a y la interleucina 6, están elevadas en pacientes con ICA y ejercen efectos directos inotrópicos negativos sobre el miocardio, además de aumentar la permeabilidad capilar e inducir disfunción endotelial.33,34 Además de los efectos directos, esta El se vi er . F ot oc op ia r sin au to riz ac ió n es un de lit o. activación estimula la liberación de otros factores, como factor tisular, un potente procoagulante, y endotelina 1, que deterioran aún más el miocardio, alteran la barrera alveolocapilar del pulmón y aumentan la agregación plaquetaria y la coagulación (empeorando potencialmente la isquemia). EVALU AC IÓ N DEL PACIENTE CON IN SU F IC IEN C IA C A R D ÍA C A A G U D A La evaluación inicial del paciente con ICA se centra en los siguientes aspectos críticos: 1) establecer un diagnóstico definitivo de ICA tan rápida y eficazmente como sea posible; 2) tratamiento inmediato de trastornos potencialmente mortales (p. ej., shock, insuficiencia respira toria); 3) identificación y abordaje de todos los desencadenantes clínicos relevantes; 4) estratificación del riesgo para asignar al paciente a un nivel asistencia! adecuado (p. ej., unidad de cuidados intensivos, de telemetría o de observación), y 5) definición del perfil clínico del paciente (basado en presión arterial, estado de volumen y función renal) para permitir la rápida instauración del tratamiento más apropiado. C lasificación La heterogeneidad inherente a la ICA complica el desarrollo de un esquema clasificatorio exhaustivo, y ningún sistema de clasificación ha conseguido una aceptación universal. La posible utilidad de la clasificación clínica es proporcionar un marco de trabajo para identificar subgru- pos clínicos importantes dentro del conjunto de la ICA que pudieran afectar a la elección del tratamiento y evolución clínica, de forma análoga a la distinción entre infarto de miocardio con elevación del segmento ST, infarto de miocardio sin elevación del segmento ST y angina inestable en pacientes con cardiopatía isquémica aguda. Una clasificación potencialmente útil se basa en la presencia o ausen cia de antecedentes de insuficiencia cardíaca. La insuficiencia cardíaca de nueva aparición o de novo suma cerca del 20% de los ingresos por ICA.10 Los pacientes no siempre tienen antecedentes de enfermedades cardiovasculares o factores de riesgo (p. ej., miocarditis aguda), pero lo más frecuente es que presenten factores de riesgo de insuficiencia cardíaca (insuficiencia cardíaca en estadio A según las directrices del American College of Cardiology/American Heart Association [ACC/ AHA]) o cardiopatía estructural previa (insuficiencia cardíaca en estadio B de acuerdo con las directrices ACC/AHA) (v. tam bién capítulos 23 y 25). En muchos de estos pacientes con insuficiencia cardíaca nueva, la ICA se desarrolla sobre un síndrome coronario agudo. La inmensa mayoría de pacientes con ICA, no obstante, sí tienen antecedentes de insuficiencia cardíaca crónica. Estos suelen mostrar una presentación clínica menos espectacular, porque la naturaleza crónica del trastorno ha permitido la instauración de mecanismos compensadores y remodelados (p. ej., aumento de la capacidad linfática pulmonar). Además, estos pacientes habitualmente ya están recibiendo antagonistas neurohormonales (p- bloqueantes e inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina [ECA]) y diuréticos de asa, de modo que la activación neurohormonal podría ser menos intensa, aunque la resistencia a los diuréticos sería más frecuente. Otros tipos de clasificaciones han intentado subdividir a los pacientes con ICA de un modo tal que pueda tener implicaciones para la atención clínica. Las directrices de la ESC esbozan la clasificación más detallada, que subdivide a la ICA en múltiples situaciones clínicas distintas según las características basales y la respuesta al tratamiento.2 Puesto que algunas de las categorías propuestas en las directrices de la ESC se solapan considerablemente, nosotros proponemos una clasificación sim plificada que define tres grandes grupos de pacientes con ICA (tabla 24-2): 1. Insuficiencia cardíaca descompensada. Este grupo está compuesto por pacientes con empeoramiento de los signos y síntomas de conges tión en un trasfondo de insuficiencia cardíaca crónica. La evolución temporal de esta progresión puede ser aguda, subaguda o insidiosa, con síntomas gradualmente más graves a lo largo de días o semanas. La fracción de eyección está conservada o reducida, pero el gasto cardíaco suele estar mantenido y la presión arterial se encuentra dentro del intervalo normal. Globalmente, este grupo acoge la mayor proporción de pacientes ingresados por ICA. 2. Insuficiencia cardíaca hipertensiva aguda. Cada vez se detecta más la hipertensión como característica frecuente en la presentación de la ICA; el 50% de los pacientes tiene una presión arterial sistólica (PAS) superior a 140 mmHg y el 25%, PAS por encima de 160 mmHg.35 En este grupo, la hipertensión puede estar desencadenada por un aumento del tono simpático asociado a la disnea y ansiedad acom pañante (hipertensión reactiva), o bien la hipertensión aguda con las variaciones consiguientes de la poscarga es el desencadenante de la descompensación. Ambos mecanismos pueden participar, a la vez, en un paciente determinado, y en ocasiones resulta difícil definir con precisión las relaciones causa-efecto. Epidemiológicamente, los pacientes con insuficiencia cardíaca hipertensiva aguda tienen con más frecuencia la función sistólica conservada, son mujeres y el inicio de los síntomas es súbito con más probabilidad. El edema pulmonar franco con estertores evidentes y congestión florida en la radiografía de tórax es mucho más frecuente en este grupo que en los pacientes cuyos síntomas se iniciaron de forma más gradual, probablemente debido a diferencias en la distensibilidad del VI, cambios de presión agudos y capacidad linfática pulmonar. Aunque a menudo están llamativamente enfermos en la presentación inicial, con hipoxemia y quizás necesidad de ventilación no invasiva o incluso intubación, estos pacientes suelen responder bien al tratamiento y su mortalidad intrahospitalaria es baja. TABLA24-2 Clasificación simplificada y características clínicas frecuentes de los pacientes con insuficiencia cardíaca aguda CLASIFICACIÓN CLINICA INICIO DE LOS SÍNTOMAS DESENCADENANTES SIGNOS Y SÍNTOMAS e v a l u a c ió n c l ín ic a EVOLUCIÓN Insuficiencia cardíaca descompensada Habitualmente gradual Incumplimiento, isquemia, infecciones Edemas periféricos, ortopnea, disnea de esfuerzo PAS: variable RT: a menudo limpia a pesar del aumento de las presiones de llenado Variable; alta tasa de reingresos Insuficiencia cardíaca hipertensiva aguda Habitualmente brusco Hipertensión, arritmias auriculares, SCA Disnea (a menudo grave), taquicardia, taquipnea, con frecuencia estertores PAS: alta (>180/100 mmHg) RT: datos de edema de pulmón Hipoxemia frecuente Muy aguda, pero suele responder rápidamente al tratamiento con vasodilatadores, ventilación no invasiva; baja mortalidad tras el alta Shock cardiógeno Variable Progresión de IC avanzada o lesión miocárdica importante (p. ej., IAM de gran tamaño, miocarditis aguda) Hipoperfusión de órganos terminales; oliguria, confusión, extremidades frías PAS: baja o baja-normal Función del VI: suele estar gravemente deteriorada Disfunción del VD frecuente Datos de laboratorio de disfundón de órganos terminales (renal, hepática) Elevada mortalidad intrahospitalaria; mal pronóstico excepto en causas fácilmente reversibles o soporte mecánico/trasplante IAM, infarto agudo de miocardio; IC, insuficiencia cardíaca; RT, radiografía de tórax. Diagnóstico y tratam iento de la insuficiencia cardíaca aguda In su fi ci en ci a c a rd ía c a 3. Shock cardiógeno. Este grupo se presenta con signos y síntomas de hipoperfusión de órganos a pesar de una precarga adecuada. La PAS está reducida a menudo (no siempre) y con frecuencia hay datos de disfunción de órganos terminales patente o inminente (riñón, hígado, sistema nervioso central). Este tipo de ICA es relativamente infrecuente (el 4% de las presentaciones de ICA en el EHFSII) en los grandes registros comunitarios, pero su frecuencia aumenta en centros terciarios. Aunque este sistema de clasificación no captura totalmente algunas situaciones clínicas menos prevalentes (p. ej., insuficiencia cardíaca dere cha aislada o insuficiencia cardíaca de alto gasto), acoge en la práctica a la inmensa mayoría de pacientes con ICA que probablemente serán atendidos en la práctica clínica habitual. Más adelante abordaremos en profundidad el tratamiento de varias situaciones clínicas específicas en la ICA. S ín tom as Los motivos más frecuentes de búsqueda de atención médica de los pacientes con ICA son los síntom as asociados a la congestión. La tabla 24-3 contiene la lista de los síntomas de presentación más fre cuentes. La disnea es el síntoma más prevalente: aparece en el 90% de los pacientes que se presentan con ICA. La duración y evolución temporal del inicio de los síntom as puede ser muy variable, de un inicio muy agudo en minutos al lento empeoramiento de síntomas crónicos hasta que el paciente acude al médico. La sensación de dis nea es un fenóm eno complejo influenciado por m últiples factores fisiológicos, psicológicos y sociales, y resulta tremendamente variable según el paciente.36 Es característico que la disnea aparezca en reposo o con esfuerzos mínimos en el momento en que el paciente se pre senta con ICA. Los pacientes también pueden debutar con signos y síntomas relacionados con congestión venosa sistémica, como edemas periféricos, aumento de peso, saciedad precoz y aumento del perímetro abdominal. Hay que destacar que, en ocasiones, predominan ciertos síntomas atípicos, especialmente en ancianos, en los que cansancio, TABLA 24-3 Síntomas y signos frecuentes en la presentación de la insuficiencia cardíaca descompensada SINTOMAS SIGNOS Relacionados predominantemente con sobrecarga de volumen Disnea (de esfuerzo, paroxística nocturna, ortopnea o de reposo); tos; sibilancias Estertores, derrame pleural Molestias en manos y pies Edemas periféricos (piernas, sacro) Molestias/distensión abdominal; saciedad precoz o anorexia Ascitis/aumento del perímetro abdominal; dolor o molestias en el hipocondrio derecho; hepatomegalia/esplenomegalia; ictericia escleral Aumento de peso Presión venosa yugular elevada, reflujo abdominoyugular Aumento de S3, acentuación del tono cardíaco P2 Relacionados predominantemente con hipoperfusión Cansando Extremidades frías Alteración del estado mental, somnolencia diurna, confusión o dificultades de concentración Palidez, coloración oscura de la piel, hipotensión Mareo, presíncope o síncope Presión del pulso (estrecha)/presión del pulso proporcional (baja) Pulso alternante Otros signos y síntomas de ICA Depresión Hipotensión ortostática (hipovolemia) Alteraciones del sueño S4 Palpitaciones Soplos cardíacos sistólicos y diastólicos depresión, alteración del estado mental o trastornos del sueño pueden ser el motivo de consulta primario. Exploración física A pesar de los avances en la tecnología y pruebas de imagen diagnósticas, la insuficiencia cardíaca sigue siendo un diagnóstico clínico, y la explo ración física es todavía fundamental para su detección. En esta sección nos ocupamos de los aspectos de la exploración física especialmente relevantes en la ICA; los capítulos 11 y 23 presentan una descripción más general de la anamnesis y exploración física. Un marco conceptual útil en la evaluación a pie de cama de pacientes con ICA es el desarrollado por Stevenson et al. (v. fig. 23-2), que se centra en la idoneidad de la perfusión («frío» o «caliente») y la presencia o ausencia de congestión en reposo («húmedo» o «seco»). La medición de la presión arterial es un componente esencial de la evaluación de pacientes con ICA; la hipotensión es uno de los factores predictivos de mal pronóstico más sólido, y ayuda a definir el perfil clínico del paciente y las intervenciones terapéuticas adecuadas. La PAS suele ser normal o alta en pacientes con ICA: casi el 50% presenta una PAS superior a 140 mmHg. La combinación de hipertensión subyacente y el notable incremento de la estimulación simpática que acompaña a la ICA puede resultar en elevaciones de la PAS com patibles con urgencia o em ergencia hipertensiva (el 12% de los pacientes tenía una PAS mayor de 180 mmHg al ingreso). No es frecuente encontrar PAS muy bajas; solo el 2% de los pacientes de ADHERE mostraban cifras por debajo de 90 mmHg en la presentación. La presión del pulso (diferencia entre presión arterial sistólica y diastólica) es una medida útil como marcador indirecto del gasto cardíaco. Una presión del pulso re ducida se correlaciona con bajo gasto cardíaco y conlleva un aumento del riesgo en pacientes ingresados con ICA. Una presión del pulso elevada puede poner en alerta al médico respecto a un estado de alto gasto, incluida la posibilidad de tirotoxicosis, insuficiencia aórtica o anemia no detectadas. La presión venosa yugular (PVY) es literalmente un barómetro de hipertensión venosa sistémica, y constituye el hallazgo individual de la exploración física más útil en la evaluación de pacientes con ICA. La determinación precisa de la PVY depende sobremanera de la habilidad del explorador. La PVY refleja la presión de la aurícula derecha, que típicamente (aunque no siempre) es una medida indirecta de las presiones de llenado delVI. En ciertas situaciones, muy importantes, la PVY quizás no refleje las presiones de llenado delVI, como sucede en la insuficiencia cardíaca del VD aislada (p. ej., por hipertensión pulmonar o infarto del VD). Una insuficiencia tricuspídea significativa complica la evaluación de la PVY, porque la gran «onda c-v» de la insuficiencia puede provocar una sobrestimación de la PVY y, por tanto, de las presiones de llenado izquierdas. La inspección visual y palpación del precordio, seguida de auscultación minuciosa, aportan clavesimportantes de la presencia de disfunción car díaca. En cerca del 11-34% de los pacientes ingresados con ICA se detecta galope ventricular S3 o tercer tono cardíaco. Los soplos de insuficiencia mitral o aórtica, o de estenosis aórtica son importantes para averiguar la etiología de la ICA. Los estertores o crepitantes inspiratorios son el hallazgo más fre cuente en la exploración física, y se han detectado en el 66-87% de los pacientes ingresados por ICA. Sin embargo, los estertores con frecuencia no se escuchan en pacientes con insuficiencia cardíaca crónica e hiper tensión venosa pulmonar, debido al aumento del drenaje linfático, lo que refuerza la importantísima clave clínica de que la ausencia de estertores no implica necesariam ente presiones de llenado de VI normales. La frialdad en las extremidades con pulsos periféricos palpables indica reducción de la perfusión periférica compatible con un índice cardíaco mínimo, vasoconstricción marcada o ambos. Hay que destacar que la temperatura debe valorarse en la parte inferior de la pierna, en vez de en el pie, y esta valoración es relativa a la temperatura de las manos del explorador. Hasta el 65% de los pacientes ingresados con ICA presenta edemas periféricos, menos frecuentes en aquellos que debutan con insuficien cia cardíaca predominantemente de bajo gasto o shock cardiógeno. Al igual que en los estertores, la presencia de edema tiene un valor predictivo positivo razonable respecto a la insuficiencia cardíaca con descompensación aguda, pero su sensibilidad es baja, de modo que su ausencia no descarta ese diagnóstico. Los edemas secundarios a ICA suelen ser dependientes de la gravedad, simétricos y con fóvea. Se El se vi er . F ot oc op ia r sin au to riz ac ió n es un de lit o. calcula que es necesario acumular al m enos 41 de líquido extracelular para que aparezcan edemas clínicam ente detectables. En pacientes con ICA pueden aparecer hepato- y esplenomegalia de forma aguda como consecuencia del aumento de la presión venosa central, y en este caso suele haber dolor notable, pero estas organomegalias se deben, con más frecuencia, a hipertensión venosa sistémica crónica, en la que apenas hay dolor. Una insuficiencia tricuspídea grave puede dar lugar a hígado pulsátil en la exploración y cirrosis congestiva. La ascitis se produce en respuesta a un aumento de la presión venosa central al retardar el drenaje de las venas peritoneales y hepáticas. Hay que destacar que puede haber congestión visceral sin ascitis ni organomegalias palpables. O tras pruebas d iagn ósticas Biomarcadores Los péptidos natriuréticos son una familia de hormonas contrarre- guladoras muy importantes en la insuficiencia cardíaca, con efectos vasodilatadores y otros (v. capítulo 23). En la ICA, el péptido natriuré tico cerebral (BNP) y propéptido natriurético cerebral N-terminal (NT- pro-BNP) han demostrado su relevancia en el diagnóstico diferencial de los pacientes que se presentan en el departamento de urgencias con disnea (v. tabla 23-6).37 En el estudio Breathing Not Properly, un umbral de BNP de 100 pg/ml optimizaba la sensibilidad y especificidad para diferenciar entre disnea finalmente confirmada como debida a ICA (basada en una revisión de datos clínicos por parte de un comité de cardiólogos desconocedores de los casos) y disnea de otra causa. Resulta importante que el valor predictivo negativo de una concen tración de BNP inferior a 100 pg/ml resultara especialmente alto (89%), mientras que el valor predictivo positivo de este umbral de decisión fuera más modesto (79% ). Estudios posteriores que utilizaron NT- pro-BNP, como el PRIDE, han demostrado que este péptido tiene una utilidad diagnóstica similar, aunque los puntos de corte apropiados son globalmente mayores y varían según la edad.38 En las directrices clínicas actuales, la determinación del péptido natriurético en el diagnóstico de disnea aguda es, hasta la fecha, la única indicación de clase I para un biom arcador en la insuficiencia cardíaca.39 Al igual que sucede con todas las pruebas de biomarcadores, pueden producirse falsos positivos (p. ej., causados por infarto de miocardio o embolia pulmonar) y negativos (secundarios fundamentalmente a obesidad, que resulta en concentraciones de péptidos natriuréticos más bajas para un grado determinado de insuficiencia cardíaca). Aunque las concentraciones de péptido natriurético tienden a ser menores en pacientes con ICFEc que en aquellos con función sistólica reducida, las determinaciones de péptido natriurético no diferencian con fiabilidad la ICFEc de la insuficiencia cardíaca sistólica en un paciente concreto. Otras pruebas de laboratorio La evaluación de la función renal es un componente fundamental en el tratamiento de los pacientes con ICA. Hay que calcular la filtración glomerular estimada, porque la creatinina sérica puede subestimar el alcance de la disfunción renal, especialmente en ancianos. El nitrógeno ureico sanguíneo (BUN) se relaciona más directamente con la gravedad de la ICA que la creatinina, y suele estar elevado al ingreso en una gran parte de los pacientes con ICA. Además de reflejar la función renal intrínseca, la cifra de BUN es aproximadamente proporcional a la activación neurohor monal en la ICA. Se ha evaluado una amplia variedad de biomarcadores en pacientes con ICA, pero ninguno está recomendado actualmente para uso cotidiano en esta población.411 Radiografía de tórax, electrocardiograma y ecocardiograma En pacientes con disnea, a menudo se realiza una placa de tórax en el momento de la presentación, y es una prueba fundamental en la eva luación ante la sospecha de ICA. En el registro ADHERE, en el 90% de los pacientes se hizo una radiografía de tórax durante el ingreso, y en más del 80% de estos se encontraron datos de congestión. En pacientes con antecedentes de insuficiencia cardíaca crónica o inicio lento de los síntomas, los indicios de congestión en la placa de tórax pueden ser sutiles, y a menudo no hay edema pulmonar franco a pesar del notable aumento de las presiones de llenado. El electrocardiograma (ECG) es otra prueba diagnóstica estándar apro piada en todos los pacientes que se presentan con ICA (v. capítulo 12). Las anomalías en el ECG son extremadamente frecuentes en pacientes con ICA. Es importante buscar minuciosamente cambios en el ECG indicativos de isquemia, porque el aumento de troponina es frecuente en la ICA independientemente de la causa y, por tanto, no sería un mar cador fiable de síndrome coronario agudo. Las arritmias también son un desencadenante frecuente de ICA, y aparece fibrilación auricular en el 20-30% de los pacientes que se presentan con ICA. El uso de ecocardiografía (v. capítulo 14) es muy frecuente en pacientes con ICA: en más del 80% de los pacientes del EHFS II se realizó un ecocardiograma durante el ingreso índice.111 Aunque no hay consenso respecto a si es apropiado obtenerlo siempre en todos los pacientes con ICA, el ecocardiograma es quizás la prueba individual más útil en el estudio de la causa de ICA. La ecocardiografía puede valorar la función diastólica y sistólica global, anomalías del movimiento regional de la pared, función valvular, parámetros hemodinámicos, como estimaciones de las presiones de llenado y gasto cardíaco, y trastornos pericárdicos. El cociente Doppler tisular entre la velocidad de flujo sanguíneo transmitral protodiastólica máxima (E) y la velocidad protodiastólica máxima en el tejido anular tisular (Ea) (cociente E/Ea) ha demostrado ser aditivo con las determinaciones de BNP en el diagnóstico de pacientes con ICA que debutan con disnea. Un cociente E/Ea superior a 15 predice una presión de enclavamiento capilar pulmonar (PECP) mayor de 15 mmHg, y ha demostrado su precisión en el servicio de urgencias y cuidados intensivos. Estas y otras medidas no invasivas requerirán más validaciones antes de que puedan adoptarse de formageneralizada, y la relevancia de la ecocardiografía de rutina en todos los pacientes ingresados por ICA sigue siendo incierta. Desencadenantes clínicos Mientras que la sección anterior se centraba en los mecanismos intrín secos implicados en la fisiopatología de la ICA, es posible, además, identificar una variedad de desencadenantes clínicos identificables específicos. Aunque varios de ellos son conocidos desde antiguo, solo el reciente desarrollo de grandes registros observacionales ha aportado datos más definitivos sobre la contribución relativa en la población global de insuficiencia cardíaca. En el registro OPTIMIZE-HF, el 61% de las personas incluidas tuvo un precipitante clínico identificable, los más frecuentes41 fueron procesos pulm onares (15% ), isquemia miocárdica (15%) y arritmias (14%) (fig. 24-5). En una minoría sus tancial de la población del estudio se identificó más de uno. De los desencadenantes identificados, el empeoramiento de la función renal fue el responsable de la tasa de mortalidad intrahospitalaria más ele vada (8%), mientras que el incumplimiento de la dieta o la medicación o hipertensión descontrolada se asociaban con un pronóstico mucho mejor (<2% de la mortalidad intrahospitalaria para cada uno). Por lo general, los desencadenantes clínicos específicos identificados han variado significativamente, según los métodos de determinación y la población estudiada. Estratificación del riesgo La estratificación del riesgo puede ser una herramienta clínica eficaz, al ayudar a identificar a los pacientes situados a ambos extremos de la línea continua del riesgo; los pacientes con riesgo muy alto serán sometidos a una observación más estrecha o un tratamiento más intenso, mientras que aquellos con riesgo bajo podrían ahorrarse el ingreso o precisar un seguimiento y vigilancia menos exhaustivos. En la ICA se han desarrollado varios modelos predictivos, que pueden dividirse, por lo general, en dos grupos, los centrados en la mortalidad intrahospitalaria y aquellos que ponen el acento en los episodios posteriores al alta (muerte o reingreso). La figura 24-6 muestra algunos factores predictivos clave del pronóstico en la ICA. Modelos predictivos de mortalidad intrahospitalaria Los datos del registro ADHERE se han utilizado para desarrollar un análi sis con árboles de clasificación y regresión (ACYR) con el fin de identificar los mejores factores predictivos de mortalidad intrahospitalaria y crear un modelo de estratificación del riesgo.42 De las 39 variables evaluadas, el método ACYR identificó que el aumento de BUN, PAS baja y creatinina sérica más elevada en el momento del ingreso eran los mejores factores predictivos de mortalidad intrahospitalaria. Estas tres variables permitían discriminar a los grupos con mortalidad intrahospitalaria muy baja (2%) o extremadamente alta (22%). Diagnóstico y tratam iento de la insuficiencia cardíaca aguda In s u f ic ie n c ia c a r d ía c a 16 n 14 12 - 10 - * 8 4 - 5% I HTN descontrolada Empeoramiento Infección de la función renal respiratoria Incumplimiento farmacológico Incumplimiento Otros de la dieta FIGURA 24-5 Desencadenantes identificados de ingreso por insuficiencia cardíaca en el registro OPTIMIZE-HF. HTN, hipertensión. (Tomado de Fonarow GC, Abraham WT, Albert NM, et al: Factors identified as precipitating hospital admissions for heart failure and clinical outcomes: Findings from OPTIMIZE-HF. Arch Intern Med 168:847, 2008.) En la presentación Al alta Antecedentes Ingresos previos por IC Edad Trastornos concomitantes Sin p-bloqueantes ni inhibidores de la ECA Exploración física PAS baja Taquicardia Frecuencia respiratoria elevada Análisis de laboratorio/ biomarcadores Nitrógeno ureico sanguíneo BNP y NT-pro-BNP Creatinina Troponina Sodio Hemoglobina Duración del QRS Historia clínica Trastornos concomitantes Sin p-bloqueantes Edad Dosis de diuréticos elevada Necesidad de RCP o ventilación mecánica Exploración física Congestión persistente Caminar en 6 min < 900 metros Análisis de laboratorio/ biomarcadores Nitrógeno ureico sanguíneo BNP y NT-pro-BNP Sodio FIGURA 24-6 Indicadores pronósticos seleccionados en la insuficiencia cardíaca aguda en la presentación inicial y al alta hospitalaria. IC, insuficiencia cardíaca; RCP, reanimación cardiopulmonar. M o d e lo s p r e d ic t iv o s d e e p is o d io s p o s te r io r e s a l a lta Como señalamos, el riesgo de muerte y la probabilidad de reingreso son importantes en los primeros 60-90 días tras el alta en los pacientes con ICA. Algunas variables predicen la mortalidad, pero no los reingresos, y viceversa. Por lo general, los modelos de predicción de mortalidad han resultado mejores que aquellos centrados en la variable compuesta de muerte o reingreso, posiblemente porque en el riesgo de reingreso influyen distintos factores sociales cuya captura no es sencilla en los modelos de múltiples variables. Como comentaremos más adelante, en consonancia con el importante objetivo actual de prevenir los rein gresos en la ICA, los modelos de predicción de reingresos han suscitado 492 un interés notable. Una revisión sistemática de los modelos identificó varios dedicados a predecir reingresos tras un episodio de ICA, pero no logró detectar un patrón constante de factores predictivos en los distintos estudios.43 No obstante, irnos pocos marcadores, sencillos de obtener, han sido asociados, por lo general, con el pronóstico en múltiples estudios, y se resumen a continuación con más detalle. Presión arterial. Se ha encontrado que la PAS es un factor predictivo importante del resultado en distintos estudios, con una presión arterial más alta asociada constantemente a menor riesgo. En un análisis detallado de la PAS en pacientes del estudio OPTIMIZE-HF, se encontró una relación uniforme entre presión arterial y mortalidad a lo largo de todas las cifras de presión, sin indicios de aumento del riesgo incluso con valores muy altos (>180 mmHg).35 Nitrógeno ureico sanguíneo. La función renal (estimada según BUN, creatinina sérica y filtración glomerular) es un factor predictivo importante del pronóstico en pacientes con ICA.42 Hay que destacar que el BUN ha demostrado una y otra vez ser un factor pronóstico más sólido que la creatinina: cuando se les compara directamente, el BUN parece integrar varios aspectos pronósticos importantes, como función renal intrínseca y activación neurohormonal (por alteración de la eliminación de urea).4445 Péptido natriurético cerebral y propéptido natriurético cerebral N- terminal. BNP y NT-pro-BNP han demostrado ser unos factores predictivos del riesgo muy potentes en la insuficiencia cardíaca. En la ICA, las concen traciones de péptido natriurético en la presentación inicial son factores predictivos importantes del pronóstico a corto y largo plazo. En el estudio PRIDE de pacientes que acudían al servicio de urgencias con disnea no jus tificada, una única cifra de NT-pro-BNP en la presentación inicial resultó ser un factor predictivo independiente de fallecimiento hasta 1 año después.46 En el registro ADHERE, la concentración de BNP al ingreso predecía de forma significativa la mortalidad intrahospitalaria independientemente de la fracción de eyección. Los datos del registro OPTIMIZE que compararon BNP al ingreso, BNP al alta y variación del BNP a lo largo del ingreso detectaron que el valor de BNP al alta tenía la mayor potencia para predecir episodios posteriores al alta.47 TRATAM IENTO DEL PACIENTE CON IN SU F IC IEN C IA C A R D ÍA C A A G U D A Fases del tratam iento Un tema central en la ICA es la necesidad de asistencia urgente más allá de la que se presta habitualmente en entornos ambulatorios. El tratamiento de pacientes con ICA puede plantearse en cuatro fases con objetivos diferentes. Para alcanzar dichos objetivos es necesaria una integración sin fisuras de las distintas fasesdel tratamiento con un alto El se vi er . F ot oc op ia r sin au to riz ac ió n es un de lit o. PAS < 85 mmHg o shock Añadir inótropo no vasodilatador PAS < 85 mmHg grado de coordinación entre los profe sionales hospitalarios y ambulatorios. Posteriormente presentaremos distintas estrategias terapéuticas y una descrip ción detallada de varios tratamientos. Fase I: asistencia urgente/ inmediata Los objetivos iniciales en el tratamiento de un paciente que acude con ICA son establecer rápidamente el diagnóstico (como planteamos anteriormente), tratar alteraciones potencialmente mortales, poner en marcha tratamientos dirigidos a aliviar los síntomas inmediatamente, e identificar la causa y desencadenantes del episodio de ICA. Los tratam ientos iniciales pueden seguir el algoritmo de la figura 24-7. Como la disnea es el motivo de consulta más frecuente en pacientes con ICA, el tratamiento inicial de la ICA no compli cada suele dirigirse a este síntoma.48 En pacientes con hipoxemia grave (satura ción de oxígeno [Sa02] < 90%) se reco mienda administrar oxígeno. Aunque la saturación de oxígeno inicial se relacio na inversamente con la mortalidad al corto plazo,49 el oxígeno inhalado (Fio2 > 0,4) puede causar efectos hem odi námicos perjudiciales (como vasocons tricción inducida por hiperoxia) en pacientes con disfunción sistólica,50 de modo que no se recomienda habi tualmente en pacientes sin hipoxemia. En aquellos con enfermedad pulmonar obstructiva, no hay que usar concen traciones altas de oxígeno inhalado para evitar el riesgo de depresión respiratoria y empeoramiento de la hipercapnia. Los primeros estudios clínicos y metaanáli- sis indican que, en pacientes con edema de pulmón cardiógeno, el tratamiento con presión positiva continua en las vías respiratorias (CPAP) o ventilación con presión positiva interm itente no invasiva (VPPIN) ayuda a aliviar los síntomas, optimiza las variables fisioló gicas, y reduce la necesidad de ventila ción invasiva y mortalidad.31 El estudio Three Interventions in Cardiogenic Pulmonary Oedema (3CPO) incorporó a 1.069 pacientes con edema de pulmón que fueron asignados aleatoriamente a recibir oxigenoterapia estándar, CPAP o VPPIN.52 La ventilación no invasiva (VNI) con CPAP o VPPIN se asoció con mayor mejoría en la disnea referida por el paciente, frecuencia cardíaca, hipercapnia y acidosis tras 1 h de trata miento, aunque no se asociaba con mortalidad más baja a los 7 días ni menor necesidad de intubación, comparado con la oxigenoterapia habi tual. La CPAP se instaura típicamente con una presión teleespiratoria positiva (PEEP) de 5 a 7,5 cmH20 , subiendo hasta 10 en caso necesario para aliviar y mejorar la disnea. Las contraindicaciones del uso de VNI son necesidad inmediata de intubación endotraqueal (incapacidad de proteger las vías respiratorias, hipoxia potencialmente mortal) y ausencia de cooperación del paciente (alteración del estado mental, inconsciencia, ansiedad, incapacidad de tolerar la mascarilla). Está indicado utilizar estas modalidades con cautela en pacientes con shock cardiógeno, insu ficiencia delVD y enfermedad obstructiva de las vías respiratorias grave. Sus efectos secundarios y complicaciones son ansiedad, claustrofobia, sequedad en membranas mucosas, empeoramiento de la insuficiencia Edema agudo de pulmón/congestión Diurético de asa i.v. en embolada Hipoxemia Oxígeno No Ansiedad/malestar intenso- A Considerar opiáceo i.v. Medición de la presión arterial sistólica PAS 85-110 mmHg PAS > 110 mmHg No se añaden tratamientos hasta valorar la respuesta Considerar un vasodilatador (p. ej., NTG) i adecuada al tratamiento Continuar con el tratamiento actual No Reevaluación del estado clínico del paciente Sa02 < 90% Diuresis < 20 ml/h Sí Sí Sí Suspender el vasodilatador Suspender el p-bloqueante si hay hipoperfusión Considerar inotrópico no vasodilatador o vasopresor Considerar cateterismo del corazón derecho Considerar soporte circulatorio mecánico • Oxígeno »Considerar VNI • Considerar TET y ventilación invasiva 1 Sondaje vesical para confirmar 1 Aumentar la dosis del diurético o usar una combinación de diuréticos 1 Considerar dopamina en dosis bajas 1 Considerar cateterismo del corazón derecho 1 Considerar ultrafiltración F IG U R A 24-7 Algoritmo para el tratamiento de pacientes ingresados con ICA y edema de pulmón/congestión, i.v., intravenoso; NTG, nitroglicerina; TET, tubo endotraqueal. (Modificado de McMurray JJ, Adamopoulos S, AnkerSD, etal: ESC Guidelines for the diagnosis and treatment of acute and chronic heart failure 2012: The Task Force for the Diagnosis and Treatment of Acute and Chronic Heart Failure 2012 of the European Society of Cardiology. Developed in collaboration with the Heart Failure Association (HFA) of the ESC. Eur Heart J 33:1787, 2012.) delVD, hipercapnia, neumotorax y aspiración. En el 4-5% de todos los pacientes, aproximadamente, es necesaria la ventilación mecánica con intubación endotraqueal.10,53 La morfina puede ser útil en pacientes con ansiedad o malestar grave, pero debe emplearse con cautela o evi tarse, especialmente en presencia de hipotensión, bradicardia, bloqueo auriculoventricular avanzado o retención de C 0 2. El uso de morfina se ha asociado con mayor probabilidad de ventilación mecánica, necesidad de ingreso en la unidad de cuidados intensivos (UCI), ingreso hospitalario prolongado y fallecimiento en algunos análisis retrospectivos. Los diuréticos de asa por vía intravenosa son los fármacos adminis trados con más frecuencia en la ICA; más del 75% de los pacientes los reciben en el servicio de urgencias, con una media de 2,2 h desde la llegada hasta la primera administración intravenosa según ADHERE.33 Aunque algunos pacientes con redistribución del volumen en vez Diagnóstico y tratam iento de la insuficiencia cardíaca aguda In su fi ci en ci a c a rd ía c a de hipervolemia podrían beneficiarse de vasodilatadores exclusiva mente, los pacientes sintomáticos con datos objetivos de congestión compatibles con hipertensión venosa pulmonar o sistémica o edemas deberían recibir urgentemente diuréticos para un alivio rápido de la disnea.54 El tratamiento inicial característico consiste en una inyección en embolada con una dosis de 1 a 2,5 veces la correspondiente a la dosis oral del diurético de asa que esté tomando el paciente en aque llos en tratam iento crónico con diuréticos (v. sección «Diuréticos», más adelante). En ausencia de hipotensión, los vasodilatadores son importantes en el tratamiento inicial de los pacientes con edema de pulmón y mala oxigenación. Una estrategia terapéutica de instaura ción precoz del tratam iento con nitratos intravenosos en pacientes con edema de pulmón cardiógeno grave ha demostrado que reduce la necesidad de ventilación m ecánica y la frecuencia de infarto de miocardio.55 Tras el tratamiento inmediato del paciente se realiza la evaluación con vistas a la asignación posterior, y un punto de decisión crítico es el relativo a la decisión de ingresar al paciente. Aunque los pacientes de bajo riesgo podrían recibir el alta con un seguimiento exhaustivo, la inmensa mayoría de los pacientes que acuden a urgencias con ICA son ingresados.36 Si bien menos del 5% de los pacientes con insuficiencia cardíaca se tratan inicialmente en unidades de observación del servicio de urgencias, estos centros asistenciales especializados podrían ser eficaces para reducir las hospitalizaciones, ingresos en U Q y unidades de cuidados críticos (UCC), y costes sanitarios relacionados manteniendo la calidad de la asistencia al paciente.57 Por lo general, se recomienda el ingreso en pacientes con datos de insuficiencia cardíaca descompensada grave, como hipotensión, función renal progresivamente peor o alteración del estado mental; disnea de reposo asociada a taquipnea o, con menos frecuencia, hipoxemiasignificativa (saturación de oxígeno < 90%); arritmia con consecuencias hemodinámicas importantes (la más frecuente, fibrilación auricular con respuesta ventricular rápida o de nueva aparición); y síndromes coro narios agudos. También hay que considerar el ingreso en pacientes con empeoramiento de la congestión, incluso sin disnea, que con frecuencia queda reflejado por un aumento de peso significativo (>5 kg), otros signos o síntomas de congestión pulmonar o sistémica, insuficiencia cardíaca recién diagnosticada, complicaciones del tratamiento de la insuficiencia cardíaca (como alteraciones electrolíticas, activaciones frecuentes del desfibrilador automático implantable [DAI]) y otras enfermedades con comitantes asociadas.58 Presentaciones clínicas específicas Fibrilación auricular con respuesta ventricular rápida. La fibrilación auricular (v. capítulo 38) con respuesta ventricular rápida es la taquia- rritmia que con más frecuencia requiere tratamiento en pacientes con ICA. Puede resultar difícil determinar con certeza si la fibrilación auricular fue el desencadenante de la ICA o bien la insuficiencia cardíaca progresiva condujo a la fibrilación auricular. Aunque la respuesta ventricular suele disminuir en paralelo a la mejora de la disnea y el consiguiente descenso del impulso simpático, a veces son necesarios otros tratamientos. Por lo general, la cardioversión inmediata no está indicada, excepto en pacientes inestables, ya que la cardioversión cuando el paciente sigue presentan do una descompensación importante se asocia con una tasa elevada de recidiva de la fibrilación auricular.12 En pacientes con disfunción sistólica, puede emplearse digoxina intravenosa (en ausencia de vías accesorias), p-bloqueantes con cautela o amiodarona. Hay que evitar el diltiacem y otros fármacos que suprimen la función ventricular en pacientes con dis función sistólica significativa, aunque pueden ser eficaces en aquellos con función conservada. Insuficiencia cardíaca del ventrículo derecho. La causa más frecuente de insuficiencia cardíaca del VD en la ICA es la insuficiencia derecha. La insuficiencia cardíaca aislada del VD es relativamente infrecuente y, por lo general, se debe a infarto agudo del VD, embolia de pulmón aguda o hipertensión pulmonar grave. El mejor tratamiento para la insuficiencia cardíaca aislada del VD secundaria a infarto agudo del VD es la reperfusión precoz, mientras que la embolia pulmonar con relevancia hemodinámica se trata con trombolíticos. En ocasiones también es necesaria la estabilización hemodinámica mediante optimización de las presiones venosas centrales con una carga de líquidos cuidadosamente vigilada (objetivo de presión venosa central [PVC] de 10-12 mmHg aproximadamente) y el aumento de la función sistólica del VD con soporte inotrópico intravenoso bajo guía hemodinámica invasiva.59 La vasodilatación selectiva de la arteria pulmonar con compuestos inhalados (óxido nítrico, análogos de prostaci- clinas) o intravenosos (análogos de prostacidinas, sildenafilo) podría mejorar la función del VD, al reducir la poscarga. Si el paciente está recibiendo ventilación mecánica, los objetivos deberían ser alcanzar una oxigenación 494 normal con hipocapnia usando un volumen corriente moderado (cerca de 8 ml/kg) y la PEEP más baja posible (<12 cmH20) para mantener presiones de meseta moderadas. Síndromes coronarios agudos. El síndrome coronario agudo (SCA) (v. capítulos 51 y 52) puede ser el desencadenante subyacente en pacientes que se presentan con ICA, pero, como señalamos previamente, el diagnóstico se ve empañado por la elevada prevalencia de troponinas altas asociada a la propia ICA. Estos pacientes pueden presentar moles tias torácicas, cambios electrocardiográficos compatibles con isquemia y aumento de la troponina sérica. Hay que instaurar rápidamente un tratamiento intensivo del SCA (v. capítulo 52). En ausencia de shock cardiógeno, deben evitarse los inodilatadores en pacientes con SCA y en aquellos con enfermedad coronaria significativa asintomática, porque ciertos datos experimentales han mostrado que pueden causar necrosis en el miocardio isquémico o en hibernación. Shock cardiógeno. El shock cardiógeno (v. capítulo 52) está carac terizado por hipotensión notable (PAS < 80 mmHg) de más de 30 min de duración, asociada a disminución grave del índice cardíaco (habitualmente <1,8 l/min/m2) a pesar de una presión de llenado del VI adecuada (PECP > 18 mmHg), resultando en hipoperfusión de órganos. El shock cardiógeno es una presentación infrecuente de la ICA, descrito en menos del 4 % de los pacientes del EHFS II,10 y la mayoría de estos tenía un infarto de miocardio. Las complicaciones mecánicas del infarto agudo de miocardio (IAM), como insuficiencia mitral, rotura cardíaca con defectos del tabique ventricular o taponamiento, e infarto aislado del VD también pueden ser causas. Estos pacientes pueden precisar inótropos o incluso vasocons trictores intravenosos, con soporte circulatorio mecánico, por ejemplo mediante bomba de balón intraaórtico (IABP) o dispositivo de asistencia del VI (DAVI) para casos críticos refractarios, como transición al tras plante cardíaco o a otras intervenciones mecánicas. Además de estos tratamientos, habitualmente están indicados la inserción de un catéter en la arteria pulmonar, la evaluación ecocardiográfica y el cateterismo cardíaco urgente. Fase II: ingreso Los objetivos del tratamiento en el paciente con ICA durante la fase de ingreso son com pletar los procesos diagnósticos y terapéuticos agudos instaurados en el momento de la presentación inicial, opti mizar el perfil hem odinám ico y estado de volumen del paciente y controlar los síntomas clínicos, y comenzar o bien optimizar el tra tamiento de la IC crónica. Lo ideal es que estos objetivos se alcancen de un modo tal que se minimice la necesidad de cuidados intensivos y la duración total del ingreso. Es esencial el seguimiento diario del peso, el balance de líquidos y las constantes vitales, presión arterial ortostática incluida, así como la evaluación diaria de los síntomas y signos. El seguimiento de laboratorio debe incluir análisis diarios de electrólitos y función renal. Las evaluaciones diagnósticas necesarias son ecocardiograma, a no ser que se haya realizado recientemente, y valoración de isquemia miocárdica de estar indicada clínicamente. La restricción dietética de sodio (hasta 2 g/día) y de líquidos (máximo 2 1/día) pueden resultar útiles para la congestión. El mayor riesgo de tromboembolia venosa en la insuficiencia cardíaca aumenta por la movilidad reducida de los pacientes ingresados con ICA, y está indicada la profilaxis de la tromboembolia venosa a no ser que existan contraindicaciones claras. La mayoría de los medicamentos usados previamente debería mante nerse durante el ingreso, aunque, en pacientes con empeoramiento de la función renal, a menudo se retiran los inhibidores de la ECA y anta gonistas de receptores de mineralocorticoides. Los pacientes ingresados en tratamiento con p-bloqueantes tuvieron una tasa menor de arritmias ventriculares, ingresos más cortos y menor mortalidad a los 6 meses que los que no tomaban estos fármacos, y en aquellos que continuaron con este tratamiento se documentó un uso ambulatorio de (3 -bloqueantes significativamente mayor, y tasas más bajas de reingreso y muerte en los 6 meses posteriores al alta, incluso una vez realizados los ajustes según posibles variables de confusión.60,61 Por tanto, los pacientes deberían continuar con los p-bloqueantes durante el ingreso por ICA, a no ser que presenten hipotensión importante o shock cardiógeno. En ausencia de contraindicaciones, durante el ingreso también hay que mantener el tratamiento con inhibidores de la ECA, antagonistas de receptores de la angiotensina y de mineralocorticoides, y dinitrato de isosorbida/ hidralacina. La identificación de otros objetivos no abordados (p.
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