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Diagnóstico y tratamiento de la insuficiencia cardíaca aguda

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Diagnóstico y tratamiento 
de la insuficiencia cardíaca aguda
G. Michael Felker y John R. Teerlink
24
Epidemiología, 484 Tratamiento del paciente con insuficiencia Directrices, 509
Fisiopatología, 485 cardíaca aguda, 492
Evaluación del paciente con insuficiencia Perspectivas futuras, 507
cardíaca aguda, 489 Bibliografía, 507
La insuficiencia cardíaca aguda (ICA) es una de las causas más frecuentes 
de ingreso de los pacientes mayores de 65 años en los países desarrollados. 
Solo en EE. UU., cerca de tres millones de pacientes son ingresados anual­
mente con un diagnóstico primario o secundario de insuficiencia cardíaca, 
y la ICA contribuye a más de siete millones de días de ingreso cada año.1 
El número de ingresos por insuficiencia cardíaca se ha triplicado en las 
tres últimas décadas (fig. 24-1), y se espera que continúe aumentando 
por la suma de varias tendencias epidemiológicas: envejecimiento de 
la población, con el trasfondo de la incidencia de insuficiencia cardíaca 
asociada a la edad; reducción en la mortalidad secundaria a hipertensión 
y supervivencia mucho mayor tras un infarto de miocardio, que resulta en 
un número muy superior de pacientes con disfunción crónica del ventrí­
culo izquierdo (VI); y disponibilidad de tratamientos eficaces para prevenir 
la muerte súbita. Previamente considerada parte de la evolución clínica 
de la insuficiencia cardíaca crónica, la ICA se plantea cada vez más como 
un trastorno diferente con epidemiología, fisiopatología, tratamientos y 
resultados propios.
EP ID EM IO LO G ÍA 
N om enclatura y defin iciones
La bibliografía es testigo de distintos términos, que se solapan entre sí, 
usados para caracterizar la ICA, como «síndromes de insuficiencia cardíaca 
aguda» (SICA), «insuficiencia cardíaca con descompensación aguda» 
(ICDA), «descompensación aguda de insuficiencia cardíaca crónica» 
(DAICC) e «ingreso por insuficiencia cardíaca» (IIC). Aunque ninguno de 
ellos es aceptado universalmente, en este capítulo empleamos el término 
insuficiencia cardíaca aguda por simplicidad y coherencia. A grandes ras­
gos, la ICA puede definirse como la aparición de novo o recidiva de los 
síntomas y signos de insuficiencia cardíaca que precisan tratamiento 
urgente o inmediato, y resulta en la búsqueda de asistencia médica no 
programada o ingreso. Aunque el apelativo de «aguda» indica un inicio 
brusco de los síntomas, muchos pacientes pueden tener un curso más bien 
subagudo, con empeoramiento gradual de los síntomas que, finalmente, 
alcanzan una gravedad tal que motiva la búsqueda de asistencia médica 
no programada.
Alcance del prob lem a
La ICA representa una gran carga en los países desarrollados. En 
EE. UU., la insuficiencia cardíaca es el diagnóstico primario de más de 
un millón de pacientes ingresados cada año, y el diagnóstico secundario 
en otros dos millones de ingresos.2 En Europa está descrita una cifra de 
ingresos incluso mayor.2 Los costes directos e indirectos anuales aso­
ciados con la insuficiencia cardíaca se acercan a los 40.000 millones de 
dólares en EE. UU., y la mayor parte de ese gasto está relacionada con el 
coste de los ingresos. Como mencionamos, el número global de ingresos 
por insuficiencia cardíaca sigue aumentando debido al envejecimiento 
de la población, mayor supervivencia tras el infarto agudo de miocardio 
y prevención eficaz de la muerte súbita cardíaca. Datos recientes, sin 
embargo, apuntan a que la tasa de ingresos por insuficiencia cardíaca 
ajustada según la edad podría haber empezado a descender con las 
mejoras en el tratamiento de la insuficiencia cardíaca crónica. En un 
estudio de los datos de reclamaciones del Medicare estadounidense 
de 1998 a 2008, la incidencia relacionada con la edad de ingreso por 
insuficiencia cardíaca disminuyó en todos los grupos de raza y sexo.3 
Varios países europeos han publicado datos similares.4 A pesar de estas
tendencias posiblemente alentadoras, parece probable que los ingresos 
asociados a insuficiencia cardíaca serán un problema clínico y económico 
importante para los sistemas sanitarios en el futuro inmediato. Un gran 
avance en el conocimiento de la epidemiología, características clínicas 
y resultados de pacientes con ICA ha sido el desarrollo de registros de 
gran tamaño, relativamente no seleccionados, de casos de ICA en todo 
el mundo, que han proporcionado una perspectiva «con los pies en la 
tierra» sobre la epidemiología y los resultados de este síndrome clínico 
(tabla 24-1).
Fracción de eyección conservada o reducida
Al igual que en la insuficiencia cardíaca crónica, las últimas décadas 
han sido testigos de un mayor reconocimiento de la relevancia epide­
miológica de la insuficiencia cardíaca con función sistólica normal o 
casi normal, la denominada insuficiencia cardíaca con fracción de eyección 
conservada (ICFEc) (v. tam bién capítulo 27). Según los datos de registro, 
el 40-50% de los pacientes ingresados tiene ICFEc.3 La prevalencia sor­
prendentemente elevada de ICFEc en los registros de ICA ilustra cómo 
los datos de registros mejoran nuestro conocimiento de la epidemiología 
de un problema clínico, comparado con los estudios clínicos, que han 
tendido a centrarse en pacientes de menor edad con alteración de la 
función sistólica y menos enfermedades concomitantes. A diferencia 
de los pacientes con insuficiencia cardíaca y fracción de eyección baja, 
aquellos con ICFEc son, con más probabilidad, de mayor edad, mujeres 
y con antecedentes de hipertensión, mientras que es menos frecuente 
que tengan enfermedad arterial coronaria subyacente.3 Aunque estas 
diferencias son notables en los grandes estudios epidemiológicos, es 
importante reconocer que las características del paciente individual, la 
presentación clínica y exploración física no son suficientes para distinguir 
estas dos entidades a pie de cama sin una evaluación formal de la fracción 
de eyección. La mortalidad intrahospitalaria de los pacientes con ICFEc 
parece ser menor que la correspondiente a pacientes con descenso de 
la fracción de eyección del VI (FEVI), pero las tasas de reingreso tras 
el alta son igual de elevadas en ambos grupos. Los pacientes con ICA 
y ICFEc tienen más probabilidades de ser reingresados y fallecer por 
causas no cardiovasculares que aquellos con ICA y fracción de eyección 
reducida, reflejo de su edad más avanzada y mayor peso de enfermedades 
concomitantes.6
Edad, raza y sexo
Son patentes diferencias significativas en la epidemiología de la ICA 
según la edad, raza y sexo. La ICA afecta de forma desproporcionada a 
los ancianos, con una edad media de 75 años en los registros de gran 
tamaño. En las poblaciones de estudios clínicos, sin embargo, la edad 
media suele ser notablemente menor. La ICA afecta casi por igual a 
hom bres y mujeres, pero se han detectado diferencias importantes 
según el sexo. En el registro ADHERE, las mujeres ingresadas por ICA 
eran mayores que los hombres (74 años frente a 70) y su función sis­
tólica estaba conservada con más frecuencia (51/% frente a 28%) 7 Las 
diferencias entre grupos étnicos han sido estudiadas con más profusión 
en EE. UU., y se han centrado principalmente en las diferencias entre 
pacientes afroamericanos y blancos. En el registro del Organized Pro­
gram to Initiate Lifesaving Treatment in Hospitalized Patients with 
Heart Failure (OPTIMIZE-HF), los pacientes afroamericanos ingresados 
con ICA tenían menos edad (64 frente a 75 años), más probabilidad de
2016. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos
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TABLA 24-1 Factores demográficos y trastornos concomitantes en pacientes ingresados con insuficiencia cardíaca aguda tomados 
de estudios seleccionados
CARACTERÍSTICA
ADHERE
{N =187.565)
OPTIMIZE-HF
(N = 48.612)
PERNA ET AL. 
(iN = 2.974)
EHFS II
CN = 3.580)
EFICA
(W = 599)
ICA EN ITALIA
(N = 2.807)
ATTEND 
(N = 4.841)
DAMASCENO 
{N = 1.006)
Región EE. UU. EE. UU. ArgentinaEuropa Francia Italia Japón África
Edad (años) 75 73 68 70 73 73 73 52
Hombres (% ) 48 48 59 61 59 60 58 49
FE conservada (% ) 53 51 26 52 45 34 47 25
IC previa (% ) 76 88 50 63 66 56 36 -
Antecedentes
médicos
Enfermedad arterial 
coronaria
57 50 54 46 ND
Infarto de miocardio 30 ND 22 22 36 ND
Hipertensión 74 71 66 62 60 66 69 56
Fibrilación o aleteo 
auricular
31 31 27 39 25 21 40 18
Insuficiencia renal 
crónica
30 20 10 17 10 25 ND 8
Diabetes 44 42 23 33 27 38 34 11
EPOC/asma 31 34 15 19 21 30 12
Las fuentes de datos son las siguientes: ADHERE: ADHERE Scientific Advisory Committee. Acute Decompensated Heart Failure National Registry (ADHERE) Core Module Q1 
2006 Final Cumulative National Benchmark Report. Mountain View, Calif, Scios, Inc., 2006. OPTIMIZE-HF: Gheorghiade M, Abraham WT, Albert NM, et al: Systolic blood pres­
sure at admission, clinical characteristics, and outcomes in patients hospitalized with acute heart failure. JAMA 296:2217, 2006. Perna et al (Argentina): Perna ER, Barbagelata 
A, Grinfeld L, et al: Overview of acute decompensated heart failure in Argentina: Lessons learned from 5 registries during the last decade. Am Heart J 151:84, 2006. EHFS II: 
Nieminen MS, Brutsaert D, Dickstein K, et al: EuroHeart Failure Survey II (EHFS II): A survey on hospitalized acute heart failure patients: description of population. Eur Heart J 
27:2725, 2006. EFICA: Zannad F, Mebazaa A, Juilliere Y, et al: Clinical profile, contemporary management and one-year mortality in patients with severe acute heart failure 
syndromes: The EFICA study. Eur J Heart Fail 8:697, 2006. ICA en Italia: Tavazzi L, Maggioni AP, Lucci D, et al: Nationwide survey on acute heart failure in cardiology ward 
services in Italy. Eur Heart J 27:1207, 2006. ATTEND: Sato N, Gheorghiade M, Kajimoto K, et al: Hyponatremia and in-hospital mortality in patients admitted for heart failure 
(from the ATTEND Registry). Am J Cardiol 111:1019, 2013. Damasceno et al. (África): Damasceno A, Mayosi BM, Sani M, etal: The causes, treatment, and outcome of acute heart 
failure in 1006 Africans from 9 countries: results of the sub-Saharan Africa survey of heart failure. Arch Intern Med 172:1386, 2012; y Dr. Naoki Sato, comunicación personal.
1979 1980 1985 1990 1995 2000 2005 2009 
AÑOS
F IG U RA 24-1 Tasas de ingreso por insuficiencia cardíaca en EE. UU. (Tomado de Go 
AS, Mozaffarian D, Roger VL, etal: Heart disease and stroke statistics— 2013 update: A 
report from the American Heart Association. Circulation 127:e6, 2013.)
presentar disfunción sistólica delVI (57% frente a 51%) con una fracción 
de eyección media más baja (35% frente a 40%), causa hipertensiva de 
la insuficiencia cardíaca (39% frente a 19%), disfunción renal y diabetes, 
comparado con el grupo no afroamericano.8 Se han descrito tasas de 
mortalidad brutas más bajas en afroamericanos que en pacientes no 
afroamericanos, pero, una vez realizados los ajustes pertinentes según 
trastornos concom itantes y edad, las tasas de m ortalidad resultan 
© similares.
Trastornos concom itantes
Las enfermedades concom itantes son muy frecuentes en pacientes 
ingresados con ICA, típico de una población anciana. Estos trastornos 
concomitantes no solo representan enfermedades que son, en sí mismas, 
factores de riesgo para el desarrollo de insuficiencia cardíaca, sino que 
también pueden complicar el diagnóstico y tratamiento. La hipertensión 
es el más prevalente de los trastornos concomitantes, presente en cerca 
de dos terceras partes de los pacientes (v. tam bién capítulos 43 y 44); 
la enfermedad arterial coronaria está presente en cerca de la mitad y la 
dislipidemia en más de un tercio (v. tam bién capítu lo 54).9,10 Otros 
trastornos debidos a la lesión vascular producida por estas enfermeda­
des, como accidente cerebrovascular, enfermedad vascular periférica e 
insuficiencia renal crónica, son también muy frecuentes en los pacientes 
con ICA. La diabetes mellitus está presente en m ás del 40% de los 
pacientes estadounidenses, relacionada, con más probabilidad, con la 
incidencia creciente de obesidad, y en el 27-38% de los pacientes en 
Europa. La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) aparece, 
asimismo, en cerca del 25-30% , confunde los síntomas de presentación 
de disnea y se asocia con m enor uso de tratamientos basados en la 
evidencia.11 La fibrilación auricular parece ser más frecuente en Europa 
(frecuencia descrita de hasta el 42%, a diferencia del 31% en los pacien­
tes estadounidenses con ICA), y puede desencadenar ICA y complicar 
su tratamiento.12
FISIOPATOLOGÍA
La ICA no es una enfermedad única, sino un síndrome clínico hetero­
géneo. Por este motivo, su fisiopatología es compleja y muy variable, 
con muchos mecanismos patogénicos superpuestos que pueden estar 
implicados en mayor o menor grado en una situación clínica concreta.
Esta heterogeneidad fundamental complica el intento de crear un modelo 
conceptual simple y unificado. Un marco potencialmente útil para enten­
der la fisiopatología de la ICA es considerarla el resultado de la interacción 
de un sustrato subyacente, mecanismos iniciadores o desencadenantes, y 4g5
Diagnóstico 
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tratam
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Normal Cardiopatía estructural Insuficiencia cardíaca crónica
FIGURA 24-2 Representación esquemática de la fisiopatología de la ICA. GC, gasto cardíaco; SCA, síndrome coronario agudo; SNS, sistema nervioso simpático; SRAA, sistema 
renina-angiotensina-aldosterona.
mecanismos amplificadores; todos ellos contribuyen a un conjunto com­
partido de síntomas y signos clínicos (básicamente relacionados con 
congestión, disfundón de órganos terminales o ambas) que definen la ICA 
(fig. 24-2). En este caso, sustrato significa la estructura y función subyacen­
tes del corazón. El sustrato subyacente puede ser una función ventricular 
normal, como sucede en pacientes sin antecedentes de insuficiencia 
cardíaca que desarrollan ICA por alteraciones bruscas en la función ven­
tricular debidas a lesiones agudas, como infarto de miocardio o miocarditis 
aguda. Otros pacientes carecen de antecedentes de insuficiencia cardíaca, 
pero muestran un sustrato anómalo (p. ej., personas con insuficiencia 
cardíaca en estadio B asociada con disfunción del VI asintomática) con 
una primera presentación de insuficiencia cardíaca (insuficiencia cardíaca 
de novo). Por último, en la mayoría de los pacientes con ICA, el sustrato 
original es de insuficiencia cardíaca compensada crónica, seguida de des­
compensación con desarrollo de ICA.
Los mecanismos iniciadores varían según el sustrato subyacente, e inte- 
raccionan con este; pueden ser cardíacos o extracardíacos. En pacientes 
con un sustrato normal (miocardio normal), es necesaria una agresión 
importante al rendimiento cardíaco (p. ej., miocarditis aguda) para pro­
vocar la presentación clínica de ICA. En pacientes con sustrato anómalo 
en condiciones basales (p. ej., disfunción asintomática del VI), alteracio­
nes menores (p. ej., hipertensión mal controlada, fibrilación auricular, 
isquemia) pueden desencadenar un episodio de ICA. En aquellos con 
insuficiencia cardíaca crónica compensada o estable, el incumplimiento 
de medicamentos o la dieta, fármacos tales como antiinflamatorios no 
esteroideos o tiazolidinedionas y procesos infecciosos son desencade­
nantes frecuentes de la descompensación.
Independientemente del sustrato o los factores iniciadores, varios 
«factores amplificadores» perpetúan y contribuyen al episodio de des- 
486 compensación. Estos son activación inflamatoria y neurohormonal, lesión
miocárdica continuada con disfunción miocárdica progresiva, empeora­
miento de la función renal e interacciones con la vasculatura periférica: 
todos ellos pueden contribuir a la propagación y empeoramiento del 
episodio de ICA.
C ongestión
La congestión sistémica o pulmonar, con más frecuencia debida a una 
presión diastólica elevada en el VI, dominala presentación clínica en la 
mayoría de los pacientes ingresados por ICA. De esta forma, la conges­
tión puede considerarse la vía final común por la que los mecanismos 
descritos en esta sección producen síntomas clínicos resultantes en el 
ingreso hospitalario. Una visión simplificada de la fisiopatología de la ICA 
es que los incrementos graduales del volumen intravascular conducen a 
los síntomas de congestión y la presentación clínica, y la normalización 
del volumen mediante diuréticos resulta en la restauración de la homeos­
tasis. Aunque este mecanismo podría producirse en algunos pacientes 
(especialmente aquellos con incumplimiento claro de la restricción de 
sodio o los diuréticos), este modelo es una simplificación excesiva. A 
menudo aparece congestión incluso sin incumplimiento, y el mismo grado 
de incumplimiento no siempre desencadena congestión en un paciente 
determinado. Mientras que algunos datos indican que los incrementos 
del peso corporal con frecuencia preceden a la descompensación y el 
ingreso por insuficiencia cardíaca, estudios minuciosos que emplearon 
monitores hemodinámicos implantables apuntan a que puede producirse 
un aumento en la presión de llenado delVI medida por técnicas invasivas 
sin cambios sustanciales del peso corporal.13 Estas observaciones han sus­
citado un interés creciente por el concepto de redistribución del volumen, 
más que retención de volumen, como mecanismo de descompensación 
en la insuficiencia cardíaca (descrito con más detalle en una sección pos­
terior, «Mecanismos vasculares»).
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Un concepto potencialm ente im portante es la d istinción entre 
congestión clínica y congestión hem odinám ica. Aunque los pacientes 
se presentan con signos y síntom as de congestión sistémica, como 
disnea, estertores, aumento de la presión venosa yugular y edemas, 
este estado a menudo se ve precedido por la llam ada congestión 
hemodinámica, definida como presiones diastólicas delVI elevadas sin 
signos clínicos patentes. Del mismo modo, la congestión clínica puede 
resolverse con tratamiento, pero es posible que la congestión hem o­
dinámica se mantenga, provocando un alto riesgo de reingreso. Se ha 
propuesto que la congestión hemodinámica contribuye a la progresión 
de la insuficiencia cardíaca, porque resultaría en tensión de la pared, 
además de activación del sistem a renina-angiotensina-aldosterona 
(SRAA) y del sistema nervioso simpático (SNS). Estos efectos podrían 
desencadenar varias respuestas moleculares en el miocardio, inclui­
das pérdida de miocitos y aumento de la fibrosis. El procesamiento 
anóm alo concom itante de los péptidos natriuréticos, que son las 
hormonas contrarreguladoras intrínsecas en la insuficiencia cardíaca, 
lleva a una menor actividad biológica en pacientes con enfermedad 
avanzada.14 Además, las altas presiones de llenado diastólicas pueden 
reducir la presión de perfusión coronaria, resultando en isquemia 
subendocárdica con exacerbación adicional de la disfunción cardíaca. 
El aumento de las presiones de llenado delVI también tiene el poten­
cial de modificar de forma aguda la arquitectura ventricular (hacia 
una forma más esférica), lo que contribuye al empeoramiento de la 
insuficiencia mitral. Estos mecanismos también son importantes en 
el remodelado patológico del ventrículo, proceso crónico que podría 
acelerarse con cada episodio de descompensación. Este paradigma 
resulta compatible con la observación clínica, bien establecida, de 
que cada ingreso por ICA anuncia un em peoram iento notable del 
pronóstico a largo plazo, efecto que parece ser aditivo con los ingresos 
de repetición.15 Los datos de estudios con monitores hemodinámicos 
implantados han confirmado que la elevación crónica de las presiones 
de llenado (es decir, la congestión hemodinámica) se asocia con mayor 
riesgo de episodios futuros.16 Aunque la congestión es ampliamente 
conocida como el factor más frecuente en la presentación de la ICA, 
solo recientem ente se han realizado intentos formales de valorar y 
cuantificar m ejor la congestión en la insuficiencia cardíaca.17
Función m iocárdica
Aunque distintos factores extracardíacos son importantes en la ICA, 
las alteraciones de la función del corazón (sistólica, diastólica o ambas) 
siguen ocupando un puesto central en nuestra concepción de este 
trastorno. Los cambios en la función sistólica y el descenso del lle ­
nado arterial pueden desencadenar una cascada de efectos que son 
adaptativos a corto plazo, pero dejan de serlo cuando están elevados 
crónicamente, incluida la estimulación del sistema nervioso simpático 
y del eje renina-angiotensina-aldosterona. La activación de estos ejes 
neurohormonales conduce a vasoconstricción, retención de agua y sodio, 
aumento y redistribución desde otros lechos vasculares, elevación de la 
presión de llenado diastólica y síntomas clínicos.
En pacientes con cardiopatía isquémica subyacente, 
los defectos iniciales en la función sistólica pueden 
desencadenar un círculo vicioso de reducción de 
la perfusión coronaria, aumento de la tensión de la 
pared miocárdica y rendimiento cardíaco progre­
sivamente peor. La elevación de las presiones de 
llenado del VI y los cambios en la geometría de esta 
cavidad empeoran la insuficiencia mitral funcional, 
reduciendo, aún más, el gasto cardíaco.
Aunque está claro que la reducción de la fun­
ción sistólica es un factor en la fisiopatología 
de la ICA, los datos epidemiológicos resumidos 
anteriorm ente m uestran que cerca de la mitad 
de los pacientes con ICA tienen una función sis­
tólica relativamente conservada. Hay que destacar 
que existen anomalías de la función diastólica en 
pacientes con fracción de eyección conservada o 
reducida. La alteración de la fase diastólica podría 
estar relacionada con rigidez pasiva o relajación 
activa anóm ala del VI, o am bas. H ipertensión, 
taquicardia e isquem ia m iocárdica (incluso sin 
enferm edad arterial coronaria) alterarían aún 
© más el llenado diastólico. Todos estos m ecanis­
m os contribuyen al aumento de la presión telediastólica del VI, que 
recae en la circulación capilar pulmonar. Es posible que la disfunción 
diastólica por sí misma sea insuficiente para provocar ICA, pero sirve 
de sustrato sobre el que actúan otros factores desencadenantes (como 
fibrilación auricular, enfermedad arterial coronaria o hipertensión) 
para producir la descompensación. Un aspecto poco reconocido de la 
función miocárdica en la ICA tiene que ver con la interdependencia 
de los ventrículos, izquierdo y derecho. Por los lím ites del espacio 
pericárdico, la distensión de cualquiera de los dos ventrículos debido 
a presiones de llenado más altas puede resultar en alteración directa 
del llenado diastólico en el otro ventrículo. Este m ecanismo podría 
ser especialm ente im portante en situaciones clínicas causantes de 
insuficiencia aguda del ventrículo derecho (VD), como embolia pul­
monar o infarto del VD, resultando en una reducción del llenado del 
VI e hipotensión arterial.
La disponibilidad de análisis sensibles para medir las troponinas 
cardíacas circulantes ha cambiado notablemente nuestro conocimiento 
de la relevancia de la lesión miocárdica en la fisiopatología de la insu­
ficiencia cardíaca. Los datos procedentes de registros y poblaciones 
de estudios clínicos indican que las troponinas cardíacas circulantes 
están elevadas en una gran proporción de pacientes con ICA, incluso 
en ausencia de isquemia miocárdica clínicamente patente.18,19 En un 
análisis representativo del estudio ASCEND-HF, el 50% de los pacientes 
con ICA tenía una concentración de troponina alrededor del percentil 
99 del límite de referencia superior (punto de corte diagnóstico para 
infarto de miocardio) en la situación basal, y el 30% presentaba una 
elevación mantenida de troponina a los 30 días20 (fig . 24-3). En un 
estudio de menor tamaño, más del 20% de los pacientes ingresadoscon ICA y troponinas negativas inicialmente viraron a concentraciones 
detectables antes del 7 ° día.21 La mayoría de los estudios indica que 
los aumentos de troponina se asocian con mayor riesgo de episodios 
intrahospitalarios y después del alta.
Los mecanismos exactos que median la lesión miocárdica en la ICA 
no están bien definidos, pero, al daño de los miocitos, incluso sin enfer­
medad arterial coronaria epicárdica, podrían contribuir el aumento de 
la tensión en la pared, menor presión de perfusión coronaria, mayor 
demanda miocárdica de oxígeno, disfunción endotelial, activación del 
e je inflamatorio y neurohormonal, activación plaquetaria y alteración 
del manejo del calcio.18 Ciertas intervenciones terapéuticas específicas 
que incrementan la demanda de oxígeno del miocardio (como compues­
tos inotrópicos positivos) o reducir la presión de perfusión de las arterias 
coronarias (p. ej., algunos vasodilatadores) podrían exacerbar la lesión 
miocárdica y contribuir aún más al ciclo de descompensación. Se sigue 
investigando activamente si evitar la lesión miocárdica es un objetivo 
específico del tratamiento en la ICA.
M e can ism os renales (v. tam bién cap ítu lo 88)
El riñón ejerce dos acciones clave respecto a la fisiopatología de la 
insuficiencia cardíaca: modula las condiciones de carga del corazón, al
I >percentil 99 del LSR 
I Detectable
0,05
0,04
' 0,03
cfl 0,02 
<GQ 
ü 0,01
Basal 48-72 h 30 días 
A (n = 808) (n = 760) (n = 670) B
F IG U RA 24-3 Incidencia de valores de troponina I detectables (mayor del límite inferior de la detección) 
y elevados (por encima del percentil 99 del límite superior de referencia [LSR] en el estudio ASCEND-HF y 
mediana de la troponina I cardíaca (Tnlc) en pacientes con ICA de etiología isquémica y no isquémica. (Tomado 
de Felker GM, Hasselblad V, Tang WH, et al: Troponin I in acute decompensated heart failure: Insights from the 
ASCEND-HF study. Eur J Heart Fail 14:1257, 2012.)
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Insuficiencia
___cardíaca___
1 Gasto cardíaco t Presión venosa Sobrecarga de volumen Activación
Hipertensión central Tratamiento con furosemida neurohormonal
-Liberación de adenosina
•L Perfusión t Presión en la Fibrosis intersticial, lesión
renal vena renal tubular, pérdida de nefronas
Alteraciones a corto plazo Alteraciones a largo plazo
en la función renal en la función renal
F IG URA 24-4 Diagrama de las interacciones entre perfusión renal, presión venosa central y lesión renal aguda y crónica. 
(Tomado de Metra M, Cotter G, Gheorghiade M, etal: The role of the kidney in heart failure. Eur Heart J 33:2135, 2012.)
controlar el volumen intravascular, y es el responsable de los efectores 
neurohormonales (sistema RAA). Las alteraciones de la función renal 
son extremadamente frecuentes en pacientes con ICA, y es posible que 
resulten subestimadas por la cifra de creatinina sin otros parámetros: el 
64% de los pacientes del registro ADHERE tenía una filtración glome­
rular por debajo de 60 ml/min/l,73m2.22 Las determinaciones basales de 
la función renal son también factores de riesgo de mal pronóstico bien 
establecidos en la ICA (v. «Estratificación del riesgo», más adelante). 
Además, el empeoramiento de la función renal durante el tratamiento 
de la ICA en presencia de congestión mantenida, hecho que a menu­
do se denomina «síndrome cardiorrenal», se ha asociado con malos 
resultados en distintos estudios observacionales.23 Múltiples estudios 
han investigado la fisiopatología y factores de riesgo de este fenómeno, 
que está relacionado con una compleja interacción entre caracterís­
ticas del paciente (edad), enfermedades concomitantes (función renal 
basal evaluada según la filtración glomerular [FG], diabetes mellitus, 
hipertensión), activación neurohormonal (especialmente del SRAA y 
SNS) y factores hemodinámicos (congestión venosa central y, con menos 
frecuencia, llenado arterial insuficiente con hipoperfusión renal), además 
de otros factores, como activación de cascadas inflamatorias y estrés 
oxidativo24 (fig. 24-4). Aunque a menudo se asume que está asociado 
con gasto cardíaco y flujo sanguíneo renal bajos, estudios hemodiná­
micos minuciosos han confirmado que el factor predictivo más potente 
de empeoramiento de la función renal en pacientes con insuficiencia 
cardíaca está relacionado con el aumento de la presión venosa central, 
que revierte sobre las venas renales y provoca, directamente, alteraciones 
de la filtración glomerular.25 Ciertos tratamientos específicos de la ICA, 
como diuréticos, pueden exacerbar la disfunción renal a través de una 
mayor activación neurohormonal y vasoconstricción, aunque, en muchos 
casos, la diuresis eficaz mejora la función renal, al reducir la presión 
venosa central. Quizás sea importante diferenciar las alteraciones de la 
función renal (fenómeno potencialmente transitorio, a menudo rela­
cionado con factores hemodinámicos locales o sistémicos) de la lesión 
renal franca. Con frecuencia se producen alteraciones transitorias en la 
función renal durante el tratamiento con ICA, pero suelen ser temporales 
y no parecen estar asociadas con resultados adversos, especialm en­
te ante una descongestión eficaz.26,27 Los novedosos biomarcadores 
capaces de distinguir las alteraciones en la función renal (puestas de 
manifiesto por creatinina sérica o cistatina C) de la lesión renal aguda 
(señalada por marcadores tales como lipocalina asociada a gelatinasa 
de neutrófilos en orina [NGAL]) podrían permitir diferenciar mejor el 
empeoramiento de la función renal durante los ingresos por ICA.28 Se 
ha propuesto un sistema de clasificación exhaustivo para comprender 
la interacción entre rendimiento cardíaco y función renal, y supone un 
marco conceptual dirigido a conocer m ejor la compleja fisiopatología 
del síndrome cardiorrenal.24,29 Más adelante nos ocuparemos en detalle
de los aspectos clínicos del diagnóstico 
y tratamiento del síndrome cardiorrenal 
en la ICA.
M e can ism os vasculares
Aunque las anom alías de la función 
cardíaca han ocupado clásicamente la 
posición central en la patogenia de 
la ICA, cada vez se presta más atención 
a la relevancia de la vasculatura no solo 
como causa subyacente de la disfunción 
cardíaca (p. ej., ateroesclerosis, hiperten­
sión), sino también como componente 
central en la patogenia de la ICA. Las 
anom alías de la fun ción endotelial 
relacionadas con la regulación del tono 
vascular dependiente del óxido nítrico 
están bien descritas en la insuficiencia 
cardíaca.311 La rigidez arterial, relaciona­
da con el aumento de presión arterial, 
pero distinta de esta, aumenta las con­
diciones de carga cardíaca y se asocia 
con insuficiencia cardíaca incidente y 
peores resultados. La vasoconstricción 
periférica en el contexto de ICA redis­
tribuye la sangre centralmente, aumen­
tando la congestión venosa pulmonar y el edema. Como mencionamos 
previamente, la presión venosa central elevada deteriora la función renal, 
resultando en mayor retención de líquidos, que aumenta aún más las 
presiones venosas. La vasoconstricción arterial periférica incrementa 
la poscarga, las presiones de llenado de VI y las presiones venosas 
pulmonares poscapilares, con la consecuencia de empeoramiento del 
edema pulmonar y la disnea. Esta poscarga incrementada causa mayor 
tensión en la pared ventricular y aumento de la isquemia miocárdica 
y arritmias. La distensibilidad vascular anómala también predispone a 
los pacientes afectados a una notable inestabilidad de la presión arterial 
ante variaciones relativamente pequeñas del volumen intravascular, 
causando incrementos abruptos en la poscarga y, en último término, 
en las presiones de llenado del VI, resultando en congestión pulmonar. 
Los efectos de esta anomalía vascular son amplificados por la disfunción 
diastólica del VI.
La observación clínica de que el tratamiento con vasodilatadoresmejora la disnea en muchos pacientes con hipertensión aguda sin una 
diuresis significativa ha llevado al concepto de que la discordancia entre 
poscarga y contractilidad puede provocar un aumento de las presiones 
de llenado diastólicas con un trasfondo de mínimas variaciones en 
el volumen corporal total. Del mismo modo, el reconocimiento de la 
gran capacitancia del sistem a venoso (especialm ente de la circula­
ción esplácnica) ha aumentado el interés por los desplazamientos de 
volumen del «reservorio venoso» al volumen circulatorio eficaz como 
mecanismo potencialmente importante y no detectado en la ICA.31,32 
Estos desplazamientos estarían mediados por la activación del SNS, y 
se ha propuesto que este mecanismo sería la posible explicación de la 
desconexión aparente entre las variaciones de las presiones de llenado y 
el cambio del peso corporal durante la vigilancia hemodinámica crónica.
M e can ism os neurohorm onale s e in flam atorios 
(v. tam bién cap ítu lo 22)
Aunque el aumento de las neurohormonas circulantes está bien docu­
mentado en pacientes con ICA, aún no se han definido en su totalidad 
las consecuencias exactas de la activación neurohormonal en la fisiopa­
tología de la ICA. En pacientes con este cuadro, se ha descrito aumento 
de las concentraciones plasmáticas de noradrenalina, de la actividad de 
renina plasmática, aldosterona y endotelina-1; todos estos ejes se aso­
cian con vasoconstricción y retención de volumen, que podría contribuir 
a la isquemia miocárdica y congestión, exacerbando así la descompen­
sación cardíaca. Es posible que también estén implicados la activación 
inflamatoria y el estrés oxidativo. Algunas citocinas proinflamatorias, 
como el factor de necrosis tumoral a y la interleucina 6, están elevadas 
en pacientes con ICA y ejercen efectos directos inotrópicos negativos 
sobre el miocardio, además de aumentar la permeabilidad capilar e 
inducir disfunción endotelial.33,34 Además de los efectos directos, esta
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activación estimula la liberación de otros factores, como factor tisular, 
un potente procoagulante, y endotelina 1, que deterioran aún más el 
miocardio, alteran la barrera alveolocapilar del pulmón y aumentan la 
agregación plaquetaria y la coagulación (empeorando potencialmente 
la isquemia).
EVALU AC IÓ N DEL PACIENTE CON IN SU F IC IEN C IA 
C A R D ÍA C A A G U D A
La evaluación inicial del paciente con ICA se centra en los siguientes 
aspectos críticos: 1) establecer un diagnóstico definitivo de ICA tan 
rápida y eficazmente como sea posible; 2) tratamiento inmediato de 
trastornos potencialmente mortales (p. ej., shock, insuficiencia respira­
toria); 3) identificación y abordaje de todos los desencadenantes clínicos 
relevantes; 4) estratificación del riesgo para asignar al paciente a un nivel 
asistencia! adecuado (p. ej., unidad de cuidados intensivos, de telemetría 
o de observación), y 5) definición del perfil clínico del paciente (basado 
en presión arterial, estado de volumen y función renal) para permitir la 
rápida instauración del tratamiento más apropiado.
C lasificación
La heterogeneidad inherente a la ICA complica el desarrollo de un 
esquema clasificatorio exhaustivo, y ningún sistema de clasificación ha 
conseguido una aceptación universal. La posible utilidad de la clasificación 
clínica es proporcionar un marco de trabajo para identificar subgru- 
pos clínicos importantes dentro del conjunto de la ICA que pudieran 
afectar a la elección del tratamiento y evolución clínica, de forma análoga 
a la distinción entre infarto de miocardio con elevación del segmento ST, 
infarto de miocardio sin elevación del segmento ST y angina inestable en 
pacientes con cardiopatía isquémica aguda.
Una clasificación potencialmente útil se basa en la presencia o ausen­
cia de antecedentes de insuficiencia cardíaca. La insuficiencia cardíaca 
de nueva aparición o de novo suma cerca del 20% de los ingresos por 
ICA.10 Los pacientes no siempre tienen antecedentes de enfermedades 
cardiovasculares o factores de riesgo (p. ej., miocarditis aguda), pero 
lo más frecuente es que presenten factores de riesgo de insuficiencia 
cardíaca (insuficiencia cardíaca en estadio A según las directrices del 
American College of Cardiology/American Heart Association [ACC/ 
AHA]) o cardiopatía estructural previa (insuficiencia cardíaca en estadio B 
de acuerdo con las directrices ACC/AHA) (v. tam bién capítulos 23 y 25). 
En muchos de estos pacientes con insuficiencia cardíaca nueva, la ICA se 
desarrolla sobre un síndrome coronario agudo. La inmensa mayoría de 
pacientes con ICA, no obstante, sí tienen antecedentes de insuficiencia 
cardíaca crónica. Estos suelen mostrar una presentación clínica menos 
espectacular, porque la naturaleza crónica del trastorno ha permitido 
la instauración de mecanismos compensadores y remodelados (p. ej.,
aumento de la capacidad linfática pulmonar). Además, estos pacientes 
habitualmente ya están recibiendo antagonistas neurohormonales (p- 
bloqueantes e inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina 
[ECA]) y diuréticos de asa, de modo que la activación neurohormonal 
podría ser menos intensa, aunque la resistencia a los diuréticos sería 
más frecuente.
Otros tipos de clasificaciones han intentado subdividir a los pacientes 
con ICA de un modo tal que pueda tener implicaciones para la atención 
clínica. Las directrices de la ESC esbozan la clasificación más detallada, 
que subdivide a la ICA en múltiples situaciones clínicas distintas según 
las características basales y la respuesta al tratamiento.2 Puesto que 
algunas de las categorías propuestas en las directrices de la ESC se 
solapan considerablemente, nosotros proponemos una clasificación 
sim plificada que define tres grandes grupos de pacientes con ICA 
(tabla 24-2):
1. Insuficiencia cardíaca descompensada. Este grupo está compuesto por 
pacientes con empeoramiento de los signos y síntomas de conges­
tión en un trasfondo de insuficiencia cardíaca crónica. La evolución 
temporal de esta progresión puede ser aguda, subaguda o insidiosa, 
con síntomas gradualmente más graves a lo largo de días o semanas. La 
fracción de eyección está conservada o reducida, pero el gasto cardíaco 
suele estar mantenido y la presión arterial se encuentra dentro del 
intervalo normal. Globalmente, este grupo acoge la mayor proporción 
de pacientes ingresados por ICA.
2. Insuficiencia cardíaca hipertensiva aguda. Cada vez se detecta más la 
hipertensión como característica frecuente en la presentación de 
la ICA; el 50% de los pacientes tiene una presión arterial sistólica 
(PAS) superior a 140 mmHg y el 25%, PAS por encima de 160 mmHg.35 
En este grupo, la hipertensión puede estar desencadenada por un 
aumento del tono simpático asociado a la disnea y ansiedad acom­
pañante (hipertensión reactiva), o bien la hipertensión aguda con 
las variaciones consiguientes de la poscarga es el desencadenante 
de la descompensación. Ambos mecanismos pueden participar, a la 
vez, en un paciente determinado, y en ocasiones resulta difícil definir 
con precisión las relaciones causa-efecto. Epidemiológicamente, los 
pacientes con insuficiencia cardíaca hipertensiva aguda tienen con 
más frecuencia la función sistólica conservada, son mujeres y el inicio 
de los síntomas es súbito con más probabilidad. El edema pulmonar 
franco con estertores evidentes y congestión florida en la radiografía de 
tórax es mucho más frecuente en este grupo que en los pacientes cuyos 
síntomas se iniciaron de forma más gradual, probablemente debido a 
diferencias en la distensibilidad del VI, cambios de presión agudos y 
capacidad linfática pulmonar. Aunque a menudo están llamativamente 
enfermos en la presentación inicial, con hipoxemia y quizás necesidad 
de ventilación no invasiva o incluso intubación, estos pacientes suelen 
responder bien al tratamiento y su mortalidad intrahospitalaria es baja.
TABLA24-2 Clasificación simplificada y características clínicas frecuentes de los pacientes con insuficiencia cardíaca aguda
CLASIFICACIÓN
CLINICA
INICIO 
DE LOS SÍNTOMAS DESENCADENANTES
SIGNOS 
Y SÍNTOMAS
e v a l u a c ió n
c l ín ic a EVOLUCIÓN
Insuficiencia cardíaca 
descompensada
Habitualmente gradual Incumplimiento, isquemia, 
infecciones
Edemas periféricos, 
ortopnea, disnea de 
esfuerzo
PAS: variable 
RT: a menudo limpia a 
pesar del aumento de las 
presiones de llenado
Variable; alta tasa de 
reingresos
Insuficiencia cardíaca 
hipertensiva aguda
Habitualmente brusco Hipertensión, arritmias 
auriculares, SCA
Disnea (a menudo 
grave), taquicardia, 
taquipnea, 
con frecuencia 
estertores
PAS: alta (>180/100 mmHg) 
RT: datos de edema de 
pulmón 
Hipoxemia frecuente
Muy aguda, pero suele 
responder rápidamente 
al tratamiento con 
vasodilatadores, 
ventilación no invasiva; 
baja mortalidad tras 
el alta
Shock cardiógeno Variable Progresión de IC avanzada 
o lesión miocárdica 
importante (p. ej.,
IAM de gran tamaño, 
miocarditis aguda)
Hipoperfusión de 
órganos terminales; 
oliguria, confusión, 
extremidades frías
PAS: baja o baja-normal 
Función del VI: suele estar 
gravemente deteriorada 
Disfunción del VD frecuente 
Datos de laboratorio de 
disfundón de órganos 
terminales (renal, hepática)
Elevada mortalidad 
intrahospitalaria; mal 
pronóstico excepto 
en causas fácilmente 
reversibles o soporte 
mecánico/trasplante
IAM, infarto agudo de miocardio; IC, insuficiencia cardíaca; RT, radiografía de tórax.
Diagnóstico 
y 
tratam
iento 
de 
la 
insuficiencia 
cardíaca 
aguda
In
su
fi
ci
en
ci
a 
c
a
rd
ía
c
a
3. Shock cardiógeno. Este grupo se presenta con signos y síntomas de 
hipoperfusión de órganos a pesar de una precarga adecuada. La PAS 
está reducida a menudo (no siempre) y con frecuencia hay datos 
de disfunción de órganos terminales patente o inminente (riñón, 
hígado, sistema nervioso central). Este tipo de ICA es relativamente 
infrecuente (el 4% de las presentaciones de ICA en el EHFSII) en los 
grandes registros comunitarios, pero su frecuencia aumenta en centros 
terciarios.
Aunque este sistema de clasificación no captura totalmente algunas 
situaciones clínicas menos prevalentes (p. ej., insuficiencia cardíaca dere­
cha aislada o insuficiencia cardíaca de alto gasto), acoge en la práctica 
a la inmensa mayoría de pacientes con ICA que probablemente serán 
atendidos en la práctica clínica habitual. Más adelante abordaremos en 
profundidad el tratamiento de varias situaciones clínicas específicas en la 
ICA.
S ín tom as
Los motivos más frecuentes de búsqueda de atención médica de los 
pacientes con ICA son los síntom as asociados a la congestión. La 
tabla 24-3 contiene la lista de los síntomas de presentación más fre­
cuentes. La disnea es el síntoma más prevalente: aparece en el 90% 
de los pacientes que se presentan con ICA. La duración y evolución 
temporal del inicio de los síntom as puede ser muy variable, de un 
inicio muy agudo en minutos al lento empeoramiento de síntomas 
crónicos hasta que el paciente acude al médico. La sensación de dis­
nea es un fenóm eno complejo influenciado por m últiples factores 
fisiológicos, psicológicos y sociales, y resulta tremendamente variable 
según el paciente.36 Es característico que la disnea aparezca en reposo 
o con esfuerzos mínimos en el momento en que el paciente se pre­
senta con ICA. Los pacientes también pueden debutar con signos y 
síntomas relacionados con congestión venosa sistémica, como edemas 
periféricos, aumento de peso, saciedad precoz y aumento del perímetro 
abdominal. Hay que destacar que, en ocasiones, predominan ciertos 
síntomas atípicos, especialmente en ancianos, en los que cansancio,
TABLA 24-3 Síntomas y signos frecuentes en la presentación 
de la insuficiencia cardíaca descompensada
SINTOMAS SIGNOS
Relacionados predominantemente con sobrecarga de volumen
Disnea (de esfuerzo, paroxística 
nocturna, ortopnea o de reposo); 
tos; sibilancias
Estertores, derrame pleural
Molestias en manos y pies Edemas periféricos (piernas, sacro)
Molestias/distensión abdominal; 
saciedad precoz o anorexia
Ascitis/aumento del perímetro 
abdominal; dolor o molestias 
en el hipocondrio derecho; 
hepatomegalia/esplenomegalia; 
ictericia escleral 
Aumento de peso 
Presión venosa yugular elevada, 
reflujo abdominoyugular 
Aumento de S3, acentuación del tono 
cardíaco P2
Relacionados predominantemente con hipoperfusión
Cansando Extremidades frías
Alteración del estado mental, 
somnolencia diurna, confusión o 
dificultades de concentración
Palidez, coloración oscura de la piel, 
hipotensión
Mareo, presíncope o síncope Presión del pulso (estrecha)/presión 
del pulso proporcional (baja) 
Pulso alternante
Otros signos y síntomas de ICA
Depresión Hipotensión ortostática (hipovolemia)
Alteraciones del sueño S4
Palpitaciones Soplos cardíacos sistólicos y 
diastólicos
depresión, alteración del estado mental o trastornos del sueño pueden 
ser el motivo de consulta primario.
Exploración física
A pesar de los avances en la tecnología y pruebas de imagen diagnósticas, 
la insuficiencia cardíaca sigue siendo un diagnóstico clínico, y la explo­
ración física es todavía fundamental para su detección. En esta sección 
nos ocupamos de los aspectos de la exploración física especialmente 
relevantes en la ICA; los capítulos 11 y 23 presentan una descripción más 
general de la anamnesis y exploración física. Un marco conceptual útil en 
la evaluación a pie de cama de pacientes con ICA es el desarrollado por 
Stevenson et al. (v. fig. 23-2), que se centra en la idoneidad de la perfusión 
(«frío» o «caliente») y la presencia o ausencia de congestión en reposo 
(«húmedo» o «seco»).
La medición de la presión arterial es un componente esencial de la 
evaluación de pacientes con ICA; la hipotensión es uno de los factores 
predictivos de mal pronóstico más sólido, y ayuda a definir el perfil 
clínico del paciente y las intervenciones terapéuticas adecuadas. La PAS 
suele ser normal o alta en pacientes con ICA: casi el 50% presenta una 
PAS superior a 140 mmHg. La combinación de hipertensión subyacente 
y el notable incremento de la estimulación simpática que acompaña 
a la ICA puede resultar en elevaciones de la PAS com patibles con 
urgencia o em ergencia hipertensiva (el 12% de los pacientes tenía 
una PAS mayor de 180 mmHg al ingreso). No es frecuente encontrar 
PAS muy bajas; solo el 2% de los pacientes de ADHERE mostraban 
cifras por debajo de 90 mmHg en la presentación. La presión del pulso 
(diferencia entre presión arterial sistólica y diastólica) es una medida útil 
como marcador indirecto del gasto cardíaco. Una presión del pulso re­
ducida se correlaciona con bajo gasto cardíaco y conlleva un aumento del 
riesgo en pacientes ingresados con ICA. Una presión del pulso elevada 
puede poner en alerta al médico respecto a un estado de alto gasto, 
incluida la posibilidad de tirotoxicosis, insuficiencia aórtica o anemia 
no detectadas.
La presión venosa yugular (PVY) es literalmente un barómetro de 
hipertensión venosa sistémica, y constituye el hallazgo individual de la 
exploración física más útil en la evaluación de pacientes con ICA. La 
determinación precisa de la PVY depende sobremanera de la habilidad 
del explorador. La PVY refleja la presión de la aurícula derecha, que 
típicamente (aunque no siempre) es una medida indirecta de las presiones 
de llenado delVI. En ciertas situaciones, muy importantes, la PVY quizás 
no refleje las presiones de llenado delVI, como sucede en la insuficiencia 
cardíaca del VD aislada (p. ej., por hipertensión pulmonar o infarto del 
VD). Una insuficiencia tricuspídea significativa complica la evaluación 
de la PVY, porque la gran «onda c-v» de la insuficiencia puede provocar 
una sobrestimación de la PVY y, por tanto, de las presiones de llenado 
izquierdas.
La inspección visual y palpación del precordio, seguida de auscultación 
minuciosa, aportan clavesimportantes de la presencia de disfunción car­
díaca. En cerca del 11-34% de los pacientes ingresados con ICA se detecta 
galope ventricular S3 o tercer tono cardíaco. Los soplos de insuficiencia 
mitral o aórtica, o de estenosis aórtica son importantes para averiguar la 
etiología de la ICA.
Los estertores o crepitantes inspiratorios son el hallazgo más fre­
cuente en la exploración física, y se han detectado en el 66-87% de los 
pacientes ingresados por ICA. Sin embargo, los estertores con frecuencia 
no se escuchan en pacientes con insuficiencia cardíaca crónica e hiper­
tensión venosa pulmonar, debido al aumento del drenaje linfático, lo que 
refuerza la importantísima clave clínica de que la ausencia de estertores 
no implica necesariam ente presiones de llenado de VI normales. La 
frialdad en las extremidades con pulsos periféricos palpables indica 
reducción de la perfusión periférica compatible con un índice cardíaco 
mínimo, vasoconstricción marcada o ambos. Hay que destacar que la 
temperatura debe valorarse en la parte inferior de la pierna, en vez de 
en el pie, y esta valoración es relativa a la temperatura de las manos 
del explorador.
Hasta el 65% de los pacientes ingresados con ICA presenta edemas 
periféricos, menos frecuentes en aquellos que debutan con insuficien­
cia cardíaca predominantemente de bajo gasto o shock cardiógeno. 
Al igual que en los estertores, la presencia de edema tiene un valor 
predictivo positivo razonable respecto a la insuficiencia cardíaca con 
descompensación aguda, pero su sensibilidad es baja, de modo que 
su ausencia no descarta ese diagnóstico. Los edemas secundarios a 
ICA suelen ser dependientes de la gravedad, simétricos y con fóvea. Se
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calcula que es necesario acumular al m enos 41 de líquido extracelular 
para que aparezcan edemas clínicam ente detectables. En pacientes 
con ICA pueden aparecer hepato- y esplenomegalia de forma aguda 
como consecuencia del aumento de la presión venosa central, y en 
este caso suele haber dolor notable, pero estas organomegalias se 
deben, con más frecuencia, a hipertensión venosa sistémica crónica, 
en la que apenas hay dolor. Una insuficiencia tricuspídea grave puede 
dar lugar a hígado pulsátil en la exploración y cirrosis congestiva. La 
ascitis se produce en respuesta a un aumento de la presión venosa 
central al retardar el drenaje de las venas peritoneales y hepáticas. 
Hay que destacar que puede haber congestión visceral sin ascitis ni 
organomegalias palpables.
O tras pruebas d iagn ósticas
Biomarcadores
Los péptidos natriuréticos son una familia de hormonas contrarre- 
guladoras muy importantes en la insuficiencia cardíaca, con efectos 
vasodilatadores y otros (v. capítulo 23). En la ICA, el péptido natriuré­
tico cerebral (BNP) y propéptido natriurético cerebral N-terminal (NT- 
pro-BNP) han demostrado su relevancia en el diagnóstico diferencial 
de los pacientes que se presentan en el departamento de urgencias 
con disnea (v. tabla 23-6).37 En el estudio Breathing Not Properly, un 
umbral de BNP de 100 pg/ml optimizaba la sensibilidad y especificidad 
para diferenciar entre disnea finalmente confirmada como debida a 
ICA (basada en una revisión de datos clínicos por parte de un comité 
de cardiólogos desconocedores de los casos) y disnea de otra causa. 
Resulta importante que el valor predictivo negativo de una concen­
tración de BNP inferior a 100 pg/ml resultara especialmente alto (89%), 
mientras que el valor predictivo positivo de este umbral de decisión 
fuera más modesto (79% ). Estudios posteriores que utilizaron NT- 
pro-BNP, como el PRIDE, han demostrado que este péptido tiene una 
utilidad diagnóstica similar, aunque los puntos de corte apropiados son 
globalmente mayores y varían según la edad.38 En las directrices clínicas 
actuales, la determinación del péptido natriurético en el diagnóstico 
de disnea aguda es, hasta la fecha, la única indicación de clase I para 
un biom arcador en la insuficiencia cardíaca.39 Al igual que sucede 
con todas las pruebas de biomarcadores, pueden producirse falsos 
positivos (p. ej., causados por infarto de miocardio o embolia pulmonar) 
y negativos (secundarios fundamentalmente a obesidad, que resulta 
en concentraciones de péptidos natriuréticos más bajas para un grado 
determinado de insuficiencia cardíaca). Aunque las concentraciones 
de péptido natriurético tienden a ser menores en pacientes con ICFEc 
que en aquellos con función sistólica reducida, las determinaciones 
de péptido natriurético no diferencian con fiabilidad la ICFEc de la 
insuficiencia cardíaca sistólica en un paciente concreto.
Otras pruebas de laboratorio
La evaluación de la función renal es un componente fundamental en 
el tratamiento de los pacientes con ICA. Hay que calcular la filtración 
glomerular estimada, porque la creatinina sérica puede subestimar el 
alcance de la disfunción renal, especialmente en ancianos. El nitrógeno 
ureico sanguíneo (BUN) se relaciona más directamente con la gravedad de 
la ICA que la creatinina, y suele estar elevado al ingreso en una gran parte 
de los pacientes con ICA. Además de reflejar la función renal intrínseca, la 
cifra de BUN es aproximadamente proporcional a la activación neurohor­
monal en la ICA. Se ha evaluado una amplia variedad de biomarcadores 
en pacientes con ICA, pero ninguno está recomendado actualmente para 
uso cotidiano en esta población.411
Radiografía de tórax, electrocardiograma 
y ecocardiograma
En pacientes con disnea, a menudo se realiza una placa de tórax en el 
momento de la presentación, y es una prueba fundamental en la eva­
luación ante la sospecha de ICA. En el registro ADHERE, en el 90% de 
los pacientes se hizo una radiografía de tórax durante el ingreso, y en 
más del 80% de estos se encontraron datos de congestión. En pacientes 
con antecedentes de insuficiencia cardíaca crónica o inicio lento de los 
síntomas, los indicios de congestión en la placa de tórax pueden ser sutiles, 
y a menudo no hay edema pulmonar franco a pesar del notable aumento 
de las presiones de llenado.
El electrocardiograma (ECG) es otra prueba diagnóstica estándar apro­
piada en todos los pacientes que se presentan con ICA (v. capítulo 12).
Las anomalías en el ECG son extremadamente frecuentes en pacientes 
con ICA. Es importante buscar minuciosamente cambios en el ECG 
indicativos de isquemia, porque el aumento de troponina es frecuente 
en la ICA independientemente de la causa y, por tanto, no sería un mar­
cador fiable de síndrome coronario agudo. Las arritmias también son un 
desencadenante frecuente de ICA, y aparece fibrilación auricular en el 
20-30% de los pacientes que se presentan con ICA.
El uso de ecocardiografía (v. capítulo 14) es muy frecuente en pacientes 
con ICA: en más del 80% de los pacientes del EHFS II se realizó un 
ecocardiograma durante el ingreso índice.111 Aunque no hay consenso 
respecto a si es apropiado obtenerlo siempre en todos los pacientes con 
ICA, el ecocardiograma es quizás la prueba individual más útil en el 
estudio de la causa de ICA. La ecocardiografía puede valorar la función 
diastólica y sistólica global, anomalías del movimiento regional de la 
pared, función valvular, parámetros hemodinámicos, como estimaciones 
de las presiones de llenado y gasto cardíaco, y trastornos pericárdicos. El 
cociente Doppler tisular entre la velocidad de flujo sanguíneo transmitral 
protodiastólica máxima (E) y la velocidad protodiastólica máxima en el 
tejido anular tisular (Ea) (cociente E/Ea) ha demostrado ser aditivo con 
las determinaciones de BNP en el diagnóstico de pacientes con ICA que 
debutan con disnea. Un cociente E/Ea superior a 15 predice una presión 
de enclavamiento capilar pulmonar (PECP) mayor de 15 mmHg, y ha 
demostrado su precisión en el servicio de urgencias y cuidados intensivos. 
Estas y otras medidas no invasivas requerirán más validaciones antes 
de que puedan adoptarse de formageneralizada, y la relevancia de la 
ecocardiografía de rutina en todos los pacientes ingresados por ICA sigue 
siendo incierta.
Desencadenantes clínicos
Mientras que la sección anterior se centraba en los mecanismos intrín­
secos implicados en la fisiopatología de la ICA, es posible, además, 
identificar una variedad de desencadenantes clínicos identificables 
específicos. Aunque varios de ellos son conocidos desde antiguo, solo 
el reciente desarrollo de grandes registros observacionales ha aportado 
datos más definitivos sobre la contribución relativa en la población 
global de insuficiencia cardíaca. En el registro OPTIMIZE-HF, el 61% 
de las personas incluidas tuvo un precipitante clínico identificable, 
los más frecuentes41 fueron procesos pulm onares (15% ), isquemia 
miocárdica (15%) y arritmias (14%) (fig. 24-5). En una minoría sus­
tancial de la población del estudio se identificó más de uno. De los 
desencadenantes identificados, el empeoramiento de la función renal 
fue el responsable de la tasa de mortalidad intrahospitalaria más ele­
vada (8%), mientras que el incumplimiento de la dieta o la medicación 
o hipertensión descontrolada se asociaban con un pronóstico mucho 
mejor (<2% de la mortalidad intrahospitalaria para cada uno). Por lo 
general, los desencadenantes clínicos específicos identificados han 
variado significativamente, según los métodos de determinación y la 
población estudiada.
Estratificación del riesgo
La estratificación del riesgo puede ser una herramienta clínica eficaz, al 
ayudar a identificar a los pacientes situados a ambos extremos de la línea 
continua del riesgo; los pacientes con riesgo muy alto serán sometidos 
a una observación más estrecha o un tratamiento más intenso, mientras 
que aquellos con riesgo bajo podrían ahorrarse el ingreso o precisar un 
seguimiento y vigilancia menos exhaustivos. En la ICA se han desarrollado 
varios modelos predictivos, que pueden dividirse, por lo general, en dos 
grupos, los centrados en la mortalidad intrahospitalaria y aquellos que 
ponen el acento en los episodios posteriores al alta (muerte o reingreso). 
La figura 24-6 muestra algunos factores predictivos clave del pronóstico 
en la ICA.
Modelos predictivos de mortalidad intrahospitalaria
Los datos del registro ADHERE se han utilizado para desarrollar un análi­
sis con árboles de clasificación y regresión (ACYR) con el fin de identificar 
los mejores factores predictivos de mortalidad intrahospitalaria y crear un 
modelo de estratificación del riesgo.42 De las 39 variables evaluadas, el 
método ACYR identificó que el aumento de BUN, PAS baja y creatinina 
sérica más elevada en el momento del ingreso eran los mejores factores 
predictivos de mortalidad intrahospitalaria. Estas tres variables permitían 
discriminar a los grupos con mortalidad intrahospitalaria muy baja (2%) 
o extremadamente alta (22%).
Diagnóstico 
y 
tratam
iento 
de 
la 
insuficiencia 
cardíaca 
aguda
In
s
u
f
ic
ie
n
c
ia
 
c
a
r
d
ía
c
a
16 n 
14
12 - 
10 -
* 8
4 -
5%
I
HTN
descontrolada
Empeoramiento Infección 
de la función renal respiratoria
Incumplimiento
farmacológico
Incumplimiento Otros 
de la dieta
FIGURA 24-5 Desencadenantes identificados de ingreso por insuficiencia cardíaca en el registro OPTIMIZE-HF. HTN, hipertensión. (Tomado de Fonarow GC, Abraham WT, Albert 
NM, et al: Factors identified as precipitating hospital admissions for heart failure and clinical outcomes: Findings from OPTIMIZE-HF. Arch Intern Med 168:847, 2008.)
En la presentación Al alta
Antecedentes
Ingresos previos por IC 
Edad
Trastornos concomitantes 
Sin p-bloqueantes ni inhibidores 
de la ECA
Exploración física
PAS baja 
Taquicardia 
Frecuencia respiratoria elevada
Análisis de laboratorio/ 
biomarcadores
Nitrógeno ureico sanguíneo 
BNP y NT-pro-BNP 
Creatinina 
Troponina 
Sodio 
Hemoglobina 
Duración del QRS
Historia clínica
Trastornos concomitantes 
Sin p-bloqueantes 
Edad
Dosis de diuréticos elevada 
Necesidad de RCP o ventilación 
mecánica
Exploración física
Congestión persistente 
Caminar en 6 min < 900 metros
Análisis de laboratorio/ 
biomarcadores
Nitrógeno ureico sanguíneo 
BNP y NT-pro-BNP 
Sodio
FIGURA 24-6 Indicadores pronósticos seleccionados en la insuficiencia cardíaca 
aguda en la presentación inicial y al alta hospitalaria. IC, insuficiencia cardíaca; RCP, 
reanimación cardiopulmonar.
M o d e lo s p r e d ic t iv o s d e e p is o d io s p o s te r io r e s a l a lta
Como señalamos, el riesgo de muerte y la probabilidad de reingreso son 
importantes en los primeros 60-90 días tras el alta en los pacientes con 
ICA. Algunas variables predicen la mortalidad, pero no los reingresos, 
y viceversa. Por lo general, los modelos de predicción de mortalidad 
han resultado mejores que aquellos centrados en la variable compuesta 
de muerte o reingreso, posiblemente porque en el riesgo de reingreso 
influyen distintos factores sociales cuya captura no es sencilla en los 
modelos de múltiples variables. Como comentaremos más adelante, 
en consonancia con el importante objetivo actual de prevenir los rein­
gresos en la ICA, los modelos de predicción de reingresos han suscitado 
492 un interés notable. Una revisión sistemática de los modelos identificó
varios dedicados a predecir reingresos tras un episodio de ICA, pero no 
logró detectar un patrón constante de factores predictivos en los distintos 
estudios.43 No obstante, irnos pocos marcadores, sencillos de obtener, han 
sido asociados, por lo general, con el pronóstico en múltiples estudios, y 
se resumen a continuación con más detalle.
Presión arterial. Se ha encontrado que la PAS es un factor predictivo 
importante del resultado en distintos estudios, con una presión arterial 
más alta asociada constantemente a menor riesgo. En un análisis detallado 
de la PAS en pacientes del estudio OPTIMIZE-HF, se encontró una relación 
uniforme entre presión arterial y mortalidad a lo largo de todas las cifras 
de presión, sin indicios de aumento del riesgo incluso con valores muy altos 
(>180 mmHg).35
Nitrógeno ureico sanguíneo. La función renal (estimada según BUN, 
creatinina sérica y filtración glomerular) es un factor predictivo importante 
del pronóstico en pacientes con ICA.42 Hay que destacar que el BUN ha 
demostrado una y otra vez ser un factor pronóstico más sólido que la 
creatinina: cuando se les compara directamente, el BUN parece integrar 
varios aspectos pronósticos importantes, como función renal intrínseca y 
activación neurohormonal (por alteración de la eliminación de urea).4445
Péptido natriurético cerebral y propéptido natriurético cerebral N- 
terminal. BNP y NT-pro-BNP han demostrado ser unos factores predictivos 
del riesgo muy potentes en la insuficiencia cardíaca. En la ICA, las concen­
traciones de péptido natriurético en la presentación inicial son factores 
predictivos importantes del pronóstico a corto y largo plazo. En el estudio 
PRIDE de pacientes que acudían al servicio de urgencias con disnea no jus­
tificada, una única cifra de NT-pro-BNP en la presentación inicial resultó ser 
un factor predictivo independiente de fallecimiento hasta 1 año después.46 
En el registro ADHERE, la concentración de BNP al ingreso predecía de 
forma significativa la mortalidad intrahospitalaria independientemente de la 
fracción de eyección. Los datos del registro OPTIMIZE que compararon BNP 
al ingreso, BNP al alta y variación del BNP a lo largo del ingreso detectaron 
que el valor de BNP al alta tenía la mayor potencia para predecir episodios 
posteriores al alta.47
TRATAM IENTO DEL PACIENTE CON IN SU F IC IEN C IA 
C A R D ÍA C A A G U D A 
Fases del tratam iento
Un tema central en la ICA es la necesidad de asistencia urgente más 
allá de la que se presta habitualmente en entornos ambulatorios. El 
tratamiento de pacientes con ICA puede plantearse en cuatro fases con 
objetivos diferentes. Para alcanzar dichos objetivos es necesaria una 
integración sin fisuras de las distintas fasesdel tratamiento con un alto
El
se
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au
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es 
un 
de
lit
o.
PAS < 85 mmHg o shock
Añadir inótropo no vasodilatador
PAS < 85 mmHg
grado de coordinación entre los profe­
sionales hospitalarios y ambulatorios.
Posteriormente presentaremos distintas 
estrategias terapéuticas y una descrip­
ción detallada de varios tratamientos.
Fase I: asistencia urgente/ 
inmediata
Los objetivos iniciales en el tratamiento 
de un paciente que acude con ICA son 
establecer rápidamente el diagnóstico 
(como planteamos anteriormente), tratar 
alteraciones potencialmente mortales, 
poner en marcha tratamientos dirigidos 
a aliviar los síntomas inmediatamente, 
e identificar la causa y desencadenantes 
del episodio de ICA.
Los tratam ientos iniciales pueden 
seguir el algoritmo de la figura 24-7.
Como la disnea es el motivo de consulta 
más frecuente en pacientes con ICA, el 
tratamiento inicial de la ICA no compli­
cada suele dirigirse a este síntoma.48 En 
pacientes con hipoxemia grave (satura­
ción de oxígeno [Sa02] < 90%) se reco­
mienda administrar oxígeno. Aunque la 
saturación de oxígeno inicial se relacio­
na inversamente con la mortalidad al 
corto plazo,49 el oxígeno inhalado (Fio2 
> 0,4) puede causar efectos hem odi­
námicos perjudiciales (como vasocons­
tricción inducida por hiperoxia) en 
pacientes con disfunción sistólica,50 
de modo que no se recomienda habi­
tualmente en pacientes sin hipoxemia.
En aquellos con enfermedad pulmonar 
obstructiva, no hay que usar concen­
traciones altas de oxígeno inhalado para 
evitar el riesgo de depresión respiratoria 
y empeoramiento de la hipercapnia. Los 
primeros estudios clínicos y metaanáli- 
sis indican que, en pacientes con edema 
de pulmón cardiógeno, el tratamiento 
con presión positiva continua en las 
vías respiratorias (CPAP) o ventilación 
con presión positiva interm itente no 
invasiva (VPPIN) ayuda a aliviar los 
síntomas, optimiza las variables fisioló­
gicas, y reduce la necesidad de ventila­
ción invasiva y mortalidad.31 El estudio 
Three Interventions in Cardiogenic 
Pulmonary Oedema (3CPO) incorporó 
a 1.069 pacientes con edema de pulmón 
que fueron asignados aleatoriamente a 
recibir oxigenoterapia estándar, CPAP 
o VPPIN.52 La ventilación no invasiva 
(VNI) con CPAP o VPPIN se asoció con 
mayor mejoría en la disnea referida por
el paciente, frecuencia cardíaca, hipercapnia y acidosis tras 1 h de trata­
miento, aunque no se asociaba con mortalidad más baja a los 7 días ni 
menor necesidad de intubación, comparado con la oxigenoterapia habi­
tual. La CPAP se instaura típicamente con una presión teleespiratoria 
positiva (PEEP) de 5 a 7,5 cmH20 , subiendo hasta 10 en caso necesario 
para aliviar y mejorar la disnea. Las contraindicaciones del uso de VNI 
son necesidad inmediata de intubación endotraqueal (incapacidad de 
proteger las vías respiratorias, hipoxia potencialmente mortal) y ausencia 
de cooperación del paciente (alteración del estado mental, inconsciencia, 
ansiedad, incapacidad de tolerar la mascarilla). Está indicado utilizar 
estas modalidades con cautela en pacientes con shock cardiógeno, insu­
ficiencia delVD y enfermedad obstructiva de las vías respiratorias grave. 
Sus efectos secundarios y complicaciones son ansiedad, claustrofobia, 
sequedad en membranas mucosas, empeoramiento de la insuficiencia
Edema agudo de pulmón/congestión
Diurético de asa 
i.v. en embolada
Hipoxemia Oxígeno
No
Ansiedad/malestar intenso- A Considerar opiáceo i.v.
Medición de la presión 
arterial sistólica
PAS 85-110 mmHg PAS > 110 mmHg
No se añaden tratamientos 
hasta valorar la respuesta
Considerar un vasodilatador (p. ej., 
NTG)
i adecuada 
al tratamiento Continuar con el tratamiento actual
No
Reevaluación del estado clínico del paciente
Sa02 < 90% Diuresis < 20 ml/h
Sí Sí Sí
Suspender el vasodilatador 
Suspender el p-bloqueante si 
hay hipoperfusión 
Considerar inotrópico no 
vasodilatador o vasopresor 
Considerar cateterismo del 
corazón derecho 
Considerar soporte circulatorio 
mecánico
• Oxígeno
»Considerar VNI
• Considerar TET y 
ventilación invasiva
1 Sondaje vesical para confirmar 
1 Aumentar la dosis del diurético o 
usar una combinación de 
diuréticos 
1 Considerar dopamina en dosis 
bajas
1 Considerar cateterismo del 
corazón derecho 
1 Considerar ultrafiltración
F IG U R A 24-7 Algoritmo para el tratamiento de pacientes ingresados con ICA y edema de pulmón/congestión, i.v., 
intravenoso; NTG, nitroglicerina; TET, tubo endotraqueal. (Modificado de McMurray JJ, Adamopoulos S, AnkerSD, etal: ESC 
Guidelines for the diagnosis and treatment of acute and chronic heart failure 2012: The Task Force for the Diagnosis and 
Treatment of Acute and Chronic Heart Failure 2012 of the European Society of Cardiology. Developed in collaboration with 
the Heart Failure Association (HFA) of the ESC. Eur Heart J 33:1787, 2012.)
delVD, hipercapnia, neumotorax y aspiración. En el 4-5% de todos los 
pacientes, aproximadamente, es necesaria la ventilación mecánica con 
intubación endotraqueal.10,53 La morfina puede ser útil en pacientes 
con ansiedad o malestar grave, pero debe emplearse con cautela o evi­
tarse, especialmente en presencia de hipotensión, bradicardia, bloqueo 
auriculoventricular avanzado o retención de C 0 2. El uso de morfina se ha 
asociado con mayor probabilidad de ventilación mecánica, necesidad de 
ingreso en la unidad de cuidados intensivos (UCI), ingreso hospitalario 
prolongado y fallecimiento en algunos análisis retrospectivos.
Los diuréticos de asa por vía intravenosa son los fármacos adminis­
trados con más frecuencia en la ICA; más del 75% de los pacientes los 
reciben en el servicio de urgencias, con una media de 2,2 h desde la 
llegada hasta la primera administración intravenosa según ADHERE.33 
Aunque algunos pacientes con redistribución del volumen en vez
Diagnóstico 
y 
tratam
iento 
de 
la 
insuficiencia 
cardíaca 
aguda
In
su
fi
ci
en
ci
a 
c
a
rd
ía
c
a
de hipervolemia podrían beneficiarse de vasodilatadores exclusiva­
mente, los pacientes sintomáticos con datos objetivos de congestión 
compatibles con hipertensión venosa pulmonar o sistémica o edemas 
deberían recibir urgentemente diuréticos para un alivio rápido de la 
disnea.54 El tratamiento inicial característico consiste en una inyección 
en embolada con una dosis de 1 a 2,5 veces la correspondiente a la 
dosis oral del diurético de asa que esté tomando el paciente en aque­
llos en tratam iento crónico con diuréticos (v. sección «Diuréticos», 
más adelante). En ausencia de hipotensión, los vasodilatadores son 
importantes en el tratamiento inicial de los pacientes con edema de 
pulmón y mala oxigenación. Una estrategia terapéutica de instaura­
ción precoz del tratam iento con nitratos intravenosos en pacientes 
con edema de pulmón cardiógeno grave ha demostrado que reduce 
la necesidad de ventilación m ecánica y la frecuencia de infarto de 
miocardio.55
Tras el tratamiento inmediato del paciente se realiza la evaluación con 
vistas a la asignación posterior, y un punto de decisión crítico es el relativo 
a la decisión de ingresar al paciente. Aunque los pacientes de bajo riesgo 
podrían recibir el alta con un seguimiento exhaustivo, la inmensa mayoría 
de los pacientes que acuden a urgencias con ICA son ingresados.36 Si 
bien menos del 5% de los pacientes con insuficiencia cardíaca se tratan 
inicialmente en unidades de observación del servicio de urgencias, estos 
centros asistenciales especializados podrían ser eficaces para reducir las 
hospitalizaciones, ingresos en U Q y unidades de cuidados críticos (UCC), 
y costes sanitarios relacionados manteniendo la calidad de la asistencia 
al paciente.57 Por lo general, se recomienda el ingreso en pacientes con 
datos de insuficiencia cardíaca descompensada grave, como hipotensión, 
función renal progresivamente peor o alteración del estado mental; disnea 
de reposo asociada a taquipnea o, con menos frecuencia, hipoxemiasignificativa (saturación de oxígeno < 90%); arritmia con consecuencias 
hemodinámicas importantes (la más frecuente, fibrilación auricular con 
respuesta ventricular rápida o de nueva aparición); y síndromes coro­
narios agudos. También hay que considerar el ingreso en pacientes con 
empeoramiento de la congestión, incluso sin disnea, que con frecuencia 
queda reflejado por un aumento de peso significativo (>5 kg), otros signos 
o síntomas de congestión pulmonar o sistémica, insuficiencia cardíaca 
recién diagnosticada, complicaciones del tratamiento de la insuficiencia 
cardíaca (como alteraciones electrolíticas, activaciones frecuentes del 
desfibrilador automático implantable [DAI]) y otras enfermedades con­
comitantes asociadas.58
Presentaciones clínicas específicas
Fibrilación auricular con respuesta ventricular rápida. La fibrilación 
auricular (v. capítulo 38) con respuesta ventricular rápida es la taquia- 
rritmia que con más frecuencia requiere tratamiento en pacientes con 
ICA. Puede resultar difícil determinar con certeza si la fibrilación auricular 
fue el desencadenante de la ICA o bien la insuficiencia cardíaca progresiva 
condujo a la fibrilación auricular. Aunque la respuesta ventricular suele 
disminuir en paralelo a la mejora de la disnea y el consiguiente descenso 
del impulso simpático, a veces son necesarios otros tratamientos. Por lo 
general, la cardioversión inmediata no está indicada, excepto en pacientes 
inestables, ya que la cardioversión cuando el paciente sigue presentan­
do una descompensación importante se asocia con una tasa elevada de 
recidiva de la fibrilación auricular.12 En pacientes con disfunción sistólica, 
puede emplearse digoxina intravenosa (en ausencia de vías accesorias), 
p-bloqueantes con cautela o amiodarona. Hay que evitar el diltiacem y 
otros fármacos que suprimen la función ventricular en pacientes con dis­
función sistólica significativa, aunque pueden ser eficaces en aquellos 
con función conservada.
Insuficiencia cardíaca del ventrículo derecho. La causa más frecuente 
de insuficiencia cardíaca del VD en la ICA es la insuficiencia derecha. La 
insuficiencia cardíaca aislada del VD es relativamente infrecuente y, por 
lo general, se debe a infarto agudo del VD, embolia de pulmón aguda o 
hipertensión pulmonar grave. El mejor tratamiento para la insuficiencia 
cardíaca aislada del VD secundaria a infarto agudo del VD es la reperfusión 
precoz, mientras que la embolia pulmonar con relevancia hemodinámica se 
trata con trombolíticos. En ocasiones también es necesaria la estabilización 
hemodinámica mediante optimización de las presiones venosas centrales 
con una carga de líquidos cuidadosamente vigilada (objetivo de presión 
venosa central [PVC] de 10-12 mmHg aproximadamente) y el aumento 
de la función sistólica del VD con soporte inotrópico intravenoso bajo 
guía hemodinámica invasiva.59 La vasodilatación selectiva de la arteria 
pulmonar con compuestos inhalados (óxido nítrico, análogos de prostaci- 
clinas) o intravenosos (análogos de prostacidinas, sildenafilo) podría mejorar 
la función del VD, al reducir la poscarga. Si el paciente está recibiendo 
ventilación mecánica, los objetivos deberían ser alcanzar una oxigenación 
494 normal con hipocapnia usando un volumen corriente moderado (cerca de
8 ml/kg) y la PEEP más baja posible (<12 cmH20) para mantener presiones 
de meseta moderadas.
Síndromes coronarios agudos. El síndrome coronario agudo (SCA) 
(v. capítulos 51 y 52) puede ser el desencadenante subyacente en 
pacientes que se presentan con ICA, pero, como señalamos previamente, 
el diagnóstico se ve empañado por la elevada prevalencia de troponinas 
altas asociada a la propia ICA. Estos pacientes pueden presentar moles­
tias torácicas, cambios electrocardiográficos compatibles con isquemia 
y aumento de la troponina sérica. Hay que instaurar rápidamente un 
tratamiento intensivo del SCA (v. capítulo 52). En ausencia de shock 
cardiógeno, deben evitarse los inodilatadores en pacientes con SCA y en 
aquellos con enfermedad coronaria significativa asintomática, porque 
ciertos datos experimentales han mostrado que pueden causar necrosis 
en el miocardio isquémico o en hibernación.
Shock cardiógeno. El shock cardiógeno (v. capítulo 52) está carac­
terizado por hipotensión notable (PAS < 80 mmHg) de más de 30 min de 
duración, asociada a disminución grave del índice cardíaco (habitualmente 
<1,8 l/min/m2) a pesar de una presión de llenado del VI adecuada (PECP > 
18 mmHg), resultando en hipoperfusión de órganos. El shock cardiógeno 
es una presentación infrecuente de la ICA, descrito en menos del 4 % 
de los pacientes del EHFS II,10 y la mayoría de estos tenía un infarto de 
miocardio. Las complicaciones mecánicas del infarto agudo de miocardio 
(IAM), como insuficiencia mitral, rotura cardíaca con defectos del tabique 
ventricular o taponamiento, e infarto aislado del VD también pueden ser 
causas. Estos pacientes pueden precisar inótropos o incluso vasocons­
trictores intravenosos, con soporte circulatorio mecánico, por ejemplo 
mediante bomba de balón intraaórtico (IABP) o dispositivo de asistencia 
del VI (DAVI) para casos críticos refractarios, como transición al tras­
plante cardíaco o a otras intervenciones mecánicas. Además de estos 
tratamientos, habitualmente están indicados la inserción de un catéter 
en la arteria pulmonar, la evaluación ecocardiográfica y el cateterismo 
cardíaco urgente.
Fase II: ingreso
Los objetivos del tratamiento en el paciente con ICA durante la fase 
de ingreso son com pletar los procesos diagnósticos y terapéuticos 
agudos instaurados en el momento de la presentación inicial, opti­
mizar el perfil hem odinám ico y estado de volumen del paciente y 
controlar los síntomas clínicos, y comenzar o bien optimizar el tra­
tamiento de la IC crónica. Lo ideal es que estos objetivos se alcancen 
de un modo tal que se minimice la necesidad de cuidados intensivos 
y la duración total del ingreso. Es esencial el seguimiento diario del 
peso, el balance de líquidos y las constantes vitales, presión arterial 
ortostática incluida, así como la evaluación diaria de los síntomas y 
signos. El seguimiento de laboratorio debe incluir análisis diarios de 
electrólitos y función renal. Las evaluaciones diagnósticas necesarias 
son ecocardiograma, a no ser que se haya realizado recientemente, 
y valoración de isquemia miocárdica de estar indicada clínicamente. 
La restricción dietética de sodio (hasta 2 g/día) y de líquidos (máximo
2 1/día) pueden resultar útiles para la congestión. El mayor riesgo 
de tromboembolia venosa en la insuficiencia cardíaca aumenta por 
la movilidad reducida de los pacientes ingresados con ICA, y está 
indicada la profilaxis de la tromboembolia venosa a no ser que existan 
contraindicaciones claras.
La mayoría de los medicamentos usados previamente debería mante­
nerse durante el ingreso, aunque, en pacientes con empeoramiento de 
la función renal, a menudo se retiran los inhibidores de la ECA y anta­
gonistas de receptores de mineralocorticoides. Los pacientes ingresados 
en tratamiento con p-bloqueantes tuvieron una tasa menor de arritmias 
ventriculares, ingresos más cortos y menor mortalidad a los 6 meses que 
los que no tomaban estos fármacos, y en aquellos que continuaron con 
este tratamiento se documentó un uso ambulatorio de (3 -bloqueantes 
significativamente mayor, y tasas más bajas de reingreso y muerte en los 
6 meses posteriores al alta, incluso una vez realizados los ajustes según 
posibles variables de confusión.60,61 Por tanto, los pacientes deberían 
continuar con los p-bloqueantes durante el ingreso por ICA, a no ser 
que presenten hipotensión importante o shock cardiógeno. En ausencia 
de contraindicaciones, durante el ingreso también hay que mantener 
el tratamiento con inhibidores de la ECA, antagonistas de receptores 
de la angiotensina y de mineralocorticoides, y dinitrato de isosorbida/ 
hidralacina. La identificación de otros objetivos no abordados (p.

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