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Medida y mejora de la calidad de la asistencia: relevancia para la práctica clínica cardiovascular Frederick A. Masoudi y John S. Rumsfeld Definición de calidad Medición de la calidad de la asistencia Conclusiones, 47 de la asistencia, 43 y usos de las medidas de calidad, 44 Bibliografía, 47 Aunque la calidad de la asistencia sanitaria es importante para todos los implicados, la perspectiva básica de este capítulo es la correspondiente a los clínicos cardiovasculares. Nuestros objetivos son ayudar a estos profesionales a comprender la definición e importancia de la calidad de la asistencia, y la relevancia de la medida y mejora de esta en la práctica cardiovascular actual. Nos centraremos en la medición de la calidad de la asistencia sanitaria y los usos de las medidas de calidad, así como en mejorar la calidad de la asistencia, con ejemplos de estrategias de mejora de la calidad (MC). DEFINICIÓN DE CALIDAD DE LA ASISTENCIA La calidad de la asistencia se define, por lo general, como el grado en que la asistencia sanitaria realizada optimiza las evoluciones o los «resultados finales» de la asistencia. En EE. UU., el Institute of Medicine (IOM) ha definido más específicamente la calidad de la asistencia como «el grado en que los sistemas de asistencia sanitaria, servicios y suministros para personas y poblaciones aumentan la probabilidad de los resultados de salud deseados de un modo compatible con el conocimiento profesional actual».1 Los resultados principales de la asistencia son supervivencia, estado de salud del paciente (es decir, carga de síntomas, estado funcional y calidad de vida asociada a la salud), morbilidad (p. ej., ingreso por infarto agudo de miocardio [IAM] o insuficiencia cardíaca), experiencia del paciente (p. ej., satisfacción) y rentabilidad. El IOM ha propuesto, además, seis dominios de calidad (tabla 5-1), especificando que la asistencia sanitaria de alta calidad es eficaz, segura, equitativa, oportuna, eficiente y centrada en el paciente. Por tanto, la calidad de la asistencia puede conceptualizarse como el grado en que se optimizan estos dominios para mejorar los resultados de la asistencia. Concordantemente, las medidas de calidad deberían centrarse al menos en uno de esos seis dominios de calidad o bien medir directamente los resultados de la asistencia. La MC es la acción realizada para mejorar uno o más de esos seis dominios con el fin de mejorar los resultados de salud. Desafortunadamente, a pesar de los inmensos avances terapéuticos de los últimos 50 años, son patentes ciertas carencias bien conocidas de la asistencia sanitaria, ya que persisten resultados y calidad subóptimos. El gasto sanitario de EE. UU. supera al de todos los demás países, pero su asistencia sanitaria no logra índices proporcionalmente elevados en la mayoría de las medidas de calidad de la asistencia o resultados de salud.2 Es bien conocida la notable variación geográfica en el uso y gasto per capita de la asistencia sanitaria, y no hay una correlación constante entre gasto y resultados. Por ejemplo, la variación significativa en el uso de pruebas y técnicas cardiovasculares inexplicada por el tipo de pacientes no se traduce claramente en mejores resultados para estos.3 Múltiples estudios han documentado la infrautilización de las indi caciones de directrices, variación inexplicada en la asistencia prestada, y resultados que podrían reflejar una sobreutilización o calidad incons tante de la asistencia realizada, y la utilización incorrecta, incluidos errores médicos y complicaciones evitables: todos ellos contribuyen a que los resultados no sean óptimos. Los desequilibrios en la calidad pueden resul tar de deficiencias en cualquiera de los dominios de calidad del IOM (v. tabla 5-1). Por ejemplo, es posible que no se apliquen tratamientos eficaces a pacientes candidatos a ellos (p. ej., tratamiento con estatinas a un paciente con IAM reciente).Tal vez los profesionales y sistemas sanita rios no logren minimizar la exposición de pacientes a riesgos innecesarios (p. ej., prescripción de fármacos con un alto riesgo de interacciones far macológicas adversas). Los clínicos prescriben en ocasiones tratamientos © 2016. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos subóptimos o ineficaces (p. ej., inserción habitual de un cardioversor- desfibrilador implantable en pacientes con disfunción sistólica leve del ventrículo izquierdo) o recomiendan el uso de intervenciones necesitadas de múltiples recursos para obtener un beneficio minúsculo (p. ej., empleo habitual de la bomba de balón intraaórtica en intervenciones coronarias percutáneas de alto riesgo). La asistencia puede demorarse excesivamente o resultar diferente según la edad, sexo, raza/etnia o cobertura sanitaria del paciente. A veces, los pacientes no son implicados en su asistencia con el fin de centrarse principalmente en los resultados de salud más importantes (p. ej., calidad, además de cantidad, de vida). Las deficiencias en cualquiera de estas áreas contribuyen a las variaciones observadas en la calidad de la asistencia y los resultados de pacientes. Estas carencias, junto con los costes sanitarios crecientes, han suscitado el interés por la reforma sanitaria, en la que la medida y comunicación de la calidad de la asistencia son esenciales para la práctica clínica. RELEVANCIA DE LA CALIDAD DE LA ASISTENCIA EN LA PRÁCTICA CARDIOVASCULAR Con demasiada frecuencia, los clínicos cardiovasculares perciben la calidad de la asistencia básicamente como indicadora de una documentación más minuciosa en el historial médico o satisfacción de las medidas de calidad para cumplir los requisitos del pagador o de otros. Esta estrechez de miras se ve reforzada en el entorno sanitario actual, donde la medida y comunicación de la calidad a menudo se sitúan en un contexto «regulador» y con frecuencia son ejecutadas fuera de las interacciones entre clínicos y pacientes y la toma de decisiones clínicas. En realidad, la interacción entre clínicos y pacientes es clave para una asistencia de calidad, en consonancia con el impacto de las decisiones clínicas (p. ej., tratamientos prescritos o intervenciones realizadas) sobre los resultados del paciente. Así pues, los clínicos vasculares deberían ser piezas centrales de la medición de la calidad y modificación de los sistemas sanitarios para optimizar la calidad y los resultados de pacientes. Sin duda, hay múltiples razones por las que los profesionales cardiovas culares deberían participar en la medida y mejora de la calidad de la asis tencia. En primer lugar, la calidad de la asistencia refleja el grado en el que los clínicos practican la medicina basada en la evidencia. Inherente a esta es la consideración de los mejores indicios científicos existentes, y los factores y preferencias del paciente concreto. En una situación óptima, el paciente informado, que conoce su estado de salud y los posibles riesgos y beneficios de las intervenciones sanitarias, desde la prevención hasta el tratamiento agudo y crónico de la enfermedad, interacciona con los clínicos que siguen los principios de la medicina basada en la evidencia. Segundo, la calidad de la asistencia cada vez se liga más al mantenimiento de certificaciones y licencias, especialmente en lo que respecta a la implica ción en la mejora de la práctica. La educación médica está evolucionando a un modelo de aprendizaje de por vida, en el que los principios de la calidad de la asistencia se integran con el conocimiento clínico y la toma de decisiones. Es inherente a este nuevo marco conceptual que los clínicos cardiovasculares tendrán que contar con la capacidad de medida y mejora de la calidad de la asistencia además de los conocimientos médicos. En tercer lugar, la calidad de la asistencia se sitúa en el centro de la mejora del sistema sanitario. Los resultados de las decisiones sobre la salud tomadas por pacientes y clínicos cardiovasculares dependendel entorno (incluidas características de la comunidad y el sistema sanitario) en el que se toman esas decisiones. Desde la perspectiva del clínico cardiovascular, la calidad de la asistencia no solo incluye sus acciones, sino también el acceso, participación y conductas del paciente; contexto y métodos de la prestación de asistencia sanitaria; y múltiples aspectos del sistema de salud, desde soporte de tecnologías de la información y personal auxiliar hasta políticas e incentivos. En último término, aunque el conocimiento y la habilidad clínicos son esenciales para una asistencia de alta calidad, no son suficientes; un C o n si d er a c io n es g en er a le s de la s en fe r m ed a d es c a r d io v a sc u la r es TABLA 5-1 Dominios de asistencia sanitaria de la máxima calidad del Institute of Medicine DOMINIO DE CALIDAD DEFINICIÓN RESUMIDA Eficaz Proporciona servicios basados en el conocimiento científico a todos aquellos que podrían beneficiarse, y se abstiene de hacerlo a aquellos que probablemente no se beneficiarán (evita la infrautilización y la sobreutilización, respectivamente) Segura Evita daños a los pacientes debidos a asistencias destinadas a ayudarles Igualitaria La asistencia prestada no varía según características personales tales como sexo, etnia, localización geográfica y estatus socioeconómico Oportuna Reduce las esperas y, en ocasiones, las demoras nocivas para los receptores de la asistencia y aquellos que la prestan Eficiente Evita la ineficiencia, incluidos despilfarro de recursos y tiempo del paciente, así como derroche de equipamientos, suministros, ideas y energía Centrada en el paciente Presta una asistencia que respeta y responde a las preferencias, necesidades y valores de cada paciente, y asegura que los valores del paciente guían todas las decisiones clínicas; este tipo de asistencia atiende las necesidades físicas y emocionales del paciente, manteniendo o mejorando su calidad de vida, y le da la oportunidad de tener el control en la toma de decisiones Tomado de Institute of Medicine, Committee on Quality Health Care in America: Cros sing the Quality Chasm: A New Health System for the 21st Century. Washington, DC, National Academies Press, 2001. TABLA 5-2 Grupos de medidas de rendimiento actuales del American College of Cardiology/American Heart Association (ACC/AHA) A r e a AÑO DE PUBLICACIÓN (ACTUALIZACIÓN) ORGANIZACIONES Insuficiencia cardíaca 2005 (2011) ACC/AHA (pacientes ingresados) ACC/AHA/AMA-PCPI (pacientes ambulatorios) Enfermedad arterial coronaria crónica estable 2005 (2011) ACC/AHA/AMA-PCPI Hipertensión 2005 (2011) ACC/AHA/AMA-PCPI Infarto de miocardio con y sin elevación del segmento ST 2006 (2008) ACC/AHA Rehabilitación cardíaca 2007 (2010) AACVPR/ACC/AHA Fibrilación auricular 2008 ACC/AHA/AMA-PCPI Prevención primaria de ECV 2009 AHA/ACCF Enfermedad arterial periférica 2010 AC C F/AH A/AC R/SC AI/SI R/ SVM/SVN/SVS Intervención coronaria percutánea 2013 ACCF/AHA/SCAI/ AMA-PCPI/NCQA Pruebas de imagen cardíacas 2014 (est.) AC C F/AH A/AC R/ AMA-PCPI/NCQA AACVPR, American Association of Cardiovascular and Pulmonary Rehabilitation; ACCF, American College of Cardiology Foundation; ACR, American College of Radiology; AMA-PCPI, American Medical Association-Physician Consortium for Performance Improvement; ECV, enfermedades cardiovasculares; NCQA, National Committee for Quality Assurance; SCAI, Society of Cardiovascular Angiography and Interventions; SIR, Society of Interventional Radiology; SVM, Society of Vascular Medicine; SVN, Society of Vascular Nursing; SVS, Society of Vascular Surgeons. impulsor fundamental de la asistencia sanitaria de alta calidad y MC es el sistema prestador de la asistencia. Por último, la calidad de la asistencia proporciona un medio de res ponsabilidad profesional. En el entorno sanitario actual, los reembolsos basados en el rendimiento y la divulgación pública de las medidas de calidad son cada vez más frecuentes. Los modelos cambiantes de prestación de asistencia sanitaria y reembolsos que se están aplicando en EE. UU., como organizaciones de asistencia responsable y sistemas integrados, destacan invariablemente el resultado en medidas de calidad que reflejen uno o más de los dominios de calidad del IOM (v. tabla 5-1) y la medición directa de resultados de pacientes. Las medidas de valor de la asistencia sanitaria (resultados como función de los costes asistenciales) cada vez se usan más para caracterizar la práctica cardiovascular, incluida la relación con incentivos o desincentivos, o ambos. Por todo lo anterior, los clínicos cardiovasculares deberían estar muy interesados en participar en iniciativas sólidas y clínicamente relevantes destinadas a la medida y mejora de la calidad de la asistencia, diseño de la prestación sanitaria y programas de pagos. Además, el concepto de pro- fesionalidad incluye no solo los conocimientos clínicos, sino también la excelencia en la prestación de la asistencia y la responsabilidad por esa asistencia. La calidad de la asistencia, a través de medidas y mejoras de los dominios del IOM y resultados de pacientes, está ligada directamente a la prestación de asistencia y responsabilidad. Del mismo modo, la calidad de la asistencia es una pieza central de la profesionalidad en la medicina cardiovascular. MEDICIÓN DE LA CALIDAD DE LA ASISTENCIA Y USOS DE LAS MEDIDAS DE CALIDAD Esta sección se ocupa de los tipos de medidas de calidad, usos de medidas, fuentes de datos empleadas habitualmente en la medición de la calidad y posibles limitaciones de las medidas de calidad, incluido el potencial de consecuencias no previstas. Tipos de m edidas de calidad El tratado pionero de Donabedian, publicado hace más de 50 años, esbozó un marco de trabajo conceptual para medir la calidad de la asistencia sanitaria que se mantiene hasta la actualidad: caracterizar la calidad según 44 la estructura, el proceso y resultado.4 Aunque la medición se ha extendido más allá de estos tres dominios, todos ellos siguen siendo esenciales para comprender la calidad de la asistencia sanitaria. El American College of Cardiology/American Heart Association (ACC/AHA) ha descrito con detalle los principios metodológicos del desarrollo de varios tipos de medidas.5'8 Las medidas estructurales son atributos específicos del sistema asis- tencial usados como sustitutos de la asistencia prestada. Ejemplos son el volumen de intervenciones y el estado de acreditación. Por lo general, esas medidas son tan solo sustitutos débiles, y con frecuencia se consideran inadecuadas ante la presencia de parámetros de calidad más sólidos.9,10 Las medidas de proceso reflejan las acciones de profesionales, como prescripción de un medicamento, y son uno de los parámetros de calidad más usados. Por ejemplo, los Centers for Medicare & Medicaid Services (CMS) han incorporado los procesos de asistencia a IAM e insuficiencia cardíaca aguda en su sistema de comunicación de calidad Hospital Com pare desde 1995;11 el ACC/AHA ha desarrollado varios grupos de medidas de proceso para intervenciones y enfermedades cardiovasculares concretas (tabla 5-2). Operativamente, las medidas de proceso suelen escogerse de los procesos asistenciales con un respaldo sólido en las directrices de práctica (p. ej., recomendaciones de clase I en la taxonomía de recomenda ción de directrices del ACC/AHA). No todas las recomendaciones sólidas de directrices son apropiadas para adoptarlas como medidas de calidad, sin embargo; esas medidas deben poseer características adicionales que respalden su uso en la medida de calidad (tabla 5-3). Las medidas de proceso tienen una validez aparente sustancial, porque se centran en tratamientos y estrategias que han sido establecidos en estudios clínicos y son sencillos de interpretar. No obstante, por lo general requieren datos clínicos, precisando así recursos para la abstracciónde datos. Los clínicos están de acuerdo con la exclusión de pacientes indivi duales de un denominador de medidas de proceso por contraindicaciones del tratamiento, pero resulta controvertido. Esas exclusiones aumentan el trabajo de recogida de datos, pero potencian la validez clínica de esas medidas. Además, no siempre hay una asociación demostrada entre mayor puntuación de las medidas de proceso y mejores resultados de pacientes.12 Por último, las medidas de proceso podrían «tocar techo», de modo que las puntuaciones son siempre elevadas y las medidas pierden la capacidad El se vi er . F ot oc op ia r sin au to riz ac ió n es un de lit o. T ABLA 5-3 Características de las medidas de proceso, resultado y valor en la asistencia sanitaria TIPO DE MEDIDA CARACTERÍSTICAS Proceso5 Basada en la evidencia Interpretable Ejecutable Numerador y denominador explícitos Válida Fiable Factible Resultados6 Definición explícita clara de la muestra apropiada de usuarios Variables clínicamente constantes para el ajuste del riesgo Datos de suficiente calidad y oportunos Tiempo determinado de constatación de covariables y resultados Período estandarizado de evaluación de resultados Análisis que incorpora la organización en multinivel de los datos Divulgación de los métodos empleados Valor/eficiencia7 Integración de calidad y coste Medida y análisis de los costes válidos Ningún incentivo o mínimo a la prestación de asistencia de mala calidad Atribución correcta de la medida de discriminar correctamente las instituciones, como ha sucedido con muchas de las medidas de proceso de IAM e insuficiencia cardíaca aguda comunicadas al público.13 A la vista de las limitaciones de las medidas estructurales y de proceso, se ha hecho más hincapié en las medidas de resultados. Las medidas de resultados apropiadas tienen varias características (v. tabla 5-3); quizás la más importante sea el ajuste del riesgo.6 El ajuste según el riesgo, o «tipo de pacientes», es capaz de abordar el problema de que las diferencias en los resultados reflejen diferencias en las poblaciones de pacientes atendi dos. Un ajuste del riesgo sólido requiere métodos estadísticos avanzados y, por lo general, está limitado por la disponibilidad de variables de datos precisas (p. ej., características de pacientes) para ser incluidas en los modelos de riesgo. Las medidas de resultados son atractivas, porque están centradas en el paciente, pueden aplicarse a todos ellos (a diferencia de las medidas de proceso, que solo se aplican a un «denominador» finito de pacientes) y reflejan las acciones del sistema sanitario.14 No obstante, los métodos de ajuste del riesgo deben ser válidos, y algunos resultados muy importantes para los pacientes, como el estado de salud, ya no se miden sistemáticamente en grandes poblaciones en el momento actual. Además, a diferencia de las medidas de proceso, las medidas de resultados no clarifican explícitamente los objetivos de MC. Las medidas de valor, definidas a grandes rasgos como calidad pres tada en función del coste, han aparecido en la agenda de medición de la calidad.15 Hay que destacar que el coste por sí mismo no es sinónimo de valor; la forma más sencilla de minimizar los costes es no prestar asistencia, mientras que el valor incorpora explícitamente la calidad. Se han caracterizado los atributos de las medidas de valor (v. tabla 5-3);7 el desarrollo de medidas de valor sólidas implica las dificultades inherentes a medir la calidad, así como las asociadas a la medición de los costes. En respuesta a los gastos crecientes y las dudas sobre si la variación en la prestación asistencia! podría reflejar en parte una sobreutilización, el ACC, junto con sociedades colaboradoras, ha desarrollado los criterios de uso apropiado (CUA). Estos criterios puntúan varias modalidades diagnósticas y terapéuticas de medicina cardiovascular respecto a si son apropiadas en distintas situaciones clínicas frecuentes.16 Como los CIJA se basan en situaciones clínicas que quizás no reflejen exactamente el estado de un paciente concreto, y puesto que los criterios derivan del consenso entre expertos, su función en la medida y comunicación de la calidad está evolucionando. Las medidas compuestas, que agregan formalmente múltiples aspectos de la calidad, resultan atractivas por los distintos procesos, estructuras y resultados que pueden medirse para un trastorno o intervención parti cular.17 El desarrollo de medidas compuestas es complejo, y debería estar © guiado por una metodología explícita.18 Estas medidas tienen la ventaja de que combinan varios dominios de calidad, pero pueden empañar el impacto de las medidas individuales y reducir el conocimiento referente a dónde se necesitan acciones de mejora. Fuentes de datos Por lo general, las medidas son más útiles cuando se comparan con un estándar externo (p. ej., un «punto de referencia» de prácticas similares o la media nacional). Aunque los datos de un único centro en ocasiones resultan útiles para la valoración y mejora de la calidad local, los datos empleados para caracterizar la calidad alcanzan su máxima utilidad cuando se los compara respecto a pacientes, profesionales y contextos. Las fuentes que cumplen estos criterios a menudo se dividen en datos «de reclamaciones» (también llamados «administrativos») y clínicos; cada uno de ellos tiene sus puntos fuertes y débiles. En último término, una medida de calidad no será más sólida que la calidad de los datos en los que se basa. Las aseguradoras mantienen bases de datos de reclamaciones como forma de identificar y pagar los sen/icios sanitarios prestados a sus asegurados. Los datos de reclamaciones tienen varias ventajas. En primer lugar, suelen incluir grandes números de pacientes, aunque esto depende de la aseguradora en cuestión. Segundo, como estos datos ya están recogidos con otros fines, el incremento del coste para usarlos con este propósito es menor. Por último, utilizan un estándar constante (p. ej., códigos de la Clasificación Internacional de las Enfermedades [CIE]-9> en cada reclamación. No obstante, varios factores limitan significativamente la utilidad de los datos de reclamaciones. Como su objetivo primario es facilitar el pago, tienen una capacidad reducida para ¡lustrar inferencias clínicas. Por ejemplo, los datos de reclamaciones tienen limitaciones para medir la gravedad de una enfermedad, indicaciones y resultados de intervenciones, y distinción entre trastornos concomitantes y complicaciones. Además, es posible que los códigos diagnósticos sean diferentes de los diagnósticos clínicos esta blecidos por los profesionales.19 Estos datos son, asimismo, específicos de la población asegurada por la entidad que crea la base de datos. Por último, los datos de reclamaciones requieren un tiempo sustancial antes de ser lo suficientemente completos como para utilizarlos. Así pues, las medidas basadas en ellos tendrán una demora respecto a la práctica exis tente. La utilidad de estos datos como componente de la medida de calidad depende sobremanera del uso específico. En algunos casos, los datos de reclamaciones y clínicos resultan igual de útiles para los ajustes según el tipo de pacientes a nivel hospitalario o institucional en las enfermedades cardiovasculares.20 Sin embargo, cuando se usan para el ajuste del riesgo de resultados a nivel de paciente, los datos clínicos calibran y discriminan más, por lo general, que los de reclamaciones.21 Los datos clínicos son atractivos como base de las medidas de calidad por varios motivos. La ventaja primaria de estos datos es su especificidad res pecto a los detalles clínicos, como gravedad de la enfermedad, trastornos concomitantes, e indicaciones y resultados de intervenciones. Por ejemplo, la identificación de contraindicaciones de uso de un fármaco concreto en una medida de calidad probablemente será incompleta si se usan los datos de reclamaciones, mientrasque los datos clínicos tienen más probabilidades de incluir la información relevante. También conocemos limitaciones de los datos clínicos. Habitualmente son más caros y difíciles de obtener en grandes poblaciones, comparados con los datos de reclamaciones. Aparte de los programas de registro clínico nacionales (descritos más adelante), hay pocas fuentes de datos clínicos que utilicen estándares constantes y adecuados en su alcance y capacidad para caracterizar la calidad a gran escala. Los datos de historiales clínicos, incluida la historia clínica electrónica (HCE), carecen típicamente de definiciones estandarizadas y es posible que no incluyan los elementos específicos necesarios para componer una medida de calidad. Los programas nacionales de registro clínico son actualmente los datos clínicos más usados para medir la calidad. En EE. UU., el programa National Cardiovascular Data Registry del ACC y organizaciones colaboradoras (www.ncdr.com), el Get With the Guidelines de la AHA (www.heart.org) y la base de datos nacional de la Society of Thoracic Surgeons (STS) (www. sts.org) son los programas de registro cardiovasculares más implementa- dos. Proporcionan medidas de calidad respecto a los puntos de referencia nacionales utilizando datos clínicos detallados y estandarizados, y pueden ser el soporte de iniciativas de MC.22 En algunos casos, los datos clínicos y de reclamaciones se usan con juntamente para medir la calidad. Esta estrategia se emplea, a menudo, con el fin de aprovechar los datos clínicos detallados de un programa de registro referentes a un episodio de asistencia específico (p. ej., intervención coronaria percutánea o ingreso por insuficiencia cardíaca) y la evaluación de episodios posteriores mediante los datos de reclamaciones (p. ej., muerte o reingreso). Estas fuentes de datos híbridas, aunque comparten las ventajas y desventajas de sus componentes, permiten la evaluación de resultados longitudinales con una base clínica sólida. El despliegue creciente de HCE en EE. UU. crea oportunidades y retos para la medición de la calidad. Los HCE tienen potencial como fuente de grandes cantidades de datos clínicos, pero no son la panacea de la forma de medir la calidad. Los HCE no son superiores a sus homólogos en papel 45 M edida y m ejora de la calidad de la asistencia: relevancia para la práctica clínica cardiovascular http://www.ncdr.com http://www.heart.org C o n si d er a c io n es g en er a le s de la s en fe r m ed a d es c a r d io v a sc u la r es respecto a la estructura de datos y definiciones, ni en asegurar que se recogen datos concretos, a menos que se modifiquen específicamente con este fin. Además, los sistemas de HCE no siempre son compatibles entre instituciones, limitando hasta qué punto pueden utilizarse en la evaluación multiinstitucional de la calidad sin más iniciativas. La experiencia indica que los HCE deben evolucionar notablemente hasta alcanzar su potencial total como fuente de datos sólidos y fiables para la medición de la calidad.23 Usos de las m edidas de calidad Las medidas de calidad tienen varios fines, pero, a grandes rasgos, pueden considerarse como soporte de la MC (v. «Mejora de la calidad de la asis tencia», más adelante) o de la responsabilidad de asistencia (p. ej., comu nicaciones públicas).24 Es importante diferenciar estos dos usos: aunque muchas medidas pueden ser apropiadas para los fines de autoevaluación, comparación con el punto de referencia y soporte de MC, las medidas que se usarán para la responsabilidad deben sostenerse ante el escrutinio de aquellos a los que miden y los usuarios previstos de esas medidas.25 El uso de medidas para la responsabilidad requiere una mayor validez, fiabilidad y reproductibilidad de las mismas, incluida la calidad de los datos subyacentes, así como la atribución de las medidas.26 El ACC/AHA y otros desarrolladores de medidas aplican estándares y nomenclatura específicos con el fin de identificar esas medidas apropiadas para esta blecer la responsabilidad (p. ej., las designadas «medidas de rendimiento») o aquellas destinadas a iniciativas de MC (denominadas «parámetros de calidad» o «parámetros de prueba»).25 En EE. UU., la mayoría de las medidas destinadas a responsabilidad son revisadas y avaladas por el National Quality Forum (www.nqf.org). Las dos últimas décadas han sido testigo de la evolución de los pro gramas que emplean medidas de calidad para los fines de responsabilidad. Estas incluyen la comunicación pública de medidas de calidad (p. ej., Hospital Compare de CMS); «pago por comunicación», en el que la parti cipación en las iniciativas de comunicación (no los resultados específicos) conlleva incentivos económicos; y «pago por rendimiento», por el que el reembolso está ligado a características específicas de los resultados (p. ej., el programa Value-Based Purchasing del CMS). Las organizaciones pro fesionales también están liderando las iniciativas de divulgación pública basada en datos de registros clínicos, como el programa de comunicación pública voluntaria del STS para la cirugía cardiovascular.2' Aparentemente, los programas de responsabilidad tienen como fin mejorar la calidad introduciendo incentivos significativos a un mejor rendimiento. Las revisiones sistemáticas de la bibliografía disponible indican que, aunque la comunicación pública estimula las iniciativas de mejora de la calidad,28 no hay indicios constantes de que resulte en una calidad mejor ni que afecte a las decisiones de los usuarios de los servicios sanitarios.29,30 Los resultados heterogéneos de los programas de responsabilidad probablemente reflejen la variabilidad de estos progra mas respecto a las variables medidas, contextos de aplicación y estructura de los incentivos. Problemas de las m edidas de calidad: consecuencias im previstas Los intentos de medir y mejorar la calidad pueden resultar en consecuen cias imprevistas. Por ejemplo, poner el acento en un proceso asistencia! resta, en ocasiones, la atención dedicada a los demás; los incentivos para aumentar las tasas de tratamiento resultan en sobretratamiento algunas veces; o las amenazas de sanciones a los profesionales por resultados adversos de intervenciones o métodos inadecuados de ajuste del riesgo podrían resultar en sesgos contrarios a la realización de esa intervención en pacientes de alto riesgo.31,32 Estos programas respaldan la importancia de vigilar posibles consecuencias imprevistas como parte de las iniciativas y programas de mejora del rendimiento. Hasta la fecha, no obstante, las iniciativas de MC y responsabilidad no han sido evaluadas, por lo general, con el rigor y grado de otras intervenciones médicas.33 La responsabilidad también podría incentivar el «jugar» con el sistema de medida, lo que mina su credibilidad respecto a MC importantes y aumenta la importancia de los programas rigurosos de calidad/auditoría de los datos. Mejora de la ca lidad de la asistencia El motivo principal para medir la calidad de la asistencia debería ser conformar una mejora importante en la asistencia sanitaria prestada. Como se mencionó, la MC, a menudo denominada también mejora del rendimiento, es el conjunto de acciones emprendidas para mejorar uno 46 o más de los seis dominios de calidad del IOM (v. tabla 5-1) con el fin de mejorar los resultados de salud. Distintos estudios han ayudado a bos quejar los componentes clave de las iniciativas de MC eficaces, aunque se ha descubierto que varias actividades bien conocidas por los clínicos cardiovasculares son, en gran medida, ineficaces. No suele resultar útil pedir a los clínicos que «hagan más» o que «lo hagan mejor» respecto a seguir las directrices o documentar la asistencia. Quizás resulte sorprendente, pero la formación médica continuada clásica y conferencias didácticas, la gestión de utilización y la disponibilidad de directrices de prácticaclínica también son ineficaces para lograr una MC.34 Por otra parte, la existencia de medidas de calidad con puntos de referencia (también denominadas «auditoría y retroalimentadón») puede tener éxito, especialmente cuando se ligan a la mejora del sistema de asistencia sanitaria. La MC eficaz implica identificar rendimientos subóptimos en uno o más aspectos de la calidad de la asistencia, y a continuación emparejar las actividades de MC con la mejora eficaz del rendimiento. Los datos con puntos de referencia son esenciales para elegir objetivos significativos de mejora (fig. 5-1). Una vez seleccionados los objetivos de MC, un aspecto destacado primordial en las actividades de MC deberían ser los cambios del sistema destinados a respaldar una prestación de mayor calidad. Ejem plos son el uso de la HCE para informatizar las órdenes de tratamiento con el fin de evitar errores de prescripción y recibir alertas automáticas sobre interacciones farmacológicas, el desarrollo y cumplimiento de órdenes estandarizadas y vías asistenciales (p. ej., para pacientes con IAM), la aplicación de abordajes de equipos multidisciplinares, la promoción de la coordinación asistencia!, e involucrar eficazmente al paciente en la toma de decisiones. La MC alcanza su máxima eficacia como «deporte de equipo»; no debería centrarse en un clínico individual, sino en equipos multidis ciplinares. Además, la MC debería dar respuesta a fallos específicos del rendimiento a lo largo del tiempo, aspirando a mejorar continuamente el sistema de prestación asistencial. Las iniciativas de MC tienen que evaluarse de forma repetitiva, para valorar el progreso en la mejora del rendimiento y vigilar posibles consecuencias imprevistas. La medición del impacto de la MC, que puede considerarse parte de la «investiga ción sobre la prestación de asistencia sanitaria», debería ser cada vez más importante en el futuro.35 Los líderes clínicos, aquellos implicados y dedicados a la medida y mejora de la calidad, son esenciales para el éxito de la MC. La formación en medida de la calidad y MC se ofrece con frecuencia creciente a los clínicos cardiovasculares. Muchos hospitales y sistemas sanitarios están formando al personal clínico en calidad. Organizaciones como el ACC ya han incorporado la medida de la calidad y mejora del rendimiento en los programas formativos; estos programas respaldarán los requisitos de mejora del rendimiento necesarios para mantener certificaciones y licencias. El soporte administrativo también es crucial para una MC eficaz. Este incluye no solo el respaldo económico de las iniciativas de medida y mejora de la calidad, sino también objetivos de liderazgo institucional claros y el compromiso de alcanzar la máxima calidad de la asistencia. Sin duda, uno de los impulsores más constantes y potentes de la MC es la cultura de una clínica o institución. Por ejemplo, en una evaluación ^ Evaluado n repetitiva 'N'\ P u n t o ^ ^ ’ m de referencia j Modificación del sistemi información teen protocolos asistencia eolabe tes « ología 1 ira tiva^^ A Líderes clínicos Soporte administrativo F IG URA 5-1 Componentes clave de la mejora de la calidad. (Tomado de Rumsfeld JS, Dehmer GJ, Brindis RG: The National Cardiovascular Data Registry: Its role in bench marking and improving quality. US Cardiol 6:11, 2009.) http://www.nqf.org El se vi er . F ot oc op ia r sin au to riz ac ió n es un de lit o. de las características hospitalarias asociadas con tasas de mortalidad a 30 días en IAM, aquellos hospitales que promovían un «entorno organizati vo en el que se anima a los clínicos a resolver creativamente los problemas» obtuvieron tasas de mortalidad significativamente menores, además de los primeros puestos en calidad de médicos y personal de enfermería.36 La MC puede llevarse a cabo a nivel local (p. ej., comunidad/clínica/ hospital) o a nivel regional, de sistema sanitario, nacional e internacio nal. En otras palabras, los objetivos y estrategias de MC para mejorar el rendimiento se definirían como parte de iniciativas de calidad de mayor alcance; no obstante, los principios de MC son idénticos en todos ellos, y las actividades de MC deben ejecutarse, en último término, a nivel local, siguiendo los factores clave presentados en la figura 5-1. El resto de esta sección resume brevemente varias estrategias de MC bien conocidas, como Plan-Acción-Estudio-Actuación (PDSA; Plan-Do-Study-Act), Lean y Six Sigma. Estrategias de mejora de la calidad Una MC fructífera exige la integración de los componentes ya descritos (v. fig. 5-1) en un marco conceptual específico para ejecutar acciones. Quizás el marco conceptual más usado para MC en la asistencia sanitaria es el PDSA. Este modelo, desarrollado por Associates in Quality Improvement (www.apiweb.org), ha sido adoptado por el Institute for Healthcare Improve ment como estrategia para planificar la MC sanitaria (www.ihi.org). El PDSA está compuesto por dos pasos interdependientes: primero, la formulación de un plan mediante el establecimiento de objetivos y parámetros de éxito, y la identificación de los cambios que hay que aplicar; y segundo, comprobar esos cambios en un ciclo repetitivo de PDSA (fig. 5-2). Los objetivos deben ser medibles, delimitados en el tiempo y realistas. Las medidas deberían abordar al menos uno de los seis dominios de calidad del IOM (v. tabla 5-1), pero también tienen que incluir formas de caracterizar posibles consecuen cias adversas de las iniciativas de mejora. Posteriormente, en la evaluación de los cambios, cada paso del ciclo PDSA contribuye a conocer el impacto del cambio, positivo y negativo, clarificando así los siguientes ciclos de mejora. La estrategia Lean se suma al PDSA, dirigiéndose específicamente a procesos de asistencia sanitaria ineficientes. Fue desarrollada originalmente por Toyota para mejorar la eficiencia en la producción de automóviles. No resulta sorprendente que, con el rápido crecimiento del gasto médico y la constatación de que más gasto no se traduce necesariamente en una mayor calidad, el uso del Lean en la asistencia sanitaria se haya expandido veloz mente. En esencia, la estrategia Lean de MC comprende poner el acento en las necesidades del paciente, una evaluación explícita de procesos asis tenciales complejos en un entorno determinado, y la identificación y mejoría de aquellos componentes del proceso que no promuevan uno o más de los seis dominios de calidad del IOM (v. tabla 5-1) para su mejora. El proceso de cartografía de la asistencia (p. ej., los pasos concretos de la prestación de asistencia en urgencias, una planta o en la consulta), facultar a todos los miembros del equipo sanitario para ayudar a identificar los objetivos y la mejora de la asistencia de una forma repetitiva son las características fundamentales del Lean.37 Los estudios realizados sobre la estrategia Lean indican que es un medio eficaz de mejorar la eficiencia, reduciendo el coste y mejorando la calidad. Otra estrategia de MC bien conocida derivada del PDSA es Six Sigma, centrada en reducir variaciones innecesarias en la prestación de asistencia. El término SixSigma («seis sigmas») deriva del proceso de control estadístico, que aspira a ejecutar los procesos asistenciales con tasas de error situadas seis desviaciones estándar por debajo de la media. Desafortunadamente, los errores médicos se producen, por lo general, en tasas mucho mayores.38 Así pues, Six Sigma hace hincapié en la reducción de procesos asistenciales tales como prescripción de medicamentos o intervenciones médicas (es decir, minimizar complicaciones de intervenciones innecesarias) a través de cinco pasos, que constituyen una modificación del PDSA: definir, medir, analizar, mejorar y controlar.39 El último paso destaca la vigilancia continuada de los procesos asistenciales una vez que las tasas de error/variación han sido reducidas, de modo que sea posibleaplicar MC adicionales si las tasas de variación/error aumentan. Lean y Six Sigma pueden combinarse (Lean Six Sigma) en la MC con ventajas sobre la estrategia PDSA para fijar como objetivo una reducción de los procesos asistenciales ineficientes y minimizar las tasas de variación/error en la prestación de asistencia. CONCLUSIONES La calidad de la atención, el grado en que la prestación de asistencia sanitaria optimiza los resultados de pacientes, se está convirtiendo en una competencia central para los clínicos cardiovasculares. Se trata de la prác tica de la medicina basada en la evidencia y responsabilidad de la asis tencia; ambos factores forman parte de la definición de profesionalidad. La mejora de la calidad, o del rendimiento, es cada vez más importante en la formación y educación médica continuada para los clínicos cardiovas- © culares, incluido el mantenimiento de certificaciones y licencias. F IG U R A 5-2 Ciclo de Plan-Acción-Estudio-Actuación (PDSA; Plan-Do-Study-Act) de mejora de la calidad. (Tomado del Institute of Healthcare Improvement /www.ihi. org/, attributed to Langley GL, Nolan KM, Nolan TW, et al: The Improvement Guide: A Practical Approach to Enhancing Organizational Performance. 2nd ed. San Francisco, Jossey-Bass Publishers, 2009.) La medida y mejora de la calidad son actualmente una parte esencial de la práctica cardiovascular, además del sistema sanitario en conjunto. Las medidas de calidad, ya sean estructurales, de proceso, resultado, valor o compuestas, dependen del alcance de los datos científicos subyacentes, la validez de las fuentes de datos y su especificación clara. Pueden utilizarse en MC, así como en programas de responsabilidad como comunicación pública y «pago por rendimiento». Una MC significativa nace del uso de datos con puntos de referencia para identificar objetivos de mejora, de modificaciones del sistema que respalden la prestación de asistencia de alta calidad, y de un liderazgo clínico adecuado, además del respaldo administrativo. La evaluación sólida y repetitiva de las iniciativas de MC es muy importante para valorar el impacto de esas acciones en las medidas de calidad planteadas y vigilar posibles consecuencias imprevistas. En último término, los clínicos cardiovasculares deberían implicarse plenamente en la calidad de la asistencia para ayudar a asegurar que la medida de la calidad, la MC y los programas de responsabilidad son clínicamente significativos y no únicamente un lastre impuesto por los reguladores. Solo así las iniciativas de calidad de la asistencia promoverán, sin lugar a dudas, una asistencia sanitaria más eficaz, segura, igualitaria, oportuna, eficiente y centrada en el paciente, y todo esto se traduce en mejores resultados para los pacientes. B ib lio g ra fía Definición y relevancia de la calidad de la asistencia 1. Crossing the Quality Chasm: A new health system for the 21st century, Washington, DC, 2001, National Academy Press. 2. Fuchs VR, Milstein A: The $640 billion question—why does cost-effective care diffuse so slowly? N Engl J Med 364:1985,2011. 3. SongY, Skinner J, Bynum J, et al: Regional variations in diagnostic practices, N Engl J Med 363:45, 2010. M edida de la calidad de la asistencia sanitaria 4. Donabedian A: Evaluating the quality of medical care, Milbank Q 44(Suppl):166,1966. 5. Spertus JA, Eagle KA, Krumholz HM, et al: American College of Cardiology and American Heart Association methodology for the selection and creation of performance measures for quantifying the quality of cardiovascular care, Circulation 111:1703,2005. 47 M edida y m ejora de la calidad de la asistencia: relevancia para la práctica clínica cardiovascular http://www.apiweb.org http://www.ihi.org http://www.ihi
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