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El paradigma organísmico-holístico en la terapia gestalt

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EL PARADIGMA ORGANÍSMICO-HOLÍSTICO 
EN TERAPIA GESTALT
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por Nora Alejandra Guinsburg 
Introducción 
Para comenzar quiero compartir algunas de mis motivaciones para este escrito. Desde muy 
joven siempre tuve la inquietud de conocer algo de la vida de los autores que leía. Me parecía que sin 
esa aproximación al autor, lo que este pudiera decir era un conjunto de palabras vacías. Esta manera 
de acercarme a los textos me resultó a veces conflictiva, pues me llevó a preguntar cosas que podían 
incomodar en algunas ocasiones. Un ejemplo fue cuando llegué a la conclusión que los teóricos de la 
psicoterapia habían construido un argumento que validaba sus propios aspectos neuróticos. Esta 
reflexión motivó que me cuestionara si continuar o no con mi carrera, si estaba en el lugar apropiado. 
También me interesaba bastante por conocer los fundamentos de lo que decían esos teóricos, en qué 
otros autores apoyaban sus afirmaciones. Pensaba que de ese modo me podían resultar más 
aceptables los supuestos que ellos proponían como verdades. 
Mi primer encuentro con Adriana Schnake -más conocida por su apodo Nana- que después fue 
mi maestra por muchos años, y luego con los textos de Fritz Perls, fue una experiencia reparadora y 
estimulante para mi elección profesional. Más adelante me referiré a cada uno de ellos 
pormenorizadamente. 
Lo primero que aprendí con Nana es que la Terapia Gestalt no se basaba en una teoría 
explicativa, sino en un modo de comprender las vivencias propias y las de los otros, en una teoría 
descriptiva del fenómeno humano, una teoría que ponía a lo obvio en su lugar. Y la realidad de la 
experiencia me resultaba -y me sigue resultando- mucho más convincente que la realidad de las 
ideas. 
El primer texto que leí de Perls, “Yo, hambre y agresión”, proponía -entre otros temas- una 
revisión del concepto de introyección al que compara con la acción de tragarse algo entero sin 
masticarlo. Este texto incluye reflexiones y descripciones muy interesantes al respecto, y afirma que 
sobre esa actitud más parecida a la del lactante que a la del adulto se desarrollan todas las neurosis. 
Así descubrí que mi modo de pensar sobre los teóricos que había estudiado era el resultado de mi 
negativa a introyectar lo que ellos aseveraban. Esto en parte fue aliviante, aunque, en ese entonces, 
hasta llegué a pensar que en la universidad eran todos neuróticos menos yo… Lo cierto es que mi 
acercamiento a la gestalt me reinstaló con buena disposición en la carrera profesional que había 
iniciado. Me “autorizaba” a ser verdadera, a confiar en mi propio criterio, a ser selectiva. 
Pasaron muchos años desde entonces, casi treinta, y mi interés por conocer antecedentes y 
experiencias que sirvan de fundamentos para lo que otros afirman perdura. La diferencia es que 
ahora toma otros caminos que no me generan tensión. Muy por el contrario, me dan placer y los 
encuentro de gran utilidad. Me posibilitan resignificar y esclarecer los conceptos sin caer en el 
facilismo de repetirlos o aceptarlos sólo porque lo afirma tal o cual autor. En lo que sigue intento 
hablar de fundamentos desde una actitud gestáltica ante ellos. 
 
Incluir una introducción sobre mis motivaciones, recordando algo acerca de mi época de 
estudiante y de mis primeros contactos con la gestalt, me ayuda a encontrar ejes de necesidades 
compartidas con quienes se acercan por primera vez a este enfoque, y es un modo de actualizarlas a 
este aquí y ahora. 
También el surgimiento de toda nueva propuesta en el mundo del conocimiento se articula en 
función de una combinatoria de coincidencias en tiempo, espacio, y necesidades compartidas. Para 
que una nueva propuesta tenga eco en su tiempo y su espacio, es indispensable una convergencia 
 
1 Seminario ofrecido como Invitada Interenacional en "Dos Facetas de la Terapia Gestalt Latinoamericana" 
organizado por la Universidad San Buenaventura – Cartagena- Colombia, y publicado en “Cuadernos de 
Filosofía y Psicología”, ISBN 978-958-98031-3-4. 
 
 
 
 
 
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de necesidades frente a las cuales esa propuesta dé algún tipo de respuesta aceptable. Para explicar 
los factores que inciden en esa combinatoria de tiempo, espacio y necesidades compartidas que se 
conjugan en cada período de las ciencias y dan lugar a que emerja una nueva perspectiva, Thomas 
Kuhn introdujo el concepto de paradigma. 
 
 
En este texto intentaré mostrarles: 
 que el paradigma organísmico es parte de una evolución del conocimiento. 
 que el paradigma organísmico es uno de los ejes de la Terapia Gestalt. 
 que el paradigma organísmico puede dar respuestas a varias necesidades que exceden el 
campo de lo que mal llamamos psicosomática. 
 
 
I- ORÍGENES DE LA TERAPIA GESTALT: CONTEXTO HISTÓRICO Y ALGUNAS INFLUENCIAS. 
 
El “para qué” del contexto 
 Uno de los aportes novedoso y significativo para su tiempo que introdujeron los 
investigadores de la teoría de la percepción, es la relación entre figura y fondo. Esto que para 
nosotros hoy es tan familiar, resultó en esos tiempos una perspectiva revolucionaria frente al 
pragmatismo atomista que proponía que percibimos partes fragmentadas, que luego la mente 
humana asocia o relaciona. Debemos considerar que los primeros escritos de Max Wertheimer son 
de 1910, y que con sus ayudantes Wolfgang Köhler y Kurt Kofka recién en 1912 dieron a conocer 
públicamente los primeros avances de sus hallazgos. Si bien estos y subsiguientes descubrimientos 
de estos investigadores se basaron principalmente en la percepción visual, posteriores desarrollos 
tomaron en cuenta que las mismas leyes rigen para comprender la manera de percibirnos a nosotros 
mismos en el mundo. 
Estamos habituados -o mejor dicho condicionados- a tomar en cuenta sólo las figuras y 
perdemos de vista que el verdadero sentido de estas está determinado por el fondo. Les daré un 
ejemplo esclarecedor. Si les contara que unos días antes de viajar para Colombia estuve sentada en 
el piso tomando mate
2
 a la sombra de un árbol, qué más necesitarían saber para comprender el 
sentido de la experiencia que les estoy relatando?... Tal vez me pregunten con quien estaba, o si lo 
disfruté, u otros elementos que colorean la figura. Sin embargo si sólo indagan sobre el fondo, el 
panorama de situación se amplía de un modo increíble. No es la misma experiencia si ese árbol que 
me dio sombra mientras tomaba mate fuera un árbol solitario en medio de una inmensa llanura, o si 
fuera un árbol de una selva frondosa y silvestre con su fauna típica, o si fuera un árbol en pleno 
microcentro de Buenos Aires, o un árbol en llamas en medio de un incendio forestal. Es evidente que 
la experiencia vivida sólo cobra sentido en un contexto que es el fondo. 
De igual modo, el surgimiento de un paradigma tiene sentido a la luz de su contexto o fondo. 
Es por eso que inicio este trabajo aportando una perspectiva del contexto en el que surge la Terapia 
Gestalt. 
Considerando que todo recorte de una realidad dada es subjetivo, necesito aclarar que el 
breve recorrido histórico que sigue tiene como eje articulador un camino de evolución epistemológica 
en la relación entre materia y energía, o cuerpo y mente
3
. 
 
El contexto científico que fue fondo en el desarrollo de Perls 
 
Cuando hablamos de cambios de paradigma en ciencia, estamos de hecho diciendo que 
hubo una revolución epistemológica. Y para que realmente pueda ser considerada como tal, debe 
 
2 El “mate” es una bebida típica en Argentina y Uruguay. Es una infusión amarga que se bebe con 
bombilla, muchas veces en grupo y durante horas hasta que se agote su sabor. 
3
 La palabra ‘mente’ puede ser comprendida de maneras diversas, según el contexto en el que se la 
mencione. Utilizo aquí el término ‘mente’ en su significado másgeneral, como aquello que hace 
humano al ser humano. 
 
 
 
 
 
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necesariamente estar presente en la ciencia en general y no sólo en una de sus áreas. Por ese 
motivo es que voy a poner el acento en desarrollos que se manifestaron simultáneamente en física, 
medicina y filosofía, y voy a hacer hincapié en los del siglo XX, tiempo en el que vivió Perls. 
Fritz Perls tuvo una particularidad en sus escritos, que ha motivado reproches por parte de 
algunos de sus lectores. Sólo menciona en muy pocas ocasiones, y casi como al pasar, algunos 
autores que él tomó en consideración para su configuración del enfoque gestáltico, y en muy pocas 
ocasiones expresa las ideas de esos otros en quienes se inspiró. Podemos suponer y conjeturar 
acerca de las motivaciones que lo condujeron a este modo de escribir. Lo cierto es que no lo 
sabemos con certeza. Por eso debo aclarar que lo que en esta ocasión expongo no proviene de citas 
de lo expresado por Perls, sino que es el resultado de una búsqueda personal que he llevado a cabo 
en los últimos años. Esta búsqueda estuvo orientada en muchos casos por esas referencias 
pasajeras de algunos autores que él menciona, y en otras por mi intuición y criterio en la selección de 
fuentes bibliográficas. 
 
Primero rescataremos algunos antecedentes que sirvieron de plataforma para lo que sucedió 
en años posteriores. 
En la historia del pensamiento suele tomarse a Descartes y Galileo como pensadores claves 
en la transición entre la Edad Media y la Modernidad. Tomo a Descartes aquí como un posible punto 
de partida. Un año antes de morir René Descartes (1596-1650) escribió “Las pasiones del alma”, 
publicado luego de su muerte. Este texto fue poco difundido y considerado si se lo compara con la 
repercusión de sus ideas en escritos previos. En este texto Descartes intenta dar una explicación 
sobre la relación entre cuerpo y mente, a partir de un nexo entre las emociones y el organismo. 
 
"Concebimos, pues, que el alma tiene su sede principal en la pequeña glándula que está 
en medio del cerebro, de donde irradia a todo el resto del cuerpo por medio de los 
espíritus, de los nervios y hasta de la sangre, que, participando de las impresiones de los 
espíritus, las puede llevar por las arterias a todos los miembros; y recordando lo dicho 
antes sobre la máquina de nuestro cuerpo, es decir, que los hilillos de nuestros nervios 
están de tal modo distribuidos en todas sus partes que, en los diversos movimientos que 
en ellos provocan los objetos sensibles, abren diversamente los poros del cerebro, y esto 
hace que los espíritus animales contenidos en esas cavidades entren diversamente en 
los músculos, mediante lo cual pueden mover los miembros de todas las diferentes 
maneras como estos pueden ser movidos...".(Descartes, R., 1981, Art.34, pp.65-66) 
 
Para comprender la real magnitud de las afirmaciones que Descartes expresa en este artículo, 
resulta necesario situar esta descripción dentro del contexto epistemológico de su época. Algunas de 
las limitaciones de su tiempo estuvieron signadas por los escasos descubrimientos científicos 
conocidos en ese entonces, como así también la falta de un vocabulario pertinente. Es necesario 
señalar que el concepto de secreción interna aparece en 1855 con Claude Bernard. Recién después 
que Ernest Herny Starling (1866-1927) y William Maddock Bayliss (1860-1924) probaron la existencia 
de la secretina, en 1902, William Hardy (1864-1934) denominó hormonas a los mensajeros químicos 
en sangre. 
Con la información actual, sería posible pensar en el contenido de este texto de Descartes 
como una brillantez anticipatoria acerca de las interdependencias entre el sistema endócrino y el 
sistema nervioso, y las implicancias motoras de la activación del eje adrenérgico. Basta para ello 
considerar que la pequeña glándula en medio del cerebro podría ser la hipófisis, los espíritus podrían 
ser las neurohormonas y las hormonas, y los poros del cerebro podrían ser los receptores adre-
nérgicos de las neuronas. En este artículo que Descartes titula Cómo obran una contra el otro el 
alma y el cuerpo, sostiene que mente y cuerpo son entidades ónticas diferenciadas y que persiguen 
objetivos distintos siguiendo caminos que pueden interactuar. Se trata, justamente, de la teoría 
interaccionista. 
Benedictus de Spinoza (1632-1677), sostenía lo que conocemos como Teoría del Aspecto 
Dual. Este filósofo plantea un pensamiento superador respecto del cartesiano al afirmar, desde un 
planteo metafísico, que mente y cuerpo son dos aspectos de una misma sustancia divina. 
 
 
 
 
 
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 Por esa misma época Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716), propone su Teoría del 
Paralelismo Psicofísico que sostiene que mente y cuerpo no establecen entre sí una relación de 
causalidad sino de simultaneidad. 
Antes que Albert Einstein (1879-1955) demostrara en base a investigaciones en el campo de 
la física que el haz lumínico tiene simultáneamente propiedades energéticas y materiales como dos 
aspectos de un mismo fenómeno, tanto Spinoza como Leibniz apoyaban sus afirmaciones en una 
concepción monista del ser humano. 
Materia y energía, o sus equivalentes cuerpo y mente, han sido y siguen siendo un enigma 
que impulsa avances científicos y filosóficos. 
Un filósofo contemporáneo de Einstein, Edmund Gustav Albrecht Husserl (1859-1938) 
afirmaba que: 
 
 “… La comprensión de la persona que danza, ríe y charla con animación y que me 
conversa de problemas científicos, etc., no es la comprensión de una cosa espiritual 
abrochada al cuerpo viviente sino la comprensión de algo que se cumple por medio de la 
manifestación corporal y que incluye esencialmente a esta última. El hombre que se 
mueve, actúa, habla, escribe, etc., no es una simple ligazón, una simple ensambladura 
de una cosa llamada psique con otra llamada cuerpo viviente. El cuerpo viviente es, en 
tanto que tal, de parte en parte, cuerpo penetrado de psiquismo.” (Husserl citado por 
Desanti, 1970, pp.13-14); 
 
Entretanto los conductistas, basados en el positivismo de Augusto Comte, buscaban 
afanosamente una prueba empírica y mensurable de las conductas humanas utilizando los 
métodos de mediciones de las ciencias duras; y Sigmund Freud (1856-1939) desarrollaba una 
teoría para explicar los recursos de la mente basándose en el modelo anatómico de la 
neurología. 
 
El siglo XX se caracterizó, entre otras cosas, por su cuantiosa productividad científica. Dar 
cuenta de todos los desarrollos conocidos de este período excede el propósito de este trabajo. Por lo 
cual sólo limitaré los ejemplos a aquellos que considero pertinentes para el objetivo del mismo, sin 
dejar de considerar el valor y trascendencia que han tenido otros descubrimientos en ciencia en 
general, y en particular en el campo de la salud. En esta primera parte mi objetivo es mostrar que el 
paradigma organísmico es parte resultante de una evolución del conocimiento. En lo que sigue 
integro una síntesis de lo que escribí en “Historia de los cambios en la conceptualización mente-
cuerpo durante el siglo XX, y su paralelismo con los desarrollos en física”, un trabajo aún inédito. En 
ese escrito selecciono algunos descubrimientos de este período que están testimoniados en la 
mayoría de los textos sobre historia de la medicina e historia de la física, y hago un análisis 
epistemológico de los mismos. 
La primera mitad del siglo XX fue verdaderamente “un tiempo de conocer”. Mientras unos 
científicos y pensadores se preguntaban por la relación entre mente y cuerpo, otros orientaban sus 
esfuerzos en conocer de qué está hecho y cómo funciona el cerebro, suponiendo a este como el 
órgano de la mente. Algo semejante ocurría en el mundo de los físicos. Mientras unos se ocupaban 
de conocer acerca de las relaciones entre las variables del mundo observable, otros se interesaron 
por las partículasmínimas. Es necesario considerar que a principios del siglo XX las comunicaciones 
y la transmisión de la información no estaban tan facilitadas como lo están hoy en día. Y menos aún 
entre diferentes ramas del saber. Por consiguiente, salvo en aquellos casos que están testimoniadas 
claramente las comunicaciones entre científicos, podemos suponer que se trata de inquietudes 
simultáneas. 
Inaugurando el siglo XX Max Planck (1858-1947) describió el comportamiento del color de la luz 
producida por un cuerpo caliente. Demostró, mediante fórmulas matemáticas de distribución de 
frecuencias, que la luz y la materia no intercambian energía en cantidades infinitesimales, como se 
suponía hasta entonces, sino que lo hacen sólo en múltiplos enteros de una cantidad mínima posible, 
es decir en un quantum o cuanto de energía. Un cuanto es una magnitud elemental mínima e 
indivisible. El concepto de indivisibilidad de los cuantos implica que, entre una magnitud y la que la 
precede o entre esta y la subsiguiente, no hay intervalos intermedios. Por ello es que se habla de 
 
 
 
 
 
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saltos cuánticos o de escalas discontinuas y discretas. Definir una magnitud como mínima e indivisi-
ble, depende de la evolución del conocimiento científico. Por ejemplo, la palabra “átomo” significa 
indiviso, y así se lo concebía cuando fue planteado. Sin embargo, luego se pudo probar que tiene 
partes o componentes subatómicos. Del mismo modo, la palabra “proteína”, que deriva del griego, 
significa sustancia fundamental. Años más tarde se descubrieron sus componentes, los aminoácidos. 
Son los avances de la ciencia los que definen ‘cuánto es un cuanto’. 
Comienza a principios de este siglo un creciente interés por el micromundo, por la interioridad 
de lo observable. Desde diferentes ámbitos científicos se describen unidades mínimas que pueden 
considerarse cuánticas. En este mismo año, 1900, Karl Landsteiner descubre y tipifica los grupos 
sanguíneos. 
Detengámonos un momento a reflexionar sobre las implicancias de estos descubrimientos. Si 
la sucesión no es continua, sino que hay saltos entre una partícula y la siguiente, cómo se comunican 
esos componentes? Cómo pasa una información de una partícula a otra para darle coherencia al 
comportamiento de esa unidad? A través de qué se relacionan si no hay contacto físico entre ellas?... 
Aparece aquí un primer esbozo de la noción de campo. 
En 1902 Guglielmo Marconi (1874-1937) desarrolla el sistema telegráfico que posibilita 
establecer comunicaciones inalámbricas a través de un campo. Comienza a ser concebible la 
transmisión de mensajes a distancia, atravesando la materia sin dañar su estructura. Entretanto 
Pierre Curie (1859-1906) y Marie Curie (1867-1934) presentan sus estudios sobre la radioactividad 
que permite actuar en el interior del cuerpo sin incisiones, y Wilhelm Conrad Roentgen (1845-1923) 
descubre los rayos X que posibilitan ver en forma directa el interior del organismo vivo sin ingresar 
materialmente en él. Estos descubrimientos ponen de manifiesto que también es posible atravesar la 
materia orgánica sin dañar su estructura. 
Por esa misma época Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) realiza sus investigaciones sobre 
el sistema nervioso y las conexiones entre sus unidades componentes, mientras Albert Einstein 
(1879-1955) investiga sobre las partículas físicas y cómo estas se relacionan entre sí. Casi en 
simultáneo, ambos reciben el reconocimiento de la comunidad científica. Ramón y Cajal recibe el 
Premio Novel en 1906 por su Teoría de las Neuronas, al tiempo que en 1905 Einstein publica sus 
Cuatro Escritos Fundamentales. 
Hasta los descubrimientos de Cajal se creía que el sistema nervioso estaba formado una 
extensa red, semejante al sistema circulatorio. Esta teoría defendida por Golgi era conocida como la 
Teoría Reticular. Los hallazgos de Cajal implican una ruptura epistemológica fundamental al proponer 
que la materialidad del organismo puede vincularse por contigüidad y no sólo por continuidad. Pocos 
años después Martin Buber (1878-1965) introduce el término “entre” para referirse al intersticio de la 
experiencia dialógica entre un yo y un tú. Este concepto contiene un paralelismo con el de 
contigüidad de Cajal. 
Dado que los descubrimientos de Einstein son precursores de una nueva concepción de las 
relaciones entre materia y energía, resulta pertinente aquí hacer alguna mención respecto de sus 
Cuatro Escritos Fundamentales. Tanto para los físicos como también para los psicólogos y otros 
profesionales afines, debo aclarar que no profundizaré en los aspectos técnicos de estos 
descubrimientos sino que los menciono aquí con el propósito de rescatar algunos aspectos 
epistemológicos incluidos en los mismos. 
El primero de esos cuatro escritos es sobre el Movimiento Browniano. Partiendo de la des-
cripción de Robert Brown de 1827 acerca del movimiento aleatorio que se observa en algunas 
partículas nanoscópicas que se hallan en un medio fluido, Einstein demuestra evidencias 
experimentales de la existencia real de los átomos. Hasta entonces el átomo era sólo un concepto 
teórico. Einstein demuestra que la materia está formada por átomos. 
El segundo de estos escritos es sobre el efecto fotoeléctrico, titulado “Un punto de vista 
heurístico sobre la producción y transformación de luz”, en el cual propuso la magnitud cuántica de la 
luz a la que denominó fotones. Demostró que el haz lumínico tiene simultáneamente propiedades 
ondulatorias y corpusculares, y que ambas coexisten en tiempo y espacio. Es el observador quien 
recorta o focaliza su atención en una de ellas. Siguiendo estas ideas de Einstein, Louis de Broglie 
(1892-1987) en 1924 descubre la longitud de onda asociada a la materia, y en 1926 Erwin 
Schrödinger (1887-1961) describe la naturaleza ondulatoria de la materia. Gracias a estos aportes se 
 
 
 
 
 
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comienza a concebir que la materia está formada por intercambios de energía, y que la energía se 
manifiesta a través de la materia. 
El tercero de esta serie de escritos, originalmente titulado "Sobre la electrodinámica de los 
cuerpos en movimiento", es conocido como Teoría de la Relatividad Especial. Este escrito cuestiona 
a la física newtoniana, según la cual la velocidad y la fuerza eran constantes para todos los 
observadores. Einstein demostró que la velocidad de la luz es una constante en ausencia 
gravitacional, y no depende de una relación con el movimiento. Cuestiona de este modo la noción de 
tiempo absoluto. Propone que toda medición de tiempo y espacio son referencias relativas y, en 
consecuencia, son subjetivas para cada observador. Esta concepción transforma la noción de tiempo 
objetivamente mensurable. La realidad comienza a concebirse como algo tan vasto e imposible de 
abarcar en su totalidad, tanto que lo más cercano a la objetividad debe tomar como punto de partida 
la conciencia de la propia subjetividad. 
Y al último de esta serie de escritos, Einstein le puso por título una pregunta: "¿Depende la 
inercia de un cuerpo de su contenido de energía?". Se lo conoce como Equivalencia entre Masa y 
Energía y su fórmula E = mc
2 
(energía en reposo “E”, igual “=” a masa “m” por velocidad de la luz “c” 
al cuadrado ) La física newtoniana describe dos tipos de energías: una es la energía cinética (de los 
cuerpos en movimiento) y la otra es la energía potencial (trabajo que un cuerpo puede entregar). La 
energía en reposo es la que se encuentra concentrada en los núcleos atómicos. Estos des-
cubrimientos dieron lugar a aplicaciones prácticas que permitieron luego la utilización de la energía 
nuclear, y a una concepción innovadora acerca de la energía incluida en la materia. A partir de este 
aporte de Einstein se concibe que la energía presente en la materia no siempre depende de sus 
acciones o estado, sino también de su propia naturaleza. Esta concepción,llevada al ámbito de la 
salud, implica que la naturaleza de un síntoma no siempre depende de lo que un sujeto haga o de lo 
que está dispuesto a hacer, sino también de alguna cualidad que le es intrínseca. 
Entre los físicos cuánticos, el concepto de contigüidad quedó plasmado en el desarrollo del 
nuevo modelo de átomo planteado por Ernest Rutherford (1871-1937). Hasta entonces el átomo era 
concebido como una materia compacta con carga positiva, en la cual estaban incrustados los 
electrones con carga negativa. En 1911 Rutherford propone un modelo de átomo semejante al 
sistema solar, en el cual los electrones están orbitando alrededor del núcleo que es miles de veces 
más pequeño que el átomo total. En 1913 Niels Henrik David Bohr (1885-1962) descubre que esas 
órbitas son definidas y cuánticas, que contienen energía asociada, y que esa energía se incrementa a 
medida que las órbitas se alejan del núcleo. Observa que los electrones no emanan energía mientras 
permanezcan en órbitas estables, y que pueden hacerlo al saltar de una órbita a otra. Si bien el tér-
mino “cuantos” fue anteriormente utilizado y propuesto por Planck, es con Bohr que se inaugura una 
teoría cuántica fundamentada con posibles aplicaciones de la misma. 
Hasta aquí sólo comentamos los descubrimientos de la primera década del siglo XX, y ya 
resulta evidente el impulso científico de esta etapa. Pecaríamos de ingenuos si atribuyéramos 
semejante ímpetu científico a simples actitudes entusiastas. Podemos afirmar que se estaba 
gestando un nuevo paradigma con amplias repercusiones epistemológicas que exceden el mundo de 
la física. 
Revisemos algunos conceptos claves: 
 Se concibe que las unidades son totalidades indivisas: las personas somos unidades indivisas, y 
no una juntura de algo llamado psique con otra cosa llamada soma. 
 Las unidades no están adheridas unas a otras formando una masa compacta sino que se 
relacionan por contigüidad a través de un campo: en la unidad existencial que somos, nuestros 
aspectos mantienen contigüidad para darnos coherencia de totalidad. 
 Esto define formas de interacción a través de intercambios de energía de los que es capaz la 
materia por su propia naturaleza: Se conocen hasta nuestros días algunas pocas 
interdependencias entre los sistemas psicológico, endócrino, inmunológico y neurológico. Desde 
las ciencias básicas sólo se han podido probar algunas de ellas, sin embargo quienes trabajamos 
en salud podemos dar testimonios de evidencias clínicas que aún no tienen manera de ser 
explicadas. 
 La posición del observador determina el foco de atención o figura que se destaca del fondo: es el 
observador o profesional de salud quien focalizará su atención en aspectos psicológicos u 
orgánicos de la unidad indivisa que es cada ser humano, según sea su posicionamiento. 
 
 
 
 
 
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Estas concepciones están presentes como pilares básicos en Terapia Gestalt, y desde ellas 
la unidad mente-cuerpo adquiere claridad de significado en el contexto de la evolución del 
pensamiento científico. 
 
En 1915 Einstein publica la Teoría General de la Relatividad que contradice el eje conceptual 
central de la física newtoniana. Partiendo de los trabajos de Hermann Minkowski (1964-1909) sobre 
métrica no-euclideana del espacio-tiempo que relacionaba cuatro dimensiones, tres espaciales y una 
temporal, y de la curvatura del espacio planteada por el geómetra Georg Friedrich Bernhard Riemann 
(1826-1866), fundamenta que la caída de los cuerpos describe un trayecto que denomina curvatura 
del espacio-tiempo. Incluye así la cuarta dimensión que modifica las otras tres. Demuestra que lo 
observado no sólo depende del posicionamiento del observador, como ya lo había planteado en uno 
de sus escritos fundamentales, sino que además el tiempo es una variable dependiente. 
Consideremos algunas implicancias de estos descubrimientos, y sus derivaciones 
epistemológicas en la comprensión de los fenómenos vitales. A qué se refiere la cuarta dimensión 
que menciona Einstein? Además, si el tiempo se diferencia de la cronología de los hechos, y pasa a 
ser una variable dependiente, cómo se entiende la temporalidad en los procesos humanos? ¿Es 
necesario y suficiente conocer la historia personal para comprender los síntomas de un ser humano? 
Si el espacio y el tiempo dejan de ser variables objetivas y medibles, cómo entender la aparición de 
un síntoma orgánico (espacio) en un determinado momento (tiempo) de la vida de una persona? ¿A 
qué nos referimos cuando hablamos de tiempo? 
 
En una época se pensaba la temporalidad de un modo lineal, como una ‘sucesión sucesiva 
de sucesos’. Se trata de un tipo de pensamiento unívoco, que podría graficarse con una recta que 
tiene un punto de partida y que permite establecer una secuencia en la línea de tiempo. 
 
 
 
 
Años más tarde, con el surgimiento del modelo cartesiano determinista, se comenzó a pensar 
que un evento histórico es el resultado del entrecruzamiento de las variables ‘tiempo’ y ‘espacio’. Esta 
noción podría graficarse mediante un esquema compacto o cerrado en los conocidos ejes 
cartesianos. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Luego, para el pensamiento determinista policausal, la historia está constituida por una 
secuencia en la cual se entrecruzan diversos factores simultáneos que la determinan. Esta noción 
podría graficarse con una curva abarcativa de un sector en un esquema, con las variables ‘tiempo’ y 
‘espacio’. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
tiempo 
tiempo 
espacio 
tiempo 
espacio 
 
 
 
 
 
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Para el pensamiento tridimensional, que emergió durante el renacimiento, la historia es 
comprendida por los alcances e implicancias de la profundidad y consistencia de lo que acontece. 
Este tipo de pensamiento se orienta hacia la profundidad del ser. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Hasta aquí, el tiempo era concebido como una variable independiente que, a través de las 
diferentes concepciones, va interactuando progresivamente con otras variables. Con el surgimiento 
de la tridimensión se comienza a pensar que la profundidad es una experiencia esencial que aporta 
consistencia a la propia existencia. Transcribo a continuación un breve cuentito que escribió Marilyn 
Ferguson en los años 80’, como introducción al capítulo III de su libro “La conspiración de acuario”, y 
que expresa esta concepción. 
 
 “En El País del Plano, cuento popular de la época victoriana, los personajes son 
formas geométricas diversas que viven en un mundo exclusivamente 
bidimensional. Al comienzo de la historia, el narrador, un Cuadrado de mediana 
edad, tiene un sueño inquietante en el cual visita un reino unidimensional, el País 
de la Línea, cuyos habitantes sólo pueden moverse de un punto a otro. Con 
creciente frustración intenta explicar quién es él, una línea de líneas, proveniente 
de un país en el que se puede uno mover, no sólo de punto en punto, sino tam-
bién de lado a lado. Los habitantes del País de la Línea, enfadados, están a punto 
de atacarle cuando se despierta. 
 Un poco más tarde, aquel mismo día, intenta ayudar a su nieto, un pequeño 
Hexágono, en sus estudios. El nieto sugiere la posibilidad de una tercera 
dimensión, un reino en el que habría arriba y abajo además de un lado y otro. El 
Cuadrado tacha esta idea de estúpida e inimaginable. 
 Aquella misma noche el Cuadrado tiene un encuentro extraordinario, decisivo 
para su vida: recibe la visita de un habitante del País del Espacio, el reino de las 
tres dimensiones. Al principio, el Cuadrado se siente simplemente confundido por 
su visitante, un extraño círculo que parece cambiar de tamaño, e incluso 
desaparecer. El visitante se presenta a sí mismo como una esfera. Parecía 
cambiar de tamaño y desaparecer, tan sólo porque estaba acercándose al 
Cuadrado en el espacio y descendiendo al mismo tiempo. Dándose cuenta de que 
sólo con argumentosno podría llegar a convencer al Cuadrado de la existencia de 
la tercera dimensión, la Esfera, exasperada, lo introduce en una experiencia de 
profundidad. El Cuadrado queda fuertemente conmocionado: 
 Tenía una sensación confusa y mareante en la visión, era algo distinto que ver; 
veía una línea que no era una línea, y un espacio que no era espacio. Yo era y no 
tiempo 
espacio 
consistencia 
y profundidad 
 
 
 
 
 
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era yo mismo al mismo tiempo. Cuando pude recobrar la voz, lancé un grito de 
agonía: “Esto es la locura o el infierno”. 
 “No es ninguna de las dos cosas”, replicó serenamente la voz de la esfera. “Es 
conocimiento; son las tres dimensiones. Abre tus ojos una vez más, y trata de 
mirar con tranquilidad”. 
 Tras haber tenido esa experiencia intuitiva de la tercera dimensión, el Cuadrado 
se convierte en su apóstol, intentando convencer a sus conciudadanos del País 
del Plano de que el Espacio es algo más que una noción propia sólo de los 
matemáticos. A causa de su insistencia, es finalmente encarcelado en beneficio 
público. Cada año, en lo sucesivo, un sumo sacerdote del País del Plano, el 
Círculo Jefe, acude a tantearle para comprobar si ha recobrado su sano juicio, 
pero el Cuadrado continúa insistiendo testarudamente en que hay una tercera 
dimensión. No puede olvidarlo, aunque no es capaz de explicarlo. 
Constituye un saber común el hecho de que los momentos 
trascendentales sólo pueden ser experimentados, no comunicados. “El Tao que 
puede describirse no es el Tao”...” (Ferguson, 1982, pp.71-72) 
 
Ahora bien, sigamos con la cuarta dimensión y la unidad espacio-tiempo. Si el tiempo es una 
variable dependiente de la posición del observador definida por la unidad espacio-tiempo, la mirada 
se desplaza del acontecer histórico hacia los cambios posibles que ocurren en el interior del 
observador. La relatividad del tiempo no sólo cuestiona el pensamiento newtoniano y el positivismo, 
sino también la direccionalidad de la mirada que necesitamos tener para comprender la esencia de un 
fenómeno en un tiempo y espacio dados. Para ejemplificar estas afirmaciones, reflexionemos lo 
siguiente. Si en este preciso momento, el día de hoy a esta misma hora que marca el reloj, tomara un 
avión para ir desde aquí a Japón, podría hacer un trayecto atravesando el Océano Atlántico o 
atravesando el Océano Pacífico. En un caso iré en la misma dirección en la que rota la tierra, y en el 
otro caso iré en la dirección opuesta. Debido a que el avión se traslada a una velocidad superior a la 
de la rotación de la tierra, en un caso llegaré dentro de unas horas y en el otro llegaré ayer -según el 
tiempo reloj o calendario-. Pero, qué pasaría si pudiera viajar en un vehículo que se traslade a la 
misma velocidad que la tierra gira sobre su eje?... Si voy en la misma dirección de rotación, el tiempo 
y el espacio vividos transcurren mientras el tiempo reloj se detiene y me encuentro siempre en el 
mismo lugar. Y si voy en la dirección contraria, el tiempo y espacio vividos transcurren mientras me 
traslado de lugar y el tiempo reloj retrocede. Qué sucede entonces con el tiempo y el espacio como 
variables? El tiempo y el espacio dejan de ser valores absolutos, y sólo tiene significado a partir del 
tiempo y el espacio vividos. Esta vivencia no es medible ni tampoco es observable desde afuera, 
salvo por manifestaciones o comentarios. Sólo acontece como un cambio subjetivo en el interior de la 
persona. A esta transformación interna se refiere la cuarta dimensión. A partir de este aporte científico 
comienza una trascendente transformación epistemológica que influyó en muchos enfoques 
psicoterapéuticos. El foco de atención se desplaza de la historia a la dinámica de transformación 
interna, de la causalidad a los organizadores internos que dan sentido al aquí y ahora vivenciados. 
Al intentar graficar este pensamiento tetradimensional, la ingeniosa geometría desarrollada 
por Euclides resulta insuficiente ya que la cuarta dimensión contempla la condición dinámica de los 
procesos. Las representaciones gráficas de la geometría euclidiana son estáticas y, por consiguiente, 
no alcanzan para dar cuenta de este fenómeno. 
 Según esta concepción tetradimensional: 
 Los eventos son sólo evidencias de procesos y adquieren significación en un 
particular contexto o fondo; 
 Estos procesos son manifestaciones de por lo menos un ordenador u 
organizador de la vivencia subjetiva. 
 Coexisten simultáneamente diversos procesos dinámicos e inacabados. 
 Sólo podemos dar cuenta de un sector o aspecto de la realidad, acorde a 
dónde nos posicionemos para percibirla. 
Estos nuevos aportes de Einstein complementan a los anteriores. Los mismos son de gran 
importancia en la epistemología de este nuevo paradigma del cual emerge la Terapia Gestalt, y 
 
 
 
 
 
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constituyen otros ejes conceptuales de este enfoque. Al respecto, profundizaremos más adelante al 
desarrollar el Paradigma Organísmico. 
 
Toda experiencia vivida tiene algún matiz emocional, de mayor o menor intensidad. Dentro de 
este contexto científico y epistemológico, Walter Bradford Cannon (1872-1945) descubre los efectores 
del sistema nervioso autónomo y su relación con los estados emocionales. Desde entonces el 
conocimiento de las variables que inciden en los procesos interdependientes entre mente y cuerpo 
comienza a complejizarse. 
Desde la década del 20’ hasta la del 40’, se da tanto en física como en medicina una 
bifurcación de caminos a seguir por los científicos. Unos más pragmáticos se ocupan de encontrar las 
aplicaciones prácticas de los descubrimientos recientes y encuentran casi azarosamente nuevos 
hallazgos, mientras otros se interesan en intentar comprender las relaciones fundamentales que esos 
mismos descubrimientos aportan como novedad. 
 
Los mediados del siglo XX constituyen un período de crisis y cambio de rumbo en los 
caminos a seguir por los científicos. Los acontecimientos ponen en evidencia que la ciencia debe 
centrarse en mejorar las condiciones de vida de la humanidad. 
Resulta pertinente mencionar aquí algunos eventos y sus derivaciones. En 1942 se construye 
el primer reactor nuclear en los sótanos de la Universidad de Chicago. Ernico Fermi y su equipo 
pusieron en marcha la primera reacción en cadena de fisión nuclear controlada, utilizando uranio y 
grafito. En el contexto socio-político de la segunda guerra mundial (1939-1945), la gran preocupación 
de los físicos estaba dirigida a evitar que la alemania hitleriana hiciera uso de sus descubrimientos 
con fines bélicos. Entretanto se estaba desarrollando secretamente el Proyecto Manhattan, cuyo 
objetivo era la fabricación de la bomba atómica. Al enterarse el equipo de profesionales del 
laboratorio de metalurgia de la Universidad de Chicago se proclamó en contra del lanzamiento de la 
bomba. Y la gran mayoría de los científicos adhirieron a ello, y se pusieron al servicio del uso de la 
energía atómica con fines pacíficos. La Carta que escribió Einstein en 1939 al entonces presidente 
Roosevelt de los EEUU, es un testimonio de ello. 
 Sin embargo, el 6 de agosto de 1945 durante la presidencia de Harry Truman, la aviación de 
los EEUU lanzó la bomba atómica sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki causando 
la muerte de 75.000 personas, 300.000 heridos y una aún mayor e inestimable cantidad de personas 
afectadas con secuelas por alteraciones genéticas derivadas incluso en sus descendientes. 
 Ante estos hechos y sus horrorosas consecuencias, resultaba necesario un acuerdo universal 
para preservar al conjunto de la humanidad. El 24 de octubre de 1945 se reconoce oficialmente como 
la fecha de la fundación de Organización de Naciones Unidas (ONU), que tiene por objetivos la paz 
mundial, el respeto a la igualdad de derechos para todas las naciones bajo el criterio de libre determi-nación de los pueblos, y la cooperación internacional en salud y educación, como ejes fundantes de 
su accionar. 
El preámbulo de la Carta de Naciones Unidas, firmada por los mandatarios de cincuenta y un 
países, fue redactado por el Mariscal Jan Christiaan Smuts (1870-1950). Este estadista y filósofo 
sudafricano había publicado en 1926 un libro titulado “Holism and Evolution” (Holismo y evolución). 
En este libro tomó algunos conceptos de la física de principios de este siglo para llevarlos al campo 
de la filosofía. Allí sostiene que cada unidad forma parte de otra mayor, compartiendo con otras 
semejantes el mismo nivel jerárquico de pertenencia. Y en consecuencia, cada evento en una parte 
del sistema total tiene repercusiones sobre las otras. Smuts concebía el mundo como pequeñas 
totalidades que forman parte de otras totalidades, en una cadena de interdependencias entrelazadas. 
Las ideas de Smuts no sólo se reflejaron en el espíritu de creación de la ONU, sino que influyeron en 
pensadores y científicos que reconsideraron sus saberes a la luz de estas concepciones. Es así que 
comienza a abrirse camino la epistemología del nuevo paradigma científico, al que se conoce como 
paradigma holístico. 
El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó y proclamó 
la Declaración Universal de Derechos Humanos. Tras este acto histórico, la Asamblea pidió a todos 
los Países Miembros que publicaran el texto de la Declaración y dispusieran que fuera "distribuido, 
expuesto, leído y comentado en las escuelas y otros establecimientos de enseñanza, sin distinción 
fundada en la condición política de los países o de los territorios". Es muy interesante reflexionar su 
 
 
 
 
 
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contenido en el contexto de la evolución del pensamiento del cual surge, y su relación con la realidad 
sociopolítica de ese momento. 
El espanto provocado por los efectos de la bomba atómica en el seno mismo de los 
científicos, y en la comunidad internacional, los llevó a centrar sus esfuerzos en la necesidad de 
incluir un propósito humanista en la ciencia. Este replanteo que comienza siendo en principio ético, 
incidió también en el modo de pensar las diferentes aplicaciones de sus descubrimientos y los 
objetivos de los mismos. 
A la luz de los aportes de Smuts, la relación cuerpo-mente encuentra un consenso científico 
para salir de la órbita de la causalidad que nos deja entrampados en si es primero el huevo o la 
gallina. La simultaneidad de procesos sustituye a la causalidad. Si bien esta idea ya había sido 
planteada muchos años antes por Leibniz, tal como lo comenté anteriormente, recién tiene eco en la 
comunidad científica alrededor de 1950. Es más, recién en las últimas décadas estamos comenzando 
a aceptar que verdaderamente el término causalidad tampoco da cuenta de la realidad. Sabemos que 
en ciencia para que algo pueda ser considerado causa de un evento, debe cumplir con los requisitos 
de ser necesario y suficiente. Actualmente, y cada vez con más fuerza y fundamentos, algunos 
investigadores reconocidos y de amplia trayectoria cuestionan la validez de la causalidad incluso en 
una disciplina tan positivista como la medicina. Por ejemplo, se sabe que para que una persona tenga 
tuberculosis es necesario que esté contaminada con el bacilo de Koch. Y también se sabe que no es 
suficiente la presencia de este bacilo en el organismo para que una persona desarrolle tuberculosis. 
Hay un cuentito popular muy gracioso que ejemplifica adónde nos puede conducir el 
pensamiento causal determinista: 
 
Un científico determinista y positivista, de pensamiento causalista, presenta 
en un congreso su teoría sobre las relaciones sensoriomotrices de las cucarachas. 
Para demostrar su teoría apoya una cucaracha sobre su escritorio, y la llama 
“cucarachita, vení”. La cucarachita responde acercándose a su mano, y salta sobre 
ella. Dice: “observen lo que ocurre de ahora en más” y le arranca el primer par de 
patas. Reitera su llamado: “cucarachita vení”. La cucarachita haciendo un esfuerzo 
considerable vuelve a repetir la prueba. Continúa con su demostración diciendo: 
“miren bien ahora” mientras le saca el segundo par de patas. La pobre cucarachita 
hace un esfuerzo denodado para volver a repetir la prueba. Y pidiéndole al público 
que observe con mucha atención, el científico le saca el tercer y último par de patas. 
La llama “cucarachita vení”, y nada. Repite otra vez el llamado, y nada. Entonces 
concluye diciendo: “como pueden observar aquí, queda demostrada mi teoría: la 
cucaracha sin patas se queda sorda”. 
 
Podemos afirmar que la segunda mitad del siglo XX, luego de la gran crisis de los 50, fue 
decididamente un tiempo de pensar lo que se conoce. Las preguntas claves que orientaron el rumbo 
de gran parte de los científicos fueron “qué se conoce”, “cómo se conoce”, y “para qué se conoce”. La 
ciencia recupera su sentido de ser al reapropiarse de su inexorable destino humanitario. Es un tiempo 
de replanteos éticos y revisión de valores. Si bien se reconoce que la bioética surge como tal recién 
en 1992, es indudable que los científicos de ese tiempo posterior a la gran guerra, tanto en medicina 
como en física, se vieron impulsados a considerar los aspectos éticos de sus aportes a la luz de la 
preservación y el respeto por la vida humana. Excede el objetivo de este trabajo mencionar aquí la 
inmensa lista de manifestaciones al respecto. 
En el pensamiento de Perls estas nociones están presentes de diferentes maneras en casi 
todos sus escritos. El camino a seguir en un proceso terapéutico cuando los terapeutas nos 
preguntamos ‘qué hacemos’, ‘cómo lo hacemos’, y ‘para qué lo hacemos’ implica respeto por la vida 
humana, implica incluir un sentido humanitario en la psicoterapia. 
Es evidente que los desarrollos científicos del siglo XX redefinen la salud, la enfermedad y la 
relación médico-paciente. Este cambio de paradigma incluye una reformulación clínica a la luz de 
criterios que podrían definirse como bioéticos. 
 
Mientras unos físicos y filósofos construían paulatinamente las bases para una epistemología 
y una ciencia humanista, otros profesionales de la salud seguían discutiendo acerca de la etiología 
 
 
 
 
 
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de las enfermedades. La disputa entre organicistas y psicologistas llega a un punto crítico a mediados 
de los 50’. La enfermedad mental para los psiquiatras organicistas de ese tiempo, al igual que el resto 
de las enfermedades, tenía una etiología orgánica y debía ser tratada con los recursos de la 
medicina, con la gran novedad de los 50’ que fueron los medicamentos. Desde entonces la 
farmacoterapia hizo grandes avances, tanto es así que hay quienes aún creen que los laboratorios 
medicinales tienen remedios para todo. 
Por otra parte los psicoanalistas sostenían que la enfermedad era una derivación de lo 
simbólico. Al mecanismo por el cual se deriva una energía psíquica al soma lo llamaron somatización. 
El determinismo causal de las enfermedades que proponían algunos psicoanalistas de esa época, 
tampoco cumple con los requisitos de ser necesaria y suficiente. Es interesante considerar que fue 
Christian August Heinroth (1773-1843) quien introdujo el término psicosomático, y fue Ernest Von 
Feuchtersleben (1806-1849) quien habla del concepto de totalidad psicofísica en 1845 en su libro 
“Dietética del alma”. Lo psicosomático no surge con el psicoanálisis. 
Mientras tanto, en los ambientes existencialistas que consideran al organismo como el 
territorio que posibilita el desarrollo cotidiano de la existencia, surgen aportes como los de Ludwig 
Binswanger (1881-1966) y los de Philip Lersch (1898-1972). Este último rescata el pensamiento de 
Wilhelm Dilthey (1833-1911) y comienza a hablar del “circuito funcional de la vivencia”. Este concepto 
se refiere a la relación que se establece entre el propio cuerpo,el propio psiquismo y el vínculo con 
los otros. La Terapia Gestalt comparte fundamentos filosóficos con las terapias existenciales. 
De un modo muy general, y sin considerar a quienes se desprendieron de los movimientos 
originales para reformularlos, en estos tres ejemplos -organicistas, psicoanalistas y existencialistas- 
se manifiestan claramente las diversas actitudes ante los nuevos descubrimientos. Los primeros 
manifestaron su pragmatismo, los segundos incluyeron respuestas a nuevas preguntas reforzando 
sus propios fundamentos, y los terceros aceptaron -en parte- estas novedades de la ciencia. 
Estos enfoques para comprender la enfermedad siguen siendo hoy en día tendencias 
divergentes, ya que sus fundamentos parten de distintas epistemologías de base. A su vez, de cada 
una de ellos se fueron derivando nuevas escuelas que constituyen hoy un panorama complejo de 
tendencias con encuentros y desencuentros. 
 
Según Pedro Laín Entralgo (1908-2001), la medicina psicosomática comienza con los 
hipocráticos, ya que según la teoría de los cuatro humores la psyqué interactuaba con todo el 
organismo. En consecuencia, no sólo debía tratarse la parte enferma sino que era necesario 
considerar que esta formaba parte de un todo que es la persona que sufre. Este es un ejemplo que 
señala que la comprensión holística de las enfermedades estuvo presente en los comienzos de la 
medicina misma, aunque esta nominación surgió muchos años después cobrando fuerza, profun-
didad, y consenso científico a mediados del siglo XX. 
 
Fritz Perls en ese “aquí y ahora” 
Toda esta secuencia de descubrimientos y modos de pensar al ser humano y su acontecer 
son parte del contexto científico y epistemológico en que se desarrolló Friedrich Salomón Perls (más 
conocido por su apodo Fritz), que nació en 1893 y falleció en 1970. 
En ocasiones se menciona a Fritz Perls como el creador de la Terapia Gestalt, aunque en 
realidad puede afirmarse que fue su precursor. Perls era un médico psicoanalista que vivía en 
Alemania cuando asumió Hitler en 1933. Luego de las primeras persecuciones de judíos emigró a 
Sudáfrica. En 1936 Perls presentó un trabajo titulado “Las resistencias orales” en el Congreso In-
ternacional de Psicoanálisis que se hizo en Praga. El contenido de su ponencia se oponía a los que 
entonces se consideraban los pilares fundamentales de la teoría psicoanalítica, por lo cual fue 
rechazado por los presentes y por el mismo Freud. 
En 1939 tomó contacto con el Mariscal Jan Smuts, durante su segundo mandato como Primer 
Ministro de Sudáfrica. Perls quedó impactado por las ideas de Smuts. En 1947 Perls publicó “Yo, 
hambre y agresión”. La primera parte de este texto, que cuenta con varios capítulos de consistente 
reconceptualización teórica y clínica, se titula “Holismo y Psicoanálisis”. Aún la Terapia Gestalt no 
existía como tal. 
En 1950, cuando residía en Nueva York, formó parte de un grupo de estudio e investigación 
conjuntamente con Lore Posner (quien luego fue su esposa, y se la conoció como Laura Perls), Paul 
 
 
 
 
 
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Goodman, Isadore From, Paul Weiz, Ralph Hefferline, Eliot Shapiro, y Sylvester Eastman. Al año 
siguiente (1951), y como resultado de sus intercambios, Perls, Goodman y Hefferline publicaron su 
primera obra conjunta en dos tomos que se tituló “Terapia Gestáltica”. Este primer texto se conoce 
entre los gestaltistas con el apodo “la Biblia de la Gestalt”, pues sentó las bases sobre las cuales se 
fundó este enfoque piscoterapéutico. 
Perls fue un hijo de su tiempo. Su interés por conocer la esencia de lo humano estuvo 
impregnado no sólo de sus experiencias personales, sino también de todo este contexto de desarrollo 
del pensamiento, de la ciencia, y de sentido humanitario. 
 Uno de los aportes sustanciales que hizo Perls a la Terapia Gestáltica proviene de su 
experiencia en Frankfurt desde 1927 hasta que emigró a Sudáfrica, como asistente en el equipo de 
investigación de Kurt Goldstein. Este neuroanatomista y clínico publicó en 1934 “The Organism: A 
Holistic Approach to Biology Derived from Pathological Data in Man” [El organismo: un acercamiento 
holístico a la biología derivada de datos patológicos en el hombre]. De sus observaciones trabajando 
con lesionados de la Primera Guerra Mundial, arribó a algunas conclusiones que tuvieron gran 
influencia en las neurociencias y en las psicoterapias. Las mismas se podrían resumir muy 
sintéticamente en dos postulados básicos: 
 Las conceptualizaciones clínicas y neurológicas atomistas no dan cuenta de las 
manifestaciones de un organismo vivo. Estas deben comprenderse por la totalidad de su 
conducta e interacción con su ambiente. 
 Los recursos asombrosos del organismo para adaptarse a las pérdidas de funciones, se 
deben a una redistribución de la energía reducida y disponible, con el propósito de preservar 
a la totalidad tanto como las nuevas circunstancias lo permitan. 
 
La primera de estas dos premisas alude a la unidad psique-soma como totalidad existencial. Y 
la segunda se refiere a la capacidad plástica del organismo total para autorregularse. Esta capacidad 
potencial del organismo total es lo que se conoce con el nombre de autorregulación organísmica. La 
influencia de los aportes de Kurt Goldstein y su Teoría del Campo Global, tal como se la conoce, 
puede observarse no sólo en Fritz Perls sino también en Maurice Merleau-Ponty, Georges 
Canguilhem, Ernst Cassirer, y Ludwig Binswanger, entre otros, además de ser el sustento de algunos 
avances en neurociencias durante los últimos años. 
 
 
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