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El género como justificación de la discriminación y violencia en contra de las mujeres

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Álvarez Frías Frida Daniela 
El género justificación de la discriminación y violencia en contra de las 
mujeres 
Desde tiempos antiguos, el género ha sido usado como un instrumento de 
opresión y discriminación para las mujeres, colocándonos en sitios de desventaja 
frente a los hombres. Quienes han usado al género como categoría discriminatoria 
han intentado apoyarse en la biología, argumentando que por naturaleza los 
hombres son más fuertes y racionales que las mujeres, quienes al parecer 
carecen de toda cualidad útil para ser parte de la sociedad. 
Con la llegada de la Ilustración en el siglo XVIII, el ser humano se colocó en el 
centro de los estudios y consideraciones. Este movimiento se caracterizó por 
atribuirle al ser humano las características de igualdad, fraternidad, libertad y 
razón. Por lógica, asumiríamos que en la palabra humano está implícito la 
referencia tanto a hombres como a mujeres, pero no es así; en la ilustración solo 
se consideraba a los hombres como sujetos de razón mientras que las mujeres 
eran consideradas como incapaces de pensar y razonar, no eran sujetas de las 
características anteriormente mencionadas y por lo tanto, no eran consideradas 
como humanas1. 
Incluso, en La Declaración Universal de los Derechos del Hombre y el Ciudadano 
de 1789 -uno de los primeros documentos en donde se establecían lo que hoy 
conocemos como Derechos Humanos- podemos ver que las mujeres quedaron 
totalmente excluidas, sin mencionarlas en ningún título ni en el documento en su 
totalidad. 
Ante esta exclusión, en 1791, Olympe de Geoges redactó la Declaración Universal 
de los Derechos Humanos de la Mujer y la Ciudadana, en respuesta a la clara 
exclusión de las mujeres en el primer documento y en el proyecto de igualdad y 
libertad. Sin embargo, Olympe fue condenada a la guillotina debido a que los 
 
1 Recuperado de la catedra otorgada por la profesora Nelly Lucero Lara Chávez en la 
materia Violencia contra las Mujeres: genealogía, actualidad y resistencias. 13 febrero 
2023. 
hombres de la época no concebían que las mujeres estuvieran al mismo nivel que 
ellos. 
La justificación para no considerar a las mujeres como personas racionales y 
sujetas de derechos humanos, recaía en el género. Las mujeres eran 
consideradas frágiles, débiles y emotivas debido a su género, y se consideraba 
que estas características eran naturales. Como resultado, se les asignó un papel 
establecido que las relegaba al espacio privado, alejadas de cualquier 
participación en asuntos públicos. 
Si bien en la actualidad las mujeres ya pueden estar presentes en los espacios 
públicos, ocupar cargos importantes y hacer escuchar su voz, el género sigue 
siendo un pretexto para excluir y violentar a las mujeres en distintos espacios. Por 
lo tanto, el propósito de este texto es observar cómo afecta el uso de la categoría 
de género en la vida cotidiana de las mujeres, haciendo énfasis en los espacios en 
donde se convive diariamente con varones, como el trabajo y la escuela. 
Por género entendemos que es un sistema de prácticas, símbolos, 
representaciones, normas y valores sociales elaborados y empleados por las 
sociedades a partir de las diferencias anatómicas entre hombres y mujeres2. 
Como bien explica Joan W. Scott, es una categoría social impuesta sobre un 
cuerpo sexuado3 que busca designar los roles apropiados para los géneros 
masculino y femenino. 
El uso del género como una categoría se comienza a usar desde el seno familiar, 
generalmente son las personas encargadas de la educación de las infancias –
principalmente mujeres- quienes consciente o inconscientemente enseñan a los 
niños y niñas a aceptar y ejercer la desigualdad en función del género4. Esto va 
 
2 Teresita de Barbieri, “Sobre la categoría género. Una introducción teórico metodológica”, 
Debates en sociología, núm. 18, Instituto de Investigaciones Sociales UNAM, 1993, p 149. 
 
3 Joan W. Scott, “El género: una categoría útil para el análisis histórico”, Compiladora. El 
género: la construcción cultural de la diferencia sexual. PUEG, México, 1996, p 7. 
 
4 Óp. Cit., Teresita de Barbieri, p 155. 
desde el uso de los colores –rosa para niñas y azul para niños- hasta los regalos 
que reciben las infancias en alguna ocasión especial: un bebé para jugar a ser 
madre para la niña, una capa y una máscara para jugar a ser súper héroe para el 
niño. Desde la edad temprana, las infancias aprenden a diferenciar lo que 
pertenece a las niñas y a los niños y a no mezclar las cosas, las niñas juegan solo 
con cosas de niñas, no deben jugar con cosas de niños. 
Lo mismo sucede con las actividades o deportes, por ejemplo el futbol. Una niña 
con el deseo de practicar futbol en una sociedad educada con los estereotipos de 
género, será considerada como machorra, masculina o con deseos de ser un niño, 
lo cual resulta escandaloso para la sociedad. Lo adecuado en ese contexto sería 
que la niña hiciera algo más femenino y delicado, como el ballet. Esto nos deja 
ver que existen actividades designadas para niños y niñas, los deportes 
generalmente son asociados con el género masculino, mientras que la danza y 
sus similares, son adjudicadas a lo femenino. 
Esto escala a la compleja esfera del mundo escolar y laboral, así como existen 
actividades dirigidas a un género en específico, también existen las carreras 
universitarias y ocupaciones designadas para hombres y mujeres. Si bien 
cualquier persona es libre de elegir que estudiar y en donde trabajar, la realidad es 
que los estereotipos de género dictados por la sociedad juegan un papel 
sumamente importante en la elección de la persona. Por ejemplo, las carreras 
relacionadas con la ingeniería están mayormente pobladas por hombres por lo que 
ver a una mujer en las facultades de ingeniería o incluso como ingeniera titulada, 
es algo atípico y en ocasiones, objeto de discriminación, burlas y acoso. 
En el espacio de trabajo, los estereotipos de género también están presentes. Las 
mujeres son víctimas de estos en prácticamente todo momento, desde la etapa de 
la contratación donde preguntan si están embarazadas o planean tener hijos hasta 
en el ejercicio de sus labores, donde son blancos de distintos tipos de violencia o 
expuestas a situaciones de incomodidad. 
Muy importante mencionar el tema de la paridad salarial, es muy común que aun 
realizando el mismo trabajo, desempeñando las mismas funciones y obteniendo 
los mismos resultados, los hombres ganen más dinero que las mujeres. Esto 
recae en la idea del hombre proveedor y la mujer subordinada, una mujer no 
debería ganar tanto dinero si tiene un marido que le puede proveer a ella y a su 
familia. Esto es un gran ejemplo de discriminación por razones de género. 
Llegar a puestos de alta autoridad también es materia para el género. Ocupar 
cargos de gran importancia es normal para el género masculino, mientras que 
para el género femenino es algo prácticamente inalcanzable aunque no imposible. 
Si una mujer llega a obtener algún tipo de ascenso, esta es cuestionada sobre la 
validez y la ética de sus medios para conseguir tal ascenso. En cambio, si es un 
hombre quien recibe el beneficio, es felicitado y celebrado, nadie le pregunta si 
tuvo que mantener una relación sexo-afectiva con su superior para obtener el 
cargo. 
Existen los casos de muchas mujeres que son privadas de su decisión de estudiar 
o trabajar, principalmente por temas de género. Las mujeres deben quedarse en 
casa, cuidando de los hijos, preparando la comida y haciendo el aseo del hogar, 
para la sociedad esto es para lo que una mujer está destinada, salirse de este rol 
supone ir en contra del orden social y de la naturaleza. 
Ante la inconformidad y disgusto que representa ser violentadas y discriminadas, 
las mujeres deciden alzar la voz en contrade tales prácticas. Sin embargo, la 
sociedad sentencia a estas mujeres a tolerar estos abusos e injusticias pues al 
jugar en contra de los roles preestablecidos de género, se exponen a los peligros 
que esto implica. Esto quiere decir que al sufrir algún tipo de incidente tanto en la 
escuela o en el trabajo, la culpa es de las mujeres por salirse de los roles de 
género establecidos para ellas. 
Lo anterior invita a pensar, ¿en el espacio privado del hogar las mujeres están a 
salvo? Lamentablemente no, a pesar de que se les ha asignado ese espacio, no 
son ellas quienes mandan y ejercen el poder ahí; son los hombres quienes son 
dueños del espacio, sólo subordinan a las mujeres a llevar a cabo ciertas labores 
dentro de él. Por supuesto que con esto no se invalida la existencia de las jefas de 
familia, generalmente mujeres madres solteras o viudas. 
Salirse de los roles de género implica recibir un castigo o tolerar toda clase de 
injusticias. Los tipos de castigo que reciben las mujeres son violentos, que van 
desde la violencia verbal hasta la violencia sexual e incluso, el feminicidio. No 
olvidemos también que los hombres que se atreven a salir del rol al que han 
estado sujetos, también son objeto de burlas, acoso y discriminación. 
Para una sociedad fuertemente arraigada a los estereotipos de género, este es 
prácticamente un condicionante para determinar el valor y capacidades de las 
mujeres en los ámbitos de la vida, como la escuela y el trabajo. El género no 
debería ser un punto importante para definir quiénes son más aptos para 
desempeñar ciertas actividades, ocupar cargos, etc. Todas las personas, 
independientemente de su género, tienen derecho a desempeñarse en los 
trabajos y actividades que deseen, así como igualdad de oportunidades, trato justo 
y respetuoso. 
Seguir caminando de la mano de los roles de género, socava el desarrollo de la 
sociedad en conjunto. La discriminación en razones de género relega a las 
mujeres a no participar en la vida pública, a no hacer valer su voz y a limitar su 
participación en la sociedad. Esto afecta a todos, por ejemplo, afecta la imagen de 
un país en la esfera internacional pues básicamente, se están violando los 
Derechos Humanos de las mujeres. 
La simple idea de que las mujeres sean menos merecedoras de oportunidades y 
derechos solo por su género es inaceptable. Quizás es muy complicado en 
imaginar una sociedad que no se guie en lo absoluto por los roles de género, pero 
pueden comenzar a verse cambios si modificamos poco a poco la forma en que se 
educan a las infancias, pues desde pequeños se comienzan a educar con base a 
los roles de género. 
Fomentar la educación y conciencia sobre los derechos de las mujeres y los 
peligros que suponen los roles de género, es una tarea ardua pero no imposible. 
Debe comenzar desde el seno familiar, fortalecerse en la escuela y reflejarse en 
las políticas públicas, las cuales deben estar orientadas a proteger a las víctimas 
de discriminación y violencia, así como prevenir que sigan suscitándose este tipo 
de actos. 
La lucha contra el uso de los roles de género para justificar la violencia y 
discriminación contra las mujeres es trabajo de toda la sociedad. Debe existir un 
gran compromiso con esta causa para así alcanzar resultados tangibles. Las 
mujeres también son humanas, son personas, igual de merecedoras de Derechos 
Humanos y oportunidades, el género no debe ser un arma para socavar la 
integridad de nadie, ni de mujeres ni hombres. 
 
Fuentes de consulta. 
 Joan W. Scott, “El género: una categoría útil para el análisis histórico”, 
Compiladora. El género: la construcción cultural de la diferencia sexual. 
PUEG, México, 1996, pp 
 Notas personales de la clase de Feminismo y Crítica a la Modernidad 2023. 
 Notas personales de la clase Violencia contra las Mujeres: genealogía, 
actualidad y resistencias 2023. 
 Teresita de Barbieri, “Sobre la categoría género. Una introducción teórico 
metodológica”, Debates en sociología, núm. 18, Instituto de Investigaciones 
Sociales UNAM, 1993, pp

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