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700-Texto del artículo-1656-1-10-20210806

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El concepto de territorio en el marco de la perspectiva organizacional pp. 9-24
El concepto de territorio en el marco de la 
perspectiva organizacional
The concept of territory in the framework of organizational 
perspective
José Carlos López Figueroa
Instituto Tecnológico de Sonora
(Fecha de recepción: 10 de enero de 2020, Fecha de aceptación: 15 de marzo de 2020)
Resumen
El presente artículo es una reflexión de carácter teórico para convertir al territorio en un objeto de estu-
dio que puede analizarse bajo la perspectiva organizacional. El concepto de territorio tiene una diver-
sidad de connotaciones, se caracteriza por su polisemia, su complejidad y la multidimensionalidad. Se 
trata de un término que permite visualizar no sólo lo que acontece en el contexto de la organización, 
sino, también, resulta de utilidad para comprenderlas pues es el espacio donde se integran. No obstan-
te, dentro de la literatura no se ha encontrado de forma explícita por qué el territorio puede ser conside-
rado un objeto de estudio de la perspectiva organizacional en sentido amplio. Es así como se retoman 
los planteamientos que ofrecen De la Rosa y Contreras (2007) y De la Rosa, Pérez y Hernández (2016), 
autores que han abordado el partido político y la ecoaldea como objetos de estudio de lo organiza-
cional. De esta manera, es posible sugerir que esta perspectiva puede ser considerada una alternativa 
para el análisis organizacional en la dimensión espacial. En este recorrido, se establecen diversos sig-
nificados del territorio, así como sus dimensiones para su comprensión. Dentro de las reflexiones, se 
encuentra no sólo la forma sobre cómo desarrollar una perspectiva organizacional del territorio, sino 
también, cuatro formas de analizarlo en relación con algunos paradigmas organizacionales. 
Palabras clave: organizaciones, interdisciplinariedad, territorio, estudios organizacionales. 
Abstract
This document has as aim to perform a theoretic framework to turn the territory into an object of study 
that can be analyzed from an organizational perspective. The territory has a diversity of meanings and it 
is characterized by their polysemic character, complexity and multidimensionality. It is a term that allows 
visualizing not only what happens in the organizational context, but also is useful to understand them 
because it is the space where they are integrated. However, within the literature, it has not been explicitly 
found why the territory can be considered an object of study from the organizational perspective. It’s how 
the approaches offered by De la Rosa and Contreras (2007) and De la Rosa, Pérez and Hernández (2016) are 
retaken, authors who have studied the politic party and the ecovillage from organizational perspective. In 
this way, it is possible to suggest that this perspective can be considered an alternative for organizational 
analysis in the dimensional space. Throughout the article, various meanings of the territory are established, 
as well as its dimensions for its understanding. Finally, among the reflections, there is not only one way on 
how to develop an organizational perspective of the territory but rather four ways of analyzing it in relation 
to some organizational paradigms.
Keywords: organizations, interdisciplinary, territory, organizational studies.
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José Carlos López Figueroa
Introducción 
Definir el territorio resulta una tarea com-pleja dada la gran cantidad de conno-taciones del término, y al uso que se le 
ha dado en diversos espacios académicos. Para 
algunos, por ejemplo, el territorio es un geosím-
bolo; para otros, es un concepto teórico, empírico 
o analítico; mientras que para unos más, simple-
mente es una construcción social o una unidad de 
observación. En la academia, su uso se ha exten-
dido de manera importante a temas relacionados 
con el desarrollo, la política pública, la economía y 
la cuestión medioambiental. Al respecto, Cabrera 
(2016: 37) señala que se provoca “una amplia co-
bertura en el medio académico e investigativo, ya 
que forma parte de las preocupaciones cognitivas 
e integra el cuerpo conceptual y teórico de muy di-
versas disciplinas, en las cuales adquiere también 
una variada gama de significaciones”. 
Añádase a lo anterior que, el estudio del territo-
rio no sólo ha pasado por aproximaciones discipli-
nares como la geografía, la economía, la sociología, 
la geopolítica, la antropología, entre otras ciencias, 
sino también por aproximaciones interdisciplina-
res como las que se establecen entre la sociología 
y la geografía, la geografía y la antropología, la po-
lítica y la economía. A pesar de lo anterior, ninguna 
de estas perspectivas disciplinares satisfizo la bús-
queda de considerar el territorio como un objeto 
de estudio de la perspectiva organizacional. En tal 
sentido, resulta atractivo ampliar la visión bajo la 
cual se analiza y comprende este concepto, lo cual 
se puede lograr colocándolo bajo una perspecti-
va organizacional. De esta manera, es posible que 
sea comprendido como un objeto de estudio tan-
to para los Estudios Organizacionales (en adelan-
te eo), como para la Teoría de la Organización (to). 
Específicamente, en los eo, Contreras (2017) seña-
la la necesidad de recuperar la dimensión territorial, 
la cual permitiría hacer visible las interacciones so-
ciales, el lugar donde se dan los eventos, así como 
las diferentes escalas de análisis. Todo esto sería de 
utilidad en el entendimiento de lo que sucede en la 
organización y en su relación con otras. 
Bajo el contexto anterior, este artículo tiene co-
mo objetivo enmarcar el concepto de territorio 
bajo la perspectiva organizacional con el fin de am-
pliar la visión, el análisis y la reflexión de este con-
cepto desde el ámbito organizacional. Para lograr 
lo anterior, el documento lo integran seis aparta-
dos: el primero aborda el concepto de territorio, 
demostrando que este término se caracteriza por 
ser polisémico. A partir de significar al territorio 
desde distintos ángulos, en el segundo apartado 
se aborda la dimensión social, económica, políti-
ca y cultural del territorio las cuales implican cua-
tro formas de analizarlo. El tercer apartado aborda 
la interdisciplinariedad y el territorio, en el cual se 
plantea que éste último puede ser analizado bajo 
una perspectiva organizacional como una alterna-
tiva emergente. 
Con el planteamiento anterior, el cuarto apar-
tado da respuesta a dos interrogantes: ¿qué se en-
tiende por perspectiva organizacional? y ¿cómo 
posicionarse bajo una perspectiva organizacio-
nal? Con la respuesta a estas interrogantes, en el 
apartado cinco se sientan las bases para colocar al 
territorio en el escenario de la perspectiva organi-
zacional, aspecto que se logra haciendo uso de los 
planteamientos de diferentes autores como, por 
ejemplo: De la Rosa y Contreras (2007), De la Rosa, 
Pérez y Hernández (2016). Para terminar, en el apar-
tado seis se concluye que el territorio, al ser con-
siderado un objeto de estudio de la perspectiva 
organizacional, puede ser incluido en la agenda de 
investigación de los eo para ser estudiado bajo las 
temáticas, las corrientes o los paradigmas de este 
ámbito del conocimiento. 
Un concepto, distintos significados
El término territorio no es nuevo, según Capel 
(2016) procede del latín territorium, y se encuentra 
en castellano, al igual que en francés, por lo menos 
desde el siglo xiii. A lo largo del tiempo el territo-
rio se ha presentado de diversas maneras; en pri-
mer lugar, según los planteamientos de Schneider 
y Peyré (2006),su surgimiento tiene que ver con 
las formulaciones de Friedrich Ratzel bajo el con-
texto histórico de la unificación alemana en 1871, 
y la institucionalización de la geografía como dis-
ciplina en las universidades europeas. Para Ratzel, 
el concepto de territorio tendría como referencia el 
Estado. En segundo lugar, la contraposición a esta 
idea viene al final del siglo xix y comienzos del siglo 
xx con los trabajos de Paul Vidal de La Blache —la 
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escuela francesa de geografía conocida como po-
sibilismo— que tenían la noción de región como 
contrapunto a la de territorio. La región, terminó 
desacreditando al territorio como un concepto ex-
plicativo de la realidad. Al respecto, Llanos-Hernán-
dez (2010: 209) menciona: 
La región, como referente empírico que pro-
viene desde la época del imperio romano, va 
a adquirir un nuevo sentido paradigmático 
a partir del pensamiento geográfico de Paul 
Vidal de la Blache, quien se interesará en co-
nocer la relación de los seres humanos con su 
entorno natural, reconociendo que cada re-
gión es una posibilidad de pensamiento y de 
cultura diferente. 
En tercer lugar, después de su declive, el te-
rritorio vuelve a ser debatido en la década de los 
setenta como concepto explicativo de la realidad 
(Schneider y Peyré, 2006).1 Para autores como Lla-
nos-Hernández (2010), el regreso del concepto de 
territorio se da a fines del siglo xx, cuando el para-
digma del desarrollo social fue desplazado por el de 
la economía de mercado. A partir de la década de los 
setenta, el territorio se convirtió en un concepto 
cada vez más utilizado en geografía y otras ciencias 
sociales (Capel, 2016). En este regreso a escena, el 
territorio como concepto adquiere un carácter ge-
neral, flexible, multidimensional y complejo, rasgos 
que lo terminan reposicionando en las ciencias so-
ciales (Cabrera, 2016). En este sentido, “el territorio 
aparece en diferentes ciencias, pero no pertenece 
a ninguna disciplina concreta, aunque algunas lo 
hayan estudiado más intensamente” (Capel, 2016: 
5). Todo esto permite destacar un atributo del con-
cepto: la transversalidad; pues, “atraviesa los cam-
pos de la política, la antropología, la geografía, el 
urbanismo, la planificación, la epistemología y la 
estadística” (Cabrera, 2016: 37). Para otro autores, 
las disciplinas que lo han estudiado son: la econo-
mía, sociología, historia, psicología y la geopolítica 
(Boisier, 2011); para unos más, son la demografía, la 
arqueología, el derecho, la filología (Capel, 2016); y 
para otros, la ecología (Almeida, 2003). Aun con es-
te amplio espectro de ámbitos de estudio, ninguna 
de estas disciplinas muestra aspectos en sentido 
definitivo sobre la utilidad de analizar, comprender 
o explicar el territorio desde el campo de los Estu-
dios Organizacionales. 
La generalidad y la transversalidad del concep-
to, destaca un atributo más: la polisemia.2 El terri-
torio desde la perspectiva jurídica es entendido 
como el espacio físico sobre el que se extiende un 
Estado, que abarca como mínimo tres dimensiones 
espaciales: la terrestre, la marítima y la aérea (Ro-
bledo-Silva, 2020). Otra definición es la que distin-
gue al territorio como “un escenario de poder, de 
gestión y de dominio del Estado, de individuos, de 
grupos y organizaciones y de empresas locales, na-
cionales y multinacionales” (Nates-Cruz, 2010: 211). 
Ambas definiciones están ligadas con el aspec-
to jurídico-político y con el vínculo entre Estado-
territorio y poder-territorio. Algo más que agregar 
sobre las definiciones mencionadas, es que tam-
bién son parte de una de las cuatro acepciones 
que se encuentra en el Diccionario de la lengua es-
pañola, publicado por la Real Academia Española: 
porción de la superficie terrestre perteneciente a 
una nación, región, provincia (rae, 2020). Las otras 
refieren a: 1) terreno (campo o esfera de acción), 2) 
circuito o término que comprende una jurisdicción, 
un cometido oficial u otra función análoga y 3) terre-
no o lugar concreto, como una cueva, un árbol o un 
hormiguero, donde vive un determinado animal o 
un grupo de animales relacionados por vínculos 
de familia, y que es defendido frente a la inva-
sión de otros congéneres. 
Otro significado de territorio que permite desta-
car su dimensión social es la propuesta por Schnei-
der y Peyré (2006: 90) al sostener que el territorio 
tiene una “proyección material pero es, sobre to-
do, una construcción social del espacio que ocurre 
de forma colectiva entre los individuos e institu-
ciones que están en el territorio y establecen códi-
gos de [pertenencia] a este”. Por su parte, Martínez 
(2012), refiere al territorio como un espacio en el 
que los actores construyen procesos sociales que 
permiten, a su vez, cuestionar determinadas rela-
ciones de poder. Desde la perspectiva de la cons-
trucción social, la cual se realiza con aportes de la 
geografía humana y crítica, es posible incorporar 
la dimensión simbólico-expresiva y la instrumen-
tal-funcional que involucra aportes disciplinarios 
de la sociología, la antropología, la geografía y la 
economía para comprender al territorio (Cabrera, 
2016). Desde la primera dimensión, Cabrera señala 
que “se estaría enfatizando en el entramado de ac-
titudes, valores, representaciones, que la sociedad 
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imprime en el territorio en su desarrollo histórico” 
(Cabrera, 2016: 46). En cuanto a la segunda, el terri-
torio se entiende “como producto de procesos de 
producción, consumo y circulación, engarzado con 
la perspectiva de la economía, que lo entiende co-
mo lugar de producción, como medio de produc-
ción y fuerza productiva” (Idem). 
Para terminar la presentación de definiciones, 
una que resalta la complejidad del territorio y pare-
ce englobar la mayoría de perspectivas de estudio 
del concepto —jurídica, poder, instrumental, social 
y cultural— es la que Giménez (2000: 24) plantea: 
Por eso el territorio puede ser considerado 
como zona de refugio, como medio de sub-
sistencia, como fuente de recursos, como 
área geopolíticamente estratégica, como cir-
cunscripción político-administrativa, etcéte-
ra; pero también como paisaje, como belleza 
natural, como entorno ecológico privilegiado, 
como objeto de apego afectivo, como tierra 
natal, como lugar de inscripción de un pasado 
histórico y de una memoria colectiva y, en fin, 
como geosímbolo.
La diversidad de significados del territorio se 
generan de acuerdo con los distintos marcos teó-
ricos propuestos por las diferentes disciplinas que 
abordan este concepto. Cada presupuesto teóri-
co matiza, enfatiza y define aspectos distintivos 
del territorio como lo jurídico-político, los víncu-
los entre Estado-territorio, poder-territorio, lo so-
cial, lo cultural y lo complejo, ocasionado que este 
concepto se emplee de manera arbitraria. Bajo es-
te contexto, es oportuno hablar de las dimensio-
nes del territorio como un elemento fundamental 
para su comprensión.
El territorio y sus dimensiones 
El territorio, en tanto concepto abierto y dúctil (Lla-
nos-Hernández, 2010), multidimensional y comple-
jo (Cabrera, 2016), requiere para su comprensión 
considerar las dimensiones que lo configuran. Gi-
ménez (2000), propone tres dimensiones del terri-
torio a partir de considerar el aspecto cultural del 
concepto, a saber: 1) el territorio es un espacio de 
inscripción de la cultura, 2) el territorio puede ser-
vir como marco o área de distribución de institu-
ciones y prácticasculturales y 3) el territorio puede 
ser apropiado como un objeto de representación 
y de apego afectivo o como símbolo de pertenen-
cia socioterritorial. Otras dimensiones del territo-
rio son las que plantea Martínez (2012), al sugerir 
que este concepto no se limita únicamente a la di-
mensión geográfica o espacial, sino que incluye 
dimensiones como la económica, social, ambiental 
y organizativa. Mientras que para otros, las dimen-
siones más importantes y generales refieren a las 
relaciones sociales, económicas, políticas (poder) y 
culturales (Sosa, 2012). Este autor menciona que las 
dimensiones no tratan al territorio como un atribu-
to objetivo, plano, lineal y medible, por el contrario, 
reconocen la unicidad y complejidad de la realidad 
territorial. A continuación se esquematizan las di-
mensiones del territorio que ofrece Sosa (2012). 
La dimensión social se refiere a las “relaciones que 
establecen y las acciones que realizan los grupos 
sociales en general en el proceso de organización, 
apropiación y construcción del territorio” (Sosa, 
2012: 355). Para comprender al territorio desde esta 
dimensión, es necesario reconocer la formación so-
cial que incluye elementos como la estructuración 
de clases sociales, grupos, pueblos o redes a partir 
de conocer las prácticas de apropiación del territo-
rio y el género. Un segundo aspecto refiere al proce-
so social donde se pueden establecer trayectorias y 
tendencias de ocupación y relación como construc-
ción, apropiación y reapropiación del territorio. 
La dimensión económica se refiere a las “carac-
terísticas, dinámicas y procesos económicos (en 
distintas escalas de relación) que actúan como de-
terminantes o estructuradores territoriales” (Sosa, 
2012: 49). Estos procesos y dinámicas, tienen co-
mo base las condiciones geofísicas del territorio, 
el modo de producción y las concreciones terri-
toriales. De esta forma, “el territorio puede ser en-
tendido como escenario de producción, lugar de 
producción, medio de producción y como fuerza 
productiva” (Cabrera, 2016: 47). Para comprender 
el territorio desde esta dimensión, es necesario 
considerar los siguientes elementos: 1) el modelo 
económico, 2) las articulaciones productivas y co-
merciales, 3) la existencia de redes o cadenas en-
tendidas como interconexiones múltiples (entre 
actores, procesos productivos, producción, inter-
cambios, etcétera) y 4) la calidad de enclave que se 
refiere a posicionamientos geoestratégicos. 
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La dimensión política se refiere al “ejercicio de 
poder que se traduce en constantes y complejos 
procesos y dinámicas de lucha por la posesión y 
control del territorio que, a su vez, se convierten 
en apropiaciones, construcciones y transformacio-
nes territoriales” (Cabrera, 2017: 71). Para compren-
der al territorio desde esta dimensión es necesario 
considerar elementos como: i) el territorio como 
concreción del ejercicio histórico del poder, ii) la 
configuración del territorio desde poderes globa-
les, iii) los distintos tipos de poderes sobre el terri-
torio como son el control diferencial de los medios 
de producción y el control de informaciones, recur-
sos y capacidades, iv) el Estado como configurador 
del territorio y v) el territorio como el lugar de las 
políticas públicas territoriales. 
La dimensión cultural se refiere al “proceso de re-
presentación, organización y apropiación cultural/
simbólica del territorio” (Cabrera, 2017: 99). Para 
comprender al territorio desde esta dimensión es 
necesario considerar elementos como los siguien-
tes: a) concebir el territorio como un espacio de ins-
cripción de la cultura, b) concebir la territorialidad 
cultural, la cual se asocia con apropiación cultural, 
simbólica, y c) concebir el territorio y la identidad. 
Bajo las dimensiones que se han mencionado de 
Dimensión Significado Se puede analizar como:
Social
- Relaciones y acciones que establecen y reali-
zan los actores sociales.
- Proceso de organización.
- Proceso de apropiación.
- Construcción social del territorio.
Económica
- Características, dinámicas y procesos econó-
micos.
- Escenario de producción.
- Lugar de producción.
- Medio de producción.
Política - Ejercicio de poder por la posesión y el control 
del territorio.
- Relaciones de dominio y poder.
- Determinados intereses.
- Institucionalidad (normas, institucio-
nes).
- Políticas públicas (Gobernanza).
Cultural - Un espacio con densidad simbólica, actividad 
cultural y contenido cosmogónico.
- Espacio de inscripción de la cultura.
- Territorialidad/apropiación cultural.
- Elemento de identidad de un grupo.
Tabla 1. 
 El territorio y sus dimensiones
Fuente: elaboración propia con base en Sosa (2012) y Cabrera (2016).
manera somera, es posible mostrar cuatro formas 
de significar y analizar el territorio (véase Tabla 1).
Interdisciplinariedad y territorio
Las distintas disciplinas que estudian el territorio en 
su diversidad de dimensiones y escalas, permiten 
aproximarse a la pluralidad de problemas de inves-
tigación que se pueden abordar tomando como 
referencia el término. Estas problemáticas, no sólo 
es posible abordarlas desde una perspectiva disci-
plinar como la economía, la sociología o la ciencia 
política (Llanos-Hernández, 2010), sino también, el 
estudio del territorio y sus problemáticas invitan a 
pensarlo y analizarlo en términos interdisciplina-
rios (Díaz y Guzmán, 2014; Llanos-Hernández, 2010; 
Capel, 2016; Robledo-Silva, 2020). 
Los disímiles elementos de análisis con que se 
aborda el territorio, muchas veces, ocasionan que 
la reflexión sobre las relaciones sociales en los te-
rritorios se vea limitada o parcializada a partir de 
una única disciplina. En ese sentido, “si la realidad 
territorial es compleja, diversa y sistémica, ésta no 
se puede abordar desde la parcialidad” (Almeida, 
2003: 13). Por tanto, resulta necesario integrar te-
mas, conceptos y metodologías fundamentados 
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en distintas disciplinas que permitan no sólo ex-
plicar o comprender de una mejor forma las re-
laciones sociales, sino complejizar el estudio del 
territorio. Lo anterior es claro en el trabajo de Lla-
nos-Hernández (2010), al considerar que la amplia 
perspectiva del territorio genera múltiples posibi-
lidades de construir un enfoque interdisciplinario, 
una de ellas es la que se establece entre la socio-
logía y la geografía, pero lo mismo puede ocurrir 
en el vínculo entre la geografía y la historia, la po-
lítica o la antropología. Lo central, según Llanos, es 
que “en este tipo de estudios es importante que la 
dimensión espacial cobre vida, que adquiera pre-
sencia con sus categorías y sus métodos” (Llanos-
Hernández, 2010: 218). 
Con todo y lo anterior, en las líneas siguientes se 
sugiere que el territorio puede ser analizado bajo 
una perspectiva organizacional, específicamente 
en el campo de los eo. En este ámbito del conoci-
miento, Contreras (2017) refiere que ha quedado 
latente una alternativa en el análisis de las organi-
zaciones, esto es, recuperar la dimensión espacial 
—territorial— lo que posibilita colocar en contexto 
las diferentes relaciones sociales que se dan en la 
organización. Al respecto, Contreras (2017: 13) afir-
ma: 
La cartografía del territorio permite visualizar 
(en representaciones) el lugar de los sucesos, 
permite ubicar a los sujetos referidos (organi-
zaciones, personas), nos permite identificar 
las cuestiones que influyen, intervienen [y 
que] son parte de esacomplejidad [territo-
rial]. Nos permite también comprender esa 
topografía de complejidad compuesto por 
distintos elementos, así como los factores de 
acotamientos en el corte de los análisis. 
Sin el ánimo de profundizar en la perspecti-
va organizacional, la cual enfatiza en aspectos re-
lacionados en y alrededor de las organizaciones, 
es factible afirmar que esta perspectiva nos invita-
ría, en primera instancia, a concebir el territorio co-
mo un objeto de estudio de lo organizacional; en 
segunda instancia, a cuestionarnos sobre el papel 
que juegan las organizaciones para la comprensión 
del territorio. Antes de establecer el vínculo entre 
territorio y perspectiva organizacional, es oportu-
no agregar que el estudio de la organización en el 
campo de los eo también ha sido interdisciplinar.3 
Así lo demuestra el trabajo realizado por Fernán-
dez, Páramo y Ramírez (2010) al señalar que la orga-
nización se ha estudiado de diferentes formas; por 
ejemplo; organización y desarrollo regional, orga-
nización y desarrollo tecnológico, organización y 
sector social, organización y género, organización 
y ética, entre otros temas. Bajo esta línea argumen-
tativa, se pudiera incorporar el estudio de la rela-
ción territorio y organizaciones. 
En el ámbito de los eo, se encuentran los es-
tudios sobre territorialidad organizacional (ots, 
por sus siglas en el inglés). En estos estudios, el 
concepto de organización como territorio puede 
funcionar simbólicamente, es decir, ofrece una me-
táfora adicional a las sugeridas por Morgan (Maré-
chal, Linstead y Munro, 2013). Bajo esta alegoría, 
dicen los autores, se intenta demostrar la necesi-
dad de abrir la comprensión de la organización de 
una forma procesal, simbólica y material para reve-
lar la naturaleza entrelazada de los niveles macro, 
meso y micro. A pesar de lo anterior, señalan que 
el estudio del territorio desde los eo ha sido un es-
fuerzo poco explorado. 
En otros presupuestos teóricos revisados, ha si-
do posible rastrear algunos estudios que intentan 
aproximarse a la perspectiva organizacional del te-
rritorio haciendo un esfuerzo por explicar tal víncu-
lo (ver por ejemplo; Contreras, 2017). Sin embargo, 
estos trabajos desde el campo de los eo no brindan 
razones del porqué establecer el vínculo entre te-
rritorio y organizaciones, o más concretamente, del 
porqué el territorio puede ser considerado un ob-
jeto de estudio de la perspectiva organizacional en 
sentido amplio.
¿Qué se entiende por perspectiva 
organizacional?
Responder tal interrogante resulta en una tarea 
compleja; en primer lugar, en México y América 
Latina la perspectiva organizacional aun es inci-
piente y, por ende, su consolidación es una ta-
rea pendiente (De la Rosa, 2020; Espinoza y de la 
Rosa, 2017). En segundo lugar, se acostumbra en 
proyectos de investigación, tesis de posgrado, y 
en general, en el ámbito académico e investigativo, 
utilizar el término organizacional. De ahí la nece-
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El concepto de territorio en el marco de la perspectiva organizacional pp. 9-24
sidad de delimitar lo que se entiende por éste. La 
perspectiva organizacional se refiere a un ángu-
lo de visión, una forma de estudiar y/o observar 
todo lo que existe en y alrededor de las organi-
zaciones (no sólo como organización, sino como 
organizing). Al respecto, Contreras y De la Rosa 
(2013: 24-25) afirman “así cuando se abre un ángu-
lo de visión entre el observador que percibe des-
de la organización y/o lo organizado (organizing) 
y, el fenómeno u objeto percibido, cualquiera que 
este sea, se forma una perspectiva organizacio-
nal”. Añádase a lo anterior que tal perspectiva tie-
ne que ver con una comunidad epistémica, la cual 
tiene como base la organización y/o lo organiza-
do como objeto y/o fenómeno de estudio, “donde 
lo esencial es explicar, describir, conocer, inter-
venir la organización/lo organizado o algo, en sí 
mismo, de ellas” (Contreras y De la Rosa, 2013: 26). 
En síntesis, “la referencia a la organización y/o lo 
organizado es lo que da sentido organizacional” 
(Contreras y De la Rosa, 2013: 24). 
En un trabajo realizado por De la Rosa (2011), 
se puede encontrar con detalle algunas caracte-
rísticas de la perspectiva organizacional, las cuales 
pueden no sólo ayudar a delimitar este término, 
sino también entender a qué hacen referencia las 
investigaciones que se realizan bajo la perspecti-
va organizacional: i) deben ubicarse y desarrollarse 
dentro de la Teoría de la Organización y/o los Es-
tudios Organizacionales, ii) se debe utilizar —prin-
cipalmente— la literatura enmarcada en la Teoría 
de la Organización y los Estudios Organizacionales, 
iii) se debe desarrollar una postura más analítica y 
comprensiva en lugar de una pragmática y pres-
criptiva, iv) se debe evidenciar porqué el objeto de 
estudio es una organización,4 v) se deben estudiar 
fenómenos y problemáticas organizacionales que 
se desarrollen en las organizaciones y su entorno, 
vi) se debe evidenciar la problemática estudiada, 
vii) se debe mostrar el aporte organizacional del 
problema estudiado, lo que permite distinguirse 
de los aportes de otras perspectivas disciplinares, 
viii) se debe hacer explícito que ofrece explicacio-
nes y comprensiones más profundas y precisas so-
bre las organizaciones que las que ofrecen otras 
perspectivas disciplinares, ix) tratar de generar ex-
plicaciones y comprensiones sobre la organización 
como un todo, es decir, que vayan más allá de la 
problemática organizacional específica estudiada 
(citado en De la Rosa, 2020: iv-xvii). Todas estas ca-
racterísticas ayudan a esclarecer lo que se entien-
de por perspectiva organizacional, y que implica 
desarrollar una investigación bajo esta perspectiva 
para el estudio de las organizaciones.5
En relación con la idea anterior, es pertinente 
preguntarse ¿cómo posicionarse bajo una pers-
pectiva organizacional? Para esta cuestión exis-
ten dos posibilidades de respuesta. La primera 
consiste en hacer evidente por qué el objeto de 
estudio es una organización (ver por ejemplo: Cle-
gg y Hardy, 1996). Para lograr lo anterior, se pue-
de utilizar la propuesta que ofrecen De la Rosa y 
Contreras (2007), De la Rosa (2013), De la Rosa et 
al., (2015) y De la Rosa, Pérez y Hernández (2016), 
la cual consiste en emplear la definición de orga-
nización de Richard Hall (1996) para determinar si 
el objeto de estudio cumple con sus elementos 
formales. Entre las razones por las cuales los au-
tores mencionados deciden utilizar la definición 
de Hall se encuentran las siguientes: 1) la defini-
ción es totalmente convencional desde el punto 
de vista de la Teoría de la Organización y los Es-
tudios Organizacionales, 2) se trata de una defini-
ción formalizada que hace evidente los atributos 
básicos de cualquier organización (participantes, 
ambiente, fronteras, procesos, metas, etcétera), y 
3) es más fructífero establecer primero si el obje-
to de estudio se adapta o no a la definición de or-
ganización que discutir sus características. Así se 
estaría determinando con conocimiento de causa 
si el territorio, en tanto constructo social, puede o 
no considerarse un objeto de estudio de la pers-
pectiva organizacional. 
Ahora bien, dentro de las limitantes de utilizar el 
concepto de organización ofrecido por Hall (1996), 
se puede señalar que es una definición que no al-
canza a mostrar las disímiles variables de análisis 
que se dan en y alrededor de las organizaciones 
por ejemplo: el discurso, las relaciones de poder, 
las instituciones, el isomorfismo, los procesos de 
aprendizaje, entre otras (ver por ejemplo: De la Ro-
sa y Contreras, 2007; Contreras y De la Rosa, 2013). 
Sobre la noción de territorio, su propia naturaleza 
no obedece a una organización concreta sino a un 
fenómenoorganizado (organizing–proceso social). 
En lo referente a esta concepción de organización 
como lo organizado, el énfasis radica en la consti-
tución de acciones en tanto sujetos de análisis. Por 
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este término se entiende, la fijación de un proceso/
acción social dentro de distintas prácticas locales, 
de lenguaje, de cultura, de etnia, de género (Clegg 
y Hardy, 1996). Ejemplo de lo anterior puede ser la 
organización de bandas de niños de la calle (Barba, 
2013), un movimiento social o un mercado informal 
como los tianguis. 
Por su parte, Gonzales-Miranda (2014) entiende 
esta noción de organización como un proceso so-
cial en constante construcción, donde el discurso 
y la abstracción conceptual convertida en hábitos 
permiten el estudio de la organización. Por otro la-
do, desde una perspectiva del construccionismo, 
Czarniawska (2014) propone tres tipos de lógicas 
en relación con lo organizing: 1) Lógica de la teoría, 
2) Lógica de la práctica y 3) Lógica de la representa-
ción. Siendo esta última la que permite señalar que 
el organizing hace uso de la abstracción, la retóri-
ca sofisticada, las narrativas, utiliza la racionalidad 
formal: objetivo-medio-resultado como criterio 
de evaluación y toma prestada legitimidad de los 
otros dos tipos de lógica (Czarniawska (2014: 12). 
Bajo el planteamiento anterior, las limitantes de 
utilizar el concepto de organización-propuesto por 
Hall (1996) para determinar en qué medida el te-
rritorio cumple con sus elementos formales o colo-
carlo en el marco de la perspectiva organizacional 
se puede mencionar lo siguiente: para satisfacer 
algunos elementos de la definición en ocasiones 
es necesario hablar de los actores locales que in-
tegran, construyen o configuran el territorio; por 
ejemplo, las personas, las organizaciones, las aso-
ciaciones mercantiles y comerciales, la sociedad ci-
vil o los agentes gubernamentales. En este sentido, 
en el territorio resulta más relevante hablar de los 
actores, las redes y la coordinación más que el te-
rritorio per se. 
De lo anterior, se deriva la necesidad de acudir al 
concepto de organizing para entender al territorio 
como un proceso social donde el discurso, el lengua-
je, la cultura, permiten su estudio como un objeto 
de lo organizacional. Esto es así porque “el territo-
rio, en tanto proceso de organización, apropiación y 
construcción social resulta de dinámicas y procesos 
contenidos de relaciones, estructuraciones, diferen-
ciaciones, desigualdades, inequidades y conflictos, 
todo de orden histórico” (Sosa, 2012: 36).
La segunda respuesta señala que la perspectiva 
organizacional hace uso de los diferentes paradig-
mas, corrientes o temas de estudio considerados 
organizacionales para comprender, analizar o in-
terpretar los disímiles problemas que se desarro-
llan en y alrededor de las organizaciones (De la 
Rosa, 2013). Al respecto, los temas que se abordan 
en los eo son diversos; por ejemplo, vida simbólica 
en las organizaciones; la gobernanza, interés pú-
blico y complejidad en las grandes organizaciones; 
modernidad y diversidad organizacional; inter-
vención organizacional; discursos, comunicación y 
organizaciones; género y diversidad en las organi-
zaciones; prácticas de gestión; el psicoanálisis y las 
organizaciones; aprendizaje organizacional; con-
flicto y poder (Gonzales-Miranda y Martínez, 2017). 
Adicionalmente, dentro de los marcos teóricos 
que algunas investigaciones le asignan a los eo es-
tán el nuevo institucionalismo, la cultura, la socio-
logía organizacional, el posmodernismo, la teoría 
crítica, entre otros (Gonzales-Miranda, Ocampo-
Salazar y Gentilin, 2018). A lo anterior, se pudieran 
agregar las temáticas emergentes que se vienen de-
sarrollando en Latinoamérica y se inscriben dentro 
de los eo: el colonialismo, el género, el empresa-
rismo, la innovación, entre otros (Gonzales-Miran-
da, 2020). La diversidad de temas, marcos teóricos 
o corrientes de estudio organizacional, “expresan 
la amplitud y el alcance que tienen los EO para el 
análisis de las sociedades estructuradas por medio 
de organizaciones (Gonzales-Miranda y Martínez, 
2017: 28).6
El territorio en el escenario de la 
perspectiva organizacional 
En esta última parte del presente artículo, se ex-
plica porqué el territorio pude ser considerado 
un objeto de estudio de la perspectiva organiza-
cional. Para ello, se desarrolla un enfoque o pers-
pectiva organizacional del territorio conforme al 
marco analítico presentado en el apartado ante-
rior. A continuación, se define la noción de organi-
zación desde el ámbito de los eo, con el propósito 
de establecer en qué medida el territorio cumple 
con los elementos que definen a una organización. 
A partir del ejercicio anterior, si el territorio satisfa-
ce los elementos que definen a una organización, 
este puede ser considerado un objeto de estudio 
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de la perspectiva organizacional. La definición que 
se utiliza para realizar el ejercicio en mención es la 
propuesta por Hall (1996: 33): 
Una organización es una colectividad con una 
frontera relativamente identificable, un orden 
normativo, niveles de autoridad, sistemas de 
comunicaciones y sistemas de coordinación 
de membresías; esta colectividad existe de 
manera continua en un ambiente y se invo-
lucra en actividades que se relacionan por lo 
general con un conjunto de metas; las activi-
dades tienen resultados para los miembros 
de la organización, la organización misma y la 
sociedad.
El territorio puede ser considerado una colec-
tividad. Para satisfacer esta parte de la definición 
de organización es necesario hablar de los actores 
integrantes del territorio. Desde la perspectiva de 
Alpuche y Bernal (2015), el actor, en tanto ser com-
plejo, tiene entre sus utilidades la construcción de 
bloques de mayor complejidad, como es el caso 
de las organizaciones e instituciones. Siguiendo a 
Acuña y Chudnovsky (2013: 36), por actor se en-
tiende:
Todo sujeto individual o colectivo cuya iden-
tidad le permite reconocerse como colectivi-
dad o como parte de ella, y con capacidad de 
acción estratégica; esto es, con capacidad 
de identificar sus intereses y traducirlos en 
objetivos, diseñar un curso de acción para 
alcanzarlos y relativa autonomía para imple-
mentar ese curso de acción.
El planteamiento anterior puede agruparse fá-
cilmente bajo la noción de organización.7 Como 
resultado de ello, el territorio se conforma por las 
acciones de los actores, lo que conlleva a consi-
derarlo como un proceso organizado (organizing). 
En este sentido, los actores —entre ellos, las orga-
nizaciones— son productores de espacios y con-
figuradores del territorio, es decir, los actores son 
quienes construyen el territorio como resultado de 
relaciones sociales que deriva en procesos de terri-
torialización, apropiación, intervención y organiza-
ción. Esto es así porque “el territorio mismo no sólo 
es contexto sino también contenido y producto” 
(Sosa, 2012: 36). 
En coherencia con lo anterior, los procesos de 
apropiación y organización le permite a las organi-
zaciones el desempeño de sus funciones y la bús-
queda de alcanzar sus objetivos, que pueden ser 
de carácter social como la gestión del territorio, la 
ordenación del territorio y la planeación del territo-
rio; económicos, las organizaciones buscan lograr 
un sistema de producción y comercialización sos-
tenible; políticos, las organizaciones buscan el con-
trol de los medios de produccióny el ejercicio de 
poder para el control del territorio; y culturales, si-
milares a cuando las organizaciones tienen proce-
sos de apropiación cultural tales como la identidad.
El territorio tiene una frontera relativamente 
identificable. Desde la perspectiva espacial, el te-
rritorio es localizable definiendo límites y fronteras 
físicas, político administrativas y/o simbólicas (Bus-
tos, 2015). Las fronteras de un territorio pueden 
ser también naturales (ríos, montañas), artificiales 
(líneas imaginarias con símbolos, coordenadas) o 
históricas cuando se (re)conocen tradiciones de 
dominio en un territorio (Agudelo, 2005).
El territorio tiene un orden normativo y, al igual 
que muchas organizaciones éste le otorga forma-
lidad. El marco legal de los territorios en México 
se refiere a la Constitución Política, la Ley de Desa-
rrollo Rural Sustentable (ldrs) y su versión estatal 
y el Programa Especial Concurrente para el Desa-
rrollo Rural Sustentable (pec). Siguiendo a Gómez 
(2012), en México existen algunas leyes en las cua-
les descansan los temas de concurrencia y enfoque 
territorial: sociales, actividades primarias, agrarias, 
sanidad, energía, financiamiento, organización, co-
merciales, presupuesto, educativos, sanciones, am-
bientales, de insumos, de propiedad intelectual, 
indígenas y generales.
En el territorio se pueden encontrar niveles de 
autoridad. Este es diferente al de las organizacio-
nes, cuyo sistema de dirección se encarga de ges-
tionar y coordinar a toda la organización y sus 
funciones (Ortega y Segovia, 2012). Estos autores 
consideran que en un territorio no es posible tener 
las mismas características que la dirección de una 
empresa, ya que no existe una dependencia jerár-
quica (poder), así que a nivel territorial, los actores 
y las redes de interrelaciones tienen un papel fun-
damental, de ahí la necesidad de acudir al término 
gobernanza. Este concepto se entiende como los 
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procesos de interacción entre actores estratégicos, 
de los cuales emergen estructuras sociopolíticas 
que forjan dichos procesos de interacción reflexiva. 
En ese sentido, el concepto de gobernanza resul-
ta en una herramienta analítica y descriptiva, da-
do que los patrones de interacción son lo que son, 
aunque los patrones de interacción son el resulta-
do de la acción de los actores, también tiene una 
dimensión normativa (Prats, 2003). 
En el territorio se puede hablar de un sistema 
de comunicaciones. Desde la dimensión social el te-
rritorio no sólo es visto como contexto sino tam-
bién como contenido y producto (Sosa, 2012). En 
ese sentido, los diferentes actores —organizacio-
nes, instituciones, la sociedad civil—, el mercado y 
el trabajo en tanto elementos básicos de la apro-
piación y transformación de los recursos, se es-
tructuran en distintos sistemas que retroalimentan 
e interactúan en el ámbito local (Torres y Ramos, 
2008). Desde este punto de vista, dicen los autores, 
el territorio no escapa a la metáfora de la red don-
de se intercambian recursos.
Si se decide tomar como ejemplo la actividad 
agrícola, ésta se desarrolla en diversos territorios 
a nivel nacional; por ejemplo, Sonora, Sinaloa, Chi-
huahua, Veracruz, Chiapas, entre otros. La agricul-
tura, se extiende a otros sectores que permite crear 
intercambios de recursos, información y capacida-
des entre las diferentes organizaciones, las cuales 
pueden ser del sector industrial, comercial, servi-
cios y transporte. Por tanto, la relación entre organi-
zaciones crea flujos e intercambios de información, 
relaciones sociales y económicas que les permite 
fortalecer y desarrollar a los sectores mencionados. 
Todo ello, nos orienta a pensar en el territorio como 
un sistema complejo organizado en red. 
El territorio tiene sistemas de coordinación de 
membresías. En las organizaciones, además de la 
autoridad, es necesario contar con otros mecanis-
mos que les permita alcanzar sus objetivos que, 
según Mintzberg (1989), son la adaptación mutua, 
la supervisión directa, la normalización de los pro-
cesos de trabajo, la normalización de los outputs 
(resultados), la normalización de las habilidades y 
la normalización de las reglas. Continuando con 
el ejemplo anterior sobre la actividad agrícola, la 
coordinación del territorio se logra con la impor-
tancia que tienen los apoyos financieros guberna-
mentales, cuya importancia es indudable, como 
es el caso de la sagarpa. En la mayoría de las or-
ganizaciones productoras se ha logrado normali-
zar este proceso que ayuda a la coordinación entre 
actores, con diferentes mecanismos: 1) impulso a la 
comercialización, 2) esquemas de mercado y nego-
ciación, 3) cobertura de riesgos, 4) difusión de in-
formación sobre el mercado y 5) la promoción de 
exportaciones, con la finalidad de lograr un sector 
agroalimentario productivo y rentable (sagarpa, 
2017). 
El territorio existe de manera continua. Este as-
pecto se satisface haciendo uso de la dimensión 
política del territorio. Bajo esta dimensión el te-
rritorio es visto como la concreción del ejercicio 
histórico del poder. Esto es así, porque el territo-
rio ha sido objeto de adquisición o apropiación a 
partir del surgimiento de los Estados, o a partir del 
despojo, conquista, invasión u ocupación como 
formas renovadas de acumulación de capital, tal y 
como continúa sucediendo (Sosa, 2012). 
El territorio está inserto en un ambiente. En un 
territorio se encuentran actores organizacionales 
que tienen procesos de integración, negociación, 
coordinación, interacción e intervención. En ese 
sentido, el territorio no puede entenderse como 
un sistema cerrado. Bajo estos procesos, los actores 
intercambian diferentes recursos —económicos, 
insumos, comunicación, monetarios— que, “son 
necesarios para su supervivencia y para el cum-
plimiento de las funciones que le son asignadas 
socialmente. Sin un ambiente de donde obtener 
recursos y al cual ofrecer sus productos o servicios, 
las organizaciones difícilmente podrían sobrevivir” 
(De la Rosa y Contreras, 2007: 31). 
El territorio se involucra en actividades que por 
lo general se relacionan con un conjunto de metas. 
Estas actividades pueden considerarse como aque-
llas acciones que les posibilita a los actores del te-
rritorio desplegar sus estrategias e intercambiar 
recursos. En ese sentido, desde la dimensión social 
el territorio permite realizar actividades como son 
las relaciones y acciones que establecen los acto-
res para organizarse, apropiarse y construir el te-
rritorio. Desde la dimensión económica, es posible 
realizar actividades relacionadas con los procesos 
económicos para convertir el territorio en un esce-
nario de producción. Desde la dimensión política, 
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es posible realizar actividades relacionadas con el 
ejercicio del poder para convertir al territorio en 
un escenario de gobernanza. Finalmente, desde la 
dimensión cultural se realizan actividades del tipo 
cultural/simbólico para entender al territorio como 
un elemento de identidad de un grupo. 
En el territorio, las actividades tienen resultados 
para los miembros de la organización, la organiza-
ción misma y la sociedad. Para satisfacer este as-
pecto de la definición, es necesario remitirse a la 
idea de apropiación y valorización. Según Gimé-
nez (2000), esta apropiación-valoración puede ser 
de carácter instrumental-funcional o simbólico-
expresivo. En el primer caso, se enfatiza la relación 
utilitaria con el espacio, por ejemplo,en términos 
de explotación económica o de ventajas geopolíti-
cas (Giménez, 2000). En este sentido, lo instrumen-
tal-funcional “remite al territorio en su vinculación 
con el poder, pues la apropiación y valorización se 
genera con fines políticos, estratégicos y de con-
trol” (Cabrera, 2016: 47). 
En el segundo caso, se destaca el papel del 
territorio como espacio con una densidad sim-
bólico-cultural, como objeto de inversiones es-
tético-afectivas o como soporte de identidades 
individuales y colectivas (Giménez, 2000). Desde 
esta perspectiva, la dimensión cultural de lo sub-
jetivado se visibiliza como parte sustantiva del 
territorio (Cabrera, 2016). Bajo estos dos plantea-
mientos, según lo expresa Giménez (2000: 29): 
En una primera dimensión el territorio cons-
tituye por sí mismo un espacio de inscripción 
de la cultura y, por tanto, equivale a una de 
sus formas de objetivación. En efecto, se sabe 
que ya no existen territorios vírgenes o plena-
mente naturales, sino sólo territorios literal-
mente tatuados por las huellas de la historia, 
de la cultura y del trabajo humano (organiza-
ciones).
A partir del ejercicio analítico anterior, en el que 
se exponen algunos argumentos para conocer en 
qué medida el territorio cumple con los elementos 
con los que se define a una organización, es posi-
ble afirmar que el territorio puede ser considerado 
un objeto de estudio de la perspectiva organiza-
cional. Al importar el concepto de territorio prove-
niente de la disciplina geográfica y entenderlo bajo 
la perspectiva organizacional en el campo de los eo, 
se estaría hablando de un nuevo objeto de estudio: 
el territorio organizacional. De esta manera, resulta 
relevante analizar el territorio a partir de alguno 
de los paradigmas, corrientes o temas propios de 
los Estudios Organizacionales. Otra de las utilida-
des de considerar al territorio como objeto de estu-
dio de la perspectiva organizacional, es que puede 
funcionar como una metáfora adicional a las suge-
ridas por Morgan (2011) como se anotó. 
Bajo esta línea argumentativa, se sugiere la 
perspectiva organizacional como una mirada al-
ternativa y poco convencional para comprender la 
dinámica territorial a partir de los temas y paradig-
mas organizacionales. Así, se presenta un área de 
oportunidad para demostrar como la perspectiva 
organizacional puede contribuir con aspectos teó-
ricos, metodológicos y analíticos para comprender 
particularidades de los territorios.
Conclusiones 
Este trabajo ha demostrado que bajo la propuesta 
de autores como De la Rosa y Contreras (2007), De 
la Rosa (2013), De la Rosa et al., (2015) y De la Ro-
sa, Pérez y Hernández (2016), el territorio puede ser 
considerado un objeto de estudio de la perspec-
tiva organizacional. En este ejercicio se ha hecho 
explícito porqué el territorio en tanto constructo 
social puede ser pensando, estudiado o analiza-
do como una organización desde el ámbito de los 
eo. En ese sentido, la perspectiva organizacional se 
presenta como una alternativa para comprender 
los territorios, pues desde los propios eo analizar-
lo ha sido un esfuerzo poco explorado (Maréchal, 
Linstead y Munro, 2013). 
Ubicar el territorio como objeto de estudio de 
la perspectiva organizacional, ha abierto la posi-
bilidad de plantear una agenda de investigación 
que puede ser fácilmente abordada bajo los te-
mas o los enfoques teóricos de los Estudios Or-
ganizacionales. En ese sentido, para ilustrar este 
nuevo objeto de estudio desde un punto de vista 
organizacional, la Tabla 2 muestra cuatro formas 
de analizar el territorio y algunos paradigmas or-
ganizacionales que pueden ser utilizados para su 
comprensión. De esta forma, la tabla propuesta 
ofrece insumos interesantes respecto a este nue-
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vo objeto de estudio que se puede analizar bajo la 
perspectiva organizacional (véase Tabla 2).
Como conclusión, se afirma que el territorio 
puede ser incorporado en la agenda de investi-
gación de la perspectiva organizacional. De esta 
manera, tanto el territorio como sus problemáti-
cas pueden ser analizados a partir de los marcos 
teóricos, paradigmas o temas de los Estudios Or-
ganizacionales, como se ha mostrado en la tabla 
anterior. La invitación está abierta para que los 
estudiosos de las organizaciones contribuyan con 
reflexiones y continúen o generen nuevas con-
versaciones de carácter organizacional para con-
solidar a la perspectiva organizacional como una 
alternativa y, a su vez, sea un complemento a las 
disciplinas tradicionalmente preocupadas por el 
estudio del territorio.
Tabla 2. 
 El territorio y la perspectiva organizacional
Dimensión Significado Se puede analizar como: Paradigma organizacional
Social - Relaciones y acciones 
que establecen y realizan 
los actores sociales.
- Proceso de organización. - Formas de organización.
- Género en las organizaciones.
- Intervención organizacional.
- Proceso de apropiación.
- Construcción social del territorio.
Económica
- Características, dinámi-
cas y procesos econó-
micos.
- Escenario de producción. - Formas de organización.
- Nuevo institucionalismo.
- Gobernanza.
- Sistemas complejos.
- Lugar de producción.
- Medio de producción.
Política - Ejercicio de poder.
- Relaciones de dominio y poder.
- Poder en las organizaciones.
- Nuevo Institucionalismo.
- Gobernanza.
- Determinados intereses.
- Institucionalidad (normas, institu-
ciones). 
- Políticas públicas (gobernanza).
Cultural - Cultural/simbólico
- Espacio de inscripción de la cul-
tura.
- Identidad en las organizacio-
nes.
- Cultura Organizacional.
- Territorialidad/apropiación cultu-
ral.
- Elemento de identidad de un 
grupo. 
Fuente: elaboración propia.
Notas
1 Estos autores realizan un recorrido histórico 
para mostrar el retorno del territorio como con-
cepto explicativo de la realidad. Para ello retoman 
diversos autores, Jean Gottmann quien destaca el 
valor del territorio para la organización de las nacio-
nes y entre naciones. Claude Raffestin, quien rompe 
con la idea de Gottmann en relación con concebir el 
territorio y el poder estatal exclusivamente, muestra 
la existencia de múltiples poderes, además del Esta-
do, que se realizan en flujos desiguales de energía 
y de información en las relaciones sociales. Robert 
Sack, quien enfatiza en el control del acceso a un 
cierto espacio como definidor del territorio con di-
ferentes escalas, desde la personal hasta la mundial 
(Schneider y Peyré, 2006). 
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El concepto de territorio en el marco de la perspectiva organizacional pp. 9-24
2 La polisemia, según la Real Academia Españo-
la (2020) se refiere a la pluralidad de significados 
de una expresión lingüística.
3 Existe una discusión en diversos espacios 
académicos, sobre si los Estudios Organizaciona-
les son un campo interdisciplinario o transdiscipli-
nario o multidisciplinario o cualquiera de las tres 
anteriores juntas (Barba, 2013). Para Ibarra, desde 
las definiciones y aproximaciones foráneas de al-
gunos textos insignes de los eo señalan que son un 
campo interdisciplinario (citado en Gonzales-Mi-
randa, 2020). Para este último autor, son pocas las 
investigaciones que se realizan desde una mirada 
interdisciplinaria. La primera razón es que no todos 
los investigadores tienen la formación en diversas 
disciplinas, y la segunda, no todos los problemas se 
pueden abordar desde todas las disciplinas.
4 Al respecto, Clegg y Hardy (1996) ayudan 
a esclarecer qué se entiende por este concepto: 
Organizations/organizaciones (como objetos em-
píricos),organization/organización (como discurso 
teórico) y organizing/organizado (como proceso so-
cial) 
5 El análisis de las organizaciones es una tarea 
compleja, las disímiles variables de análisis que 
la componen hace difícil que ésta sea compren-
dida bajo una sola perspectiva, disciplina o enfo-
que metodológico. En razón de esto, dentro de 
las universidades mexicanas se han conformado 
diferentes cuerpos académicos que estudian la 
complejidad de las organizaciones bajo una pers-
pectiva organizacional. Tal es el caso del colectivo 
de investigación Análisis y Gestión de las Organi-
zaciones de la uam-Azcapotzalco, que aborda las 
áreas de estudio tanto de la organización como de 
la administración/gestión bajo una perspectiva or-
ganizacional que representa la columna vertebral 
de este colectivo de estudio, que “intenta mostrar 
el aporte de los saberes organizacionales para el 
entendimiento de los fenómenos administrati-
vos, independientemente de que los fenómenos 
administrativos sean por definición fenómenos 
de carácter organizacional por desarrollarse en y 
alrededor de las organizaciones (…), también la 
idea es evidenciar cómo el estudio de los fenó-
menos administrativos en tanto fenómenos de 
carácter organizacional, aportan a la comprensión 
de la complejidad de las organizaciones. En última 
instancia, el reto del [colectivo] es desarrollar una 
perspectiva organizacional de la administración/
gestión” (Espinoza y De la Rosa, 2017: 42). 
6 Otros temas, paradigmas o marcos teóricos 
que permiten desarrollar una perspectiva organi-
zacional son los que Contreras y De la Rosa (2013) 
enuncian: administración científica, relaciones hu-
manas, escuelas de la burocracia, escuela del com-
portamiento, teoría de la contingencia, nuevas 
relaciones humanas, organizaciones postmoder-
nas, análisis postmoderno de las organizaciones, 
teoría de la ambigüedad.
7 Para una revisión sobre las organizaciones co-
mo actores sociales se sugiere la lectura de Geser 
(1992) y las organizaciones como actores legitima-
dos la lectura de Meyer y Brombley (2013).
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