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MANUAL DE TERAPIAS CONDUCTUALES CONTEXTUALES U�� ���������� ������� ����������� Juan José Ruiz Sánchez MANUAL DE TERAPIAS CONDUCTUALES CONTEXTUALES U�� ���������� ������� ����������� Juan José Ruiz Sánchez Título:MANUAL DE TERAPIAS CONDUCTUALES CONTEXTUALES Una exposición crítica descriptiva Primera edición: 2021 ISBN: 978-84-123118-2-2 ISBN ebook978-84-123118-4-6 Depósito legal: CO/18-2021 © del texto: Autor: Juan José Ruiz Sánchez © 2021 Ediciones Psara. Ediciones Psara forma parte del proyecto formativo de Itaca Formación. www.psaraediciones.es info@psaraediciones.es Impreso en España – Printed in Spain Quedan prohibidos, dentro de los lı́mites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Dirı́jase a editorial@psaraediciones.es si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. Índice Prólogo 11 Introducción 13 Parte I Fundamentos de las terapias conductuales contextuales Capítulo 1 Fundamentos �losó�cos: conductismo radical y contextualismo funcional 19 Capítulo 2 Fundamentos basados en los principios del aprendizaje: aprendizaje respondiente, aprendizaje operante y aprendizaje relacional 41 Capítulo 3 Fundamentos clínicos: análisis funcional de la conducta. El análisis funcional de la conducta verbal 67 Capítulo 4 Controversias internas en las terapias conductuales contextuales y sus repercusiones en el trabajo clínico 93 Parte II Aspectos básicos de los principales enfoques de terapias conductuales contextuales Capítulo 5 Terapia de aceptación y compromiso 115 Capítulo 6 Psicoterapia analítica funcional 147 Capítulo 7 Terapia de activación conductual 183 Capítulo 8 Terapia dialéctica conductual 205 Capítulo 9 Terapias de pareja de tercera generación 231 Capítulo 10 Terapia de interacción padres-hijos 255 Capítulo 11 Terapias contextuales de inspiración cognitiva, mindfulness y compasión 273 Capítulo 12 Hacia la integración de las terapias conductuales contextuales 327 Capítulo 13 Terapias conductuales contextuales adaptadas a contextos públicos y masi�cados. Herramientas básicas 359 Capítulo 14 Terapias conductuales contextuales de grupos 393 Capítulo 15 Terapias conductuales sin olas 463 Capítulo 16 La supervisión y la formación clínica en terapias conductuales contextuales 497 Prólogo Cuando en pleno con�inamiento decidimos realizar “una cabriola más” y editar nuestro propio manual para el alumnado que participa en nuestras formaciones, aparecı́a muy difı́cil lograrlo en unos pocos meses encargando capı́tulos a diversos autores. Al tiempo eso hubiera producido, probablemente, una visión difı́cil de conjuntar, un discurso que si bien hubiese tenido momentos brillantes es posible que hubiese carecido de solidez. Recurrir a mi admirado y buen amigo Juan José Ruiz fue, sin duda, la mejor solución posible. Es difı́cil encontrar en el mundo de la terapia psicológica, independientemente de etiquetas, alguien con los conocimientos de Juanjo y con su capacidad de trabajo. Lo que aquı́ tenéis es fruto no solo del conocimiento sino también de su amistad, donde los reforzadores son tan abundantes que producen nuevas ideas y creaciones. Un recorrido desde las raı́ces de las terapias contextuales hasta las posiciones actuales donde a menudo aparecen disputas intelectuales que consideramos son positivas. Como todo lo relativamente reciente existen desajustes y el autor no ha querido obviarlos. No ha dicho las últimas palabras sobre ningún tema y lo sabemos, ası́ que os invitamos a que cada una de vosotras y de vosotros dudéis, os pronunciéis en tantas vı́as como os sea posible, incluyendo esas redes sociales y todas los formatos que colabororán a continuar haciendo al modelo conductual-contextual, la psicologı́a más viva del siglo XXI. Gracias Juanjo. Miguel Valenzuela Director Ítaca Formación Córdoba, enero de 2021 Introducción Las terapias conductuales contextuales suponen una variedad de procedimientos de intervención psicológica asentada �ilosó�icamente en el conductismo radical de Skinner y en los desarrollos postskinnerianos del contextualismo funcional. Estas terapias parten de una concepción holista de los seres humanos como sujetos en interacción continua con su medio ambiente natural y social mediante su conducta operante, de modo que el mundo actúa sobre estos mediante las cosas que le pasan e in�luyen involuntariamente (condicionamiento clásico) y este actúa voluntariamente sobre el mundo de su vida transformándolo por el efecto de las consecuencias de esas acciones (condicionamiento operante). También los seres humanos aprenden a relacionar mediante el desarrollo de su lenguaje en contextos sociales a partir de aproximadamente el segundo año de vida a relacionar estı́mulos de su entorno de manera arbitraria sin relación directa con los hechos fı́sicos que viven. Este aprendizaje relacional es un tipo de operante verbal especial que posibilita, por un lado, la capacidad de anticipar, recordar, proyectar, imaginar y resolver múltiples problemas mediante lo que se llama tradicionalmente «inteligencia» o «cognición» sin necesidad de tener que contactar con las condiciones directas del mundo fı́sico. Igualmente, este aprendizaje relacional verbal-cognitivo tiene una cara más amarga en forma de in�lexibilidad psicológica que subyace a la mayorı́a de los llamados problemas psicológicos. Muchas de las terapias conductuales contextuales —en especial la ACT y la FAP— se valen del análisis de estos repertorios verbales-cognitivos para promover el cambio psicológico. Los psicólogos conductuales contextuales usan el análisis continuo de las relaciones entre la persona y su entorno mediante el llamado análisis funcional de la conducta, que sitúa a estas en sus contextos de vida, y no en mundos mentales inferidos, buscando las variables antecedentes y consecuentes que mantienen sus di�icultades donde son clave las discrepancias entre las conductas regidas por las contingencias directas de sus experiencias de cómo les va la vida en relación con sus actos y circunstancias y las conductas regidas por reglas; o sea, el control verbal-lingüı́stico del entorno social que les dice e indica cómo hay que actuar, cómo dice que es la vida y qué les espera en ella. En este análisis funcional de la persona en situación de su vida, en contexto, es pertinente desde esta perspectiva que se hable de cómo le va al cliente en sus circunstancias de su vida fuera de la consulta, qué hace ante ellas y a dónde le conducen esas acciones, e igualmente se busquen las equivalencias funcionales entre esas conductas relatadas de fuera y las que presenta aquı́ y ahora en las mismas sesiones de terapia ante el clı́nico (conductas clı́nicamente relevantes) de modo que, mediante el intercambio verbal y otros procedimientos en vivo o experienciales se refuercen, castiguen, extingan, bloqueen y se relacionen directa o metafóricamente con aspectos valiosos de estas personas/clientes, de modo que lo aprendido en consulta se trans�iera a sus vidas fuera de esta y sin la presencia directa del terapeuta. Para realizar el trabajo anterior se han desarrollado seis enfoques terapéuticos: la terapia de aceptación y compromiso-ACT (centrada en la promoción de la �lexibilidad psicológica); la psicoterapia analı́tica funcional-FAP (centrada en la creación de relaciones ı́ntimas y satisfactorias); la terapia de activación conductual-AC (centrada en el contacto con fuentes de grati�icación antidepresivas); la terapia dialéctica conductual-DBT (centrada en el desarrollo de diversos repertorios de conductas funcionales en personas con di�icultades para manejar o regular sus emociones y conductas impulsivas); la terapiaintegral de pareja-TIP (centrada en buscar un equilibrio entre la resolución de problemas y la aceptación del cónyuge en las relaciones con�lictivas de pareja) y la terapia de interacción padres-hijos (centrada en el manejo de las di�icultades de conducta de niños de corta edad mediante una combinación de procedimientos operantes, guı́a de valores familiares y terapia de juego). Estos seis enfoques se basan en el conductismo skinneriano y postskinneriano. Igualmente, se han desarrollado combinaciones de los enfoques anteriores aplicados a diversas poblaciones y en diferentes formatos de manera individual, en pareja, en grupos y en intervenciones comunitarias. Paralelamente, in�luido e in�luyente en los anteriores enfoques, las llamadas terapias cognitivas conductuales han evolucionado hacia enfoques más contextuales —en el sentido de no luchar contra el sı́ntoma, sino de ampliar el horizonte valorativo de la persona— y se han acercado plenamente a las prácticas del mindfulness de tradición budista milenaria desde una perspectiva conductista metodológica (que no radical), apareciendo las llamadas terapias cognitivas basadas en el mindfulness, la compasión y en diversos constructos neuro�isiológicos. El hecho es que ambos desarrollos, el conductista radical skinneriano/postskinneriano y el conductista metodológico entran en colisión paradigmática o en intentos de componendas y convivencia como una pareja con sus momentos peores y mejores, siendo asunto central de las grandes polémicas internas entre los psicólogos conductistas contextuales actuales. Otro asunto en juego candente y en debate es si las distintas terapias contextuales deben articularse en un solo modelo con diferentes aplicaciones, ya sea regido por la teorı́a del marco relacional como paraguas conceptual uni�icador, el análisis clı́nico de la conducta, los llamados procesos básicos (a la postre, los principios básicos del aprendizaje) o en la lı́nea de la colección variopinta de los llamados procesos psicológicos. Aquı́ entran en juego no solo diferencias epistemológicas, sino a veces también intereses puramente mercantiles y económicos en juegos de poder e in�luencia personales e institucionales. También hay que considerar como asunto esencial que las terapias conductuales de inspiración skinneriana, sobre todo en Brasil, y en Estados Unidos con el trabajo de Julie S. Vargas (hija de Skinner), ha continuado su desarrollo al margen de las terapias conductuales contextuales de tercera generación y son una poderosa alternativa a estas. En otro orden de cosas, esta obra también aborda cómo supervisar y en qué habilidades formar a los terapeutas contextuales para que se las puedan ver con diversos problemas y dramas humanos y qué modelos de supervisión y formación son los más usados y pertinentes al respecto. Juan José Ruiz Sánchez U� beda, 19-08-2020 PARTE I FUNDAMENTOS DE LAS TERAPIAS CONDUCTUALES CONTEXTUALES Capítulo 1 Fundamentos �losó�cos: conductismo radical y contextualismo funcional 1.1. Importancia de la �losofía En nuestra época la �ilosofı́a es un saber menospreciado frente al referente hegemónico de la ciencia, y aún más de la tecnologı́a. En esto tiene que ver cómo nuestras sociedades occidentales valoran la tecnologı́a como producto cientı́�ico, a pesar de que la ciencia no se reduzca a la tecnologı́a. Las aplicaciones tecnológicas suelen venderse y promocionarse publicitariamente como productos de consumo de aparatos y aparatajes que se asocian culturalmente a unos mensajes incisivos y repetitivos que buscan relacionar la felicidad con la comodidad del uso de diferentes dispositivos tecnológicos, sin apreciar su lado oscuro de frecuentes enganches y constricción de las vidas de las personas en muchos aspectos esenciales. Las psicoterapias como tecnologı́as aplicadas de la ciencia psicológica tienen muchos aspectos de�initorios de los rasgos tecnológicos anteriores. Se suelen promocionar como productos de consumo encaminados a aumentar la felicidad o, al menos, para eliminar o controlar los obstáculos emocionales que impiden el acceso al bienestar, la tranquilidad y la paz mental. La psicologı́a está de moda y muchos estudiantes la escogen, aún en época de crisis económica. Sin embargo, las ciencias y la psicologı́a como ciencia, o las psicologı́as en plural, pues no es una ciencia uni�icada, necesitan del saber �ilosó�ico. Lo necesitan como ciencia (mediante la llamada �ilosofı́a de la ciencia) y lo necesitan como �ilosofı́a, ya que sus presupuestos o axiomas, los de la ciencia y los de la psicologı́a como ciencia, son �ilosó�icos y, además, el discurrir cientı́�ico genera nuevas �ilosofı́as. Evidentemente, se puede hacer psicologı́a y tecnologı́a psicoterapéutica sin el menor interés y conocimiento de la �ilosofı́a. El problema al proceder ası́ es que el clı́nico o el psicólogo que sea un mero técnico aplicado operará sin ser consciente de los presupuestos �ilosó�icos que guı́an sus acciones, estando a merced de modas psicológicas espontáneas del momento sin que le permita discernir el fondo y calado de muchas cuestiones por quedarse enganchado a la vistosidad de los aparatajes terapéuticos y sin posibilidad real de hacer ciencia basada en la �ilosofı́a, ya que no hay otra manera de hacerla. De manera escueta, la �ilosofı́a es importante para los psicólogos y otros estudiosos de la conducta humana al menos por o para lo siguiente (Pérez A� lvarez, 2004, 2006, 2015, 2018): – Cualquier corriente psicológica y psicoterapéutica se basa en presupuestos �ilosó�icos que es mejor conocer que desconocer para evitar modas y vaivenes interesados y desinformados. – Es fundamental que los cientı́�icos sepan de �ilosofı́a para dar fundamento a sus planteamientos y las implicaciones que se derivan de ellos, que en el caso de la psicoterapia son implicaciones importantes. – Para replantear crı́ticamente las posiciones de la psicologı́a basadas en presupuestos mentalistas-dualistas y/o cerebro- centristas. – Para reivindicar al conductismo radical y al contextualismo funcionalista como bases más adecuadas para hacer una psicologı́a cientı́�ica cabalmente informada �ilosó�icamente. – Para discernir y captar las a�inidades �ilosó�icas entre el conductismo radical y otras perspectivas de la psicologı́a que redunden en un enriquecimiento mutuo. Este es el caso de las a�inidades del conductismo radical con (1) el pragmatismo, que plantea que en vez de buscar una verdad universal busquemos una verdad practica que, según qué circunstancias, nos sirva o nos funcione para alcanzar unos objetivos; (2) la fenomenología europea, que plantea cómo la intencionalidad está ya incorporada a la conducta; (3) el materialismo �ilosó�ico, que plantea la interacción de tres esferas del mundo material, la del mundo de la experiencia exterior, la de la experiencia interior y la de los objetos abstractos; (4) el materialismo cultural, de inspiración marxista, que cuestiona la infraestructura del consumismo económico en los discursos superestructurales subjetivistas y mentalistas que di�icultan operar sobre los asuntos del mundo; (5) la �iloso�ía de la ciencia como estrategia construccionista, que plantea la actividad y el trabajo cientı́�ico como actividad conductual por sı́ misma sujeta a las mismas leyes del aprendizaje que toda conducta humana y (6) el raciovitalismo de Ortega y Gasset, que sitúa el yo/persona en sus circunstancias y horizonte de su vida concreta (Pérez A� lvarez, 2004). – Para identi�icar las a�inidades entre las terapias conductistas/contextualistas con otros enfoques psicológicos y prácticas terapéuticas, especialmente con (1) la psicología ecológica (la percepción como conducta operante); (2) la psicología cultural (los fenómenos psicológicos son históricos-culturales); (3) la psicología y la psicoterapia existencial (afrontamiento de condiciones de la vida muchas veces adversas y dolorosas) (Pérez A� lvarez, 2018) y(4) la psicología adleriana (la persona como sujeto holista que opera en el mundo de su vida para unos �ines o funciones) (Pérez A� lvarez, 2004; Ruiz Sánchez, 2016). 1.2. La �losofía del conductismo radical El conductismo como tal es formulado por J. B. Watson (1878-1958) en su obra paradigmática de 1913 titulada La psicología tal como la ve el conductista. Básicamente, su propuesta es hacer objetiva a la psicologı́a como una ciencia natural con relación al estudio de la conducta humana. Para ello, propone que se considere irrelevante el estudio de las llamadas operaciones mentales por la alta cantidad de especulación que conlleva estudiarlas y que, aun considerando que efectivamente esa actividad existe —de hecho, Watson siempre admiró el trabajo de Freud— es mejor no tenerla en cuenta para un estudio cientı́�ico de la psicologı́a. Su propuesta es considerar que esos procesos mentales son básicamente habla interna relacionada con pequeños movimientos corporales de las cuerdas vocales casi imperceptibles, y que en todo caso lo mejor es estudiar solo la conducta que sea visible al público en general, qué es lo que la gente hace, dice y reacciona con su cuerpo ante diversas situaciones o estı́mulos. Por ello, se suele representar a este conductismo con la fórmula E-R (estı́mulo- respuesta). En realidad, la propuesta de Watson viene a formular, paradójicamente, sin pretenderlo, el llamado conductismo metodológico, que es bien distinto al conductismo radical. El conductismo metodológico es el antecedente de las ciencias cognitivas y las neurociencias, ya que lo que propone es precisamente un método de investigación para que la psicologı́a sea ciencia experimental a partir de lo que podemos observar en lo que la gente hace, dice y las reacciones de su cuerpo, y que en función de esas conductas visibles podemos representar los mecanismos mentales o neuro�isiológicos internos que suceden en las cabezas de los individuos y que serı́an las verdaderas causas de sus conductas visibles. Evidentemente, este no era el programa de Watson, que buscaba realmente relacionar las conductas de las personas con las vicisitudes del ambiente donde vivı́an. Pero el hecho de dejar al margen la actividad o conducta interna o reducirla a biologı́a —movimientos del cuerpo o resultado de redes neuroquı́micas— supuso la aparición de los neoconductismos y posteriormente las ciencias cognitivas y neurociencias con su fórmula E-O-R (estı́mulo, organismo, respuesta), donde «E» representa los inputs sensoriales del ambiente interno o externo, «O» representa el organismo, bien como un «aparato mental» inferido y representado como conjunto de esquemas, creencias, actitudes, constructos, rasgos, etc., bien como resultado de procesos cerebrales, todos ellos inferidos a través de las conductas de la gente (outputs) visibles, y la «R» se re�iere a las respuestas que, por acuerdo de los investigadores, son dignas de estudiar. Ası́, lo relevante son los procesos internos, de la cabeza, sus variantes, sus averı́as y disfunciones —en la cabeza, en la mente o el cerebro— que solo son visibles directamente en la conducta de la gente. Por tanto, lo «invisible e inferido» solo se constata en lo «visible y observable públicamente», aunque esto sea en la mayorı́a de los casos un argumento circular. El conductismo radical da la vuelta por completo al anterior planteamiento. Tanto la actividad interna (mental, cerebral) como la externa y visible son precisamente eso, actividades, conductas que operan (tienen su efecto y reobra) en el mundo en que vivimos. No hay dos mundos, uno inmaterial o mental y otro material o fı́sico —como propone el dualismo �ilosó�ico—. Las neurociencias presentan un «materialismo monista y reduccionista» donde toda la conducta humana, desde el amor a los llamados problemas mentales, son asuntos del cerebro, ya que propone que la actividad mental, en realidad, es actividad cerebral (monismo materialista) y que, además, aquı́ están todas las causas de la conducta humana (reduccionismo). Efectivamente, hay actividad también del cerebro humano, este tiene un papel mediador como soporte biológico para la conducta, pero no hace «brotar la conducta» de su interior, ya que forma parte de un cuerpo —en este caso, humano— que interactúa u opera como un todo conjunto con el mundo de la vida. Ası́, las causas de la conducta humana no están en el interior de la mente ni en las funciones del cerebro, salvo en caso de lesiones o trastornos neurológicos constatados que limitan la interacción con el mundo, sino precisamente en esa interacción sujeto-mundo, que en el conductismo radical recibe el nombre de conducta operante y que otros conductistas llaman «interconducta». La conducta operante es la interacción entre un organismo y su ambiente, entre un sujeto y su mundo de la vida. Operar signi�ica vérselas con las circunstancias de la vida, actuar/comportarse (interna y externamente en conjunto) en ellas y tener unas consecuencias de ese actuar. Lo que hace, signi�ica y da sentido a lo «radical» del conductismo radical son cuatro sentidos o direcciones de este (Pérez A� lvarez, 2006): a. Es radical por su sentido temático: el tema de la psicologı́a es la conducta por derecho propio, y no como estrategia metodológica para estudiar supuestos contenidos mentales o cerebrales. b.Es radical por su sentido total: se hace cargo de todos los hechos psicológicos, sean subjetivos o públicos; y lo hace desde una ciencia de la conducta como de�initoria de lo que es la psicologı́a. c. Es radical por su sentido pragmático-funcional: la conducta está en función (análisis funcional de la conducta) de su para qué práctico en el mundo de la vida, ya sea con relación a temas teóricos, �ilosó�icos o de investigación como a asuntos y problemas cotidianos de cada cual. d.Es radical por su sentido original: busca el origen donde radica la conducta, su raı́z. Estos orı́genes están en cómo nos las apañamos con el mundo de la vida e ı́ntimamente relacionado con aspectos socioculturales. 1.3. La �losofía del contextualismo funcional El contextualismo se nutre sobre todo de la �ilosofı́a pragmatista, y es un desarrollo de esta en el campo de la psicologı́a. En general, se distinguen dos tipos de contextualismo, el descriptivo y el funcional (Hayes, 1993): – Contextualismo descriptivo: busca comprender la totalidad de un acontecimiento desde la apreciación subjetiva de la persona que lo vive, de modo que el conocimiento que se extrae de este evento es descriptivo y limitado a las circunstancias históricas desde las que son narradas por estas personas. Para muchos �ilósofos, son formas de contextualismo descriptivo: (1) la hermenéutica —tarea de interpretar textos sagrados, �ilosó�icos o literarios desde el contexto sociocultural desde el que se construyeron—; (2) el construccionismo social —perspectiva psicosocial que mantiene que los seres humanos son el resultado de los procesos sociales que lo constituyen en cada momento histórico-cultural—; (3) la dramaturgia —conjunto de actividades artı́sticas literarias encaminadas a representar una historia en un escenario— y (4) los enfoques narrativos —contar historias desde la conversación y diálogo en los implicados en estas—. – Contextualismo funcional: busca predecir e in�luir en los acontecimientos estableciendo conceptos y leyes empı́ricas que puedan ser aplicadas a muchos eventos y lugares. Sin embargo, hay que recordar que su criterio de aplicabilidad a diferentes problemas no está orientado por un criterio de verdad objetiva y universal, sino por un criterio pragmático para la resolución de ciertos problemas y la consecución de ciertos objetivos en determinadas situaciones o contextos. De hecho, las llamadas terapias de tercera generación se nutren en su mayor parte de esta perspectiva �ilosó�ica y de su fuente original, el pragmatismo norteamericano. El pragmatismo es una corriente �ilosó�ica de origen estadounidense que seorigina a �inales del siglo XIX. Sus tres exponentes principales son el astrónomo y matemático Charles Sanders Peirce (1839-1914), el �ilósofo, psicólogo y pedagogo John Dewey (1859-1952) y el �ilósofo y psicólogo William James (1842-1910). También son relevantes el fı́sico y �ilósofo checo Ernst Mach (1838-1916), con su posicionamiento del empiriocriticismo; y, en tiempos más actuales, el neopragmatismo del estadounidense Richard Rorty (1931-2007). El planteamiento básico del pragmatismo es que la discusión �ilosó�ica o cientı́�ica sobre el posicionamiento más verdadero o adecuado hay que comprobarlo no en función de sus presupuestos, sino en función de sus consecuencias y/o utilidad para unos �ines (Ruiz Sánchez, 2018). Un planteamiento es más verdadero (criterio de verdad) cuanto más útil, por sus consecuencias, sea para resolver problemas de la vida. Esto en el conductismo está directamente relacionado con la función de la conducta (su �inalidad, su para qué) en cuanto esta sirve a unos propósitos para unos objetivos. Incluso en las terapias conductuales de tercera generación, cuando se plantea a sus usuarios «¿esto qué hace usted le acerca o le aleja de lo que a usted le importa y de lo que valora a largo plazo?», se está haciendo una pregunta pragmática. El planteamiento de Peirce es aclarar las confusiones en torno a los signi�icados de los conceptos, por ejemplo: «¿Es más igualitaria o produce mayor felicidad una sociedad que viva bajo los principios de X o de Y?». Para contestar a esta pregunta hay que mirar a las consecuencias prácticas de cada planteamiento a nivel general, y no particular. Es decir, no se trata de ver si la consecuencia bene�icia a un particular, sino al mayor número de personas o casos. Su planteamiento es el de la experimentación conceptual. Una de las mayores aportaciones de Dewey se dio en la educación. Su planteamiento es que esta debe basarse en la experiencia y en la experimentación más que en la transmisión de una autoridad que imparte conocimientos. «Experimentar las cosas», más que conocerlas por transmisión verbal, es clave. Los métodos educativos prediseñados que no se adaptan a las circunstancias son menos prácticos y útiles para vérselas con los problemas de la vida. Para James, es fundamental que los conceptos sean veri�icables. Lo verdadero es lo útil en el sentido de que aporta un bene�icio para la vida. El valor de una idea debe ser comprobada por su utilidad o e�icacia para lidiar con un problema dado. Uno de los mayores aportes para la psicologı́a conductual de Ernst Mach es el concepto de «relación funcional». Desde el campo de la fı́sica, propone que, para explicar un fenómeno, no es la mejor vı́a centrarse en de�inir en qué consiste su esencia, sino ponerlo en relación con otros fenómenos que pertenezcan al mismo campo o nivel de esos fenómenos. Esa es, además, una relación empı́rica que hay que comprobar por la experiencia. Este planteamiento in�luyó sobre el conductismo radical de Skinner y su análisis funcional de la conducta. Esto, por ejemplo, quiere decir que para explicar «en qué consiste la depresión de alguien», es mejor relacionar las conductas depresivas con la situación de la vida que vive la persona —cómo actúa en ellas y qué consecuencias tiene para su vida— que de�inir lo que es la depresión, pongamos por caso, como enfermedad del cerebro, o de�inir su listado de sı́ntomas. El planteamiento de Rorty cuestiona la metafı́sica y aun la �ilosofı́a clásica en su totalidad, porque al hacerse grandes preguntas sobre la verdad de las cosas termina divorciándose de las cuestiones prácticas de la vida y creando un lenguaje prácticamente literario. El problema para Rorty es que los humanos usamos «juegos del lenguaje» —en esto Rorty sigue al �ilósofo analı́tico Wittgenstein—, es decir, solo podemos hablar y conocer lo que nuestro lenguaje concreto, en un determinado momento sociohistórico con sus prácticas culturales, nos permite. Preguntarse más allá de estos lı́mites es absurdo, o un producto más de estos juegos del lenguaje: el lenguaje supone la expresión de prácticas culturales concretas que dan forma y lı́mite a lo que podemos potencialmente explicar y constituyen una narrativa de la realidad, que no es sino la versión de la realidad que esas prácticas culturales con su lenguaje crean en favor de determinados intereses socioeconómicos. La cuestión del lenguaje y la cognición es central en la perspectiva conductual actual y todas sus variantes, precisamente desde la perspectiva pragmática funcional. 1.4. Similitudes y diferencias entre conductismo radical y contextualismo funcional La teorı́a del marco relacional (RFT por sus siglas en inglés, Relational Frame Theory) es una teorı́a conductista postskinneriana que plantea la relación conducta-conducta, en concreto la relación entre las conductas o actividades cognitivas-verbales (del lenguaje) y la conducta en general. Lo hace desde una perspectiva radicalmente conductista, sin recurrir a constructos mentales o mecanismos cerebrales inferidos, usando la relación funcional entre los procesos observables de tipo conductual, es decir, de variables que están en el mundo sociocultural y en las acciones de las personas. Su principal exponente es el estadounidense Steven Hayes, a su vez creador de la terapia de aceptación y compromiso (ACT), una de las principales terapias psicológicas conductistas (contextuales funcionales) de las llamadas terapias psicológicas de tercera generación. La ACT, a su vez, se basa en gran parte en la RFT. Esta teorı́a pone el acento en cómo la conducta verbal (cognitivo- verbal) se hace progresivamente con el control de las actividades humanas, para bien o para mal. Gracias a la actividad operante de pensar, imaginar, recordar, anticipar, además de hablar, nos relacionamos no solo con el mundo fı́sico y los otros, sino que también podemos relacionarnos con eventos o situaciones no presentes, venideras, pasadas, y prácticamente con cualquier acontecimiento imaginable. Esta actividad relacional u operante relacional del lenguaje humano, puede terminar alterando o afectando a nuestra experiencia directa con las cosas de la vida y hacernos especialmente sensibles o insensibles a ellas. Es decir, la actividad lingüística puede alterar y transformar cómo nos afectan las cosas que nos pasan y el efecto de lo que nos pasa mediante varios procesos derivados de esta actividad misma del lenguaje, y muchas veces ni tan siquiera con la necesidad de haber experimentado o aprendido directamente esas cosas. Por ejemplo, podemos enredarnos y volvernos en nuestros actos muy in�lexibles y repetitivos… (1) Usando el lenguaje de manera muy literal (literalidad del lenguaje), tomando las palabras, imágenes, pensamientos o sea los llamados contenidos mentales como si fueran realmente la experiencia real («no vales para nada», «eres muy tı́mido») con el efecto de que nuestra conducta se guı́a por esos contenidos verbales sin atender a las experiencias de cómo funcionan las cosas realmente. (2) También por esas relaciones de la actividad cognitiva-verbal podemos relacionar los estı́mulos o eventos de la vida formando categorı́as o clases arbitrarias, rı́gidas y estáticas, que llevan a hacer comparaciones y evaluaciones generalizadas desconectando con la experiencia particular concreta. Ejemplo de esto son los prejuicios y las etiquetas que asignamos a las cosas y personas que no suelen tener en cuenta los casos que no van en su lı́nea (formación de clases o categorías rígidas). (3) Un tercer caso de cómo el control verbal-cognitivo que puede generar problemas en la vida es la necesidad de dar razones y sentido coherente, reforzado socialmente, a las cosas que hacemos o dejamos de hacer (necesidad de dar razones y sentido coherente), con el efecto de debates apasionados, a veces hasta agresivos por llevar la razón o aplicar acciones, porque «es lo correcto y lo que hay que hacer»,a pesar de que a la larga no funcionen para lo que nos importa. (4) Otro caso de control verbal-cognitivo con efectos de in�lexibilidad en nuestra vida es la insistencia cultural repetida hasta la saciedad, tanto en medios publicitarios como en medios sanitarios, de que para llevar una vida feliz y adecuada, primero hay que librarse de los pensamientos, sensaciones internas, o al menos controlarlos o reducirlos, ya sea usando medicación, intervenciones psicológicas o cualquier otra actividad que nos aleje de ellos. Todo esto puede enredarnos en una lucha continua y frecuente por evitar estas experiencias (evitación experiencial, se le llama en ACT) que nos puede alejar de dedicar nuestras vidas a aquello que realmente es importante y valioso en nuestras vidas, y llevándonos a hacer la vida en torno a despejar malestares más que a construir una vida con signi�icado y propósito (de estos aspectos se encarga la terapia ACT). Todo el desarrollo de la RFT ha dado lugar a la llamada ciencia contextual de la conducta (CBS por sus siglas en inglés, de Contextual Behavioral Science). Este campo surge —según expone Hayes (2016)— para dar una respuesta no mentalista desde el conductismo al papel del lenguaje- cognición en la conducta humana. Esta perspectiva de la CBS se interesa por considerar funcionalmente las experiencias privadas y abiertas relacionadas con la cognición y el lenguaje. Aquı́, «funcional» se entiende como la relación entre las cosas de la vida, la cognición- lenguaje y sus efectos en la vida de las personas sin recurrir a constructos mentales que están en un nivel distinto a ellos. Habitualmente, desde los enfoques mentalistas se plantea que la cognición-lenguaje es la variable independiente o causa de las acciones y emociones de las personas (efectos o variables dependientes), es decir, lo que ocurre en el interior de las cabezas es la causa de lo que hacemos y sentimos. Para no caer en este mentalismo, la RFT y la CBS ponen ambas actividades (cognitiva-lingüı́stica) y conducta en general, en relación con el contexto. De ahı́ surge el llamado contextualismo funcional. El problema y la alternativa que introducen la RFT, la CBS y el contextualismo funcional, siguiendo a Hayes (2016), es que su propuesta es diferente a la del conductismo radical skinneriano, llevándolos a un conductismo radical postskinneriano, y separándolos —dolorosamente, dice Hayes— del análisis experimental del comportamiento de raı́z skinneriana. El hecho es que en la �ilosofı́a conductista radical ambas posturas persisten y generan sus propias aplicaciones, por ejemplo, en las llamadas terapias de tercera generación, in�luyéndose mutuamente — por ejemplo, la llamada psicoterapia analı́tica funcional, más relacionada con el conductismo skinneriano, y la terapia de aceptación y compromiso-ACT con la RFT postskinneriana—. El efecto llamativo no solo es que conviven, sino que se tratan y se in�luyen la una a la otra, mal que les pese a los partidarios a ultranza de ambas perspectivas. Y lo mismo ocurre con otras perspectivas conductistas vigentes como la teorı́a de la conducta de Ribes Iñesta; quizás porque haya más elementos de unión esenciales entre estos «primos hermanos conductistas» que diferencias y porque el diálogo entre ellos sea realmente enriquecedor para todos con el efecto de continuar esos contactos. Sin embargo, este diálogo puede derivar en cuestiones diferenciales y hasta con�lictivas importantes entre ambas perspectivas y es pertinente hacernos las siguientes preguntas: ¿en qué se diferencian y asemejan los planteamientos del conductismo radical y los del contextualismo funcional? y ¿qué implican estas diferencias para la intervención psicológica? Una diferencia importante es que para algunos conductistas radicales los fenómenos de relaciones entre estı́mulos que explica la teorı́a del marco relacional pueden ser explicados mediante condicionamiento respondiente y operante sin recurrir a esta teorı́a que para ellos es innecesaria, ya que introduce una excesiva teorización para explicar y predecir las conductas verbales más complejas (Tonneau, 2002, 2004). Esto genera un debate interno entre conductistas radicales y conductistas contextualistas (Hayes y Quiñones, 2005; Guzmán y Cisneros, 2019). Una consecuencia directa de esta diferencia a nivel de trabajo con intervenciones terapéuticas es el uso directo de procedimientos especı́�icos de refuerzo y castigo como moldeamiento diferencial de tipo operante y respondiente en las interacciones terapéuticas contingentes a determinados tipos de verbalizaciones especı́�icas (Kohlenberg y Tsai, 1991/2008; Froxán Parga et al., 2011) frente al uso de procedimientos más generales basados en constructos de nivel intermedio, como es frecuente en la terapia de aceptación y compromiso (Hayes et al., 2015), con conceptos como aceptación, defusión, �lexibilidad psicológica, etc.; que para los conductistas radicales engloban a varios procedimientos de moldeamiento diferencial; y para los contextuales, siendo cierto que conllevan esos procedimientos de moldeamiento, suponen, además, nuevas relaciones o derivaciones entre los estı́mulos y el desarrollo de una perspectiva personal más �lexible, según la teorı́a del marco relacional. De hecho, los propios psicólogos contextualistas funcionales se consideran a sı́ mismos conductistas radicales, renovados y actualizados desde la teorı́a del marco relacional, o sea, postskinnerianos o prohayesianos. Como vemos, en el núcleo del debate está considerar o no la aportación de la teorı́a del marco relacional como operante relacional con aspectos distintivos de otras operantes no verbales (Barnes- Holmes et al., 2001) como un desarrollo muy relevante para entender el lenguaje y la cognición humana. La anterior polémica, además, no solo tiene una vertiente basada en la pregunta de qué procesos de aprendizaje explican y predicen el comportamiento verbal humano complejo (lo que se ha llamado cognición, lenguaje, inteligencia…), sino también un trasfondo �ilosó�ico entre dos concepciones de la ciencia, la de los conductistas radicales y la de los conductistas metodológicos. La incorporación de las terapias cognitivas basadas en el mindfulness y la autocompasión como desarrollos más actuales de formas de conductismo metodológico —al usar constructos inferidos de tipo mentalista y neurobiológicos— introduce, además, un nuevo elemento de importante discordia que se añade a los anteriores, vı́a tradición budista y mindfulness. Los conductistas radicales consideran que el mindfulness y la autocompasión introducen elementos mentalistas innecesarios que pueden explicarse mediante los procesos o principios básicos del aprendizaje en términos de conductas y sus funciones contingenciales; y que, en cierto modo, las llamadas terapias de tercera generación (ACT, FAP, DBT, AC, etc.) están tentadas en rei�icar de manera nominalista sus conceptos (por ejemplo, yo contexto u observador, �lexibilidad psicológica) como entidades que, al �in y al cabo, son relaciones funcionales entre el organismo y su ambiente. Los conductistas contextuales son partidarios de usar estos conceptos intermedios de manera pragmática para alcanzar unos objetivos en las terapias y, aunque reconocen que en realidad son relaciones funcionales entre los humanos y su medio ambiente —por ello son conductistas radicales a su manera—, pero que esas relaciones son complejas y que es más práctico y efectivo hacerlo mediante estos conceptos, incluso hablando a veces de «procesos mentales» de manera metafórica y en el plano de la investigación más formal mediante la teorı́a del marco relacional. Igualmente, consideran que las terapias cognitivas basadas en el mindfulness y la autocompasión son igualmente acercamientos pragmáticos, aunque usen un lenguaje mentalista. Una revisión reciente sobre las aportaciones de B. F. Skinner desde el conductismo radical (como �ilosofı́a de la psicologı́a)y el análisis experimental de la conducta (la ciencia de la psicologı́a basada en esa �ilosofı́a) a la psicologı́a treinta años después de su muerte (Pérez A� lvarez, 2020), son las siguientes (Skinner, 1938, 1953, 1957, 1968, 1969, 1974): 1. El objeto de la psicologı́a es el estudio de la conducta. 2. Aun cuando utilice constructos en psicologı́a, siempre han de referirse a la conducta, ya que esos constructos, al �in y al cabo, se re�ieren a relaciones entre las personas y su medio, a relaciones que son conductas. Que esos constructos sean más o menos pertinentes según el pragmatismo al uso es un asunto tanto de investigación como de teorización para unos objetivos; que determinarán que si los constructos —incluyendo teorı́as como la del marco relacional como conjunto de constructos referidos a la conducta— o la no utilización de los mismos, según la famosa navaja de Occam, son más adecuados en cada caso. El propio Skinner fue partidario del uso de las teorı́as conductuales en términos funcionales y no mentalistas como paso intermedio y provisional a la búsqueda de explicaciones más conductuales especı́�icas. 3. Muchas teorı́as actuales de la psicologı́a usan conocimientos conductuales revestidos de otras terminologı́as mentalistas y neurocognitiva sin conocimiento cabal de sus fundamentos skinnerianos, desde los planteamientos psicosociales de problemas asociados al consumo de tecnologı́as al funcionamiento social como una gran caja de Skinner, el estudio de la cognición y el lenguaje, el control ambiental de la conducta humana, partes importantes de la llamada economı́a conductual hasta la cognición corpórea. 4. El mayor descubrimiento de Skinner y su conductismo radical es el moldeamiento de la conducta mediante la selección de sus consecuencias como principio causal, que es la base del condicionamiento operante. 5. La mayor aportación de Skinner desde el conductismo radical y el análisis experimental de la conducta es la noción de conducta operante como relación funcional entre la situación presente y las consecuencias futuras que fundamenta el análisis funcional. 6. La concepción conductista radical de Skinner de la conducta operante (voluntaria) implica a nivel teórico y �ilosó�ico que la conducta es inherentemente intencional, que opera desde las circunstancias presentes cambiando el mundo con la consecuencia de moldear y reforzar la propia conducta y abriéndose al futuro desde el presente; o sea, haciéndola más o menos probable en circunstancias funcionalmente similares. Paralela y complementariamente, el contextualismo funcional de Hayes, entroncado en el propio conductismo radical de Skinner, pero con sus propias aportaciones postskinnerianas, añadirı́a lo siguiente (Pérez A� lvarez, 2014; Valdivia y Páez, 2019): 1. Especi�icación del origen del sufrimiento psicológico como cuestión central para cualquier perspectiva de la psicoterapia, ya que abre la puerta al resto de las cuestiones relevantes, como los objetivos, los procedimientos y los criterios de éxito terapéutico. Todo ello, a su vez, relacionado con la concepción antropológica y �ilosó�ica de cómo se concibe al ser humano. En este aspecto, las condiciones socioculturales especı́�icas, el funcionamiento relacional del lenguaje y la conciencia del yo, según la perspectiva conductual contextual, van a ser clave para entender y abordar el sufrimiento psicológico. 2. La conceptualización del desarrollo de las terapias de conducta en tres generaciones que conviven, en realidad, ya que ninguna sustituye a la anterior, especi�icadas en la primera generación basada en el conductismo radical de Skinner como análisis experimental de comportamiento y la terapia de conducta (Wolpe, Lazarus…); en la segunda, como terapias cognitivas conductuales basadas en un hı́brido entre principios del aprendizaje y conceptos cognitivos y, la tercera, las propias terapias conductuales contextuales basadas en la promoción de la �lexibilidad psicológica, la autorregulación de la conducta y la mejora de la conexión social (según su versión, en este caso, ACT, DBT, FAP), ayuda al terapeuta a usar herramientas de las tres, pero desde una perspectiva pragmática y funcional, donde la «aceptación» es clave. 3. El énfasis �ilosó�ico de las seis diferencias con el resto de enfoques psicológicos, incluyendo el cognitivo-conductual de segunda generación: (1) Es contextualista frente al mecanicismo (importancia del acto en contexto frente al acto como producto de un mecanismo interno averiado). (2) Es funcionalista frente al estructuralismo (énfasis en las funciones del para qué de la conducta frente a que estructura le da soporte). (3) Es no mentalista frente al mentalismo (las causas están en el contexto o ambiente natural y socioverbal, y no en eventos mentales privados). (4) Es monista frente al dualismo (los eventos privados son también conductas, y no resultados de procesos mentales de otro nivel). (5) Usa el método ideográ�ico, y no el nomotético (usa la conducta concreta del caso concreto, y no el promedio o concepto diagnóstico o de rasgo como unidad de análisis). (6) Es no reduccionista frente al reduccionismo (la conducta puede explicarse en varios niveles de relación ambiente-conducta). 4. Desarrollo de la teorı́a del marco relacional para explicar, predecir y modi�icar la conducta humana más compleja del lenguaje y la cognición (ver capı́tulo 2). 5. Una noción de persona (Pérez A� lvarez, 2014) que (1) hace del cuerpo la base de la identidad personal como organismo cambiado y cambiante en función de la historia personal a lo largo de la vida y medio de contacto con el mundo, (2) presentándose como un sı́ mismo como otro (es decir, como una persona concreta) a través de la creación de historias o narrativas personales, (3) y de manera muchas veces excéntrica (dado que se tiene un cuerpo con el que no siempre se coincide en su vivencia fenomenológica o subjetiva). Esta es una aportación especı́�ica de Pérez A� lvarez al contextualismo funcional para explicar, dar sentido y articular el dar alternativas a muchas experiencias humanas, conjugando contextualismo funcional y análisis e intervención fenomenológica. Un cuadro resumen de las a�inidades y diferencias entre estas tres perspectivas de terapias conductuales contextuales es el siguiente: CONDUCTISMO RADICAL Filosofı́a (1) CONTEXTUALISMO FUNCIONAL Filosofı́a (2) MENTALISMO Y BIOLOGICISMO BUDISTA. CONDUCTISMO METODOLO� GICO Filosofı́a (3) Criterio de verdad: pragmática según qué situación y propósito y empirista inductiva Criterio de verdad: pragmática según qué situación y propósito Criterio de verdad: racioempirista de adecuación y correspondencia entre el constructo y sus predicciones correlacionales como representación de una realidad externa universal. Forma de proceder en terapia: Uso del AFC y de las contingencias observables subjetiva y abiertamente. Menor uso de constructos intermedios (por ejemplo, experiencia del yo) Forma de proceder en terapia: Uso del AFC y de las contingencias observables subjetiva y abiertamente y uso, además, de constructos de nivel intermedio (�lexibilidad psicológica) Forma de proceder en terapia: Menor uso del AFC y más guı́as por criterios diagnósticos clı́nicos Ejemplo actual: psicoterapia analı́tica funcional y toda la tradición del análisis clı́nico de la conducta Ejemplo actual: terapia de aceptación y compromiso Ejemplo actual: terapia cognitiva basada en mindfulness, terapia de compasión y parte de la terapia dialéctica conductual Posición ante �ilosofı́a (2) y (3): traducción de sus conceptos a términos operantes y respondientes, rechazo de constructos donde se inserta la teorı́a del marco relacional Posición ante �ilosofı́a (2) y (3): uso pragmático y funcional de sus aportes para determinados �ines en determinados contextos. Colaboración táctica para desarrollar sus intereses (Hayes y Hofmann, 2019) Posición ante �ilosofı́a(2) y (3): como construcciones teóricas útiles si predicen fenómenos conductuales como expresión de un aparato mental, que es su foco de interés Bibliografía del capítulo 1 Barnes-Holmes, D., Hayes, S. C. y Roche, B. (2001). The (not so) strange death of stimulus equivalence. European Journal of Behavior Analysis, 2(1), 35-41. Froxán Parga, M. X., Montaño, M., Calero, A. y Ruiz, E. (2011). Aproximación al estudio funcional de la interacción verbal entre terapeuta y cliente durante el proceso terapéutico. Clínica y Salud, 22(1), 69-85. Guzmán, G. y Cisneros, J. (2019). Falla en la equivalencia funcional: problema conceptual más que metodológico. Boletín Cientí�ico de la Escuela Superior de Atotonilco de Tula (12), 17-20. Hayes, S. C. y Hayes, L. (1993). Varieties of Scienti�ic Contextualism. Context Press. Hayes, S. C. y Quiñones, R. M. (2005). Caracterı́sticas de las operantes relacionales. Revista Latinoamericana de Psicología, 37(2), 277-289. Hayes, S. C., Strosahl, K. y Wilson, K. (2015). Terapia de aceptación y compromiso: proceso y práctica del cambio consciente (mindfulness). Bilbao: Desclée de Brouwer. Hayes, S. C. (2016). Why Contextual Behavioral Science Exist: An Introduction to Part 1. En: Zettle, R., Hayes, S. C., Barnes-Holmes, D. y Biglan A. The Wiley Handbook of Contextual Bahavioral Science. Oxford: Wiley Blackwell. Hayes, S. C. y Hofmann, S. G. (2018). Process Based CBT. The Science and Core Clinical Competencies of Cognitive Behavioral Therapy. Harbinger Publications, Inc. Kohlenberg, R. J. y Tsai, M. (2008) [1991]. FAP, psicoterapia analítica funcional. Creación de relaciones terapéuticas intensas y curativas. Málaga: Ciencia Biomédica, Universidad de Málaga. Pérez A� lvarez, M. (2004). Contingencia y drama. La psicología según el conductismo. Madrid: Minerva Ediciones. Pérez A� lvarez, M. (2006). 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(1970) [1968]. Tecnología de la enseñanza. Nueva colección Labor. Skinner, B. F. (1979) [1969]. Contingencias de reforzamiento: análisis teórico. Trillas. http://www.infocop.es/view_article.asp?id=1053&cat=38 Skinner, B. F. (1987) [1974]. Sobre el conductismo. Martı́nez Roca. Tonneau, F. (2002).Who can understand relational frame theory? A reply to Barnes-Holmes and Hayes. European Journal of Behavior Analysis, 3, 95-102. Tonneau, F. (2004). Book review «Relational frame theory: A post-Skinnerian account of human language and cognition». British Journal of Psychology, 95, 265-268. Valdivia, S. y Páez, M. (2019). Aceptación psicológica. Que es y por qué se fomenta en terapia. Pirámide. Capítulo 2 Fundamentos basados en los principios del aprendizaje: aprendizaje respondiente, aprendizaje operante y aprendizaje relacional 2.1. Importancia de los principios del aprendizaje Dos preguntas fundamentales son «¿por qué la gente cambia en terapia?» (Froxán Parga et al., 2006) y «¿por qué funcionan los tratamientos psicológicos?» (Froxán Parga, 2011). No se trata ya solo de comprobar si una intervención terapéutica es e�icaz, sino de los procesos especı́�icos que explican esos cambios que hacen a esa intervención e�icaz. Para responder a esta cuestión nos tenemos que remitir necesariamente a los procesos o principios de aprendizaje implicados en la relación terapéutica, que es sobre todo verbal. Los procesos de aprendizaje operan a través de la relación terapéutica donde ambos participantes se dicen y se hacen cosas mutuamente, y donde el papel de terapeuta implica hacer algo con lo que el cliente le comparte para producir cambios (con unos objetivos de ayuda), ya sean estos conceptualizados en las terapias cognitivas conductuales como intervenciones basadas en la reestructuración cognitiva, la exposición, el mindfulness, la aceptación, la defusión, la �lexibilidad psicológica, la autocompasión, etc.; e incluso en otros tipos de terapias psicológicas no cognitiva-conductuales, como confrontación, asociación libre, prescripción del sı́ntoma, trabajo con excepciones, integrar la experiencia, etc. En todos los cambios psicológicos operan los procesos o principios del aprendizaje, ya que en realidad esos cambios son cambios de conducta; y la conducta está regida por las leyes del aprendizaje, tanto en la vida cotidiana como en la terapia en un consultorio o institución. Estos principios o procesos son los del condicionamiento clásico o respondiente asociativo, los operantes por moldeamiento de la conducta verbal y no verbal y, para los contextualistas funcionales, se añaden también los operantes relacionales verbales. El grupo liderado por la española Marı́a Xesús Froxán Parga viene realizando una importante investigación sobre los principios de aprendizaje implicados en los cambios en terapia mediante las interacciones conductuales de tipo verbal en la relación terapéutica desde una perspectiva conductista radical, que resumimos escuetamente a continuación: – Estudio de lo que sucede en las sesiones de terapia para explicar el cambio de conducta, categorizando las conductas de estudio de los clientes y las acciones de los terapeutas al respecto como aplicación de contingencias especı́�icas asociativas y operantes, con un énfasis especial en el análisis funcional del lenguaje en esas relaciones mediante el condicionamiento pavloviano (Froxán Parga et al., 2008; Froxán Parga, Montaño et al., 2010; Froxán Parga et al., 2011; Froxán Parga, Ruiz et al., 2011; Froxán Parga, 2011; Montaño et al., 2011; Ruiz et al., 2013; Froxán Parga et al., 2013; Virués Ortega y Froxán Parga, 2014; Ruiz et al., 2015; Froxán Parga et al., 2018; Lee et al., 2019; Froxán Parga, 2020). – Detección de los principios de aprendizaje implicados en la relación terapéutica cuando se hace reestructuración cognitiva de segunda generación que son tanto operantes de moldeamiento verbal como asociativos de condicionamiento clásico (Froxán Parga et al., 2006; Froxán Parga, Vargas et al., 2010; Froxán Parga y Calero, 2011; Calero et al., 2011; Froxán Parga et al., 2017). – Estudios de cómo se aplica en la relación terapéutica el uso de reglas verbales operantes y los efectos de las mismas (Froxán Parga et al., 2011; Vargas et al., 2016; Vargas et al., 2018). Igualmente, desde España el grupo de Mari Carmen Luciano Soriano y Francisco Javier Ruiz lideran la investigación y la aplicación de las terapias contextuales (en especial la ACT) poniendo énfasis en el aprendizaje operante relacional desde la teorı́a del marco relacional (RFT) aplicada a problemas psicológicos, centrados igualmente en los intercambios verbales entre clientes y terapeutas. Reseñaremos solo algunos de estos estudios desde la RFT: – Implicaciones de la RFT para entender los problemas psicológicos y hacer psicoterapia (Gómez et al., 2006). – Aplicación a casos de autismo mediante el entrenamiento en comportamiento relacional derivado (Ruiz et al., 2012; Ruiz y Luciano, 2012; Feder et al., 2015). – Aplicación al trabajo con niños pequeñosaumentado el potencial terapéutico de la terapia ACT desde la RFT (Ruiz y Perete, 2014). – Cómo aumentar el poder motivador de cambio (augmental) usando las metáforas en la terapia (Sierra et al., 2016). – Aprendizaje y aplicación de la RFT a múltiples problemas clı́nicos (Törneke, 2016). – Aplicación de la RFT a las conversaciones clı́nicas para maximizar su poder de cambio (Villatte et al., 2016). – Estudio e implicaciones del enmarque relacional con funciones de coherencia y jerarquı́a como punto clave desde donde la persona puede responder a su propio comportamiento con mayor �lexibilidad psicológica (Luciano, 2017). Tanto la perspectiva conductista radical skinneriana como la postskinneriana mantienen que los humanos aprendemos nuestra conducta por condicionamiento. Aquı́ «condicionamiento» se re�iere a las relaciones entre la conducta con el medio ambiente natural y social en el caso de los humanos (llamadas «relaciones de contingencia»). Este ambiente también puede ser interno al propio cuerpo de la persona. Se entiende que la conducta es la variable dependiente objeto de estudio y el ambiente antecedente (elicitador involuntario en el aprendizaje respondiente o clásico, interno o externo, fı́sico o verbal; y evocador probabilı́stico en el aprendizaje operante, interno o externo, fı́sico o verbal) y las consecuencias de las conductas operantes (también internas y externas directas o simbólicas-verbales) son las variables independientes de la conducta. Las acciones y reacciones de las otras personas a nuestra propia conducta pueden tener estas funciones antecedentes y consecuentes para nosotros y, viceversa, para ellos. Esto es clave en las relaciones humanas y en las relaciones de la terapia psicológica. 2.2. Aprendizaje respondiente (clásico) y terapia psicológica El aprendizaje respondiente se basa en el condicionamiento clásico o respondiente y se relaciona con las cosas que nos pasan de modo involuntario en la vida y nos in�luyen. El modo en que nos in�luye conlleva que reaccionemos a estos eventos involuntarios con respuestas también involuntarias en forma de reacciones �isiológicas, sensaciones, emociones, pensamientos o acciones re�lejas. En general, nuestras reacciones involuntarias de todo tipo están bajo el control de estı́mulos antecedentes que relacionamos involuntaria y automáticamente por asociación o contigüidad temporal. Los estudios sobre condicionamiento clásico o respondiente se originan en la investigación del �isiólogo ruso Iván Pávlov (1849-1936) sobre los re�lejos en animales como forma de estudiar el funcionamiento de sus cerebros. Este observó que los animales pueden presentar re�lejos innatos o incondicionados con respuestas involuntarias (RI) de tipo �isiológico (por ejemplo, salivar en presencia de comida en un animal privado de esta), denominadas respuestas incondicionadas, que se producen de manera reactiva e involuntaria a determinados estı́mulos que se denominan estímulos incondicionados (EI), como la presencia de la comida a la vista u olfato del animal, y también, mediante el aprendizaje por asociación de esos re�lejos innatos a estı́mulos del ambiente previamente neutros, producir respuestas condicionadas (por ejemplo, salivación) al presentar poco antes de la comida una campanilla o sonido que se convierte en estı́mulo condicionado. Es decir, el estı́mulo previamente neutro y sin efecto sobre la respuesta involuntaria por asociación, termina teniendo un efecto similar al convertirse en estı́mulo condicionado. Todo ello dará lugar a los re�lejos condicionados o aprendidos. Siguiendo a Pérez et al. (2010), los procedimientos básicos implicados en el condicionamiento y aprendizaje clásico son los siguientes: – De adquisición àEs el incremento de la respuesta condicionada (RC) debido a la presentación repetida de los estı́mulos incondicionados (EI) y condicionados (EC) emparejados entre sı́ – De extinción à Decremento de la RC debido a una presentación repetida del EC sin el EI. – Olvido respondiente: decremento de la RC debido solo al paso del tiempo sin que se haya presentado el EC (con o sin el EI). – Recuperación espontánea: tras un tiempo en que el sujeto no ha sido expuesto al EC, su presentación evoca una RC de intensidad superior a la que habı́a tras la extinción. – Tipo de estimulación usada (EI y EC) que afecta al tipo de RI y RC producidas. – Relaciones de contingencia entre los estı́mulos EI y EC. Se re�iere a la predictibilidad de la ocurrencia del EC sobre el EI, que puede ser positiva —el EC predice que aparece el EI—, en el llamado «condicionamiento excitatorio», negativa —el EC predice que no aparece el EI—, que se conoce como «condicionamiento inhibitorio». Cuando no hay asociación ninguna entre ambos, estamos ante un caso de acontingencia. – De la relación entre el EC y el EI se derivan cuatro tipos de condicionamiento clásico o respondiente: excitatorio apetitivo, excitatorio aversivo, inhibitorio apetitivo e inhibitorio aversivo. TIPO DE ESTÍMULOS Y CONTINGENCIAS RESPONDIENTES EXCITATORIO INHIBITORIO APETITIVO El EC (por ejemplo, una luz verde) predice la aparición de un EI apetitivo (por ejemplo, comida en un animal privado de ella) El EC (por ejemplo, una luz roja) predice la no aparición de un estı́mulo apetitivo (por ejemplo, comida en un animal privado de ella) AVERSIVO El EC (por ejemplo, una luz blanca) predice la aparición de un EI El EC (por ejemplo, una luz azul) predice la no aparición de un EI aversivo (por ejemplo, descarga eléctrica) aversivo (por ejemplo, descarga eléctrica) Para el tratamiento psicológico y para entender muchas cosas involuntarias que nos pasan en la vida, el condicionamiento a aprendizaje asociativo o respondiente es muy importante para entender cómo funcionan nuestras emociones y cogniciones (involuntarias). En el siguiente cuadro se presenta resumidamente su papel sobre estas emociones y cogniciones involuntarias TIPO DE ESTI�MULOS Y CONTINGENCIAS RESPONDIENTES EXCITATORIO INHIBITORIO APETITIVO Alegría/esperanza. Un EC (por ejemplo, ver a la pareja con la que tenemos buena relación) predice la aparición de un EI apetitivo (por ejemplo, las sensaciones de besarse). Decepción/frustración/ira. Un EC (que anteriormente predecı́a un EI apetitivo) predice ahora la no aparición del EI apetitivo, por ejemplo, ver a la pareja y no producirse ese besarse. AVERSIVO Ansiedad/Miedo Un EC (por ejemplo, andar por una calle oscura) predice con ansiedad la aparición de un EI de miedo (asalto con lesión fı́sica anterior). Alivio Un EC (que anteriormente predecı́a un EI aversivo) predice ahora la no aparición del EI aversivo; por ejemplo, andar por un callejón oscuro donde fuimos dañados y robados y no producirse ese efecto. Es importante poner de relieve que las respuestas emocionales condicionadas respondientes pueden afectar a la conducta operante. En general, las respuestas emocionales percibidas como positivas (alegrı́a/esperanza y alivio, del cuadro anterior) funcionan incrementado las respuestas operantes reforzadas positivamente y disminuyendo las reforzadas negativamente. Igualmente, las respuestas emocionales percibidas como negativas (ansiedad/miedo y decepción/frustración/ira, del cuadro anterior) funcionan incrementando las respuestas operantes reforzadas negativamente y disminuyendo las reforzadas positivamente. Una concepción alternativa a la skinneriana y pavloviana sobre la función de los estı́mulos contingentes es la de Staats (1979, 1997), que integra el condicionamiento clásico y el operante, y que explica de modo alternativo la conducta verbal compleja tanto a la formulación skinneriana-pavloviana como a la teorı́a del marco relacional de Hayes. Es, sin duda, un autor injustamente relegado que aporta aspectos importantes a los procesos de aprendizaje implicados en la conducta humana y a los tratamientos psicológicos (Virués Ortega, 2004). Seguidores relevantes de esta concepción conductista radicalson la psicóloga española Rocı́o Fernández Ballesteros (Fernández Ballesteros, 1989; Angera, 1993) y el psicólogo peruano William Montgomery Urday (Montgomery, 2018; Quispe y Torres, 2019). La «teorı́a del aprendizaje de las tres funciones» de Staats (1979, 1997) se mantiene �iel al conductismo radical al no inferir procesos diferentes a los conductuales. Se fundamenta en varios presupuestos basados en la investigación: – Un estı́mulo contingente puede tener tres funciones paralelas A-R- D al mismo tiempo: «actitudinal» (A), como estı́mulo EI/EC de tipo emocional; «reforzante» (R), como estı́mulo consecuente que cambia o mantiene una conducta en determinadas situaciones o contextos; y «discriminativo» (D), como estı́mulo discriminativo que indica o señala la probabilidad de que una respuesta será reforzada en una situación concreta. – Un estı́mulo condicionado (EC) con control aprendido mediante condicionamiento clásico puede funcionar posteriormente como un estı́mulo reforzante (Er positivo o negativo) sobre una conducta operante y como estı́mulo discriminativo (transferencia de control). – Un estı́mulo reforzante (Er positivo y negativo) puede funcionar como un estı́mulo condicionado (EC) y como un estı́mulo discriminativo (ED) (transferencia de control). – Igualmente un estı́mulo discriminativo (ED) puede funcionar como estı́mulo reforzante (Er positivo y negativo) y como estı́mulo condicionado (EC) (transferencia de control). – La «personalidad» es el resultado de un aprendizaje acumulativo jerárquico tipo A-R-D conformada por repertorios conductuales que a su vez son efectos de las contingencias antecedentes y consecuentes (relación ambiente-conducta) y a la vez causa de otras conductas (relación conducta-conducta) 2.3. Aprendizaje operante y terapia psicológica El aprendizaje operante se basa en el condicionamiento operante y se relaciona con las consecuencias de nuestras acciones voluntarias en determinadas situaciones de la vida. Estas acciones voluntarias son conductas que pueden presentarse como respuestas �isiológicas, emociones, pensamientos, habla o acciones concretas. Estas acciones voluntarias (privadas y públicas) están bajo el control antecedente de estı́mulos/situaciones que las hacen más probables, pero no las determinan (los llamados estı́mulos discriminativos) y bajo el control de sus consecuencias o efectos (contingencias de reforzamiento). La relación entre los antecedentes discriminativos, la conducta en cuestión y sus consecuencias concretas reciben el nombre de relación de triple contingencia (A-B-C; donde A es el estı́mulo o situación discriminativa, B la conducta y C las contingencias de refuerzo). Desde esa triple contingencia, Skinner estableció la llamada «ley empı́rica del efecto», que reformula en términos objetivos la ley del efecto de Thorndike, evitando los términos mentalistas de la satisfacción: Si una respuesta ejecutada en presencia de un estı́mulo va seguida de un hecho satisfactorio, la asociación entre el estı́mulo y la respuesta se fortalece. Si la respuesta va seguida de un hecho molesto, la asociación se debilita. La fórmula empı́rica de la ley del efecto queda ası́: La ocurrencia aproximadamente simultánea de una respuesta y ciertos eventos ambientales comúnmente generados por ella cambian al organismo que responde e incrementa la probabilidad de que ocurran de nuevo respuestas del mismo tipo (Skinner, 1969) La principal caracterı́stica de�initoria de la conducta operante es que las consecuencias de las mismas las determinan en el futuro, seleccionando qué se hace o no se hace en determinadas situaciones (R-Er). Esas consecuencias constituyen las contingencias de reforzamiento positivas y negativas (Er + y Er −). Estos aspectos constituyen las llamadas relaciones funcionales entre la conducta y sus para qué o propósitos, sean advertidos (conscientes) o inadvertidos (inconscientes) por el organismo humano o no humano que las presenta. La función (su para qué en relaciones R-Er) determina la conducta operante. Todas las conductas operantes (voluntarias) nuevas que adquieren los organismos (y los humanos) sujetos a procedimientos experimentales o intervención psicológica —aunque sea de manera inconsistente— lo hacen mediante el llamado procedimiento de moldeamiento por aproximaciones sucesivas que conllevan el reforzamiento contingente y por pasos o etapas de una cadena de conductas reforzadas diferencialmente —aproximaciones graduales «correctas» que se refuerzan e incorrectas que se castigan o extinguen — que se aproximan cada vez más a la conducta �inal deseada que aprender. Según la relación de contingencia entre la conducta y sus consecuencias (R-Er), tenemos cuatro casos: TIPO DE CONTINGENCIA Er + Er − CONTINGENCIA POSITIVA (PRESENTACIO� N DEL Er) Reforzamiento positivo Efecto: aumento de la conducta Castigo positivo Efecto: disminución de la conducta CONTINGENCIA NEGATIVA (RETIRADA DEL Er) Castigo negativo Efecto: disminución de la conducta Reforzamiento negativo (Escape/evitación) Efecto: aumento de la conducta Cuando no hay relación de contingencia entre la conducta operante y sus consecuencias (acontingencia), de modo que estas disminuyen, hablamos de extinción operante. También se denomina estı́mulo discriminativo positivo (Ed +) a aquellos eventos que indican que la conducta tiene altas probabilidades de ser reforzada; y estı́mulo discriminativo negativo (Ed −) a aquellos eventos que indican que la conducta tiene bajas probabilidades de ser reforzada. El aprendizaje o condicionamiento operante cuenta con dos grandes tipos de procedimientos para aumentar o disminuir las conductas, derivados de la relación de contingencias presentadas en el cuadro previo: A) Procedimientos para aumentar las conductas: - Reforzamiento positivo: solo se presenta un Er + apetitivo si el sujeto presenta la conducta operante con el efecto de aumentar esa conducta. - Reforzamiento negativo: solo se retira o no aparece el Er − aversivo si el sujeto presenta la conducta operante con el efecto de aumentar esa conducta. B) Procedimientos para disminuir las conductas: - Castigo positivo: solo se presenta el Er – aversivo si el sujeto presenta la conducta operante con el efecto de su disminución. - Castigo negativo: solo se retira el Er + apetitivo si el sujeto presenta la conducta operante con el efecto de su disminución. Otros aspectos relevantes del condicionamiento operante son los siguientes: C) Caracterı́sticas de las respuestas operantes (Pérez et al., 2010): - La respuesta operante es adquirida por las consecuencias que le siguen. - Tanto las respuestas estereotipadas como las respuestas nuevas (variabilidad de las respuestas) se pueden aprender, mantener e incrementar mediante condicionamiento operante. - Las respuestas operantes no se de�inen por su forma fı́sica o estructura (su topogra�ía), sino por sus efectos funcionales en el ambiente; por su función. - Al estudiar las funciones de las respuestas operantes (el análisis funcional de la conducta) se puede hacer desde análisis más moleculares (respuestas operantes más concretas y de�inidas) hasta desde análisis más molares o generales como clases de respuestas amplias y variadas en su topografı́a, pero con funciones o efectos similares (por ejemplo, en la llamada «evitación experiencial» de la terapia de «aceptación y compromiso»). D) Conductas regidas por reglas y conductas regidas por contingencias (Trillo, 2017): La conducta gobernada por reglas y la conducta moldeada por contingencias se distinguen en su modo más elemental por la particularidad de exposición directa a las contingencias versus el control de la conducta ejercida por especi�icaciones en el lenguaje. Una contingencia, como ya se ha descrito anteriormente, es una relación de tres situaciones: un estı́mulo discriminativo, la conducta y su consecuencia. Ası́, las conductas son moldeadas por contingencias cuando se aprende a discriminar eventos y a respondero no en ciertas circunstancias dependiendo de sus consecuencias. Las reglas, en cambio, son estı́mulos verbales que especi�ican y describen las contingencias (Labrador, 1998) o bien descripciones verbales de contingencias conductuales (Malott, 1989). Esto quiere decir que las conductas que son gobernadas por reglas, han sido mediadas y moduladas a través de las descripciones verbales que especi�ican las contingencias. Ası́, un sujeto puede emitir o no conductas sin tener contacto directo con las consecuencias descritas en la contingencia enunciada. Entonces, una conducta por reglas será mirar la calle a ambos lados antes de cruzar para prevenir una consecuencia fatal mientras que una conducta moldeada por las contingencias será aquella en la que la propia información de la conducta que realice será la que determine mi conducta (Ruiz Sánchez y Trillo Padilla, 2017). La antropologı́a cultural expuesta por Malott (1988) se centra en las prácticas culturales que se disponen como seguimiento de reglas que son reforzadas socialmente. Una regla en este contexto es una descripción verbal de una contingencia conductual. Las reglas indican verbalmente las ocasiones en que es probable (A) en que una conducta determinada (B) tendrá unas consecuencias concretas (C). Las conductas mantenidas por reglas tienen un papel central en el desarrollo y el mantenimiento de los patrones culturales. Es más probable que una práctica cultural se mantenga si ayuda a la supervivencia de un grupo, produciendo bienes materiales esenciales o de otros medios para obtener esos bienes (Ruiz Sánchez, 2017). En cuanto a las reglas, se han identi�icado tres clases (Hayes et al., 2001): 1. Pliance. En este tipo de reglas las consecuencias se consiguen por el hecho de cumplirlas y las consecuencias las aplica la persona que generó la regla. Por ejemplo, un padre dice: «Si no comes, te castigo». Si el niño no sigue la regla y no come y quien enuncia la regla (el padre) lo detecta, tendrá las consecuencias predichas: un castigo, que el niño evitará si la sigue y come. Las consecuencias de la regla no dependen de si el niño tenı́a hambre o de si la comida le gustaba. 2. Tracking. Son reglas que se asocian directamente a las consecuencias que se obtienen de la conducta. Por ejemplo: «Si comes, se te quitará el hambre y te sentirás mejor». En este caso, las consecuencias dependen de las caracterı́sticas de la comida y son independientes de quién ha enunciado la regla. 3. Augmenting. Es una regla verbal que cambia las propiedades reforzantes de un estı́mulo, que funciona como consecuencia, es decir, aumenta o disminuye la probabilidad de que ese estı́mulo como consecuencia in�luya en la conducta. Por ejemplo, pasando al lado de una máquina de refrescos alguien dice: «¡Qué bien nos vendrı́a una limonada frı́a!». Cuando oı́mos o leemos esta frase, sentimos hasta cierto punto el sabor y el frescor de la limonada, lo que hace que aumente la probabilidad de consumirla. El resultado de haberla pronunciado es que la propiedad reforzante de la limonada es mayor en ese momento. Existen dos tipos de augmenting. Uno es el motivacional, con las caracterı́sticas del ejemplo que se ha mencionado. Otro se da cuando es la primera vez que estamos ante un estı́mulo y alguien lo valora. Por ejemplo, «prueba este plato, está muy bueno» aumenta la probabilidad de probar el plato si no lo hemos probado antes. La importancia del augmenting reside en que nos permite seguir reglas a largo plazo. Por ejemplo, es difı́cil dejar el tabaco por sus propiedades adictivas y porque las consecuencias de consumirlo solamente se ven a muy largo plazo. Las reglas que se ponen en las cajetillas como «Fumar es perjudicial para la salud» pueden servirnos para dejar el tabaco, dependiendo de la importancia que tenga para nosotros la salud. En efecto, la fuerza motivacional de este augmenting no es igual para quien ha sufrido un amago de infarto que para quien goza de una salud excelente. Las reglas son mantenidas por contingencias conductuales que se pueden agrupar en dos tipos: (a) las de acción directa, que implican resultados inmediatos, como refuerzos o castigos, y (b) las de acción no directa, que implican resultados demorados, menos probables o pequeños, pero que pueden tener efectos acumulativos sobre la conducta gobernada por reglas. Hay reglas que son inefectivas para controlar la conducta (Malott, 1988) debido a que es difı́cil de seguir por las consecuencias que implica o bien porque esa regla no describe bien la inefectividad de la contingencia, o sea, no informa bien de que eso no dará resultado. Las reglas que están implicadas en las prácticas culturales no solo funcionan como estı́mulos discriminativos antecedentes para crear ocasiones en que una conducta será reforzada, sino que también pueden generar o funcionar como operaciones de establecimiento que llevan a estados disposicionales que tienen valor de refuerzo y facilitan la conducta reforzada por la regla. Estas reglas que actúan como operaciones de establecimiento son motivantes por haber sido asociadas previamente a condiciones que refuerzan el seguimiento de la regla y castigan su no seguimiento o complacencia. En el planteamiento de Mallot (1988), hacer cambios culturales en las reglas que se relacionan con prácticas culturales implica hacer a las personas conscientes, es decir, que discriminan y notan las diferencias de las contingencias materialistas en el sentido que pueden tactar (describir) los efectos de esas contingencias. 2.4. Aprendizaje relacional y terapia psicológica El aspecto central del aprendizaje relacional es que permite entender e in�luir en las conductas verbales-cognitivas humanas más complejas entendidas no de manera mentalista, sino como un tipo de operante especial a partir del aprendizaje de relacionar estímulos entre sı́ y derivar (hacer aparecer) nuevas respuestas sin contingencias directas. Este tipo de operante (llamada operante relacional verbal) permite a los humanos, aproximadamente a partir del segundo año de vida (Hayes, 2020), a partir de aprendizajes respondientes y operantes previos (ver apartados anteriores) relacionar estı́mulos de su medio ambiente de manera arbitraria sin la presencia de contingencias directas o asociativas, de modo que de esas relaciones arbitrarias se «derivan nuevas respuestas» y que también transforman el valor de los estı́mulos antecedentes (clásicos o discriminativos) y consecuentes (reforzadores y castigos) con el resultante de aparecer nuevos reforzadores llamados simbólicos que se relacionan con experiencias personales complejas como es el caso de los valores, la concepción de propio concepto o yo personal y los temores y angustias más idiosincráticos y personales. La teorı́a del marco relacional (Barnes-Holmes et al., 2001) tiene su antecedente precursor en los estudios de Sidman iniciados en la década de los años sesenta, que culmina en 1971 con su formulación de la «equivalencia de estı́mulos» (Valero y Luciano, 1992). Básicamente, la equivalencia de estı́mulos se relaciona con un procedimiento de aprendizaje donde, a partir de un entrenamiento con diversos ensayos reforzando relaciones entre diversos estı́mulos, aparecen nuevas relaciones entre ellos sin tener que reforzar cada una de las relaciones posibles entre ellos, según un estudio realizado inicialmente con una persona con retraso mental. En este momento comienzan toda una serie de experimentos de relacionar estı́mulos entre sı́ y se habla de que para que exista una relación de equivalencia entre estı́mulos se tienen que dar tres relaciones condicionales entre ellos: (1) re�lexiva (un estı́mulo controla a otro idéntico), (2) simétrica (si un estı́mulo controla una respuesta sobre otro estı́mulo, este último controla una respuesta sobre el primero) y (3) transitiva (si un primer estı́mulo controla una respuesta sobre un segundo estı́mulo, y el segundo controla una respuesta sobre un tercer estı́mulo, el primer
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