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Ziglôbitha, Revue des Arts, Linguist ique, Littérature & Civilisat ions 
Éditeur : Ziglôbitha, Université Peleforo Gon Coulibaly – Côte d’Ivoire 
ziglobitha@gmail.com 
ISSN-L 2708-390X 
eISSN 2709-2836 
Ziglôbitha, 
Revue des Arts, Linguistique, 
Littérature & Civilisations 
Université Peleforo Gon Coulibaly - Korhogo 
Las representaciones de lo negro en la trilogía africana de Javier Reverte: entre 
utopía y distopía 
 
Justine MEKAPTIO 
Université de Maroua, Cameroun 
mekaptiojustine@gmail.com 
Y 
Antoine Bouba KIDAKOU 
Université de Maroua, Cameroun 
kidakou@yahoo.fr 
 
Resumen : En su trilogía africana, Javier Reverte superpone dos realidades 
antinómicas. La primera es la cultura occidental que él presenta sigilosamente en sus 
relatos como el orden social preestablecido, preexistente y por ende hegemónico. 
Sumiendo a su lector en la memoria colectiva de las tierras visitadas, el autor resucita 
mientras ensalza las glorias exploratorias y las grandes hazañas protagonizadas por 
occidentales que trajeron así, por sus actos, la luz y la civilización en las tinieblas. 
Pero, se produce lo contrario cuando se trata de referirse a las realidades 
negroafricanas. En efecto, el autor se hace eco de las observaciones y opiniones de 
los viajeros anteriores para legitimar su propia visión de las sociedades a las que él 
descubre a lo largo de su itinerario. Así es como se llega a la presentación distópica, 
enriquecida por los prejuicios y estereotipos del imaginario colectivo occidental 
tendiente a estigmatizar a las sociedades negroafricanas como feas y extrañas. 
 
Palabras clave: Relatos de viajes, Representaciones, Alteridad, Distopía, África 
negra. 
 
Les représentations du noir dans la trilogie africaine de Javier Reverte: entre 
utopie et dystopie 
 
Résumé : Le présent travail examine le regard et la considération des voyageurs 
occidentaux sur les réalités négro-africaines dans les récits de voyages espagnols. Le 
support d’étude est constitué de trois récits de l’écrivain Javier Reverte, considéré 
comme le plus grand écrivain-voyageur sur l’Afrique noire. La problématique 
tourne autour du regard stéréotypé du voyageur sur les sociétés africaines, et la 
principale hypothèse pose comme postulat que dans sa trilogie africaine, Javier 
Reverte superpose deux réalités opposées : le premier étant la culture occidentale 
qu'il présente furtivement dans ses récits comme l'ordre social préétabli, préexistant 
et donc hégémonique. Cela plonge son lecteur dans la mémoire collective des terres 
visitées par le fait que l'auteur fait revivre les gloires exploratoires et les hauts faits 
accomplis par les Occidentaux qui ont ainsi apporté, par leurs actions, la lumière et 
la civilisation dans les ténèbres. Le deuxième, qui est l'inverse du premier, concerne 
les références aux réalités de l'Afrique noire. La trilogie se veut écho des 
observations et avis des voyageurs des siècles antérieurs pour légitimer une vision 
idéologique des sociétés qu'il découvre le long de son itinéraire. L’objectif global est 
donc d’analyser les mécanismes mis en branle pour la présentation dystopique de 
mailto:ziglobitha@gmail.com
mailto:mekaptiojustine@gmail.com
mailto:kidakou@yahoo.fr
Las representaciones de lo negro en la trilogía africana de Javier Reverte: entre utopía y distopía 
 
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l’Afrique noire, enrichie par des préjugés et des stéréotypes issus de l'imaginaire 
collectif occidental avec pour corollaire la stigmatisation des sociétés négro-
africaines perçues sous le prisme de la laideur et de l’étrangeté. 
 
Mots-clés : Récits de voyage, Représentations, Altérité, Dystopie, Afrique noire. 
 
The representations of Black realities in Javier Reverte’s Trilogy of Africa : 
from Utopia to Dystopia 
 
Abstract : This work examines the gaze and consideration of Western travelers on 
black African realities in Spanish travel Books. The study performed in three travel 
Books of the er Javier Reverte, considered the greatest spanish travel-writer on black 
Africa. The issue revolves around the traveller's stereotyped gaze on African 
societies, and the main hypothesis posits that in his African trilogy, Javier Reverte 
put together and side by side two opposing realities: the first being Western culture, 
which he furtively presents in his stories as the pre-established, pre-existing and 
therefore hegemonic social order. This immerses its reader in the collective memory 
of the lands visited by the fact that the author brings to life the exploratory glories 
and the high deeds accomplished by the Western people who supposedly brought 
light in the darkness, throuh their actions and civilization. The second, which is the 
reverse of the first, concerns references to the realities of black Africa. The trilogy 
aims to echo the observations and opinions of travelers from previous centuries to 
legitimize an ideological vision of the societies he discovers along his route. The 
overall objective is therefore to analyze the mechanisms used for the dystopic 
presentation of black Africa, enriched by prejudices and stereotypes from the 
Western collective imagination. The result may be the stigmatization of black 
African societies perceived under the prism of ugliness and strangeness. 
 
Keywords: Travel Books; Representations; Otherness; Dystopia; Black Africa 
 
Introducción 
Zanjado el debate sobre la controversia relativa a la consideración de la 
literatura de viajes como género literario, las nuevas perspectivas críticas de este 
inmenso corpus que se desprenden de los valiosos trabajos recopilados y 
editados por Peñate Rivero (2005) y Carrizo Rueda (2008), ponen de manifiesto 
el estudio de aspectos de sumo interés sociocultural y filosófico, además del 
literario, que suscita este corpus, como pueden ser la expresión de la alteridad de 
los viajeros en contacto con la otredad cruzada en su itinerario, la geografía 
ideológica y empírica en las descripciones de los espacios recorridos y descritos, 
el sentido mismo del viaje, la alegoría de la itinerancia... Desde esta perspectiva, 
los relatos de viajes cobran dimensiones esencial, metafísica, empírica, 
pragmática y espiritual, convirtiéndose así la experiencia del viaje en una 
realidad compleja y profunda. Las realidades de los espacios recorridos por el 
viajero narrador se convierten, desde luego, en hechos enigmáticos cuyos análisis 
e interpretación llevan a la exploración de resortes multidimensionales. En este 
Justine MEKAPTIO y Antoine Bouba KIDAKOU 
 
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sentido, los relatos de viajes se consideran, desde luego, “como espejo vivo y 
móvil de los espacios y culturas, y fuente preciosísima de informaciones 
indispensables tanto para contemporáneos como para la posterioridad sobre las 
realidades sociales referidas” (Bouba Kidakou, 2016, p.4). 
El presente trabajo se inscribe en esta perspectiva analítica, dado que 
Javier Reverte forma parte de estos protagonistas narradores que han sabido 
combinar las descripciones de hechos reales, las narraciones de acontecimientos 
pasados y los sentimientos y voces de nativos para fijar en la mente del lector un 
perfil del mundo visitado. Por eso, el escritor madrileño pasea escrupulosamente 
su espejo por los lugares que él va visitando o descubriendo. Sin embargo, de la 
orientación de ese espejo se vislumbran, por lo general, sus aspiraciones 
personales, y, por ende, sus tendencias ideológicas. Actuando así, sus relatos de 
temática africana se inscriben en un proceso en el que la confrontación con lo 
desconocido no genera necesariamente resultados agradables. Siendo la distopía 
de lo negro el eje dominante de sus relatos, la memoria colonial funciona como 
facilitadora, actuando, a través de sus ecos, como aliciente para puntualizar las 
realidades de otro mundo utópico. 
La trilogía africana de Javier Reverte, soporte de este estudio, engloba sus 
tres primeros libros que tienen África comomarco de ambientación: El sueño de 
África, Vagabundo en África y Los caminos perdidos de África. Relata tres grandes 
viajes realizados por el propio autor por el continente africano. En estas obras en 
las que se entremezcla la narración de hechos históricos con las propias 
experiencias reales de viaje, Javier Reverte nos guía por los espacios de las 
regiones visitadas, presentando sus paisajes, su atmósfera, su realidad pasada y 
actual. El África subsahariana así diseñada se reconoce como tierra de 
adversidades: pobreza visceral, hambrunas, enfermedades mortales, catástrofes, 
represiones y peligro de muerte permanente. 
La problemática del estudio emprendido gira entorno a la selección de 
esas realidades descritas, y, sobre todo, la obsesión del escritor por seguir 
viajando por esas austeras tierras africanas que él mismo describe con 
pormenores; llevándonos a interrogarnos sobre sus verdaderas motivaciones. 
Concretamente nos preguntamos: ¿Qué motivos profundos mueven al viajero a 
realizar los viajes a los espacios socioculturales referidos? ¿Qué motivaciones 
orientan la selección de los hechos socioculturales descritos por el viajero? 
Finalmante, ¿Qué sentido ideológico tiene la trilogía africana de Javier Reverte? 
La problematización de los aspectos pertinentes de esta trilogía africana nos 
lleva, para explorar los aspectos semánticos de los libros, a formular las dos 
hipótesis siguientes: 
H1: la memoria colonial tiene una influencia capital en la forma de 
representación de lo negro; la valoración de los entes extranjeros así como la 
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descripción de sus acciones heroicas en las obras de Javier Reverte sobre el Africa 
negra, 
H2: la selección de las realidades descritas constituye una técnica para la 
construcción de una utopía de Occidente como espacio hegemónico y por tanto 
ideal, por una parte y por otra, la propensión del escritor a poner más énfasis en 
la descripción despreciativa de la sociedad africana es una herramienta eficaz 
para expresar estigmas de lo negro entre lo feo, lo repugnante y lo inferior; en 
suma, la distopía. 
En cuanto al paradigma metodológico, la herramienta que nos parece 
idónea para llevar a cabo este análisis es la sociocrítica, pues sitúa la obra literaria 
al centro del universo social, dado que la escritura es siempre la estructuración 
del universo existencial, la manifestación propia de una ideología. Las reflexiones 
de Edmond Cros y sus seguidores sobre las mediaciones y el espacio como 
asidero que conforma lo dado en un texto nos guían en este trabajo. Para Cros, 
de manera resumida, todo texto literario es producto de una serie de fenómenos 
de conciencia, entendida ésta como hecho “socioideológico” que sólo surge y se 
afirma como realidad en signo, cuya esencia y funcionamiento es social. Así que 
la orientación sociocrítica nos lleva a analizar con eficiencia las realidades 
históricas y el entorno contextual que se destacan de los relatos, siendo ellos, 
finalmente, un reflejo de las sociedades pintadas. La estructuración del trabajo se 
construye sobre los aspectos esenciales de las realidades desglosadas 
anteriormente. 
 
1. La importancia de la memoria colonial en la representación de occidente 
En su funcionamiento como recuerdos, la memoria colonial nos introduce 
en la historia sociocultural y política de los países recorridos por el escritor 
viajero. Siguiendo la pauta globalizante del autor, se trata precisamente de la 
historia de la exploración y, sobre todo, de la colonización del África negra. Este 
apartado se fundamenta entonces en el análisis de los testimonios dejados por los 
exploradores y los primeros viajeros occidentales por dicha zona, que Javier 
Reverte reescribe fielmente en sus distintos relatos. De ellos, puede derivar la 
visión de Occidente como cultura hegemónica y dominadora que ha sido 
propiciada por las exploraciones y la colonización, ambos procesos que han 
llegado a construir el espacio occidental como paraíso terrenal. 
 
1.1. Las exploraciones como gestas heroicas 
 La historia exploratoria del África negra, mucho más desarrollada en El 
sueño de África, resucita a las leyendas como David Livingstone, Richard Francis 
Burton, Samuel Baker, Henry MortonSatanley y John Hanning Speke; remite a la 
narración de los mitos de las exploraciones que culminaron con los grandes 
Justine MEKAPTIO y Antoine Bouba KIDAKOU 
 
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descubrimientos. Javier Reverte nos cuenta, con mucho interés, ese vasto 
movimiento que se desarrolló desde Europa a lo largo del siglo XIX, por aquellos 
que decidieron viajar hacia las regiones del interior africano, presentado en aquel 
entonces como sigue: 
 
Los relatos de los viajeros que se habían aventurado en las tierras 
desconocidas del gran continente hablaban de selvas y desiertos, de 
terribles animales salvajes, de enfermedades y plagas, de tribus belicosas 
que practicaban el canibalismo. (…) Los pocos hombres blancos que en los 
años primeros del siglo se habían atrevido a dejar atrás la franja costera de 
la civilización Zenjperecieron a manos de las tribus salvajes o en las fauces 
de los leones. (Reverte, 2010a, pp.22-23). 
 África se presentaba, asimismo, como una tierra peligrosa, difícil de 
penetrar y adentrarse en su interior era arriesgarse la vida, o, simplemente correr 
hacia la muerte. En este contexto de tragedia permanente, era normal que los 
pocos europeos que intentaban desafiar la muerte violenta sean considerados 
como mártires o héroes. De esta forma, “La figura del explorador europeo del 
siglo XIX respondía a características parecidas a las del héroe de la Grecia clásica” 
(Reverte, 2010a, p.27). Se debe admirar pues, la valentía, la temeridad, la 
intrepidez, la tenacidad y la determinación de que hicieron prueba esos hombres, 
enormes calidades que los condujeron a realizar grandes descubrimientos y les 
permitieron inscribir su nombre en el gran libro de la Historia. Eran formidables 
resultados y logros extraordinarios por lo que “La figura del explorador alcanzó un 
carácter excepcional en el pasado siglo. Y no sólo porque se enfrentase en soledad a peligros 
sin cuento, sino porque llegaba a lugares a los que nadie había llegado antes que él” 
(Reverte, 2010a, p.27). 
Con eso, se daba por vírgenes e ignotos aquellos parajes “no 
descubiertos” habida cuenta de que se consideraban en la mentalidad del XIX 
como espacio vacío; en efecto, no existía otra raza “humana” que la blanca y sólo 
su presencia probaba la existencia del lugar. Siendo el descubrimiento una forma 
de nacimiento, el descubridor cobraba, entonces, la calidad de “creador”, 
“demiurgo” o “semidiós”. Reverte se muestra muy admirativo para con esos 
hombres al recordar que todos sirvieron de modelo para muchos de su época; 
por ejemplo, a Livingstone se le consideraba como “el padre de los exploradores, el 
espejo en el que todos quisieron contemplarse” (Reverte, 2010a, p.233). 
Detrás de este largo discurso elogioso sobre la exploración, late la idea de 
Occidente como sede de la civilización y de la raza blanca como raza superior. El 
Hombre Blanco, a la imagen de Burton, es pues, como reproduce Reverte (2012, 
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p.274), “un hombre nacido para gobernar sobre los pueblos salvajes”1, lo que mejor 
justificaría el proceso colonizador. 
1.2. La colonización como empresa humanitaria 
En la mente de los occidentales, la colonización siempre ha sido vista como 
una misión salvadora del hombre blanco hacia los pueblos primitivos. Siguiendo 
pues la lógica de Bouba Kidakou (2015, p.394), es cuestión de: 
 
presentar la colonización, entendida como la acción de unos colonos sobre una 
sociedad en estado de naturaleza,como una misión civilizadora, ya que los Blancos 
llevan proyectos salvadores: esos proyectos (salud física y mental, salud moral y 
educación) se presentan como las únicas garantías para el bienestar, el progreso y la 
civilización. 
(Bouba Kidakou, 2015, p.394) 
 
De hecho, no sorprende que en sus relatos, Javier Reverte exalte a unas 
figuras de la colonización haciendo hincapié en sus calidades y aportaciones al 
desarrollo de las regiones donde vivieron. 
 
- Frederik Dealtry Lugard 
 Fundador de Kampala, Lugard es un imperialista inglés quien desempeñó 
un papel muy importante en la conquista y colonización de Uganda, Tanganica 
(actual Tanzania) y Kenia. Reverte nos lo presenta, por una parte, como uno de 
los mejores agentes del imperialismo británico ya que “Lugard sentó las bases 
para que Gran Bretaña se anexionase casi una sexta parte del continente africano” 
(Reverte, 2010a, p.38). Por otra parte, el autor admira sus excepcionales dotes de 
estratega y diplomático que fueron sus calidades esenciales. Iniciador de la 
famosa línea de ferrocarril conocida como “el Tren Lunático “, Lugard aparece 
también como portador del desarrollo por esas áreas sin salida. Lo que expresa 
perfectamente la misión civilizadora del Hombre Blanco entre los pueblos 
bárbaros. 
 Además, el escritor alaba, a través de la obra de Lugard, la originalidad que 
se encuentra naturalmente en el modelo europeo, al ejemplo de la Kampala 
colonial que él considera como la más bella y atractiva, “conocida en los años 50 
como la «Atenas de África»” (Reverte, 2010a, p.36). 
 En total, Lugard aparece tras la pluma de Reverte como un modelo de 
tenacidad, de amor y de fidelidad a su patria, como bien lo sugiere Charles Miller, 
citado por Reverte (2010, p.41), quien escribió en su libro TheLunatic Express: “El 
 
1Harry Johnston en The Quest of the Nile, citado por Javier Reverte en Los caminos perdidos de África. 
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deber, el honor, el juego limpio y entender como justicia divina la misión de la 
civilización inglesa, esos valores fueron sus reflejos condicionados.” 
 
- Lord Delamere 
La figura de Lord Delamere es imprescindible ya que, explica Reverte 
(2010a, p.330), “La historia de Kenia y del mito del “País del Hombre Blanco” no 
podían explicarse sin la personalidad de Lord Delamere”. El escritor lo califica 
de un personaje singular, extraordinario y casi un superhombre. Esta 
caracterización idealizada es suficiente para insinuar su importancia en 
territorios salvajes que necesitan bienestar y progreso. Pues, Lord Delamere 
“Soñaba convertir Kenia en un lugar como Nueva Zelanda”, precisa Reverte 
(2010a, p.332); y el balance de la gestión del imperialista como “patrón” de la 
comunidad blanca de Nairobi parece globalmente positivo: “Crecía la riqueza y 
la ciudad intentaba ser una urbe “digna” del sueño del hombre blanco” (2010a, 
p.333). Otra vez nos quedamos, a través de los relatos de Reverte, con 
personalidades y ciudades de estilo moderno y de arquitectura colonial como 
modelos para el África negra. Son éstos, indicios denotativos de la nostalgia de 
una vida anterior. 
 
- Cecil Rhodes 
Cecil Rhodes es también una de las figuras importantes del colonialismo 
en África. Como lo dice Reverte (2010b, p.30), 
 
Seguir las huellas de Cecil Rhodes, detrás de su biografía, es seguir la 
historia de Suráfrica, pero también de Zambia y Zimbabue, que él bautizó 
como Rodesia del Norte y Rodesia del Sur. A los veintitrés años proclamó: 
“África está esperándonos (a los ingleses) y es nuestro deber tomarla”. Y se 
aplicó a la tarea con todas sus fuerzas y empeñando en ello todas sus 
riquezas. (Reverte, 2010b, p.30) 
 
A partir de este fragmento, notamos no sólo la precocidad de Rhodes, sino 
también su determinación a hacer de toda África una finca de Gran Bretaña. 
Retenemos también de él que fue Primer Ministro de la colonia de El Cabo, 
fundador de dos naciones que llevaron su nombre, construyó ferrocarriles y 
líneas de telégrafo en casi medio África. Aunque su recorrido biográfico no es 
muy halagador (sentó las bases del racismo en África), no podemos negar su 
esfuerzo por desarrollar o civilizar al continente con ferrocarriles y telégrafo. Por 
consiguiente, Reverte nos lo presenta como uno de los benefactores de África. 
Conviene relevar que a través de estas grandes figuras del colonialismo en 
África, Reverte quiere ensalzar su aportación en el proceso civilizatorio del 
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continente. Esto nos remite a la tarea providencial del Hombre Blanco, la de 
salvar a los salvajes mediante actos filantrópicos. Notamos, sin embargo, que si 
tal fue el caso, se perpetraron muchísimas exacciones que contribuyeron más bien 
en explotar, espoliar y envilecer a la población negra. Fue uno de los momentos 
en que los negros perdieron su dignidad, esclavizados por los blancos, en 
adelante maestros y patronos. Así que se puede leer que “los sirvientes de 
Livingstone le veneraban, le creían un enviado de Dios por su encarnizada lucha 
para acabar con la esclavitud y el respeto que recibían de él” (Reverte, 2010b, 
p.184) y que Baker, por su parte, “fue muy admirado por los nativos sudaneses, 
que le definieron como el único “heroico hombre blanco que habían 
conocido”(Reverte, 2012, p.273). 
 
1.3. El espacio occidental: el Eldorado 
La memoria colonial nos brinda también la imagen de Occidente como 
paraíso terrenal. En efecto, en la trilogía revertiana, Occidente se asocia mucho 
más a microespacios en suelo africano que el escritor idealiza en sus obras y que 
se relacionan con figuras históricas precisas: exploradores, conquistadores, 
misioneros, escritores o aventureros occidentales que se establecieron en África 
y crearon estos espacios. Así podremos destacar, además de las ciudades de 
Kampala y Nairobi a las que aludimos anteriormente, ejemplos como la ciudad 
de Ladysmith en Suráfrica (en honor de la esposa de Harry Smith, un oficial 
británico), el barrio y la casa de Karen (de la escritora Karen Blixen), la casa de 
Rimbaud (en Harer, Etiopía), la residencia del Embajador español en Kinshasa, 
etc. 
Existe también microespacios comunitarios donde “Uno no siente para 
nada que está en África” (Reverte, 2010b, p.29). Por lo demás, las frecuentes 
comparaciones con sitios extranjeros son muy reveladoras de la intención del 
escritor de marcar la diferencia con el mundo circundante: “El Cabo es como un 
pedazo de la América rutilante trasladada al remoto sur del planeta” (Reverte, 
2010b:29);el Hot Bay, cuyas “casas arrimadas al mar componían un paisaje muy 
parecido al de la costa de California”(2010b, p.37);“las casas de Scarboroughque 
parecían imitar la arquitectura nórdica y el paisaje que recordaba al de las islas 
Malvinas”, (Reverte, 2010b, p.37); el hotel Sheraton que tenía el aspecto de una 
ciudadela, “parecía a“un pretencioso trasatlántico, como un Titanic dispuesto a 
domeñar los océanos y los mares”(Reverte, 2012, p.56); el Café bar My Pub, “una isla 
de Occidente en una de las ciudades más pobres de la tierra”... 
Al contemplar esos magníficos microespacios blancos, damos con trozos 
de Europa trasplantados a África. Cabe mencionar pues que la belleza y la 
modernidad de estos múltiples microespacios blancos en tierra africana sugieren 
la presencia de la civilización occidental al mismo tiempo que la idea de una 
Justine MEKAPTIO y Antoine Bouba KIDAKOU 
 
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Otredad negativa sobre el viejo continente. Exotismo, admiración y sorpresa se 
dan cita para configurar un modelo de contraste, de referencia a contrario, útil 
para criticar los propios defectos, o un arquetipo preexistente. En esta visión ideal 
de Reverte, predomina la tendencia inconscientede no atribuir estos 
microespacios al África negra; quiere precisamente, por medio de esta metáfora 
del “África blanca”, constituir la antítesis de los prejuicios corrientes sobre el 
mundo negroafricano y desvelar las bases sobre las que se construye su identidad 
y con ella la de su comunidad política, económica, social y cultural. 
En definitiva, la evocación de la memoria colonial resulta ser un discurso 
apologético de la cultura occidental, sabiamente elaborado para presentarla 
como modelo referencial que los pueblos primitivos deben adoptar. Es pues 
evidente quedesde esta visión eurocéntrica, la representación de lo negrosea 
profundamente influenciada por el imaginario colectivo occidental construido 
durante siglos y que pone a los negroafricanos en posición de inferioridad. 
 
2. La distopía como forma de representación de lo negro 
En la trilogía africana de Javier Reverte, África está representada a través 
de un macroespacio y microespacios que conforman la configuración del 
continente negro. Se nota, por lo general, una presentación distópica tanto de este 
espacio como de la gente que lo habita,entendida ésta como “la descripción de lo 
feo y lo indeseable” (Bouba Kidakou, 2015, p.381).Observamos, desde esta 
perspectiva, la propensión del escritor a la descripcióndespreciativa y 
esperpéntica de las realidades negroafricanasen las que se involucran el espacio 
y la gente. 
 
2.1. África como espacio infernal 
Partiendo de nuestro corpus, África como macroespacio designa a los 
países por los que ha viajado Javier Reverte, a saber: Uganda, Tanzania, Kenia, 
Sudáfrica, Zimbabue, República Democrática del Congo, Ruanda, Zambia, 
Zanzíbar, Etiopía, Sudán y Egipto. Como es de constatar, se trata en mayoría de 
países del África negra, abusivamente llamada el “África Subsahariana”. Desde 
un punto de vista globalizador, África es el principal telón de fondo de la acción 
y viene descrita en nuestro corpus tras la variante de la visión cenital que, según 
Victoria BéguelinArgimón (2011, pp.321-322), “se consigue anclando la 
descripción en un punto geográfico que se presenta como un centro y a partir del 
cual se describen –o se mencionan- las tierras circundantes”. Constatamos 
entonces que Reverte ofrece a través de sus obras una percepción del espacio 
africano bajo el prisma del eurocentrismo. Esto justifica con nitidez la presencia 
de referencias que tienden a evidenciar la posición periférica del viejo continente 
frecuentemente identificado como: “el remoto sur del planeta” (2010b, p.326), “el 
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remoto sur del Mundo” (2010b, p.37), “ese culo del Mundo” (2010a, p.260), “el tercer 
mundo del Tercer Mundo” (2010a, p.428), “ese infierno” (2012, p.99), “el continente 
oscuro” (2010a, p.21), etc. 
A partir de las insinuaciones negativas que sugieren estos calificativos, se 
vislumbra la idea de un espacio remoto, aislado y peligroso. Además, todos los 
elementos que lo configuran van siempre estigmatizados: los ríos de la 
perversión, las fieras salvajes y feroces, los parques salvajes, insólitos, duros e 
intocados, que cobran la apariencia de un planeta deshabitado, las montañas de 
color de ceniza, los desiertos sin vida, los caminos ignorados y remotos cercados 
por el infierno de las ollas calcinadas, los territorios de miseria, una tierra 
mezquina, inhóspita cubierta de árboles rendidos y agonizantes, el sol 
demoledor, etc. Son tantas ocurrencias que construyen la visión distópica del 
África negra como infierno. 
Los microespacios constituyen el cuadro de vida de la población negra. 
Tanto los barrios, mercados, pueblos, calles, ciudades como las viviendas de 
negros que integran esta categoría llevan características por lo general negativas 
o peyorativas. 
 
Las grandes aglomeraciones 
Desde las primeras páginas de su primer libro africano, Reverte globaliza 
y estigmatiza las grandes capitales africanas. Al respecto, escribe: 
 
Lo cierto es que visitar Abidján, Nairobi y otras tantas capitales del 
continente le pueden quitar las ganas de seguir viajando por África. (…) Allí 
si te olvidas de los agujeros del asfalto, las huellas de las balas en las 
fachadas, el barro rojo de los días de lluvia, la escasez de pintura en los 
edificios, el óxido de los tejados de chapa, el descuido de los jardines y el 
desorden del tráfico, descubrirás que Kampala todavía puede salvarse y 
convertirse en una de las ciudades más armónicas de África, más bella que 
la hortera Abidján, que la pretenciosa Libreville, la cursi Yaunde, la caótica 
Dakar, la arruinada Malabo y la sórdida Nairobi. (Reverte, 2010a, pp.36-37). 
 
La imagen así reflejada da forma de un espacio feo, desagradable, 
indeseable, cuyas extrañas particularidades pueden desentrañarse de las 
descripciones de unas grandes aglomeraciones que nos han parecido muy 
reveladoras de la distopía del espacio negro. En efecto, el caos en el tráfico y las 
obsesivas calificaciones como “la miserable Dar”, “la sórdida Nairobi”, la 
peligrosa Johannesburgo”, “la fea Harare”, “la triste y patética Kigali”, “la 
decrépita Kinshasa”, “la caótica Addis” o “la fantasmagórica Jartum” expresan a 
perfección la ideología del autor. Son estereotipos que tienden a descalificar, 
marginar o relegar al continente africano a la periferia y por tanto fuera de la 
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civilización. Esta postura conviene bien al escritor que ostenta muy a menudo la 
reflexión de Alberto Moravia según la cual “África es una zambullida en la 
prehistoria” (Reverte, 2010b, p.317). Pues el África pintada por Reverte confirma 
esta imagen mucho mejor que ningún otro lugar en el mundo. 
 Por otra parte, el discurso de Reverte sobre África y más precisamente 
sobre Johannesburgo, es muy sugestivo del estigma de Cam : 
 
África tiene en Johannesburgo la más arisca de sus ciudades. Es una ciudad 
arrebatada a los blancos por el orgullo de los negros. (…) Es una ciudad tan 
caótica como fea. (…) Johannesburgo cuenta con el índice de delincuencia 
más alto del mundo. (…) Las calles de J’oburgson una marea negra. Y están 
los townships, claro,suburbios como Sharpville y Soweto donde nació la 
resistencia negra contra la opresión blanca (Reverte, 2010b, pp.118-119). 
 
El color negro aparece entonces como el símbolo del mal: caos, fealdad, 
miseria, robo, delincuencia, inseguridad, ya que los guetos son tan peligrosos que 
“Si uno va solo a Soweto, es más probable que no salga con vida”, puntualiza el 
mismo Reverte (2010b, p.119). Recordemos, sin embargo, que como de 
costumbre, Reverte llama la atención del lector sobre los valores referenciales e 
ideales de los tiempos pretéritos. Por ejemplo, pese a la decrepitud que desvalora 
el Dar actual, unos vestigios siguen manteniendo viva la llama de la grande, 
próspera y bella época colonial: “En Dar, la suciedad cubre la grandeza de su pasado, 
cuando Dar fue capital de la próspera colonia alemana del este de África” (Reverte, 
2010a, p.153). Por otra parte, el escritor prefiere “la linda Bulawayo” que él 
considera como “una urbe trazada a cordel, de avenidas muy anchas y un diseño 
arquitectónico donde apenas se ven altos edificios y que mantiene un pulcro aire colonial” 
(Reverte, 2010b, p.132). Pero como es de esperar, esta Bulawayo es la zona 
colonial que ofrece una imagen de urbe próspera y feliz. 
 
La vivienda negra 
Un inventario del vocabulario referente a la vivienda de los nativos de los 
países que visita el autor hace caso de casuchas, barracas, chozas, cabañas, 
chabolas, chamizos, caseríos, etc. Los nativos viven pues en estas especies de 
moradas, lejos de toda comodidad y frecuentemente calificadas de “miserables, 
mugrientas, raquíticas, exiguas, arcaicas, lúgubres... A través de este rosario de 
calificativos despreciativos, evocador de la precariedad, de lapromiscuidad y de 
la miseria endémica que padece el viejo continente, aparece una real voluntad del 
autor de mostrar el África primitiva, inhóspita, sufriente, repugnante, decrépita 
y dolorida. El mismo Reverte (2012, p.161) se pronuncia a propósito cuando 
observa que “No es ésta un África hermosa, no es la que vemos en las postales y 
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en la mayoría de los documentales sobre naturaleza. Es un África recia, bruta, 
inclemente y salvaje, inhumana y feroz.” 
Aparece pues la singularidad de un mundo extraño y diferente, horroroso, 
peligroso y mortífero, marcado según dice Reverte (2012, p.115) por “…ese aroma 
a basura, a cuadra y a ceniza, y a muerte que no cesa”. Desde esta perspectiva, el lector 
descubre un mundo sumido en las profundidades de la barbarie. La profusión 
de índices negativos permite así aprehender mejor la imagen de una Europa 
rebosante de prejuicios y estereotipos que conforman cierta memoria especular. 
La descripción así elaborada está impronta de una forma de reducción que 
descalifica, excluye. Son imágenes en suma negativas que definen al espacio 
africano como antinómico al universo occidental, lo que nos permite suscribir a 
este punto de vista de Greimas (1976, p.131): “Le langage spatial apparaît (…) comme 
un langage par lequel la société se signifie à elle-même. Pour ce faire, elle opère d’abord 
par exclusion, en s’opposant spatialement à ce qui n’est pas elle." 
 
2.2. La distopía de los negros 
En la trilogía africana de Javier Reverte, desfilan un sinnúmero de 
personajes en cuanto a la población negra se refiere. En la caracterización de estos 
personajes, predominan los prejuicios y estereotipos derivados del imaginario 
occidental que ha ido construyéndose desde siglos a través de los relatos y 
testimonios de exploradores y otros viajeros. Entre los múltiples relacionados 
con la población negra, los más recurrentes son la pobreza, la barbarie y los vicios. 
 
- La extrema pobreza 
El mundo africano descrito en los libros de Javier Reverte es un universo 
completamente dominado por una pobreza visceral generalizada y permanente. 
En efecto, el léxico usado por nuestro autor sale bastante elocuente para 
categorizar al negro y fijar sus dramáticas condiciones de vida: las hordas de 
miserables y pordioseros que aparecen por todas partes, gentes miserables, 
harapientas sombras de miserables vagabundos, viejos entristecidos (2010b, p.65, 
109 y 215), mujeres de rostros surcados por mil arrugas y bocas desdentadas 
(2010a, pp.371-372), niños andrajosos, hambrientos, raquíticos, chicos mocosos, 
desharrapados y descalzos (2012, p.231) y muchos otros calificativos 
reduccionistas abundan en la trilogía africana, para traducir la realidad de este 
mundo sufriente y sin expectativas, azotado por la hambruna, el paro, la 
prostitución y las enfermedades. 
A la vista de este cuadro indigno y patético, urge reconocer con Abu que 
“Nuestro infierno está en la tierra, ¿no ve cómo vivimos?” (Reverte, 2010a, p.115). En 
este entorno hostil, el único medio de salvación queda la marcha hacia un 
Eldorado improbable como lo sugiere el siguiente diálogo entre el autor y Rubén: 
Justine MEKAPTIO y Antoine Bouba KIDAKOU 
 
Ziglôbitha 
 
345 
 
- África es un fastidio para los africanos, señor Martin. ¿No sabrá de algún 
trabajo en Europa? Me irá con gusto. 
- Si fuese rico, le contrataría como mi chófer, Rubén. 
- Pues intente hacerse rico pronto, mister Martin. Con que me envíe un 
telegrama y el billete de avión, me planto en su país en dos días. 
 - ¿No le gusta África? 
- La verdad, creo que a muy pocos africanos nos gusta África. Para ustedes 
está bien; para nosotros es una penitencia (Reverte, 2010b, pp.242-243). 
 
- La barbarie 
La barbarie es una temática muy usual en la presentación del africano. 
Javier Reverte procede pues a una descripción esperpéntica de unos personajes, 
especialmente los monarcas, jefes locales y otros dirigentes muy a menudo 
sanguinarios. En efecto, las referencias a esta categoría de personajes contribuyen 
a reforzar la imagen del negro como adicto a la violencia, crueldad y tiranía. Bajo 
el poder de los kabakapor ejemplo, 
 
Las ejecuciones se aplicaban con cierta lentitud: primero se le cortaban los 
miembros al condenado y se iban tostando uno a uno en el fuego, con poca 
llama, para seguir luego con el cuerpo y la cabeza. (…) 
Otros delitos menores eran penados con la amputación de las orejas, o los 
labios, o las narices, y cuando el delito de robo suponía una gran cuantía, al 
condenado se le cortaban todas las protuberancias del rostro, salvo los ojos 
(Reverte, 2010a, p.48) 
 
Por otra parte, Reverte (2012, p.221) recuerda que “los soldados de Tewodros 
mutilaban, decapitaban o degollaban a sus víctimas.” Mientras tanto, Idi Amín cortaba 
las cabezas de todos sus enemigos (2010a, p.138) y “echaba a sus adversarios negros 
a los cocodrilos” (2010a, p.143)… Son actos implacables, inhumanos y modos de 
tormentos espantosos pero muy recurrentes en los relatos de Reverte. 
Son también muy profusas las referencias a masacres, carnicerías, 
mutilaciones, amputaciones y tantas formas de muertes horrendas con que se 
ejecutan. Lo que nos sume en un mundo primario, animal, habitado por 
monstruos y salvajes que incluso se matan y se comen entre ellos. Esto es otra 
forma de barbarie, el canibalismo muy reconocido entre los zimba: “siempre que 
conquistaban una ciudad permanecían allí todo el tiempo que duraban sus alimentos, esto 
es: los prisioneros” (Reverte, 2010a, p.261). 
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- Los vicios 
Entendidos como la inclinación de una persona a realizar actos contrarios a 
la moral establecida, los vicios están muy presentes en la caracterización de los 
africanos. Entre los que salpican la obra revertiana, el que más retiene la atención 
es lo referente a la sexualidad en la que el libertinaje y la perversión ocupan un 
sitio muy importante. En efecto, Miguel Ángel De Bunes Ibarra (1989, p.235) 
puntualizaba el hedonismo y el instinto bestial de los africanos afirmando que 
“Todo lo que practican los habitantes del otro lado del mar es sensual y carnal.” 
El libertinaje sexual se lee, entonces, en la presencia recurrente de los harenes, 
concubinas, y prostíbulos en los libros de Reverte. Como ilustraciones, Abdullah 
llenó su harén de hermosas mujeres, hasta alcanzar el número de cuatrocientas, 
“Tewodros había formado en su corte un harén con decenas de concubinas” 
(Reverte, 2012, p.221), los Kabakade Buganda, “que no tenían esposa, disponían 
de un importante harén, por lo general renovable, en el que las mujeres se 
contaban por centenares (…) A Mwanga II se le calculaban seiscientas concubinas 
en su serrallo” (Reverte, 2010a, p.44). 
Por una parte, Reverte (2012, pp.310-311) destaca la fama de insaciabilidad 
carnal de aquellos monarcas, incansables en el sexo y dedicados al disfrute total 
de su harén. Por otra, traspasa la lujuria que los caracteriza para llamar la 
atención del lector sobre el lado pervertido de El Mahdi cuyo “harén se llenó de 
niñas y niños, por lo general con no más de diez años de edad” (Reverte, 2012, 
p.329). Como muestra de la perversión de los africanos, Reverte desvela 
implícitamente aquí la homosexualidad y la pedofilia. De la abundancia de 
informaciones y noticias sobre estos vicios, se llega a la creación de los arquetipos, 
por lo que De Bunes Ibarra (1989, p.27), relaciona estos vicios con el determinismo 
geográfico según el cual “La calidad de la tierra confiere a los hombres sus 
cualidades.” Así que, viviendo fuera de la civilización o en el primitivismo, el 
africano se embrutece y se acerca más a la condición animal. 
 
Conclusiones 
La trilogíaafricana de Javier Reverte es una fiel reescritura de la historia 
de las zonas recorridas por el autor. Es un verdadero documento de consulta 
sobre los movimientos de exploración, colonización y descolonización del África 
Negra. Reverte mezcla esas profusas evocaciones del pasado con sus propias 
experiencias de viaje en las que presenta las realidades socioeconómicas, políticas 
y culturales actuales del continente. Con la hábil combinación de narraciones de 
eventos pasados, descripciones de realidades rocambolescas averiguables en un 
cuadro espaciotemporal empírico, El sueño de África, Vagabundo en África y Los 
caminos perdidos de África cumplen los requisitos de la literatura de viajes. 
Justine MEKAPTIO y Antoine Bouba KIDAKOU 
 
Ziglôbitha 
 
347 
Pero el análisis que hemos llevado al cabo se fundamenta en la ideología 
que se destaca de los relatos de Javier Reverte. En su representación del mundo 
negroafricano, el escritor superpone dos perspectivas. Construye, por una parte, 
un discurso apologético en el que convoca, con nostalgia, la memoria colonial 
para ensalzar la civilización occidental. Se presenta así esta cultura como el 
modelo referencial recomendable para los pueblos atrasados. Por otra, el retrato 
esperpéntico de los negros y la descripción despreciativa de su entorno 
configuran la representación de un mundo extraño, indeseable y por tanto 
llamado a desaparecer. Se confirman entonces las hipótesis iniciales y resulta 
evidente que los relatos de viajes de Javier Reverte revelan una ideología 
dominante en la que, según dice Brenner(2011, p.17), el viajero «onlyseeswhat he 
can see and onlythroughhisown culture. Individualproblems, needs, prejudicies 
and stereotypes have more influence thanauthentic perception of the 
unknown.» 
 
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