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MANTO TERRESTRE

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MANTO TERRESTRE
En geología, el manto terrestre o manto de la Tierra es la capa intermedia de la estructura interna de nuestro planeta, es decir, a la que comprende la mayor porción del mismo, ubicada entre el núcleo interno central, y la corteza externa en la cual existe la vida. Se trata de una capa de unos 2900 kilómetros de grosor, que compone el 84% de la masa total de la Tierra.
El manto se extiende desde los 33 kilómetros de profundidad, cuando termina la llamada discontinuidad de Mohorovicic, hasta los 2900 kilómetros, donde se halla el núcleo.
Es una región muy poco uniforme, en comparación con las demás de la estructura interna del planeta, que se divide en dos porciones: una sólida y elástica, y una líquida y fluida. El manto es donde ocurren los desplazamientos mecánicos de la materia que se reflejan en la tectónica de placas y los movimientos sísmicos en la superficie.
Conforme avanzamos hacia el núcleo del planeta, el manto terrestre se hace más caliente y está sometido a mayores presiones, por lo que variarán también sus propiedades físicas y su composición química. Estas temperaturas son tan elevadas, no obstante, que en algunas porciones del manto se lleva a cabo un ciclo de subducción de los materiales más pesados de la corteza planetaria, que allí abajo se funden y permiten cierto intercambio de materia y energía.
El manto terrestre, al igual que el núcleo, jamás ha sido explorado directamente. Sus profundidades son demasiado grandes para que el ser humano pueda llegar, por lo que la mayoría de sus estudios se llevan a cabo de manera indirecta: a través del análisis sismológico o de la toma de muestras en regiones expuestas o submarinas.
Características del manto terrestre
El manto terrestre se caracteriza por lo siguiente:
· Es la región más vasta de la estructura interior planetaria, abarcando el 84% de la Tierra. Esta capa se extiende entre las pocas decenas de kilómetros de profundidad, cuando acaba la corteza terrestre, y el núcleo mismo del planeta, a casi 3000 kilómetros de profundidad.
· La composición del manto es mayoritariamente de silicatos y otros minerales más livianos (comparados con los del núcleo). Se estima que sus elementos más abundantes sean el oxígeno (44,8%), el magnesio (22,8%), el silicio (21,5%), el hierro (5,8%), el calcio (2,3%) y el aluminio (2,2%), así como otros elementos minoritarios como sodio y potasio.
· Las enormes presiones a las que el manto se encuentra sometido mantienen a sus componentes en un estado físico sólido o líquido-viscoso, y sus temperaturas oscilan entre los 600 °C y los 3500 °C, conforme se aproxima al núcleo terrestre.
· El manto se divide en dos porciones: manto superior y el manto inferior.
Función del manto terrestre
El manto juega algunas funciones clave dentro de la estructura terrestre: como las de ser un aislante térmico que permite la existencia de una corteza fría y estable, o la de proyectar magma a través de la separación de las placas tectónicas para producir nueva corteza.
Al mismo tiempo, funde las porciones pesadas de la corteza que descienden al manto en las áreas de subducción. Puede verse como una región muy activa y con mucha transformación en la estructura interna de la Tierra.
Subdivisiones del manto terrestre
El manto terrestre se divide en dos regiones, que son:
· El manto superior o exterior, que se extiende desde el fin de la corteza terrestre hasta unos 255 kilómetros de profundidad. Se trata de una región mayormente sólida, pero con regiones muy maleables que permiten la actividad tectónica. En su interior se suelen identificar dos regiones distintas: la litósfera, su porción sólida; y astenósfera, su porción viscosa y semi-sólida.
· El manto inferior o interior, ubicado por debajo de los 660 kilómetros de profundidad y los 2700, es una región más densa y caliente que la anterior, mayormente sólida y mucho menos dúctil que la capa superior. Su composición exacta es objeto de debate entre los académicos.
Entre estas dos regiones se halla una zona de transición o zona intermedia, que va desde los 400 a los 600 kilómetros de profundidad, en donde las rocas se someten a procesos de alta presión que alteran radicalmente su composición química, y que impide mayormente el intercambio de materia entre ambas capas del manto.
Exploración del manto terrestre
Como hemos dicho, la exploración del manto terrestre ha sido una ambición humana desde que se descubrió su existencia hace cientos de años, pero ha sido un objetivo muy difícil de conseguir. Las excavaciones más profundas de la humanidad no han logrado siquiera abandonar la corteza terrestre, de modo que la mayoría de los estudios geológicos se llevan a cabo de manera indirecta, mediante el análisis de ondas sísmicas, por ejemplo.
Sin embargo, la posibilidad de perforar en regiones submarinas ha permitido que realizar intentos por tomar muestras del manto terrestre.
En 2007 se llevó a cabo la más reciente de ellas, empleando una sonda robotizada a una región de unos 4.000 metros de diámetro, a casi 5.000 metros de profundidad, en el corazón del océano Atlántico. Allí el manto se encontraba más expuesto y se pudieron tomar muestras de 4cm de diámetro y un metro de profundidad.

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